miércoles, 17 de septiembre de 2014


Ya era algo tarde y el restaurante estaba a punto de cerrar; pero así a todo no pusieron pegas por servirles. Cenaron charlando entretenidos; para sorpresa de Blanca, tenía hambre además de estar delicioso y comió gustosa ante la mirada complacida de Jorge que la observaba feliz. No podía apartar sus ojos de aquel hermoso rostro que volvía a tener enfrente y le parecía aún un sueño; pero sobre todo de aquella atrayente y sabrosa boca que deseaba besar ambicioso
-¿Qué me miras tanto?- indagó curiosa después de un buen rato él estar fijamente mirándola
-Tienes la cara manchada de chocolate como una niñita pequeña- se burló cariñoso señalándose la comisura de su boca
-¿Aquí?- indagó limpiándose el borde derecho con su servilleta y él negó con la cabeza- ¿Entonces aquí?- cambió de lado y él volvió a negar riéndose divertido- ¡¡Jo, Jorge ¿dónde?!!- protestó fastidiada y él soltó una carcajada jocosa
-Ven aquí bobita, acércate- repuso tierno echándose levemente sobre la mesa para acercarse a ella y Blanca lo imitó quedándose muy cerca el uno del otro- aquí…- murmuró meloso y atrapó por fin con su boca aquellos deliciosos labios que ya no podía aguantarse más las ganas de saborear. Ella le correspondió sin reparos y se besaron dulcemente, deleitándose gustosos en saborearse largo tiempo. Poco a poco se fueron retirando desganadamente, no podían separar sus labios y regresaban de tanto en tanto a posarlos gustosos sobre los del otro mientras se miraban con pasión a los ojos
-¿No estaba manchada, verdad?- expuso ocurrente y él rió explayado, ambos rieron felices volviéndose a besar mimosos; de pronto él la miró intensamente a los ojos
-No te vayas Blanca- le dijo esperanzado posando tierno su mano en la mejilla de Blanca que lo miró apenada- O por lo menos no mañana; quédate un par de días más; tuvimos tan poco tiempo para estar juntos y te eché tanto de menos todos estos años cielo mío- expresó apasionado, ella apretó acorralada los labios
-Yo también te eché muchísimo de menos Jorge y te juro que es lo que más deseo en estos momentos… pero no puedo- le susurró apesadumbrada posando dulcemente su mano sobre la de él que seguía en su mejilla- está todo preparado para salir al mercado la nueva línea infantil el lunes y no puedo faltar a la presentación- la mirada de él se apagó entristecida- Pero te prometo que voy a regresar, Jorge- añadió sonriendo ilusionada
-¿Cuándo?- interrogó impaciente
 -Pronto, muy pronto; estoy decidida a regresar definitivamente- declaró resuelta y los lindos ojos caramelo de Jorge se iluminaron entusiasmados- quiero que Isabella se crié aquí, en mi país; y… si tú me esperas…- expresó pícara y él rió dichoso
-Mi ángel, te llevo esperando siete años ¿crees que voy a rendirme ahora por un par de meses?- se sonrieron ilusionados y Jorge le sujetó amoroso la nuca volviendo a besarla; pero esta vez más intensamente, más profundamente entregados y excitantemente ardientes. El camarero carraspeó educado para interrumpir aquella apasionada entrega, ellos lo miraron intrigados
-¿Van a desean algo más los señores?- indicó servicial aunque parecía impaciente por cerrar; ellos comprendieron y, sonriéndose divertidos, Jorge pagó la cuenta dando una muy buena propina por haber sido tan atentos de atenderles aunque ya era tarde y se encaminaron hacia el hotel bien abrazados el uno al otro.
Ya llegados al hotel, la acompañó hasta los ascensores y volvieron a besarse mientras esperaban su llegada
 -Jorge, sube conmigo- le propuso decidida cuando llegó el ascensor y él sonrió complacido
-No cielo- indicó rotundo desconcertándola- No podría soportar tenerte entre mis brazos y después perderte de nuevo; si volvemos a hacer el amor será porque has decidido regresar a mi lado y ya nunca más te separarás de mí
-Jorge, te prometo que voy a regresar; no solo por Isabella, sino porque yo te sigo aman…- él atrapó presuroso su boca acallándola
-No lo digas, aunque estoy deseando oírtelo decir, no lo hagas o ya no podré dejarte ir- le dijo agradado- me lo dices a la vuelta, cuando te vengas definitivamente; yo te estaré esperando ansioso como todos estos años atrás amor mío- se sonrieron cariñosos
 -Pero ¿vendrás tú a recoger mañana a Alonso, verdad?- preguntó esperanzada y él le sonrió placentero
-¿Crees que dejaré que te vayas sin despedirte?- repuso decidido y se sonrieron complacidos; volvieron a besarse complacidos y embelesados- Nos van a llamar la atención por dar espectáculos en el rellano- expuso bromista y se rieron divertidos, volviendo a llamar el ascensor. Cuando las puertas se abrieron, ella lo miró fijamente
 -¿En serio no vas a subir?- tentó nuevamente mirándolo pícara y él le sonrió provocado
 -¿Quieres irte ya?- indicó chistoso introduciéndola en el ascensor y besó dulcemente sus labios antes de que las puertas se cerraran y Blanca desapareciera tras ellas.
Al cruzar las puertas del hotel lo estremeció el brusco contraste del calorcito agradable de dentro con la fría noche de la calle. Se acarició los brazos vestidos solo con la fina camisa cayendo en la cuenta de que Blanca se llevara su chaqueta; sonrió ameno y regresó a recepción donde el joven recepcionista charlaba con uno de los botones mientras lo observaban interesados
-Por favor ¿La habitación de Blanca Varela?- le preguntó decidido al recepcionista que le sonrió divertido
 -La suite presidencial señor- repuso pícaro
 -Gracias- les sonrió entrañable y se encaminó hacia los ascensores
-Mis 20 euros, te dije que daba vuelta- le oyó decir satisfecho al botones, rió divertido entrando en el lujoso ascensor y subió hasta el tercer piso llamando a la puerta de la suite
-¿Quién es?- preguntó casi en un susurro antes de abrir
-Yo cielo; que vengo a…- abrió al instante y se quedaron mirándose a los ojos mutuamente- … por mi chaqueta- acabó de exponer impresionado por su fulminante reacción y se sonrieron divertidos mientras se observaban sin moverse. De pronto y a la vez, uno se lanzó en brazos del otro y se besaron ávidos devorándose ardientes las bocas- ¡Ese vino de la cena me debió aturdir la única neurona que tengo para decir lo que dije!- repuso excitado mientras cerraba la puerta con el pie y la elevaba entre sus brazos; ella rió divertida y volvieron a atraparse afanosos las bocas al tiempo que Jorge se encaminó hacia las dobles puertas del dormitorio
-¡No, no, Jorge, ahí duermen los niños; mi habitación es aquella!- indicó rauda señalando la puerta contraria sin poder soltar aquella deliciosa boca que no se cansaba de saborear y él giró al instante cruzando la elegante salita llegando al dormitorio de Blanca. Se desnudaron rápidos, violentos, casi arrancándose la ropa mutuamente cayendo presurosos sobre la cama. Él le recorrió su cuerpo deleitándose en saborearlo con sus labios, su sabor aún era más delicioso de lo que recordaba; mientras ella jadeaba complacida, su cuerpo estaba hambriento de sus caricias y reaccionaba gustoso a ellas. Se revolvió ágil quedando ella por encima y también le complació con su boca recorriendo aquel hermoso cuerpo que tan bien recordaba. Se regalaron ambiciosos caricias excitantes y se besaban codiciosos hasta que sus cuerpos reclamaban anhelantes la gran invasión. Ahora fue Jorge el que se volvió llevándosela debajo y la penetró impulsivo e impetuoso, ella gimió arrebatada de la entusiasta incursión. Se entregaron fogosos, las arremetidas frenéticas de Jorge la llevaron a un éxtasis sublime que la invadió completa y violentamente dejándola transportada a un mundo maravilloso que ya casi no recordaba; se siguieron cediendo impetuosos, rodaban por la cama en una entrega indomable, repitiéndose nuevamente esas batidas del cuerpo de Blanca entre los brazos de Jorge que sonreía satisfecho de escucharla gemir placentera y sentir su cuerpo tembloroso entre sus brazos; parecían que no encontraban saciedad para tanta pasión que se entregaban y recibían del otro. Jorge la miraba cabalgar sobre él mientras sonreían gustosos, se irguió aprisionando aquellos hermosos pechos con su boca ambiciosa y ella le oprimió su nuca contra ellos mientras apuraba sus galopadas y gemía gustosa hasta que la sintió nuevamente estremecerse de placer entre sus brazos; la miró complacido y, sonriendo satisfecho, le sujetó las caderas y comenzó a acometerla apremiante hasta que a él también lo apoderó aquella inmensidad atravesándole descomedidamente todo el cuerpo descargando todo su vigor provocándole gemidos deleitosos que le salían de lo más hondo de sus entrañas. Jorge la estrujó fuertemente contra su cuerpo al tiempo que soltaba un profundo resoplo de satisfacción dejándose caer sobre la cama llevándosela sobre su pecho mientras reían felices mirándose gozosos; sus ojos brillaban entusiasmados, Jorge tomó dulcemente el rostro de Blanca entre sus manos
-¿Por qué te querré tanto, Dios mío?- expuso embriagado del enorme amor que sentía por ella que se sorprendió al oírlo, no se esperaba esa confesión tan impetuosa de pronto
-¿Y si me quieres tanto por qué me pediste el divorcio?- preguntó desconcertada, él la miró confuso
-Porque tú lo querías- resolvió rotundo, ella abrió atónita sus ojos
 -¡¿Yo?!- exclamó asombrada- ¿Cuándo dije tal cosa Jorge? ¡Si te amaba más que a mi propia vida y nunca dejé de amarte!- él la miró con gran dolor
 -¿Qué más pruebas necesitaba si regresaste por dos días y no quisiste verme? Ni me avisaste ni me buscaste Blanca, y fuiste al piso aprovechando que no estaba sin molestaste en esperarme- le reprochó dolido
-¡¿Qué estás diciendo?!- ella estaba estupefacta escuchándolo- volví con la firme idea de buscarte si tú perdonabas mi tremenda estupidez…
 -No digas eso cielo mío, la estupidez fue mía por no querer reconocer que tenías toda la razón- declaró compungido y se quedaron mirándose a los ojos unos segundos
 -Pues a mí ya no me importaba nada más que tú; no pensaba regresar a Italia Jorge, estaba decidida a abandonarlo todo porque nada me importaba más que volver a tu lado… Así que me fui directamente al piso en cuanto me apee del avión buscándote, pero no estabas y eso que eran las once de la mañana; así a todo, te esperé hasta las ocho pero no apareciste y luego…- guardó silencio y bajó afligida su mirada
 -¿Y luego qué?- instó intrigado agitándole suavemente la cabeza que aún sostenía entre sus manos
-Oí el mensaje de la otra- murmuró abatida levantándose y sentándose al borde de la cama dándole la espalda
-¿Qué mensaje? ¿Qué otra?- preguntó confundido y ella lo miró imprecisa; parecía completamente perdido realmente
-La otra, la que te dejó aquel mensaje en el contestador invitándote tan cariñosamente a comer y pasar la tarde juntos- lo miró mortificada- por eso no estabas ya en casa a las once de la mañana ni regresaste en toda la tarde: estabas con ella
-¡Dios! ¡El mensaje de Carla! ¡Por eso fue el único que no borraste!- repuso golpeando fuertemente con la cabeza en la almohada, ella lo miró dolida- ¡Era Carla, cielo, la encargada de la academia donde comenzaba a estudiar! Me hizo el gran favor de conseguirme un hueco en las clases ya saturadas y quedamos para comer para darme los horarios, los libros y pasamos la tarde poniéndome al día de lo que habían adelantado el resto… ¡Nada más!- ella lo miraba desconcertada y él se situó tras ella rodeándole tierno la cintura- No hubo nunca otra mujer en mi vida que no fueras tú, mi amor ¡Nunca!- aclaró sincero besándola amoroso en la mejilla- ¡y menos Carla, una mujer a punto de jubilarse!- expresó chistoso y ella lo miró pasmada
 -Te hablaba tan cariñosa que yo…- indicó avergonzada
-Que tú volviste a sacar conclusiones precipitadas y te fuiste sin querer comprobar la verdad- le reprochó cariñoso y ella bajó la cabeza abochornada
 -Te quiero tanto y lo pasé tan mal cuando recibí los dichosos papeles… Me centré en el trabajo para no pensar en ti, hasta dejé de comer y dormir; pasaba los días y las noches en el despacho solo con café hasta que Franco me rescató de aquella depresión- comentó apesadumbrada; él la abrazó más fuerte contra su cuerpo y empezó a besarla tierno por el cuello
-Y a mí se me hundió el mundo cuando los recibí de vuelta; mi corazón aún mantenía la leve esperanza de que no los firmarías… y mucho menos tan rápido- indicó pesaroso sin dejar de besarla
-¡Oh Dios Jorge, que estúpidos hemos sido!- exclamó llorosa y se miraron conmovidos
 -Hemos sufrido inútilmente y perdido unos años maravillosos haciendo el idiota… tú por sacar conclusiones precipitadas y no preguntar y yo por energúmeno impulsivo- indicó apesadumbrado, ella le sonrió dulcemente
-Ya no podemos recuperarlos, pero sí cambiar y ser felices de aquí en adelante- expresó llena de esperanza y él también sonrió feliz
-¿Prometes no sacar conclusiones por cualquier cosa y preguntarme?
-¿Prometes hablarme y no huir a cada discusión que se presente?- se sonrieron satisfechos y se besaron apasionados, deleitados de la entrega de amor que sus bocas se demostraban. Se fueron excitando de nuevo y se proporcionaron otra apasionada entrega de amor más tierna, más parsimoniosa, menos impetuosa y alocada; se prodigaron en caricias que les demostraba el amor a raudales que aún sentían dentro el uno por el otro llevándolos a una sesión delirante y ardiente dejándolos completamente embriagados de placer y deleite. Sudorosos y jadeantes se sonreían dichosamente complacidos mientras se miraban henchidos de felicidad
-Te quiero Jorge, eso nunca lo olvides- le dijo apasionadamente sincera acariciándole tierna el rostro
-Y yo estoy rematadamente loco por ti- contestó igual de sincero y agradado. Se besaron complacidos, él atisbó por entre los cortinones mal corridos que amanecía ya- Ahora debo irme mi vida- indicó pesaroso, Blanca puso cara de disgusto- No puedo quedarme o los niños me encontrarán aquí ¿y cómo lo explicamos? Porque Isabella no sé, pero Alonso cuando se pone de preguntón acaba con la paciencia de cualquiera- se sonrieron encandilados y se besaron nuevamente. Ella se recostó en la cabecera cubriéndose con la sábana observándolo vestirse, cuando hubo terminado se acostó a su lado y la besó tiernamente en los labios- ¿A qué hora es vuestro vuelo?
-A la una, Meli dijo que vendría antes de las doce a recogerme- repuso meciéndole el corto pelo entre sus dedos, él le tomó la mano y le besó apasionado la palma
-Aquí estaré yo también- repuso decidido; volvió a besarla profunda e intensamente, quería llevarse con él su dulce sabor y que no se disipara hasta volver a saborearlos. Remolonamente, los soltó al fin y se dispuso a marcharse, no sin antes echarle una mirada amorosa, se sonrieron cariñosos y se fue.
Anduvo por las calles vacías sonriendo feliz hasta su coche frente a la nueva tienda de Blanca, regresó a casa y seguía sonriendo dichoso cuando entró por la puerta corredera de la sala para hacer el mínimo ruido posible. Meli, dormida en el sofá, se sobresaltó al oírlo entrar
-¿Qué haces ahí?- preguntó pasmado de verla allí durmiendo
-¡Esperándote capullo!- le increpó molesta- ¿Dónde has estado hasta estas horas? Me tenías preocupada
 -¡A ti te lo voy a decir!- repuso socarrón dirigiéndose hacia su cuarto seguido por ella
-¡¿Sabes qué sois dos imbéciles?!- le gritó enfadada golpeándolo con la palma en su espalda, él la miró confuso- ¿Sabes qué ella nunca te pidió el divorcio?
-Sí lo sé- respondió calmadamente
 -¿Y qué te oyó quedar con una fulana por teléfono?
-También lo sé; y no era ninguna fulana ni ninguna amante ni nada parecido- replicó dolido por aquel insulto gratuito hacia aquella mujer que tanto le había ayudado; su hermana lo miraba intrigada- era un mensaje de Carla, Meli; la encargada de la academia donde empecé a estudiar administrativo- ella abrió atónita sus ojos
-¿Aquella buena mujer que tanto te apoyó y te ayudó a entrar en la universidad de económicas después?- instó incrédula y él asintió con la cabeza- ¡Santo Dios! Nuevamente Blanquita sacando conclusiones precipitadas…- murmuró conmovida y Jorge movió desarmado las cejas- Bueno, pero ¿a qué no sabes qué ella te quiere tanto como tú a ella?
-Eso me acaba de quedar muy clarito hermanita- expresó deleitado abriendo la puerta de su cuarto, su hermana lo miró desconcertada y sonrió maliciosamente
 -¿De dónde vienes?- preguntó mirándolo astuta interponiéndose ante la puerta para que él no pudiera escabullirse dentro sin contestar; él le sonrió feliz
-Te repito que no te lo pienso decir- repuso campante y ella comenzó a saltar riéndose feliz también
-¡Vienes de pasar la noche con ella!- expuso satisfecha- ¡¡Que feliz me haces hermanito!!- expresó deleitada rodeándole tierna su cuello con sus brazos y empezó a besarlo entusiasmada por el rostro, él reía divertido
 -Anda, para quieta; quiero descansar un poco antes de llevarlas al aeropuerto- aclaró cariñoso
 -Te quiero mucho hermanito- dijo amorosa
-Y yo a ti, alocadita mía; ahora déjame descansar un poquito ¿vale? Estoy realmente extenuado- declaró guiñándole pícaro un ojo y se sonrieron felices; ella lo besó una vez más en la mejilla y lo dejó entrar en su cuarto.
Se despedían en la sala de embarque, los niños enredaban entretenidos corriendo por el aeropuerto ante la atenta mirada de Matisse; ellos se cogían de la mano, deseosos de besarse pero se controlaban intimidados por las miradas indiscretas. Meli lo percibió.
-Ven, Matisse; vamos a comprarle unos dulces a los niños- indicó amable Meli llevándose a la mujer y a los niños ante la mirada agradecida de ellos que le sonrieron agradados. Se besaron apasionados así se alejaron, no podían separase, se devoraban ambiciosos deleitándose profundamente mientras se oprimían el uno contra el otro con ansía y deseo
-Dime que regresarás pronto- le murmuró apasionado
-En cuanto arregle todo allá, te lo prometo
-¿Cuánto será eso?
-Uno o dos meses a lo sumo, según vaya el lanzamiento- él le acariciaba amoroso las mejillas entre sus manos- Pero tú puedes venir a visitarnos- propuso esperanzada y él sonrió encantado
-Claro que lo haré, aunque no me será fácil; ya sabes: mamá y ahora con Alonso…- indicó amoroso besándola tierno en los labios y se sonrieron complacidos- te quiero tanto, mi cielo; prométeme que te cuidarás
-Te lo prometo- aseguró y volvieron a atraparse las bocas con pasión
 -¡Santa Madonna! ¡Esta sorpresa sí que no me lo esperaba yo!- bramó sorprendido Francesco al descubrirlos y se rieron encantados

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