viernes, 12 de septiembre de 2014


Julio observaba desconcertado y muy intrigado el gran cambio en Blanca tras la salida del banco; iba eufórica y besaba dichosa a su pequeña Isabella en sus brazos; se la veía de pronto tan radiantemente feliz que no llegaba a comprenderlo. Sus preciosos ojos negros y grandes siempre algo apagados que le daban aquel aire de intriga tan excitante, chispeaban ahora felices haciéndolos aún más hermosos.
Blanca iba en una nube maravillosa y se encontraba realmente feliz. Se había encontrado con su Jorge, con el amor de su vida y estaba aún mucho más guapo que antes.
-¿Cenamos esta noche? Ya te he conseguido una buena canguro de confianza…- le exponía al llegar a los talleres del que sería el nuevo local, pero ella se dirigió directamente a su despacho provisional
-No Julio, lo siento; te he dicho ciento de veces que no insistas… y ahora mucho menos- expuso resuelta sin esperar que Julio concluyera
 -¿Por qué ahora mucho menos?- interrogó curioso pero ella se encerró en su oficina sin contestarle dejándolo intrigado y apesadumbrado; pero no se daría por vencido. Aquella mujer le gustaba tremendamente y no se rendiría fácilmente.
 Dejó a Isabella en el suelo y tomó su móvil presurosa llamando a Francesco; sus dedos temblaban tanto de la emoción que apenas podía marcar el número
-¿Cómo vai mia ragazza?
 -¡¡Lo vi, Franco!! ¡¡Lo vi!! ¡¡Lo vi!! ¡¡Estuve con él!! ¡¡Realmente Madrid es muy chiquito caro mío!!- chilló eufórica dando pequeños brincos entusiasmada
-¿A quién mi piccola ragazza?
-¿A quién va a ser Franco?
-¡¿Al tuo Giorgio?!- indagó sobrecogido y también emocionado
-Sí, a Jorge ¡Gracias por olvidarte de renovar mis tarjetas; eres mi ángel cielito!- expresó henchida de felicidad y lo oyó reírse divertido- quedamos en volver a vernos para visitar a su madre… ¡Oh, Franco, soy muy feliz; está guapísimo!
 -¡Santa Madonna! ¿Cuándo?
-Tengo que llamarlo para quedar
-Hazlo pronto mia cara bambina… ¡No, mejore...Ya!- exclamó y se rieron divertidos- Me alegro mucho, pequeña; lo que daría por estar ahí para ver esos ojillos tristes volver a relumbrar de nuevo- repuso sin tono amanerado, muy tierno y dulce
-Te quiero mucho Franco ¿lo sabes verdad?
-Y yo a vosotras pequeña… ¡¡Llámalo en cuanto me cuelgues amore mio!!- remarcó decidido y volvieron a reírse alegres.
Cuando regresó a casa, se sentó abstraído en el sofá. Aún no podía creerse que la hubiera visto, que estuviera hablando con ella, que la tuviera frente a frente… Sonrió mientras se acariciaba la mejilla donde ella lo había besado Apareció Meli en la sala con su uniforme de la compañía aérea donde trabajaba tirando presurosa de su maleta; se asustó al encontrárselo allí sentado
 -¡Que susto me has dado! ¿Has llegado hace mucho?- indicó pero él no contestó, siguió ensimismado acariciándose distraídamente la mejilla- yo tengo que irme pero Gabi y mamá te están esperando para comer, no tardes…- pero siguió sin contestar- ¡¡Jorge!!
-Ya voy- contestó desganado, ella lo observó intrigada; parecía desconcertado, confuso
-¿Te ocurre algo hermanito?- le preguntó preocupada mirándolo inquieta mientras se acercaba a él
-No, nada- le contestó sonriéndole tierno pero ella le clavó una mirada inquisitiva indicándole que no le creía y él tomó aire profundamente- Esta mañana estuve con Blanca, Meli- dijo calmosamente
-¡¿Dónde?!- preguntó boquiabierta
 -En el banco- Amelia se dejó caer en el otro sofá frente a él mirándolo intrigada y expectante- Apareció ante mí, allí, de pronto, sin esperármelo- seguía mirándolo aún más interesada pero él no dijo nada más
-¡¿Y?!- indicó presurosa
-Y nada; hablamos amistosamente, recogió sus tarjetas y se fue
 -¡Jorge!- le regañó molesta
 -¡¿Qué?! ¡¡No pensarías que me iba a echar derretido a sus pies o tomarla a la fuerza sobre mi mesa!!- indicó irritado
-No, claro que no, no seas estúpido… aunque, si eso es lo único que te viene a la cabeza tras mi regaño, será porque así lo has deseado- indicó guasona, él la miró sorprendido y ella rió divertida- me refiero a que podías ser más explícito hombre; decirme como la viste, si te contó algo importante de su vida…- amonestó intrigada; un taxi empezó a tocar el claxon en la calle y él se levantó del sofá cansadamente
-Vas a perder el vuelo- indicó sereno, ella obedeció presurosa
-En cuanto regrese me tienes que contar todo con pelos y señales ¿me oyes?- indicó tajante recogiendo su maleta y se dirigió a la puerta corredera que daba al jardín; pero se volvió y lo miró intensamente a los ojos- De verdad Jorge ¿Cómo la encontraste? La última vez me asusté bastante al verla- indagó preocupada
-Muy recuperada cielo, guapísima… más bella que nunca Meli- expuso dichoso y ella sonrió feliz saliendo por la puerta corredera del jardín. Él sonrió ameno mirándola alejarse. Al día siguiente, se pasó todo el día esperando verla aparecer pero no regresó. Se fue desesperanzado y triste a casa, estuvo toda la tarde abstraído recordando a aquella Blanca tan cambiada pero más hermosa que nunca que había aparecido radiante en su banco. Al otro también tenía esperanzas de que apareciera, pero la hora de cerrar se aproximaba y ella tampoco apareció. Se quedó haciendo unos trabajos después de cerrar. Cuando salió se dirigió a su coche desmoralizado
-Jorge- le llamaron por el interfono aquel viernes- tienes una llamada por la línea tres
-Vale, la atiendo ahora- contestó distraído y, sin dejar de examinar los papeles que tenía delante, recogió el auricular- ¿Sí?
 -¿Jorge?- su nombre pronunciado por la dulce y melosa voz de Blanca le sonó maravilloso provocando que su corazón empezara a latir desenfrenado- Soy Blanca
-Lo sé, aún recuerdo tu voz- repuso bromista y la oyó reír divertida
-Perdona por no haberte llamado antes pero ando liadísima con la nueva tienda
-¿Tienes algún problema con las tarjetas?
-No, todo está perfecto; no es eso, te llamaba para…- calló unos segundos pareciéndole eternos a Jorge- Jorge, quería saber si te venía bien que visitara hoy a tu madre… me voy a tomar la tarde libre y me preguntaba…- balbuceó nerviosa
-Sí, claro que sí, cuando desees; ella siempre está en casa- la animó satisfecho- ¿Te doy la dirección?
-Sí, espera que apunto… Dime- le indicó la dirección que ella repetía para escribirla sin equivocarse- ¿Os viene bien sobre las cinco?
-Ya te he dicho que cuando quieras, siempre eres bien recibida- le contestó agradado
-Gracias, entonces a las cinco estaré allí… Jorge…
-Dime
-¿Podría suponer alguna molestia si llevo a Isabella conmigo?- preguntó inquieta- Es que nunca me separo de ella
-No, claro que no; nos encantará conocerla- repuso cordial, ella se lo agradeció y cortaron la llamada
Estuvo impaciente toda el mediodía, las cinco parecían no llegar nunca; su madre lo miraba también intranquila, se ponía siempre muy nerviosa al notarlo a él tenso. Decidió irse a dar una vuelta por la urbanización para desaparecer de su visión y que se tranquilizara. De regresó, observó un taxi detenido delante de su casa; la vio apearse con la pequeña en brazos mientras recogía unas bolsas del taxi; apuró su paso para ayudarla
-Deja que te ayude- indicó ameno al llegar a su altura recogiéndole las bolsas, Blanca le sonrió agradecida; aquella sonrisa seguía hechizándolo y desarmándolo- Pensé que tendrías coche, sino te hubiera ido a buscar yo- indicó cordial mientras pagaba el taxi pese a las protestas de Blanca
-Prefiero moverme en taxi; me es mucho más fácil- aclaró serena y se sonrieron amenos cambiando a la pequeña de brazo, se la veía más débil que hacía años y se percibía que la pequeña le pesaba
-Trae, yo te la llevo- expuso recogiéndola, la niña le sonrió alegre con una bonita sonrisa- ¡Pero si es chinita!- expuso sorprendido observándola asombrado, Blanca rió divertida
 -Siempre fuiste muy observador ¿en qué te diste cuenta?- bromeó burlona y se rieron divertidos entrando en la finca.
 -¡Papi, papi ¿a dónde fuíste?!- vio venir a correr alegremente a un niño de unos cuatro años hacia ellos dejando a Blanca fría y sin aliento; de repente la voz de Meli le asaltó la mente: “¿Sabes que se ca…?” ¡Sí, se había casado; como bien había sospechado que le iba a decir aquel día! Y no solo eso… ¡¡Tenía un hijo!! De repente empezó a pensar que había sido muy mala idea haber ido y unos deseos tremendos de irse de allí inmediatamente la abordaron. El niño se detuvo con gesto muy grave al ver a Jorge cargando a Isabella
-¡Uy, parece que hay algo de celillos!- expuso divertido y Blanca tragó nerviosa saliva; tenía la boca seca de pronto- ¡Ven aquí campeón!- lo llamó cariñoso acuclillándose y el pequeño se acercó despacio, alertado de la presencia de aquella niña en brazos de su papi- Mira Alonso que niña más bonita; viene a jugar contigo cielo ¿tú quieres jugar con ella?- le hablaba cariñoso y muy dulce; Blanca lo observaba con una sonrisa amorosa en su rostro: no había cambiado, era Jorge, su Jorge tan dulce y cariñoso de siempre. Atrapó al pequeño cuando se hubo acercado lo suficiente y le besó repetida y sonoramente en las mejillas haciendo que el pequeño riera alegremente
-¡Papi no! ¡¡Papi!! ¡Papi para!- protestaba feliz intentando escapar de su abrazo, Isabella reía también divertida aún sentada sobre la pierna de Jorge
-¡Papi, papi, papi!- le imitó burlón, Blanca reía entrañable viéndolos retozar felices- me vas a acabar con el nombre so bobo; anda, sé bueno y dale un besito a Isabella- el niño obedeció ya más tranquilo- ¿Dónde anda mamá mi campeón?- le preguntó ameno, Alonso señaló hacia una parte del jardín donde Blanca descubrió a Alejandra sentada en un banco de piedra acompañada de una mujer joven, más o menos de su edad. Su corazón latía presuroso, iba a conocer a la otra, a la que Jorge prefiriera a ella y ahora era esposa; sentía una mezcla de sentimientos cruzados: turbación, impaciencia, nervios, mucha curiosidad por saber cómo era, y sobre todo, rencor por aquella mujer que le arrebatara el amor de Jorge. Se fueron acercando, Jorge llevaba a Isabella de la mano mientras de la otra la llevaba tierno un Alonso mucho más amable; la sorpresa inicial ya le había pasado dejando paso a un tierno cariño con una niña más pequeña que él. Así se aproximaban a ellas, Blanca sentía más nerviosismo a cada paso que la aproximaba a aquella mujer ¿Cómo sería? ¿Sabría disimular su rabia hacia ella y su inmenso amor por Jorge? Y sobre todo y aquello la ponía aún más inquieta ¿esa mujer sabría quién era ella? Empezó a acariciar distraídamente su colgante.
-Mamá, mira quien te vino a visitar- le dijo cariñoso a Alejandra que los observó distraídamente, sus bellos ojos color almendra como los de Jorge la examinaron curiosa de arriba abajo y comenzó a juguetear nerviosa con la medallita como hacía Blanca con su colgante; sus ojos tomaron un brillo especial, la recordaba y se percibía que se estaba emocionando
-¡Eres…! ¡Eres…!- decía aturdida de la sorpresa
 -Hola Alejandra- le habló enternecida tomándole las manos cariñosa
-Blanquita, hija; que alegría- repuso finalmente abrazándola entusiasmada; al instante de oírla, la esposa de Jorge la miró sorprendida con unos bellos ojos grises indicándole sin lugar a dudas que sabía muy bien quien era aunque le sonrió amistosa y complacida; Blanca volvió a tragar saliva nerviosamente mientras intentó amable devolverle la sonrisa; no se podía decir que fuera muy atractiva, ni la ayudaba mucho su corte de pelo tan extremadamente corto, ni aquella forma de vestir tan recatada y sosa que más bien parecía de una religiosa recién salida de un convento; pero su rostro y sus ojos eran tan dulces y tiernos haciéndola realmente encantadora- Llevaba días sin verte, pensé que te enfadaras conmigo- siguió hablándole Alejandra sacándola de su exhaustiva examinación, Blanca sonrió dulcemente
-Que va, Alex, usted nunca haría nada para enfadarme; sabe que la quiero mucho- declaró acariciándole cariñosa las mejillas y la buena mujer sonrió feliz- es que estuve algo liada y no pude venir a verla, solo fue eso
-¡Mira, aún la tengo; no la he perdido, como te prometí!- le mostró orgullosa la medallita y Blanca le sonrió agradada
-Sabía que me la guardaría con cariño- se volvieron a abrazar alegres. Jorge las miraba conmovido mostrando una bonita sonrisa satisfecha
-Ven aquí, tenemos mucho de qué hablar mi niña preciosa- la guío a su lado donde estaba sentada la esposa de Jorge a la que apartó presurosa- Sal de ahí Gabi, déjale el sitio a Blanca- le mandó amable pero rotunda, Blanca se sintió mal por ella
 -Oh por Dios Alex…- exclamó conmovida por aquella mujer que obedecía sin reparos y sin perder aquella dulce sonrisa
-Mamá por favor, te tengo dicho que no trates así a Gabriela- le regañó también Jorge pero la mujer les sonrió amistosa
-No te preocupes Jorge, si la comprendo; lleva deseando mucho tiempo esta maravillosa visita ¿verdad Alex?- le habló melosa a la madre de Jorge besándola cariñosa en la mejilla, ella le sonrió agradecida- siéntese tranquila, señora Blanca ¿Le apetece tomar algo?- le ofreció amistosa
-No gracias, estoy bien- contestó mientras ocupaba su asiento junto a Alejandra que rápidamente volvió a recoger las manos de Blanca entre las suyas acariciándoselas con extrema ternura comprobando conmovida que realmente la había extrañado muchísimo como Jorge le había dicho
-¡¿Cómo qué no?!- protestó Alejandra- ¡Anda, Juan; trae café! Que esta muchacha es tan paradita la pobre que nunca llegará a ningún lado- le mandó a Jorge que sonreía divertido mientras la muchacha no hacía muestras de ofenderse ante sus reclamos
-De verdad que no quiero nada, Alex, estoy bien gracias; además, no puedo tomar café por prescripción médica- intentó tranquilizarla acariciándole cariñosa las manos también
-¿Y eso?- preguntó intrigado Jorge observando que sí estaba pálida y, aunque intentaba esconderlas con maquillaje, se le notaban ojeras bajo los ojos- ¿Acaso estás enferma?- parecía inquieto, Blanca le sonrió entrañable
-Lo estuve, pero ya estoy muy recuperada; aunque me detectaron anemia inmanente…- explicaba serena
-¿Y eso qué es?- la interrumpió curiosa Alejandra
-Que padece una anemia incurable Alex- indicó muy profesional la muchacha- podrá mantenerla baja cuidándose pero no se cura con nada- Blanca le sonrió agradecida de la explicación y ella le correspondió
 -¡Bah, paparruchas Gabi! La anemia se cura con hierro de toda la vida y yendo mucho a la playa de mar abierto- indicó rotunda y decidida provocando la risa de los tres- ¿Recuerdas Juan cuánto luchamos nosotros con nuestra pequeña Amelia? Siempre nos estaba anémica también, pero con lentejas, hígado y paseos por la playa se la curamos ¿verdad?
-Sí mamá- repuso serenamente, Blanca le sonrió divertida
-¿Sigues siendo Juan?- preguntó socarrona y él sonrió alegre
-No siempre, tuve una larga temporada que fui Jorge de nuevo; pero después de nacer Alonso, volví a ser Juan y él pasó a ser Jorge- se sonrieron entrañables Isabella corrió a los brazos de su madre pidiendo agua, Alejandra la tomó tiernamente
-¡Mira dónde anda nuestra pequeña Amelia!- la observó y se sorprendió- ¡Uy, esta no es mi Amelia!
-No Alejandra, es Isabella, mi hija- le dijo cariñosa, ella le miró extrañada
-¿Tu hija?- indagó intrigada, ella asintió cariñosa- ¿por qué no me dijiste que tuvierais una niña, Jorge? ¡A veces pienso que me tienes como un florero de adorno hijo!- le regañó a su hijo que la miró sorprendido mientras Blanca sonreía entrañable mirando curiosa la reacción de Gabi que también sonreía divertida- ¡Tengo que enterarme de las cosas por otros! ¡Así ocurrió con Alonso! ¡Me enteré de que había nacido porque Gabi me lo dijo cuando ya llegabais a casa con él!- estaba realmente enfadada
 -Mamá, mamita… cálmate e intenta escucharme por favor… Isabella es solo hija de Blanca mamá, no mía…- la intentó serenar Jorge acuclillándose delante de ella tomándole las manos cariñoso- mamá, Blanca y yo no estamos juntos ¿lo recuerdas? Intenté explicártelo muchas veces, haz el intento por favor mamita linda- le hablaba con ternura, la mujer lo miraba confusa
-¡¿Cómo qué no Jorge?! ¡¡Yo fui a vuestra boda, lo recuerdo muy bien, estabais los dos tan guapos…!!- estaba demasiado alterada y sus manos temblaban alarmantemente
-Será mejor que vaya a por sus pastillas antes de que sufra otra crisis- repuso inquieta Gabi
 -¡¡No, por favor Gabi!! ¡¡Las pastillas no, que me aturden mucho!!- sollozó aún más nerviosa
-Mamá tienes que tomarlas para serenarte, compréndelo por favor- la intentó convencer Jorge
-Déjame un segundo Jorge, por favor- indicó amable Blanca y él la miró poco convencido pero accedió- mamá Alejandra ¿Recuerda cuando le di la medallita?- le habló Blanca cariñosa tomándole tierna entre las suyas una de las manos que Jorge aún sujetaba y la mujer la miró nerviosamente acariciando la medalla en su cuello y asintió con la cabeza- ¿recuerda que le dije que me la cuidara porque tenía que irme muy lejos?- ella volvió a asentir- Pues fui a buscar a Isabella, Alex; ella no tenía papás y yo la recogí ¿me comprende? no es mía ni de Jorge Alex, es adoptada ¿lo comprende ahora?- la miraba confusa pero examinó atenta la carita de la pequeña que le sonreía inocente
-¡Oh, pobre criaturita! ¡Tan pequeñita y ya sola en este mundo!- entendió al fin, la tomó tiernamente en brazos besándola dulcemente en las mejillas y la pequeña le correspondió feliz; parecía mucho más tranquila y todos respiraron más calmados- Es preciosa Blanquita, tienes un gran corazón mi niña… Pero ¿esto no significa que no vayáis a tener vuestros niños propios, verdad?- preguntó inquietándose de nuevo, Blanca miró imprecisa a Jorge que también la miró desarmado
-No mamá, claro que no; tendremos también nuestros niños, pero más adelante ¿vale?- prefirió resolver finalmente, por hoy ya bastaba de sobresaltos; la mujer sonrió satisfecha y volvió a besar a la pequeña que corrió a jugar con Alonso.
Jorge se sentó junto a su madre quedando la buena mujer entre los dos y se quedó mirando jugar a los pequeños absorto sobre lo que su madre acababa de comentar mientras daba vueltas inconscientemente a su alianza. Sus propios hijos, un hijo de Blanca y él, un precioso bebé de ambos… ¡¡Había barajado tantas veces aquel precioso sueño estando casado con Blanca!! ¡Había pensado tantas veces en ello durante sus aburridas y eternas noches de vigilancia en el laboratorio!! Hasta que se convirtió en un inmenso deseo que quería realizar de inmediato y su rostro se ensombreció dolido al recordar con que ilusión iba a proponérselo aquella nefasta noche de su tercer aniversario…
Blanca estaba incómoda por aquel silencio en el que se habían quedado los tres. Miró disimuladamente a Jorge y, al descubrirle su rostro tan sombrío mientras observaba a su esposa jugando alegre con su hijo, sintió una desazón de como si estorbara y bajó abochornada su mirada a sus manos que enredaban con su alianza… ¡Dios santo, su alianza! ¡Qué estúpida había sido! Si se hubiera fijado antes en ella ya habría estado preparada y no hubiera sufrido aquel incómodo apuro que pasara al llegar a aquella casa. Retiró sus ojos de aquella alianza que tanto daño le estaba haciendo verla y miró a la mujer de Jorge jugando entretenida con los pequeños. Seguro que el rostro de Jorge estaba tan decaído porque estaba deseando unírseles y se imaginó la bella estampa familiar de los dos felices jugando con su pequeño… y aquello la hizo sentirse aún peor; ella sobraba allí, solo era una intrusa, una visita molesta… ahora sí que estaba convencida que había sido un tremendo error haber ido a aquella casa.

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