miércoles, 18 de febrero de 2015


   Cuando llegó al piso de abajo, Paloma ya había acabado su cena y estaba entretenida en la sala viendo la televisión. Carla se dirigió a la cocina y empezó a preparar las palomitas en el microondas cuando sonó el timbre de la puerta. Apenas llegara a asomarse al pasillo cuando la pequeña ya la había abierto.
-Paloma te tengo dicho que no quiero que abras tú la puerta- le regañó rotunda
 -¡Pero si es Cris!- expuso desenfadada señalando a Cris aún parado en el umbral de la puerta; Carla lo observó de arriba abajo, estaba guapísimo con su jersey de perlé blanco sobre aquellos vaqueros rotos. Se quedaron mirándose mientras se sonreían alegres.
 -¡Qué son unas palomitas sin una buena película!- replicó él mostrando una película que traía en la mano pero sin poder apartar los ojos de Carla, estaba preciosa con aquel sencillo pantaloncillo y aquella camiseta; Paloma dio un pequeño brinco quitándosela de las manos
-¡Wow, Blancanieves; vamos a ponerla ya Cris!- se volvió y miró entusiasmada a su tía- ¡Venga mamá Carla, espabila con las palomitas o no te perderás el principio!- avisó resuelta tomando la mano de Cris llevándoselo a la sala aunque ellos seguían mirándose mientras sonreían cómplices.
Al poco llegó Carla portando un enorme bol de palomitas. Paloma se había acomodado a lado de Cris cobijándose contra su cuerpo y él la envolvía con cariño con su brazo. Se volvieron a sonreír y Cris palmeó suavemente su lado izquierdo invitándola a sentarse a su lado quedando él entre las dos. Carla, algo cohibida por aquella inesperada invitación, obedeció y él la rodeó tierno por los hombros con su brazo como hacía con Paloma guiándola suavemente contra su pecho. Carla se dejó llevar y un dulce escalofrío le recorrió la espina dorsal cuando él la besó dulcemente en el pelo. Se sonrieron encantados y se dispusieron a disfrutar de la película. Paloma no apartaba la vista de la tele, cogiendo de vez en cuando palomitas del bol que Carla había posado en el regazo de Cris llevándole algunas a la boca de Cris que él recogía divertido. Carla intentaba centrarse en la película pero le era imposible; estar tan cerca de Cris, sintiendo su mano suavemente apoyada en su brazo desnudo, su lenta respiración sobre su pelo y oliendo su perfume embriagador, la tenía completamente extasiada. Cada vez que Paloma le llevaba un puñado de palomitas a la boca de Cris, a ella sus labios se inflamaban de deseo por volver a atrapar de nuevo aquella dulce boca y volver a sentir aquella maravillosa sensación de placidez al saborearla. Cris pensaba y sentía lo mismo, no podía dejar de observar aquellos deliciosos labios tan cercanos y tan lejos al mismo tiempo mientras deseaba desesperadamente volver a atraparlos y apagar aquellas ansias de saborear aquella atrayente boca de nuevo. Carla oyó como el corazón de Cris se aceleraba por momentos hasta parecer un caballo desbocado; iban casi tan veloces como los de ella. Elevó su cabeza para mirarle a los ojos y se lo encontró observándola fijamente. La miraba con tanta ternura... No pudo resistirse más y posó sus labios en los de él.
Pero Cris no estaba dispuesto a conformarse solo con aquello. La sujetó por la nuca y atrapó ávido su boca obligándola a entregarse más profunda y apasionadamente. Descendió suavemente su mano de la nuca a la espalda y la oprimió contra su cuerpo. Sentirla así, pegada a él, lo trastornó. Se deleitaron pausadamente en saborearse sus apetitosas bocas mientras él fue descendiendo su mano en una dulce caricia desde su nuca hasta su espalda y la oprimió más contra su cuerpo. Sentirse así, sus cuerpos adheridos el uno al otro, los trastornó. Carla subió su mano suavemente por su pecho hasta su nuca, enredó sus dedos en su suave melena y lo aprisionó ambiciosa aún más contra su boca. Y aquel dulce y delicioso beso que se entregaban, se transformó en auténtica pasión ardientemente encendida que ambos deseaban apagar codiciosos hasta que Carla, lentamente, se fue deteniendo mientras lo acariciaba suavemente en la mejilla y se miraban deleitados sonriéndose completamente complacidos. Le echaron al tiempo una rápida visual a la pequeña que seguía sumergida completamente en la película sin enterarse de nada; se sonrieron dichosos, Carla lo besó una vez más dulcemente en los labios y volvió a recostarse gustosa sobre el pecho de Cris que la besó amoroso en la cabeza acariciando tierno su brazo desnudo, complaciéndose de sentir aquella suave y tersa piel bajo su mano. Acabó la película y Paloma se incorporó del sofá
 -Se acabó- expresó Paloma incorporándose en el sofá- ¡Ja, mamá Carla se durmió!- se rió pícara cubriéndose la boca con las manitas, él se movió lentamente para comprobar lo que la pequeña le decía y sí, Carla se había quedado dormida entre sus brazos.
 -¿Me ayudas y la llevamos a la cama?- le susurró en tono cómplice a la niña
 -Vale- contestó partícipe del plan y se puso rauda en pie retirándole el bol de las piernas a Cris dejándolo sobre la mesita. Cris, con mucho cuidado, la tomó en brazos. Carla, instintivamente, se abrazó a su cuello acomodándose contra su pecho, gesto que hizo sonreír enternecido a Cris y la besó de nuevo dulcemente en la frente mientras la llevaba escaleras arriba. Paloma iba delante para mostrarle la habitación de Carla, saltó sobre la cama de su tía y, arrastrando como pudo, retiró la colcha. Cris la dejó sobre la cama muy despacio no sin antes volverla a besar tierno en la frente y ella se revolvió gustosa acomodándose pero sin despertarse; la arroparon con la colcha y Paloma la besó en la mejilla provocando en Cris una sonrisa enternecida
-Y tú también a la cama princesa, que es tarde- le dijo en voz baja para no despertar a Carla mientras la recogía en brazos, la pequeña asintió con la cabeza rodeándole el cuello con sus bracitos y Cris se la llevó a su cuarto dejándola sobre la cama. Paloma se metió presurosa entre las sábanas entre risas alegres y Cris la arropó con ternura besándola cariñoso en la frente
-No puedo dejar sola a Ana, Cris; tiene miedo si duerme solita ¿sabías?- le indicó ávida señalando a la muñeca que se encontraba sobre el banco de mimbre junto a la ventana, él sonrió tierno comprendiendo que era ella la que temía dormir sola
-Claro cielo, no podemos permitir que tenga miedo la pobrecilla- expuso cariñoso recogiéndosela, ella la abrazó contra su cuerpecito mientras le sonreía satisfecha; la volvió a arropar y ella se abrazó a su cuello dándole un sonoro beso en la mejilla, él la correspondió complacido con otro en la frente- ¿Puedo apagar la luz o Ana también le tiene miedo a la oscuridad?- indagó sin darle importancia -Puedes apagarla- respondió resuelta- pero no cierres la puerta ¿vale?- resolvió inquieta, él sonrió encandilado y le apagó la luz dejándole la puerta del cuarto abierta. Bajó al salón y lo recogió todo. Sacó el perro al jardín mientras se fumó un cigarro y lo dejó en la cocina de regreso. Apagó las luces de la casa dejando encendida la de la entrada y volvió a subir para asegurarse de que la niña ya se había quedado dormida antes de irse. No resistió la tentación de echarle un vistazo a Carla desde la puerta y se quedó un rato observándola: estaba preciosa dormida, su bello rostro tan tierno y sereno parecía deslumbrar bajo la tenue luz que entraba del pasillo; deseó enormemente volver a besarla pero, suspirando profundamente, bajó las escaleras y salió de la casa cerrando muy despacio la puerta para no despertarlas.
Ya en su casa, subió directamente a su dormitorio; era amplio y decorado muy moderno en blanco y negro pero cómodo e informal. Cruzó a la habitación contigua por la puerta que comunicaba directamente ambas habitaciones donde tenía su pequeño despacho y se sentó ante su portátil que había sobre el escritorio empezando a teclear hábilmente.
 -“Mi preciosa alocadita, tengo algo que contarte muy importante: vuelvo a ser feliz”- lo envió sonriendo dichoso. Al instante le sonó el aviso de una vídeo llamada; rió divertido por la premura que se diera y la abrió apareciendo el rostro menudo pero hermoso de una muchacha que sonreía entusiasmada
-¡Cuenta, cuenta!- expuso directamente e impaciente mirándolo con aquellos preciosos ojos negros abiertos como platos, él rió alegre
-Lo primero es la educación ¿o se te ha olvidado todo lo que te han enseñado tus padres? Buenas noches, preciosa
-Ya ya, sí, sí, vale… buenas noches, estoy muy bien y todo eso- aclaró hastiada moviendo despectiva su mano ante la pantalla y él volvió a reír divertido- ahora dispara- volvió a decir impaciente
-¿No duermes nunca o qué pasa? ¿Qué hora es ahí?
 -Duermo lo que me deja este trabajo que no es como estar en una oficina rascándose los huevos; y aquí son las cuatro de la madrugada… ¿quieres también un informe completo de todas mis actividades de hoy? ¡¡No seas toca huevos Cris y habla de una puñetera vez!!
-¡¡Esa boca!!
-¡Joder Cris!- protestó fastidiada, él volvió a sonreír entrañable
 -Está bien; he conocido a la mujer más maravillosa del mundo y me he enamorado completamente- expuso lleno de felicidad, la joven pegó un grito entusiasmado provocándole otra risa alegre -¡¿Dónde?! ¡¿Cuándo?! ¡¡CUÉNTAMELO TODO YA!!- chilló ansiosa
-Se mudó a la casa de a lado hace un par de meses; es preciosa, Susi, si la vieras... tiene unos ojos grises alucinantes y es la mujer más dulce y tierna que jamás he conocido- habló completamente encandilado recostándose en el cómodo sillón de piel colocando sus manos entrecruzadas en su nuca, la muchacha sonrió tierna y apoyó sus codos en la mesa sujetándose el rostro entre sus manos prestándole toda su atención- Se llama Carla y no me preguntes cómo hermanita, pero ya se me clavó en el corazón de manera increíble
-Hermanito- murmuró melosa y llena de cariño, él sonrió complacido
-¡¡Y si conoces a Palomita, Susi…!! ¡¡Entonces quedas completamente atrapado por eses dos hermosos ángeles!!
-¿Quién es Palomita?- indagó curiosa
 -Su sobrina, una niña arrebatadoramente hermosa, alegre y vivaracha que le derrite el corazón al más puesto- se rieron alegres
-¿Vive con ella?
-Sí, sus padres murieron hace un año y Carla se hizo cargo de la pequeña al ser su única familia; si las pudieras conocer, Susi… Son tan hermosas como encantadoras- se miraron a través de la pantalla y ambos sonrieron dichosos- ¡¡Estoy rematadamente enamorado de ellas, Susi!!- explosionó lleno de pasión y rieron felices
-Cuanto me alegro de verte otra vez ilusionado hermanito, no sabes lo feliz que me hace verte así de nuevo- comentó llena de ternura, su hermano sonrió complacido al percibir su mirada llena de amor -Lo sé mi cielo- declaró emocionado- No sabes lo que te echo de menos mi alocadita bella
-Y yo a ti bobo sentimental- repuso cariñosa y volvieron a reírse amenos- pronto regresaré a pasar unos días
 -¿Sí? ¿De verdad? ¿Cuándo regresas?- se entusiasmó
 -¡¡Pronto, prontísimo!! ¡¡Ahora me muero de ganas de conocer a esas dos preciosidades que hacen tan feliz a mi hermanito preferido!!- aclaró resuelta y volvieron a reírse felices- ¿Ya se lo has dicho a esa desaborida pija que tienes por hermana?- expresó desdeñosa
-¡Susi por Dios, para ya ¿no?! ¡Respeta que es tu hermana mayor!- le regañó molesto, ella rió divertida
-Bueno, sí, hala, no te enfades.... expresó desinteresada, él movió derrotado la cabeza- pero ¿se lo has dicho o no?- insistió interesada
-No, puerca celosa; sabes que tú siempre eres la primera en saber de mis cosas- respondió desarmado y ella rió felizmente complacida.
 La despertaron los fastidiosos rayos de sol en su rostro, no había cerrado las contraventanas y el sol entraba con total impunidad. Se desperezó gustosa, había dormido fantásticamente. Confundida se percató que estaba aún vestida con la ropa de la noche anterior…
 -Pero ¿cómo…?- se dijo desconcertada y de pronto recordó que lo último que hacía era estar viendo Blancanieves con Cris y…- ¡Dios santo: Paloma!- se inquietó tremendamente, saltó de la cama y se dirigió temerosa al cuarto de la niña. La pequeña dormía plácidamente en su cama abrazada a su muñeca preferida. Sonrió más tranquila, la cubrió con la sábana y la besó tierna en la sien. Bajó al piso inferior y se quedó asombrada al encontrarse con todo recogido e impecable. Sonrió dichosa, aquel hombre era maravilloso. Se preparó un café vigilando la casa de enfrente pero no se veía movimiento ¿aún estaría durmiendo? Recogió a Polly y lo sacó al jardín, más para ver si estaba la bicicleta arrimada como siempre a las escaleras que por el perro. Sí, allí estaba; entonces Cris aún dormía, pensó satisfecha y se sentó en el escalón a fumarse el primer cigarrillo de la mañana recordando la bonita noche que habían pasado y, sobre todo, rememorando el maravilloso beso que se dieran y ya deseaba enormemente repetir.
-Buenos días- la sobresaltó Paloma a su espalda rodeándole contenta el cuello besándola en la mejilla; ella sonrió dichosa
 -Buenos días mi cielo ¿vamos a desayunar?- indicó besándola también en la mejilla; apagó el cigarrillo en el escalón y se dirigieron a la cocina. Mientras le preparaba el desayuno no podía dejar de vigilar la ventana de la cocina de Cris, pero seguía sin verse nada.
 -¿Dónde te has metido Polly?- preguntó la pequeña buscando al perrito por la cocina
 -¡Oh Dios!- exclamó sobrecogida y miró inquieta a su sobrina- ¡Lo he dejado fuera cielito! Lo saque para que hiciera pis y me olvidé de él…
-Ah, voy a buscarlo entonces... ¡¡Polly!! ¡¡Polly ven!!- lo llamó Paloma echando a correr por el pasillo hacia la calle
 -¡Vuelve pronto que tienes preparado el desayuno cielo!- la avisó despreocupada sirviéndole los cereales en el bol de leche
-¡Hola! ¿Quién eres tú?- la oyó hablar desde la puerta
 -¿Tú eres... Paloma, verdad?- aquella voz hizo estremecer a Carla y el bol de cereales se resbaló de entre sus manos haciéndose añicos contra el suelo; corrió de inmediato al pasillo encontrándose a Paloma ya en el porche y Adolfo frente a ella con el perro en brazos.
 -Dios mío Pal...- murmuró aterrorizada e intentó avanzar pero en ese instante Adolfo reparó en ella y mostró una sonrisa cínica mientras se acercaba más a la pequeña. Carla sintió un escalofrío de terror al verlo tan cerca de la pequeña que se acrecentó cuando él posó su mano en el hombro de Paloma -¡¡Pal!!- no pudo evitar chillar acongojada y la pequeña intentó volverse hacia su tía pero Adolfo se lo impidió
-¿No te acuerdas de mí preciosa? Soy tu tío Adolfo, el hermano de tu papá ¿me recuerdas?- expuso con voz melosa aunque sus ojos fríos y calculadores observaban sarcásticos a Carla que lo miró pasmada ¿cómo podía ser tan hipócrita de preguntarle tal cosa a la niña? ¡¡Si no lo había visto delante en su vida!! Aunque a ella ya no le asombraba mucho la raza humana pues sabía que podía ser peor de lo que parece, se acercó a la puerta intentando parecer entera aunque sus piernas temblaban terriblemente
-Pal, ven aquí corazón- expuso rotunda y le ofreció la mano a la pequeña para reforzar su orden sin apartar su mirada de Adolfo, no quería perderlo de vista ni un instante.
-Es mi tío Adolfo, mamá Carla- anunció encantada la pequeña sonriéndole alegre
-Lo sé cielo, pero ven aquí; a mi lado- remarcó ofreciéndole la mano más decidida. Adolfo le entregó a la niña el perro sin dejar de mostrar aquella sonrisa siniestra que ponía a Carla los pelos de punta y Paloma obedeció tomando la mano de su tía que la atrajo dentro de la casa de un suave tirón alejándola de Adolfo- ve a jugar arriba cielo
-Pero mamá Carla, vino a visitarnos tío...- iba a protestar la pequeña
-¡¡Por favor Pal, ve arriba!!- la interrumpió tajante, Paloma miró desconcertada a su tía que seguía con la mirada fija en Adolfo
-¿Puedo llevarme a Polly conmigo?- indagó esperanzada
-Sí, puedes llevarlo contigo- expuso más serena y la pequeña sonrió feliz
-Adiós tío Adolfo- se despidió de él y subió las escaleras cantando su eterna cancioncilla.
 -Adiós preciosa; y no te preocupes: volveremos a vernos pronto; muy pronto- aclaró sarcástico Adolfo mirando cínicamente a Carla que sintió como todo su cuerpo se estremecía de terror ante aquella mirada; se sujetó fuertemente al quicio de la puerta temiéndose que sus piernas no podrían sujetarla mucho más- Hola Carla, el otro día fuimos interrumpidos en nuestra conversación y no pudimos aclarar nada ¿podríamos hablar más tranquilos hoy?- expuso acercándose más a ella y subió el primer escalón del porche; a cada paso que él daba, Carla más miedo sentía y sujetó con más fuerza la puerta; como intentara entrar, se la cerraría con todas sus fuerzas en las narices; pensó decidida.
-No tenemos nada de qué hablar Adolfo- expresó intentando parecer firme aunque todo su cuerpo se batía levemente
-¿A no? ¿Tú crees?- expresó con sorna y subió otro escalón haciendo que Carla aún temblara más- Pues yo creo que sí, que tenemos algo de qué hablar...- añadió metiéndose la mano dentro de su chaqueta y quitó un sobre. Al verlo, el terror de Carla se acrecentó tremendamente ¿qué había hecho aquel imbécil?
 Cris se desperezó gustoso entre las sábanas de satén negro de su cama y examinó su reloj de pulsera, ya eran las diez pero se sentía aún con sueño ya que había estado hablando con su hermana Susi hasta casi el amanecer. De mala gana, se levantó de la cama y abrió los ventanales de su cuarto. Su mirada se fue directamente al cuarto de Carla que cuadraba justo enfrente encontrándoselo ya con los ventanales abiertos y la cama hecha. Aquella mañana ellas habían madrugado más que él, pensó sonriendo alegre. Pero aquella sonrisa se le borró al instante al examinar el jardín de Carla -¡¡Mierda!!- expresó irritado al ver a Adolfo y corrió escaleras abajo solo con el pantalón del pijama de raso negro con el que dormía saliendo de casa como una furia, se acercó a la valla que separaba ambos jardines saltándola ágilmente- ¿Está aquí otra vez?- preguntó rotundo acercándose a Adolfo que borró al instante aquella cínica sonrisa de su rostro y detuvo al instante su avance hacia Carla que, solo con oír la voz de Cris, ya mucho de aquel terror que sentía pareció disiparse. Adolfo se volvió hacia Cris y dibujó una media sonrisa cínica en sus labios
-Tranquilo; solo vengo ver a mi sobrina… Perdona, el otro día no pude presentarme: soy Adolfo, tío de Paloma- habló amistoso ofreciéndole la mano a Cris pero él no se la estrechó, solo lo miraba fijamente a los ojos mientras sus mandíbulas se batían inquietas de lo fuerte que estaba apretando los dientes para contenerse
 -Me importa bien poco quien seas, te dije que no te acercaras a Carla- aclaró rotundo acercándose más a él; Adolfo bajó su mano al no obtener respuesta de Cris
-Tranquilo ¿vale?- expresó elevando su mano en un intento de detener su avance- solo vine a entregarle esto y ya me voy ¿de acuerdo?- añadió mostrando de nuevo el sobre; se giró levemente para mirar a Carla que seguía sujeta fuertemente al quicio de la puerta- léelo y ya me darás respuesta; sino tengo contestación tuya en dos días, iré a los juzgados ¿me oyes?
 -¡¿La estás amenazando gilipollas?!- bramó enfurecido Cris acercándose aún más a él y apretando fuertemente sus puños, de tal manera que sus brazos desnudos se endurecieron dejando ver sus potentes músculos
 -No, solo la aviso- respondió muy pausadamente, dejó el sobre en el suelo del porche y se marchó.

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