lunes, 16 de febrero de 2015


Cenaron entretenidas con la cháchara de la pequeña, aunque a menudo, su mirada escapaba a la ventana del vecino por si lograba verlo pero no apareció. Acostó a eso de las 9 a Paloma como siempre y regresó a la cocina para lavar los cacharros… pero sin dejar de poder observar la casa de enfrente, seguía todo apagado ¿Habría salido? ¿O ya se habría acostado a pesar de que era aún muy temprano? ¿Y si salió, con quién? ¿Acaso tendría novia? Era de suponer: era un hombre muy atractivo para estar solo... y a su mente regresó la imagen de su fornida espalda arreglando el televisor, de aquellos brazos y piernas atrayentemente atléticos, de aquellos ojos negros tan hermosos y aquel rostro tan atractivo con aquella dulce sonrisa y aquellos hoyuelos encantadores... de pronto se sacudió enérgica la cabeza
-Por Dios, Carla; déjalo ya- se reclamó rotunda alejándose de la ventana de la cocina. Cogió el tabaco y el cenicero de la sala y se sentó en los escalones de la casa como todas las noches. Se encendió un cigarrillo y se relajó oyendo el agradable cantar de las chicharras. No había tráfico ninguno en aquella zona y todo era paz y silencio. Había encontrado un lugar hermoso; tranquilo y hermoso donde Paloma crecería feliz. Lo vio llegar montado en la bicicleta; como descendía de ella ágilmente y entraba distraído en su jardín llevándola de la mano
-¡Hola, no te había visto!- le saludó animado cuando reparó al fin en Carla
-Hola- le contestó amable encendiendo otro cigarrillo
-¿Me invitas a uno? Me quedé sin tabaco y hasta mañana ya no podré comprar- indicó mientras le sonreía con aquella sonrisa encantadora
-Claro- repuso acercándose a la valla y le ofreció uno, él lo encendió con su encendedor y le dio una honda calada echando hábilmente el humo después- creí que los deportistas no fumabais- comentó divertida, él sonrió de nuevo
-No soy un deportista, soy demasiado vago para eso- respondió chistoso y ella rió amena- solo me gusta andar en bici y recorrer el paseo de la playa; después de estar todo el día encerrado entre cuatro paredes de una oficina, necesito respirar aire fresco y sentir algo de libertad- le dio otra calada al cigarro- ¿y tú que haces ahí a estas horas?
 -Fumándome mi último cigarrillo del día relajadamente oyendo el canto de las cigarras; de dónde venimos esto no lo hay ni de casualidad y es mi momento ideal: Paloma está dormida al fin y tengo mi pequeño momento para no hacer nada rodeada de precioso silencio- respondió animada y él volvió a sonreír ameno
-Pensé que estarías esperando a tu esposo- comentó despreocupado pero ella lo miró atónita como si hubiera dicho una cosa inaudita desconcertándolo- ¿que he dicho?- expresó confundido
-No estoy casada- aclaró rotunda y él se quedó descolocado
-Ah, perdona, supuse que lo estarías; cómo tienes una...- pero la mirada pasmada de Carla lo calló- Discúlpame, soy un bocazas entrometido- se disculpó abochornado, volvió a darle otra calada al cigarro y lo tiró al medio de la carretera- será mejor que me vaya, hoy ya metí la pata bastante… Hasta mañana- expuso y se escabulló a su casa
-Hasta mañana- respondió ella traspuesta por aquella inesperada y confusa reacción de él
Se metió en casa y subió las escaleras contento y feliz ¡¡no había ningún esposo, aquella preciosidad estaba sola!! pensó alegre
Ella recogió el cenicero de la escalera y apagó el cigarrillo en él, se metió en casa aún aturdida:” ¿Un esposo? ¿De dónde habría sacado aquella idea absurda? ¿Acaso tenía pinta de casada? Y tenía una... ¿una qué?” Se preguntó observándose de arriba abajo desconcertada sin comprender a qué podía referirse…
 -¡¡Casada; menuda estupidez; si solo tengo 22 años!!- exclamó incrédula, no sabía por qué, pero aquel comentario de Cris le había ofendido muchísimo- Bueno, la verdad es que mi hermana Alex tenía mi misma edad y era ya madre a los 18… ¡¡Pero eso es absurdo ¿de dónde sacó que yo era casada?!!- replicó fastidiada subiendo las escaleras y yéndose a su cuarto no sin antes asegurarse de que Paloma seguía dormida
Aunque era sábado, Cris se despertó igualmente temprano. No pudo evitar inspeccionar la casa de enfrente al abrir las ventanas de su cuarto. Estaba todo cerrado y en silencio, aún dormían. Sonrió dulcemente y se puso un pantalón corto de deportes con una camiseta negra y bajó a desayunar mientras seguía observando curioso las ventanas de enfrente, esperando ver aparecer el lindo rostro de Carla como cada mañana pero no obtuvo resultado. Salió a regar el jardín cuando por fin empezó el trajín en la casa de a lado y Cris no pudo evitar sonreír deleitado; empezaba a echarlo en falta.
 -¡Pal cielo, ven a desayunar!- sonó alegre la voz de Carla
 -Ahora estoy viendo la tele; tráemelo aquí, anda; se buena- repuso zalamera la pequeña
-De eso nada señorita, a desayunar en la cocina- hubo un momento de silencio- ¡Pero Dios mío Paloma; mira como tienes ya la sala y apenas acabas de levantarte! Recoge todos estos juguetes, no te lo digo dos veces... ¡¡Y pasa a desayunar de una vez!!
-Ya voy, ya voy; gritona- protestó resabida Paloma y Cris rió divertido al escucharla; aquella pequeña era un diablillo encantador y no había nada como una casa con niños. Le encantaba el desorden que ello conllevaba, disfrutaba enormemente cuando su hermana le dejaba sus hijos con él
-Hola, Cris- lo saludó animada detrás suyo, él se volvió descubriéndola aún con un pijama rosa de pantaloncito corto y camisa con volantitos con su eterna muñeca en brazos
-Hola, mi princesa preciosa- respondió cariñoso
-¿Qué haces?- se acercó a la valla y él se dio cuenta que llevaba sus piececillos descalzos
 -Regando para que las flores estén bonitas como a ti te gustan- se sonrieron amistosos- ¿qué haces descalza? Te vas a poner malita...
-¡Pal, todo sigue igual, no has recogido nada! ¡Diablo de niña, no sé que hacer contigo!- se oyó protestar a Carla dentro de la casa, Cris y la pequeña se miraron cómplices
-¿No has obedecido a mami?- indicó reprochador y ella esbozó una sonrisa picaruela que provocó en Cris una carcajada divertida
-¿A dónde te has ido ahora Paloma? Ni se te ocurra escabullirte a casa de...- exclamaba apareciendo en el porche pero se quedó callada al encontrarse con él de frente. Cris la observó irremediablemente de arriba abajo, llevaba un camisón salmón corto que apenas le llegaba a medio muslo y demasiado fino que dejaba entrever un cuerpo sinuoso y provocativamente atrayente. Ella se cerró presurosa la bata cubriendo rauda su desnudez; Cris sonrió entretenido
-Aún no se escabulló a ningún lado, está aquí- le anunció entrañable y Carla le sonrió dulcemente acercándose a ellos; Cris comprobó que debía ser cosa de los genes ya que ella también iba descalza
-Disculpa el griterío ya de buena mañana, pero no puedo con ella- se defendió turbada notando como sus mejillas se sonrojaban irremediablemente ¿Qué le pasaba con ese hombre? La desarmaba por completo. Era verlo y el corazón empezaba a latirle a cien poniéndola muy nerviosa y volviéndola casi estúpida con aquellos balbuceos ilógicos intentando defenderse sin razón
-No pasa nada, tranquila- respondió explayado y volvieron a sonreírse amistosos
-Paloma vamos a vestirnos...- indicó más calmada acercándose a la pequeña mostrándole la mano para llevársela dentro, en ese instante se percató de que estaba descalza- ¡¿Será posible contigo?! ¡¡Si estas descalza otra vez, voy a tener que pegarte las zapatillas a los pies!!- le regañó alterada de nuevo -Y tú también, así que no puedes reclamarle nada- la defendió Cris sin dejar de reírse, ella lo miró ofendida por su comentario- perdona, pero para poder protestar antes hay que dar ejemplo… Lo dice mi madre- aclaró resuelto
-Muy sabia tu madre ¿le haces caso en todo?- respondió burlona y el rió de nuevo- Anda vamos duendecilla- cogió la mano de la pequeña y se dirigieron a la casa; pero antes de cerrar, Carla se volvió y le dedicó una bella sonrisa.
-El día se presenta bien… muy bien- se animó Cris ante aquella muestra de amistad y siguió mucho más alegre regando el jardín. No sabía que rayos le ocurría, pero desde la llegada de sus vecinas, estaba más animado que nunca. Aún no acabara de regar el jardín, cuando volvió a aparecer la pequeña ya vestida y lista con un peto vaquero que dejaba sus rodillas al descubierto sobre una camisa rosa y unas deportivas blancas que parecían hacerle aún más chiquitos sus piececillos, su madre le había vuelto a hacer sus dos altas coletas en su melena rubia y su ondulado pelo ya empezaba a formarse en aquellos divertidos tirabuzones. Le contó entusiasmada que se iban a la casa de perritos abandonados a por su perrito pero que no se pusiera triste que ya volvían pronto antes de que apareciera Carla enfundada en unos vaqueros que le quedaban de miedo bajo una camisola blanca floja; se había atado su hermosa melena en una coleta alta que aún la hacía parecer más niña. Cuando se fueron, Cris se subió a su bici y se dirigió a casa de sus padres. Durante el largo recorrido pues vivían en las afueras de la ciudad, Cris recordaba aquella bonita imagen de ambas tomadas de la mano alejándose de él mientras le sonreían alegres ¿cuántos años tendría Carla? ¿Veintiuno, veintidós? Era muy joven para tener ya una hija tan grandecita… Errores de juventud, pensó despreocupado mientras pedaleaba tranquilamente por el arcén disfrutando del hermoso día que había aparecido; el verano se acercaba y se sentía ya el agradable calorcito del sol apretando algo más que los meses anteriores.
Cuando regresó, ellas estaban arrodilladas en la hierba de su jardín. Observó deleitado la estampa: las dos hablaban y reían distraídas mientras removían con pequeñas palas la tierra ¿había algo más bonito?
 -¡Hola Cris! ¡Mira! ¡Estamos plantando flores!- le dijo la niña en cuanto lo vio con sus ojitos grises llenos de emoción
-Caray, que bonitas- él ya sonreía automáticamente en cuanto veía aquella linda carita, dejó la bici arrimada en las escaleras de su casa y se acercó a la valla- realmente os están quedando muy bien- Carla lo miró y sonrió dulcemente
-¿Quieres ayudarnos? ¡Ven, te dejamos!- lo invitó la pequeña, aunque miró a su madre a la cara- ¿Por qué le dejamos verdad?- Carla sonrió y ella, orgullosa, volvió la mirada hacia Cris- ¡¿Ves?!- Él saltó de nuevo la valla con una agilidad increíble y se arrodilló a su lado. Carla lo observó disimuladamente, estaba muy guapo con aquel jersey de perlé blanco y aquellos vaqueros rotos en las rodillas; que con su melena y su eterna barba de tres días muy arreglada siempre, le daban un aire muy moderno y juvenil.
 Él también la observaba; se dio cuenta que, bajo los rayos del sol, el pelo de Carla tenía reflejos pelirrojos y otros extremadamente rubios entremezclados con su pelo castaño claro.
 -¿Y qué fue del perrito?- se interesó cariñoso a la pequeña
-No había- le contestó entristecida
 -Vaya, que pena mi princesita- expresó desalentado acariciándole dulcemente la mejilla; Carla lo observaba sin decir nada, Cris siempre le hablaba tan tierno y cariñoso a la pequeña que la impresionaba
-Bueno…Haber sí había muchos; pero mamá Carla no quiso ninguno, dice que eran todos muy grandes- explicó Paloma toda llena de razón enterrando sus manitas en la tierra, Cris se rió divertido- Vamos a volver el sábado que viene… ¿Quieres venir con nosotras?- lo invitó ilusionada mirándolo con ojos expectantes
-Ya veremos- le sonrió observando a Carla que se había sonrojado ante la inesperada invitación de la pequeña, si era preciosa por sí, con ese leve rubor en sus mejillas estaba arrebatadora- ¿Sois de aquí?- le preguntó cordial y ella sonrió dulcemente con aquella hermosa sonrisa que le encandilaba negando con la cabeza
-No, acabamos de llegar a la ciudad- él también le sonrió amistoso- una nueva vida requería una nueva ciudad ¿no lo crees tú también así?- expuso pausadamente y su rostro se ensombreció dando a comprender a Cris que aquel cambio de vida arrastraba cosas dolorosas
-¿De dónde venís?
 -Somos de la capital- aclaró tranquilamente y él la miró boquiabierto
-¡Wow, menudo salto habéis pegado!- expuso asombrado y ella sonrió alegre- hombre, alejarse de una ciudad para dejar atrás una vida que quieres olvidar está bien, pero vosotras le habéis metido un ciento de kilómetros de distancia
-La distancia necesaria para que los fantasmas del pasado quedaran bien atrás- murmuró de nuevo entristecida
 -¿Y lo has conseguido?- indagó curioso aunque su cara apesadumbrada le decía que no; ella no contestó y centró su mirada en la única azalea que quedaba por plantar. Ambos le echaron sus manos al tiempo para recogerla encontrándose Carla de súbito y sin esperárselo con las cálidas manos de Cris sobre las de ella; un suave y dulce estremecimiento le recorrió la espalda. Igual le ocurrió a Cris que no apartó sus manos, recreándose en sentir aquellas dulces manos entre las suyas. Miró a los lindos ojos de Carla que se ruborizó levemente y las retiró muy despacio bajando la cabeza esquivando su penetrante mirada. Cris la plantó hábilmente
-Esto ya está, listo- repuso resuelto y se limpió las manos a los pantalones. Se fijó que Carla tenía en la mejilla restos de tierra y levantó su mano para limpiársela; su reacción lo dejó frío: Carla se encogió aterrada, esquivando rápidamente su mano al tiempo que se cubría el rostro con sus manos a forma de defensa, como si hubiera imaginado que Cris fuera a golpearla. Cris se quedó atónito mirándola incrédulo con su mano suspendida en el aire- Yo… solo quería limpiarte Carla; tienes tierra en tu mejilla- le habló aún descolocado por aquel inesperado e incomprensible gesto mientras le señaló la mejilla pero sin atreverse a tocarla
 -Gracias- expuso en apenas un murmullo mientras se limpiaba con un gesto rápido, lo miró abochornada sin levantar la cabeza encontrándose con que él la observaba completamente desconcertado; notó como sus mejillas le ardían del bochorno. Se levantó rápidamente sacudiéndose enérgica las rodillas del pantalón- Vamos Pal, hay que lavarse- intentó escabullirse de él pero Cris también se irguió ágilmente y, en un rápido movimiento, atrapó a la niña y empezó a darle volteretas en el aire mientras ella reía eufórica encaminándose a las escalinatas, le sopló juguetón en su barriguita provocando unos chillidos alegres en la pequeña y la depositó suavemente en el porche -Hasta luego princesa, pórtate bien- le habló cariñoso besándola con ternura en las mejillas. Carla lo observaba enternecida, era tan tierno y cariñoso siempre... Paloma entró corriendo en la casa y Cris se volvió- hasta luego- repuso sonriendole dulcemente y se dirigió a la valla por donde había saltado antes. Carla seguía mirándolo sin decir nada, se sentía avergonzada por aquel irracional comportamiento suyo de hacía unos segundos y no quería que él se fuera así, pensando que ella le temía
 -¿Te apetece tomar algo?- le invitó amable, él se volvió y le sonrió agradecido- es lo menos que debo hacer… Por toda la ayuda
-Gracias pero hoy no… tengo un compromiso para cenar y debo prepararme- explicó serenamente saltando por encima de la valla de nuevo, ella movió levemente la cabeza asintiendo- pero eso no quita que otro día sí acepte; solo queda postpuesto- resolvió alegre, se sonrieron amistosos y cada uno se fue a su casa
 Cris se metió en la ducha pero no podía dejar de pensar en la reacción de Carla ¿Qué rayos le podía haber ocurrido para reaccionar así a aquel inocente gesto suyo? ¿Realmente podía haber pensado que él sería capaz de hacerle daño? No, fue una reacción automática; sin pensarla, como si hubiera tenido que protegerse muchas otras veces y ya reaccionaba así al más leve movimiento; entonces... ¿De qué vendría huyendo? ¿Del padre de Palomita? ¿Acaso él la maltrataba? Probablemente... Y sintió como la sangre empezaba a hervirle de rabia solo de pensarlo, no soportaba a esos cobardes; si a alguna de sus hermanas alguien le levantaba la mano, lo mataba.
Una semana después, aquel jueves, Cris se encaminaba de mala gana a aquella cita con aquellos clientes en una cafetería del centro. No era lo habitual ni solía hacerlo él ya que de esos trámites se encargaba siempre su hermana, pero aquella mañana ella no podía acudir a esa cita y aquellos terrenos le interesaban enormemente para dejarlos escapar. Entró en la cafetería llena de gente a aquellas horas del aperitivo y echó un vistazo a su alrededor, ellos aún no habían llegado. Ocupó una de las pocas mesas libres más cercana a la puerta para poder verlos llegar.
-¿Qué va a tomar?- le preguntó una voz que se le hacía muy conocida a su lado; él levantó la cabeza intrigado por aquella dulce voz que tanto le sonaba encontrándose con los bellos ojos de Carla que sonrió alegre al reconocerlo- ¡¡Cris, que sorpresa!! nunca te había visto aquí ¿Trabajas cerca acaso?- expuso sin perder aquella preciosa sonrisa que encandilaba a Cris
-No, es una casualidad que yo ande por estos lugares- contestó sin dejar de mirarla sorprendido- ¡Vaya; pues sí que es una sorpresa! No sabía que trabajabas aquí
-No tenías por qué saberlo ¿O es que acaso me vas a decir que eres adivino?- bromeó ella sonriéndole divertida y él la miró intensamente a los ojos
-No me vendría mal serlo un poco, la verdad- aclaró y se quedaron mirando fijamente a los ojos unos segundos; ella se dio cuenta que se refería al mal momento que habían vivido hacía unos días. Nerviosa, esquivó su mirada centrándose en la libretita que llevaba en la mano
-¿Qué te pongo?- preguntó evitando mirarlo
-Por ahora solo un café doble, por favor; estoy esperando a alguien
 -De acuerdo... ¿Con leche o solo?
-Con leche- ella movió levemente la cabeza asintiendo y se alejó hacia la barra. El no dejaba de observarla, estaba muy linda con el pelo suelto; tenía unos leves mechones sobre su frente mientras que el resto de su larga melena castaña estaba retirada hacia atrás por una ancha diadema dejándola caer por su espalda.
 -Aquí tienes- expuso dejándole el pedido delante de él sin tampoco mirarlo y ya se volvía a la barra -Cóbrame ya- la detuvo rápidamente, la verdad, no quería que se alejara. Ella lo miró al fin y volvió a sonreírle; Dios, que bella era cuando sonreía así
 -Estás invitado- aclaró dulcemente
-No…que va…- dijo azorado
-Es lo menos que pudo hacer… por toda tu ayuda- explicó y se alejó igualmente para pesar de Cris. Llegaron tres hombres también muy elegantemente trajeados sentándose con él a la mesa y comenzaron a hablar. Carla siguió con su trabajo aunque no podía apartar la vista de Cris. Se quedó defraudada cuando su compañera se le adelantó y sirvió su mesa
 Tampoco él podía evitar buscarla muy a menudo con la mirada y, muchas veces, sus ojos se encontraban con los de Carla que lo estaba observando furtivamente. No podía evitar sonreír divertido observando como ella se ruborizaba al verse descubierta y apartaba rápidamente sus ojos. Pero, sin poder evitarlo, ella ya se estaba mirándolo de nuevo al instante siguiente. Cris llevaba ya un buen rato muy concentrando en la conversación con aquellos hombres y sus miradas no volvieron a cruzarse. De pronto se levantaron los cuatro al tiempo y, sin dejar de hablar entretenidos, se dirigieron a la puerta. Carla se sintió defraudada, se iba sin despedirse, pensaba apesadumbrada observándolo ya fuera del local; pero, en aquel instante como si leyera su pensamiento, él se volvió, le sonrió con una abierta y hermosa sonrisa de aquellas que hacían aparecer aquellos atractivos hoyuelos en sus mejillas y levantó la mano despidiéndose de ella. Carla le respondió sonriendo alegre y siguió observándolo a través de la cristalera como se alejaban acera arriba sin dejar de hablar. Ya cuando se acababa la cristalera e iba a desaparecer de su visión, Cris también miró para dentro del local y sus miradas se encontraron de nuevo; se sonrieron alegres y él le guiñó brevemente un ojo antes de desaparecer
 -¡Que guapo ¿verdad?!- exclamó su compañera a su lado soltando un sonoro suspiro
-Está bien, sí- respondió esquiva, recogió el paño húmedo y lo pasó distraídamente por la barra. Alguien de una mesa pidió servicio y su compañera se alejó dejando a Carla a lo suyo.

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