lunes, 29 de septiembre de 2014



Caminaban por las calles empedradas que llevaban hacia el casco viejo del pueblo, a Gabriel se le notaba muy querido por los vecinos que lo detenían a saludarlo animadamente.
-Alonso, eso que dijo la camarera de que Gabriel te estuvo buscando me desconcertó además de entristecerme mucho ¿sabías?- repuso ensombrecida Isabella aprovechando otra parada del padre de Alonso a saludar unos convecinos- ¿Qué rayos le ocurrió a tía Meli con él para negarle hasta el que te conociera?
-Ni idea cielo- respondió besándola dulcemente en la frente
-A mí lo que me dejó de piedra es que papá estuviera casado antes- indicó Miguel, y ellos también asintieron- ¿Quién sería esa mala pécora que lo abandonó de esa manera? Papá no se merece que lo traten así, es un gran hombre como bien dijo Gabriel y muy comprensivo, no se merecía tanto dolor- expresó muy herido imaginándose el sufrimiento de su padre, Alonso le echó cariñoso el brazo por el cuello aprisionándolo tierno contra su pecho
-Tranquilo peque, piensa que al final de todo lo que le hizo fue un gran favor ya que así encontró a vuestra madre que es una mujer maravillosa y lo quiere con locura- expresó satisfecho y los tres se rieron felices asintiendo con la cabeza
-¡Mira Alonso!- repuso entusiasmado Gabriel pasando su brazo por los hombros del muchacho- Tus abuelos tiene dos platerías y una joyería; esta es una de ellas- le mostró la platería que tenían delante bajo unos soportales- La lleva tu tío Santiago, pero hoy está cerrada por fiesta- se sonrieron amigables
-¿Cerrada por fiesta? Pues es lo único que está cerrado en el pueblo- indicó Isabella confundida y Gabriel sonrió alegre
 -Ya lo entenderás miña ruliña, ya lo entenderás- expresó cariñoso pasándole también el brazo por los hombros- allí está el coche, vamos que nos esperan- indicó señalando un bonito y caro coche de alta gama azul oscuro. Se subieron a él y Gabriel condujo por las callejuelas hasta salir a lo que parecía una autovía. A pocos kilómetros se adentró por una verja abierta de hierro y se detuvo junto a otros tres coches que ya estaban aparcados ante una enorme casa de piedra muy hermosa, estilo pazo gallego. Quedaron boquiabiertos al ver el maravilloso paisaje que les ofrecía estar sobre un altozano desde donde se tenía una preciosa vista de toda la ría con el pueblo a sus orillas y el bello puente de Rande cruzándola- ¿Preparado?- instó emocionado y Alonso asintió con la cabeza, su padre le palmeó cariñoso la mano que él reposaba en su rodilla- pues vamos allá que tu abuela debe estar desesperada- indicó alegre y todos rieron animados descendiendo del coche.
Pero aún no habían cerrado las puertas cuando aparecieron por un lateral de la casa toda la familia que los miraban expectantes sonriendo también muy nerviosos.
-¡¡Ay miña naiciña querida que xa está aquí o noso neno por fin!- exclamó eufórica una mujer madura de pelo de un plateado precioso apurando el paso todo lo que su oronda figura le permitía hacia ellos que también caminaron a su encuentro
-Habla castellano mamá, ellos no entienden muy bien el gallego- le indicó tierno Gabriel besándola en la sien así los alcanzaron- aquí lo tienes al fin: este es tu nieto Alonso, mamá- lo presentó entusiasmado y la mujer, con lágrimas en los ojos, tomó tierna la cara de Alonso entre sus manos
-¡Oh miña Virxenciña do Carmen, si es igualito a mi padre!- expresó emocionada corriéndole ya las lágrimas por sus rellenas mejillas, él también la miraba muy emocionado aunque muy nervioso para poder reaccionar
 -Ella es tu abuela Mercedes hijo, y él tu abuelo Antonio- le presentó Gabriel a sus padres; Alonso besó la mejilla de la anciana que no podía contener las lágrimas y se quedó dubitativo ante el hombre mayor de porte gallardo y elegante que lo miraba también muy emocionado con aquellos maravillosos ojos azules como los del padre de Alonso
-¿Acaso a mí no me vas a dar un beso?- expresó chistoso y Alonso sonrió más relajado besándolo también en las mejillas, pero el hombre lo abrazó fuertemente contra él- Por fin estás aquí meu filliño; no sabes cuantas ganas tenía de conocerte, todos estos años sabiendo de ti y sin poder ponerle un rostro a mi nieto- murmuró con voz entrecortada no pudiendo tampoco contener más las lágrimas y emocionando aún más a todos que hacían tremendos esfuerzos por no romper a llorar también. Sobre todo Isabella que estaba muy conmovida por aquel enternecedor recibimiento de sus abuelos a su amado primo.
 -Bueno, bueno; esto con tanta lagrimita ya parece más un velatorio que un recibimiento- expresó chistoso un hombre mayor, canoso, regordete y con cara de bonachón; todos rieron divertidos- yo soy tu tío Santiago hijo, el mayor de todos; y esta hermosura, mi mujer Uxía y esos dos balas perdidas tus primos Juan y Alberto… este es tu tío Joaquín y su esposa Carmelita con sus tres retoños: Manuel, Carlos y la pequeña María- los presentó resuelto y alegremente, todos se sonreían felices de aquel esperado encuentro se le veía realmente entusiasmado con conocer a su sobrino.
 -Jodeer, realmente sí que te pareces al abuelo Juan carallo; eres el que más parecido le ha sacado de todos nosotros- indicó gratamente sorprendido el tío Joaquín al abrazarlo provocando las risas de todos.
 -Ellos son sus primos: Isabella y Miguel; los hijos de Jorge, el hermano de Amelia- los presentó Gabriel y también los saludaron muy familiares y alegres. La abuela se agarró cariñosa al brazo de Alonso que le sonrió dulcemente
 -Vayamos atrás que ya tenemos todo preparado- habló con una voz muy dulce y empezó a caminar hacia el lateral de la casa por donde todos habían aparecido siendo seguidos por el resto. Tras la casa había un inmenso jardín de césped bien cuidado con una enorme piscina y hasta una cancha de baloncesto; bajo la sombra de unos robles había una larga mesa con toda una gran merendola esperándolos sobre ella
-¡¡Mi má qué pintaza tiene todo eso!!- expresó ya relamiéndose de gusto Miguel
-¡¡Eres increíble ¿cómo puedes tener hambre si solo hace una hora que has comido?!!- exclamó pasmada su hermana
-¡¡Jolín, si solo fue chuleta con patatas fritas y ensalada mixta!!- protestó fastidiado- y no me irás a decir hermanita que esa empanada, ese marisquito y ese pulpo no huelen a Gloria bendita- aclaró resuelto y todos se echaron a reír divertidos
-Tiene razón tu hermano y como decimos aquí: comer y rascar, todo malo es empezar- indicó resuelta la tía Uxía invitándolos a sentarse con un amable gesto de su mano
 -¡Oh Dios ¿Estos bichos se comen?!- preguntó temerosa Isabella al ver los enormes centollos y todos rieron divertidos.
 -No mujer, se ponen de adorno ¿tú qué crees boba?- se burló jocoso su hermano y ella le dio una leve pero sonora colleja provocando de nuevo las risas del resto- ¡¡Mira Alonso, tienes vieiras y almejas; lo que a ti más te gustan!!- exclamó animado ya tomando un pedazo de empanada a la que le pegó un buen bocado, su primo movió desamparado la cabeza riéndose entretenido
-La verdad es que tiene razón Isa, no sé cómo no te pones malo enano, que manera de engullir tienes- expresó asombrado y volvieron a reírse alegres acompañándolo a comer charlando animados y felices.
Estaba siendo una velada realmente familiar y encantadora charlando todos con todos y riéndose alegres con las bromas de tío Santiago que era el más bromista y picaruelo de los hermanos.
-Bueno, llegó la hora de la sorpresa- anunció animada Carmelita la esposa de Joaquín levantándose, ellos tres se quedaron intrigados debido a las sonrisas satisfechas del resto mirándolos emocionados
-Te ayudo- se ofreció amable Uxía y ambas se fueron a la parte baja de la casa donde se veía a través del ventanal una cocina
-Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz…- canturreaban de regreso portando una gran tarta con velas encendidas y el resto los acompañó impactando a Alonso que tragaba repetidamente saliva intentando controlar su emoción
-¿Entiendes ahora por qué estaban cerradas nuestras joyerías preciosa?- expuso Gabriel guiñándole ameno un ojo a Isabella que sonrió asintiendo con la cabeza- Venga hijo, sopla rápido o la tarta sabrá a cera- animó a Alonso al verlo inmóvil observando incrédulo la tarta colocada ante él; Alonso obedeció apagándolas de un rápido y preciso soplido y todos aplaudieron vitoreando alegremente
-¡¡Venga, venga, los regalos!!- exclamó entusiasmado Carlos, el primo más joven de Alonso que tendría apenas doce años, corriendo dentro de la casa y regresando con un montón de paquetes que le entregó con una inmensa sonrisa a un aturdido Alonso por tanta inesperada sorpresa; le besó agradecido la mejilla antes de recogerlos y posarlos sobre la mesa
-Dios, yo… no me esperaba esto…- balbuceó apenas en un hilo de voz producido por el inmenso nudo que tenía en la garganta provocando las sonrisas tiernas del resto, Isabella lo besó cariñosa la mejilla
-Nosotros te lo íbamos a dar esta noche, pero ya que están todos… esta es mía y esa de Miguel- expresó entregándole dos cajitas que sacó de su bolso y él le sonrió agradecido. Observó que todos lo miraban expectantes esperando que los abriera
 -¿Por dónde empiezo?- exclamó abrumado por tanto paquete provocando de nuevo las risas divertidas de todos
 -Polo meu- anunció emocionada la abuela mostrándole uno de los paquetes, él obedeció: era una hermosa esclavina de plata masculina pero muy fina
-Wow, es preciosa abuela; gracias- expuso agradecido besándola cariñoso en la mejilla y todos pudieron percibir la alteración de la pobre anciana al oírlo llamarla abuela
-Pues ahora el mio, a ver si yo también tengo suerte- indicó el abuelo provocando las risas de todos
-Claro que sí abuelo, aunque no lo haya visto aún, sé que me gustará- respondió más resuelto besándolo también y el anciano le sonrió complacido, el suyo era una hermosa estilográfica de plata que lo dejó asombrado- Dios abuelo, es preciosa- exclamó pasmado
-Todo un futuro arquitecto debe llevar una buena estilográfica en el bolsillo- aclaró satisfecho y ambos se sonrieron alegres
-Es muy parecida a la que lleva mi padre…- indicó ameno Miguel examinando la hermosa pluma- ¡Ey Isa; mira esto!- se alegró al ver la firma del diseñador en el raso de la caja- ¡Si es un diseño de mamá!- ellos la examinaron y rieron felices
-¿Vuestra madre es la diseñadora de Sweet Dreams?- peguntó pasmado Gabriel y ellos asintieron; él sonrió dichoso- Ella es la primera esposa de vuestro padre, eso quiere decir que regresaron al final después de tantos años… - ellos ahora sí que estaban totalmente confundidos ¿Blanca y Jorge habían estado divorciados y volvieran a casarse al cabo de los años? ¡¿Cuántos secretos de familia habría más?!- Y eso significa que no todo puede estar perdido a pesar de los años- añadió esperanzado y, aunque ellos tres no lo entendieron, sus hermanos sonrieron enternecidos
 -¡Por eso me adoptaron en Milán mamá y papá Franco!- exclamó Isabella como si al fin comprendiera algo que estuviera rumiando hace tiempo, Alonso la miró intrigado- Siempre me pregunté por qué me adoptara papá Franco y no mi verdadero papá… ¡¡porque de aquella no estaban juntos!!- indicó satisfecha Isabella
-¡Pues me hubieras preguntado a mí!- contestó socarrón Alonso- Me acuerdo perfectamente cuando apareció tía Blanca acompañada de aquel incordio de niña; ya nunca nada fue igual- aclaró bromista y ella se hizo la ofendida golpeándolo suavemente en el pecho, él la abrazó tiernamente contra su cuerpo besándola en el pelo mientras todos reían divertidos.
 La tarde pasó demasiado deprisa para todos y una hermosa y espectacular puesta de sol que enrojeció todo el cielo les avisó que llegaba a su fin. Todos observaron sonriendo enternecidos cómo Isabella buscó cobijo mimosa entre los brazos de Alonso así el sol se metió sin dejar de charlar alegre con las tías y la abuela y como él la abrazaba muy cariñoso contra su cuerpo instintivamente sin tampoco perder el hilo de la conversación que mantenía con su padre, abuelo y tíos. Se percibía a leguas que entre ellos dos había algo más que solo el típico y normal amor de primos, pero nada comentaron
-¡Ey, Juan Alberto y Manuel me invitan a ir con ellos y sus amigos a la verbena ¿vamos, no?!- expuso alegre Miguel que había formado un grupo aparte con los primos de Alonso entablando buena amistad con ellos
-Claro, no hay problema ¿tú quieres ir?- le preguntó a Isabella besándola amoroso en la frente, ella sonrió encantada asintiendo con la cabeza y mirándolo con tanto amor que todo quedó muy claro para el resto de la familia- pues vamos entonces, aún tenemos que pasar por el hostal a cambiarnos- resolvió besándola de nuevo en la frente
-¡¿Qué hostal?! ¡¡Vosotros os quedáis aquí hasta que os vayáis para Vigo!!- resolvió tajante la abuela
-Abuela, ya tenemos las habitaciones reservadas y…- denegó amable Alonso pero la anciana negaba rotunda con la cabeza
 -Mamá, son jóvenes; déjalos que se diviertan- intermedió Gabriel
-Y yo no soy tan vieja, sé a qué te refieres- exclamó molesta- aquí tamén poden durmir xuntos que non nos vamos a asustar- añadió resuelta provocando que Miguel soltara una sonora carcajada e Isabella se sonrojara tremendamente
-No abuela, no es eso- expuso incómodo Alonso- pero ya hemos reservado las habitaciones para toda la semana y ahora no es plan de dejar plantado al dueño ¿no crees?- indicó tierno aunque la abuela no parecía convencida- Mira, haremos una cosa; mañana domingo te prometo venir a pasar todo el día con vosotros ¿de acuerdo? Y además, cómo vamos a pasar aquí toda la semana, prometo venir a visitarte todos los días ¿vale?- expresó cariñoso besándola tierno en la sien y la mujer sonrió más satisfecha
 -¿A qué hora queréis que os recoja mañana?- expuso Gabriel cuando ya los dejaba ante la puerta del hostal
 -No te preocupes, tengo coche y ya me sé el camino; estaremos allí a la hora de comer- indicó animado y ambos se sonrieron complacidos mientras descendían del coche
-Alonso…- lo llamó su padre antes de que cerrara la portezuela, él se agachó levemente para poder mirarlo- El lunes, con tus tíos… ¿vendrá también tu madre?- preguntó interesado con un esperanzador brillo en los ojos, él sonrió ameno asintiendo con la cabeza y su padre esbozó una feliz sonrisa- hasta mañana entonces hijo
-Hasta mañana papá- correspondió a la despedida y pudo apreciar el profundo suspiro que él exhaló impactado por aquella palabra que oía por primera vez de la boca de Alonso.
 Se encontraron con los primos de Alonso y sus amigos en la cafetería en la que quedaran y pasearon alegres por el pueblo de camino a la plaza central que era donde se realizaba la fiesta amenizada por un grupo bastante conocido en Galicia y que tenía al pueblo abarrotado de seguidores que habían venido expresamente a verlos. Ya en la plaza y animados por la música, todos bailaban con todos arrebatándose unos a otros con total descaro sus parejas provocando las risas divertidas del resto. Después de algunos bailes más y ya agotados y sedientos, se acercaron al chiringuito a tomar algo y siguieron conociéndose muy animados un par de horas más. Era increíble lo bien que se llevaban todos pese a la diferencia de edad que había entre ellos, Juan el mayor pasaba de los 24 y Carlos el más pequeño tenía solamente 13; se percibía a leguas que eran una familia muy unida. Los más jóvenes junto a Miguel se marcharon a “inspeccionar” el ambiente “a ver si pescaban algo” expuso Manuel y les hizo mucha gracia, quedándose solos las tres parejas: Juan con su novia Cris, Alberto con la suya, Alicia; y ellos. Los músicos empezaron a tocar una balada y las otras dos parejas se animaron a bailar, también Alonso tomó a Isabella por la cintura y bailaron muy pegados mirándose enamorados y no pudiendo evitar besarse deleitados. Pero las manos de Alonso posadas en su espalda le hacían arder la piel incluso a través de su rebeca, y cada beso la sublevaba inmensamente. Isabella sentía como se inflamaba cada vez más sus adentros deseando más de él, deseándolo todo de él, como la noche anterior; y cada vez se oprimía más contra su cuerpo entregándose más ardiente en cada beso reaccionando Alonso de igual manera hasta que al final se devoraban hambrientos ciñéndose ansiosos el uno al otro
 -¿Y si nos vamos ya, mi chiquita? No me aguanto las ganas de tenerte entre mis brazos pero desnudita- le propuso Alonso excitado al máximo oprimiéndola disimuladamente contra su entrepierna
-Estás tardando- contestó también acelerada y riéndose encantados se despidieron de las otras dos parejas con la excusa de que se iban a dar una vuelta y salieron tomados de la mano de entre la multitud a paso algo apresurado; se encontraron con Miguel que salía de uno de los bares del pueblo acompañado del resto de muchachos
-¿A dónde vais?- les preguntó despreocupado
-Nos vamos ya a dormir, estamos cansados; tú no te metas en líos y no te retrases mucho en volver ¿eh?- aunque Alonso procuró ser convincente, él sonrió malicioso al mirarle las miradas brillantes y deseosas y les dio las buenas noches sin demorarlos más.
Ya en el cuarto de Isabella se volvieron a apoderar codiciosos y desposeídos de sus bocas mientras se desnudaban presurosos el uno al otro. Isabella estaba arrebatada de deseo y clamaba con gemidos su incursión; él, tan necesitado y hambriento de ella también, le urgía tomarla y no pudo esperar más; elevándola en el aire al tiempo que ella rodeaba sus caderas con sus piernas apremiando imperiosa aquella invasión, la penetró implacable mientras devoraba con ansia aquellos preciosos y turgentes pechos endurecidos del deseo. Sin dejar de besarse inclementes disfrutando de aquella maravillosa unión, intentó llegar a la cama donde se derrumbaron sin dejar de acariciarse y besarse ambiciosos. Isabella, ágil como una gacela, cambió las tornas subiéndose sobre él y posicionándose mejor para obtener aquella fricción que tanto la hacía gozar encontrándola al instante. Cabalgó frenética frotando su clítoris contra el pene de Alonso que, entendiendo lo que buscaba, la fue guiando por sus caderas hasta que en apenas un par de minutos ella exhalaba un profundo y complacido gemido al tiempo que se batía suavemente debido al maravilloso orgasmo que sacudió todo su cuerpo. Pero no se detuvo, intransigente atrapó la boca de Alonso siguiendo con aquel baile despiadado en busca de más
-Despacio fierecilla o esto se acaba- le indicó dulcemente intentando frenarla en su loca cabalgadura
-No puedo Alonso, te juro que no puedo… esto es superior a mí- expresó entre gemidos anhelantes y él sonrió divertido
-Espera entonces- expuso mientras la tumbó en la cama y hundió su boca en aquel sabroso y tremendamente húmedo sexo llevándola de nuevo a aquella grandeza inmensa que volvió a desatarse en los adentros de Isabella haciéndola gritar de pleno gusto
-Oh Dios Alonso, esto es… indescriptible- exclamó exhalando un profundo suspiro intentando expulsar los últimos resquicios de aquella maravilla que le habían sacudido implacable todo su cuerpo, él la miró sonriendo complacido
-¿Más calmada mi preciosa fierecilla?- indagó meloso reptando sobre su hermoso cuerpo acercándose a su boca, ella lo miró pícara esbozando una sonrisa maléfica
-¡No!- exclamó resuelta volteándose rauda quedando de nuevo sobre él y sujetándole de las muñecas por encima de su cabeza inmovilizándolo
-De eso nada, ahora me toca a mí- expresó riéndose alegre girando al instante cambiando las posiciones
-Eso te crees tú- aclaró revolviéndose también pero él intentó evitárselo y rodaron por la cama sin percibir que ésta se acababa y acabaron ambos en el suelo riéndose a carcajadas
 -Joder- expresó Alonso cubriéndose los ojos con su antebrazo
 -¿Te has hecho daño?- se preocupó ella al verlo hacer aquel gesto, él descubrió apenas un ojo mirándola socarrón
-Sí: en mi ego… aun así, con caída y todo, acabaste tú encima- explicó divertido y ella rió complacida
-Sabes que no puedes conmigo, nunca has podido- murmuró melosa besándolo mimosa en los labios
-Porque siempre te dejo ganar para no escucharte- expresó desenfadado
 -Llámalo como quieras, pero siempre acabo yo saliéndome con la mía- resolvió vanidosa y, sonriéndose alegres, se besaron deleitadamente complacidos mientras sus manos ya comenzaban de nuevo a acariciar sus cuerpos con ardiente pasión.

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