sábado, 21 de febrero de 2015


     Pasaron juntos todo el día. Cris las llevó de paseo por la ciudad mostrándoles los rincones más bellos. Cris y Carla reían felices enredando mimosos a cada momento haciendo participe de su felicidad a la pequeña que disfrutaba enormemente de todo. Apuraron los últimos momentos de aquel maravilloso domingo en un parque donde Paloma no tenía parada subiendo y bajando de todos los columpios. Era incansable. Ellos la vigilaban sentados en un banco. Cris sostenía entre sus brazos a Carla, abrazados a fuego, se mimaban con dulces caricias y se deleitaban en besos ardientes; parecía que no podían estarse quietos y necesitaban sentirse a cada instante.
Regresaron a casa así el sol se ocultó. Llevaban a Paloma entre ellos tomada de las manos y, de vez en cuando la pequeña, jugaba a elevar sus piernitas y ellos la balanceaban de sus bracitos provocándole risas de felicidad. Cenaron entretenidos y, llegado el momento de acostarla, no hubo manera de convencerla para que durmiera en su cuarto; se instaló entre las sábanas de la cama de Carla y ya no pudieron sacarla de allí. Ellos, defraudados y rendidos ante la terquedad de la pequeña, bajaron al piso inferior y se sentaron en el porche a fumar oyendo el sonido acogedor de las cigarras. De vez en cuando él posaba sus labios en el pelo de Carla que estaba sentada entre sus piernas cobijada gustosa contra su pecho, y ella le respondía con un dulce beso en los labios. En uno de ellos, Cris la sujetó por el mentón y profundizó apasionado y ardiente aquel beso. Se separaron muy lentamente
-Tengo que irme ya, se hace tarde- murmuró desganado enredando con sus labios en los de ella
-Sí- le contestó arrastrando la palabra, tampoco quería separase de él. Volvieron a fundirse en otro sabroso beso deleitándose en saborearse
-Ahora sí me voy- expuso levantándose remolonamente, ella también se puso de pie y él le rodeó la cintura con sus brazos aprisionándola contra su cuerpo. Carla rodeó mimosa su cuello con sus brazos- Hasta mañana mi amor- expuso besándola dulcemente en los labios pero no la soltó
-Hasta mañana- susurró pero no quería que la soltara. Se quedaron así un poco más, besándose apasionados- Cris, mi vida, nos va a dar el día aquí- bromeó ella
 -No estaría mal- expresó despreocupado y se rieron divertidos. Cris bajó lentamente las manos de su cintura a sus caderas y ella dejó resbalar las suyas suavemente por sus brazos. Sus manos se encontraron y se entrelazaron los dedos, se sonrieron melosos y él le besó los nudillos- De verdad que tengo que irme, mi ángel…- aclaró desganado
 -No te estoy deteniendo- repuso desentendida y él rió entretenido
-¡Pero no quiero irme así; no podré dormir!- exclamó agobiado volviéndola a tomar entre su brazos y oprimiéndola anhelante contra su cuerpo, ella rió juguetona
-Ni yo quiero que te vayas dejándome así- expresó deseosa, él la miró a los ojos encontrándose con tanto ardor y deseo como él estaba padeciendo. Arrebatadamente decidido, volvió a atrapar aquella deliciosa boca e, izándola entre sus brazos, la entró en casa llevándosela a la sala y, sin dejar de saborearse ardientemente apasionados, la dejó suavemente en el sofá al tiempo que ambos se retiraban las ropas con impaciencia. Ambos estaban igual de ansiosos y anhelantes, tanto, que no les dejaba pensar en nada más. Cris la izó nuevamente rodeándole su cintura con sus brazos y, sentándose en el sofá, la embistió en él sin demora mientras atrapaba ambicioso sus pechos con su boca. Carla empezó a mover intransigente sus caderas; estaba tan excitada que pronto un maravilloso y fantástico orgasmo la sacudió inclemente llevándola hasta la cúspide del placer. Cris, sin perder aquel fantástico ensamblaje, la recostó en el sofá posicionándose encima y la embistió implacable una y otra vez con casi exasperación provocando con sus despiadadas cargas que Carla alcanzara otro increíble orgasmo que la hizo estremecerse de placer y gemir gustosamente complacida avivándolo tremendamente e impulsándolo ya sin remedio a aquella sublime grandeza también exhalando gemidos frenéticos mientras descargaba implacable todo su poderío dentro de ella dejándolos plácidamente satisfechos. Cris la miró pícaro a los ojos
-Mira que sentido tienes ¿y si llega a aparecer Palomita?- le reprochó burlón mirándola malicioso, ella rió divertida
-Así se duerme no hay manera de despertarla ¿o acaso crees que no lo pensé ya?- replicó vanidosa. Riéndose completamente henchidos de felicidad, se besaron apasionados. Cuando Cris se fue a su casa, Carla subió al piso superior y se metió en el baño dándose una larga y reconfortante ducha; no tenía prisa por irse a la cama, se sentía deliciosamente y para nada cansada. Pero increíblemente se durmió así se metió a lado de la pequeña Paloma que dormía como un angelito abrazada a su eterna muñeca Ana, y volvió a dormir serenamente tranquila toda la noche de un tirón como la noche anterior; sin despertarse sobresaltada como le ocurría antes.
A la mañana siguiente, ya Cris desayunaba en la cocina cuando el trajín presuroso en casa de ellas empezó. Sonrió feliz al escucharlo y apuró su tazón de café; recogió su chaqueta de sobre el respaldo del sofá y salió presuroso de la casa saltando la valla ágilmente en dirección a la casa de Carla, llamó feliz al timbre
-¡¡Voy yo!!- gritó presurosa Paloma oyéndose ya sus pasitos corriendo hacia la puerta; él sonrió dichoso al escucharla
-¡¡No!! Tú acaba el desayuno de una vez o se nos hará tarde como siempre- pero la pequeña ya abriera y Cris la recogió dichoso en brazos
 -Buenos días mi princesa preciosa- expresó besándola complacido en la mejillas
-Buenos días Cris- respondió feliz rodeándole el cuello con sus tiernos bracitos; él y Carla se encontraron frente a frente y se sonrieron enamorados- Buenos días amor ¿qué tal has dormido?
-Estupendamente- respondió pícara acercándose a él que sonrió divertido, la tomó con su brazo libre por la cintura atrapándola contra su cuerpo y la besó apasionado
-Me voy ya, solo venía a por mis besos de buenos días- indicó felizmente satisfecho y ella sonrió deleitada
-¿Nos vemos a la noche?
-Claro mi ángel, eso ni lo dudes- respondió rotundo y se rieron alegres. Cris volvió a besarlas y se marchó; ellas se quedaron en el porche despidiéndolo hasta que lo perdieron de vista calle abajo. Paloma sacudía alegre su manita siendo correspondida por él mientras Carla lo miraba extasiada, estaba arrebatador con aquel traje oscuro y camisa verde agua con corbata de seda a contraste en un verde más fuerte… La verdad, estaba irresistible se pusiera lo que se pusiera, remarcó suspirando apasionada.
Llegó silbando entretenido y feliz al esplendido edificio con un elegante rótulo dorado en la puerta: “Construcciones Chano”.
 -Buenos días señor Chano- lo saludó educadamente el portero detrás de su mesa situada en medio del elegante recibidor así cruzó las amplias puertas de cristal
 -Buenos días Pedro ¿qué tal el fin de semana?- respondió sin perder su alegre sonrisa
 -Muy bien señor, tranquilo, en familia; como siempre- le contestó desenfadado y se sonrieron gustosos
 -Me alegro- repuso dirigiéndose a los ascensores.
 -¿Y el suyo?- se interesó amable, Cris le mostró una sonrisa plenamente feliz y dichosa -¡Maravilloso Pedro, realmente maravilloso!!- declaró contundente, el hombre rió ameno
 -Se le ve- repuso antes de que las puertas se cerraran y volvieron a reírse alegres. Subió al cuarto piso y caminó con paso firme entre las mesas donde algunos de los empleados ya estaban trabajando; ellos lo saludaban con familiaridad aunque mirándolo curiosos ya que, sorprendemente, iba sonriendo y silbando alegre sin al parecer darse cuenta; él les correspondía con un gesto despreocupado de su cabeza
-Buenos días Cris- lo saludó su secretaría sentada ante la puerta de su despacho
-Buenos días Pati ¿llegó ya mi hermana Ari?
-Aún no; ni su padre tampoco- respondió servicial- el correo de esta mañana- indicó entregándole un gran fajo de cartas
-Gracias... pero con quien necesito hablar es con Ari; así llegue, avísame por favor- aclaró abriendo la puerta de su despacho
-Claro- expuso pero él se quedó parado observando que ella lo observaba extrañada- ¿Pasa algo Pati?- indagó curioso por aquella mirada suya
 -Dígamelo usted; en tres años que llevo a su lado aun nunca lo vi tan... radiante- expresó desenfadada y él rió alegre
-Estoy feliz Pati, por fin soy muy feliz- aclaró contundente y ambos rieron divertidos mientras él entraba en su despacho cerrando la puerta tras de sí. Pero, aunque se sentía el hombre más feliz del mundo, aquella aflicción en su corazón no desaparecía. Se sentó ante su mesa y encendió el ordenador; se dirigió directamente a los emails y empezó a escribir rápidamente: “Necesito hablar contigo Susi, ponte en contacto conmigo en cuanto puedas” lo envió y, sacándose la chaqueta que colgó del respaldo de su cómodo sillón de piel, empezó a revisar el correo.
Al cabo de un rato, la pantalla se iluminó y apareció el rostro preocupado de su hermana
-¿Qué pasa Cris?- indagó inquieta mirándolo expectante- ¿Papá está bien? ¿Ocurrió algo?
-No ocurrió nada preciosa, todos están bien- la tranquilizó cariñoso
-¿Entonces? Porque tu forma de escribir me dice que no todo está bien- remarcó inquieta investigando fijamente el rostro de su hermano- ¿Qué te pasa Cris? Aunque tu rostro se ve radiante, tus ojitos me dicen que no todo es lo que parece- aclaró intranquila, él sonrió pesaroso
-Me conoces mejor que yo mismo ¿verdad?
-Pues sí hermanito ¿Qué pasó? ¿Acaso es Carla? ¿No habréis roto…? ¡¡Oh Dios Cris!! ¡¿Qué ha pasado?!
 -No, no es eso, despreocúpate cielo; estamos bien... a decir verdad, estamos más que bien; estamos fantástico- remarcó sonriendo dichoso, ella también sonrió más calmada- pero el sábado me contó algo que, aunque intento superarlo, me destrozó por dentro hermanita… no sé Susi…- se cayó y se frotó desesperado la frente- Ay Susi, si supieras cómo te necesito a mi lado cariño- exclamó afligido -¿Y por qué no me llamaste antes? ¿Qué pasa mi rey? Estoy aquí hermanito, cuéntame- le instó cariñosa- desahógate corazón ¿qué te contó esa monada tan dulce que hace tan feliz a mi hermanito querido?- lo animó alegre, él tragó incómodo saliva y la miró fijamente a los ojos a través de la pantalla del ordenador
-Susi…- pronunció pero un nudo en la garganta le impidió seguir hablando y las lágrimas empezaron a correr
-Por Dios bendito Cris ¿qué pasa cielo?- se impacientó su hermana observándolo alterada por aquellas lágrimas
-Susi, si supieras cuanto ha sufrido mi ángel… me rompe el alma solo recordarlo- habló acongojado, ella se mordió conmovida el labio inferior- estuvo viviendo con un desgraciado hijo de puta que la maltrataba, y la última vez la golpeó de tal manera que casi la mata, Susi
-¡Santo Dios, pobrecilla!- murmuró sobrecogida- Pero ¿Ella está bien? ¿Ese tipejo dónde está?
 -Sí, ella ahora está relativamente bien aunque aún sufre algunas secuelas; como ser algo esquiva y desconfiada al principio con los desconocidos o asustarse a gestos bruscos o inesperados; tengo que andar con mucho tiento con ella
 -Es comprensible hermanito, ten paciencia- expresó conmovida
-Lo sé, tranquila... y más quisiera yo saber dónde está ese tipo en este momento- exclamó lleno de rabia
 -¡Ey, tranquilo ¿vale?!- exclamó alertada y él le sonrió tranquilizador- mejor no saber de él, que se vaya al infierno; pero cuéntamelo todo cielo- lo animó tierna y él, entre lágrimas de desolación, le contó todo como Carla le contara; ella le escuchaba atenta sin interrumpirle en ningún momento; dejándolo desahogar toda la congoja que había estado conteniendo dentro
 -¡¡Bastardo desgraciado!!- no pudo evitar exclamar así él terminó de relatar- pero bueno cielito, no está sola; por lo que dices, su hermana y su cuñado la quieren muchísimo... además de tenerte a ti ahora- intentó calmar su desasosiego, él la miró abatido
-Murieron hace un año en un accidente, Susi- aclaró desolado
 -Uy, vaya por Dios; pobre muchacha, menudo golpe se le vino encima sin haberse recuperado bien de lo otro... no, si ya dicen que las desgracias no vienen solas- expuso apesadumbrada, su hermano movió la cabeza impotente- pero ahora te tiene a su lado y nadie en este mundo la podrá hacer más feliz que tú; eres una persona increíble hermanito, nadie da tanto amor a manos llenas y desinteresadamente como tú lo haces; y puedo apostar que lograrás que pronto todo eso lo supere con ese amor que solo tú sabes dar- habló más animada, él sonrió agradecido
-Nunca permitiré que nada ni nadie le vuelva a hacer daño Susi- declaró rotundo
 -Claro que no mi rey, de eso no tengo ninguna duda- remarcó orgullosa, se sonrieron tiernos- Cris, cielo… ¿te importa eso de que no pueda tener hijos?- inquirió inquieta
-¡¡Claro que no Susi!!- expuso rotundo y ella sonrió feliz- ¡¡La amo demasiado para importarme esa pequeñez!! Además, ¿no dicen qué cuando Dios no da hijos, el diablo te da sobrinos? y ya hay tres terroristas preciosos en la familia y tú y Ari aún me daréis más ¿o no?- bromeó más animado y volvieron a reírse alegres
-Y está Palomita- repuso con ternura ella, él sonrió henchido de amor
-¡Y está mi Palomita que me tiene enamorado!!- remarcó pletórico y de nuevo rieron gozosos. Apenas habían golpeado suavemente la puerta cuando ya se abrió apareciendo Ari despampanante embutida en un traje rojo que marcaba totalmente su cuerpo escultural sin dejar casi nada para la imaginación y su bonita melena rubia cayéndole sobre el hombro derecho.
 -Me dijo Pati que me buscabas...- habló resuelta entrando en el despacho, Cris apartó raudo la cara secándose apresurado las lágrimas con el revés de su mano para que ella no las viera, pero Ari se dio cuenta al instante aunque disimuló- ¿Ya estás de cháchara con esa atolondrada hermanita tuya, verdad?- siguió hablando divertida acercándose a él y sentándose en sus rodillas lo besó tierna en la mejilla antes de dirigir su mirada a la pantalla del ordenador- Hola perdida ¿Por dónde andas?- saludó alegre a Susi
 -En Tailandia, monstruo; y que extraño en ti ¡Ya de buen humor por la mañana! tienes que darme la receta de lo que desayunas- le respondió chistosa Susi
 -No es desayunar, es echar un buen polvo antes de dormirse ¿recuerdas lo que es eso, bicho?- declaró presuntuosa
 -No cambiarás nunca, mi loquita preciosa- repuso lleno de cariño Cris besándola en la mejilla
-Si es igualita a una Amantis Religiosa hermanito, no sé por qué no viste más de verde- bromeó burlona Susi y los tres se rieron divertidos
-Bueno ¿y puedo saber qué se cocía aquí cuando llegué?- indagó intrigada pero ninguno de ellos respondieron- No pienso irme sin que me lo digáis y lo sabéis; así qué…- insistió decidida, Cris y Susi se miraron fijamente, ella también los observó simultáneamente con rostro serio- ¿Acaso te pasa algo corazón? ¿Tienes problemas? ¿No estarás enferma?- se alertó inquieta mirando preocupada a Susi a través de la pantalla
-No mujer, yo estoy bien; y no pasó nada- contestó desenfadada
-Eso no me lo creo, Susi; Cris no es de los que lloran por nada, así que suéltalo de una puñetera vez- aclaró contundente, sus hermanos volvieron a mirarse atrapados
-¿Es que acaso no lo ves Ari?- habló tierna Susi, Ari la miró confundida- ¡Cris lloraba de felicidad; nos está enamorado hermanita!
 -¡¿No?!- gritó entusiasmada mirando a los ojos de Cris que sonrió dichoso- ¿De verdad hermanito? ¿Lo que dice Susi es cierto?- él asintió con la cabeza y ella se abrazó feliz a su cuello- ¡¡Esto es fantástico cielito!! ¡¿Y quién es ella?! ¡¿Cómo se llama?!- se interesó impaciente y miró recelosa a Susi a través de la pantalla- ¿Tú ya la conoces?- indagó desconfiada
-No boba celosa; solo sé que se llama Carla- le contestó Susi echándole burlona la lengua y Ari miró pícara a los ojos de su hermano
-¿Carla?- repitió recordando aquel nombre y miró con aquellos preciosos ojos azules a su hermano- ¿Con que solo era una amiga, eh pillín? Querías engañarme- le reprochó maliciosa tirándole suavemente de su perfecta nariz, él rió divertido
-No cielo; cuando os hablé de ella solo era una amiga; desde este fin de semana... es algo más- explicó complacido y Ari volvió a soltar un gritito encantador
-¡¡Has mojado!! ¡¡Ya me parecía a mí que tenías cara de haber mojado!! ¿A qué la tiene Susi?- exclamó resuelta
-Lo tuyo es enfermizo Ari, tienes obsesión con el sexo ¿no has pensado en írtelo a ver?- reclamó divertida su hermana y los tres rieron alegres y felices.
-¡Ay cuando se entere mami; que alegría se va a llevar! ¡¿Cuándo nos la vas a presentar?! ¡¡Podías llevarla el domingo a comer a casa!!- se impacientó jovial Ari observando interesada a su hermano -¡¡Ey, ey; espera a que yo regrese Cris!!- reclamó rápidamente Susi
 -Tranquilitas las dos ¿eh? las cosas despacito que es como un ratoncito asustadizo y no quiero agobiarla; ya encontraré yo el momento ¿vale?- las atajó rotundo Cris, ellas asintieron con la cabeza acatando la voluntad de su hermano
-Pero... ¿a mamá y a Claudia puedo decírselo, verdad?- le habló mimosa acariciando melosa la mejilla de su hermano, él resopló casi vencido
-No sé para qué preguntas Ari, nunca eres capaz de tener cerrada esa bocaza que Dios te dio; eres una lengua larga y acabarás diciéndoselo igual aunque Cris lo prohíba- le reprochó hiriente Susi
 -Eres una estúpida insoportable- exclamó ofendida mirándola irritada
-¡Ey, ya vale!- intercedió Cris, ambas quedaron calladas aunque se miraban desafiantes a través de la pantalla- está bien, díselo si quieres; total, ya no pienso dejarla escapar cueste lo que me cueste- remarcó decidido; ambas rieron encantadas y Ari besó agradecida la mejilla de su hermano
Habían pasado una semana maravillosa. Carla estaba como en una nube de felicidad, aquel hombre era tan tierno y siempre se prodigaba tanto en hacerlas percibir todo el amor que sentía por ellas que la tenía encandilada. Y haciéndole el amor era increíble, le hacía sentir cosas indescriptibles llevándola siempre a un éxtasis espectacular.
Aquella mañana de viernes, como todas últimamente, Carla se preparó entusiasmada esperando su llegada diaria reclamando su beso de buenos días... Pero esta vez se retrasaba demasiado; aunque vigilaba atenta cada ventana de la casa de Cris, no se le veía por ningún lado. La noche anterior se había ido temprano pues dijera que tenía que acabar un trabajo importante ¿se habría quedado dormido? Así que antes de irse, pasaron por su casa. Paloma intentó abrir la puerta pero estaba cerrada con llave
-Uy está cerrada, eso es que no está- aclaró resuelta la niña dándose ya la vuelta hacia las escaleras, Carla la miró confusa
-¿Ah, sí? ¿Cómo lo sabes mi niña?- exclamó extrañada
-Porque lo sé- respondió moviendo despreocupada sus hombros y empezó a descender los escalones- ¿Nos vamos mamá Carla? Llegaré tarde a la escuela
-Sí cielo...- murmuró decepcionada aunque aún llamó al timbre una última vez echándole curiosa una visual dentro de la casa a través de las finas cortinas del ventanal que daba a la sala antes de irse; todo estaba espectacularmente ordenado pero de él ni rastro.
-Llevas una temporada muy cambiada: muy contenta y radiante… ¿se debe a algo especial?- le preguntó amistosa su compañera de trabajo mirándola curiosa
-¿Tú qué crees?- expresó pícara sonriendo dichosa
-¡Ja; hay un chico!- exclamó abriendo de par en par sus ojos, Carla rió alegre- ¡Que callado te lo tenías! ¡¿Y es guapo?!
-¡El más guapo y maravilloso del mundo!- expuso entusiasmada
-¡Qué envidia, chica! Llegar a la ciudad y besar el santo, y yo que nací aquí no me como una rosca- repuso chistosa, se rieron alegres y su compañera se fue a servir las mesas.
 Cuando acabó su turno a las cinco, se cambió apresurada como siempre en el vestuario y se dirigió a paso apurado a recoger a la pequeña a la escuela que corrió feliz hacia ella al verla llegar abrazándose a sus piernas; ella la recibió dichosa con un beso en la mejilla. Luego, tomadas de la mano, se dirigieron a casa. Paloma iba de la mano de su tía contándole las peripecias del cole cuando oyeron que alguien se acercaba corriendo tras ellas. Antes de que les diera tiempo a volverse, Cris recogió a la pequeña en el aire y empezó a dar vueltas con ella en brazos provocando que la niña soltara alegres chillidos eufóricos.
-Como corréis, pensé que no os alcanzaba- expuso respirando entrecortadamente debido a la carrera que se había metido.
-¡Seguro!- exclamó burlona Carla y él rió entretenido mirándola encandilado
-Ven aquí mi ángel, que no tienes ni idea lo que te eché de menos- expresó ardiente y, sujetándole suavemente la nuca, atrapó ansioso aquella boca deliciosa que llevaba todo el día deseando saborear correspondiéndole ella al instante.
-Esta mañana no has venido a despedirte, Cris- le reclamó la pequeña de repente, él se retiró despacio de la boca de Carla
-No pude princesa ¿por qué? ¿Me echaste de menos?- contestó haciéndole juguetón cosquillas en la cintura, ella rió alegre
-¡Sí, mucho!- contestó abrazándose al cuello de Cris, él sonrió encantado- pero además, porque mamá Carla estaba muy triste- declaró despreocupada, Cris abrió intrigado aún más aquellos grandes y precioso ojos negros mirando a Carla que se sonrojó tremendamente- Se pasó toda la mañana mira que mira por la ventana buscándote- siguió exponiendo dicharachera
-¡Paloma!- le recriminó abochornada su tía; las mejillas parecía que iba a estallarle y él soltó una carcajada gozosa- solo estaba inquieta por si te habías dormido, como dijiste que tenías que hacer un trabajo...- intentó defenderse abochornada, él sonrió feliz mirándola enternecido y la besó amoroso en los labios
 -Siento haberte inquietado cielo mio; pero tuve que salir muy temprano para una reunión y no quise despertarte... pero te prometo que no volverá a pasar mi ángel- dijo tierno besándola amoroso en la frente. Llegaron a casa y él se despidió en el porche ante la sorpresa de Carla.
 -¿No vas a entrar?- indagó curiosa, él sonrió dichoso
 -No, debo ir a preparar las cosas: esta noche os invito a cenar en mi casa- declaró decidido
 -Genial, me gusta más tu tele- repuso resuelta Paloma entrando en casa, Cris rió divertido
-No es necesario Cris, podemos cenar aquí…- él la tomó entre sus brazos y la besó tierno en los labios callándola
-¿Por qué no puedes ser un poco como Palomita? Déjate agasajar mi vida, me apetece muchísimo mimarte- expuso amoroso, ella sonrió dulcemente
-Pero Cris, Paloma está acostumbrada a acostarse temprano…- siguió protestando y él volvió a besarla
-Hoy es viernes amor mío, y te prometo que Palomita estará a su hora en la cama; por favor, siempre estamos en tu casa y hoy me apetece llevarte a la mía ¿vale?- la besó de nuevo en los labios, se alejó y entró en su jardín- os espero a las ocho, no os retraséis que ya te estoy echando de menos- añadió guiñándole un ojo y entró en casa.

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