lunes, 23 de febrero de 2015


      Los dos hermanos hablaban sobre unos terrenos que, por lo que pudo entender Carla, les interesaban bastante pero sus dueños querían mucho más dinero del que les ofrecían haciéndolos inasequibles. Acabaron enzarzándose en una ardua discusión: Ari terqueaba tozudamente que eran vitales para la urbanización y Cris le negaba rotundo y bastante airado, que no eran tan necesarios...
-¡No seas terco Cris! así no podremos realizar la glorieta
 -¡¡Que no, joder Ari!! ¡¡No te empecines!! Se puede realizar tranquilamente, solo le quitaremos algunos metros a cada jardín y da de sobra
 -¡¡Eres torpe como tu padre cuando quieres!! ¡¡Los jardines no se tocan!!- reclamó furiosa
 -¡¡A la mierda tú, tus putos jardines y tus dichosas glorietas!!- repuso irritado levantando desairado su mano; Carla, que jugaba distraída con su dedo por el borde de su copa, al percibir el gesto de Cris se sobresaltó espantada
 -¡¡Cris!!- chilló aterrorizada mirándolo con los ojos cargados de tremendo terror impresionándolos, Cris reaccionó de inmediato bajando su mano al instante
-Perdona mi vida- expuso tierno cobijándola compasivo contra su pecho- Ni se me ocurriría hacerlo nunca mi ángel; solo fue un gesto inconsciente Carla, un estúpido gesto; tranquila- hablaba conmovido mientras la besaba amoroso en la sien
-¿Qué rayos acaba de pasar?- indagó confundida Ari
-Nada Ari; dejémoslo ¿vale? mañana se lo exponemos a papá a ver qué opina él- repuso calmadamente
 -Vale, mañana lo aclaramos- remarcó acabándose la copa de vino de un trago; sujetó dulcemente la mano de Carla antes de levantarse- Disculpa por haberte asustado con nuestros gritos, cielito- se disculpó tierna oprimiéndole cariñosa la mano, Carla le sonrió turbada
 -No que va, tranquila; no fue eso- contestó apocada sin atreverse a mirarla abochornada; Ari miró intrigada a su hermano por aquel extraño proceder de Carla que movió negativamente la cabeza indicándole que la dejara
 -Está bien- repuso obediente pero sin entender nada y se levantó de la silla- Hasta mañana cielito- repuso y besó con ternura la mejilla de Carla, ella pudo apreciar el dulce aroma de su costoso perfume.
 -Vengo ahora- le murmuró amoroso Cris besándola en la sien y también se levantó acompañando a su hermana hasta la puerta
-Mañana nos vemos- se despidieron besándose nuevamente en las mejillas y Cris se quedó observándola desde el porche hasta que entró en su coche y se fue. Cerró abstraído la puerta pasando el cerrojo y se encaminó muy pensativo de regreso a la sala mientras se acariciaba distraído el mentón. Carla se puso de pie y comenzó a recoger los platos de la cena mirándolo intrigada
 -¿Tenéis problemas?- le preguntó dulcemente, él la miró saliendo de aquel trance en el que estaba sumergido y le sonrió tranquilizador
-No, que va; nada que no se pueda solucionar- respondió despreocupado y le sonrió tranquilizador acercándose más a ella; la sujetó del brazo tirando suavemente de ella- Deja eso ahora, mi ángel- expresó meloso, Carla dejó los platos de nuevo sobre la mesa y obedeció. Cris la rodeó con sus brazos y se abrazaron amorosos besándose tiernamente, aunque se iban encendiendo en pasión, ella se separó levemente
-Lamento muchísimo haber reaccionado así Cris, que vergüenza con tu hermana- se disculpó abochornada, él la besó tierno en los labios
-No te preocupes por eso mi ángel, y la culpa fue mía por haberte asustado con ese gesto déspota; olvidémoslo ¿vale?- se sonrieron íntimos- vámonos ya a la cama- propuso intentando encaminarse hacia las escaleras pero ella lo retuvo
-¿No será mejor recoger esto antes, Cris?
-No, tengo más urgencia en otra cosa; llevo toda la noche aguantándome y ya no puedo más- expresó ansioso y la recogió en brazos, ella rió divertida sujetándose a su cuello. Subió al piso superior pasando por delante del cuarto donde habían acostado a la pequeña, echaron un vistazo para asegurarse de que seguía durmiendo plácidamente abrazada a su muñeca y se dirigió al cuarto del fondo cerrando la puerta suavemente con el pie al tiempo que atrapaba ambicioso la boca de Carla mientras la iba dejando resbalar por su cuerpo hasta el suelo. Sin dejar de besarse apasionadamente ardientes, se fueron desnudando el uno al otro. Carla, así le retiró los boxers, atrapó con su mano su erecto pene acariciándoselo suavemente
-¡Dios!- exclamó Cris exhalando un gemido de complacido placer y, rodeándole la cintura con sus brazos, la elevó del suelo atrapando ambiciosos con su boca sus pechos mientras la llevó sobre la cama y empezó a recorrer aquel precioso cuerpo con su boca saboreando gustoso cada rincón; la piel de Carla parecía arder al contacto de sus labios no pudiendo evitar soltar leves gemidos de gusto a cada roce de su lengua al tiempo que su cuerpo se arqueaba suplicante de más. Sus dedos se aferraron inclementes al suave edredón mientras un profundo gemido le salía de lo más profundo de sus entrañas cuando Cris hundió su boca en su sexo. Era muy experto y sabía muy bien cómo llevarla hasta la mayor y más maravillosa cúspide del placer. Aún todo aquel derroche de pletórico gozo se expandía en sus adentros cuando la penetró poderoso al tiempo que cubría con su boca la de ella atrapando gustoso aquellos profundos gemidos que emitía intentando expulsar algo de aquel poderío que recorría implacable por cada recodo de su cuerpo. Carla le sujetó suavemente la nuca entregándole ansiosa toda aquella indescriptible pasión que la invadía mientras él movía hábil sus caderas con lentos y profundos embistes que la estaban llevando a otra descarga de inmenso placer pero demasiado despacio exasperándola tremendamente. Ansiosa por alcanzar aquel maravilloso éxtasis, sujetó sus glúteos empujándolo ambiciosa dentro de ella; pero él sonrió pícaro haciendo caso omiso a su ambicioso reclamo; Carla le sujetó la nuca acercándolo a ella y atrapó el lóbulo de la oreja de Cris con su boca jugueteando excitante con él.
 -No, no, para Carla...- suplicó acelerado mientras exhalaba gemidos de máximo placer; pero ella, sonriendo complacida, siguió excitándolo con su provocador jugueteo- no seas impaciente mi vida o no podré...- pero para su disgusto se dio cuenta que ya no había vuelta atrás- serás cabrita, pues se acabó- masculló derrotado y empezó a apurar sus atacadas volviéndolas casi despiadadas. Entre gemidos anhelantes de ambos, lograron traspasar casi al tiempo aquel umbral fantástico del más maravilloso clímax. Cris se dejó caer agotado junto a ella que reptó encima de él recostándose gustosa sobre su cuerpo deleitándose en escuchar los apresurados latidos de su corazón mientras jugueteaba mimosa con el pelo suave de su pecho. Él la rodeó amoroso con sus brazos y la besó tierno en la cabeza
-Ya te quiero tanto Cris, que me asusta- murmuró amedrentada besándolo en el pecho, él la oprimió tranquilizador contra su cuerpo
-No tienes de que temer mi ángel; yo también te quiero con pasión y no pienso irme a ningún lado- aseveró rotundo, ella apoyó su mentón sobre su mano posada sobre el pecho de Cris y lo miró atemorizada a los ojos
-No es que tema que te vayas, temo a tanta felicidad...- aclaró sobrecogida, él la miró confundido- es que cuando parece que empiezo a ser feliz, siempre pasa algo...- añadió asustada
 -Por Dios Carla, no pienses esas cosas- clamó estremecido besándola de nuevo en la frente- nada nos va a pasar amor mío; a ninguno de los tres, te lo prometo- aseguró decidido
-¿Cómo puedes saberlo?- interrogó incrédula
-Porque lo sé; porque sé que nunca permitiré que nada os pase y lucharé con dientes y uñas si es necesario antes de perderos a alguna de las dos- aclaró tajante, ella sonrió dulcemente
-¿Y tú?
 -¿Yo? Ya te dije un día que soy muy tozudo y perseverante; no es fácil acabar conmigo- resolvió despreocupado y se rieron divertidos
 -Lo dicho, te quiero con locura- resolvió ella mirándolo con pasión, él sonrió complacido
 -Y yo a ti mi ángel; te quiero ya más que a mi propia vida- declaró apasionado y se fundieron en un ardiente beso donde se demostraron todo aquel amor que se tenían.
La despertó el aroma de café recién hecho. Se desperezó bajo el edredón y descubrió que estaba sola en aquella gran cama. Se sentó al borde y encontró a los pies una bata de seda negra, se la puso y salió del cuarto, Paloma aún dormía. Bajó las escaleras, el comedor ya estaba impoluto de nuevo. Fue a la cocina y encontró a Cris metiendo unas tostadas en el tostador eléctrico, solo llevaba puesto un pantalón de pijama de seda negro.
-Buenos días- la saludó radiante dedicándole una sonrisa satisfecha y feliz- ¿Cómo te has levantado tan temprano amor?
 -Te eché de menos a mi lado- expresó mimosa acercándose a él y le abrazó por detrás besándolo amorosa en la espalda mientras le acariciaba suavemente su velludo pecho desnudo; él se volvió y atrapó su boca entregándole un ardiente beso que ella correspondió gustosa
-¿Quieres zumo? Es de cartón, me quedé sin naranjas…
-Solo café, por favor- respondió sentándose en un taburete de la barra. El le sirvió un tazón de café, las tostadas saltaron y él las retiró dejándolas sobre un plato delante de ella
 -¿Has dormido bien mi ángel?- preguntó amoroso mientras acariciaba tierno su mejilla con el revés de su mano
 -Como una bendita- se sonrieron agradados- ¿y tú?
-En los años que llevo en esta casa, nunca he dormido tan bien en esa cama- aclaró rotundo y, riéndose complacidos, volvieron a besarse entregados. Las manos de Cris se deslizaron bajo la bata y acariciaron sus muslos desnudos hasta llegar a sus glúteos; los sujetó suavemente oprimiéndola gustoso contra su entrepierna- Uhmm, que pena que tenga que irme; sino no te me ibas a escapar así de rositas...- murmuró deseoso besándola ardiente por el cuello; ella se retiró levemente de él mirándolo extrañada a los ojos
 -¿Irte? ¿A dónde? Si hoy es sábado...- expresó confundida
 -Debo ir a hablar con mi padre; tenemos que aclarar cuanto antes que hacemos con esos terrenos o se nos puede adelantar alguien y Ari tiene razón: son demasiado buenos para dejarlos escapar- explicó despreocupado.
 -Y...- empezó a hablar retraída pero se calló, él la miró intrigado- ¿vas a tardar en regresar?- se atrevió a preguntar por fin
-No, lo haré pronto... eso si logro escabullirme de mi madre, claro está; que insistirá en que coma allí- respondió desenfadado, Carla sonrió entrañable
 -Pobrecilla, dale el gusto; seguro que te echará de menos- repuso compasiva, él negó con la cabeza mordiendo una de las tostadas
-No, que va; si voy a comer a casa todos los días- contestó resuelto- además... prefiero pasar todo el tiempo posible con vosotras- añadió besándola amoroso en los labios, ella sonrió deleitada- ¡Ey! ¿Quieres venir? Está deseando conoceros y estará encantada de recibiros- propuso animado, ella abrió asustada sus lindos ojos grises
-¡No!- exclamó rápida moviendo rotunda su cabeza, él rió divertido
-Pues algún día tendrás que conocerlos mi ángel- expresó contundente
 -Pero no aún Cris, es muy pronto; dame un poquito más de tiempo ¿sí?- aclaró amedrentada, él sonrió tierno besándola nuevamente en los labios
 -Está bien; pero vete haciéndote a la idea porque no voy a darte mucho tiempo, te aviso- aclaró decidido
-¡Cris!- protestó asustada mirándolo nerviosa, él volvió a reírse divertido
 -Mi ratoncito asustadizo- murmuró meloso y atrapó ardiente aquella boca de nuevo; se fueron encendiendo y él la atrapó entre sus brazos atrayéndola ansioso contra su cuerpo mientras profundaban aún más aquel ambicioso beso- Dios, me vuelves loco vida mía....- expresó deseoso sin dejar de saborear aquella deliciosa boca que lo trastornaba- pero tengo que irme a preparar o llegaré tarde y a mi padre no le gusta que lo hagan esperar- expuso descontento haciendo un gran esfuerzo para soltar la boca de Carla
-Entonces iré a despertar a Pal...- expuso Carla e hizo amago de levantarse del taburete pero él la detuvo rápido
 -No, déjala dormir todo lo que quiera cielo y tú sigue desayunando tranquila ¿qué prisa tenéis vosotras? Además, estáis en vuestra casa- repuso besándola dulcemente en los labios y salió de la cocina; ella siguió con el desayuno y, cuando Carla ya acabara y se disponía a recoger la loza, apareció de nuevo Cris ya duchado y vestido con una camiseta blanca sobre su cuerpo moreno que le quedaba de miedo y unos vaqueros; la besó nuevamente en los labios- Me voy ya… Deja todo en el lavaplatos y despreocúpate, ya me encargaré yo a la vuelta; y nuestra princesita duerme como un lirón abrazadita a su muñeca, así que déjala descansar todo lo que le plazca…
 -¿Y entonces qué hago yo mientras tú no regresas?- bromeó chistosa, él sonrió entretenido -Descansar, que bien te lo mereces- repuso tomándola de la cintura y acercándola a él- y retomar fuerzas, que en cuanto regrese, volveré a hacerte el amor incansablemente- añadió pícaro y atrapó gustoso aquella boca. Carla se abrazó a su cuerpo entregándose pasional y completamente ardiente a su boca. Cris la iba estrechando deseoso cada vez más contra su cuerpo excitando a Carla que empezó a restregarse provocadora contra su entrepierna- ¡Hala mierda, que espere el viejo!!- exclamó de pronto desabrochándole de un rápido gesto la lazada de la bata y, elevándola entre sus brazos, atrapó ansioso los pechos de Carla con su boca al tiempo que se la llevaba al sofá
-Cris no, que puede bajar Paloma- indicó inquieta aunque su respiración acelerada indicaba que también lo deseaba desesperadamente
 -Te digo que duerme como un lirón, tranquila- expresó desabrochándose ya los vaqueros y, sin más preámbulos, la penetró profundamente; ambos gimieron llenos de complacencia al sentirse por fin ensamblados y él empezó a embestirla casi sin piedad mientras enredaba suavemente con sus pezones excitándola tremendamente. Aunque fue un acto atropellado y presuroso, llegaron a un clímax magnífico que los dejó totalmente saciados y complacidos. Cris, después de retomar el aliento recostado sobre el aún trémulo cuerpo de Carla debido a la intensa y fantástica descarga que le provocara, se sentó en el sofá recolocándose la ropa- ahora tendré que coger un taxi...- comentó despreocupado subiéndose la cremallera del pantalón
-¿Ves? Por andar jugando se te ha hecho tarde- le recriminó ella y él rió pícaro besándola dulcemente los labios
-No señorita; sino porque a ver quien es el guapo que se pone a pedalear ahora hasta la casa de mis padres- aclaró chistoso y ambos se rieron divertidos. Se fundieron en un deleitado beso- ahora sí que me voy- murmuró decidido y se marchó. Carla se revolvió perezosa en el sofá mientras sonreía felizmente satisfecha.
Para su sorpresa, Paloma no despertó hasta pasadas las once. Nunca había dormido tanto. Arreglaron alegres los cuartos, se vistieron y, tras dejar todo limpio y recogido entre las dos, se fueron a su casa. Paloma aquella mañana ayudaba mucho más que de costumbre en sus tareas, parecía muy feliz de haber dormido en casa de Cris. Finalmente, Cris no apareció hasta pasadas las cuatro; a pesar de sus multitud de excusas, su madre no lo dejó marchar hasta después de comer. Prepararon unos bocadillos y pasaron una maravillosa tarde en la playa.
 El domingo lo pasaron todo el día juntos. Volvieron a pasear por la ciudad, Cris las llevó a comer a un buen restaurante y la tarde la pasaron en un bonito parque donde Paloma enredó alegre hasta ponerse el sol y regresaron a casa felices por aquel otro magnífico día juntos pero exhaustos.
-Se me olvidó decirte que el viernes te vino a buscar un hombre- le dijo de pronto su compañera de trabajo cuando al fin el apuro de los desayunos en la cafetería había pasado. Carla se puso muy nerviosa, la imagen del rostro de Adolfo le apareció en la mente- acababas de irte y pareció muy desilusionado al no encontrarte; me preguntó muy interesado a que hora salías…- pero ella ya no oía nada, sus manos retorcían el paño ¿cómo se había enterado donde trabajaba? ¡¡Era lo que le faltaba, que le formara un escándalo en la cafetería!! ¿Y por qué la buscaba nuevamente? Había cumplido a rajatabla, aunque le costaba horrores, con todos los pagos a los que llegaran a acuerdo al no poder darle los 3000 juntos ¿Acaso vendría a subir la cuota que le entregaba religiosamente cada mes? Probablemente... pero ella no podría afrontar darle más de lo que ya le entregaba; y el dinero de Paloma no lo tocaría nunca, nunca... La tarde la pasó muy nerviosa y despistada; examinando alterada cada persona que entraba en la cafetería. Ya había roto varios vasos por sus manos temblorosas y servido mal dos pedidos por tener la cabeza en otra parte. Limpiando la barra, le tiró con el café a un cliente
 -Oh Dios, lo siento; discúlpeme, ahora mismo le pongo otro...- se abochornó nerviosa
 -¡¡Por Dios santo, Carla ¿Qué tienes hoy?!!- expresó asombrada su compañera mirándola atónita por su torpeza. Pero ella no contestó y examinó por enésima vez su reloj, marcaba por fin las cinco menos cuarto
-Necesito salir antes, Esther ¿Te importa que te deje sola estos quince minutos?
 -No, claro que no; pero…- sin esperar más entró en el reservado y se cambió rápidamente de ropa. Llamaron suavemente en la puerta- Está ahí- anunció Esther asomando su rostro por la puerta
 -¿Quién?- preguntó sobrecogida mirándola aterrorizada
 -El hombre del viernes, te está esperando en la puerta- A Carla se le heló la sangre y su rostro palideció- ¿Qué pasa Carla? Te has puesto muy pálida ¿No quieres verlo? Le digo que ya te has ido y listo- instó nerviosa al verla tan exaltada
 -No, tranquila; no importa- musitó apagadamente recogiendo su bolso y salió muy despacio. Sus ojos se encontraron con los negros ojos de Cris que le sonreía con aquella dulce sonrisa que a ella la volvía loca. Carla se sintió de pronto completamente calmada y feliz. Apuró el paso hacia él- ¿Qué haces aquí?- expuso mirándolo encandilada
 -Esperarte ¿qué iba a hacer sino?- expuso desenfadado posando sus manos en su cintura, ella sonrió alegre- te me escapaste el viernes, pero hoy no- añadió complacido y la besó amoroso en los labios; ella le correspondió henchida de felicidad.
Fueron a recoger a Paloma al colegio. La niña soltó un gritito de alegría al ver a Cris y corrió feliz a sus brazos rodeándole tierna su cuello con sus bracitos; él la recogió encantado. Merendaron en una terraza al lado del parque. Luego Paloma jugó en los columpios vigilada por la pareja desde la mesa de la terraza; abrazados y haciéndose carantoñas mimosas en todo momento como dos tortolitos. Regresaron a casa dando un tranquilo paseo. Cris llevaba a Carla sujeta por la cintura mientras Paloma iba sobre sus hombros parloteando sin parar. Luego, mientras Cris se fue a su casa a cambiar su elegante traje por ropa más cómoda, Carla bañó a Paloma; al regresar Cris, cenaron alegres y acostaron a la pequeña. Así se durmió, se fueron al cuarto de Carla y dieron rienda suelta a su ardiente pasión entregándose en cuerpo y alma dejándolos completamente deleitados y satisfechos como siempre. Después de un buen rato mimándose tiernos mientras recuperaban las fuerzas consumidas en aquel maravilloso acto, Cris regresó a su casa y Carla se quedó plácidamente dormida. Aquella tarde maravillosa se repitió al día siguiente y el miércoles, y el jueves... y pasó la semana sin que apenas se dieran cuenta.

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