jueves, 2 de octubre de 2014


   Jorge salió del dormitorio recién duchado con unos pantalones cortos y una camiseta y buscó a Blanca por la casa encontrándola en la cocina recogiendo los últimos restos de la cena, se acercó a ella por detrás y la abrazó amoroso por los hombros
-Escucha mi ángel… ¿qué oyes?- le preguntó meloso besándola dulcemente en el cuello
-Nada- respondió inclinando levemente su cabeza para que él siguiera deleitándola con aquellas maravillosas caricias de su boca por su cuello
 -Exacto: nada; tenemos la casa para nosotros solos… ¿por qué no lo aprovechamos amor mío? Hace muchísimo que te reprimes por si los niños nos oyen y no te oigo gemir como antaño y me encantaba- murmuró ardiente siguiendo su caminar con su boca por el hombro de Blanca al tiempo que le retiraba la fina asa de la camiseta que llevaba puesta
-¿Te olvidas de mamá?- expuso maliciosa y él sonrió divertido
 -Sabes que eso nunca mi ángel, pero le he dado un tranquilizante porque estaba demasiado alterada del viaje y ya duerme; hasta mañana no habrá quien la despierte- indicó atrapando con sus manos aquellos turgentes pechos por debajo de la camiseta
-No juegues Jorge, que los niños están a punto de llegar…- protestó aunque débilmente mientras gemía gustosa por aquellas ardientes caricias reclinándose contra su espalda, de ponto lo miró inquieta a los ojos- no, es que ya deberían estar aquí ¿no están retrasándose demasiado?- exclamó alarmada examinando su reloj de pulsera
-El camino es largo cielo y Alonso sabes que conduce prudentemente; además cruzar Madrid es complicado y más con todo el mundo regresando de sus vacaciones… según mis cálculos, tenemos por lo menos una horita para nosotros- expuso despreocupado y se atraparon las bocas deseosos mientras él deslizaba una de sus manos dentro del pequeño short que Blanca llevaba puesto alcanzando su sexo que empezó a acariciar preciso provocando en Blanca gemidos de delicioso deleite. Sin dejar de besarse embelesados pero ardientes, se fueron desnudando el uno al otro entre dulces caricias que los excitaba cada vez más. Él la elevó suavemente sentándola sobre la mesa de la cocina sin soltar aquella deliciosa boca; volvió a recorrer aquel suave y tentador cuerpo con sus labios mientras la iba recostando sobre ella hasta llegar a su sexo y hundió gustoso su boca en él provocando en Blanca un gemido de placer que fue incrementando a medida que él saboreaba hábil aquel delicioso rincón. Por los gemidos de Blanca estaba a punto de traspasar el umbral del goce supremo cuando que el teléfono empezó a sonar, pero Jorge no se detuvo haciendo caso omiso a su insistente reclamo
-El teléfono Jorge- expuso Blanca entre gemidos intentando detenerlo aunque sus manos posadas en la cabeza de Jorge indicaban lo contrario
-Ya lo oigo cielo, deja que suene- expuso sin detener aquel masaje bucal en el clítoris de Blanca
-No, no puedo seguir con él sonando Jorge; además pueden ser los niños…- insistió ahora sí empujando suavemente su cabeza deteniéndolo y él bufó fastidiado recogiéndolo examinando quien llamaba- ¿Quién es?
-¿Quién va a ser mi ángel? estos tocan los huevos hasta no estando en casa- protestó al observar que era Alonso quien llamaba, Blanca rió divertida- ¿Qué pasa Alonso?
-Tío Jorge, ya estamos en Segovia pero…
-¿En Segovia aún? Yo os contaba más cerca hijo- expuso frunciendo el ceño desconcertado, Blanca se irguió sobre sus codos mirándolo inquieta
-Es que he conducido con calma y además ahora hemos pinchado papá
-Ah, habéis pinchado… ¿llamaste a asistencia en carretera o prefieres que lo haga yo desde aquí? Dame tu situación- dijo buscando papel y lápiz donde anotar
-No papá por Dios, es cambiar una rueda no una junta de culata, ya lo he hecho yo sin problemas
-Entonces Alonso ¿qué ocurre hijo?
-Pues que sin rueda de repuesto no vamos a seguir camino ¿no? Y está todo cerrado ya para parcharla, así que llamo para avisaros de que vamos a pasar la noche aquí y mañana llegaremos a casa
-Ya, claro, sin rueda de repuesto no podéis seguir…- repitió socarrón esbozando una sonrisa pícara, Blanca lo miraba intrigada por aquel rostro malicioso que estaba mostrando- está bien hijo, tranquilo; os esperamos mañana entonces, descansa y no olvides… parcharla bien, a ver si vas a pinchar de nuevo- colgó el teléfono y, riéndose divertido, regresó al lado de Blanca atrapando amoroso su boca
-¿Qué ha pasado? ¿Están bien?- indagó curiosa
-Sí están bien y no ha pasado nada, solo que estos se creen que me caí de un guindo- expresó guasón sin dejar de saborear aquella deliciosa boca, Blanca lo empujó suavemente apartándolo para mirarlo a los ojos, no entendía nada y quería una explicación- que dicen que han pinchado y pasarán la noche en Segovia porque no hay donde parcharla ahora cielo; y yo sé de sobra como él lo sabe también qué te la parchan en cualquier gasolinera mi ángel, lo que ocurre es que es su última noche fuera de casa y esos tres saltimbanquis quieren aprovecharla- explicó pícaro, Blanca rió divertida- como yo también quiero aprovecharla- expresó con ardor atrapando de nuevo aquella boca deliciosa al tiempo que Blanca rodeaba con sus brazos su cuello aprisionándolo hambrienta también contra ella.
 -¿Qué dijo papá?- indagó impaciente Isabella cuando Alonso se guardaba su móvil en el bolsillo trasero de sus vaqueros con el ceño fruncido, también Miguel lo miraba expectante
-Que bien, que vale…- respondió distraído sin dejar de mostrar aquel rostro desconcertado
-¿Y entonces a qué viene esa cara?- expuso intrigado Miguel
-Es que me da la sensación de que no me creyó- expresó temeroso y los tres se miraron inquietos
-¡¡No que va!! Si fuera mamá quien cogiera el teléfono puede, pero papá es algo inocente y sí se lo creyó, seguro- resolvió despreocupado Miguel- ¡Venga, vamos a disfrutar de nuestra última noche libres!- añadió entusiasmado alejándose dando pequeños saltos de alegría provocando las risas divertidas de Alonso e Isabella; ella le rodeó amorosa el cuello con sus brazos
 -Tiene razón Miguel, tenemos que aprovechar muy bien esta noche porque después en casa será muy difícil poder estar juntos- expuso melosa besándolo tierna en los labios, él rió deleitado y, riéndose dichosos, se tomaron de la mano siguiendo al alocado de Miguel.
Llegaron a la hora de comer, y aunque se les veía a los tres exultantes de felicidad, sus rostros cansados y aquellas ojeras que mostraban indicaban que Jorge no se había equivocado en nada provocando el cruce de miradas divertidas y sonrisas pícaras entre Blanca y él aunque nada le dijeron a ellos.
El resto de verano que quedaba hasta empezar el nuevo curso aquella casa dio un cambio espectacular, era un remanso de paz sin más gritos ni peleas entre Alonso e Isabella; además solían desaparecer de vez en cuando como de niños sin decir nada a nadie aunque tampoco nadie preguntaba ni comentaba nada, dejándolo correr como si no se hubieran percatado de su desaparición.
Empezó de nuevo el curso y el momento tan temido por Isabella y Alonso llegó: él se fue a Salamanca. Aunque fue una dura separación para ambos, él regresaba cada viernes no marchándose hasta el lunes aunque tuviera que darse tremendos madrugones para llegar a tiempo a las clases. A Isabella y Miguel los cambiaron de instituto habiendo también grandes cambios en ella. No sabían si era por el cambio de centro o porque estaba más centrada ahora que se la veía feliz junto a Alonso, pero empezó a interesarse por los estudios de manera increíble y aquellos extravagantes ropajes que tan poco gustaban a Jorge desaparecieron volviéndose una muchacha sencilla pero muy elegante y sobre todo muy calmada.
 La que ahora parecía una atolondrada adolescente era Meli entrando y saliendo de la casa a menudo solo para mudarse de ropa o no apareciendo algunos días a dormir. Se la veía ilusionada y muy feliz junto a Gabriel y eso tenía también muy feliz a su hermano que al fin la veía radiante de dicha como él lo era a lado de Blanca.
 -¡Dios, cuando piensan aparecer esos dos!- protestó molesta Blanca aquel sábado entrando en la sala donde Jorge revisaba unos papeles del banco sentado en el sofá
-¿Qué pasa mi ángel?- preguntó despreocupado sin dejar de leer los documentos
-Saben muy bien que aquí cenamos a las nueve y Balbina tiene lista la cena desde hace media hora pero esos dos inconscientes siguen sin aparecer; vamos a cenar sin ellos como no aparezcan pronto- exclamó irritada, él levantó la vista de los papeles y sonrió divertido- ¡No te atrevas a reírte ¿eh?! Que a mamá se le pasa la hora y ya sabes que después no cena bien- protestó fastidiada por su sonrisa, él dejó los papeles a un lado levantándose
 -Está bien, los iré a buscar; vosotros iros sentando a la mesa que volvemos en cinco minutos- indicó amoroso besándola dulcemente en la frente
 -¿Sabes dónde están?- indagó curiosa, él sonrió divertido
 -¿Dónde van a estar mi ángel? En su “gran escondite secreto” que todos conocemos desde que son niños- expresó chistoso provocando una risa divertida en Blanca, salió de la sala por las puertas correderas del jardín dirigiéndose directamente hacia el garaje como hacía cuando los buscaba de niños, pero esta vez no entró como solía hacer sino que golpeó suavemente el portalón- ¡¡Eh muchachos, que son horas de cenar ya; vamos!!- replicó sereno regresando a la casa al instante siguiente. Dentro del coche de Alonso, ambos se sobresaltaron al oír los golpes en el portalón recomponiéndose la ropa presurosamente pero se quedaron mirándose atónitos cuando solo oyeron el breve aviso de Jorge y sus pasos regresando a la casa.
-Caray, a papá no se le escapa una ¿eh?- expresó sobrecogida Isabella
-Ya te dije que no era buena idea encerrarnos aquí como de niños, que papá no es tonto, pero tú…- protestó nervioso Alonso abrochándose presuroso la cremallera de los vaqueros
-Yo solo era para besarte a gusto, pero tú ya te lanzaste a por todas- expresó chistosa besándolo amorosa en los labios, él sonrió derrotado
 -Sigo sin poder reprimirme cuando estoy a tu lado gatita, haces de mí lo que te da la gana- murmuró meloso atrapando de nuevo aquella deliciosa boca que lo trastornaba; ambos rieron entretenidos, acabaron de vestirse y regresaron a la casa encontrándose ya a toda la familia sentada a la mesa empezando a cenar. Tampoco nadie dijo nada de su retraso.
-Gabriel y yo tenemos algo que anunciaros- habló Meli durante la cena mirando enamorada a Gabriel que le cogió la mano besándosela amoroso, todos los observaron intrigados
 -Mi sueño se ha cumplido y al fin Meli aceptó casarse conmigo- expuso Gabriel con una inmensa sonrisa de felicidad y todos explosionaron de alegría felicitándolos
-Pues a ver si tenéis pronto un hijo- expuso animada Alejandra sorprendiendo a todos que la miraron confundidos- y tú Jorge, también podías tener uno con Blanquita caray- siguió hablando confundiendo a todos aún más ya que se la veía muy lúcida
-¿Somos ya un poco mayorcitos para eso no crees mamá?- expresó guasón Jorge acostumbrado ya a aquellos pequeños flashes temporales de su madre- Además ¿A qué viene eso?- preguntó Jorge divertido
-Pues para tener algo de barullo en la casa de nuevo; desde que estos dos tortolitos solo saben hacerse arrumacos por las esquinas de la casa y ya no tienen sus peleas constantes, esto está muy aburrido- aclaró resuelta provocando que Alonso e Isabella se sonrojaran tremendamente y el resto de la familia rompió a reír jocosamente. Y así quedó claro y anunciado que todos sabían de su relación aunque ellos se esforzaran en seguir disimulando.
Unos años después, acabaron sus respectivas carreras; Alonso era ya un arquitecto con unas excelentes calificaciones e Isabella una titulada veterinaria con un amor y dedicación increíble a los animales. En ese tiempo y debido al matrimonio de Meli con Gabriel, las vacaciones en Ibiza pasaron a ser en Cangas de Morrazo. Todos juntos en preciosa armonía familiar en la casa de los abuelos de Alonso.
Aquel 15 de Agosto era mucho más especial para todos. Después de felices preparativos entre toda la familia unida, llegó el gran día de la magnífica boda entre Alonso e Isabella. Un guapísimo y elegante Alonso enfundado en un esmoquin negro con pajarita y fajín amarillo esperaba al pie del altar de la preciosa iglesia de La Colegiata en Vigo bien engalanada con flores blancas y amarillas acompañado de su madre Amelia que estaba hermosa con un vestido malva claro de satén que remarcaba su perfecto cuerpo y de su tío Jorge guapo y elegante con también esmoquin negro pero con la pajarita y fajín haciendo juego con el vestido de su hermana en malva. Los tres se miraban nerviosos, cariñosos se estrujaban las manos y sonreían satisfechos mientras esperaban la llegada de la hermosa novia que entró en la iglesia del brazo de un elegante y orgulloso Francesco con también esmoquin negro aunque su pajarita y fajín iba conjuntado con el bello vestido de Blanca en un tono rosa fuerte. Caminaron despacio hasta el altar mientras ella y Alonso se miraban con enardecido amor y Francesco le entregó emocionado a Alonso a una bella Isabella que llevaba un vestido precioso que su madre había confeccionado con gran ilusión. Era de satén blanco muy sencillo pero elegantemente sublime, con un bello escote princesa, se ceñía recto a su perfecto cuerpo con los únicos adornos de un lazo amarillo atado a su cintura y unos vaporosos volantes en tul que iban desde la cintura hasta los pies a su espalda. Su hermosa melena lisa y negra como el azabache llevaba un trenzado precioso en distintas capas y enredado en un delicado entramado de pequeñas perlas que deslumbraban entre aquel cabello negro. Después de la emotiva ceremonia, la familia los esperaba a las puertas de la iglesia donde los rociaron con hermosos pétalos de rosas blancas y amarillas. Se les veían resplandecientes y felices.
Para sorpresa de todos, en la misma puerta de la iglesia, Isabella y Alonso sonriendo pícaramente le entregaron el bello ramo de flores blancas y amarillas que colgaban en forma de cascada a una azorada y muy sonrojada María que tampoco se esperaba aquella sorpresa. Miguel sonrió gratamente encantado y besó dulcemente los labios de María dejando boquiabiertos al resto de la familia que ni habían sospechado nada de aquella relación. Durante la comida Alonso solo tenía ojos y dedicación para su ya esposa a la que mimaba y besaba lleno de amor siendo correspondido por ella emocionada y tan amorosa como él. Era una pareja preciosa.
 -¿Quién me diría hace unos años que este sueño se convertiría en realidad mi chiquita?- expresó emocionado Alonso besando apasionado los labios de su flamante esposa
-Pues yo tengo algunos más que creo que pronto también se harán realidad- repuso ella sonriendo dichosa y, aunque él la miró intrigado, ella solo sonrió exultantemente feliz besándolo de nuevo en los labios
-Espero todo salga bien entre ellos- sollozó emocionado Francesco observándolos abrir el baile
 -No seas pájaro de malagüero, Franco- le regañó Blanca
-Es que cara mía, nuestra niña es la cosa más terca y tozuda que jamás he visto- repuso fastidiado provocando la risa divertida de Jorge- ¡Mira que empeñarse en llevar perlas y amarillo en este día!- añadió estremecido- ¡¡Son las dos cosas más gafes para las bodas caray!!
-Pero míralos Franco- indicó feliz y ambos miraron a la dulce pareja que se les veía tan felices y se miraban tan amorosos que era imposible dudar de ese gran amor- ellos se aman tanto que podrán con todo eso y mucho más, mi excéntrico y adorado amigo- le repuso acariciándolo dulcemente la mejilla y ambos sonrieron dichosos.
-Ahora a esperar que pronto empiecen a llegar los nietos, guapísima abuelita- le murmuró esperanzado Jorge al oído, Blanca le sonrió alegremente divertida
-No tendremos que esperar mucho mi vida, el primero ya está en camino- le murmuró feliz, él la miró entusiasmado
 -¡¿De verdad mi amor?!- expuso ilusionado
-¡Chisss, calla! Alonso aún no lo sabe; a mí me lo contó Isa en secreto pues tuve que arreglarle el vestido a última hora ya que le ceñía sorprendentemente en pocos días ¿no ves bobo que el vestido original no llevaba esos volantes en la espalda? ¿Tan poco te fijas en mi trabajo?- protestó mimosa mirándolo ofendida y él sonrió divertido besándola dulcemente los labios
-Una vez te dije que yo estaría muy cerca para verte brillar en las pasarelas, y aquí sigo, observando cada detalle de tu hermoso trabajo mi ángel ¿acaso lo dudas?- expresó complacido, se sonrieron felices y se besaron agradados y deleitados.
 Tenían una vida plena, unos hijos y una familia maravillosa, y eran exultantemente felices… ¿Qué más se podía pedir?
                                                                  FIN.

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