domingo, 14 de septiembre de 2014


Al llegar a su cuarto llamó a Francesco
 -¿Con quién estabas, carísima?- curioseó
 -Con Jorge- respondió apesadumbrada
-Lo suponía ¿Y qué tal fue?- exclamó entusiasmado
-Fatal, Fran- repuso apenada
-Mia cara ¿qué ocurre?- indagó preocupado al sonarle la voz de ella tan pesarosa
-Fran, es un desastre…- repuso llorosa
-¿Qué pasa Blanca?- preguntó inquieto al notarle la voz entrecortada por las lágrimas
 -Está casado, Franco- Francesco no dijo nada- felizmente casado y con un hijo precioso: Alonso- lloraba ya abatida
-Cara mía…- repuso apesadumbrado y desolado- y yo tan lejos sin poder consolarte, mía bambina…
-Y lo peor es que acabo de quedar para pasar el domingo con ellos de nuevo- explicó arrepentida
-Mi cielo, vas a sufrir mirándolos juntos ¿por qué no lo anulas?- ella no contestó- Bianca, mia ragazza…
-Es que tampoco quiero pasar sin verlo, Franco- repuso avergonzada
-Blanca, ahora es un hombre casado… Se acabó mia cara, debes olvidarlo
-Pero aún le quiero tanto… ¡Y está tan guapo y encantador!
 -¡¡Bianca ¿ma que cosa fai?!!
Pero a pesar de su regañina, no anuló el compromiso y el domingo preparó a Isabella con ilusión después de prepararse ella a conciencia; vale, estaba casado y ya era un imposible, pero quería estar bella para él de todas formas. Cuando bajó a recepción él ya las esperaba acompañado de un inquieto Alonso que corría entretenido por la recepción. Estaba arrebatador con aquellos vaqueros y el suéter crema que silueteaba su fornido cuerpo. El también quedó prendado de la maravillosa imagen de Blanca. Estaba tan hermosa vestida con aquel traje pantalón de lino blanco flojo que mostraba sus hermosas piernas por las grandes aberturas laterales de su pantalón que aún parecían más esbeltas sobre aquellos finos y altos tacones sobre los cuales a Jorge siempre le encandilaba ver; la camisola de cuello barco que dejaba al descubierto sus hombros y la cintura entallada con un cinturón de cadenas finas doradas que caían desordenadamente sobre su vientre plano. Aunque se percibía que no llevaba sujetador, sus pechos se mantenían firmes y erectos en su lugar. Tan hermosos como podía recordar Jorge. Su melena la llevaba recogida con los mismos palillos chinos que llevaba siempre.
-¡Isa!- gritó Alonso al ver a su amiga corriendo hacia la pequeña que lo recibió feliz, sacándolos de su alteración. Jorge se acercó también sonriendo dichoso sin poder apartar sus ojos de Blanca que también lo miraba alterada y sonreía amena
-Hola ¿estáis listas ya?- repuso sereno recogiendo a la pequeña
 -Te eché de menos Jorge- expuso besándolo en las mejillas y abrazándose cariñosa a su cuello provocando una sonrisa entrañable en ellos
-También yo a ti, mi chiquitina- repuso enternecido acariciándole suavemente su pequeña espalda
-Has venido acompañado- repuso divertida Blanca saludando al cariñoso Alonso que la besaba tierno en las mejillas
-Cualquiera lo dejaba atrás cuando se enteró que venía a buscaros- indicó complacido y Blanca le sonrió agradada. Alonso iba de la mano de Blanca feliz y Jorge cargaba a Isabella mientras se dirigían al vehículo, el reflejo que les devolvió el cristal de la puerta los emocionó; parecían una bella familia.
El niño se metió hábil en su silla mientras Jorge acomodaba a Isabella en la otra a su lado y ayudó caballeroso a Blanca a acomodarse en la parte delantera. Los niños parloteaban entretenidos y felices en la parte trasera mientras ellos se miraban de vez en cuando sonriéndose amenos escuchándolos. Si él iba durante el trayecto pensando en lo preciosa que estaba y lo que deseaba volver a saborear aquellos deliciosos y jugosos labios que tanto había extrañado; ella hacía vanos intentos para evitar que sus ojos no se centraran tanto en el rostro tan atractivo del hombre que más quería en el mundo y, sobretodo, en aquellos labios que besaban a otra y tanto deseaba que fueran a ella a la que deleitaran. Alejandra y Gabriela las recibieron encantadas y felices. Blanca le entregó a Gabriela su detalle, otro de los vestidos de su colección mucho más recatado y formal pues se percatara de su candidez al vestir y no quería intimidarla, a ella la deslumbró dejándola aturdida. También le traía otro a Alejandra
-¡¿Para mí?!- expresó sorprendida por el inesperado detalle
-Claro que sí Alex- contestó Blanca entrañable- Estáis todos invitados a la inauguración de la nueva tienda el viernes; no me podéis fallar- repuso a la mujer que sonrió agradada observando su vestido
-¡¿Yo?! ¡¿En ese evento tan impresionante?!- exclamó ofuscada Gabriela
-Vas a parecer un pato mareado entre cisnes, querida; con lo sosita que eres… - se burló bromista Alejandra, ellos rieron divertidos de la broma- Tú mejor te quedas aquí cuidando de Alonso- repuso decidida dándole tiernos golpecitos con su mano en el brazo de la muchacha
-¿Entonces…? ¿Tú piensas ir mamá?- preguntó socarrón Jorge
-¡Pues claro! ¿No me ha regalado Blanquita este vestido para ir? ¡Pues voy!- exclamó resuelta
-Diga que sí mi Alejandra preciosa- expuso deleitada Blanca besándola cariñosa en la mejilla y se rieron todos amenos
Comieron entretenidos y divertidos con las cosas de Alejandra que parecía tener un día con ganas de bromas y chanzas. Blanca estaba impresionada con la casa; a Jorge le debían ir maravillosamente las cosas pues estaba decorada con muy buen gusto y hasta tenían servicio. Mientras Jorge observaba maravillado lo bien educada que estaba la pequeña Isabella a pesar de su corta edad. Se comportaba correctamente a la mesa a comparación del inquieto Alonso que siempre acababa tirando algo; y se notaba que estaba acostumbrada a comer en sitios públicos y probablemente la mayoría de las veces en compañía de solo adultos ya que la pobrecilla soportaba estoicamente las charlas de los mayores sin protestar ni interrumpir la conversación de su madre. Apenas tiraba disimuladamente de la manga de la camisa de Blanca si precisaba algo y su madre la atendía al instante con gran amor y ternura; pero sin dar voces ni berrinches como hacía el alocado de Alonso siempre que se aburría. Después de comer salieron al jardín.
Blanca observaba extrañada que entre Gabriela y Jorge no había ningún tipo de contacto, eran amistosos, se hablaban cordiales pero no se tocaban, ni siquiera un simple roce casual. A la mesa, Gabriela se sentara junto a Alejandra que ocupaba una de las cabeceras de la mesa, y la atendía servicial mientras Jorge, a la otra cabecera y demasiado lejos de ella, se encargaba de Alonso. Ni de camino al jardín se hicieron ni la más leve carantoña, Gabi llevaba del brazo a Alejandra a su lado mientras Jorge atendía la alegre cháchara de los pequeños caminando delante. Tampoco se sentaron próximos. A primera vista, parecían más unos buenos amigos que un matrimonio feliz y Blanca estaba muy desconcertada ¿tanto había cambiado Jorge en estos años? no era ni por asomo como se comportaba cuando ellos estaban juntos; siempre era muy cariñoso y no perdía ocasión de besarla o mimarla… ¿acaso no serían tan felices como había supuesto? Algo egoísta dentro de ella despertó haciéndole sentir un atisbo de esperanza en poder conseguir de nuevo a Jorge: si aquella mujer se lo había arrebatado de su lado… ¿Por qué ella no podía ahora devolverle la moneda por inoportuna y entrometida? Los niños jugaban por el jardín, Alonso se reía divertido pues Isabella no lograba detener ninguno de sus chutes con la pelota provocando en los adultos más de una sonrisa entrañable
-Despacio con la pelota, campeón; que Isabella es pequeñita- le recordaba a veces Jorge tiernamente y él asentía cariñoso
-Es precioso el vestidito de Isabella- indicó amistosa Gabriela, era un vestido blanco de anchos tirantes con una faldita muy fruncida y corta que dejaba ver unos pololos rosas de graciosas puntillas.
-Es una nueva gama de ropa infantil que voy sacar inspirada en ella; el lunes tenemos la presentación- contestó agradada Blanca, la mujer le sonrió amena
-Ropa juvenil, de mujer, de noche, complementos y ahora infantil; tienes una cabeza privilegiada ¿cómo tienes tiempo para todo?- preguntó animosa, Blanca le sonrió cordial
-Muchas noches solitarias sin poder dormir dan para eso y más, mi querida Gabriela- contestó abatida, Jorge la miró de pronto intrigado pero no preguntó nada
-¿No descansas bien Blanquita?- inquirió curiosa Alejandra- ¡Pues una niña de esa edad cansa bastante!
 -Es muy buena y se entretiene fácilmente; además todos en el taller la tienen como su juguete y anda enredando por todas partes sin dar apenas molestias… Y descansar, descanso lo suficiente; pero las noches son demasiado largas para mí- aclaró entrañable; Jorge seguía mirándola desconcertado: ¿cómo que noches largas y solitarias? ¿Acaso el tal Franco no vivía con ella? Pero no se atrevía a preguntar. Entonces ocurrió algo sorprendente y muy desconcertante para Blanca… Al otro lado de los muros, el claxon de un coche empezó a sonar repetidamente y Alonso empezó a saltar eufórico 
-¡¡Mi mami papi!! ¡¡Esa es mi mami!!- exclamaba feliz entre brincos provocando las risas tiernas del resto de la familia dejando completamente descolocada a Blanca
-Sí campeón, ahí la está; corre a buscarla corazón- lo animó alegre Jorge
-¡¡Sí!! ¡Ven Isa, que ya llegó mi mami!- exclamó entusiasmado tomando de la mano a la pequeña dirigiéndose exaltado hacia el alto portalón ante las miradas enternecidas de la familia mientras Blanca observaba pasmada todo aquello sin entender nada y aún quedó más estupefacta cuando apareció Amelia y el niño corrió a sus brazos- ¡¡Mami, mamita linda!!
 -¡Hola mi cachito de cielo, cuanto te eché de menos vida mía!- lo abrazó entusiasmada
-Y yo a ti mamita- decía encantado mientras la besaba apasionado por todo el rostro ante la mirada radiante de Jorge, Alejandra y Gabriela- mira mami, tengo una amiguita que vino a jugar conmigo- expuso lleno de felicidad
-¡Qué bien mi ángel, me alegro mucho! ¿Y cómo se llama esta preciosidad?- expresó besando cariñosa a Isabella que le sonreía también feliz
-Isabella, su mami está allí con papi y mamá- respondió campante señalando hacia Blanca, Amelia la observó y sus ojos se abrieron descomedidos
-¡¡Dios mío, pero si es…!!- repuso sorprendida abriendo fascinada sus ojos- ¡¡Blanquita, que sorpresa y que alegría más grande cielo!!- exclamó emocionada apurando el paso hacia ella y la abrazó feliz; aunque Blanca no logró reaccionar y se quedó inmóvil dejándose abrazar sin poder pronunciar palabra. Amelia se retiró levemente mirándola confundida ante aquella inesperada impasibilidad que también a Jorge desconcertó y la observaba incomprensible- ¿Cielito qué te pasa? pareces tú aún más sorprendida que yo, corazón- repuso confusa
-Hasta has palidecido Blanca ¿Te ocurre algo?- indicó desorientado Jorge
-Es que… yo no…- intentó hablar pero no sabía qué decir- No entiendo nada, Meli- aclaró totalmente perdida, ellos la observaban desconcertados; hasta Gabriela la miraba confundida- ¿Eres tú la madre de Alonso?- preguntó aturdida
-Sí cielo ¿por qué? ¿Tan increíble te parece?- indagó curiosa Amelia
-No, claro que no; pero, es que yo creí… que vosotros eráis sus padres- indicó señalando a Gabi y Jorge que se miraron boquiabiertos mientras Amelia reía recreada
-¿Qué tontería estás diciendo Blanca?- exclamó atónito Jorge
-¿De dónde sacaste semejante idea cielo?- habló al unísono Amelia entre carcajadas divertidas
-Es que… como llama papá a Jorge y mamá a Gabi, yo…- Jorge aún abrió más sus ojos mirándola pasmado
-¡Por Dios bendito! ¡¡No Blanca, está equivocada!!- exclamó asombrada Gabi
 -¡¡Por favor!! ¿De dónde sacaste esa desatinada idea? Es cierto que Alonso me llama papá a mí, pero para él “mamá” es mi madre, Blanca; no Gabi- indicó sorprendido mientras Amelia seguía riéndose sin poder controlarse
 -¿Cómo qué no? Cuando antes de ayer le preguntaste por “mamá” el pequeño señaló a…- se calló de repente echándose sorprendida las manos a la boca- ¡Oh Dios! ¡Señalaba a Alex, no ha Gabi!- musitó abochornada cayendo en la cuenta que en el banco estaban sentadas ambas y el niño bien podía haber señalado a Alejandra y no a Gabriela como ella mal interpretara- Lo siento, perdonar mi confusión… entonces ¿Vosotros aún no tenéis hijos?- expresó sofocada y ellos volvieron a mirarse aún más pasmados al tiempo que Amelia no pudo contener una escandalosa carcajada
-¡¿Quieres callarte de una vez Meli?! ¡¡No sé dónde le encuentras la gracia a todo esto porque yo no se la veo por ningún lado imbécil!!- explotó irritado hacia su hermana que no podía contener las carcajadas
-Pues lo siento por ti hermanito, porque yo sí- replicó entre risas
-Santo Dios Amelia, que esta mujer está hecha un auténtico lío la pobrecilla- murmuró abochornada Gabi sonrojándose al máximo dejando a Blanca aún más confundida de lo que ya estaba
-¡¿Y de dónde sacaste tú ese “nosotros”?!- le reprochó pasmado Jorge a Blanca señalándose alternativamente a Gabi y a él con su índice - ¡¡Aquí no hay ningún nosotros Blanca!! ¡¡Gabriela es únicamente la enfermera de mi madre, nunca hubo ni habrá nada entre ella y yo!!- aclaró decidido y rotundo dejándola aún más desubicada y Amelia reía sin poder parar
-¿Cómo que la enfermera de tu madre? Entonces… ¿no es tu esposa?- inquirió ridiculizada
-¡¿Qué?!- gritó pasmado Jorge mirándola con los ojos tan abiertos que parecían írsele a salir de las órbitas- ¡¿Te has vuelto loca de pronto o qué rayos te ocurre Blanca?! ¡¿De dónde has sacado esa absurda idea por Dios bendito?!
-Llevas alianza Jorge- indicó acobardada por sus gritos y Jorge miró ensombrecido su mano unos segundos antes de escondérsela raudo en el bolsillo mientras todos enmudecían al instante, hasta Amelia dejó de reírse de pronto y un sombrío silencio se formó a su alrededor inquietándola aún más
-¡¿Qué pasa?!- preguntó demasiado nerviosa y alterada Alejandra a Gabriela alarmando a Blanca
-No pasa nada Alex, tranquila- la intentó serenar Gabriela aunque no producía gran resultado en la mujer
 -¿Acaso tu esposa…?- balbuceó y él la miró terriblemente afectado con un tremendo dolor en sus ojos- ¡¡Oh Dios santo Jorge, lo siento mucho; yo no quería…!!- expresó sofocada suponiéndose que algo terrible había pasado con la esposa de Jorge
-No Blanca, no ha ocurrido nada de lo que te estás imaginando; esa alianza que lleva Jorge es aún la vuestra, nunca llegó a quitársela cielo- le comentó calmosamente Amelia y Blanca la observó boquiabierta saltando su mirada a Jorge que aún se le apreciaba aquel intenso dolor en su mirada
 -Veo que eres muy dada a sacar conclusiones precipitadas sin preguntar- clamó indignado hiriéndola tremendamente
 -¿Y cómo quieres que no las saque si sigues haciendo las cosas sin dar explicaciones?- le reclamó ofendida y el rostro de Jorge aún se crispó más
-Pero ¡¿Qué ocurre Juan?! ¡¿Por qué te has enfadado así?!- insistió más inquieta Alejandra mirando asustada a su hijo
-Por nada Alex, tranquila- instó tierna Gabi; Jorge se volvió raudo y huyó hacia la casa
 -¡¡Deja de huir cobardemente como siempre Jorge!! ¡¡Creo que me merezco una explicación!! ¡¿Por qué sigues llevando puesta esa alianza cuando fuiste tú quién decidiste…?!- le reclamaba irritada cuando él se volvió clavándole una intensa mirada que la acalló
-Vuelves a estar equivocada Blanca, no estoy huyendo de nada; pero mi madre se altera cuando yo lo hago y debo alejarme de ella o no se tranquilizará- indicó intentando parecer sereno pero se le notaba tenso e irritado y desapareció dentro de la casa; Blanca indagó con la mirada lo dicho por Jorge en los ojos de Gabriela que asentía nerviosa con la cabeza
 -¿Ve? Ya está todo arreglado preciosa ¿Qué le parece si vamos a regar las flores? Hoy apretó el calor y se nos secarán- la mujer aceptó alegre tomando el brazo de su enfermera y empezaron a alejarse también
-No te marches Blanquita ¿eh? que regreso ahora- le indicó asombrosamente más tranquila y animada desconcertando a Blanca, realmente se calmara de manera inmediata con la retirada de Jorge. Blanca miró abatida a Amelia la observaba apesadumbrada al verla tan confusa y apenada
-Yo Meli… Me siento tan estúpida…- musitó apagadamente y sus ojos se inundaron de lágrimas
-No te pongas así cielo, tranquila- le dijo cariñosa tomándole las manos tiernamente para serenarla- solo ha sido un cúmulo de malos entendidos que, si el cenutrio de mi hermano se explicara mejor y presentara a las personas como se debe, no hubieras cometido ni te hubieras llevado este tremendo sofoco… la verdad, yo también me quedaría a cuadros si llego a casa de alguien que ha significado tanto para mí y me encontrara a una desconocida viviendo con él y un niño pequeño llamándole papá- indicó sincera y se sonrieron amenas- Aunque yo al instante siguiente ya le estaría preguntado si era suyo claro está- indicó resuelta
 -Meli- protestó fastidiada y ella rió divertida
-Tranquila cielo, te comprendo: siempre fuiste bastante apocadita a la hora de hacer preguntas- expuso tierna y Blanca sonrió dulcemente
-Pero todo sigue siendo tan confuso…- repuso pausadamente como si no se atreviera a hablar, ella la animó a proseguir con una dulce sonrisa- ¿Cómo no se deshizo de la alianza aún Meli?
-Pues está muy claro Blanca… por el mismo motivo que lleva recluido entre estas cuatro paredes y nunca hizo ni el más leve amago de rehacer su vida en todos estos años- expuso intentando ser amable aunque su voz sonó a reproche y Blanca la miró intrigada- porque no dejó de amarte ni un segundo de todo este tiempo Blanca y está esperando que algún día regreses a su lado- aclaró contundente
 -¡¿Qué?!- exclamó pasmada mirándola incrédula y Meli le sonrió apagadamente- Dios santo, Jorge… ¿por qué no me hablaste y sin embargo hiciste esa tremenda estupidez?- musitó abatida entre acongojadas lágrimas pensando en el divorcio mientras Meli creyó que su angustia era por lo que acababa de contarle y, aunque se sentía dolida por lo que había hecho sufrir a su hermano con su comportamiento, aún la quería muchísimo también y no pudo evitar sentir gran lástima por ella
 -Tranquila corazón, ya sabes cómo es…- le habló melosa acariciándole tierna su mano aún entre las de ella- A ver, mejor cuéntame tú ahora ¿Cómo es que tienes una hija tan preciosa cielo mío? ¿Acaso tú sí has rehecho tu vida?- preguntó animada intentando cambiar de tema para que se serenara
-No que va; para mí solo existe el trabajo… soy aburrida a placer ¿recuerdas?- bromeó recordando el comentario de Franco en aquel encuentro de los tres durante el regreso de Japón y se rieron divertidas. Blanca también le aclaró sus dudas pero más extensamente que de lo que había hecho con Jorge y Amelia se estremeció de pena al oírla contarle con aquella voz tan desdichada y terriblemente abatida, como su soledad había sido aplastantemente aterradora acabando por enfermarla hasta que llegó Isabella a su vida. Amelia la escuchaba atenta percibiendo que aquella triste soledad era producto también de la separación con su hermano sin que fuera necesario que se lo dijera claramente y no comprendía como aquellos dos idiotas que seguían amándose como siempre no habían hecho nada por haber remediado aquel inútil sufrimiento de ambos
-Por todos los demonios Blanquita ¿si tanto os amáis aún los dos porque diablos le pediste el…?- expresó sobrecogida pero su madre la interrumpió
-¿Ya has visto que vestidos más hermosos nos regaló a Gabi y a mí nuestra Blanquita cielito?- expuso feliz evitando que siguieran hablando

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