domingo, 7 de septiembre de 2014


Aquella mañana lo esperaba ilusionada, él llegó cansado y la besó cariñoso en la frente
 -Jorge, tengo que contarte algo importante- le dijo emocionada
-Estoy hecho polvo mi cielo ¿no puede esperar?- protestó incómodo y ella calló pesarosa
-Sí, claro… mañana hablamos- musitó abatida, él la volvió a besar en la frente y se fue a dormir.
Al día siguiente volvía aún más cansado y así el resto de la semana, el lunes se le veía exhausto
-Sé que estás agotado cielo; pero debo hablarte de algo muy importante que ya no puede esperar más, Jorge- le indicó ya impaciente por la demora de responder a su jefe
 -¡Estás pesada estos días, cielo! ¿Importante o urgente? Porque estoy demasiado cansado para tonterías- contestó hiriente, ella se sintió rechazada y humillada por su desairada respuesta cortante
-Importante, al menos para mí, aunque ya veo que a ti te interesa bien poco; pero no te preocupes, que me acabas de dar la solución- aclaró resuelta recogiendo su bolso y su carpeta de diseños y se dirigió hacia la puerta de la calle ante la mirada abochornada de Jorge, ella lo miró antes de salir del apartamento- tú descansa tranquilo cielito, que no voy a molestarte más con… mis tonterías- replicó mordaz
 -Por Dios santo Blanca, perdóname…- intentó disculparse pero ella salió del piso en dirección a su trabajo dejándolo con la palabra en la boca, lo tenía decidido: se iba, y así se lo hizo saber a su jefe.
Su vuelo sería el viernes a las nueve de la mañana. Como todos los martes, Jorge paseaba con su madre por el parque camino de la heladería
-Vino Blanquita y se la ve muy triste
-Otra vez con lo mismo, mamá; no está triste, cansada puede ser pues trabaja mucho, pero no triste- remarcó molesto
-¡Sí lo está, Jorge!- le increpó enfadada, él se sorprendió al oírla acertar con su nombre- ¡Esa chiquilla anda muy triste! ¡Y hoy aún la vi mucho más que el otro día!- explicó resuelta dejándolo desconcertado
 El miércoles cenaban en Stylos celebrando su tercer aniversario. A él se le veía feliz y estaba prodigiosamente cariñoso con ella; eso amilanaba a Blanca, pero ahora estaba hecho y no podía echarse atrás.
-Jorge yo…- comenzó a hablar inquieta, él sonrió dichoso
-Feliz aniversario cielo- le dijo cariñoso mostrándole una cajita de joyería roja. Blanca lo miró acobardada y él le sonrió aún más alegre; tomó la cajita y la abrió, unos preciosos pendientes de diamantes con el colgante a juego en una fina cadena de oro le relucieron en la mano. Ella los observó asombrada- ¿Te gustan? Te mentí mi ángel, Jacobo no estaba enfermo: hice horas extras para poder comprártelos mi amor
-Dios mío Jorge…- expresó conmocionada y él la miraba expectante de su respuesta- Sí, son preciosos vida mía- contestó apagadamente, se sentía horrible por haberle mal interpretado aquellos días: ella pensaba que no le importaba ya y sin embargo él había estado trabajando duramente para poder comprárselos; sus ojos se llenaron de lágrimas y él la miró extrañado
-¿Qué te ocurre cielo?- preguntó inquieto tomándole la mano de sobre la mesa
-Jorge, intenté hablarte, intenté explicarte…- expuso pesarosa cerrando la cajita- pero no me has querido oír…- la miraba intrigado- me voy Jorge- exclamó de pronto confundiéndolo
-¿Cómo que te vas? ¿A dónde?
-Me voy a Milán- lo miró fijamente a los ojos, él estaba descolocado completamente- el viernes sale mi vuelo
 -¿Qué vas a hacer a Milán? ¿Cuántos días?
-No lo sé…- indicó serenamente- pero puede que me ofrezcan la posibilidad de quedarme al frente de esta tienda- Jorge estaba completamente confundido
 -¿Cómo? ¿Estás hablando de quedarte allí? ¿A vivir definitivamente?- ella asintió con la cabeza y él soltó bruscamente su mano- ¡¡Has esperado el mejor día para decírmelo ¿No crees?!!- le increpó enfadado
-Llevó días intentando consultártelo, hablarlo antes de tomar esta decisión, pero siempre llegabas tan cansado que no querías hablar…- intentó explicarse pero él estaba enfurecido
-¡¡No puedes, Blanca!!- le gritó furioso
-¿Cómo qué no puedo?- repuso molesta- ¡Es la oportunidad que estaba esperando Jorge!
-¿Y nosotros? ¿Y lo nuestro?- le vociferó frenético
-¡¿Qué nuestro, Jorge?!- indicó irritada- ¿Una cama que no llega a enfriarse por que la usamos a turnos? ¿Unas cuantas frases cruzadas en la cocina en apenas quince minutos cuando tú llegas y yo me voy?- lo miró apesadumbrada y él la miraba desolado- ¡¿Qué es lo nuestro, Jorge?!
 -Cielo…
 -¡No me llames más cielo, por favor!- interrumpió molesta poniéndole la mano delante de su rostro para acallarlo- De vernos tan poco y casi no hablarnos, mi cielo me suena a que no recuerdas mi nombre siquiera.
-Blanca…- repuso pasmado sin poder creerse lo que estaba oyendo
-Lo siento, Jorge; estoy cansada de esta vida nuestra… Este no es el matrimonio con el que yo soñaba; estoy cansada de no vernos apenas, ya casi ni nos tocamos y nuestros encuentros dos veces a la semana no me compensan todo lo que yo te deseo- le miró dulcemente- Te quiero Jorge, de verdad que te quiero… te quiero con locura; pero me voy el viernes a Milán- expuso tajante, él no decía nada- Es la oportunidad y el empujón que esperaba en mi carrera y me voy
-Pero solo un tiempo, no aceptarás quedarte ¿verdad amor?- repuso esperanzado, ella le tomó amorosa la mano entre las suyas
-¿Sabes que significa si finalmente quieren que me quede al frente de la tienda en Milán? No me lo voy a pensar Jorge: aceptaré
-Blanca…- volvió a repetir angustiado
 -Pero no significa que tengamos que estar separados mi vida; podemos irnos juntos- propuso esperanzada entre lágrimas
-¿Y mi madre Blanca? ¿Has pensado en ella? No puedo hacer eso- repuso apesadumbrado
-La llevaremos con nosotros amor mío; buscaremos una bonita casa y vivirá con nosotros Jorge; le pondremos una enfermera especializada y ya verás cómo, vivir con nosotros, le será más beneficioso que eses paseos de solo una hora por el parque- explicó alentada pero él la miró apenado y confuso
-Además está mi trabajo- añadió rotundo
-¡Un magnífico trabajo por supuesto; sería una auténtica lástima que lo perdieras!- repuso sarcástica soltándole la mano
-¡Es mi trabajo y también es importante para mí!- indicó importunado
-Tu trabajo es el culpable de que nos estemos distanciando ¿es qué aún no lo has comprendido?- le reprochó dolida
-O el tuyo- indicó desafiante pasmándola- ¿Por qué no dejas tú el tuyo y te quedas en casa? ¡Tendríamos todo el día para estar juntos! ¡Gano suficiente para vivir sin estrechamientos Blanca!
-No me puedo creer lo que me estás diciendo- expresó atónita mirándolo pasmada- Lo mío no es un simple puesto de trabajo, Jorge: es mi profesión, mi ilusión, mi sueño…
-Blanca cielo, despierta de una vez; tú lo has dicho: es un sueño y te vas a estrellar…Más duro te será el golpe cuanto más tardes en despertar amor mío ¿no lo ves?- le habló preocupado tomando su mano de nuevo; ella lo miró boquiabierta ¿eso era lo que pensaba? ¿Tan poca confianza tenía en ella?
-Pues prefiero estrellarme y probar, a quedarme con la duda- resolvió decidida retirando ofendida su mano de entre las de él; se miraron desafiantes- Jorge, tenemos aún 28 años, puedes especializarte y prepararte en otra cosa mientras yo trabajo y…
-¡Claro, es eso ¿no?! Un pobre guardia de seguridad no es lo bastante bueno para ti ¿verdad?- le increpó despectivo
 -¡Jorge!- le dijo dolida mirándolo asombrada con los ojos llenos de lágrimas de nuevo
-No pienso seguirte como un perro faldero y mucho menos ser tu mantenido… no voy a cambiar mi vida cada vez que a ti te salga algo nuevo más ilusorio y emocionante- dejó su servilleta sobre la mesa- no me arrastraras contigo ni por supuesto permitiré que mi madre vague sin rumbo por ese mundo fantasioso tuyo; su enfermedad necesita tranquilidad y un lugar fijo sin muchos cambios y tú propones cambiarle todo su entorno…- se levantó mirándola despectivamente
-No te vayas, Jorge; no se te ocurra dejarme sola- le indicó desafiante y él sonrió cínicamente
-Estréllate sola querida si así lo quieres, pero no cuentes conmigo: Ah, y feliz aniversario… cielito- recalcó con sarcasmo y la abandonó yéndose del local, Blanca cerró los ojos abatida y lloró silenciosamente.
Al llegar a casa, él no estaba; lo esperó toda la noche sentada en el sofá y tampoco había regresado aun cuando no tuvo más remedio que irse al trabajo. Se pasó todo el día llamándolo al móvil pero él no cogía sus llamadas. La única muestra de que al menos estaba bien era que, gracias a Dios, las rechazaba de inmediato en vez de dejarlo sonar. Cuando regresó a casa se fue directa a comprobar si había estado allí y respiró tranquila al encontrarse la cama deshecha y la ducha aún empañada oliendo el baño a su after shave; pero no había cenado. Preparando sus maletas, lloraba desconsoladamente ¿cómo no podía entenderla? ¿Por qué se cerraba tozudamente en no dar ese paso que sería tan beneficioso para ellos? ¡¡Para todos realmente!! Porque a Alejandra le sería mucho mejor vivir con ellos que en aquella residencia… pero era tan testarudo que, aunque lo amaba con pasión, tendrían que separarse por su tozudez No pudo dormir tampoco aquella noche, le escribió una carta temiéndose que no regresaría a tiempo para despedirse; se la dejó sobre su mesilla junto al regalo que no tuviera oportunidad de darle el día anterior y se preparó para el viaje. Su corazón comenzó a latir frenético cuando oyó tintinear sus llaves abriendo la puerta
-Jorge- repuso apasionada corriendo a su encuentro mirándolo enamorada mostrándole una dulce sonrisa esperando algo de su parte: unas palabras amables pidiéndole regresar al acabar su trabajo en Milán y pensarlo mejor o la proposición de irse con ella… pero lo que se encontró fue con su mirada serena y fría que saltaba de su rostro a sus maletas preparadas en la sala junto al sofá
-¿Te vas ya?- dijo indiferente colgando sus llaves del llavero que había detrás de la puerta de la calle, su reacción le golpeó duramente dejándola desolada- Pues buen viaje y que tengas mucha suerte- resolvió impasible pasando por su lado evitando descaradamente rozarla y se encerró en el baño
-Jorge, mi amor- murmuró abatida mientras las lágrimas volvían a correr por sus mejillas; pero haciendo un esfuerzo tremendo, se enderezó orgullosa, se limpió las lágrimas despectivamente y, recogiendo sus maletas, se fue.
Jorge, sentado en el borde de la bañera apoyando sus codos sobre las rodillas y sosteniendo su mentón en sus manos entrecruzadas, miraba expectante la puerta cerrada del baño esperando confiado alguna reacción de ella. Pero, cuando lo único que llegó hasta él fue el suave portazo de la puerta de la calle cerrándose, se derrumbó
-Blanca, no te vayas vida mía- murmuró consternado cubriéndose el rostro afligido y lloró desconsolado.
Sentada en la sala de espera en el aeropuerto, abstraída en sus pensamientos y con rostro abatido, la encontró su cuñada
-¡Blanquita!- la saludó feliz al acercarse a ella
-Hola Meli- le correspondió con una sonrisa tierna pero apagada devolviéndole los besos en las mejillas que ella le daba
-¿Qué haces aquí? ¿Esperas a alguien?
-Me voy a Milán
-¡Ah! ¿Trabajo?- ella asintió- ¿Mucho tiempo?- ella le movió los hombros incierta sorprendiéndola- ¿Y mi hermanito? ¿No te viene a despedir o es que va contigo?- indagó buscándolo con la mirada por el aeropuerto sin resultado
 -Ni una cosa ni otra- repuso calmosamente, Amelia la miró confusa
-Ah, entonces es poco tiempo- repuso sonriendo amena
-No sé Meli… hasta puede que me quede a vivir allí- murmuró abatida bajando la cabeza llorando de nuevo
-¡Ey, Blanca!- exclamó amorosa acuclillándose delante de ella apoyándose en sus rodillas mientras le apartaba cariñosa el pelo del rostro- ¿Qué ocurre corazón?
-Creo que tu hermano y yo acabamos de romper nuestro matrimonio- indicó afligida
-¡¿Qué dices, mujer?!- repuso renegando tal comentario- ¡Si sois la pareja más enamorada que conozco!- pero las lágrimas de Blanca y el anuncio de su vuelo no permitió que se explicara dejándola abrumada y muy confundida: aquello debía ser una pelea de enamorados, se decía inquieta, tenía que ser eso: una riña de enamorados solamente; no podía ser lo que dijera Blanca, se iba confundida y enfadada pero pronto harían las paces… se repetía intentando serenarse.
Jorge, al salir del baño después de estar llorando desconsolado un rato largo, vio la caja y el sobre en su mesita. Abrió la caja descubriendo un bonito y buen reloj de pulsera. Leyó la carta:
            “Jorge, mi amor, te estuve esperando para solucionarlo pero no has aparecido en
            toda la noche dándome a entender que no tiene arreglo o no deseas arreglarlo tanto
            como yo.
             Estoy esperando ansiosa tu llegada para ver qué has decido y ansío de corazón que
            hayas recapacitado y reconozcas que lo que te ofrezco es mucho mejor para los dos
            que esta vida que llevamos… y también para tu mamá cielo mío…
              Pero si estás leyendo esta nota mi amor, significa que no hemos arreglado nada y
           quiero que sepas y tengas muy claro que, pese a que me voy, te amo con locura y nunca
           dejaré de amarte.
             Comprende que es el sueño de toda mi vida y no voy a dejarlo escapar porque tú así
           lo decidas ya que todo tenía solución…
             También puede ser que, a lo mejor, tú ya no me ames como lo hacías y yo solo estoy
           contando con mis sentimientos sin tener en cuenta los tuyos… Perdona si es así, pero
           espero que nunca olvides que te amo y te amaré como nunca amé a nadie en esta vida, mi amor.
                                 Total, sincera y enteramente tuya para siempre: Blanca.”
 -Yo también te amo Blanca ¿cómo puedes dudarlo vida mía?- exclamó estrujando fuertemente entre sus dedos la carta mientras lloraba desconsolado de nuevo. El timbre de la puerta lo ilusionó y una feliz sonrisa acudió a su rostro: Blanca recapacitara, cambiara de opinión, regresaba a su lado y ya no se iba… Corrió raudo a abrir
 -¡Blanca, mi vida!- repuso entusiasmado al abrir, pero su cara se desesperó al encontrarse con su hermana Amelia ante él y no a su amada Blanca como esperaba.
 -¿Qué rayos os ha pasado?- preguntó inquieta su hermana mirándolo confusa
 -¿Qué haces aquí, Meli? Blanca no está- repuso desolado volviéndose hacia la sala, ella lo siguió
 -Lo sé, me la encontré en el aeropuerto y no entendí nada de lo que me dijo…- comentó preocupada- ¿Qué es eso de que se va a Milán y tú te quedas?
 -Pues creo que está bien claro: ella se va y yo me quedo- repitió apagadamente sentándose desganado en el sofá
 -Pero ¿irás a reunirte con ella así soluciones lo que tengas que solucionar, verdad?- indicó esperanzada
-No- dijo rotundo
-Entonces, es que ella va por un poco tiempo y regresará pronto ¿verdad?
-No- respondió apesadumbrado
-¡¿Cómo qué no Jorge?!- gritó exasperada
-No, Meli: ¡No!...- la miraba enfurecido y lleno de ira- ¿Qué no entiendes de “no”?
-Entonces… eso quiere decir que lo que ella…- lo miraba con ojos aterrados- ¿Quieres decir que lo que me dijo es realmente lo que yo entendí?- indagó temerosa de su respuesta y mirándolo esperanzada de que aquello no fuera verdad
-Primero tendrás que explicarme qué te dijo y qué entendiste tú ¿no crees?- expuso sarcástico mirándola reprochador
-Que acababais de romper vuestro matrimonio- él la miró atónito ¿Romper el matrimonio? ¿Qué tontería era aquella? ¿O acaso era lo que Blanca quería? ¿Separarse de él? No lo había visto así hasta ese momento, ni se lo había planteado siquiera- y yo entendí que os ibais a separar ¿pero no es eso verdad?
-Si ella quiere el divorcio, yo no me voy a oponer- repuso abatido pero decidido. Amelia quedó sin palabras y se dejó caer hundida en el sofá junto a él quedándose ambos muy callados y ensimismados.
Pasaran tres semanas que le parecieron un infierno a Jorge. Aquel apartamento vacío y el olor de Blanca que lo inundaba todo: su cama, el armario al abrirlo o los cajones de su ropa interior, lo abatía terriblemente y pasaba las mañanas llorando como un niño abrazado a la almohada deleitándose en su dulce olor...
Aquel martes fue a recoger a su madre para pasear como hacía diariamente. Antes de abrir la puerta de su habitación en la residencia, respiró hondamente intentando tomar fuerzas para enfrentar sus eternas preguntas desde la marcha de Blanca que tanto le torturaban: ¿dónde está Blanquita que ahora no viene nunca a verme hijo? ¿Acaso está enfadada conmigo? preguntaba siempre tan angustiada que le dolía tremendamente y no se atrevía a responderle por no hacerle más daño.
 -Hola mami, ya estoy aquí ¿qué tal estás hoy preciosa mía?- la saludó sonriéndole amoroso besándola tierno en la frente
 -Bien, muy bien- respondió animada y él sonrió complacido sentándose junto a ella ante la ventana enrejada por donde su madre tomaba el sol mientras esperaba su llegada. Para su sorpresa, aunque estuvieron charlando bastante rato, aquella tarde no preguntó por Blanca y él respiró más tranquilo
-¿Vamos a tomarnos nuestro helado mamita?- le propuso animoso y ella aceptó entusiasmada como una niña. La ayudó cariñoso a ponerse su rebeca y se fijó que ella jugueteaba distraída con una medalla colgada de su cuello que antes no tenía… -¿Qué tienes ahí, mamá?- indagó curioso
-Mira ¿te gusta?- se la mostró sonriendo feliz y él tragó nervioso saliva, era la medallita que siempre llevaba Blanca; se la había regalado su abuela el día de su primera comunión y nunca se separaba de ella ¿Qué hacía su madre con ella?
-¿Qué haces tú con esa medalla mamá? Es de Blanca y nunca se separa de ella… ¿de dónde la has sacado?- preguntó inquieto
-Ella misma me la dio esta mañana y le prometí no perderla nunca- comentó dichosa ¿Esta mañana? ¿Había vuelto ya de Milán? Pensó ilusionado
-¿Seguro que fue esta mañana mamá?- insistió entusiasmado
-Sí, claro que sí… era muy temprano y aún estaba en cama- la miró abrumada- ¿Crees que estoy tan idiota que no sé en qué día vivo, Jorge?- desde que se había ido Blanca no se había equivocado más en su nombre.
 -Tengo algo que hacer muy importante mamita, vendré más tarde para ir a tomar ese helado ¿vale?- repuso besándola en la frente antes de salir del cuarto
-¿Y volverás con Blanca?- preguntó entusiasmada la mujer- No está enfadada conmigo hijo, ella me lo dijo
-Eso espero, mamá; eso espero- expresó esperanzado y apuró su paso hacia la recepción de la residencia.

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