martes, 30 de septiembre de 2014


  Alonso recorrió suavemente su mejilla con sus labios hasta alcanzar su lóbulo con el que jugó un rato y siguió caminando dulcemente por su cuello provocando en ella un dulce estremecimiento que le recorrió la espalda y la cabeza volvía a embotársele, cerró los ojos deleitándose con aquella sensación maravillosa que le producía el roce de los suaves labios de Alonso sobre su piel mientras él se fue enderezando para alcanzar aquello sabrosos pechos que degustó con delicado mimo y tan esplendorosamente que Isabella sintió como su cabeza perdía toda noción de tiempo y espacio no importándole nada más y sin darse cuenta que Alonso la iba recostando sobre la moqueta al tiempo que continuaba su lento pero ardiente caminar por su cuello
 -¿Y ves cómo cuando yo quiero algo, siempre lo consigo?- le susurró con satisfacción al oído, ella abrió los ojos encontrándoselo sobre ella sonriendo chulesco y ambos rieron divertidos atrapando de nuevo sus bocas entregándose un apasionado y complacido beso que saborearon gustosos al tiempo que Alonso volvía a penetrarla, pero esta vez muy suavemente, deleitándose en sentir como se iba introduciendo en ella observando gustoso como el rostro de Isabella se iluminaba complacido también al sentirlo dentro suyo. Mirándose el uno al otro empezó con sus acometidas, despacio, armoniosas, recreándose en sentir cada embiste profundo que realizaba acompañándolo de dulces caricias que prodigaba por todo su cuerpo como ella también hacía. Isabella sentía como sus entrañas se iban colmando de aquella grandeza, poco a poco, haciéndolo aún más deseoso y empezó a mover sus caderas más precisa, Alonso entendiéndola sin necesidad de palabras, colocó las piernas de Isabella en sus hombros al tiempo que se erguía sobre sus rodillas para poder profundizar más aún sus embistes y deslizó sus manos en una tierna caricia por sus muslos hasta sus caderas para así guiarla mejor. Se recreaba en sentirla gozar y no quería apurar el momento. Ella respondía a sus asaltos; lo hacía acompasada, llevando muy bien el baile aunque más interesada que él en llegar al orgasmo y eso complacía tremendamente a Alonso. Ya volvía a gemir presurosa e intentaba mover intransigente sus caderas. Alonso volvió a sonreír satisfecho y aumentó la fuerza de los embistes guiándola muy preciso y hábil hasta que observó con gran satisfacción como ella se estremecía de goce gimiendo llena de gusto aunque aquello provocara impulsarlo también a su final. Sujetó poderosamente sus caderas y comenzó a arremeterla con embistes desquiciantes y furiosos, ella volvía a gemir ansiosa de más; Alonso le bajó las piernas y ella le rodeó rauda los muslos obligándolo a profundizar aún más las acometidas arrastrándolos impetuosamente a una cumbre trastornadora entre gemidos desposeídos hasta que se esparció por cada rincón de sus cuerpos.
Jadeantes y absolutamente encandilados, se besaron embelesados mientras Alonso se recostaba junto a ella y la tomó tierno entre sus brazos sin detener aquel sabroso beso que sabía tan fantásticamente distinto y satisfacía el triple. Isabella reposó su cabeza sobre su pecho al tiempo que él se pasaba uno de sus brazos por detrás apoyando su cabeza en él
 -Tengo que irme, antes de que regrese Miguel y no me encuentre en nuestra habitación- indicó pesaroso
-No, aún no- protestó ella mimosa abrazándose aún más a él, Alonso sonrió tierno pasándole dulcemente su mano libre por su suave espalda
 -No me lo pongas más difícil Isa que yo tampoco quiero irme mi ángel- protestó fastidiado y ella lo miró a los ojos- me encantaría despertarme y encontrarte así, a mi lado vida mía- expuso besándola tierno en la frente
-Entonces quédate; no creo que venga por ahora, se lo estaba pasando en grande y ya viste que aquí las verbenas acaban cuando ya ha amanecido- propuso besándolo amorosa en los labios, él sonrió derrotado y ella comprendió que aceptaba, sonriendo satisfecha regresaron a la cama y volvieron a fundirse en un tierno abrazo mientras se besaban deleitándose en saborearse complacidos. Pero el que se durmió fue él e Isabella se quedó embobada observándolo; era tan guapo, tan comprensivo, tan tierno… lo amaba con pasión, resolvió llena de felicidad y también se durmió recostada sobre su pecho escuchando los rítmicos latidos de su corazón.
 Isabella farfulló algo en sueños despertando a Alonso. Se quedó mirándola encandilado dormida aún sobre su pecho, era tan hermosa ya así por la mañana…
-¡¡Por la mañana!!- se sobresaltó examinando raudo su reloj de pulsera; aún eran las seis de la mañana, con un poco de suerte Miguel aún no regresara, pensó y besó dulcemente los labios de Isabella escabulléndose despacio de su lado para no despertarla. Se puso los vaqueros sin abrochar y recogió el resto de su ropa junto con las deportivas de camino a la puerta.
 Entró en su cuarto muy despacio; si Miguel ya había vuelto, con un poco de suerte estaría dormido. Efectivamente, vio el bulto inmóvil del cuerpo de Miguel bajo la colcha. Muy despacio y sin hacer ruido, se quitó los vaqueros y se metió en la suya.
 -¿Ya has regresado?- lo sobresaltó su primo dándose la vuelta hacia él- Pensé que te quedarías en su cuarto a pasar la noche- aclaró serenamente acodándose en la almohada para verle mejor, Alonso lo miraba desconcertado- No soy idiota Alonso, ya me di cuenta de lo cansados que estabais cuando os encontré en el paseo- indicó guasón y Alonso sonrió derrotado
 -¿Llegaste hace mucho?- indagó colocando su brazo derecho bajo su nuca
-No; habrá media hora o así- respondió despreocupado recostándose de nuevo
-Miguel…- pronunció titubeando
-Dime Don Juan- respondió guasón sin moverse
-¿No dirás nada de todo esto, verdad?- Miguel se dio la vuelta de nuevo y lo miró en la penumbra
-¿Eres idiota o qué te pasa?- expresó molesto por aquella falta de confianza y Alonso le sonrió complacido
-¿Y te molestaría si me paso a su habitación? Tenemos que aprovechar los pocos días que nos quedan hasta que lleguen tus padres- expresó esperanzado
 -¿Por qué me va a importar? Además, ya te dije que no esperaba que regresaras hoy- aclaró despreocupado y se sonrieron amistosos
-Gracias primo, sabía que podía contar contigo; ahora a dormir un poco que quedamos en ir a comer y no es plan de llegar muy tarde- dijo resuelto dándole la espalda a su primo; Miguel se apoyó en su codo para erguirse levemente y poder ver a su primo mejor
-¡Ey colega, una preguntita antes de dormirnos!- le repuso entusiasmado
-Dime- le respondió sin moverse
-Si me quedo solo con este cuarto… ¿puedo traer otra chica sin problema, no?- su primo lo miró desconcertado- Hay una galleguita que conocí hoy que está riquísima y la tengo en el bote ya con mi acento y mi procedencia madrileña ¿sabías que los veraneantes ligan más?- se rieron divertidos
-Haz lo que te parezca; no soy el más indicado en llamarte la atención en eso ¿no crees?- se rieron amistosos- Pero, eso sí: con cuidado y ojo ¿eh?
-Lo mismo te digo, colega- repuso convencido y Alonso le sonrió entrañable mientras volvía a su postura anterior- Ey, Alonso…
-¿Qué quieres ahora?
-Dime solo una cosa… ¿mi hermana es de las fogosas que gritan mucho o más bien es de las calladitas que no dicen ni mu? A mí me gustan que griten…- Alonso le tiró la almohada dándole preciso en plena cara
-Duérmete ya desvergonzado- le dijo rotundo dándole la espalda, lo oyó reírse socarrón y él también sonrió.
Cuando llegaron a casa de los abuelos los recibieron de nuevo entusiasmados demostrándoles gran cariño. Después de comer copiosamente una docena de platos exquisitos de nuevo como la tarde anterior, se dispersaron por el césped y las hamacas para reposar la gran comilona que se metieron. Isabella charlaba animada junto a la abuela de Alonso con sus tías y primas mientras Miguel enredaba divertido por el césped con los primos más jóvenes de Alonso. El tío Joaquín, el primo Juan y el tío Santiago se enzarzaron con el abuelo en una conversación sobre nuevos pedidos para las tiendas que ellos llevaban pero aún bajo la dirección del abuelo a pesar de estar ya jubilado hacia unos años. Alonso, acodado sobre la hierba, hablaba entretenido con su padre sentado a su lado sobre la hierba.
 -Si te hago una pregunta… ¿me contestarás con la verdad sea cual sea?- le preguntó despreocupado, su padre lo miró a los ojos
-Si está en mi mano y no perjudico a nadie, sí; claro que sí- respondió sincero
-¿Qué pasó entre mamá y tú para estar ella tan reticente y prevenida siempre contigo?- indagó rotundo mirándolo muy interesado, su padre tomó aire profundamente
 -Nada, entre ella y yo no pasó nada hijo… solo que no cumplí una promesa que le había dado, muy insensatamente por mi parte sea dicho de paso, y eso la tiene inquieta desde entonces; aunque no sé por qué: yo no soportaría haceros daño, ni a ella ni mucho menos a ti- contestó sincero pero dejando a Alonso aún más confundido
-¿Qué promesa y por qué teme mi madre que nos podrías hacer daño?- instó mirándolo totalmente desconcertado, Gabriel le sonrió tierno
-Es muy largo de contar hijo- expuso intentando evitar la respuesta
-¿Y tienes que ir a algún lado? Porque yo no tengo ninguna prisa ni me esperan en ninguna parte- expresó moviendo resuelto sus hombros indicando que no permitiría abandonar aquella conversación tan fácilmente, Gabriel esbozó una sonrisa subyugada
-Está bien, te lo contaré… pero antes de nada debes prometerme que no nos juzgarás a ninguno de los dos y mucho menos a tu madre- indicó mirándolo profundamente serio
-Prometido- aclaró rotundo y su padre volvió a tomar aire profundamente recogiendo sus rodillas contra su pecho rodeándolas con sus brazos sujetándose las muñecas.
-Para que puedas entenderlo todo bien he de empezar contándote que tu madre me impresionó así la destinaron como asistente a mi avión: no creo que sea necesario decirte que es preciosa y su sonrisa me cautivó al instante- se sonrieron entrañables- tras un par de vuelos nos hicimos muy buenos amigos, tu madre es especial; su forma de ser alegre y desenfadada siempre buscándole el lado divertido de las cosas me cautivó aún más y lo pasábamos muy bien juntos; a veces nos quedábamos hasta bien entrada la noche contándonoslo todo y consultándonos nuestros problemas buscando el consejo del otro; una noche me contó que deseaba tremendamente tener un hijo, tenía la necesidad apremiante de sentir a alguien realmente suyo, tener por quien luchar y le diera sentido a su desordenada vida… y de pronto, así, inesperadamente, me propuso tenerlo juntos; que después de mucho pensárselo si proponérmelo o no y calibrar otras posibilidades, yo le parecía un candidato perfecto y además le gustaba, se sentía a gusto conmigo, y eso lo haría más fácil; además no quería la inseminación artificial ya que prefería conocer personalmente al padre de su futuro hijo… pero tenía que tener muy claro una condición que sería tajante e irrevocable: desde el momento en que te engendráramos, yo me apartaría de tu camino olvidándome por completo que tenía un hijo, serías únicamente de ella; entre nosotros no habría nada más que el propósito de engendrarte y así lo consiguiéramos, cada uno seguiría su camino y con su vida sin ningún tipo de reclamo de ninguna clase- Gabriel miró arrepentido a Alonso tragando incómodo saliva- Alonso… he de aclararte que tu madre y yo nunca nos habíamos acostado antes y era raro porque yo de aquella era un mujeriego empedernido, lo de tener un amor en cada puerto lo llevaba a rajatabla- expuso sincero y Alonso sonrió entrañable- pero con tu madre siempre fue distinto aunque yo la deseaba con desesperación, me volvía loco y se me alteraba cada recodo de mi cuerpo con cada roce de su mano o cada caricia inocente que me regalaba… Al oírle decir aquello la mente se me nubló y no pensé en nada más que en la posibilidad que se me presentaba de acostarme con aquella mujer despampanante que me tenía completamente loco, te juro que no pensé ni un segundo en lo que estaba aceptando, pero acepté de inmediato… ella me avisó cuando sería el momento propicio para hacerlo y nos tomamos una semana de vacaciones que la pasamos recorriendo algunos lugares de esta tierra a la que pertenezco y te puedo jurar que fue una semana increíble Alonso- declaró apasionado, Alonso sonrió pícaro
-Me lo imagino- expuso socarrón riéndose burlón, su padre también sonrió divertido
-No me refiero a lo que estás pensando mal intencionado- expresó chistoso y ambos se rieron alegres- bueno, por eso también no lo voy a negar, tu madre es increíble en todos los aspectos
-Esa información me sobraba- expuso haciendo que se estremecía asqueado, Gabriel soltó una amena carcajada
-Tú abriste esa puerta, ahora te aguantas- aclaró resuelto empujando suavemente con su hombro en el de él y se rieron divertidos- pero también porque en esos días pude conocerla mucho mejor Alonso, y es una mujer maravillosa hijo- declaró lleno de pasión y sus ojos brillaron emocionados, Alonso se dio cuenta de que Gabriel estaba muy enamorado de su madre- pasada esa semana, regresamos a nuestros puestos y allí no pasara nada… o eso creía yo, pero ya nada fue igual- añadió abatido, Alonso lo miró intrigado a los ojos- como ya te dije, yo era un mujeriego empedernido hijo y el uniforme ayuda muchísimo a conseguir mujeres- explicó chistoso y se rieron divertidos- pero después de aquella semana con tu madre, ya no era lo mismo; las otras mujeres ya no me llenaban, no quedaba a gusto, me sentía insatisfecho, como si faltara algo y no comprendía lo que era… hasta que empezaste a notarte en el vientre de tu madre- declaró suspirando profundamente- aquel día, cuando al fin me fijé en la pequeña pancita que la estrecha falda del uniforme marcaba en tu madre… ¡¡Dios hijo, no sé explicarte todo lo que sentí en aquel instante!! Todo por dentro se me removió y el corazón parecía írseme a salir del pecho, lo comprendí todo en aquel mismo instante: amaba a tu madre como nunca había amado a nadie e… ¡¡íbamos a tener un hijo!! ¡¡Nunca me imaginé que me haría tanta ilusión, me sentí rebosante de felicidad!!- exclamó impresionado y ambos se miraron a los ojos- Y al mismo tiempo me di cuenta del gran error que había cometido: había prometido no ver nunca a ese hijo que tanta ilusión me había hecho al descubrir la pequeña pancita de su madre; y el mundo se me cayó encima- Gabriel bajó la cabeza arrepentido y se quedó unos segundos callado con la mirada clavada en el suelo- no sabes lo mal que lo pasé y lo difícil que se me hacía ir viéndote crecer y no poder tocarte, sentirte… lo intenté en varias ocasiones pero tu madre me lanzaba una mirada muy inquieta e irritada con la que no necesitaba palabras para decirme: “ni se te ocurra, recuerda tu promesa” que me frenaba al instante… ¡¡Dios, que imbécil había sido al aceptar aquel estúpido trato sin pensar en las consecuencias!!- exclamó terriblemente atormentado conmoviendo aún más a Alonso- cuando tu madre cogió la baja por maternidad, aquello pasó de ser insoportable a ser tortuoso; no saber cómo iban las cosas y, sobre todo, no ver a Meli cada día me desesperaba tremendamente- Gabriel miró profundamente a los ojos de su hijo- cuando me enteré que ya habías nacido, no me lo pensé ni un segundo y me aparecí en la maternidad, tuvimos una discusión terrible de la que fue testigo tu tío Jorge; yo solo quería verte, conocer al menos a mi hijo, tenerlo en brazos aunque fuera una sola vez… pero ella no me lo permitió, me dijo que si te veía me sería aún más difícil alejarme y me recordaba una y otra vez que había dado mi palabra de que me olvidaría de todo lo ocurrido entre nosotros y sobre todo de ti... como si eso fuera tan fácil- murmuró afligido bajando la cabeza derrotado- fue tu tío quien se apiadó de mí y, sin saberlo tu madre, me permitió tenerte en brazos unos segundos; fueron unos segundos maravillosos hijo, eras la cosita más bonita de este mundo y eras parte de mí ¿cómo podía alejarme y olvidar aquello? no podía, no estaba dispuesto a perderos… o al menos a ti no, a mi hijo no- remarcó rotundo- aunque se cambió de vuelo así volvió al trabajo, yo procuraba encontrármela cada vez que podía y no dejaba de preguntarle sobre ti: cómo eras, a quién te parecías… y aunque le insistía en verte, en conocerte, aunque no te dijéramos quien era yo, tu madre nunca me lo permitió; siempre tuvo miedo de que te apartara de ella y no sé a qué venía semejante estupidez, nunca lo intentaría siquiera; con lo fácil que me sería pedir la prueba de paternidad y reclamar mis derechos, pero eso os haría mucho daño a los dos y no podría soportarlo… pero no podía más y me valí de eso cuando cumpliste los dieciocho: ya eras mayor de edad para decidir y la amenacé con que, o nos presentaba de una puñetera vez, o yo mismo iría en tu busca y te contaría toda la verdad y entonces sí te perdería… la pobrecilla se sintió acorralada y al fin aceptó, aunque a regañadientes- suspiró profundamente y ambos se miraron a los ojos- y el resto ya lo sabes; por eso cuando quedamos prefiero que no le digas nada ¿comprendes? Aún le atormenta terriblemente la idea de perderte y prefiero no hacerla sufrir
-Te comprendo…- murmuró Alonso y lo miró fijamente a los ojos- pero no te entiendo- remarcó rotundo, Gabriel lo miró intrigado a los ojos- ¿Por qué no le dices de una puñetera vez que la quieres y os dejáis de estos jueguecitos y de sufrir inútilmente?- expresó desconcertado y su padre esbozó una sonrisa apagada
-Tu madre es de hechos Alonso, no de palabras; no arreglaría nada diciéndoselo, debo demostrárselo- explicó desarmado
-¿Y tan difícil te es mantener los pantalones puestos para demostrárselo?- le reprochó fastidiado
-¡Oye chaval, que eso se acabó hace dieciocho años! ¿No te dije que nada era igual después de haber estado con tu madre?- indicó dolido- no te voy a decir que me volví un monje, soy hombre y necesito desahogarme de vez en cuando, pero aquella vida se acabó
-Pues no lo entiendo…- replicó confundido
-¿Cómo se lo demuestro si tu madre no me deja ni acercarme a ella? Figúrate como es Alonso que, su último vuelo antes de quedar para siempre en tierra, no tuvo más remedio que hacerlo conmigo; yo pensé que sería mi oportunidad de poder volver a acercarme a ella, pero no sé cómo carallo se las arregló que apenas la vi y eso que un avión es un avión y no hay muchos sitios donde esconderse, pero logró esquivarme de una manera increíble durante las cuatro horas de trayecto- explicó asombrado y Alonso rió divertido- y hablar olvídalo, las pocas veces que he podido acercarme e intentar mantener una conversación, empieza a soltar una retenida frases donde apenas me deja meter baza y de pronto se despide y adiós, si te he visto no me acuerdo- Alonso soltó una sonora carcajada
-Pues cállala hombre, no es difícil- expuso desenfadado y su padre lo miró desconcertado
-¡Ey Alonso!- los interrumpió el primo Manuel- Dijo tu padre que juegas muy bien al fútbol… ¿pero cómo le pegas al baloncesto?- preguntó lanzándole una pelota de baloncesto a las manos que Alonso recogió hábil; observó a su alrededor descubriendo un cubo vacío a cierta distancia de ellos y, de un ágil movimiento de muñeca, lo encestó preciso
-¿Responde esto a tu pregunta?- repuso socarrón y todos se rieron alegres
-¡Pues venga colega, un partidillo que nos aburrimos!- aclaró animado Miguel y ellos se levantaron- ¡¡Venga Isa, anímate; vamos a jugar!!

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