lunes, 11 de agosto de 2014


Lo despertaron unos pasitos corriendo por el pasillo ahogados por la alfombra alejándose y sonrió feliz, su chiquita se había despertado, pensó lleno de felicidad mirando a su amada Alicia durmiendo entre sus brazos. Así dormida estaba aún más preciosa, como la recordaba; siempre le había encantado observarla por las mañanas antes de que despertara. Su rostro angelical sereno y relajado con una dulce sonrisa siempre dibujada en sus labios carnosos lo encandilaba; sin poder resistirse, la beso suavemente en los labios. Los pasitos regresaban y la puerta se abrió muy despacio apareciendo Abi que lo miró desconcertada al encontrárselo allí, pero en seguida una hermosa sonrisa dichosa se dibujó en su precioso rostro y corrió hacia ellos mientras él también sonreía feliz, gateó por los pies de la cama y se deslizó rápida entre los dos. Vega la arropó con el edredón besándola en la frente dulcemente mientras Alicia se movía inconscientemente para dejarle sitio y rezongaba dormida por la intromisión
-Abi cielo ¿no es muy temprano aún?- protestó cariñosa sin abrir los ojos envolviéndola instintivamente entre sus brazos con ternura, Vega sonrió tierno comprendiendo que era habitual esa incursión en su cama
 -Feliz navidad mami- expuso satisfecha besando la mejilla de su madre que sonrió complacida correspondiéndole sin querer abrir los ojos para no despejarse- y a ti también papi- aclaró resuelta besándolo también, Vega le correspondió sonriendo dichoso. Al oírla, Alicia abrió los ojos al momento mirándolo sobresaltada. Él sonrió tranquilizador, la pequeña había aceptado con gran naturalidad encontrarlo allí- ¡Qué bien se está aquí entre los dos, se está calentito!- aclaró resuelta aproximándose más al cuerpo de Vega y ellos sonrieron amenos
-Cielo ¿no se te hace extraño encontrar aquí a Vega?- indagó desconcertada Alicia, la pequeña le sonrió alegre
 -No ¿por qué? Tú eres mamá y él es papá; y todos los papás duermen juntos en su cama ¿o no?- aclaró despreocupada y ellos sonrieron dichosos.
 Aquella tarde fueron a mostrarle la casa a Esther y a Abi. El taxi los dejó delante del gran portalón de hierro de entrada al garaje
 -La zona ya me gusta, parece que se respira mejor lejos del centro y las vistas son maravillosas- indicó gustosa Esther y Vega le sonrió complacido abriendo el portal
 -¡Que jardín más grande vamos a tener mami!- expuso entusiasmada provocando las risas de los adultos mientras ya corría hacia la puerta de entrada, se apresuró a investigar por los dos huecos acristalados a ambos lados pero los cristales velados no le permitieron curiosear.
-¡Guau, que grande es!- expuso sorprendida al entrar en el amplio recibidor- ¡¡Aquí sí tengo sitio y sitio para patinar mami!!- saltó entusiasmada, Vega rió divertido
-¡De eso nada Abi!- la reprendió rápidamente su madre- dentro de casa no se anda con los patines, ya te lo dije mil veces
-¡Eso es en el piso porque tú dijiste que molesto a la señora Martina, pero aquí no vive nadie debajo!- aclaró resuelta echando a correr hacia las puertas al fondo del corto pasillo junto a las escaleras que subían al segundo piso desapareciendo en el cuarto que sería el cuarto de juegos- ¡¡Abuelita, ven corre; mira que jardín más grande hay detrás también!! ¡¡Hay tres árboles enormes!! ¡¡Y una piscina!!- gritó deslumbrada, ellos se sonrieron y la siguieron, Vega rodeó amoroso con su brazo los hombros de Alicia. Recorrieron la planta baja, Esther estaba gratamente deslumbrada con todo; subieron a la planta superior, Abi correteaba de una a otra habitación feliz mientras ellos caminaban por el largo pasillo para comenzar por la parte frontal de la vivienda
-Mira mami, esta es la que a Vega más le gusta para nosotros ¿qué te parece?- explicó animada Alicia y su madre la examinó detenidamente
-Me gusta mucho hija- aclaró satisfecha y los tres se sonrieron alegres- Así que esta será la vuestra ¿eh? Pues yo escojo aquella entonces que quiero dormir por las noches- esclareció socarrona indicando la de la otra punta del pasillo dando a entender que los había escuchado anoche, Vega rió divertido al tiempo que Alicia se sonrojaba tremendamente, él la besó dulcemente en la frente
-Voy a echar un vistazo al garaje cielo, tengo que revisar el lugar que escogieron los obreros para poner la caldera de la calefacción y no quiero que se retrasen por nada pues me gustaría estrenarla para fin de año- comentó ameno bajando las escaleras
-¿A dónde va papi?- preguntó Abi apareciendo junto a ellas en el dormitorio, venía del cuarto que Vega quería preparar para tocar la guitarra
-Abajo, al garaje mi cielo- contestó Alicia sin dejar de charlar con su madre
 -¡Voy con él!- repuso la pequeña echando a correr de nuevo por el pasillo
 -¿Y cuál será el de nuestra chiquita?- siguió hablando Esther
-Pensaba en ese, también es muy…- explicó volviéndose y quedó sin hablar al descubrir a Abi subida a la barandilla de hierro dorado, se iba a tirar resbalando por ella. El corazón se le detuvo del terror y un estremecimiento frío le recorrió el cuerpo-¡¡Abi, no!! ¡¡Santo Dios!!- chilló horrorizada intentando alcanzarla
 -¡¡Mira mami; voy a bajar como hace Mary Poppins en la peli!!- dijo la pequeña soltándose antes de que su madre la alcanzara y empezó a deslizarse pasamanos abajo, pero no supo mantener el equilibrio y empezó a inclinarse peligrosamente
 -¡¡Ay Dios santo que se nos mata nuestra chiquilla!!- gritó angustiada Esther echándose aterrorizada las manos a la cara para no ver la catástrofe que se avecinaba
Vega escuchó los gritos cuando empezaba a descender las escaleras que había en la cocina que llevaban directamente al garaje; sobresaltado corrió a la entrada de la casa justo para ver como Abi se precipitaba al vacío por el hueco de escaleras sin remedio. En dos ágiles y presurosos pasos, alcanzó a la pequeña recogiéndola por el aire justo a tiempo de evitar la grave colisión contra el mármol del suelo. Así la sintió segura entre sus brazos, la oprimió aterrado contra su cuerpo soltando un angustioso resoplido y miró a las dos mujeres aterrorizadas al pie de la escalera
-Creo que habrá que hacer algunos cambios más en la casa ¿no crees mi sol?- le dijo tierno a Alicia que sonrió aliviada viendo a su pequeña a salvo en brazos de su padre. Abi miró satisfecha a su padre aunque podía percibirse el miedo en sus ojitos
 -¿Ves cómo eres un gran papá?- resolvió decidida y él rió divertido oprimiéndola de nuevo contra su cuerpo
Iban de regreso en el taxi a la ciudad
 -¿Os importa si pasamos por casa de Willy? Hoy le dieron el alta a Sarah y me gustaría ver como se encuentra- dijo ameno Vega y Alicia le sonrió tierna
-¡Ya, a Sarah!- expuso divertida y se sonrieron animados. Cuando llegaron al piso les abrió la madre de Sarah, una mujer muy agradable que los recibió con una sonrisa encantadora guiándolos hasta el dormitorio de la pareja donde Sarah estaba recostada en la cama sujetando entre sus brazos a la chiquitina mientras Willy estaba sentado a su lado; los recibieron encantados. Vega presentó entusiasmado a su pequeña Abi que los encandiló
-¡Dios mío, si es un cuadro de su papá!- comentó enternecida Sarah besando a la pequeña que sonreía dichosa como Vega
-¿Y por qué estás aún en la cama? ¿Estás acaso malita?- le preguntó llena de ternura la pequeña conmoviendo a Sarah que le acarició tierna la mejilla
-No cielito, porque nació mi chiquita antes de ayer y aún no estoy bien del todo ¿la ves?- le contestó amorosa descubriendo a la pequeña para que ella la viera, Abi observó a la pequeña dormida entre los brazos de su madre
 -Oh, que pequeñita es- expuso emocionada tomándole su manita, todos sonrieron amenos- y mira que deditos más chiquitos tiene mami… ¡Me agarró mamita, mira como coge mi dedo!- repuso encandilada cuando el bebé le sujetó su dedo
-Es Patricia, mi dulce melocotón- le dijo Vega besando la mejilla de su hija- ¿no te dije que era casi tan bonita cómo tú mi sol?
 -Sí que es linda papi- aclaró dichosa y se sonrieron alegres- ¿Puedo tener yo una hermanita así de pequeñita?- dijo de pronto ilusionada provocando las sonrisas de los adultos
 -Todo se andará mi dulce melocotón, todo se andará- respondió su padre alegre mirando a Alicia que sonrió feliz.
Los días pasaban presurosos para Vega, quería trasladarse a la nueva vivienda antes de fin de año y el tiempo se le echaba encima pero los trabajos de la casa parecían no acabarse. Todos los días se iba con Abi a comprobar los avances y luego pasaban por las oficinas que se las había encargado al mismo decorador y estaban quedando perfectas, cómodas, muy agradables pero refinadas y elegantes; como la casa. Pero para su pesar, iban más avanzadas que la casa. Al tiempo, Alicia se iba inquieta cada día al trabajo temiendo la llamada de la directiva esperando la puñalada de Carlos que parecía no llegar nunca. A veces, examinando algún expediente en su despacho, pensaba si hubiera sido un calentón por su parte aquella amenaza y no pensaba hacerlo realmente aunque después, sus miradas burlonas y cínicas cuando se cruzaba con él en los pasillos o la cafetería, le decían que no se iba a quedar quieto. Al día siguiente de Navidad, estando en su despacho repasando la operación que tenía a las diez, la sobresaltó la llamada en su puerta de su enfermera indicándole que estaba más alterada de lo que suponía. Pero su grata sorpresa era la llegada de otro ramo de rosas rojas que ella le traía en un fino jarrón de cristal, sonrió feliz
-Caray Alicia, que suerte tienes; son preciosas, se ve que te quiere de verdad ¿lo conoceré algún día?- le dijo la muchacha amistosa dejándoselas sobre su escritorio y Alicia le sonrió complacida- ¿puedo cogerte tres para mi mesa? ¡Estas huelen delicioso!
-Claro, no hay problema- respondió amable oliéndolas, sí que olían realmente bien. A las doce en punto recibió un mensaje en su teléfono; salía ya de la operación que resultara un éxito: “Te quiero mi cielo, no lo olvides nunca” decía; ella sonrió complacida respondiéndole que ella también. Los mensajes se hicieron diarios, a las doce en punto de cada día recibía uno con bonitas palabras de amor que la hacían sonreír feliz y sentirse la mujer más amada y dichosa del mundo. Tampoco fallaban las rosas cada lunes.
Cuando regresaba al piso, Alicia ya no se acordaba para nada de Carlos así cruzaba el umbral; observaba como Vega le daba a la pequeña las primeras lecciones básicas para tocar la guitarra; era muy inteligente y parecía tener buen oído para la música ya que en seguida le cogía el ritmo; luego cenaban entretenidos y charlando como les había ido el día aunque siempre eran interrumpidos por Abi que constantemente tenía cosas de suma importancia que contar provocando las risas tiernas de ellos. Se entretenían un par de horas jugando a la consola donde disfrutaban aún más los adultos que la pequeña y se acostaban temprano, Vega ya se había instalado allí; se amaban apasionados, con ímpetu y ardientes como siempre pero procurando hacer el mínimo ruido posible mandándose silenciar mutuamente provocándoles risas divertidas. A la mañana siguiente, la angustia y el temor regresaban mientras iba de camino del hospital.
Regresaba del quirófano hablando animada con sus compañeros por el pasillo cuando vio al director del hospital entrando en su despacho; algo se le removió por dentro atemorizándola tremendamente, el momento había llegado. Caminó decidida hacia él
-Ah Martín, te estaba buscando- le indicó amable el director del hospital
 -Disculpe pero estaba en el quirófano- se disculpó cordial entrando en su despacho seguida por el director y bajo la intrigada mirada de Bárbara, su enfermera asistente
-No tienes porqué disculparte, yo solo quiero hablar contigo- le contestó el director, se sonrieron entrañables entre los dos mientras ella rodeaba su mesa y recogía un expediente sobre ella en un intento inútil de serenarse- ¿y qué tal ha salido la operación? ¿Era el hombre de ese accidente tan grave, no?
 -Sí, y ha salido todo muy bien; si no hay complicaciones, mejorará muy pronto- comentó amena
-Me alegro- repuso serenamente metiéndose las manos en los bolsillos de su bata, Alicia detectó que, a pesar de intentar ser amistoso, su rostro estaba preocupado.
 -¿Puedes dejarnos solos Bárbara?- le dijo amable a la secretaría de Alicia que asintió con la cabeza y salió del despacho. Él y Alicia se miraron fijamente
 -Alicia...- empezó a hablar muy serio, ella tomó aire profundamente volviendo a dejar la carpeta amarilla sobre su escritorio- ¿Qué está ocurriendo Alicia?
-No le entiendo...
-Yo tampoco muchacha- expuso desconcertado confundiéndola aún más- te juro que yo no estoy entendiendo nada de todo esto que está pasando- añadió preocupado, ella lo miraba intrigada- Pero... ¡¿No se suponía que os ibais a casar tú y Carlos después de las navidades?!- ella comprendió y tomó aire profundamente sentándose en su sillón
-¡Ah, era eso!- murmuró bajando la cabeza
-Sí eso Alicia ¿no estáis prometidos y con fecha ya para la boda?
-He roto el compromiso doctor Bermúdez- aclaró casi en un murmullo
 -¡Válgame Dios!- expuso descorazonado sentándose en el sillón frente a ella- ahora ya lo entiendo todo
-Pues yo sigo sin entender- explicó serenamente
-Hija, está haciendo revisión de todos tus casos, está revolviendo Roma con Santiago y volviéndonos locos a todos en busca de algo que, la verdad, no sé qué espera encontrar
-Me lo esperaba- murmuró decaída
-Está haciendo una caza de brujas tremenda y una campaña desmesurada en tu contra entre los directivos- explicó preocupado
-Pues que siga- expuso despreocupada
-¡Por Dios Bendito Alicia! Por eso yo no estoy de acuerdo en que se relacionen el personal del hospital entre ellos; eso siempre trae problemas- Alicia lo miró a los ojos muy tranquila
 -Si estoy ocasionando algún problema, dígamelo sinceramente y yo me voy
-¡No seas boba chiquilla!- repuso molesto golpeando con su puño el escritorio de Alicia sobresaltándola- Eres una cirujana fantástica y no tenemos queja tuya de ningún tipo; pero...- tomó cariñosamente la mano de Alicia sobre el escritorio- pequeña, ten cuidado... ten mucho cuidado porque está cegado de odio y está tras de ti como un perro de presa
-Todo esto ya me lo esperaba Bermúdez, sé que quiere echarme de aquí por todos los medios y no se cortará un pelo en su intento; si la junta directiva ve conveniente para tranquilidad de todos que deje mi puesto... pues yo acataré sin rechistar, no tengo problema en poner mi puesto a su disposición -¡No digas estupideces Alicia!- bramó irritado levantándose de la silla- tú eres imprescindible en este hospital, no dejaré que ese logre echarte por su ridículo ego herido
-Puede llegar a tener usted también problemas si me defiende con tanto ahínco, doctor Bermúdez- expuso impresionada por el cariño que le mostraba el director
-¡Bah, bah; no te preocupes por mí, chiquilla! Yo no voy a tener ningún problema- aclaró resuelto- pero no es lo mismo contigo pequeña- tomó de nuevo su mano de encima la mesa- Alicia, ten mucho tiento; no cometas ni un solo error mi niña
-Nunca lo he cometido
-¡Ya lo sé Alicia, eres una cirujana extraordinaria!- repuso rotundo- pero nunca estamos libres de ello y ahora podrías cometerlo chiquilla, sería el momento más inoportuno para un error por muy pequeño que fuera
-Tendré mucho cuidado, no se preocupe- aclaró sincera y el hombre le sonrió dulcemente
-Está bien, te dejo trabajar- expuso dirigiéndose a la puerta pero se detuvo antes de abrirla y regresó su mirada a Alicia- Estate muy atenta Alicia, te has buscado al peor enemigo que podrías haberte encontrado- comentó preocupado y ella le sonrió tranquilizadora
-No tengo miedo doctor Bermúdez- aclaró serenamente
-¡Pues yo sí, terca niña mía! ¡Yo sí, y mucho!- expuso enfadado abriéndola, se encontró con Bárbara de pie frente a él a la que miró enfadado provocándole una desazón a la muchacha- ¡¡Si por algo yo no quiero relaciones entre el personal; siempre trae problemas... siempre!!- bramaba irritado dirigiéndose a los ascensores. Bárbara observó a Alicia sentada ante su mesa que también la miraba fijamente
-¿Pasa algo Alicia?- preguntó inquieta a su jefa
-Nada que yo no me esperara ya- respondió muy pausadamente regresando a revisar los expedientes que tenía sobre la mesa, su secretaria entró en el despacho
-¿Ya empezó la guerra verdad?- indagó preocupada, Alicia le mostró una dulce sonrisa compasiva- Bueno, que sea lo que Dios quiera pero yo te apoyo en todo lo que sea necesario- resolvió soltando un profundo suspiro y Alicia volvió a sonreírle- Alicia, has recibido esto- le comunicó entregándole un sobre cerrado, ella suspiró pesadamente
-¿Y qué es ahora?- murmuró contrariada abriéndola
-Supongo que la invitación para la cena de todos los años- asintió al comprobar que ella tenía razón -Más contrariedades- aclaró desolada dejándola a un lado de su escritorio
 -¿No te apetece ir?
-Nunca; pero no queda más remedio ¿no?- expuso fastidiada, se sonrieron amistosas- ahora lo más difícil será convencer a Vega de que me acompañe, siempre odió este tipo de reuniones
-¡Ay sí, convéncelo Alicia! ¡Estoy deseando conocer a ese galán tan romántico y atento!- aclaró entusiasmada y se rieron amenas
A dos días de fin de año, Vega comprobaba complacido que la casa estaba lista al fin. Había quedado preciosa y, lleno de ilusión, no pudo contenerse contándoselo a Esther en secreto para sorprender a Alicia. La mujer sonreía complacida de verlo tan feliz y enamorado de su hija, era realmente el hombre más tierno y el mejor compañero que su hija podía haber conseguido. Aquella noche cenaban como siempre charlando sobre el día que habían tenido, pero Vega no soltaba prenda de la casa contestando con esquivos monosílabos a las preguntas de Alicia rindiéndose al poco por su parcas contestaciones
-¿Me has llevado el bolso y los zapatos de ante a limpiar como te pedí, verdad mami?- prefirió cambiar de conversación
-Sí hija, y les metí prisa como tú me pediste y ya los tienes en tu armario… pero ¿Por qué tantas prisas Ali? Nunca los usas a no ser una cita muy importante- indicó curiosa
-Mañana a las ocho es la cena que organizan los directivos del hospital todos los años- comentó despreocupada pero Vega la miró inquieto
-¿Yo no tengo que ir verdad? sabes lo poco que me gustan esas cosas Ali- expuso desconfiado mirándola impaciente
-No, claro que no; tranquilo- respondió pausadamente, Esther la miró confusa
-¿Entonces irás sola mi niña? Sé lo mal que lo pasas pues tampoco a ti te gustan eses eventos- indicó pesarosa, ella le sonrió dulcemente
-Ya mami, pero no tengo más remedio que ir... y probablemente no iré sola, sé que Carlos tampoco llevará acompañante y puedo llamarlo- aclaró despreocupada pero la cara crispada de Vega indicó que había jugado bien sus cartas
 -No juegues conmigo Ali- avisó molesto mirándola desafiante
-No estoy jugando ni quiero importunarte obligándote a hacer algo que no quieres cielo; él va solo y yo también… ¿qué mal hacemos en ir juntos?- comentó inocentemente
 -Está bien- repuso irritado regresando a su cena, ellas se sonrieron placenteras- ¿a qué hora has dicho?
-A las ocho… ¡Ah! y es de etiqueta- explicó resuelta
 -¡Sí hombre ¿y qué más?!- murmuró sulfurado soltando un resoplido fastidioso y ellas se rieron divertidas- pero con una condición: de ocho a doce seré tu monigote de exposición pero después haremos lo que yo quiera
-¿Y qué es lo que tienes pensado?- indagó curiosa
-No vendremos a dormir a casa y eso es lo único que te voy a contar- expuso contundente y se sonrieron animados

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