sábado, 20 de septiembre de 2014


Unos días después mientras cenaban, Alonso que llevaba todo el día demasiado revoltoso desquiciándolos a todos, tiró la leche sobre la mesa por no parar quieto a pesar de los miles de avisos que su tío le dedicó durante la cena. Jorge perdió los estribos totalmente y le regañó duramente provocando los lloros de él y, por consiguiente, los de Isabella también. Estaban tan unidos y compinchados que hasta las regañinas les afectaban de igual forma.
-¡Por Dios santo Jorge! ¡No le regañes así a Alonso, es solo leche caray! - increpó Alejandra de repente asombrándolos a todos
-Mamá…- repuso impresionado Jorge al observarla mirándolo fijamente, sabía bien a quien se quería referir, lo reconocía
-También tú eras un traste de pequeño y nunca te regañé de esa forma hijo, los niños son así y hay que tenerles mucha paciencia y comprensión- indicó cariñosa, Jorge se acercó a ella
-Mamá ¿sabes quién soy? ¿Me reconoces?- indagó esperanzado acuclillándose ante ella y tomándola amoroso de las manos
 -¡¿A qué viene eso Jorge?! ¡Claro que sé quién eres hijo, no soy idiota!- expresó molesta por aquella desacertada pregunta por su parte y todos sonrieron dichosos por aquella inesperada recuperación
-Mamita- sollozó emocionado
-Cielito ¿Qué te pasa hijo?- expresó impresionada por sus lágrimas y le acarició tierna la mejilla
 -Que soy muy feliz mamita- expuso pletórico besándola tierno en la frente.
 Pero aquel milagro pasó pronto volviendo las lagunas de Alejandra y olvidándolos a todos de nuevo; excepto a Blanca, naturalmente
El último mes de embarazo, Meli se quedó en casa sin realizar ningún viaje. Jugaba y enredaba con los niños por la casa como otra niña más ante las miradas divertidas de Jorge y Blanca. Después de acostar a los niños y con la casa tranquila y silenciosa de nuevo, se quedaban los tres relajados en la sala ante el agradable y acogedor calor de la chimenea. Blanca, siempre recostada en el sofá con la cabeza sobre las piernas de Jorge, charlaba entretenida con Meli mientras Jorge atendía el noticiero acariciando dulcemente su ya abultado vientre sonriendo feliz al sentir los movimientos inquietos y las patadas de su pequeñín. Aquella noche estaba demasiado tranquilo, apenas había sentido un leve movimiento con su piececillo.
-¿Hoy no está demasiado quieto?- indagó intranquilo Jorge, Blanca le sonrió cariñosa
-Lleva todo el día en plan tranqui, debe estar tomando sentido- bromeó dulcemente pero él no se rió
-¿Tú estás bien? ¿Te has mirado el azúcar y has tomado las medicinas?- siguió indagando nervioso. Meli rió divertida
-Sí pesado, yo estaba presente y está todo bien- le respondió tranquilizadora su hermana- Y eso es normal y tienen sus días hombre, no te asustes; verás cómo mañana vuelve a ser el mismo Miguel inquieto y revoltoso de siempre- repuso entrañable y su hermano le sonrió tranquilo- Lo que sí, podías aprovechar para descansar tú también; a lo mejor esta noche duermes mejor- le recomendó cariñosa a Blanca que llevaba unos días muy incómoda debido a su avanzado estado
 -Tiene razón Meli: aprovechemos y vayámonos a la cama; necesitas descansar- dijo Jorge besando dulcemente los labios de Blanca, ella intentó incorporarse y un fuerte dolor en el bajo vientre la encogió cortándole la respiración- ¡¿Qué tienes, cielo?!- se sobresaltó inquieto Jorge, también Meli se asustó; ella les sonrió calmadamente
-Debió ser una mala postura, ya pasó- indicó serena
 -¿Estás segura?- indicó preocupada Meli
 -Sí, ya está- repuso levantándose tranquilamente mientras les sonreía tranquilizadoramente- ¿Lo veis? Estoy bien, vámonos a la cama… ¡¡Dios santo ¿qué es esto?!!- exclamó al percibir una inesperada y tibia humedad bajándole por sus piernas
-¡¡Oh Dios!! ¡¡Has roto aguas Blanquita!!- anunció impactada Meli y Blanca la miró asustada
-¿Notas algo mi ángel? ¿Sientes algún malestar?- se interesó nervioso Jorge y ella negó con la cabeza- pues será mejor irnos antes de que empiece todo… siéntate aquí y espera tranquilita mientras yo voy a sacar el coche y Meli recoge la bolsa que ya tienes preparada en el cuarto del bebé- resolvió raudo besándola en la sien pero la miró encandilado- llegó el momento mi vida ¿estás preparada?- expresó emocionado y ella sonrió muy nerviosa asintiendo levemente con la cabeza
-No- resolvió finalmente con voz aterrada, ambos hermanos rieron divertidos
-Tranquila mi ángel, verás cómo todo saldrá bien y yo no te dejaré sola ni un segundo- indicó cariñoso besándola tierno en la sien
Aunque fue un parto extenuantemente largo de casi ocho horas, fue fácil y sin complicaciones. Jorge presenció ilusionado el nacimiento de su hijo, mimando y confortando a Blanca que se comportaba intachablemente sin apenas quejarse. Cuando llegó el momento de cortarle el cordón umbilical, Jorge se emocionó inmensamente. Ya había presenciado el nacimiento de Alonso y creyó estar preparado pero aquello no tenía comparación. Era algo impresionante lo que sentía: aquella criaturita tan indefensa y chiquita que estaba entre sus brazos era su hijo y un amor tremendo e inexplicable lo invadió. Pero, cuando se lo entregó a una resplandeciente Blanca que lo recibió llena de pasión, aquel amor inmenso que sentía por ambos aún se acrecentó muchísimo más.
Fue pasando el tiempo, Blanca siguió diseñando y dirigiendo su empresa desde casa; Alejandra tenía sus días y Jorge era el hombre más feliz del mundo contemplando crecer y mimando a sus pequeños, disfrutando de los momentos lúcidos de su madre y sobre todo amando a Blanca que día a día le demostraba también todo su amor. Meli seguía yendo y viniendo aunque se estaba acabando el tiempo de volar y se planteaba quedarse en el aeropuerto. Francesco venía a menudo a pasar unos días con ellos y un día, animado por la venta de una casita muy cerca a la de ellos, decidió quedarse en España. Pasaron a trabajar de nuevo codo con codo, pero era él el que siguió encargándose de las presentaciones, las inauguraciones y los desfiles mientras Blanca solo se dedicaba a lo que más le gustaba: diseñar y ver de lejos acompañada de su amada familia como sus modelos triunfaban en las grandes pasarelas del mundo.
 Alonso se convirtiera en un muchacho muy atractivo. A sus diecisiete años poseía ya un cuerpo musculoso y formado. Unos grandes ojos almendrados como los de su abuela y su tío; y, aunque mostraba un gran parecido con Jorge, poseía rasgos de su padre que lo hacían diferente. Como su cabello rubio, aquella nariz recta y perfecta y aquellos labios un poquito gruesos pero nada exagerados y muy bien dibujados. Isabella era una muchacha muy bonita, no poseía una belleza exagerada, pero tenía un algo que la hacía muy atractiva. Se había hecho mujer muy pronto y ya a los doce años poseía un bello cuerpo de curvas perfectas que marcaban una estrecha cintura y unas caderas no muy anchas pero bien formadas que se había ido estilizando aún más con el paso de los años convirtiéndola en una muchacha muy atractiva a sus dieciséis. Aunque era algo bajita, con sus rasgos orientales y aquella hermosa melena tan lisa, negra y larga, tenía un atrayente aire exótico. Seguía tan coqueta y melosa que tenía a la familia embobada, sobre todo a Jorge, que sentía auténtica locura por su princesita. Miguel también descubría un muchacho muy guapo a sus trece años, era una reproducción de su padre aunque aquellos grandes y profundos ojos negros junto a sus finos labios eran herencia de Blanca. Siempre andaba tras sus hermanos intentando integrarse en el grupo y, con el paso del tiempo, al final lo logró; pero nunca llegaron a tener esa intimidad con él como entre ellos dos. Entre Alonso y ella había una camaradería de hermanos muy unidos que nunca se separaban y se defendían el uno al otro con dientes y uñas; se les podía ver a menudo murmurando íntimamente contándose sus cosas, retozaban en peleas inocentes o enredaban en travesuras donde siempre acababa perdiendo el pobre Miguel; pero siempre se les oía reír felices cuando estaban juntos.
 Pero aquello dio un cambio radical cuando llegaron a la adolescencia. Aquella íntima amistad entre ellos desapareció de pronto y las rencillas comenzaron a ser frecuentes; discutían como auténticas fieras por la cosa más nimia y los gritos e insultos entre ellos estaban a la orden del día acabando en sonoros portazos huyendo el uno del otro. Entonces Miguel pasó a ser el mejor amigo de ambos. Aquello preocupaba a Blanca que no lograba entender aquel brusco cambio entre ellos. Parecía como si de repente no se soportaran y se odiaran a muerte. Muchas veces se quedaba observándolos desde la cristalera de su estudio, Isabella siempre enredando despreocupada en compañía de su hermano Miguel mientras Alonso se mantenía descaradamente alejado entreteniéndose en sus libros o dibujos.
Una de aquellas veces, Jorge apareció por detrás rodeándola con sus brazos por la cintura y la besó tierno en el hombro desnudo de su top de tiras finas
-¿Qué tanto estás mirando mi cielo?- preguntó amoroso
 -A los niños…- repuso abstraída, él la besó en la mejilla sacándola de sus pensamientos; ella le sonrió tierna y lo besó dulcemente en los labios- ¿No los ves demasiado distanciados últimamente Jorge?- indagó mirándolo preocupada
-No te preocupes mi ángel, es la edad; son muchachos muy diferentes con distintas mentalidades- ella lo observó intrigada sin entenderle y él le sonrió dulcemente- Alonso es ya todo un hombre sensato con las ideas bastante claras: quiere ser arquitecto y, los estudios y entrar en una buena universidad, es su mayor preocupación en estos momentos… Sin embargo nuestra princesa, aunque se hizo mujer muy pronto, sigue siendo una niña coqueta y sin madurez que solo piensa en jugar y divertirse- se miraron a los ojos cariñosos- pero pasada la adolescencia, verás cómo vuelven a estar unidos de nuevo como antes- declaró convencido
 -Y que lleva los estudios a remolque- remarcó fastidiada y se rieron amenos- Jorge ¿por qué no hablas con Alonso? tenéis una relación muy especial y podías animarlo para que la ayude un poco en ese tema- propuso amena
-Lo intentaré cielo, pero ya sabes que nuestra princesa tiene su carácter y no sé si se dejará ayudar- se volvieron a sonreír amorosos- Y tú, como diseñadora famosa, bien podías hablarle un poquito de moda… ¡Mira que pintas nos lleva!- se rieron divertidos examinándola, Isabella llevaba un top negro muy ceñido de una sola manga con el vientre al aire que marcaba sus ya fastuosos pechos con una escasa minifalda plisada roja encima de unos leggins negros que torneaba sus bien redondeadas y derechas piernas. La melena la llevaba en dos trenzas que caían sobre sus hombros
 -¿Qué tiene? La juventud viste así, Jorge- expuso recreada
-No me refiero a la ropa… me refiero a eses collares de perro al cuello, a esa cantidad absurda de pulseras deshilachadas en sus muñecas y esas brutas y feas botas militares ¡¡Y ya no hablemos de ese maquillaje tan cargado y negro que aún empequeñecen más sus lindos ojos!!- Blanca se rió divertida mientras se giraba para quedar frente a él acariciándolo en la mejilla tiernamente
-Cariño…- repuso amorosa- ¡Te me estás envejeciendo a pasos agigantados!
 -¡Muy graciosa!- la aprisionó más contra él besándola apasionado en el cuello- ¿Quieres que te demuestre lo viejo que me he vuelto?- repuso meloso oprimiéndola por los muslos contra él, ella rodeó su cuello con sus brazos
-¡Umm, no estaría nada mal!- murmuró mimosa jugueteando con sus labios en los suyos mientras se rozaba excitante contra su entrepierna- Pero debo preparar la cena, hoy Balbina tiene el día libre
-¡Pediremos pizza!- repuso decidido recogiéndola en el aire y Blanca se rió alegre sujetándose a su cuello rodeándolo con sus piernas por las caderas; se besaban ávidos y deseosos camino del dormitorio mientras reían amenizados. Ya allí se devoraban ambiciosos mientras se desnudaban afanosos y se entregaban codiciosos excitantes caricias; sus cuerpos parecían insaciables de ellas y de aquella maravillosa pasión que nunca parecía apagarse… pero los gritos de Isabella y Alonso les llegaron al dormitorio, otra escandalosa trifulca entre ellos había estallado en el jardín- ¡Maldita sea! ¡Será posible con esos dos!- bramó enfadado Jorge
-Se acabó la tranquilidad- expuso derrotada Blanca dejándose caer defraudada sobre la cama mientras Jorge se retiraba de encima suyo y se vestía raudo los pantalones de nuevo
-¡¡Eres una niñata estúpida y consentida!!- gritaba Alonso acercándose por el pasillo
 -¡¡Y tú un imbécil sin pizca de sentido del humor!!- reclamaba furiosa Isabella
-¡No se les mete en esa dura cabezota que a mamá le afecta estas broncas entre ellos!- vociferó enfurecido abriendo la puerta del dormitorio- ¡¿Qué rayos os pasa ahora?!- increpó furibundo al encontrarse a Alonso ya frente a él
-¡¡Mira cómo me ha puesto con la manguera la gilipollas de tu hija!!- respondió un enfurecido Alonso, Blanca aun abrochándose su bata sobre su cuerpo desnudo, lo observó pasmada
-¡¡Santo Dios, cielo mío!!- exclamó impresionada al encontrarse a un pobre Alonso completamente empapado de arriba abajo
 -¡¡Y mira cómo me puso el libro tía Blanca, tengo que leerlo para mañana pero con esa estúpida es imposible!!- siguió bramando realmente enfurecido
-¡¡Yo no fui imbécil, fue Miguel!!- le gritó ella a sus espaldas, también estaba muy encendida
-¡Sí ya, como que él se atrevería a hacerlo si tú no le hubieras mandado! ¡Estás hablando conmigo, Isa; no con tus padres! ¡Estás insoportable últimamente niñata y ya me estás hinchando demasiado los cojones!
-¡Alonso!- le regañó duramente su tío
-¡No me llames Isa, llámame Bella!
-¡Te llamo como me da la gana! ¡Siempre fuiste Isa para venir ahora cambiando de nombrecito!- regresó su mirada enfurecida hacia Jorge que los observaba atónito- ¡¡Mete a tu niñita en cintura o acabaré metiéndola yo!!
-¡¡Uy qué miedo!!- se burló socarrona
-¡¡Crece de una puñetera vez enana!!- le gritó dándole fuertemente con la palma de su mano en la frente de Isabella
-¡¡Imbécil!!- le increpó enfurecida y miró compungida a Jorge- ¡¡papi ¿por qué se comporta así conmigo?!!- repuso llorosa abrazándose a él posando su mejilla en su pecho desnudo, él la rodeó tiernamente con sus brazos- ¡¿Por qué siempre tiene que echarme la culpa de todo caray?! ¡¡Te prometo que yo no fui papaíto: fue Miguel!!- sollozó mimosa y Jorge le acarició enternecido la cabeza besándola cariñoso en el pelo
 -¡Vamos Isabella, cómo si no te conociéramos ya de sobras!- le reprochó severamente Blanca cuando pasaba por su lado
-¡¡Mamma!!- protestó mimosa
 -¡Ni mamma ni leches! Alonso tiene toda la razón: eres una irresponsable alocada y últimamente estás insoportable; estás pidiendo a gritos unas buenas cachetadas Isabella y te aviso que a mí ya me tienes al límite también- le indicó irritada y le echó cariñosa el brazo por los hombros a Alonso- Ve a darte una ducha cielo o acabaras cogiendo frío- le habló tierna y el muchacho asintió con la cabeza.
-¡Papi!- suplicó melosa ayuda a Jorge oprimiéndose aún más contra su cuerpo
-Bueno mujer, fue sin querer; ella solo quería jugar, seguro que no era su intención mojarle el libro- la defendió Jorge superado por su melosidad, Blanca lo miró atónita
 -¡Y tú la pones peor con tanta defensa! ¡Despierta Jorge, te utiliza como quiere desde bien pequeña!- le increpó molesta sin detenerse en su camino hacia la cocina- ayúdame con la cena corazón, o acabarás llevando las culpas como siempre de lo que hace la alocada de tu hermana- le indicó a su hijo Miguel cuando pasó por su lado
-Pero mi ángel ¿No íbamos a pedir pizza cielo mío? ¿Te vas a ir así, sin acabar nuestra… conversación?- replicó mortificado mirándola deseoso pero ella lo miró furiosa
 -¡¿Estarás de broma, vamos?! Tú quédate mimando a tu princesita no se te vaya a marchitar- le reprochó hiriente siguiendo su camino hacia la cocina; Jorge se quedó abrumado. Comprendía su enfado y entendía que debía obrar de otra manera… pero aunque lo intentaba, no podía; era superior a él y no podía dejar de mimar y proteger siempre a su pequeña a pesar suyo. Miguel se quedó observando el rostro agobiado de su padre unos segundos antes de seguir a su madre; le inquietaba que siempre sus padres acabaran discutiendo y en bandos contrarios por las tonterías de su inconsciente hermanita
Alonso ya en su cuarto, daba inquieto vueltas por él. Ni se comprendía a sí mismo ni sabía cómo canalizar todo aquello que lo traía desesperado. Desde hacía unos años tenía una guerra interna que lo torturaba y lo desquiciaba. Sin entender cómo había pasado, desde hacía un tiempo Isabella había desaparecido ante sus ojos como aquella prima divertida, locuela y entrañable con la que podía hablar de todo y había aparecido como salida de la nada una mujer; una mujer preciosa con un cuerpo delirante que cada día lo volvía más loco. Por eso había decidido alejarse de ella, tenía que apagar aquello que crecía dentro de él antes de que fuera irremediable porque era un imposible: ¡¡era su prima joder!! ¿Estaba loco o qué rayos le pasaba? ¿Cómo podía sentir algo así por ella? Ni salir con Andrea apagaba aquel fuego que le ardía en las entrañas al tener a Isabella cerca…Tampoco ella ayudaba mucho ya que, con sus jugueteos y caricias inocentes que no perdía ocasión de darle, aún acrecentaba más aquella tortura suya que acababa desquiciándolo y saltaba a la mínima en su contra intentando mantenerla lo más lejos posible. Llamaron suavemente a su puerta antes de aparecer sin esperar respuesta el dulce y hermoso rostro de Isabella
-¿Qué quieres ahora Isabella?- exclamó desdeñoso retirándose la camiseta empapada, ella se quedó mirando aturdida aquel hermoso cuerpo musculoso y atlético. Su primo se había convertido en un hombre realmente atractivo cuyo cuerpo de escándalo atrapaba sin poder remediarlo su ansiosa mirada provocándole una serie de incomprensibles revuelos en su interior- ¿A qué vienes Isa?- instó ante su silencio desabrochándose los vaqueros mientras se descalzaba las deportivas también mojadas
-Yo…- intentó hablar aunque su voz sonó quebrada y Alonso la miró confundido, carraspeó nerviosa para aclarársela y reaccionar ante aquella maravillosa visión que tanto le afectaba incomprensiblemente- yo tengo una edición nueva del guardián entre el centeno… quiero cambiártela por la tuya mojada Alonso; lo siento de verdad, pero te juro que esta vez no tuve nada que ver…- ofreció avergonzada mostrándole el libro que traía entre las manos. Él la miró enternecido, era una locuela impetuosa pero tenía un corazón de oro y era tan dulce y linda… sonrió derrotado mirándola compasivo como siempre acababa haciendo ante sus muestras de profundo arrepentimiento
-No es necesario cielo, lo secaré con el secador de pelo no te preocupes; ahora si no te importa voy a ducharme- resolvió serenamente retirándose por fin sus vaqueros mojados quedándose en boxers ante ella y la mirada de ella quedó prendada de aquellas piernas fantásticamente torneadas y musculosas debido al fútbol que practicaba. Alonso la miró desconcertado debido a su quietud y silencio- ¿querías algo más Isa?- preguntó curioso al descubrirla observándolo tan fijamente, ella reaccionó y lo miró tristemente a los ojos
 -¿Qué nos pasa Alonso?- expuso apesadumbrada y él la miró desconcertado ante aquella incomprensible pregunta- antes nos llevábamos tan bien y ahora… no podemos estar ni cinco minutos juntos sin acabar peleándonos- siguió exponiendo, Alonso la miró también consternado- no comprendo qué te pasa conmigo últimamente Alonso; es como si…- se quedó callada mirándolo temerosa confundiéndolo aún más e inquietándolo terriblemente
-¿Cómo si qué Isa?- instó incómodo examinando nervioso los preciosos ojos negros de su prima temiéndose que hubiera percibido sus sentimientos hacia ella
-Como si te estorbara… como si me odiaras- murmuró llorosa bajando abatida su mirada al suelo y aquello a él le rompió el corazón.

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