miércoles, 10 de septiembre de 2014


Por fin se abrió la gran tienda en Hong Kong con un éxito impactante. Era una de las tiendas más grandes y lujosas de la marca Emilie and Sweet Dreams. Las revistas más importantes de modas acudieron al evento fotografiando en cientos de estampas a una hermosa y elegante Blanca acompañada de un radiante y sonriente Emilie. Jorge las contemplaba recostado en su cama, estaba más bonita de lo que se podía imaginar pero desde hacía tiempo aquellos bellos ojos no eran los mismos que él conocía y aquella preciosa y atrayente boca no sonreía del mismo modo, solo dibujaba una dulce sonrisa apagada
 -Pareces triste mi amor- le decía apesadumbrado a la fotografía acariciándola tierno con sus dedos- ¿Qué tienes mi cielo? ¿Estás cansada o es que tu sueño no resultó lo que esperabas?
Recostada en su asiento del avión en la zona de primera junto a Francesco, se disponía a colocarse el antifaz para dormir
-¿Vas por fin a dormir algo, cara mía?- la animó cariñoso
-No tengo sueño, solo que no quiero ver esa película- respondió molesta desconectando los auriculares de su asiento
 -¡Pero si es una buena película: la tormenta perfecta!- se asombró
-¡Ya lo sé, por eso no quiero verla Francesco!- repuso irritada
-¡Chica! ¡Hablamos de George! ¡¡Mi George!!
-Sí, también lo sé- lo miró fastidiada- ¡¿Sabes qué mueren todos al final, verdad?!
-¡¡Caray, que carácter mía ragazza!!
-Eso digo yo, y eso que vuela en primera- repuso socarrona la azafata
-¡¡Meli!!- la saludó feliz Blanca al descubrirla
-Hola corazón- se abrazaron cariñosas- Ya sé de ti, enhorabuena, eres toda una celebridad
 -No, gracias a Dios la fama la tiene Sweet Dreams ¿cómo te va?
-Bien, yendo de un lado a otro como siempre- indicó y Blanca percibió tristeza en sus palabras
-¿Te ocurre algo Meli?- se interesó cariñosa, ella le sonrió entristecida
-Estoy ya algo cansada de todo esto cielo, de andar de un lado a otro siempre con prisas y sin apenas tiempo para mí… me gustaría detenerme y disfrutar algo más de la paz de un hogar y mi familia- ella le sonrió entrañable, la entendía muy bien, también ese era su deseo- Te veo bien, pero menos radiante ¿te pasa algo a ti?
-También extraña un hogar- indicó raudo Francesco, Blanca le golpeó el codo con el suyo reprendiéndole- ¡¿Qué?! ¡¡Es cierto ¿no?!! Aquí tu amiguita se pasa la vida trabajando, es aburrida a placer- expresó resuelto y Amelia sonrió divertida
-¿Y tu mamá cómo va?- intentó cambiar de tema
-Bien, ahí en la lucha; tuvo una vuelta ahí atrás y perdió algo de su ya quebrada memoria de nuevo pero seguimos en la lucha- la miró fijamente y Blanca le sonrió dulcemente- Pero de verdad que tienes mala cara cielo ¿te encuentras bien?
-Estoy muy cansada, todo este apabullante correr de las inauguraciones me afecta- repuso cansadamente pero parecía algo más- Meli…- la miró cariñosa y Amelia le sonrió animosa a hablar- ¿Cómo está tu hermano?- a Amelia le dio un brinco de alegría el corazón al oír preguntarle por él- Me acordé de él con esta película: fuimos a verla en nuestra primera cita- Se sonrieron amenas
-Bien, ahí luchando duro y diariamente con la enfermedad de mamá, es el que más la padece ya que ahora vive con ella; pero él está bastante bien
-¡Oh, la sacó de la residencia y se la llevó con él!- se sorprendió agradada porque le había hecho caso
-Sí y recuperó muchísimo desde entonces… ¡¡Ah!! ¿No sé si sabes que se ca…?
-¡Meli, ven en seguida!- la interrumpieron con premura desde la cabina
-Me reclaman; vuelvo después cielo- y se alejó rápidamente sin terminar de hablar, Blanca miró intrigada a Francesco que la miraba impresionado
-¿Es que está mujer no puede acabar nunca sus frases antes de irse caray?- protestó fastidiada, él sonrió divertido- ¿Qué iba a decir Franco? ¿Acaso que… se casó?- preguntó inquieta
-No lo sé cara mía, no lo sé; pero no sería de extrañar ¿verdad? Sino ¿para qué pedirte el divorcio?-aclaró rotundo sin nada de toque gay. Blanca se quedó entristecida esperando su regreso pero no pudo hacerlo, solo se cruzaron un leve adiós con la mano bajando del avión.
-¿No sabes a quién me encontré en este viaje a Hong Kong?- le decía divertida a su hermano sentados en el jardín
-A Blanca- respondió raudo sorprendiéndola, se quedó mirándolo boquiabierta y él sonrió jocoso- Viene de abrir una gran tienda allá, ya me enteré
 -Esta vez sí se atrevió a preguntarme por ti- expuso tierna
-Mira que bien- expuso serenamente sin darle importancia aunque por dentro todo se le removió ilusionado
-¿Sabes? No la encontré nada bien- comentó inquietada, él se preocupó, en las fotos tampoco parecía estar muy bien
-¿Qué le ocurre?- ahora sí parecía inquieto y eso agrado a Meli
-No sé, ella dijo que solo era cansancio de tanto trajín, pero no sé hermanito… la vi muy desmejorada, ojerosa y muy pálida, la verdad- Jorge no contestó nada pero en sus adentros se quedó muy intranquilo.
Volvió a hundirse en el trabajo sin hacer ese viaje a España un año más, Francesco observaba apesadumbrado como su amiga iba desmejorando con el paso del tiempo; seguía adelgazando por su salta de comidas, el café lo tomaba por litros y aquel cenicero siempre estaba desbordado de colillas. Su tono moreno de hacía seis años, cuando llegara llena de ilusiones y sueños a Milán, se había apagado volviéndose muy pálido y triste. Unas enormes, profundas y oscuras ojeras que intentaba disimular con maquillaje, se habían instalado bajo aquellos bellos y grandes ojos negros tan apagados y llenos de tristeza en comparación con los brillantes e ilusionados de hacía unos años. Le preocupaba mucho el estado de su buena amiga, estaba desmejorando a pasos agigantados.
 -¡Ya está bien!- repuso enfadado un día entrando en su oficina arrancándola de su mesa de trabajo
-¡¿Qué haces?!- protestó duramente
-No quiero verte aquí más, nos vamos a tomar el día libre- indicó rotundo llevándosela fuera del despacho
-¡Estoy en pleno diseño de invierno, Francesco!- seguía protestando siendo remolcada por él fuera del edificio
-¡De dentro de dos años Madonna santa!- indicó sin detenerse- ¿No me irás a decir ahora que no tienes tiempo? Además, te tengo una sorpresa- repuso deteniendo un taxi
-¿Qué sorpresa?- él le sonrió feliz
 -No te la voy a decir, así que no insistas- expuso radiante dejándola muy intrigada
 Llegaron al consulado chino dirigiéndose directamente al despacho del cónsul; Blanca estaba realmente confusa ¿qué hacían allí y que hiciera el alocado de Francesco?
 -Hola bellísima, Jung Li nos está esperando- le dijo cordial a la secretaría que le sonrió alegre
-Lo sé, pasen; él vendrá en seguida- les acompañó a dentro del despacho- ¿Un café?
-Gracias preciosa, para mí un cappuccino; para mi amiga un chocolate
 -¡Francesco!- protestó Blanca
-No hay más café para ti en lo que te resta de vida, señorita; llevas más de dos años alimentándote solo de eso y se acabó a partir de hoy- la secretaría se retiró regresando en seguida con el pedido y acompañada del cónsul
-¡Francesco!- lo saludó amistoso dándose un amistoso abrazo
-Querido Jung Li, esta es Blanca- la presentó alegre
 -Encantado señorita- le besó la mano caballerosamente y Blanca sonrió cohibida- Ni te imaginas lo que me costó conseguirlo mi querido amigo; no sabes lo difícil que se está poniendo eso últimamente, pero al fin lo hemos logrado y llegó esta mañana…- repuso dirigiéndose a su mesa, Francesco sonreía feliz tomándole cariñoso las manos a Blanca. El cónsul apretó uno de los botones de su teléfono- Tráiganla ya por favor- repuso. Una señora bien vestida y con rostro agradable entró cargando cariñosa una niña china de apenas dos años; Blanca sintió que el corazón se le oprimía de felicidad e ilusión, aunque estaba reticente aún a hacerse ilusiones; miró enredada a Francesco que le sonrió dichoso
-Ahí la tienes, cara mía: la tua bambina- ella rompió a llorar de felicidad recogiendo a la pequeña entre sus brazos. En el viaje a Hong Kong hicieran un desfile benéfico para recaudar fondos para los orfanatos chinos donde los niños pasaban bastantes necesidades. Durante la exposición de diapositivas, Blanca lloró desconsolada por aquellos pequeños llenos de penurias y deseaba sacarlos a todos de allí. Francesco buscó la forma de adoptar a una gracias a sus buenos e importantes contactos en todas partes- A todas no te las pudimos adoptar… ¡Pero todo se andará!- bromeó cariñoso y ella le sonrió radiante
-Gracias, Franco; eres mi ángel- le dijo llorando de nuevo abrazando a su pequeña tan bonita y tierna mientras la besaba apasionada en las mejillas y en sus pequeñas manitas.
-Ahora a cuidarte ¿eh? Nos vamos a ir al médico para que te haga una revisión completa y esta vez no acepto negativas- le dijo dulcemente él- Esta pequeña necesita una mamá fuerte y sana para salir adelante- se sonrieron felices y Blanca lo besó agradecida en los labios.
-Ha tenido muchísima suerte señora, no sé cómo aún sigue en pie y no le dio ya un síncope- habló alarmado el doctor revisando las pruebas que le realizara a Blanca; ellos se miraron atemorizados
-¿Es tan grave doctore?- expuso sumamente preocupado Franco
 -¡¿Grave?! Su esposa tiene una anemia descomunal, su recuento de glóbulos rojos es alarmantemente bajo; y su presión arterial está por las nubes… ¡¡está al borde de sufrir un infarto o un derrame cerebral en cualquier momento, señor Rossini!!
-¡¡Santo Dio!!- exclamó Franco sobrecogido
-No soy su esposa doctor- expuso resuelta Blanca
-¡Madonna santa mia cara! ¡¿Ma qué cosa succede?! ¡¿De todo lo que acaba de exponer el doctore Salvatore solo te preocupa eso?!- le reclamó atónito Franco, ella movió cohibida las cejas provocando una sonrisa divertida en el doctor
-Tranquilícese señor Rossini, pronto se recuperará; vamos a preparar su ingreso en el hospital y…
-¡¡No!!- exclamó rotunda Blanca abrazando ansiosa a su pequeña contra su pecho- ahora no doctor, por Dios se lo pido; le prometo seguir sus indicaciones al pie de la letra y portarme mejor que bien… pero no me separe ahora de mi niña- sollozó angustiada, el doctor la miró conmovido aunque se percibía a las claras que no estaba de acuerdo guardando silencio unos segundos sopesando su propuesta que a Blanca le parecieron eternos
-Está bien; vamos a probar una semana… pero si no mejora, acabaré ingresándola ¿me oye? No es ninguna broma lo que usted tiene señorita, está realmente grave
-Vale, estoy de acuerdo: si no me recupero me ingresa de inmediato, pero no ahora- remarcó decidida
-Lo primero y más urgente es que se busque otro método anticonceptivo; las píldoras agravan muchísimo su estado…
-¡¿Má, per qué rayos estás tomando anticonceptivos sino tienes vida?!- exclamó asombrado Franco mirándola incrédulo
-¡¿A ti qué te importa imbécil?! ¡Metete en tu vida estúpido!- le reclamó ofendida y el doctor volvió a reír entretenido.
Cuatro meses después, era completamente otra Blanca distinta: feliz, radiante e ilusionada de nuevo. Trabajaba solo por las mañanas llevándolo mucho más relajado y siempre acompañada de la pequeña Isabella que correteaba por su despacho o por todo el taller. Aquella preciosa pequeña se convirtiera en el amor y juguete de todos. Luego dedicaba las tardes a pasearla y cuidarla como una gran madraza que resultó ser. Su recuperación también iba estupendamente bajo la atenta supervisión del doctor Salvatore, aunque aquella anemia ya nunca desapareció quedándole crónica y teniendo que tomar tratamiento de por vida con controles asiduos.
Acompañada de Francesco y del siempre atento Paolo que parecía una mosca cojonera siempre alrededor de ella, cosa que no le agradaba nada a Francesco pues no se fiaba nada de él y últimamente parecía querer interponerse entre él y Blanca aunque ella seguía sin verlo, revisaban los últimos modelos de la nueva colección. Blanca examinaba atenta un bello vestido de fiesta rojo muy ceñido al cuerpo de la modelo; un brocado de seda cubría el pecho recorriendo uno de los hombros dejándose caer elegante por la espalda. El cuerpo estaba adornado de pequeña pedrería haciendo la forma de un corpiño. Un gran broche también de pedrería sujetaba el brocado al tirante. Lo examinaba abstraída.
Así la descubrió un hombre que llegaba al taller, la observó interesado; con aquel mono de lino blanco estaba espectacular. Su cuerpo ceñido por el fino lino era hermoso y las piernas flojas del pantalón con aberturas a los lados dejaban ver unas piernas muy bonitas y bien formadas hasta medio muslo. Su larguísima melena lisa y negra como el azabache que le llegaba hasta la cintura, brillaba reluciente bajo los focos del taller
-No me gusta- repuso finalmente insatisfecha
-No, a mí tampoco- la secundo Paolo
-Claro, como no- murmuró molesto Francesco y él le lanzó una mirada furiosa; haciéndole un ademán burlón, Franco se alejó en busca de la pequeña Isabella
-Quítale el broche Lucía- le indicó a la modista
-Pero, está en el boceto señora Bianca- protestó ligeramente la muchacha
-Lo sé, lo hice yo ¿recuerdas?- repuso amable- Pero no me gusta nada; destaca mucho y despista la atención de lo más importante: el cuerpo de la modelo- repuso mientras se lo descosía hábil ella misma- Nuestros modelos gustan tanto porque nos centramos en el cuerpo de la mujer, no en los detalles- dio unos pasos atrás para examinar de nuevo el modelo- Ahora sí ¿no te parece Fran?- añadió satisfecha sin percatarse de que él ya no estaba
-A mí me gusta de las dos maneras; pero tiene toda la razón: el broche destacaba demasiado- le contestó sincero el recién llegado. Blanca se volvió sorprendida por oír una voz desconocida tras ella descubriendo a un hombre rubio, muy atractivo y elegante, con unos ojos grises preciosos; vestía un exquisito traje oscuro que le quedaba como un guante acompañado de una camiseta también oscura debajo de la chaqueta cruzada que marcaba su ancho pecho. Su sonrisa era encantadora
-¿Y usted es…?- preguntó intrigada, él sonrió más abiertamente ofreciéndole la mano amistosamente
-Julio Camino- repuso cordial, ella le estrechó la mano levemente; tenía unas manos finas, suaves y fuertes- Usted es Blanca, supongo- ella asintió con la cabeza- Soy su contacto en España para la nueva tienda que abriremos en Madrid, tenemos hablado bastante por teléfono- Blanca le sonrió agradada recordándolo- Aunque debo declararle que me he llevado una gran sorpresa; no me la esperaba así, realmente
-¿A no? ¿Qué esperaba luego?- preguntó curiosa
-Una mujer menos atractiva, realmente las fotografías no le hacen justicia- contestó sincero y satisfecho, ella se sonrojó
-Este diablillo se escurre como una lombriz- decía lozanamente Francesco trayendo de la mano a la pequeña Isabella que reía alegremente- ¡Oh, ya ha llegado señor Camino; benvenuto!- le saludó amable ofreciéndole la mano que él le estrechó amistoso
-Buenas Francesco- le dijo cordial- ¿Y esta belleza?- preguntó intrigado haciéndole carantoñas a la pequeña que le regaló una gran y feliz sonrisa
-Es mi hija Isabella- contestó Blanca recogiéndola en brazos, ella se fue directamente a jugar con su colgante de diamante
-Preciosa, como no podía ser de otra manera teniendo la madre que tiene- repuso galante mirando a Blanca fijamente a los ojos, aquellos impresionantes ojos grises la ponían nerviosa, parecían que podían atravesarla hasta llegar a leerle los pensamientos- Me manda Emilie para ponernos de acuerdo en los modelos que se mostraran el día de la inauguración; pero, la verdad, es que su máxima prioridad es que la convenza a que nos acompañe… está muy preocupado por sus evasivas al hablar de ello y teme que no vaya- ella volvió a sonreír amistosa y él le mostró una sonrisa atrayente y muy atractiva.
-Este Emilie…- repuso tierna moviendo suavemente su cabeza- sabe que no son evasivas, realmente estoy muy ocupada en estos momentos con la campaña de lanzamiento de mi nueva colección infantil
-Sí, eso nos ha dicho Paolo- indicó amable saludando con un leve movimiento de cabeza a Paolo que lo observaba todo en silencio- pero solo será una semana y Emilie cuenta con usted, se llevaría una gran decepción además de un disgusto terrible, sabe que la considera su talismán de la suerte; no hay tienda que usted no ilumine con su hermosa presencia en la inauguración para que sea todo un éxito- se sonrieron amistosos.
-Eso es una exageración, las tiendas tienen éxito porque Emilie es un gran empresario rodeado de magníficos diseñadores y usted lo sabe- protestó modesta
 -¡¡Ah, a mí no me diga nada!! ¡¡Son palabras de Emilie; yo hasta ahora no la conocía!!- expresó desenfadado levantando sus manos en forma de defensa y todos se rieron divertidos- Me encantaría conocer las instalaciones ¿puedo?- se mostró interesado y ella aceptó gustosa; aunque, para su decepción, lo acompañó Paolo en vez de Blanca.
-¡¡Que guapísimo es!!- dijo apasionado Francesco cuando hubieron regresado al despacho derrumbándose dramático en el sofá- ¡¿No te parece un adonis griego, cara mía?!
-Me parece un hombre atractivo y punto- respondió calmadamente dirigiéndose a su escritorio dejando a la niña sentada sobre ella mientras se acomodaba en su sillón, Francesco la miró sorprendido
-¡¡Como será ese Giorgio tuyo para este parecerte un simple hombre atractivo!!- expresó pasmado, ella le envió una mirada reprochadora con rostro dolido- Perdona mia bambina, fue sin querer… discúlpame- se excusó apesadumbrado. Regresó Julio acompañado de Paolo que le despidió amable ante la puerta del despacho de Blanca
-Me encantan como están organizadas estas instalaciones; ha hecho un trabajo estupendo aquí- la felicitó satisfecho sentándose despreocupadamente frente a Blanca cruzando sus largas piernas, el pantalón del fino traje marcó unas piernas robustas y fuertes
-Gracias- respondió tranquila; él miraba deslumbrado a Blanca, era realmente preciosa y aquellos grandes ojos negros cautivaban su mirada - suelta cielo, lo vas a romper- expuso melosa intentando soltar la mano de Isabella de su colgante pero fue inútil, él sonrió encantadoramente
-Parece que la pequeña tiene deleite por ese colgante- indicó ameno y ella le sonrió cordial
-Igual que la sua mamma; junto a esos pequeños pendientes, son las únicas joyas que luce en todos estos años después de haber creado auténticas maravillas- protestó Francesco despreocupadamente- la conocí con él y lo sigue llevando, creo que no se los quitará nunca- Julio y Blanca se miraban fijamente a los ojos
-Eso es que es un regalo muy importante y significa mucho en su vida- indicó decidido, Blanca acarició nerviosa el colgante
-Solo es un colgante- indicó rotunda
 -¿Está segura?- comentó clavándole de nuevo aquella tremenda mirada que la acobardaba y Blanca la esquivó nerviosa

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