jueves, 19 de febrero de 2015


Así Adolfo se fue, Cris observó a Carla como se apoyaba debilitada por toda la tensión acumulada al quicio de la puerta y él subió apurado las escalinatas con toda la intención de sujetarla pero se detuvo frente a ella sin hacer ningún amago de tocarla
-¿Estás bien?- preguntó con voz inquieta mirándola preocupado
 Carla lo miró a los ojos mientras avanzaba hacia ella, unas inmensas ganas de que la abrazara la invadieron, sintió una urgente necesidad de que la envolviera entre sus fuertes brazos y sentirse segura… pero de pronto él se detuvo ante ella sin acercarse más dejándola confundida -Sí- respondió en un hilo de voz mirándolo incrédula ¿por qué se quedaba allí inmóvil mirándola así, tan fijamente? ¿Por qué no la abrazaba? ¿Acaso no veía cuánto lo necesitaba? Sin quererlo, sus ojos comenzaron a llenársele de lágrimas
-Dios Carla ¿Realmente estás bien?- insistió inquieto al ver aquellos hermosos ojos grises inundándose de lágrimas ¡¡Dios, como anhelaba abrazarla, cobijarla contra su cuerpo, consolarla... pero temía tanto meter la pata de nuevo y que ella lo rechazara otra vez!! así que ni se movió. Carla apretó los labios e intentó asentir con la cabeza pero se detuvo al instante y lo miró afligida
 -¡¡No!! ¡¡No estoy bien!!- rompió a llorar echándose entre sus brazos y se aferró desesperada al cuerpo de Cris hundiendo su rostro en su pecho desnudo
-Dios, cielo mío- murmuró conmovido rodeándola con sus brazos y oprimiéndola suavemente contra su cuerpo- tranquila mi ángel, ya pasó todo- siguió murmurándole tierno mientras la besaba cariñoso en la cabeza
 -Si me quita a Paloma me muero Cris, no podré resistirlo...- sollozó angustiada
-Nadie te quitara a Paloma mi cielo, no lo permitiré- intentó calmarla besándola nuevamente en el pelo
-Le daré todo el dinero si quiere, Paloma no lo necesita estando conmigo... no tuve necesidad de tocar ni un solo céntimo antes, menos lo voy a necesitar ahora... me valí y me valgo sobradamente para sacar a mi niña adelante... pero que no me la quite Cris, que no me la quite; él no la quiere, sé que no la quiere...- sollozó desconsolada apretándose aún más contra el cuerpo de Cris
-Ese desgraciado no se quedará con el dinero de la pequeña ni nadie te quitará a Paloma, Carla; te doy mi palabra- repitió tajante, ella elevó sus ojos hacia su rostro mirándolo esperanzada- no lo permitiré mi ángel, no dejaré que ese sinvergüenza se salga con la suya; tranquila- siguió hablando mientras tomaba aquel dulce rostro con sus manos y lo acarició tierno con sus dedos pulgares intentando secarle aquellas incontrolables lágrimas
-¿Cómo?- preguntó sin dejar de mirarlo y un brillo de esperanza se deslumbró en aquellos bellos ojos grises
-No lo sé, pero conozco una buena abogada que tiene toda mi confianza; se lo consultaré y sé que ella harán algo, lo que sea, pero algo hará; ya lo verás vida mía- aseveró rotundo, Carla sonrió más tranquila recostándose nuevamente sobre su pecho y él la volvió a oprimir suavemente contra su cuerpo besándola de nuevo en el pelo. Así se quedaron unos segundos sin decirse nada hasta que Carla comenzó a pasear despacio su mejilla por el pecho velludo de Cris
 -Que suave eres, pareces un osito- expuso divertida y él soltó una carcajada apretándola aún más contra su cuerpo. Tomó con una de sus manos el mentón de Carla y lo elevó hacia él. Sus ojos se encontraron, ambos brillaban de entusiasmo
 -¿Sabes lo preciosa que eres y lo loco que me tienes?- murmuró apasionado y atrapó su boca con la suya; ella reaccionó al instante entregándose en un ardiente beso lleno de deleite. Él se retiró lentamente mirándola ardiente a los ojos- ¡Dios, que pena que me tenga que ir; estaría todo el día recreándome en esta dulce y sabrosa boca, no me cansaré nunca de saborearla!- expuso ambicioso pasando su dedo pulgar por aquellos tiernos labios
 -¿Te tienes que ir?- expuso mirándolo apesadumbrada
-Sí mi cielo- expresó desganado besándola amoroso en la frente- he quedado con mi padre para arreglar unos asuntos de trabajo y mi madre no me soltará hasta después de comer- explicó con voz apenada acariciando tierno la mejilla de Carla con el revés de su mano, ella sonrió tierna moviendo comprensiva la cabeza- ¡¡Que mierda, pero no quiero ir, quiero quedarme así contigo!!- exclamó fastidiado oprimiéndola de nuevo contra su cuerpo y Carla rió divertida- Pero ¿Qué te parece si me escabullo así acabe la comida y nos vamos a la playa a pasar la tarde? Palomita lo pasara en grande y a ti te sentará bien salir y despejarte- ella asintió complacida con la cabeza- perfecto, estaré de vuelta sobre las cuatro- volvieron a besarse complacidos y se volvió, sus ojos se encontraron con el sobre que Adolfo dejara en el escalón; lo recogió y se volvió hacia Carla- ni te preocupes por lo que ponga, encontraremos una solución mi ángel; te lo prometo- expresó tranquilizador entregándosela; la besó tierno en la frente y se alejó hacia su casa saltando nuevamente la valla; Carla se quedó observándolo apoyada en el quicio de la puerta.
-¿Está ahí Cris? Me pareció oírlo- preguntó curiosa Paloma descendiendo por las escaleras
-Sí cielo, estaba… pero ya se fue- dijo en un murmullo apesadumbrado.
-¡¡Jo ¿y no me saludó?!!- protestó entristecida bajando hasta el medio de las escaleras. Carla suspiró profundamente y se metió la carta en el bolsillo. Cerró la puerta y se volvió hacia la niña
 -Tenía que irse cielo, pero va a volver pronto y... ¿Qué te parece ir a pasar la tarde a la playa con Cris?- propuso animada
 -¡¡Siiii!!- chilló entusiasmada la pequeña saltando alegremente en el escalón, Carla sonrió complacida acercándose a ella.
 -Pues vamos a vestirnos entonces mi chiquitina- le propuso resuelta mostrándole su mano y subieron alegres de regreso al cuarto. Vistió a Paloma y, mientras la niña estaba entretenida en su cuarto jugando, ella se fue a su dormitorio y leyó la carta. En ella Adolfo le daba la dirección de un motel de la ciudad con el número de la habitación y decía que le entregaba 3000 euros en tres días o reclamaría la custodia de la niña. Y aseguraba rotundo que ella sabía muy bien que se la darían...
-¡Dios mío, 3000 euros! ¡¿De dónde saco yo tanto dinero?!- exclamó atónita mientras sus manos temblaban nerviosas.
 Cris subido a su eterna bicicleta, abrió con su mando a distancia las altas verjas de hierro situadas en los gruesos muros de piedra que cerraban la finca de sus padres; se coló hábilmente entre ellas antes de que se abrieran del todo. Pedaleó por el camino de gravilla entre los frondosos árboles pasando por delante de las dos hermosas casas blancas que había dentro de la enorme finca pertenecientes a sus hermanas antes de llegar a la casa principal, un gran caserío de piedra de dos plantas
-¡¡Tío Cris!! ¡¡Que bien que ya hayas llegado!!- lo asaltaron ya cuando aún no había descendido de su bicicleta sus dos sobrinos mayores; unos niños guapísimos y muy rubios
 -Hola mis fierecillas- los abrazó gustoso besándolos en la cabeza
 -Hijo...- salió también a recibirlo su madre con su eterna dulce sonrisa en los labios abriendo gustosa sus brazos
 -Hola mami- la besó cariñoso en la frente mientras se fundían en un cariñoso abrazo- ¿Y papá? -Lleva media hora esperándote con Ari encerrado en el despacho cielo mío- contestó fastidiada acariciándole dulcemente las mejillas, él sonrió complacido por aquel tierno gesto de su madre- pero hijo ¿cuándo te cortaras estas greñas y te afeitarás decentemente? Pareces un sin techo, Jesús- protestó molesta; siempre con lo mismo, pensó divertido Cris y rió entretenido; la besó en la frente y entró en la casa sin contestarle
Después de más de una hora reunido con su padre y su hermana encerrados en el despacho ante unos planos de una urbanización; llegó el momento del día más feliz para Cris: toda la familia reunida para comer ante la larga mesa de madera de la cocina de su madre, como todos los días de la semana y ocupando siempre los mismos lugares: Sus padres encabezando la mesa, su hermana Ari sentada al lado izquierdo de su padre, a continuación su hermana Claudia junto a su esposo Jacobo y entre ellos el pequeño Oscar de casi un año en su sillita; al otro lado de la mesa, entre él y su madre, sus dos sobrinos mayores: Hugo de seis años y Javi de cuatro; y entre él y su padre, la silla vacía de Susi que nunca era ocupada. Charlaban distendidos y alegres todos con todos armando un entretenido alboroto mientras las fuentes iban pasando de unos a otros haciendo buena cuenta de los ricos manjares que su madre preparaba con gran pasión. No solo porque era una apasionada de la cocina, sino porque también le encantaba y disfrutaba enormemente al ver y tener a la familia reunida junto a ella.
-Hijo, te encuentro distinto- expresó en medio de la comida mirando intrigada a su hijo que le hacía gestos divertidos al pequeño Oscar frente a él haciéndolo reír alegre. Los tres hijos de su hermana Claudia lo querían con locura.
-¿A mí mamita? Pues yo me siento igual que siempre- respondió despreocupado continuando con su comida
-Tiene razón mami, desde hace un par de meses está mas... cambiado- instó su hermana Ari sentada frente a él
-Tonterías... y pásame la salsa, anda- intentó esquivar las preguntas y las miradas curiosas del resto de la familia
-Será que está contento porque el nuevo proyecto va viento en popa ¿verdad hijo?- intermedió satisfecho su padre palmeándole dichoso en el brazo, él le sonrió agradado
-Será eso papá- respondió moviendo desenfadado los hombros y todos continuaron comiendo
-Cris ¿cuándo piensas cortarte esos pelos y vestirte decentemente? Pareces un mendigo desarrapado por Dios bendito- le regañó su dulce y preciosa hermana Claudia que siempre estaba con lo mismo como su madre, él hizo caso omiso a su reclamo y siguió comiendo
-Eso mismito le dije yo así llegó, cielo mío- remarcó satisfecha su madre
-Va a la moda y está guapísimo- lo defendió Ari, él le sonrió agradecido- Pero lo que a mí me gustaría saber es cuando dejarás de ir en esa estúpida bicicleta a todos lados- reclamó al instante y aquel comentario no le hizo gracia a nadie de la familia, se notó la tensión entre todos los adultos de la mesa; él la miró ofendido
 -Con lo bien que ibas...- masculló fastidiado
-Déjale en paz Ari, que te importa en qué vaya- intermedió dulcemente Claudia
-Pues porque sí me importa hermanita, cada vez que lo veo encima de esa bicicleta y con estas temperaturas que están haciendo, me da algo; cuando tiene un precioso y cómodo coche pudriéndose en el garaje de papá- él resopló irritado- porque haya pasado lo que pasó, no significa...
 -¡Ya está bien Ariadna!- la interrumpió con voz tajante su padre mirando el nerviosismo de su amada esposa al otro lado de la mesa al oír por donde iba la conversación de su hija
-Pero papi...- protestó melosa a su padre
-Pero nada Ariadna, basta he dicho- la calló rotundo- dejar en paz a Cris de una vez; que vaya en lo que le plazca, que se vista cómo le da la gana y que se corte el pelo cuando él lo vea preciso- clamó autoritario, todos siguieron comiendo en gran silencio; hasta los pequeños sabían que cuando el abuelo reclamaba, todos callaban
-Claudia, necesito pedirte un favor- expuso Cris después de un tiempo prudencial dejando que su padre se calmara
 -Claro cielito ¿De qué se trata?- indagó mirándolo curiosa su hermana mayor con aquellos bellos ojos azules que tenía
-Tengo una amiga que está teniendo problemas con la custodia de su sobrinita huérfana ¿podrías ayudarla?- se interesó esperanzado y todos pudieron percibir el leve brillo de sus ojos negros que no pudo disimular al recordar a Carla
 -¿Una amiga? ¿Qué amiga Cris?- preguntó pícara Ari mirándolo maliciosa
 -Una amiga Ari, simple y llanamente una amiga ¿vale?- la atajó fastidiado mirándola ya irritado -¿Problemas de qué tipo corazón?- intermedió dulcemente su hermana Claudia
 -Un tío de Palomita...- y sus ojos volvieron a brillar ilusionados- quiere quitársela, pero al parecer solo le interesa el dinero que la pequeña recibió por el accidente de sus padres; nunca se molestó ni en conocer a la pequeña
 -Ese dinero es intocable- expresó rotundo su cuñado Jacobo
-Lo sé, pero algo me dijo Carla aunque no llegó a explicármelo bien, de que su cuñado, inocentemente, dejó una claúsula escrita para que ella no tuviera problemas en caso de necesidad y de eso se quiere valer ese desgraciado...
-Tráeme los papeles cielito, les echaré un vistazo y con gusto intentaré ayudarlas- expresó gustosa su hermana Claudia, Cris le sonrió agradecido
-¿Y quién es esa Palomita hijo?- se interesó curiosa su madre debido aquel inesperado brillo en los ojos de su hijo que hacía muchos años no veía
 -Una niña maravillosa mamita; alegre, dulce, tierna, y con unos enormes ojos grises preciosos que enamoran al más pintado- expresó sonriendo deleitado pues la imagen de Carla le inundó el pensamiento y aquel bonito brillo ilusionado volvió a aparecer en aquellos apagados ojos de su hijo desde hacía unos años; ella sonrió complacida, al parecer su adorado hijo volvía a tener una ilusión en su vida después de tantos años de triste soledad...
Se estaba bien al sol. Sentados sobre las toallas uno junto al otro, observaban entretenidos a la pequeña Paloma jugar con las olas; intentaba escapar de ellas pero siempre acababan atrapándole sus piececillos haciéndola gritar feliz mientras Polly, pegado a sus talones, ladraba inquieto a aquellas dichosas olas que molestaban a su amita provocando risas divertidas a la pequeña. Cris tomó por la cintura a Carla aproximándola a él y ella apoyó complacida su cabeza en su pecho sonriendo gustosa al sentir sus labios en su pelo besándola con ternura
 -Es maravilloso verla disfrutar tanto con tan poco- comentó conmovido, ella sonrió tierna y lo besó dulcemente en los labios
-Para ella es algo sorprendente Cris, recuerda que venimos de la capital y nunca vio el mar- le recordó cándida mirándolo con aquellos preciosos ojos grises llenos de ternura
-Claro, no había caído en eso- murmuró enternecido, tomó el dulce rostro de Carla entre sus manos y lo observó detenidamente, ella lo miraba intrigada- Parece increíble...- expresó encandilado sin dejar de mirarla asombrado
-¿El qué?
-Vuestro parecido, sois tan iguales que parece increíble que solo seas su tía- expresó maravillado y la besó en la frente, ella sonrió complacida- la única diferencia es que ella tiene el pelo rubio ondulado formándole esos divertidos tirabuzones y tú una preciosa melena lisa y castaña pero del resto: estos ojos grandes y tan grises, vuestra nariz respingona, esas pequitas que salpican vuestras mejillas… todo es idéntico, parece un clon tuyo ¡Jesús!- remató sobrecogido y ella rió amena
-Ella no se parece a mí, Cris…- habló rotunda encogiendo sus piernas contra su pecho y rodeándolas con sus brazos- Paloma es idéntica en todo a su madre, hasta en su forma de ser: cariñosa, sensible y con esa facilidad increíble de entablar amistad rápidamente con cualquiera- le miró divertida a los ojos apoyando su cabeza ladeada en sus rodillas, él estaba completamente perdido, no la entendía; Carla soltó una risita divertida- ¿No lo comprendes verdad? Mi hermana y yo éramos gemelas Cris- aclaró satisfecha, él cerró los ojos y se dejó caer derrotado sobre la toalla de espalda, mientras se reían alegres; la miró embobado, oírla reír tan feliz y despreocupada lo llenaba de placer.
 -Entonces ¿la de la foto en el cuarto de Palomita no eres tú?- expuso pausadamente
-No, es mi hermana Alejandra y mí cuñado Toni; los padres de Paloma- se sonrieron alegres. Llegó Paloma que se precipitó al cuello de su tía casi derrumbándola como le había ocurrido a él el día anterior pero ella se sostuvo hábilmente; estaba acostumbrada a aquellos ataques inesperados de la pequeña y los controlaba mejor que él
 -¡Vamos al agua mamá Carla! ¡Anda vamos, quiero nadar!- expuso presurosa tirando del brazo de su tía; ella se levantó a desgana y se deshizo de la camisola blanca que aún no se había quitado desde que llegaran y se fueron al agua. Cris se incorporó sobre sus codos y se quedó mirando la bella imagen de tía y sobrina caminando alegres de la mano. Palomita iba dando saltitos felices haciendo que los volantitos que su bañador rosa llevaba en el trasero brincaran arriba y abajo de manera divertida mientras Carla sonreía dichosa mirando con gran ternura a la pequeña. Aquellas dos mujercitas le ganaran el corazón de manera indescriptible, pensó apasionado observando deleitado el cuerpo sinuoso y bien formado de Carla con aquel provocador bañador negro. Un estremecimiento de excitación recorrió su espalda. Se levantó y echó a correr hacia ellas; le arrebató sorpresivamente a Paloma de la mano a Carla y, elevándola en el aire, se introdujo en el agua dando vueltas con la niña en brazos. Paloma gritaba divertida intentando escapar del agua que la salpicaba agarrándose fuertemente al cuello de Cris. Carla los alcanzó sin dejar de sonreír y Cris depositó un dulce beso en sus labios antes de seguir jugando con Paloma en el agua.
Después de un tiempo enredando los tres, ellos se regresaron a las toallas dejando a Paloma jugando con Polly en la arena. Cris se tiró boca abajo en la suya mientras Carla, despacio, se arrodilló a su lado. Pero inesperadamente llegó Paloma corriendo y se lanzó a la espalda de su tía haciéndola caer de bruces contra la toalla. Cris soltó una carcajada divertida.
-¡Paloma, no seas bruta mujer!- le regañó tiernamente aunque riéndose entretenida. La pequeña la besó cariñosa en la mejilla y se sentó sobre la espalda de su tía
-Te voy a dar un masaje como le hacía a mamita, a ella le gustaban mucho- explicó resuelta pasándole las manitas por la espalda despacio mientras Carla apoyaba la cabeza en sus brazos entrecruzados y cerró los ojos. Cris se apoyó sobre un codo para deleitarse en aquella bonita escena y entonces la vio... una profunda y marcada cicatriz le cruzaba de forma ascendente desde la mitad de la espalda hacia el costado derecho desapareciendo bajo el bañador en dirección al pecho. Muy serio e intrigado, le pasó el dedo suavemente sobre ella.
 -Eso se lo hizo ese maldito hijo de perra de Carlos- dijo de pronto Paloma, Cris se encontró con los ojos de la niña que lo estaba observando acariciar la cicatriz
-¡¡Paloma!!- repuso asombrada al escucharla su tía dándose rápida la vuelta pero con cuidado de no tirar a la niña que seguía sobre ella- ¡¿Dónde has oído esas palabras tan feas?!
 -Así le llamaba siempre mi papaíto a Carlos cuando hablaba con mamita, mamá Carla- explicó desconcertada la pequeña por la impronta reacción de su tía
 -¡¡No quiero volver a oírtelas decir ¿me oyes?!!- regañó duramente, la pequeña asintió cohibida con la cabeza; Carla miró a Cris que la observaba intrigado; ella apretó atormentada sus labios y se puso de pie dándole la espalda a Cris para evitar su mirada volviéndose a vestir rauda la camisola para ocultar la cicatriz. Cruzó sus brazos sobre su pecho y se quedó inmóvil mirando el horizonte unos minutos mientras ellos la observaban muy callados también. Unos segundos después, tomó aire profundamente y, volviéndose hacia el lado contrario de Cris para no verle a los ojos, le ofreció la mano a Paloma- Vamos a lavarnos las manos para merendar, cielo, que pronto tendremos que irnos- habló ya más calmada y, sin mirar a Cris, se dirigió hacia el agua. Él se quedó sobre la toalla mirándolas como se enjuagaban las manos en la orilla, acariciando distraído al cachorro junto a él Ahora comprendía todas sus reacciones: como se ponía a la defensiva cuando se le acercaban, como se cubría a los gestos inesperados… ¿qué clase de hombre es capaz de hacerle daño a una mujer? ¿Qué desgraciado le podría haber hecho daño a aquella mujer? Si era dulce y cariñosa como pocas, le recordaba tanto a su hermana Claudia... si alguna vez se enteraba de que algún degenerado golpeaba a alguna de sus hermanas... la sangre empezó a hervirle solo de pensarlo; lo mataría. Lo mataría con sus propias manos... Se tiró boca arriba sobre la toalla y cerró los ojos intentando serenarse. Las oyó acercarse pero no se movió, notó como Carla se sentaba a su lado, cogía la nevera de playa y le daba la merienda a la niña
-Ten cuidado mi vida, no toques ahora la arena o llenarás el bocadillo de ella- le hablaba con su dulce voz a la pequeña; él abrió los ojos encontrándosela sentada en la toalla de espaldas a él con Paloma sentada entre sus piernas. Se quedó observando sus tiernos gestos, escuchando su dulce voz, el gran amor con el que atendía a la pequeña; Dios santo, pero si era todo dulzura ¿cómo podía haber alguien que la hubiera golpeado de semejante manera? Si pudiera borrarle todo aquel mal que había sufrido... Se movió raudo y se colocó tras ella abrazándola por la cintura, Carla se recostó gustosa contra su pecho y él la besó tierno en la sien; si pudiera, querría ya estar para siempre así, junto a aquellas dos maravillosas mujeres que le habían devuelto la alegría de vivir protegiéndolas y mimándolas el resto de su vida...

No hay comentarios:

Publicar un comentario