sábado, 27 de septiembre de 2014



-¿Qué? ¿Nos damos el último baño antes de irnos?- animó Miguel junto a ellos sobresaltándolos, se había acercado tan sigilosamente que no se habían enterado de cuando llegara ni de cuanto había visto; lo examinaron detenidamente a ver si su rostro mostraba algo de inquietud, sorpresa o burla pero era completamente hermético, únicamente les sonreía entrañable esperando su respuesta a la propuesta del baño mientras su mirada seguía siendo cordial e inocente
 -Sí, vamos- contestó animado Alonso levantándose rápido y ágil
-Yo no, por aquí siempre está muy fría- denegó ella rotunda
-¡¿Cómo qué no?!- indicó socarrón Alonso mirando a su primo- ¡Vente Miguel, ayúdame!- decía cogiéndole ya por una pierna y un brazo a su prima; Miguel lo imitó riéndose divertido
-¡¡No, Alonso; no!!- gritaba mientras intentaba zafarse del viaje que realizaba en volandas en dirección al mar
-Una, dos,…- indicó Alonso balanceándola sobre el agua ya en la orilla para lanzarla a lo lejos ayudado de un Miguel que no dejaba de reír
-¡¡No por favor, Alonso!!- gritaba desolada
-¡¡…Y tres!!- resolvió finalmente y Miguel la soltó pero él no recogiéndola hábil en brazos antes de que contactara con el agua salpicándose solo levemente, ella se aferró a su cuello- La idea de tu hermano era buena mi chiquita- se burló jocoso sujetándola cariñoso contra él, Miguel reía a carcajadas
-No te lo perdonaría si lo hicieras- indicó ella sofocada por el apuro, se miraron amorosos y se rieron divertidos. La dejó resbalar suavemente por su cuerpo para sentir su gustoso roce mientras sus ojos se centraban solamente en ellos. Luego los dos muchachos se zambulleron al tiempo dejándola en la orilla. Intentó meterse pero, decididamente, el agua estaba helada y regresó a las toallas. Se recreó en verlos nadar y enredar en el agua divertidos mientras esbozaba una sonrisa alegre.
Siguieron el recorrido bordeando la costa. Aprovechaban cualquier momento a solas o un despiste de Miguel para besarse amorosos y deleitados pero con premura a soltarse para que Miguel no los descubriera. Acabaron en La Coruña, una gran ciudad que les gustó mucho pero no dejaba de ser una ciudad moderna y llena de gente presurosa como cualquier otra gran ciudad.
-Decididamente, nos vamos a centrar a partir de ahora en los pueblecitos y ciudades pequeñas- comentó ameno Alonso durante la cena en el hotel donde se registraran, ellos aceptaron animados su decisión. Así lo hicieron; los pueblos eran más humanos, más cálidos, y las gentes siempre les recibían con una agradable y sincera sonrisa. La locura de Isabella se desató aún más cuando llegaron a Camariñas, se entusiasmó como una niña con sus preciosos y famosos bordados de las hábiles palilleras
-¿Te imaginas las cosas preciosas que hará mamá con estas puntillas?- decía ilusionada mientras compraba alocadamente puntillas de todos los anchos y modelos, la siguiente le gustaba más que la anterior. Ellos sonreían amenos viéndola tan ilusionada. Alonso pagó las últimas escogidas y, tomándola tierno por la cintura, la alejó de los comercios
-¡Vámonos de aquí o acabaremos con el coche lleno de puntillas, pañitos y mantelerías!- bromeó jocoso besándola cariñoso en la mejilla, Miguel reía divertido mientras ella protestaba que quería ver más.
Muxia, Finisterre, Muros… Seguían su viaje, de cada sitio un lugar especial con sus maravillosos paisajes y sus gentes entrañables y amables. Les deslumbraba ver como los mayores hacían enormes esfuerzos para hablarles en castellano para ser entendidos correctamente
-¿Habíais visto alguna vez con gente tan amable y esforzada en ayudar?- indicó de una vuelta asombrada Isabella después de preguntarle a un anciano sentado al fresco delante de su casa la dirección de un buen hostal para descansar, ellos sonreían amenos
Aquella noche llegaron a Aguiño, un pueblito también marinero, les recomendaron una casa rural y allí se dirigieron. Era pequeña pero muy bonita; decorada como antaño, con sus paredes y techos forrados de madera y hábiles de agricultura antigua por todos lados.
-Yo me voy a ir a dar una vuelta por el pueblo- comentó animado Miguel durante la cena
 -¿Tú solo? Ni lo pienses- repuso decidido Alonso- Te acompañaremos
-Era lo que nos faltaba, perder al peque- bromeó divertida su hermana y se rieron explayados
 -El pueblo es pequeño y no soy Isabella, Alonso…- expuso burlón mirando malicioso a su hermana- yo tengo sentido de la orientación- los dos muchachos soltaron unas risas jocosas
-¡Ja, ja, que risa!- repuso ella simulando ofendida- todo porque me despisté en Muxia y os perdí
-Isa, no dabas ni con el coche; te encontramos completamente desorientada- indicó cariñoso Alonso y ella le hizo un gesto burlón mostrándole la punta de la lengua, él le tomó suavemente la nariz entre sus dedos agitándole la cabeza despacio mientras ella protestaba entretenida; sus miradas enamoradas se devoraban mutuamente.
-¡Como queráis, a mí me da igual ¿eh?!- expuso de repente Miguel sacándolos de su ensimismamiento mutuo- si queréis acompañarme, allá vosotros: yo solo quería dejaros un poquito solos para que no tuvierais que andar a las escondidas como últimamente… parejita- se sorprendieron por la confesión, se miraron entre ellos y volvieron a clavar su mirada en Miguel que reía recreado- ¿Os creéis que no me doy cuenta de vuestros piquitos presurosos a mis espaldas? ¡Ya os vi en Viveiro cuando os besabais como si se fuera a acabar el mundo mañana, chicos! solo esperaba a ver cuánto aguantabais- ellos se miraron confundidos, habían sido descubiertos desde el primer día y no había dicho nada
-¿Por qué no nos dijiste nada?- preguntó inquieto Alonso
-Ya te digo, esperaba a ver cuánto aguantabais sin daros un buen morreazo; por cierto, tenéis aguante ¿eh?- repuso ameno y ellos sonrieron entrañables
 -¿Vas a decirle algo a mamá, Miguel?- preguntó intranquila Isabella, él la miró ofendido
-¡¿Quién yo?!- repuso fastidiado por su comentario- ¡¿Quién crees que soy, hermanita?! ¡¡Eso es cosa vuestra!! Conmigo ni va ni viene… ahora, ya os andaréis con cuidado en Vigo, se os nota a leguas vuestras miraditas tiernas y esas caricias amorosas que intentáis disimular- decía socarrón y se rieron recreados.
-Entonces, si ya no hay problemas…- expuso animoso Alonso, sujetó la nuca de Isabella acercándola a él y se besaron ampliamente y plácidamente, deleitados y degustándose con gusto
-¡Ey, ahora tampoco os paséis ¿eh?! ¡Que uno no es de piedra!- indicó al cabo de unos minutos Miguel observando que no se detenían, se fueron retirando despacio depositando deleitados dulces besos en sus labios
 -Déjanos un poquito más Miguel que no sabes cuánto deseaba hacerlo- le murmuró sin poder dejar de jugar con los labios de ella que sonreía complacida
-Sí, si lo comprendo; pero tampoco os paséis ahora y que tenga que andar de pasmarote mirándoos- protestó de nuevo Miguel y se rieron divertidos. Después de pasar el día siguiente conociendo el pueblecito, siguieron rumbo. Ahora ya no tenían que esconderse y se deleitaban a cada momento en sus bocas mientras paseaban abrazados enamorados. Las rías bajas eran menos escarpadas que las altas y poseía más playas de fina arena, aunque para Isabella el agua siempre estaba fría, ellos disfrutaban de días playeros nadando y enredando en el agua mientras ella tomaba el sol.
En una de las playas de Sanxenxo, Isabella se relajaba bajo los calientes rayos de sol; entre el murmullo de las olas, las gentes y niños jugando en la arena se iba adormilando. Alguien empapado y tremendamente frío se le sentó encima de la espalda sobresaltándola al sentir las heladas gotas del mar sobre su espalda recalentada por el sol
 -¡¡Miguel, baja de ahí inmediatamente!!- increpó molesta- ¡¡me estás mojando y estás congelado!!- él se recostó sobre su espalda
-No soy Miguel mi chiquita- indicó amoroso hablándole tierno al oído, ella sonrió gustosa de oír la voz de Alonso y se volvió quedándose debajo de él que la miraba amoroso- él se fue a dar una vuelta con la muchachita que conoció ayer, así que… aprovechemos este momento mi gatita- expuso volviendo a acostarse sobre ella besándola complacido, ella le pasó mimosa sus brazos por su cuello atrayéndolo aún más. Se besaban entregados, sensitivos, deleitándose plácidamente. Las manos de Alonso acariciaban aquel cuerpo perfecto apresándolo deseoso contra el suyo, ella pasaba excitantemente las suyas por su espalda aprisionándolo ansiosa contra ella. Sus bocas pasaron a devorarse ávidas, anhelantes, mientras sus cuerpos reaccionaban ambiciosos rozándose avariciosos- Dios Isa, no puedo; para- exclamó de pronto alejándose de ella que lo miró descolocada- cielo, no sé qué me ocurre contigo pero nunca logró controlarme, mi cuerpo se dispara de manera increíble; será mejor que nos detengamos- aclaró abochornado, ella le sonrió dulcemente
 -Si quieres te ayudo a desahogarte- murmuró melosa ya intentando meter su mano dentro de su bañador, pero él la detuvo raudo
-¡Ey, mi fierecilla descarada; aquí no!- exclamó asombrado por aquella inesperada reacción suya y ella soltó una alegre carcajada- que linda te pones cuando sonríes así cielo mío- murmuró encandilado besando amoroso sus labios, ella le acarició los de él con la punta de su lengua y él volvió a escapar presuroso- mejor será que me de otro baño o sí que ya no podré levantarme- indicó socarrón besándola dulcemente en los labios y ella rió divertida viéndolo alejarse a zambullirse de nuevo.
-¡Wow enano ¿no te has pasado un poquito en prepárate? solo vamos a cenar!- indicó asombrada Isabella al ver salir de su cuarto a su hermano vestido informal pero impecable, muy perfumado y realmente atractivo
 -Es que quedé con Uxía para después, hay verbena en el centro del pueblo y dicen que está genial ¿os animáis a venir?
-Pues no es mala idea ¿qué te parece?- se animó también Alonso mirando esperanzado a Isabella que aceptó con un resuelto movimiento de cabeza
La plaza estaba hermosamente decorada con banderines y luces de colores, un grupo cantaba sobre el palco animando a la multitud que abarrotaba el lugar. Llegó la amiga de Miguel con otra pareja y se presentaron animados. Tomaron algo en un puesto ambulante y charlaron entretenidos riéndose animados los seis. Miguel y sus nuevos amigos propusieron subirse a las atracciones pero ambos denegaron quedándose solos. Alonso atrapó amoroso por detrás a Isabella apoyando su mentón en su hombro y empezó a moverse suavemente llevándola en una tierna danza, ella le acariciaba sus brazos rodeándole la cintura mientras se sonreían divertidos. Se volvió y le pasó los brazos por el cuello, bailaron despacio mirándose amorosos; se podía percibir su amor con una simple mirada a la linda pareja. Se besaron complacidos, tiernos, mientras seguían danzando muy despacio; aunque se iban aprisionando los cuerpos el uno al otro cada vez con más ansía y el beso se transformaba en delirio
-Para Isa… por Dios santo, detente- murmuró acalorado Alonso intentando soltarse de aquella deliciosa boca que lo devoraba ansiosa pero Isabella le sujetaba anhelosa el cuello evitándoselo- por favor Isa, detente mi ángel- imploró más angustiado; ella obedeció al fin y ambos se quedaron unos segundos mirándose con las miradas encendidas de pasión
-¿Qué hora es Alonso?- expuso de pronto mirándolo emocionada
-Muy temprano aún cielo- expuso mirándola incomprensible por aquel impulsivo arranque suyo
-Ya, eso lo sé; pero ¿qué hora?- insistió, él movió desconcertado la cabeza examinando su reloj de pulsera
 -Las doce y cuarto ¿por qué?- Isabella esbozó una sonrisa satisfecha
-Entonces ya es 13… feliz cumpleaños amor mío- expuso melosa besándolo amorosa en los labios, Alonso rió desarmado
 -Gracias mi ángel, ni me acordaba- respondió agradecido y la besó apasionado
-¡¡Pero yo sí!!- resolvió vanidosa y él rió entretenido- ¡¡No sabes que ganas tengo de darte tu regalo desde que lo compré esta mañana!!
-¿Ah sí? ¿A ver qué es?- expresó alegre extendiendo su mano para recibirlo, pero ella se mordió el labio inferior
-Lo dejé en el hostal- protestó mimosa mirándolo pícara en un intento de persuadirlo a regresar; él sonrió divertido
-Es igual cielo, me lo das después- repuso desenfadado besándola dulcemente en los labios
-Pero yo quiero dártelo ahora, me muero de deseos de entregártelo- protestó mimosa poniendo pucheritos como de niña cuando quería algo y él no se lo prestaba sabiendo que, de aquella forma, le era imposible negárselo; y volvió a funcionar, Alonso resopló rendido ante aquella carita hermosa
-Está bien, vamos entonces- resolvió finalmente y ella sonrió feliz rodeándole su cuello con sus brazos y lo besó apasionada.
-Espera aquí ¿no te muevas, eh?- indicó entusiasmada al entrar en su cuarto del hostal dirigiéndose al baño
-No tardes- indicó tranquilamente Alonso mientras cerraba la puerta y caminó despacio adentrándose en el dormitorio. Dio un par de vueltas y se sentó al borde de la cama esperando pacientemente- Isa cielo ¿qué haces? Mira que no hemos avisado a Miguel y puede andar buscándonos- protestó por su tardanza
-¡¡Ya voy hombre, relájate; solo es un segundo!!- repuso fastidiada por su reclamo- ¡Y de mi hermano ni te preocupes, seguro que está muy entretenido para pensar en nosotros; vi cómo le pasabas el par de condones antes de que se fuera a las atracciones!- indicó burlona y él rió divertido
-¿A ti no se te escapa una, no?- expuso socarrón apoyándose con sus codos en la cama recostándose ligeramente hacia atrás
-No ¿aún no te enteraste?- expresó vanidosa apareciendo al fin ante él y Alonso abrió atónito sus ojos al verla aparecer con un bonito pero muy corto y ligero camisón blanco que iba solo atado ante sus pechos con una lazada dejando ver la fina tanguita que llevaba puesta
-Pero… ¿qué coño…?- balbuceó desconcertado sin poder dejar de mirar aquel cuerpo precioso que mostraba aquel escaso y transparente camisón
-Me diste la idea esta tarde en la playa…- expuso melosa acercándose a él despacio, Alonso seguía sin poder moverse de la impresión- a mí también no sé qué me pasa contigo Alonso, solo con acercarte a mí o que apenas me roces, no puedo evitar que los pechos se me endurezcan hasta dolerme y siento una presión en el bajo vientre que me desespera- siguió hablando ya ante él, Alonso tragó saliva sin saber que decir y ella se aproximó aún más abarcando sus piernas entre las de ella- también te deseo enormemente Alonso, sé que estoy ya preparada para este paso y sé que quiero que sea contigo; como ya te dije: ardo en deseos de entregarme a ti- expresó deseosa hundiendo tiernamente sus dedos en el pelo de las sienes de Alonso que seguía mirándola incrédulo
-¿Estás… segura, chiquita? Mira que después no hay marcha atrás- expuso temeroso del paso que iban a dar y ella sonrió decidida
-¿Tú qué crees?- repuso resuelta y atrapó ardiente su boca, jugueteó excitantemente con su lengua dentro de su boca pero él no parecía reaccionar aún de la impresión- ¿acaso no quieres o no te gusta tu regalo?- indagó Isabella mirándolo maliciosa y él sonrió derrotado
-Como no lo voy a querer mi ángel si es el regalo más valioso que recibí en todos estos años- exclamó tomándola por la cintura y la recostó raudo sobre la cama al tiempo que volvía a atrapar aquella enloquecedora boca fundiéndose en un anheloso beso mientras se quitaba raudo el suéter que llevaba puesto dejando su musculoso torso desnudo. Isabella empezó a acariciar suave su ancha espalda excitándolo aún más. Le desató el coqueto lazo de raso que unía ambas partes del camisón quedando al instante descubiertos aquellos tersos y enloquecedores pechos que atrapó ávido con su boca provocando en Isabella pequeños gemidos de placer mientras deslizaba sus manos por los costados de Alonso desabrochándole los vaqueros y, retirándoselos lo suficiente para poder asir aquel fantástico miembro ya erecto y duro, empezó a acariciarlo suavemente incitándolo a él ahora a exhalar un gemido de plácido gusto que la hizo sonreír satisfecha. Él siguió recorriendo con su boca aquel precioso cuerpo desnudo saboreando su dulce sabor en cada rincón. Sus labios parecían brasas sobre su piel y sus manos le provocaban esa desazón que se la erizaba de manera increíble. Alonso seguía bajando y ella deseaba que no se detuviera, le enloquecía sentirlo. Cuando mordisqueó juguetón la fina tela de su tanga sintiendo su aliento cálido en su sexo a través de ella, no pudo evitar volver a gemir ansiosa y cuando apreció su lengua jugando en su sexo, sintió como se le removía todo por dentro produciéndole otro gemido de placer. Ese ardor crecía presuroso y le comprimía rabiosamente el vientre hasta que aquello explosionó dentro de ella y un tremendo espasmo le recorrió el cuerpo violentamente, sus manos se aferraron frenéticas a la colcha de la cama al tiempo que de su garganta salía un chillido impetuoso y su cuerpo se arqueó con voluntad propia. Todo aquello la dejó extasiada, nunca había degustado aquella tremenda sensación de placer. Alonso volvía a recorrer su cuerpo subiendo de nuevo a sus pechos; aquella delirante sensación no se apagó sino que volvía a crecer indomablemente, parecía que iba a perder la razón pues su cabeza estaba embotada y no podía pensar coherentemente, solo deseaba más y más, y su cuerpo desenfrenado así se lo instaba a Alonso que lo estaba entendiendo perfectamente y atrapó su boca fundiéndose en un grandioso beso que les supo de manera diferente, era algo indescriptiblemente sabroso. Alonso se enderezó y se retiró del todo los vaqueros junto a los boxers sin dejar de mirarse ambos a los ojos que brillaban llenos de amor y pasión regresando sobre ella y, atrapando de nuevo su boca, se besaron ardientes pero con una delicadeza asombrosa que los excitaba aún más si eso era posible. Volvió a retirarse levemente para poder verla a los ojos de nuevo
-Vamos allá ¿estás preparada?- murmuró meloso entrecruzando tierno sus dedos con los de ella que sonrió dichosa asintiendo con la cabeza- Ah no, espera un momento- resolvió de pronto alejándose de nuevo de Isabella que lo miró desconcertada
 -¿Esperar el qué Alonso?- expresó fastidiada por su alejamiento sentándose sobre la cama y observándolo rebuscar en los bolsillos del vaquero.

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