martes, 19 de agosto de 2014


Vega esperaba como todos los días delante de la puerta del hospital. Hoy no llevaba un buen día precisamente, la llamada de su jefe lo irritara y la reunión, después de cinco largas horas, no había llegado a ningún acuerdo desquiciándolo del todo. Por encima, llevaba allí un buen rato y Ali no había salido aún, consultó de nuevo su reloj: las ocho menos cuarto; aquello ya era retrasarse demasiado, recapacitó inquieto y salió del coche entrando en el hospital dirigiéndose al despacho de Alicia
-¿Eres Vega verdad? ¿El prometido de la doctor Martín?- lo detuvo la chica de información
-Sí, vengo a recogerla pero se retrasa demasiado… ¿la has visto?
-¡Uyyy, sí; pero al mediodía! Cuando tomaba el relevo la vi salir con el doctor Méndez y no regresaron ninguno de los dos- le contestó tranquilamente pero Vega sintió como la sangre le hervía poniéndolo de muy mal humor, más aún de lo que ya estaba
-Gracias- le contestó a la muchacha y salió del hospital; se metió furioso en el coche y golpeó fuertemente el volante- ¡Se va con ese imbécil y a mí no me avisa! ¿Quién te crees que soy Alicia? ¿Un monigote pintado en la pared?- explotó encrespado pero las palabras de la muchacha se le repetían en la cabeza una y otra vez: “Se fueron al mediodía y no regresaron…” los celos lo devoraban poniéndolo más y más furioso- ¿A dónde rayos fuiste toda la tarde con ese tipejo y qué tan entretenida estás para olvidarte que yo te estoy esperando Alicia?- masculló furioso. Quiso coger su móvil del bolsillo interno de su chaqueta donde siempre lo llevaba pero no lo encontró- ¡¿Pero, dónde cojones estás tú también metido?!- gritó exasperado rebuscando una y otra vez en sus bolsillos hasta encontrarlo en el abrigo; lo miró extrañado en su mano cuando al fin lo halló, que cosa más rara: nunca lo llevaba allí, siempre lo metía en el bolsillo interno de su chaqueta…- ¡Bah, eso da igual ahora!- repuso molesto y llamó a Alicia- ¡¿Dónde estás Alicia?!- le bramó enfurecido así descolgó, ella quedó estupefacta ante su voz tan furibunda
-En casa ¿dónde quieres que esté?- le contestó desconcertada pero él le colgó sin decir nada más. Ahora era ella la que observaba confusa su teléfono en su mano
-¿Qué ocurre mi niña?- le preguntó su madre sentada junto a ella en la sala de juegos
-No lo sé, era Vega muy irritado preguntándome donde estaba- le aclaró desconcertada
-¿No le avisaste que te venías ya para casa a la hora del almuerzo?- indagó su madre preocupada -¡Claro que sí ¿cómo no iba a hacerlo mami?!- repuso fastidiada por tal pregunta
Oyeron la fuerte frenada proveniente del garaje y se miraron extrañadas
-¡¡Alicia ¿dónde rayos estás?!!- gritaba desaforado subiendo las escaleras y ella se puso en pie intentando acudir a su llamada pero apareció al instante en la sala- ¡¿Se puede saber dónde diablos has estado toda la tarde?! ¡¡Y, cuidado Alicia, no me digas que trabajando porque sé que no es cierto!!- le gritó enfurecido tirando despóticamente su abrigo contra el sofá, las dos mujeres y la niña lo observaban desconcertadas, estaba realmente embravecido
-Aquí mi rey, no he salido en toda la tarde- le contestó melosamente para sosegarlo algo- no tenía más trabajo por hoy y ya me vine para casa a la hora de comer como bien te indiqué en el mensaje mi cielo
-Sí Vega, llegó sobre las dos y media- remarcó Esther
 -¡¿Qué mensaje?! ¡¡Yo no recibí ningún mensaje Alicia!!- bramó haciendo caso omiso a Esther, sus ojos iracundos estaban clavados en Alicia que lo miraba confusa
-¿Cómo no?- murmuró desubicada- ¡¿Pero qué pasa Vega?! No entiendo nada…
-¡¿Y quién te trajo a casa Ali?! ¡¿No se te ocurriría permitir que ese gilipollas te trajera verdad?!- siguió indagando desenfrenado mirándola furioso
-¡¿De quién hablas?!
-¡¡De tú “Carlitos”!!- escupió sarcástico
-Pero… ¿qué?... ¡¡No, claro que no!! ¡Me vine en un taxi Vega!- le contestó rotunda mirándolo desubicada, no entendía nada
-No me mientas Alicia- la enfrentó irritado
-No te miento ¿por qué iba a hacerlo?- expuso mirándolo sin llegar a comprender lo que estaba pasando- ¿Qué te pasa Vega? No entiendo nada amor mío- expuso abrumada por sus gritos y sus ojos se llenaron de lágrimas derivadas de los nervios que sus gritos atronadores le estaban provocando -¡¿Qué pasa?! ¡Que después de llevar esperando más de tres cuartos de hora delante del hospital como un idiota, me entero de que te habías ido con Carlos a la hora de comer y no regresasteis! -Pero… ¡¿Qué estupidez es esa?!- exclamó atónita abriendo sus ojos pasmada
-¡¿A dónde fuisteis Alicia?! Dímelo- imploró con miedo en los ojos como si, aunque se muriera por saberlo, se temiera enormemente la respuesta; Alicia lo miraba incrédula
-¡¡A ninguna parte Vega; sabes que yo con ese no voy ni a la esquina!! ¡Salí “a la vez que él” no “con él” Vega, que es muy distinto!- Vega entrecerró desconfiado los ojos mirándola intensamente a los ojos- Vega cielo, por mala suerte coincidimos en el ascensor y nos dirigimos a la par hacia la salida, pero no juntos; después yo cogí un taxi en la entrada y me vine a casa, mi amor; nada más- le aclaró rotunda y él pareció calmarse algo mirándola desconcertado- Vega, mi cielo: debes controlar esos celos que te ciegan mi vida ¿Cómo se te ocurre qué yo vaya a ninguna parte con ese imbécil mi ángel?- expuso amorosa acercándose a él y posó cariñosa su mano en su mejilla; él parecía apaciguarse pero sus ojos aún brillaban furiosos
 -¿Por qué no me avisas de que te regresas a casa Ali? ¡Estuve como un imbécil esperándote delante del hospital!
-Te avisé mi amor, lo hice, te lo prometo- repuso melosa sin apartar su mano de su mejilla mirándolo dulce- te llamé dos veces pero como tú me cortaste las llamadas sin contestar, yo pensé…
-¡Nunca rechazaría una llamada tuya o de la casa Ali, podría haber pasado algo ¿no lo comprendes?!- la interrumpió contundente
-Pues sí lo hiciste, puede que sin darte cuenta, pero lo hiciste y yo creí que estarías reunido; entonces te envié un mensaje mi vida… mira, compruébalo tú mismo que no lo he borrado aún- expuso mostrándole su teléfono y él lo examinó detenidamente fijándose en la hora de envío- y ahí también tienes las dos llamadas que realicé antes Vega- indicó intentando mantener la calma- ¿qué ha pasado? -No lo sé y no comprendo nada… si yo no tengo ningún mensaje, ni recibí ninguna llamada…- murmuró completamente confuso revisando de nuevo su teléfono
-Lo harías inconscientemente mi cielo: en medio de la reunión, el teléfono molestando…- intentó buscarle lógica
-¡Que no, míralo tú misma!- exclamó desconcertado mostrándole el suyo- Además no lo llevaba encima, lo dejé sobre mi escritorio después de enviarte el mensaje de las doce…- recordó impulsivamente y se calló de pronto, su rostro volvió a enfurecerse- ¡¡Por eso no estaba dónde siempre lo llevo!! ¡¡Esa hija de la gran puta, desgraciada!!- bramó furioso
-¡Vega por Dios!- le regañó molesta Alicia observando a Abi que lo miraba con sus ojitos muy abiertos
 -Lo siento, lo siento; perdóname- expuso avergonzado- fue Gabriela mi bien… seguro; se quedó trabajando en mi mesa mientras estaba reunido… ¡Esa… esa…! ¡Pero esto no va a quedar así, esa no se va salir de rositas; claro que no!- expuso encrespado de nuevo e hizo amago de marcharse
-¡Ey, ven aquí!- lo detuvo rauda por el brazo, él la miró inquieto- No vas a ir a ningún lado; ya está todo aclarado entre nosotros y lo demás no importa- le murmuró melosa
 -Perdóname mi sol… soy un idiota y los celos me ciegan- expuso pesaroso rodeándola con sus brazos afianzándola contra su cuerpo
 -¿Qué celos mi vida? Si yo solo tengo ojos para ti mi rey… como tú para mí, lo sé y estoy segura de ello- contestó sincera tomando amorosa su rostro entre sus manos, se sonrieron encandilados
 -Qué envidia le tengo a tu serenidad y a tu seguridad mi ángel ¿por qué tengo que ser tan precipitado?- expuso afligido y ella acarició su atractivo rostro
-Porque entonces no serías mi Vega- repuso bromista y él sonrió más relajado- mira, te prometo que a partir de ahora no volveré a rendirme hasta que tú me contestes ¿de acuerdo? Y no se te ocurra reclamarle nada a Gabriela ¿me oyes?
 -¿Cómo qué…?- iba a protestar pero ella posó suavemente sus dedos en sus labios acallándolo
-¿No lo entiendes? ella es lo que espera: que te enfades y acabemos discutiendo, así que mejor que crea que no nos afectó para nada su acción- repuso cariñosa y volvieron a sonreírse mientras se besaron apasionados.
 -De menudas víboras estáis rodeados hijos- expuso pacientemente Esther levantándose de su sofá, ellos la miraron sonriendo tiernos
 -Y a saber cuándo se irá ésta mamá Esther, ahora resulta que se queda para que la integre en la empresa- comentó pesaroso Vega
-Pero a nosotros no nos va afectar ¿verdad mi sol? Y por Dios Vega, no tengas celos de Carlos; de otro cualquiera lo podré entender pero de él no mi amor- aclaró rotunda Alicia
-Podríamos presentarlos: son tal para cual, así estarían entretenidos y no intentarían jodernos la vida a nosotros- bromeó ameno y se sonrieron divertidos besándose de nuevo.
Después de cenar ya tranquilos después de la tempestad; mientras Esther y Alicia recogían la cocina, Vega repasaba feliz los deberes de Abi escuchando paciente y ameno todo su maravilloso día sentados a la mesa del despacho sentada en sus rodillas entre sus brazos, aquel momento era uno de sus preferidos del día y lo serenaba y encandilaba aún más que tocar su guitarra. Esther la llamó para irse ambas a la cama, Vega se relajó como todas las noches en su estudio de música después de ducharse mientras Alicia se preparaba para acostarse. Pero tocar sin su pequeña cerca ya no le entretenía tanto como antes y se regresó al dormitorio encontrándose a Alicia desnuda en el baño sentada al borde de la bañera, se apoyó en el marco de la puerta cruzando sus brazos sobre su pecho mirándola deleitado mientras se extendía leche corporal sobre sus hermosas piernas
-¿No vas a tocar más hoy?- expuso sonriéndole dulcemente
-No me apetece, prefiero mirarte; cada día estás más hermosa mi vida ¿lo sabías?- expuso apasionado y ella sonrió agradada, cogió un tubo de crema del cajón e iba a dárselo- ¿Aún no has acabado de darte potingues?- repuso fastidiado y ella rió alegre
-Esta no puedo saltármela ni una noche cielito- respondió serena abriendo el tubo
-¿Qué es?- preguntó curioso enderezándose para acercarse a ella
-Es una crema para las estrías, debo dármela en el vientre para preparar la piel y que tenga elasticidad para cuando me empiece a crecer la tripa
-¡Quiero dártela yo!- expuso entusiasmado retirándole el tubo de la mano y ella rió divertida, tenía arranques infantiles tan iguales a Abi, parecía un niño grande- ¿Puedo, no?- se sonrieron amenos y se arrodilló ante ella repartiéndosela con una tierna caricia en su vientre, ella lo observaba enternecida y llena de amor; a pesar de sus ataques de celos era el hombre más tierno y amoroso del mundo y no sabía cómo hacerle ver que estaba totalmente rendida a él, le acarició amorosa la cabeza- Tardas en engordar mi ángel, aquí no se nota nada ¿estás comiendo bien?
-Claro que sí, pero solo tiene poco más de un mes y, hasta mínimo pasados los tres meses no se empezará a notar; ten paciencia- se sonrieron tiernos mientras se puso de nuevo en pie
 -Ahora vámonos a la cama, no me aguanto más; necesito sentirme ya dentro tuya- aclaró contundente con voz ardiente besándola apasionado. Se hicieron tiernos y pausadamente el amor, entregándose completamente en caricias y besos ardientes que los llevó como todas las noches hasta un paraíso indescriptible del que no deseaban salir jamás. Sabían cómo complacerse totalmente para transportarse el uno al otro hasta el séptimo cielo; se entendían perfectamente sin necesidad de palabras para guiarse hasta una culminación plena y dichosa.
 Aunque Gabriela esperó toda la semana inquieta alguna represalia de su parte, nada le dijo ni su forma de tratarla le hizo entrever que estaba enfadado; cosa que la desubicó pero nada comentó: “realmente creyeron que se perdieran” sonrió complacida. Vega seguía dejándolo todo en el aire para dedicarse a mandar aquellos mensajitos a las doce en punto que tanto la irritaban. Aquel viernes siguiente tenía de nuevo reunión con los de la textilera, ella observó deleitada que volvía a tener el teléfono sobre el escritorio, muy disimuladamente le colocó una carpeta encima para ocultarlo. Sonrió maliciosa al verlo salir del despacho charlando animado con Willy; pero de pronto él se giró y, apartando de un manotazo la carpeta que ella había colocado encima del teléfono, lo recogió metiéndoselo en su bolsillo de la chaqueta dedicándole una mirada tan intensa y profunda con aquellos fríos ojos grises que a veces ponía que la hizo estremecerse: la había visto intentando ocultarlo, lo sabía todo, pero no le había dicho nada… y eso la atemorizó aún más que una sonora bronca de su parte.
La semana de Alicia también iba pasando tranquila aunque llena de trabajo. Pero a pesar de que había sido una semana de locos, aquel viernes estaba increíblemente calmado. No tuvo quirófano y solo se dedicó a poner al día los expedientes y adelantando el papeleo para cuando le dieran la noticia de que tenía que pasarle la dirección de cirugía a otro médico.
-Alicia, tienes una llamada por la 2 de una tal Sarah; dice que tiene algo muy importante que decirte- le comentó Bárbara asomándose a la puerta de su despacho; Alicia la miró sobresaltada y tomó el auricular inmediatamente
-¿Qué pasó Sarah? ¿Le ocurrió algo a Vega?- preguntó asustada
-No mujer, todo está bien; no te inquietes- respondió su amiga alegremente calmándola
-¿Entonces? Nunca me llamas al hospital Sarah ¿Le pasa algo a Pati?- indicó sobresaltada y oyó las risas alegres de la muchacha al otro lado del auricular
-Que no pasa nada, tranquila; solo que me gustaría que pasaras por mi casa si no estás muy ocupada esta tarde, ya hablé con Vega y me dijo que te recogería aquí ¿puedes venir?
-Sí claro, no hay problema- aclaró sonriendo dulcemente
-¿No podrías adelantar la salida y venir a eso de las cinco?
-Sí, sin problemas; hoy no tengo mucho trabajo… pero ¿por qué? ¿Qué ocurre Sarah?
-Ya te he dicho que no pasa nada; tú ven y no te retrases ¿vale? Un beso cielo- y la oyó reír alegre al tiempo que la comunicación se cortaba; Alicia se quedó mirando desconcertada el auricular en su mano
-¿Ocurre algo Alicia?- preguntó Bárbara que seguía en la puerta escuchando la conversación, ella la miró desubicada
 -¿La verdad? No lo sé, nunca había recibido una llamada tan extraña y menos de Sarita- expuso confusa, su asistente soltó una risita divertida y sus ojos brillaron pícaros mientras cerraba la puerta tras de sí, como si supiera algo, y eso aún la dejó más confundida e intrigada
A las cinco llegó a su antigua casa que ahora era la de Sarah, fue una auténtica sorpresa encontrarse allí a su madre con Abi; ambas estaban realmente guapas muy preparadas con elegantes vestidos nuevos, como también lo estaba Sarah y la pequeña Patri en sus brazos
 -¿Qué hacéis aquí? ¿Y por qué vais así vestidas las cuatro? ¿Hay una fiesta y no me he enterado?- indagó curiosa, Abi soltó una risita pícara de complicidad- ¿Qué pasa aquí Abi?- sondeó a su pequeña pero ella siguió riéndose sin soltar prenda
-Willy nos fue a recoger mi niña y sí, hay algo así…- respondió feliz su madre dirigiéndose hacia ella que estaba completamente desubicada, la tomó tierna por los hombros- pero ya hablaremos... ahora debes cambiarte y prepararte rápidamente o llegaremos tarde corazón- indicó presurosa empujándola por el pasillo y Sarah las seguía alegremente
-¡¿Llegar a dónde?! ¿Y cambiarme mamá? ¿Por qué o para qué?
 -No preguntes tanto Alicia y dúchate rápido, está todo listo para las siete y media y no tenemos tiempo- aclaró rotunda Sarah intentando empujarla dentro del baño
-Pero... ¿Es qué nadie me va a explicar qué rayos…?- preguntaba desconcertada cuando enmudeció al ver el hermoso vestido corto beige con un ramo de novia a su lado sobre la cama, observó asombrada a su madre y a su amiga que sonreían dichosas- ¿Qué significa esto mamá?
 -Vega mi sol ¿cómo no?- repuso chistosa moviendo desentendida los hombros y Sarah y Abi rieron divertidas- lo ha dispuesto todo para casaros hoy a las siete y media; nos pidió ayuda a Sarah y a mí pero casi no hizo falta, lo tenía todo tan pensado y dispuesto que solo nos tuvimos que ocupar del vestido mi corazón
-Espero te guste cielo- indicó animada Sarah
 -Pero... ¿Cómo se le ocurre casarse así? ¿Está loco?- expuso anonadada
-Si mami ¿no dice siempre que está loco por ti?- resolvió vivaracha Abi provocando las risas de las tres
-Pues eso, estará un poco loco; pero también mirando la bronca que tuvisteis el otro día y lo rodeados de víboras que estáis.... la verdad mi angelito: no me extraña que quiera casarse de inmediato- Esther y Sarah se rieron dichosas mientras Alicia las seguía observando asombrada- ¡Apúrate! Willy está a punto de llegar para recogernos- indicó presurosa su madre empujándola dentro del baño y cerrando la puerta dejándola dentro.
Cuando llegaron al juzgado, Vega ya la esperaba ante la puerta del juez de paz radiante con traje oscuro y corbata del mismo tono que su vestido acompañado de Bárbara y Félix, la mirada deslumbrada de Vega al verla llegar la hizo sentirse dichosa; miró asombrada a su ayudante que le sonreía cómplice
-¿Tú también estabas enterada de esto?- expuso sorprendida, la muchacha rió divertida
-¡Y no sabes lo que me costó estarme callada! ¿Por qué crees que hoy apenas has tenido quirófanos? Es verdad que te apreté un poquito la agenda por la semana…- decía condescendiente y Alicia abrió espantada los ojos
-¡¿Un poquito?!- exclamó sobrecogida y la muchacha rió pícara
-Pero conseguí que hoy apenas tuvieras trabajo para que estuvieras relajada y tranquila ¿no?- declaró satisfecha y Vega rió dichoso
 -¿Sabes qué estás preciosa mi dulce melocotón?- le murmuró meloso besándola dulcemente en los labios
 -Y tú loco de atar- le reprochó ella amorosa y él rió feliz
 -Loco por ti- indicó cariñoso
-¿Ves mami? Ya te lo dije yo- expresó orgullosa Abi provocando las risas de todos
-No puedo soportar la idea de poder perderte, a partir de hoy ya no podrás escapárteme- expuso vanidoso, ella lo miró burlona
 -¿Ya te has enterado de que existe el divorcio en España, verdad?- bromeó socarrona y él volvió a reír dichoso tomándola de la mano y entraron en la sala del juez de paz dónde ya los estaban esperando
Fue una ceremonia corta y sencilla donde Sarah y Willy fueron los testigos ante la atenta mirada de una feliz Abi que no perdía detalle bien pegada al lado de Willy. Esther los observaba emocionada y complacida mientras sostenía a la pequeña Patri en brazos con Félix y Bárbara junto a ella. Luego, una íntima pero perfecta cena que Félix se encargara de organizar en su pub cerrado aquella noche expresamente para la celebración, fue el colofón de una noche muy bonita y especial donde lo pasaron dichosos y felices junto a su familia que eran sus grandes amigos.

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