viernes, 19 de septiembre de 2014
-Tranquilo por favore, cálmese signore… Quiero decir que físicamente está perfecta ¿vero? todas las pruebas realizadas así lo demuestran- le habló sereno Salvatore y empezó a esbozar una alegre sonrisa mirando tierno a Blanca- Lo único es que… la signora Bianca sei incinta di due settimane; questo é tutto- aclaró satisfecho y todos se quedaron atónitos
-¿Embarazada? ¿De dos semanas?- murmuró ella sin dejar de mirar a los ojos a Jorge que también la miraba estupefacto
-Eso dicen- respondió examinando aquellos bellos ojos negros esperando su reacción. Ambos se quedaron mirándose fijamente unos segundos sin decir nada ni moverse
-Jorge… ¡Estoy embarazada!- explosionó feliz y se sonrieron dichosos abrazándose apasionados ante la alegría también de Franco que gritaba emocionado.
-Cielo ¡¡un bebé!! Un hijo nuestro, tuyo y mío, mi ángel- dijo emocionado besándola amoroso en los labios mientras sostenía su rostro tiernamente entre sus manos, ella lloraba ilusionada sin poder dejar de sonreír feliz- siempre soñé con ello vida mía… aunque ya creí que nunca se cumpliría- expuso encandilado aunque la miró retraído- Porque es mío ¿verdad mi vida?- indagó prevenido y ella lo miró lastimada
-¡¡Jorge!!- exclamó ofendida y él sonrió satisfecho
-Perdona mi ángel; perdóname, no me hagas caso, sabes que soy algo estúpido a veces- exclamó al instante besando amoroso sus labios y ella sonrió dulcemente. De pronto Jorge miró preocupado a los doctores- ¿Y la anemia? ¿O la presión arterial tan elevada? ¿Puede ser peligroso para ella ahora con este embarazo?- interrogó inquieto
-Hay que vigilarla mucho; no es nada fuera de lo normal que las mujeres en su estado tengan anemia, pero en el caso de la signora Bianca es algo más arriesgado, así que tendremos que tenerla bajo estricto control médico
-¿Y para el bebé? ¿Mi enfermedad podría afectarle a él?- se inquietó preocupada Blanca
-También habrá que vigilarlo; pero que padezca tanta ansiedad y que su anemia se dispare aunque usted esté comiendo tan desesperadamente significa que él se está ocupando de alimentarse muy bien y eso la debilita a usted mucho más; en el fondo que esté tan descontrolada es buena señal- se sonrieron dichosos y ella y Jorge se besaron complacidos y deleitados por la grata noticia.
-Cielo, nos volvemos mañana mismo a España- indicó rotundo Jorge sorprendiéndola- se acabaron las preocupaciones y este estrés que tienes diariamente; esa hipertensión debe controlarse, así que se arreglen como puedan pero tú e Isabella os venís conmigo de inmediato- observó su mirada fija en él, parecía preocupada y tensa- ¿O no vas a aceptar Blanca?- añadió inquieto, ella se lo pensó unos segundos
-Claro que sí mi vida… no me importa nada más que la salud de nuestro hijo en estos momentos y nos vamos cuando quieras- respondió contundente y se sonrieron satisfechos besándose de nuevo
-Estoy más que harto de tus sucias triquiñuelas para llamar la atención de mi niña, eres un desgraciado que solo sabes alterármela pero esto se acabó Paolo, debí hacerlo hace mucho pero aún estoy a tiempo: estás despedido- le murmuró resentido Franco a Paolo con voz gruesa y amenazante que lo dejó sobrecogido
-Te quiero Jorge, y hoy me has hecho la mujer más feliz del mundo- indicó amorosa sin darse cuenta de la conversación
-Tú sí que me has hecho el hombre más feliz del mundo, mi amor- respondió apasionado
-¡¡Todos somos los más felices del mundo!!- gritó entusiasmado Franco provocando las risas divertidas en todos.
-Yo me voy a arreglar lo de Japón Blanca; no te preocupes y descansa, me pondré en comunicación con Emilie y ambos nos ocuparemos de eso- indicó amable Julio besando tierno la mejilla de Blanca- enhorabuena, me alegro mucho por los dos- expresó mostrándole amistoso la mano a Jorge que se la estrechó encantado
-Y yo me voy a ocupar de los diseños de Nueva York; tuvo que haber algún error de entrega- indicó decidido Paolo
-Yo también voy a salir un momento cielo; debo avisar a Meli que todo está bien, se quedó preocupada- aclaró amoroso Jorge besándola suavemente en los labios, ella le sonrió cariñosa mirándolos salir juntos del cuarto.
Caminaban uno junto al otro por el pasillo sin decirse nada; al pasar por delante de los baños, Jorge le sujetó fuertemente el brazo y lo introdujo dentro de los aseos. Para más sorpresa de Paolo, Jorge lo agarró por las solapas de su chaqueta y lo elevó en el aire golpeándolo furiosamente contra la pared poniéndolo frente a él. Su mirada enfurecida lo aterró
-Tú provocaste todo esto maldito mal nacido, si algo llega a sucederle a mi esposa o a mi hijo, juro que te mato estúpido desgraciado- indicó serio y aterradoramente amenazante con una mirada que parecía brotar fuego de la ira que contenía, Paolo intentó defenderse pero no lograba emitir palabra, así que solo negó con la cabeza- no me lo niegues gilipollas: oí a Blanca por teléfono reprocharte que estaba harta de tus juegos poco antes de su desmayo y ahora Franco acaba de decir que lo hacías para llamar su atención y lo único que conseguías es ponérmela más nerviosa de lo que ya está… óyeme bien imbécil: aléjate de mi esposa, no se te ocurra volver a acercarte a ella nunca más ¿me oyes? ni para darle los buenos días ¿me has comprendido?- él asintió aterrorizado- Eso espero- Lo dejó suavemente en el suelo colocándole bien la chaqueta de nuevo ante la mirada aterrada de Paolo- Y ahora también espero que esos trajes aparezcan a la voz de ya porque entonces no encontrarás lugar en el mundo para esconderte y te juro que la próxima vez no seré tan amable- salió de los baños recomponiéndose la ropa dejando a Paolo recuperándose del terror pasado arrimado a la pared. Entró en el cuarto sonriendo, pero su mirada aún encendida y sus mandíbulas tensas le indicaron a Franco que no había llamado precisamente por teléfono ¿le habría oído reclamándole a Paolo? Se preguntó preocupado.
Regresaron al piso de Blanca, una nerviosa e inquieta Isabella la recibió llorosa
-¡Mia mamma ¿estás bene?!- lloraba la pobrecilla abrazada al cuello de su mamá
-Sí cielo, mamá está muy bien, tranquilita mi corazón- le decía enternecida acariciando amorosa su melena negra, la niña parecía tranquilizarse
-¡Jorge!- se entusiasmó al verlo corriendo a sus brazos, él la recogió entusiasmado abrazándola amoroso contra él y la besó tierno- ¿Y Alonso? ¿Dónde está?- lo buscaba ávida con la mirada
-Tuvo que quedarse en Madrid corazón- le indicó cariñoso y la pequeña se entristeció- pero está esperándote ansioso… mañana nos regresamos con él- la niña gritó entusiasmada abrazándose feliz a su cuello de nuevo
-Retorno a la España, papa Franco- repuso ilusionada y ellos sonrieron gozosos. El teléfono de Jorge sonó
-Es Meli- indicó cariñoso mirando a Blanca que lo observó confusa- Está bien Meli- contestó raudo a su hermana- nos regresamos mañana a casa los tres- indicó mirando a Blanca que le sonrió dichosa
-¿Pero qué fue lo que le ocurrió?
-Nada de peligro pero sí muy importante: te vamos a hacer tía, hermanita- ella chilló entusiasmada, tan fuerte que hasta la escuchó Blanca provocándole una sonrisa feliz
-Pero ¿cuántas veces habéis estado juntos vosotros dos?- preguntó burlona, Jorge miró a Blanca y sonrió divertido
-Una- repuso satisfecho
-¡Caray hermanito, yo necesité casi una semana con el padre de Alonso! No me extraña que estuvieras tan “exhausto” cuando llegaste a casa aquella noche- indicó maliciosa y se rieron explayados- No te preocupes de nada que me encargo yo de vuestra vuelta, me comunico contigo dentro de un momento…
-Pero que sea directo esta vez por favor, me has mareado con tanto trasbordo- protestó divertido
-¿Querías llegar bien o pronto?- repuso socarrona y se rieron los dos encantados- me alegro mucho por ti, hermanito; te quiero tanto…
-Y yo a ti, alocadita mía
-¿Pero no la habías llamado ya?- preguntó Blanca mirándolo intrigada así cortó la comunicación con su hermana
-No logré comunicarme con ella; ya sabes, la cobertura dentro de los hospitales falla a veces- contestó tranquilamente, su mirada se encontró con la de Franco que lo observaba fijamente. Algo iba a decir alarmando a Jorge pero su teléfono lo impidió, oía atento a su interlocutor clavando una mirada intensa en Jorge que cada vez se ponía más nervioso, sabía que se había dado cuenta de que acababa de mentirle a Blanca y no quería que preguntara algo delante de ella
-Mia cara, aparecieron los diseños y ya van camino de Nueva York; se habían quedado retrasados en talleres- aclaró así acabó la conversación sin apartar su mirada de Jorge que esbozó una sonrisa satisfecha, él también sonrió placentero
-Bueno, parece que las cosas se van arreglando al fin- expuso ella soltando un tranquilizador suspiro
-La llegada del tuo Giorgio fue como mano de santo, las cosas se están solucionando de manera "milagrosa"- bromeó pícaro provocando una sonrisa divertida en ellos, pero su mirada fija en Jorge le indicó que sospechaba lo que había ocurrido; él le sonrió amistoso y fue correspondido por parte de un Franco agradecido. Mientras, Blanca se dirigió a la mesita de la sala y abrió un pastillero que adornaba la mesa, recogió satisfecha algo en él y se lo colocó feliz en su dedo
-Esto es lo primero que tiene que regresar al sitio de donde nunca debió salir- repuso dichosa colocándose su alianza en el dedo y se la mostró feliz a Jorge mientras se aproximaba a él que le sonrió radiante
-El mío nunca salió de él- expresó deleitado mostrándole el suyo y, riéndose felices, se besaron apasionadamente complacidos.
-Le quiero señor Galán- murmuró melosa besándolo en los labios
-No sé si creerme yo mucho eso ¿eh señora Galán? Aún no se había puesto su alianza en estas dos semanas y se la quitó muy rápidamente- protestó juguetón mirándola intentando parecer resentido pero ella sonrió pícara
-Ya sabe usted que yo todo lo hago muy rápido: tanto lo malo como…- tomó la mano de Jorge y la posó cariñosa en su vientre; él sonrió deleitado- …como lo bueno- resolvió satisfecha y, riéndose felices, volvieron a besarse deleitados.
-Papa Franco… la mamma se da muchos besos con Jorge ¿no?- expresó pícara Isabella provocando la risa de los tres adultos
-¡Ay, la mia principesa, que no se le escapa ni una!- exclamó deleitado recogiéndola en brazos mientras seguían riéndose alegres- andiamo mi piccola bambina, pongámonos a preparar el equipaje para ese regreso a la tua España- repuso y la pequeña explosionó de entusiasmo de nuevo
Prepararon las maletas, cenaron entretenidos y, al irse Franco, intentaron acostar a Isabella que estaba demasiado excitada por el viaje y no había forma de que se durmiera hasta que al final cayó rendida al tercer cuento leído por un paciente Jorge mientras Blanca lo miraba completamente enamorada acostada en la camita junto a la pequeña que sujetaba su mano.
-Y colorín colorado, al fin la princesita se durmió… y casi mi reinita a su lado- lo oyó susurrar meloso sobre sus labios y Blanca sonrió divertida abriendo sus ojos y mirándolo encandilada- ¿Te dejo seguir durmiendo ahí o prefieres venirte conmigo?- indicó pícaro besándola dulcemente en los labios; ella rodeó con sus brazos su cuello y Jorge la recogió en brazos llevándosela al dormitorio mientras se besaban deleitados. Se desnudaron uno al otro despacio, descubriéndose mutuamente de nuevo, mientras sus manos y sus bocas recorrían sus cuerpos suministrándose un inmenso placer mutuamente. Jorge estaba llevando a Blanca a lo máximo del clímax con su boca en su sexo cuando se detuvo y, mirándose uno al otro, la penetró muy despacio. Aquel breve momento fue algo maravillosamente intenso; sus ojos y sus semblantes expresaban tanto y tan claro que era increíble. La entrega continuó parsimoniosa, pero tan esmerada y embriagadora que los fue llevando a un maravilloso frenesí delirante que les provocaba jadeos impetuosos excitándolos aún más y acrecentándoles aquel impetuoso deseo de traspasar las puertas del placer supremo que no se hizo esperar y, ante la mirada recreada de Jorge, el cuerpo de Blanca se estremeció repleto de inmenso goce entre sus brazos al tiempo que exhalaba un profundo y maravilloso gemido de complacencia. Satisfecho y gustoso de haber complacido a su amada, Jorge acrecentó sus embistes en busca de su propio placer y pronto también se vio sacudido por aquella descarga extraordinaria que recorrió implacable todo su cuerpo dejándolo lleno de placentero deleite. Felizmente extenuados, se abrazaron con pasión sonriéndose plenamente dichosos y Blanca, tras besarlo amorosa en los labios antes de recostar gustosa su cabeza sobre el pecho desnudo de Jorge, se quedó plácidamente dormida al instante para complacencia de Jorge que la observó deleitado mientras él también se dejó llevar por aquel delicioso cansancio hacia el sueño reparador que lo invadía.
Apenas acababa de quedarse dormido, cuando los sobresaltó el golpe de la puerta contra la pared al abrirse empujada por la impetuosa Isabella
-Mamma, ya he dormido mucho y aún no es domani… ¡y yo quiero voglio vedere a Alonso ya!- protestó mortificada y ellos rieron divertidos
-Como que has dormido mucho si apenas hace dos horas que te has acostado Isabella; anda, sé una niña buena y regresa a tu cama- le regañó melosa su madre pero ella puso pucheros mimosos enterneciendo a Jorge
-Anda, ven aquí mi princesita bella- le ofreció rendido a aquella carita tan linda los brazos y ella corrió alegre hacia él; Jorge la introdujo dentro de la cama entre ellos dos- Ahora sé buena como dice mami y cierra los ojitos un poquito más; verás cómo pronto se hace de día y volverás a ver a Alonso- le habló cariñoso besándola dulcemente en la frente, la niña le sonrió traviesa
-¿Dormir... aquí Jorge?- preguntó enredadora y él rió nuevamente
-Sí, aquí- contestó cariñoso y la niña sonrió feliz abrazándose a él
-Serás revoltosa- protestó tierna su madre pero la cubrió cariñosa con la sábana, Jorge le sonrió encandilado- y sospecho que va a hacer de ti lo que quiere como no te impongas- le indicó prevenida y él sonrió derrotado besándola amoroso en los labios. Al poco ambas estaban ya dormidas de nuevo ante la mirada subyugada de Jorge. Estaban preciosas con aquellos rostros relajados y felices sonriendo ambas levemente mientras se mantenían abrazadas mimosas una a la otra.
Llegaron a Madrid por la tarde y, al llegar a casa, se formó un tremendo jolgorio.
-¡¡Ya era hora de que llegarais caray, estaba deseando abrazar a mi cuñadita y a mi sobrinito!!- los recibió Meli impacientemente feliz que había adelantado su vuelta para estar en casa cuando llegaran y abrazó pletórica a Blanca acariciando dichosa su aún inexistente vientre provocando las risas divertidas de ellos mientras Alonso e Isabella corrieron eufóricos a fundirse en un gran abrazo al volver a verse y Alejandra se entusiasmó al ver a Jorge descargar las maletas del coche.
-¡¿Por fin regresas a casa mi niña?! ¡¿Ya no te vas a volver a ir?!- se emocionó abrazándose entusiasmada a Blanca que sonrió conmocionada por aquel inmenso recibimiento de todos.
-Bienvenida, espero podamos ser buenas amigas- le dijo amena Gabriela abrazándola amistosa
-Yo no lo espero, estoy segura- le contestó ella encantada y se sonrieron amistosas
Los días transcurrían tranquilos pasando las semanas a una velocidad increíble. A pesar de las protestas de Jorge aunque reconocía que le encantaba, Blanca se levantaba todas las mañanas para acompañarlo durante el desayuno y aprovechar aquellas primeras horas de la mañana, mientras los pequeños no despertaban repletos de energía y solo con la idea de jugar y corretear por todos lados llenando de alegría la casa y entreteniendo a Alejandra que disfrutaba viéndolos enredar felices, para trabajar en sus diseños en el taller de costura que Jorge le preparó en una de las habitaciones que daban al hermoso jardín o hablando interminablemente por teléfono solucionando problemas o dando precisas indicaciones. Luego solo se dedicaba a cuidar de los niños hasta que a las tres regresaba Jorge. Su llegada siempre era anunciada por el griterío entusiasmado de los niños corriendo felices a sus brazos llamándolo papi, cosa que Isabella hacía ya a los pocos días de llegar contagiada por Alonso; él los recibía amoroso entre sus brazos y los besaba sonoramente provocándoles carcajadas dichosas. Blanca acudía presurosa a la puerta a recibirlo y él sonreía feliz al verla
-Me encanta llegar a casa y verte por fin- le decía amoroso besándose apasionados. Después de comer, Blanca y Alejandra descansaban hablando entretenidas en las hamacas del jardín en compañía de Gabriela mientras Jorge era el que entretenía a los pequeños enredando juguetones. Muchas veces se quedaba absorto mirando a Blanca. Su recuperación había sido espectacular; había ganado algunos kilos, las ojeras habían desaparecido completamente y su lindo rostro ya no poseía aquella palidez volviendo un precioso color sonrosado a sus mejillas. Se la veía tan feliz y serena que lo llenaba de satisfacción. Cuando Meli estaba en la casa, ellas se pasaban horas contándose intimidades o consultándose problemas; a veces se iban de paseo o de compras las dos solas ante la complacencia de Jorge. Le encantaba verlas tan unidas; además, tras esos paseos, Blanca siempre regresaba aún más relajada y riéndose alegre con las divertidas ideas de su alocada hermana cosa que le satisfacía enormemente.
Los pequeños se habían convertido en inseparables y se querían con locura. Alonso cuidaba con dedicación de Isabella, tenía pasión por ella; aunque a veces las travesuras de la pequeña le hacían sacar su tremendo carácter enfureciéndolo, pero aquella preciosidad lo tenía completamente subyugado como le ocurría a Jorge y pronto se le pasaba perdonándola de inmediato. Un par de veces les habían desaparecido silenciosamente en un breve descuido de ellos y no aparecían por ningún lado. Tremendamente asustados, los buscaran desesperados por la casa sin dar con ellos encontrándolos finalmente metidos en el coche deportivo de Meli. Aquellas desapariciones empezaron a repetirse asiduamente y los mayores acabaron acostumbrándose, les encantaba jugar dentro de aquel coche haciéndolo su refugio y Jorge ya iba directamente a buscarlos allí cuando llegaba la hora de la cena o acostarlos.
Por aquellas fechas también volvieron a casarse, como solo era una mera formalidad ya que nunca en todos aquellos años habían sentido que aquel matrimonio estuviera realmente roto, fue una simple firma de papeles ante el juez acompañados de Meli y Franco como testigos pasando inadvertido para el resto del mundo.
Mes a mes, Blanca engordaba poniéndose aún más preciosa; el embarazo iba muy bien pero siempre bajo estricta vigilancia de los médicos. Alejandra disfrutaba acariciándole cariñosa la panza como hacía Alonso o Isabella, que se prodigaban en regalarle besos y caricias al nuevo hermanito. También Jorge estaba ilusionado con la llegada del bebé, la cuidaba y mimaba a todos momentos; la sorprendía de pronto abrazándola por detrás posando sus manos amorosamente sobre su barriga besándola tierno en la mejilla o en el cuello haciendo que Blanca se sintiera tremendamente amada por todos.
Estando Blanca ya de siete meses, Alejandra sufrió una dura recaída perdiendo ya toda su quebradiza memoria; desde entonces no volvió a reconocer a nadie a no ser a Blanca, que fue la única que se quedó instalada en su desmemoriada cabeza.
-¿Y usted quién es?- preguntaba sonriendo agradecida siempre que Jorge la besaba cariñoso
-Me llamo Jorge y la quiero muchísimo- respondía amoroso acariciándole la mejilla, ella sonreía dulcemente
-Jorge…- repetía quedándose pensativa y él esperaba ansioso que recordara algo- un bonito nombre, sí señor- resolvía finalmente sonriendo agradada destruyendo las esperanzas de su hijo que se quedaba desolado
-No te rindas mi vida, quien sabe: algún día puede recordar; no decaigas y démosle tiempo ¿sí?- lo animaba Blanca y él, aunque sabía que eso nunca ocurriría ya que esa enfermedad no era de las que remitían sino que avanzaba cada vez más, se sentía reconfortado con el inmenso amor de su esposa.
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