martes, 8 de julio de 2014


Se despertó aturdida y examinó confusa todo a su alrededor, no reconocía nada de aquella habitación… hasta que cayó en la cuenta de que estaba en casa de Hugo; se volvió rauda examinando el otro lado de la cama pero estaba vacío. Se levantó, recogió sus botas del suelo y salió del cuarto
 Lo descubrió dormido en el sofá también completamente vestido, con su brazo izquierdo se cubría inconsciente los ojos de la luz de la mañana que entraba por los ventanales desnudos. Estaba tan irresistiblemente atractivo y lo había añorado tanto que no podía apartar los ojos de él sintiendo un acucioso deseo de correr hacia sus brazos y besarlo en su atrayente boca entreabierta. Intentó cruzar la sala para recoger su bolso que estaba en el otro sillón sin hacer ruido para no despertarlo pero, como no conseguía apartar sus ojos de él, tropezó contra una de las patas de la mesa haciéndose daño en su pie descalzo
 -¡Mierda!- murmuró dolorida sujetándoselo, él se incorporó de repente en el sofá sobresaltado por el ruido y al instante se echó la mano a la nuca también dolorido
 -¡Joder!- se quejó lastimoso frotándose la zona dolorida- ¡Que incómodo es! ¡Si llego a saberlo no los compro!- protestó irritado, ella sonrió divertida y él la miró extrañado- ¿Qué haces ahí? ¿Qué te pasó?
-Intentaba irme sin hacer ruido para no despertarte pero tropecé con la mesita- se burló guasona, él sonrió encantado
-¡Te estuvo bien por querer irte sin avisar!- le amonestó satisfecho- ¿Te has hecho daño? Déjame verlo- preguntó cariñoso sentándose quejoso aún en el sofá e intentó examinarle el pie
-No, estoy bien- intentó evitarlo pero él lo comprobó igualmente sujetándoselo dulcemente por el tobillo y posándoselo sobre su rodilla, Norma sintió una descarga tremenda que le recorrió el cuerpo entero al sentir el tacto de su mano acariciándole despacio su pie- Estoy bien, de verdad- repitió retirándolo suavemente para no ser descortés- Peor estás tú que pareces desmontado- expresó cariñosa colocándose detrás de él y comenzó a masajearle los hombros y el empiece de la nuca.
-Oh Dios…- gimió gustoso; pero lo que ella creía que era por la satisfacción del masaje, realmente era el sentir sus manos en su piel nuevamente, notaba como su piel se erizaba y ardía al contacto de sus suaves manos rememorando al instante ese maravilloso y dulce roce en cada recodo de su cuerpo, sufrió una erección tremenda sin poder remediarlo, intentó controlarse pero su cuerpo iba por libre al tierno y excitante contacto de las manos de Norma y su excitación era cada vez mayor y más intensa. Le sujetó la mano de repente deteniéndola, estaba a punto de estallar- Ya estoy bien, gracias- susurró con voz ahogada por el nudo de excitación que le oprimía la garganta. Tragó saliva repetidamente para intentar deshacerlo- ¿Te ibas a ir sin decirme nada?- inquirió ensombrecido sin mirarla, aquello le dolía terriblemente
-No hombre; pensaba dejarte una nota- expuso animada
 -Oh vaya, gracias; una nota- murmuró aún más abatido; había deseado tanto que volvieran a encontrarse y, ahora, ella pensaba irse dejándole únicamente una nota
 -Me iba a duchar y cambiar de ropa a la residencia- siguió hablando animada apoyándose en sus hombros; parecía que no le había escuchado- Pensaba dejarte mi número y, si no tienes nada que hacer hoy, podrías llamarme y vendría a ayudarte a acomodar y recoger todo esto ¡Que buena falta te hace algo de ayuda ¿no crees?!- bromeó cariñosa y lo besó dulcemente en la mejilla; él sonrió dichoso y entusiasmado al oírla, su idea no era irse y desaparecer, era regresar; ella se sentó a su lado y se calzó las botas- Además, te dije que quería ver a tu madre ¿recuerdas?- lo miró sonriéndole animosa; él le correspondió dichoso mirándola entusiasmado pero tenía un brillo lloroso en su mirada que la descolocó y ladeó la cabeza mirándolo intrigada- ¿Te ocurre algo Hugo?- preguntó preocupada por sus lágrimas
-No ¿por qué?- respondió carraspeando para aclarar la voz pues tenía nuevamente el nudo en su garganta
-No sé, te encuentro algo raro en la mirada como si…- expuso intrigada, de pronto su semblante cambió poniéndose seria y nerviosa- ¡Oh Dios, que estúpida soy! ¡Perdona si me estoy entrometiendo!- exclamó abochornada y se levantó del sofá dejándolo desconcertado- Si ya has quedado con alguien para ayudarte o tienes algún compromiso para hoy, no pasa nada ¿eh? Yo veré a tu mamá otro día, o me das la dirección y la iré a visitar yo- aclaró abochornada recogiendo nerviosa su bolso y colgándoselo temblorosa en el hombro
-No he quedado con nadie Norma- expresó rotundo levantándose también y sujetándola suavemente del brazo para detenerla, se miraron a los ojos- no hay nadie en mi vida ni nunca la hubo, a no ser…- se calló al instante, justo a tiempo de tragarse aquel “tú” que iba a soltar sin pensar, le sonrió tierno- a no ser trabajo y, claro está, mi madre- se miraron a los ojos enternecidos, pero había algo más en sus miradas que no lograron descifrar- Ya sé lo que vamos a hacer; ven mi chiquita, te comento mientras desayunamos ¿no tienes hambre?- repuso retirándole el bolso del hombro y, tomándola de la mano, se dirigieron a la cocina- ¿Café o prefieres otra cosa?
-Café- respondió y él se lo sirvió; la cafetera era de programador y ya estaba recién hecho, él recogió del mueble galletas y bollos dejándolos sobre la barra delante de ella
 -No tengo nada más, fruta no me queda… Aún tengo que hacer la compra- le comentó apenado -Café solo está bien, no te preocupes; estoy acostumbrada pues, al estar sola en la facultad y como soy muy dormilona, solo tengo tiempo de un café rápido de pie y corriendo a clase- se rieron amenos- ¿qué es eso que me quieres proponer?- indagó curiosa y él la miró intensamente a los ojos ¿Qué quería proponerle? ¡¡Tenía tantas cosas en mente que le encantaría proponerle…!! Sonrió ameno. -Pues me preparo, te llevo a la facultad para que te asees tú; pasamos un momento por el hospital para ver cómo pasó la noche Javi y me acompañas a comer a casa de mi madre y así conoces al tío Eduardo- bebió del café- luego regresamos y ordenamos esto durante la tarde ¿qué te parece?- ella sonrió encantada y dichosa
-¡¿Pues qué me va a parecer? perfecto!!- expuso entusiasmada
-Pues decidido… me voy a duchar- acabó el café y dejó el tazón en el vertedero, se detuvo ante ella al llegar a su lado y le tomó cariñoso el mentón- me encantó volver a encontrarte, pequeña; no me desaparezcas que regreso ahora mismo- repuso emocionado besándola tierno en la frente y ella le sonrió feliz.
-No pienso irme a ningún lado, aquí estaré- respondió jocosa y ambos rieron amenos mientras él salía de la cocina
Norma acabó su café y se dirigió al dormitorio donde arregló la cama; ya salía del cuarto cuando se tropezó en la puerta con Hugo que regresaba ya duchado y con solo una toalla a su cintura mostrando su cuerpo musculoso y perfecto que hizo brincar el corazón de Norma. Ambos se quedaron inmóviles, aturdidos uno frente al otro sin saber cómo reaccionar. Sus corazones latían impetuosos y unos deseos irrefrenables de besarse y fundirse el uno con el otro los asaltó a ambos…
 -Mejor… te espero en la sala mientras te vistes- repuso Norma esquivando su mirada de aquel atrayente cuerpo desnudo y escapando presurosa del cuarto o perdería totalmente el control… Sin saber que era lo que él también se temía.
Ya en la residencia, la esperaba en su dormitorio examinando desinteresado sus cosas sobre el escritorio mientras ella se duchaba; tenía una letra muy bonita, entendible y clara, a pesar de ser una escritura rápida de tomar apuntes. Se percató de la fotografía a lado del ordenador y la cogió, eran unas hermosas niñas ambas muy rubias, una de hermosos ojos azules vivos y alegres, tan parecida a Norma que hasta sus grandes ojos tenían aquella picardía coqueta como ella. La otra más chiquita, era también muy parecida a ella aunque se le percibía claramente aquella serenidad y dulzura de su madre en aquellos grandes ojos negros. Eran las niñas más bonitas que había visto en mucho tiempo. Norma entró en el cuarto vestida con un vestido blanco de punto y cuello alto pero sin mangas que se ajustaba perfectamente a su hermoso cuerpo sin dejar nada para la imaginación. Hugo tragó nervioso saliva sintiendo una fuerte ola de calor que le recorrió el cuerpo, no debía llevar ropa interior pues no se notaba nada bajo aquel vestido tan adaptado a sus curvas. Exaltado, apartó la mirada de aquel cuerpo que lo alteraba y se centró en la fotografía de su mano mostrándosela, ella le sonrió encantada y dichosa
-Son Claudia y Sandra- explicó amorosa
-Guille no mintió: se parecen a ti- expuso cariñoso, ella le sonrió agradecida mientras él la dejaba en su lugar, oteó despreocupado el resto del cuarto evitando mirar a Norma o no podría contenerse y se abalanzaría sobre ella
-Hola colega- les saludó más animado Javi al verlos entrar- ¡Ey, Norma aún sigue contigo esta mañana! Esta no huyó fogueteada ¿eh tío?- bromeó malicioso y ellos rieron divertidos- Va a ser verdad eso de que solo es una amiga- añadió burlón
 -Ya veo que estás mucho mejor- expuso socarrón acercándose a él mientras seguían riéndose
 -Chica, qué pena que seas tan mayor- le dijo a Norma guiñándole pícaro un ojo y ella se carcajeó entrañable
-¡¡Vaya por Dios, nunca tengo la edad perfecta!! ¡¡Uno me rechazó por ser demasiado joven y otro no me quiere por ser demasiado mayor!!- expuso chistosa
-¡¿Y quién fue ese gilipollas?!- exclamó atónito Javi, Hugo se puso tan nervioso ante aquellos comentarios que hizo demasiada fuerza al ponerse el guante de látex rompiéndosele al instante provocando en Norma una risa burlona y que Javi se percatara de todo- No, si ya lo digo yo: los hay gilipollas, gilipollas… ¿verdad doc?- le habló malicioso a Hugo que se sonrojó irremediablemente -Vamos a ver cómo va eso campeón- cambió de conversación evitando mirarlo a los ojos y el muchacho volvió a reírse al tiempo que lo hacía Norma.
 -¡¡Dios mío, qué sorpresa más grande!!- la recibió entusiasmada Alejandra abrazándola amorosamente- Pero, déjame mirarte mi niña… ¡Estás preciosa, pequeña!- expresó cariñosa besándose amorosas y emocionadas.
-¿Ves? Aprende un poquito de tu madre hombre ¿qué es eso de decirme después de tantos años sin vernos “estás más alta”? Chico, no tienes tacto ninguno- se burló vanidosa mirando a Hugo y los tres se rieron divertidos
Pasaron una velada maravillosa, Eduardo era divertido y agradable y encantó a Norma. Eran tan familiares y entrañables que se sintió como en casa de nuevo. Regresaron al piso de Hugo, Norma se sacó los altos zapatos de aguja y se pusieron a ordenar animados y divertidos acompañados de música. La tarde se les pasó volando encantados y felices. Se derrumbaron extenuados en el sofá riendo alegres cuando hubieron acabado. Estaban tan dichosos y felices de estar juntos.
-Ese hueco necesita un cuadro- expuso Norma observando el hueco vacío sobre el televisor frente a ellos
 -Lo sé y ya lo tengo elegido y guardado- indicó animado, ella lo miró
 -¡Pues vamos a colgarlo y queda todo listo ya!- repuso empujándolo suavemente su brazo animándolo a levantarse, él obedeció cansadamente y se fue a su cuarto regresando con un cuadro aún envuelto; él se encargó de poner la alcallata mientras ella lo desenvolvía. Se quedó mirándolo asombrada, sin palabras, Hugo la miró intrigado- ¡Si es mío Hugo! ¡¡Es el viejo y gran roble!!- repuso emocionada y se sonrieron dichosos
-Lo compré en tu exposición; ya me gustara mucho cuando nos lo mostraras recién empezado y, cuando lo vi terminado, aún me gustó más- le comentó cariñoso, ella le miró reprochadoramente -¡¡Idiota ¿Por qué no me dijiste que te gustaba?!! ¡¡Te lo hubiera regalado!!- le regañó furiosa
-No creo que fuera muy buena idea- expuso burlón- En aquella época estoy por apostar lo que quieras que lo destruirías antes que regalármelo- añadió socarrón y ella sonrió divertida. Lo colgaron y lo observaron orgullosos
-Queda perfecto- expuso ella satisfecha
-¿A qué sí? Lo supe en cuanto vi esa pared- repuso campechano y se sonrieron felices- Tengo hambre ¿qué te parece si cenamos algo antes de irte?- le preguntó animado, ella examinó su reloj
-Sí, aún tengo tiempo… - se sonrieron amenos- ¿Qué tienes por ahí que podemos preparar? -¡¿Trabajar más aún?!- se espeluznó provocando una carcajada a Norma- Ya está bien por hoy ¿no crees?- sacó el móvil de su bolsillo trasero del pantalón- ¿China, italiana…?- le preguntó animado -China está bien- respondió ella sonriendo y llamó encargando la comida a domicilio.
Cenaron hambrientos en la sala acompañándolo con un vino tinto. Estaban tan a gusto y animados que Norma miraba apenada y disimuladamente como la hora se le echaba encima rápidamente
-Se te está haciendo tarde- repuso pausadamente pillándola de nuevo mirando su reloj- mejor te llevo a la residencia
-No es necesario, mejor me iré en un taxi; estás agotado- repuso amena aunque desanimada, no quería irse; no quería acabar aquella maravillosa velada; no quería separarse nunca más de él.
-Era buena, dejarte ir sola en un taxi… Te llevo en un momento- expuso levantándose lentamente del sofá, ella lo imitó calzándose y recogió su bolso; él la miró entristecido, deseaba tanto retenerla entre sus brazos y no permitir que se fuera… Ella se giró y lo encontró mirándola. Se clavaron los ojos penetrantemente, los dos querían lo mismo y sus brillos en las miradas así se lo hacían saber
 -¡¡Hugo por favor, pídeme que me quede!! ¡¡No quiero irme; ahora que te encontré, no; ya no!!- increpó ansiosa tirando su bolso al suelo y abalanzándose a sus brazos le rodeó con ansiedad el cuello, él la recogió aprisionándola fuertemente contra su cuerpo.
-Claro que no mi panterita, no permitiré que te vayas; ahora no… te extrañé demasiado para dejarte ir de mi lado ahora amor mío- declaró desesperado y se besaron tortuosos, ardientes, apasionados… Querían apagar aquel ansioso deseo que les había estado consumiendo todo el día en un segundo, en un solo beso, pero era imposible; las ganas de más les embargaban y los inundaban aumentando su deseo más aún. Norma se retiró levemente mirándolo con lágrimas en los ojos.
-¿Si tanto me extrañabas porque no fuiste a buscarme? Yo no sabía dónde encontrarte pero tú a mí sí Hugo… ¿por qué mantener esta tortura y sufrimiento seis largos años?- sollozó angustiada y él tomó aquel hermoso rostro que tanto amaba y empezó a acariciarlo tiernamente
-Por miedo mi vida, por miedo a tu rechazo; podía sufrir tu lejanía y hasta no volver a verte… pero no podría soportar si llegas a rechazarme- expresó angustiado y ella sonrió dulcemente
 -Mira que puedes llegar a ser bobo- exclamó conmovida y, riéndose alegres, atraparon sus bocas con pasión de nuevo.
 Cada vez más insaciables, no podían parar, no podían separarse; se aferraban acuciosos el uno al otro como si quisieran fundirse en uno. Hugo la elevó entre sus brazos y se la llevó al cuarto. Se desnudaron mutuamente rápidos, desesperadamente urgentes; él volvió a izarla del suelo mientras ella le rodeaba veloz con sus piernas y la penetró raudo y enérgico soltando los dos al tiempo un gemido intenso y satisfecho al sentirse por fin íntimamente unidos. Se la llevó sobre la cama sin perder aquella maravillosa conexión y se entregaron apasionados, intensos, poderosa e inmensamente. Estaban rabiosamente deseosos y anhelantes. Fue una entrega desesperada, casi angustiosa, devoradora; llena y plena. Gemían y jadeaban satisfechos y gustosos entre sacudidas enormes de placer que los estimulaban aún más al escucharse acrecentando aquella efusión y el ímpetu de su pasión, llevándolos a la cúspide en una inmensa descarga de placer sobrecogedora e impresionante que los conmocionó y los rindió dejándolos exhaustos, debilitados como nunca se sintieran antes y rendidos ante tanta magnitud.
 -Mi hermosa panterita, cuantas veces he soñado con tenerte de nuevo entre mis brazos, mi vida, y lo veía tan imposible- le murmuró conmovido abrazándola impetuoso contra su cuerpo, ella se ciñó fuertemente a él
-Estoy aquí ya, mi amor… Y no pienso dejarte marchar nunca más- le respondió impetuosa, se besaron ardorosos- ¿Sabes el cuadro del que hablamos ayer?- él asintió- Somos tú y yo… soñaba con este reencuentro desde hace mucho tiempo y, ahora sé que nunca perdí la esperanza de que nos volveríamos a encontrar- Hugo le sujetó la cara con una de sus manos mirándola fijamente
-¿Y tú no te imaginas porqué mi pub se llama ojos azules? Te quiero tanto Norma- le dijo tan profundamente sincero y con una mirada tan intensa que ella sintió como aquellas palabras y aquella mirada le traspasaban el alma- Me enamoraste desde el primer día que te vi, te esculpiste en mi corazón y te grabaste a fuego en mi piel; te quise todos estos años aún sabiendo que no tenía ninguna oportunidad- ella emocionada, tragó saliva para deshacer el potente nudo que se aferró a su garganta inundándosele los ojos de lágrimas.
 -Yo también te quiero Hugo- respondió conmovida mientras las lágrimas corrían por sus mejillas- Te lo dije aquella noche y no quisiste creerme, te quiero tanto que me duele el pecho con solo pensar en ti; nunca sentí nada igual por nadie ni por nada… Te lo juro- se besaron delirantes, fascinados y cautivados por el amor que descubrían en el otro sin que lo hubieran sospechado siquiera. Volvieron a hacer el amor. Pero esta vez más calmados, serenos, como aquella noche en la cama de Norma. Una entrega total en cuerpo y alma en la que se demostraron todo el amor que llevaban dentro en cada caricia, en cada beso, pudiéndolo sentir en todo su ser. Fue maravilloso y espectacular; un delirio de sentimientos y placer que los llevó a lo más alto del goce supremo. Se durmieron abrazados, aferrados el uno al otro, temerosos a que alguno fuera a desaparecer al llegar la mañana.
Aquel domingo lo pasaron juntos sin salir del apartamento. Amándose intensamente, enredando juguetones entre mimos y risas y sintiéndose los más felices del mundo. Los despertó el despertador de Hugo, eran las seis y media. Él la apretó fuertemente contra su cuerpo para asegurarse de que seguía allí y aquel maravilloso domingo que había pasado no fuera solo uno más de sus sueños.
 -Me vas a dislocar algo- protestó mimosa y él la besó apasionado en la frente aflojando el abrazo levemente
-Tengo que irme y no quiero, pero tengo una cirugía a primera hora- expuso entristecido y desganado; ella lo miró a los ojos amorosa
-Y yo ¿o qué te crees? Tengo clase de barroco a primera hora y no tengo nada preparado- repuso abrumada, se sonrieron dichosos y se besaron tiernos, amorosos
-Aprovechemos hasta el último segundo ¿Qué te parece si nos duchamos juntos y te dejo en la residencia de camino al hospital?- sugirió entusiasmado, ella le sonrió placentera
 -Una magnífica idea- expresó alegre y él se levantó raudo
-Pues ven aquí mi panterita hermosa- exclamó deleitado tomándola en brazos y se la llevó entre risas alegres y besos

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