sábado, 6 de septiembre de 2014


El martes, para sorpresa de Blanca, la estaba esperando a las puertas de la academia
-¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar trabajando?- le preguntó gratamente sorprendida de encontrárselo allí; él le mostró aquella maravillosa sonrisa que le erizó la piel
-No, libro los martes y venía a invitarte a pasear con mi madre; si te apetece claro- expresó animado y ella le sonrió encantada- aunque la verdad es que no podía dejar pasar esta oportunidad y tenía que verte, me come la curiosidad de lo que pueda suceder hoy… como día a día te vas aproximando poco a poco, a lo mejor hoy es mi día de suerte- repuso jocoso mirándola pícaro y ambos rieron amenos ante el desconcierto de las amigas de Blanca que no entendían nada.
-Pues no podemos permitir que esa curiosidad te siga reconcomiendo ¿no crees?- repuso juguetona y lo besó dulcemente en los labios ante las risitas guasonas de sus compañeras; al retirarse la desconcertó el rostro de Jorge con el ceño fruncido mirándola fastidiado- ¿Pasa algo?- indagó acobardada
 -¡¿Nada más?! ¡¿Eso es todo?! ¡¡Pues sí que me valió la pena cruzar la ciudad y estar aquí de pasmarote casi dos horas porque no sabía a qué hora salías!!- exclamó descontento y ella rió divertida como sus compañeras hacían
-Serás bobo- expresó melosa rodeándole el cuello con sus brazos al tiempo que él posaba suavemente sus manos en su estrecha cintura y se besaron dulcemente complacidos.
-Esto está muchísimo mejor, ni punto de comparación- declaró amoroso mirándola encandilado y ambos rieron alegres.
 Las citas se fueron repitiendo las semanas siguientes. Ambos se sentían muy atraídos el uno por el otro y les gustaba y disfrutaban estando juntos. Los sábados lo esperaba junto a sus amigas en el pub ya que Jorge salía tarde del supermercado, se juntaban ambos grupos acabando haciéndose buenos amigos las chicas con los chicos y de aquel nuevo grupo salieron dos parejas más. Pero los domingos la recogía en la residencia bien de mañana y lo pasaban juntos y solos. Los martes la esperaba a la puerta de la academia y pasaban una tarde maravillosa como siempre ocurría cuando estaban juntos mientras paseaban con Alejandra que se alegraba inmensamente de verla y, asombrosamente para Jorge, nunca olvidaba el nombre de Blanca; y eso que hasta a su propia hija Amelia, muchas veces no acertaba con su nombre. Poco a poco aquella atracción se fue convirtiendo en un amor sincero y profundo que los atrapó sin apenas darse cuenta. Aquella muchacha dulce, soñadora y divertida se caló en el corazón de Jorge hasta amarla profundamente y Blanca también amaba intensamente a aquel hombre cariñoso, tierno y sensato que le ponía suavemente los pies en el suelo cuando ella dejaba volar su imaginación demasiado alto.
Una madrugada de sábado, se despedían pesarosos delante del portal de la residencia. Se besaban ardientes, apasionados; no deseaban separarse y sus bocas ansiosas no podían apartarse mientras sus cuerpos se adherían a fuego uno al otro anhelantes.
 -Tengo que entrar Jorge, se me hace tarde- murmuró desalentada sin poder separar sus labios de los de él que la miró a los ojos fijamente
 -Te deseo tanto Blanca, que un día creo que voy a estallar- le murmuró afanoso aprisionándola contra él urgentemente
 -También yo deseo estar contigo, me muero de ganas mi amor- declaró ardiente, Jorge le clavó intensamente aquellos hermosos ojos castaños en los de ella
-¿Lo dices en serio vida mía?- expresó deseoso y ella asintió decidida con la cabeza y se sonrieron amenos
 -Mañana en vez de ir por ahí como todos los domingos… podíamos pasarlo en tu casa- le propuso melosa besándolo mimosa en los labios y él sonrió encantado
 -¿Por qué esperar a mañana ángel mío? Falta poco para las dos y ya es domingo- expuso animado y la volvió a besar ávido- Vente conmigo y aprovechemos bien este maravilloso día que se presenta increíblemente fantástico- exclamó resuelto y Blanca sonrió animada
-Dame unos segundos, lo que tardo en recoger ropa limpia- expresó resuelta corriendo dentro de la residencia
-¡Apúrate, apenas quedan dos minutos para que cierren las puertas y me quedarás atrapada ahí dentro!- le indicó nervioso pero ella regresó al instante con una pequeña mochila colgada del hombro; se rieron encandilados y, tomándola de la mano, se la llevó a su piso; ella se dejó guiar sonriendo radiante. Era un apartamento pequeño no muy lejos de allí que solo tenía una pequeña salita, cocina y una habitación con baño. Pero muy acogedor como pudo apreciar Blanca solo al entrar en él. Apenas pudo examinar algo más ya que Jorge la atrapó entre sus brazos así cerró la puerta y, devorándose ambiciosos de nuevo, se dirigieron al dormitorio. Fue una noche maravillosamente apasionada. Se entregaron frenéticos, rabiosos de apagar aquel fuego que los devoraba por dentro, pero a la vez tan hermosamente tiernos que los dejó cautivados y aún más enamorados si eso era posible. Desde aquella noche, pasaban entusiasmados todos los domingos en aquel mono apartamentito donde se entregaban apasionadamente.
Pronto Blanca empezó a quedarse desde el viernes a domingo. Para Jorge era fascinante llegar del trabajo y encontrársela ya en el piso hecha toda una preciosa amita de casa con la cena preparada esperándolo ilusionada. Eran unos días fantásticamente mágicos que siempre acababan con gran pesadumbre por ambas partes las noches del domingo frente al portal de la residencia. La despedida se alargaba cada vez más entre besos ardientes mientras se aferraban uno al otro sin ninguno querer separarse del otro.
-Tengo que entrar ya Jorge o Sarah me cerrará la puerta- murmuró abatida al ver a la encargada mirándolos fastidiada esperando un domingo más a que entrara
-Mejor- expuso raudo y se sonrieron divertidos; él tomó su dulce rostro entre sus manos y la miró apasionado a los ojos, ella le sonrió amorosa- Blanca… vente a vivir conmigo- le propuso de pronto mirándola deseoso
-¿Qué?- exclamó desconcertada
-Te quiero vida mía… ni te imaginas cuánto; deseo tenerte a mi lado y despertar junto a ti ya para siempre- declaró profundamente sincero, ella sonrió dichosa- ¿Qué me dices mi cielo?
-¡Que sí! Yo también te quiero amor mío y me encantaría vivir contigo- aclaró resuelta y muy feliz, se sonrieron complacidos y se besaron ardientes. El martes, aprovechando el día libre de Jorge, hicieron entusiasmados la mudanza.
 Los días eran felices en aquel que era ya su hogar, estudiaban juntos sentados en el sofá de la sala después de cenar. Entre bromas y caricias mimosas, acababan siempre en sesiones de amor entregado y apasionado. Aquel amor crecía cada día más y Blanca era tan cariñosa con Alejandra que hacía que Jorge aún la amara mucho más. Su paciencia y dedicación también influía en la buena mujer que la esperaba cada día más ilusionada. También Amelia hizo buena amistad con ella y, cuando estaba en la ciudad, pasaban las tardes riendo y charlando entretenidas de ligues pasajeros de Amelia en la compañía aérea donde finalmente era azafata; se percibía a las leguas que también se querían muchísimo. Aunque aquello no le extrañaba a Jorge, Blanca era tan dulce y tierna que era imposible conocerla y no quererla.
Una noche de sábado, Jorge la sorprendió con una romántica cena en Stylos. Sin esperárselo y en medio del postre, le pidió matrimonio. Blanca aceptó radiante y muy feliz. Tres meses después, un 16 de Marzo, se casaban en el juzgado en una bonita ceremonia acompañados de la familia de ambos y una docena de amigos. Había llovido toda la semana, pero parecía que los ángeles estaban de acuerdo con su unión, pues apareció un sábado radiante y precioso. Jorge la mirada hipnotizado durante toda la ceremonia. Estaba preciosa con aquel traje blanco roto de encaje sin mangas con forro en satén, que se ceñía a su hermoso cuerpo sinuoso y excitante. Su larga melena morena y lisa la llevaba en un recogido de medio lado dejando caer una coleta por su hombro izquierdo. Aquella bella mujer sería su esposa en breves minutos y no podía creérselo. También Blanca lo miraba cautivada, estaba tan arrebatadoramente atractivo y demoledor enfundado en aquel traje oscuro que le sentaba a la perfección marcando su ancha y musculosa espalda, que deseaba abrazarse a él y besarlo apasionada, no separándose ya nunca más de él.
Blanca acabó los estudios y logró entrar a trabajar en una empresa de diseñadores bastante importante; estaba tan contenta y entusiasmada que no cabía de dicha
-¡Ya estoy a un paso de mi gran sueño, mi amor!- le decía ilusionada abrazada amorosa a su cuello mientras él sonreía feliz
-Y yo muy, muy cerca para verlo, mi cielo- repuso dichoso besándola amoroso en las mejillas.
Su primer aniversario lo celebraron en Stylos, en la misma mesa donde él le pidiera matrimonio el año anterior; fue otra sorpresa de Jorge. Fue un detalle tan bonito y maravilloso que ambos decidieron que siempre lo celebrarían allí.
Jorge también sacó con éxito sus estudios y preparaciones a guardia jurado consiguiendo trabajo en una empresa farmacéutica con un sueldo increíble pero un horario horrible: de ocho de la tarde a siete de la mañana. Con solo los martes y sábados libres. Al principio lo llevaban bien, parecía que volvían a ser novios de nuevo con aquellos breves encuentros donde se entregaban rabiosos y anhelantes cuando él regresaba a casa haciéndose el amor intensamente aprovechando al máximo aquella escasa media hora de encuentro. Ambos estaban ardientes y ávidos el uno del otro y se entregaban plenamente y arrebatados de pasión. Pero aquel fuego se fue apagando poco a poco. Jorge llegaba cada día más agotado y Blanca ya no le esperaba desnuda e ilusionada. Apenas se cruzaban unas palabras en la cocina durante aquellos breves treinta minutos en los que se veían.
Aquella mañana Blanca desayunaba en la cocina fumándose su primer cigarrillo del día delante de un café absorta en sus pensamientos. Recordaba el principio de su matrimonio apenas hacía tres años; tan ilusionados y felices por aquella nueva etapa en sus vidas y aquellas noches maravillosas y ardientemente apasionadas ¿A dónde se había ido toda aquella pasión que se prodigaban apenas hacía un par de años?… ahora se veían cada vez menos, apenas quince minutos antes de ella irse al trabajo, ya que él llegaba cada vez más tarde y más cansado yéndose cuanto antes a la cama. Y para cuando regresaba al apartamento, solo se encontraba la ducha aún empañada oliendo a su after shave y los platos de una fuerte merienda cena en el lavavajillas… y últimamente ni eso… El sonido de la puerta la quitó de sus pensamientos, apagó la colilla en el cenicero y encendió otro
 -Hola cielo- la saludó cansadamente al entrar en la cocina besándola en la frente
-Hoy pareces más cansado que de costumbre ¿te encuentras bien?- indicó preocupada mientras él recogía un botellín de agua del frigorífico
-Sí, tranquila- contestó entrañable aunque pareció algo esquivo- Cielo, es el tercero y acabas de levantarte- le regañó tierno observando el cenicero donde ya había dos colillas, ella movió desinteresada los hombros y él movió la cabeza reprochadoramente mientras bebía el agua del botellín de un solo trago- ¿Puedes pasarte tú hoy a visitar a mi madre? A mí me será imposible- indicó mirándola esperanzado
-Sí claro, no hay problema- resolvió servicial y él sonrió agradecido; Blanca observó fijamente su rostro, se le veía más agotado y ojeroso que de costumbre- ¿Qué está pasando Jorge?- expresó preocupada y muy seria
-¿A qué viene esa pregunta?- expresó mirándola desconcertado aunque ella pudo percibir un nerviosismo en su mirada que la inquietó aún más
-Cada día te retrasas más en regresar a casa y te estás marchando más temprano, cuando llegó el baño ya está seco y no estás cenando en casa… Ahora me dices que no vas a tener tiempo de ir a visitar a tu madre cuando es tu máxima prioridad y hoy es martes, supuestamente, tu día libre… ¿Qué está pasando Jorge? Y quiero la verdad- instó decidida mirándolo inquieta, él sonrió tierno
-¿Qué está maquinando tu linda cabecita mi ángel? No está pasando nada cielo mío- repuso despreocupado tirando la botella vacía al basurero- solo estoy haciendo doble turno pues un compañero está enfermo; no te preocupes que te sigo amando con locura mi vida- expresó amoroso y volvió a besarla en la frente, últimamente esa era la única zona de su cuerpo que recibía alguna de sus caricias- Me voy a la cama, debo regresar a las dos; pero nos vemos esta noche- repuso cariñoso
-Esta noche no sé a qué hora llegaré- expuso apesadumbrada mirándolo abatida, él frunció confuso el ceño
 -¿Y eso amor?- expresó desconcertado
-Tenemos reunión los diseñadores con Emilie, debemos preparar la apertura de la nueva tienda en Italia y el tiempo se nos echa encima- Jorge también la miró descorazonado
 -Pues nada luego; intentaré esperarte despierto- expuso desanimado, se sonrieron desolados y se fue al dormitorio. Ella recogió su bolso y su gran carpeta de esbozos y se fue al trabajo.
Cuando regresó era tarde, pasaba de la una de la madrugada y Jorge dormía plácidamente. Se deslizó despacio a su lado para no despertarlo y él de inmediato e inconscientemente la abrazó acurrucándola contra su cuerpo besándola amoroso en la frente, se durmió sonriendo complacida.
La despertó el sonido del despertador, al abrir cansadamente los ojos, descubrió a Jorge mirándola apoyando su cabeza en su mano, ella le sonrió dulcemente
 -Buenos días ¿llevas despierto mucho rato?- preguntó amorosa cerrando de nuevo los ojos, le costaba despertar
-Llegaste muy tarde anoche, cielo- le indicó acariciándole tiernamente la mejilla
-Estamos apurados, se nos echa el tiempo encima para preparar la nueva tienda y no nos ponemos de acuerdo con los bocetos que debemos realizar para la exposición- él le acariciaba tierno el hombro, la besó apasionado en el cuello- Jorge… Tengo que ir a ducharme…- protestó remolonamente, su cuerpo y todo su ser deseaban tanto aquellas caricias…
-¿No tienes ni diez minutos?- repuso meloso besándola ardoroso por el escote del camisón, ella ya estaba excitada; cuanto anhelaba su piel aquellas caricias de su boca…
 -¡¡Oh Dios Jorge, cuanto te extraño amor mío!!- exclamó apasionada tomando cariñosa su nuca guiándolo hacia sus pechos que ya estaban endurecidos de deseo, él se dejó llevar y se entretuvo placentero en ellos, Blanca ya gemía deseosa de más- te quiero tanto, Jorge- añadió ardiente mientras él le recorría amoroso con sus labios su cuerpo que vibraba bajo su contacto; lo amaba mucho pero lo deseaba mucho más, su cuerpo añoraba sus labios y sus manos. Hicieron el amor deleitado, calmoso y ardiente. La entrega fue maravillosa, con una pasión que hacía tiempo no se prodigaban y Blanca sintió la satisfacción de apagar aquel ardoroso fuego que le ardía por dentro ya hacía tiempo. El trepidante final los embargó en una locura febril y casi atormentada que los arrastró a un abrumador embeleso lleno de calidez y pasión. Blanca percibió que él había estado igualmente afanoso de aquel momento y su entrega fue también excepcional.
-También te quiero, cielo mío- expuso jadeante mirándola complacido- Y no sabes cuánto te echo de menos todos los días acompañándome solamente tu perfume en la almohada
-Mi vida- repuso melancólica acariciándole tierna la mejilla- yo también te extraño mucho pero… ahora debo irme ya o llegaré tarde- expuso pesarosa, él se retiró de encima dejándola marchar, se recostó a su lado apoyando la cabeza sobre su brazo; ella lo miró penosa, su rostro estaba serio- Amor, debo ir- repuso melosa acariciando tierna su pecho
-No he dicho nada- expuso calmadamente, se miraron a los ojos y él esbozó una dulce sonrisa que ella le correspondió agradecida, la besó suavemente en aquellos labios carnosos que deseaba con locura- Anda ve, o se te hará realmente tarde cielo- ella lo besó amorosa en los labios también y se fue a duchar. Cuando salió del baño, lo encontró en la misma posición con la mirada clavada en el techo.
-Podemos preparar algo muy romántico y muy íntimo para el sábado- le propuso amena y él le sonrió apesadumbrado
-El sábado trabajo ¿recuerdas?- ella lo miró extrañada y él le sonrió ameno- Te lo conté ahí atrás mi vida: le cambié el turno a Jacobo para tener el miércoles libre, cielo… Es 16 de Marzo- indicó alegre y Blanca le sonrió complacida, no se había olvidado de su tercer aniversario, lo besó amorosa y él le correspondió deleitado.
-Ha venido Blanca a verme- le decía feliz aquella tarde su madre mientras paseaban
-Lo sé mamá, viene siempre que puede ¿no?
-Sí, todos los días; no falla uno- exclamó vanidosa y él le sonrió tierno, sabía que eran cuatro veces a la semana pero no le llevó la contraria- Está muy triste y apagadita hijo… aunque ella quiera disimularlo, yo se lo noto- le indicó rotunda
-¿Quién mamá?- le preguntó indiferente
 -¡Blanquita, hijo ¿de quién estamos hablando?!- él la miró desconcertado- ¡¡A veces pienso que no me escuchas!!
-No está triste mamita, está muy estresada con la nueva colección y los nuevos modelos para la inauguración de la tienda en Italia
 -No, no; está triste y yo se lo noto… sus ojillos ya no brillan como antes ¿La haces feliz Juan?- le reprochó dolida y él la miró confundido
-Hago lo que puedo mamita linda… Hago lo que puedo- murmuró apesadumbrado palmeándole cariñoso su mano sobre su brazo.
 Llamaron a la puerta de su despacho despacio, apareciendo seguidamente un joven que le sonreía con una hermosa sonrisa
-Aquí tienes los muestrarios de telas que querías- le indicó cordial entregándole unas carpetas, ella también sonrió jovial
 -Gracias Bruno; te los devolveré en seguida- contestó recogiéndolos
-Emilie quiere que subas a su despacho- le indicó; ella lo miró intrigada pero él solo movió los hombros- solo me avisaron que subieras pronto
-Con la apertura de esa entidad en Milán, vamos a dar un gran salto Blanca, como te imaginarás- le decía entusiasmado su jefe sonriéndole dichoso
-Lo sé, y estamos preparando modelos exclusivos y preciosos para esa ocasión que ya tengo casi listos- le comentó ella
-Ya los he visto ayer y tengo que decirte que los tuyos me asombraron, tienes un gran estilo pequeña… pero no es eso- la miró fijo a los ojos- Después de mucho pensármelo, he decidido mandarte a ti- Blanca abrió asombrada los ojos
-¡¿A mí?! ¡¿De verdad?!- expuso emocionada y él le sonrió complacido
-Sí, eres una de las mejores diseñadoras que tengo y confio en tu buen criterio; deseo que te vayas para prepararlo todo y tenerlo perfectamente listo para la apertura- Blanca estaba feliz, aquella muestra de confianza por parte de su jefe era muy importante para ella- Además… estoy pensando en que seas tú la que se quede al frente de ella- eso le sonó a gloria, podía ser el empujón de su carrera que tanto deseaba todos estos años- Piénsalo y háblalo con tu marido… espero tu respuesta cuanto antes- ¡Dios santo: Jorge! ¿Cómo había podido olvidarse de él? Se avergonzó pasmada
 -De acuerdo, le contestaré en cuanto tenga la respuesta
 -Espero que aceptes, es una gran oportunidad para ti- le indicó esperanzado y ella salió de la oficina ilusionada y dichosa.

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