miércoles, 13 de agosto de 2014


Mientras su boca se deleitaba con sus pechos haciéndola gemir deseosa, se desabrochó el pantalón, la atrajo un poco hacia el borde de la mesa y la penetró pausadamente; se movía rítmicamente al tiempo que sus labios recorrían el suave y terso cuerpo de Alicia recostada sobre la mesa totalmente sumisa a él. Llegado el momento más intenso de aquella absoluta entrega, ella enredó sus piernas en sus muslos y lo apresuró contra ella mientras su cuerpo se contorsionaba sobre la mesa anhelante y ambiciosa de alcanzar el éxtasis completo, él acató las órdenes de inmediato y comenzó a acometerla con diligente firmeza hasta hacerla exhalar gemidos de completo placer que le sonaron a gloria y siguió embistiéndola con más fiereza hasta él también alcanzar el súmmum consumando maravillosa y pletóricamente aquel ardiente encuentro. Alicia, acostada sobre la mesa, radiante de satisfacción y mirándolo enardecida, le sonreía complacida mientras él le recorría mimoso su cuerpo con su boca
-Me tiene loco este ombligo mi vida, y este vientre, y estos pechos y este cuello…- iba murmurando dejándole delicados y ardientes roces con sus labios en cada lugar nombrado, ella reía dichosa, la miró apasionado a los ojos- pero sobre todo tu boca, esta boca que sabe a miel- se besaron encantadoramente sugestivos. Vega se retiró remolonamente, no quería dejar de saborear aquella dulce boca que lo enloquecía- tengo sed, ese cava da más sed de lo que la apaga- repuso dirigiéndose al refrigerador de doble puerta- ¿Te apetece algo?- ella retozó remolona sobre la mesa como un gatito mimoso negando con la cabeza, él la miró encandilado; así desnuda allí encima y moviéndose mimosa estaba arrebatadoramente encantadora
 -¿Qué me miras tanto?- preguntó melosa y él sonrió complacido
-Me estoy grabando esta imagen en mi memoria para recordarla siempre que entre aquí, estás preciosa- comentó gustoso y se rieron amorosos. Ella se bajó de la mesa dando un pequeño y ágil brinco que provocó una sonrisa agradada a Vega y recogió una manzana del frutero que había junto al fregadero, lo besó dulcemente en los labios antes de darle un buen mordisco
-Vamos a ver cómo quedó la casa mi amor- incitó interesada vistiéndose la camisa de Vega dejándosela sin abrochar y, tomándolo de la mano, lo guió fuera de la cocina.
Recorrieron el primer piso tomados de la mano y ella quedaba boquiabierta a cada descubrimiento; la había dejado perfecta y hermosa, no le faltaba ningún detalle. Pero lo que la asombró y emocionó tremendamente era que había retirado la barandilla de las escaleras y la había cambiado por una colocación de estrechos tubos que iba desde el techo al suelo, muy juntos para que Abi ni siquiera cupiera entre ellos
 -Santo Dios Vega, piensas en todo mi vida- murmuró conmocionada
-Otro susto como aquel y no lo cuento- expuso estremecido y se besaron tiernos en los labios
El comedor era perfecto, con una larga mesa ovalada de cristal con pies en madera de caoba y diez sillas de estilo moderno la rodeaban, un mueble aparador de puertas de cristal mostraban una vajilla fina de porcelana; al lado contrario había otro mueble bajo de dos puertas laterales y cajones en medio con un bonito centro navideño sobre él ocupando el centro y dos candelabros en plata a sus lados; un gran espejo colgado de la pared remataba la estancia. La sala, separada del comedor por un mueble bar ya cargado de botellas de licor con una barra semicircular, estaba amueblada en madera de roble y sofás rojos situados alrededor de una mesita de café en cristal colocados de manera estratégica para que se pudiera disfrutar del fuego de la hermosa chimenea o ver el televisor situado en el enorme mueble que ocupaba casi toda la pared frente a la chimenea en donde ya había algunas figuras de adorno; hasta había un árbol de Navidad enorme en una esquina junto al ventanal adornado con bonitos lazos y bolas doradas
-¿Y eso?- indagó sorprendida
 -No nos daba tiempo a desmontar el de casa y volverlo a preparar aquí para la cena de mañana, así que encargué uno para que nuestra chiquita no eche nada en falta- repuso serenamente y ella le sonrió tierna. La sala que había escogido como sala de juegos era realmente encantadora. Pintada de un color melocotón muy suave con una moqueta dulce y gruesa que la hacía muy mullida. Un conjunto de sofás de dos piezas de dos y tres plazas en tela estampada moderna y alegre con una mesa de café en madera de cerezo ocupaba una zona donde había un mueble de módulos de la misma madera que la mesita con un enorme televisor con su dvd, una cadena musical, y estanterías para rellenar con discos, libros o películas; luego otra parte, más grande que la anterior y junto a la puerta de cristal, estaba destinada a zona de juegos, había dos sillones dobles de altos respaldos de mimbre arrimados a ambas paredes cuyo asiento se abatía para meter dentro los juguetes; las paredes sostenían estanterías para más juguetes y el centro lo ocupaba una mesita redonda también en mimbre con base de cristal -Es preciosa cielo, dan ganas de estar aquí y no irse nunca- indicó ella agradada y él sonrió complacido
-Eso es lo que quería mi vida, una salita íntima donde pasar las tardes tranquilos y felices- aclaró feliz rodeándola por detrás con sus brazos por su cintura apoyando su mentón en el hombro de Alicia- yo ya nos veo aquí disfrutando mi bien, observa: mamá Esther ahí sentada en ese sofá bordando entretenida mientras nuestra chiquita enreda con sus muñecas y tú recostada entre mis brazos mientras estamos en este otro repanchingados mirando felices a nuestra niña disfrutar ¿qué te parece?- ella sonrió complacida
-Me parece perfecto mi vida- expuso deleitada besándolo tierna en los labios
 -Y si le añadimos a un Lucas gateando por la moqueta enredando con su hermanita enojándola porque le descoloca las muñecas ¿no es aún más perfecto?- ella lo miró fijamente
 -¿Te gustaría tener otro hijo Vega?- indagó sorprendida, él le sonrió tierno
-Me encantaría mi amor, es lo que más deseo en este mundo; disfrutar de toda la espera viéndote engordar hermosa, verlo nacer, verlo crecer junto a nuestra pequeña... sería maravilloso mi vida ¿no te lo parece a ti también?
-Es excepcional mi bien, sí sería maravilloso- expuso dichosa y volvieron a besarse apasionados Luego pasaron al despacho. Pintado de un beige casi blanco y enmoquetado en marrón, tenía unas estanterías que iban del techo al suelo que cubrían dos de las paredes completamente; una mesa rectangular situada en el medio y una zona de lectura con unos cómodos sofás delante del ventanal que daba al jardín, completaba la estancia
-Preferí una mesa a dos escritorios porque así trabajaremos juntitos- aclaró decidido besándola en la sien- además, así Abi también podrá hacer aquí los deberes con nosotros
-Muy buena idea- respondió satisfecha besándolo encandilada en los labios, de pronto un estremecimiento le recorrió el cuerpo
-¿Qué tienes cielo?- preguntó Vega sorprendido al sentirla estremecerse de aquella manera
-Solo tengo frío- indicó sonriéndole tierna
 -¿Frío? No hace frío mi bien, la calefacción está dispuesta para encenderse automáticamente y yo no noto nada de frío ¿te encuentras bien?- expuso mirándola inquieto mientras le posaba el dorso de la mano en la frente- fiebre no tienes y fría no estás
-Pues lo tengo- aclaró protegiéndose mimosa entre sus brazos asiéndose a su cuerpo, él la rodeó tierno besándola en la frente- ¿Y si nos vamos a la cama? Puede que sea cansancio, estoy agotada; esas cenas me incomodan a mí también
-Sí, ojerosa sí lo estás- murmuró observándola, la besó dulcemente en los labios- ¿no te me irás a poner mala para mañana, verdad?- bromeó cariñoso llevándola hacia las escaleras comenzando a subirlas y ella se dejaba llevar sonriendo tierna.
-¡Oh Dios mío, Vega; quedó precioso!- repuso al entrar en el dormitorio cuando Vega dio a la luz iluminándose con pequeñas lámparas leds escondidas por los bordes del techo dando bastante luz aunque muy suave y agradable y descubrió la habitación pintada de un malva muy suave con moqueta en beige clarita y unos estores en ondas también en crema cubrían el ventanal. Los muebles de madera barnizada en negro eran de estilo muy moderno; la cabecera era lisa, sin florituras, se extendía a ambos lados de la cama donde las mesillas se acoplaban a ella en una sola pieza. La cama era inmensa y estaba cubierta con un edredón de plumas en beige muy pálido que se notaba cómodo y calentito con montón de cojines en varias tonalidades de beige y malva; la cómoda era de solo cuatro cajones con un espejo sobre ella. Habían obrado en la pared a los pies de la cama construyendo un armario empotrado enorme con puertas correderas de la misma madera que el resto de los muebles que quedaba tras la puerta de entrada, se asombró al verlo- ¡Menudo armario han construido aquí! -Lo acordamos entre la decoradora y yo, ella dice que vosotras necesitáis mucho espacio, que un simple armario siempre acaba quedándoos pequeño; y a mí también me llega bien lo que ocupo con los dichosos trajes… había sitio de sobra pues la habitación es grande, así que decidimos hacer uno enorme ¿te gusta mi ángel?
 -Me encanta corazón- expuso feliz y se besaron complacidos.
Metidos bajo aquel edredón que resultó como parecía, calentito y muy ligero, Vega la tenía entre sus brazos mientras ella se abrazaba a su cuerpo apoyando su cabeza sobre su pecho. La besó tierno en el pelo
 -¿Te pasó el frío?
 -No mucho, parece que lo tenga metido en los huesos- respondió pausadamente y él la oprimió más cobijándola amoroso contra él; estuvieron unos minutos callados
-¿Duermes ya mi amor?- le murmuró meloso, ella negó con la cabeza- ¿Y en qué piensas entonces? -En que esto quedó precioso pero fue una locura Vega- expuso mirándolo preocupada a los ojos, él la observaba desconcertado- te has gastado muchísimo dinero mi cielo: la casa, amueblarla, pagar una decoradora para prepararla, el coche… déjame ayudarte, todo esto es para nosotros y debemos llevar los gastos a medias- él le sonrió dulcemente besándola tierno en la frente
-Te prometo que a partir de mañana mi bien hacemos todo lo que tú quieras, pero déjame hacer esto por vosotras- Alicia lo miró conmovida- mi vida, estuve tan solo por el mundo sin saber que nuestra chiquita existía y que tú aún estabas esperándome que deseaba con locura hacer esto para mis tres reinas: la de oros, la de corazones y… la de bastos- expuso chistoso y ella rió divertida, apoyó su mentón sobre su pecho mirándolo tierna
-¿Ah, sí? ¿Y quién es quién?
-La de oros es mamá Esther, es mi gran tesoro a la que tengo que mimar mucho y le estaré eternamente agradecido por haberos cuidado estos años- ella sonrió enternecida- la de corazones, mi chiquita, la cosa más linda de este mundo que me ganó el corazón desde el primer día que la conocí sin saber aún quien era; y la de bastos… eres tú- añadió besándola en la punta de la nariz, ella elevó las cejas sorprendida
-¿Yo la de bastos? ¿Por qué la de bastos?- indagó curiosa, él sonrió malicioso
-Porque eres la única mujer de este mundo que me empina siempre el basto de esta manera increíble- contestó satisfecho posando la mano de Alicia en su miembro ya erecto de nuevo, se revolvió colocándose sobre ella que reía dichosa- ven aquí mi palomita, que te voy a quitar todo ese frío de sopetón- aclaró contundente besándola apasionado. Se amaron ardientes e impetuosos de nuevo pero sin perder ni un ápice de esa gran ternura que se prodigaban al entregarse complacidos, era absolutamente inverosímil la forma en que se compenetraban, como sabían dónde acariciarse para provocarse y excitarse hasta puntos extraordinarios, y cómo se sabían complacer mutuamente llegando siempre a un clímax final de escándalo y definitivamente maravilloso dejándolos completamente satisfechos y complacidos. Vega se dejó caer exhausto de espaldas llevándosela sobre él y ella le besó mimosa el pecho, los hombros, el cuello…
-Te quiero tanto mi amor- le murmuró melosa al oído, él abrió los ojos sonriéndole amoroso
-Y yo a ti mi vida, dame cinco minutos y te lo demuestro de nuevo- musitó encandilado cerrándosele los ojos de nuevo del agotamiento y ella sonrió amena besándolo dulcemente en los labios. Aun gustosamente ensamblados, se durmieron felices y completamente gozosos.
Al llegar a casa, los recibió entusiasmada Abi saltando a los brazos de su padre que la recogió encantado besándola amoroso en los mofletes
-¡Ya tengo todo recogido papi: la consola, las muñecas…!- expuso radiante ante la sorpresa de su madre que observó un montón de cajas en la sala y tres maletas preparadas mientras Esther sonreía complacida
-Menos de su ropa, se encargó de todo- aclaró amena la mujer y Vega rió feliz
-Pero ¿tú sabías qué quería mudarse hoy?- repuso sorprendida Alicia a su madre que le sonrió agradada
-Claro, me lo dijo hace unos días pero no pude empezar a empacar pues quería darte la sorpresa de esta noche
 -Así que compinchados ¿eh?- indicó ella haciéndose la ofendida y ellos sonrieron alegres
-He hecho lo que me has dicho hijo, solo embalé lo más principal para unos días, después iremos haciendo el traslado poco a poco
-Muy bien mamita Esther- respondió gustoso besándola en la frente pero la mujer observaba a su hija con cara de preocupación
 -¿Te encuentras bien mi niña? No tienes muy buena cara- comentó inquieta
-Sí estoy bien mamita, no te preocupes; solo estoy sin maquillar y algo agotada aún de la fiesta de ayer- expuso serena
-Además debió coger frío mamita Esther, la noche ayer estaba helada y con ese vestido tan escotado... está destemplada desde anoche- añadió Vega y Esther tocó la frente de su hija- no, fiebre no tiene que ya se lo miré yo
-Que no es nada mami- repuso fastidiada Alicia- sabes lo poco que me gustan esos eventos en los que cenas tarde y descompasado; casi te ha hecho digestión un plato cuando traen el siguiente y no estoy acostumbrada, debió sentarme mal como siempre- miró a su madre sonriéndole tranquilizadora- no es la primera vez que me ocurre y lo sabes, deja de preocuparte ya- le comentó tierna besándola en la mejilla y la mujer sonrió conforme acariciando el rostro de su preciosa hija
-Mi niña, eres tan delicada del estómago como lo era tu padre- comentó tierna- te haré una tisana y estarás perfecta en unas horas
-Mientras yo voy arriba a recoger las pocas cosas que me quedan- comentó tranquilo Vega besando a ambas en las mejillas y se fue acompañado de Abi que pegó saltos de felicidad al descubrir el coche nuevo cuando comenzaron a cargar las cosas en el maletero
-¡¡Este sí que es chulo y no el de tío Carlos!!- expuso radiante provocando en los mayores risas divertidas
-¿Ves amor? Esa es la reacción que yo quería en mi dulce melocotón cuando viera el coche- expuso orgulloso, Alicia rió animada
 -Competitivo y presumido como siempre- le respondió cariñosa y él soltó una risotada amena
La euforia le continuó cuando descubrió el árbol de Navidad en el salón y al ver su precioso dormitorio pintado de un dulce tono rosado muy suave y muebles lacados en blanco, estaba tan descontrolada que parecía que le iba a dar algo. También Esther estaba maravillada con lo hermosa que quedara la casa. La cocina era perfecta y su dormitorio de ensueño. Pintado de un tenue color salmón, la cama doble y un cabezal de bronce dorado, acompañado de muebles en madera de cerezo. -¿Te gusta mami?- le preguntó cariñosa Alicia
-Está todo precioso mi niña, este hombre es maravilloso mi bien- expuso emocionada
 -Lo sé mamaíta, lo sé- comentó también emocionada y se abrazaron amorosas.
-¡¡Que guay!!- oyeron exponer entusiasmada a Abi y sonó algo metálico estrepitosamente que venía de la sala de música
-¡¿Qué rayos es eso?! Sonó como... - repuso sobresaltada Esther, Alicia abrió los ojos y la boca pasmada
-¡¡No habrá sido capaz ¿verdad?!!- repuso espantada dirigiéndose ambas hacia el estruendo; Abi estaba sentada detrás de una batería golpeando los platillos alegre mientras su padre reía entretenido, también había otra guitarra un poco más pequeña junto a la de él- ¡¡Vega!! ¡¿Cómo has podido?!- le recriminó pero él le sonrió complacido
-¡Le gusta mi sol!- comentó despreocupado y ella movió la cabeza derrotada
Se pasaron la tarde colocando las cosas en su lugar; mientras Abi, seguida siempre por don Gato que no se separaba de su amita, incordiaba por el medio intentando ayudar desquiciando a su madre y su abuela. Vega sonreía dichoso escuchándolas, aquello sí era felicidad, era su familia, su hogar.
-No Abi, deja eso por favor ¿no ves que tú no alcanzas hija y acabarás tirándolo todo?- le regañaba dulcemente su abuela ante su impetuoso intento de ayudar
-¿Es cierto que vendrá Patri a cenar con nosotros esta noche abuelita?
 -No sé, ve y pregúntale mejor a mami que está en la cocina- intentó deshacerse de la pequeña que pronto cruzó corriendo la sala en dirección a la cocina mientras Vega, subido a la escalera, colgaba la fotografía de Abi que había en el cuarto de Alicia sobre la chimenea reinando el centro del salón. -¿Es verdad que va a venir Patri a cenar mami?- la oyó preguntar entusiasmada
 -Sí cielo; pero no toques eso Abi, déjalo...- indicaba cariñosa Alicia cuando un estruendo de cosas metálicas al caerse contra el suelo de la cocina la interrumpió- ¡¡Abi, por todos los santos; te dije que lo dejaras!!- le regañó su madre y Vega rió alegre, aquello era maravilloso, el sonido de una familia feliz
 -Yo quiero ayudar mami- protestó zalamera
-No comprendes mi niña que eran los cubiertos pero podría haber sido otra cosa y haberte hecho daño cielo mío; Anda, ve a jugar a otro lado mi sol- le indicaba Alicia cuando sonó el móvil de Vega sobre la mesita de café
-¡Dulce melocotón ¿contesta tú?!- la llamó para quitársela de encima a Alicia
-¡Voy!- respondió presta recogiéndolo- ¿Diga?
-¡Happy new year, uncle Vega!- dijo el interlocutor y la niña abrió los ojos desubicada
-¿Cómo?- indagó confundida
-¿How are you?- preguntó el muchacho intrigado
-¿Qué?- exclamó descolocada, Vega la observó intrigado observando su carita completamente desconcertada
-¿Quién es mi dulce melocotón?
-No lo sé papi; habla muy raro y no entiendo ni papa de lo que dice- le comentó turbada, él descendió de la escalera al tiempo que aparecía Alicia en la puerta de la cocina intrigada por aquella explicación de la pequeña.

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