martes, 17 de febrero de 2015


Por fin se acabó este dichoso día, pensó ante las puertas de su empresa respirando aire puro al verse fuera de su despacho mirando el cielo azul sobre él. Estaba agotado, había sido un día duro en la oficina y no tuvo tiempo ni de ir a almorzar.
-¿Te llevo a casa, vinagre?- le habló chistosa desde un despampanante descapotable rojo una rubia preciosa de grandes ojos azules; él sonrió divertido
-No, sabes que prefiero ir andando- contestó ameno
 -¡Que manía con andar o ir en bici, chico!- protestó y él rió entretenido- Como quieras, nos vemos mañana hermanito- se despidió echándole un beso por el aire y se alejó sacudiendo su mano a forma de despido. Cris se quitó la chaqueta, aflojó su corbata roja y se desabrochó los tres primeros botones de su camisa. Se colgó la chaqueta por un dedo de su hombro y empezó a caminar en dirección a su casa disfrutando del paseo y del sol que le daba en el rostro.
 Caminaba distraído ya acercándose a su casa cuando vio a un hombre entrar en el jardín de Carla. Se detuvo y observó curioso. Carla apareció en su porche así aquel hombre cruzó la verja y cerró la puerta tras ella. Lo miraba nerviosa, aunque se notaba que quería hacerse la fuerte, en su rostro podía detectarse a simple vista que sentía un miedo atroz de aquella visita. Cris siguió caminando aunque más despacio sin dejar de observar la escena
 -¿Qué haces aquí? ¿Cómo diste con nosotras?- le reclamó impaciente, él sonrió cínicamente mientras seguía avanzando a su encuentro
-No fue difícil- contestó altanero, a cada paso que aquel hombre daba, más nerviosa y asustada se veía a Carla
-No te acerques más Adolfo; lárgate de aquí, no quiero volver a verte en mi casa- le increpó rotunda aunque su voz sonaba temblorosa del miedo
-No hasta verla; quiero verla Carla- expuso autoritario sin detener su avance
-No tienes ningún derecho, tengo su custodia ¡Lárgate!- gritó alterada
-Tengo tanto derecho como tú y voy a pedir la custodia compartida- aclaró decidido subiendo un escalón quedando frente a ella y Cris pudo observar que Carla temblaba de miedo ante su proximidad; entró en su jardín muy despacio intentando pasar desapercibido pero sin perder de vista a Carla
-¡No te atrevas Adolfo, tú no la quieres!- gritó angustiada
 -¡¡Yo quiero a Patricia tanto como tú, estúpida!! ¡Voy a quitártela Carla, tengo también mis derechos!- elevó la voz enfrentándola fieramente
 -Si no sabes ni como se llama; su nombre es Paloma, no Patricia- le reprochó asqueada mirándolo despectiva
 -¡¡Ya está bien Carla!!- gritó impaciente y Carla se encogió amedrentada- ¡¡Me da igual un nombre que otro ¿me oyes?!! ¡¡Llámala, Carla; quiero verla y no me voy a ir sin hacerlo!!- expresó furioso sujetándola del brazo. Aquel gesto aterrorizó a Carla y se pudo percibir perfectamente, su rostro palideció, quedó paralizada y miraba con pavor a aquel hombre
 -¡¡Suéltala imbécil!!- exclamó Cris al ver aquello y saltó la valla tirando su chaqueta al suelo mientras se acercaba a ellos
 -¿Quién coño eres tú?- bramó molesto el hombre mirándolo con ojos llenos de rabia- ¡Métase en sus asuntos, esto es una conversación familiar y usted no tiene porque entremeterse!
-Le digo que la suelte- aclaró rotundo mientras se acercaba más a ellos pero Adolfo hizo caso omiso y dirigió su mirada a Carla que temblaba de miedo y lo miraba con un espanto impresionante
-¡Voy a reclamarla ¿Me oyes?! ¡No tienes derecho a apartarla de mí y voy a hacer hasta lo imposible para quitártela!- la amenazó zarandeándola del brazo. Cris reaccionó al instante, lo sujetó por las solapas de la chaqueta y lo empujó alejándolo de Carla colocándose al instante entre ellos.
 -No se le ocurra volver a ponerle un dedo encima nunca más o se las verá conmigo- le gruñó ente dientes apretando sus puños y todo su cuerpo se tensó pudiendo percibirse claramente sus músculos a través de su camisa blanca. Adolfo lo observó unos segundos y levantó sus manos en señal de entender
 -Vale, tío; no es para ponerse así- expuso más sereno y se colocó bien la chaqueta- pero esto no va a quedar así Carla, pronto sabrás de mí- amenazó y se dio la vuelta saliendo del jardín. Cris lo siguió con la mirada hasta que aquel hombre entró en un coche azul aparcado un poco más adelante y se marchó. Tomó aire profundamente y se volvió para observar a Carla; su rostro mostraba gran terror y se estremecía temblorosa.
-¿Estás bien?- se interesó cariñoso e intentó acariciarle los brazos para tranquilizarla, pero ella dio un paso atrás evitando su contacto y cruzó rauda sus brazos sobre su pecho abrazándose los hombros. Cris se detuvo al instante- Carla, cielo ¿te encuentras bien?- insistió inquieto, ella asintió con la cabeza; las lágrimas ya corrían por sus mejillas y no cesaba de batirse temblorosa ante la mirada impotente de Cris que no sabía cómo ayudarla, deseaba tremendamente abrazarla y calmarla en su desasosiego, pero lo que tenía muy claro es que no podía tocarla en aquel momento- ¿Y Paloma? ¿Está dentro?- indagó al no saber qué hacer, ella asintió con la cabeza y sus lágrimas aún aumentaron más- tranquila, voy a ver cómo está- y corrió escaleras arriba, las cuatro puertas del piso superior estaban abiertas así que se encontró fácilmente a la niña sentada en la alfombra de un cuarto decorado en rosa con bonitas mariposas blancas pintadas en las paredes pintando entretenida con ceras en un bloc
-¡Cris!- le gritó contenta al verlo y corrió a abrazarlo. Cris la tomó entre sus brazos oprimiéndola cariñoso contra su cuerpo- ¿vienes a pintar conmigo? ¿Y mamá Carla? ¿Va a venir también?- preguntó contenta mirándolo esperanzada a los ojos; por lo que parecía no se había enterado de nada. Cris le sonrió tierno
-No, ella está ocupada ahora princesa; pintemos nosotros ¿sí?- le habló cariñoso y, tomándola de su manita, la llevó de nuevo al cuarto sentándose sobre la alfombra donde ella estaba hacía unos instantes y se pusieron a pintar en el bloc uno junto al otro.
 Mientras, Carla seguía llorando abrazada a sí misma en el porche. Se sentía impotente y estúpida ¿Por qué no podía enfrentar a Adolfo? ¿Por qué siempre le asaltaba ese miedo irracional al verlo? Él no era Carlos, él no podía ni debía permitirle que le hiciera daño... pero era superior a ella y no podía evitarlo. Muy despacio fue acercándose al borde de las escaleras del porche y se sentó en ella sin poder retirarse los brazos de sus hombros y sin poder contener aquel manantial de lágrimas que manaban de sus ojos.
 Cris seguía jugando con Paloma aunque se moría de ansia por ir a lado de Carla y comprobar que ya se encontraba mejor. Se fijó en una foto sobre la mesilla, se levantó y la recogió para observarla mejor; Carla sonreía feliz rodeada tiernamente por la cintura por un hombre rubio alto de ojos castaños con barba muy bien cuidada que la miraba con gran amor. Pasara lo que les pasara, fuera después de sacar aquella fotografía porque en ella tenían un brillo de felicidad en sus ojos que se transmitía a través de la fotografía, eran una pareja que se les veían realmente henchidos de amor y felicidad. La dejó en su lugar y se acercó a la pequeña
-Voy a junto Carla, tú espera aquí ¿vale?- le habló tierno besándola cariñoso en la cabeza
-Vale- respondió despreocupada y siguió pintando tranquilamente tarareando una canción. Cris bajó las escaleras y se encontró con Carla sentada en los escalones de fuera. Seguía abrazándose fuertemente. Él se acercó y se sentó a su lado. No se dijeron nada en un buen rato. Cris sacó tabaco del bolsillo de su pantalón y le ofreció uno, Carla al fin soltó sus hombros y lo recogió; él pudo ver como sus manos aún temblaban estrepitosamente pero no dijo nada, le acercó el mechero y se lo encendió. Ella le dio una gran y profunda calada al cigarro mientras él recogió otro del paquete y lo encendió.
-¿Y Paloma…?- murmuró casi sin fuerzas
 -Está bien, tranquila; no parece que se haya enterado de nada- respondió con voz serena, ella movió la cabeza levemente asintiendo y así se quedaron un rato más- ¿Quién es?- se atrevió a preguntar por fin
-El tío de Paloma… El hermano de su padre- contestó y su voz parecía más calmada, le dio otra profunda calada a su cigarrillo- el muy desgraciado ya dio con nosotras- murmuró con gran rabia y apagó el cigarrillo en el escalón con furia
 -¿Su padre es tan cobarde que manda a su hermano para amenazarte? ¿No tiene cojones a venir él mismo o qué?- expresó con voz asombrada y Carla levantó la vista mirándolo desconcertada
-Paloma no es mi hija Cris- aclaró rotunda mirándolo pasmada por aquel comentario
-¡¿Cómo no?!- exclamó atónito mirándola incrédulo, ella negó con la cabeza- pero... ¡¡si ella te llama mamá!!- expresó asombrado, Carla sonrió dulcemente
-Sí, yo soy mamá Carla y mamita era como llamaba a su madre- explicó más serena y encendió otro cigarrillo- Paloma es mi sobrina, Cris; la hija de mi hermana- guardó silencio unos segundos- Mi hermana y mi cuñado se mataron en un accidente de coche, un conductor borracho los embistió echándolos de la carretera y acabaron en el fondo de un barranco… Adolfo y yo somos la única familia que le queda, él nunca se preocupó por ella, ni se molestó en conocerla nunca... ¡Por Dios santo, si ni siquiera sabe cómo se llama! ¡Solo quiere el dinero de mi niña!- exclamó mortificada y su voz se quebró de nuevo; Cris también se mantuvo en silencio- Adolfo es un jugador compulsivo cargado de deudas...- siguió hablando más recuperada- ya mi cuñado lo había sacado de algunos problemas, pero hacía unos años que no sabíamos de él… Paloma recibió un buen dinero por los seguros de vida de sus padres además de lo del seguro del coche y, claro está, él volvió a aparecer… solo la quiere por ese maldito dinero ¡Pues se lo daré todo si es necesario! ¡Nosotras no lo necesitamos! ¡Pero no dejaré que se lleve a mi Paloma! ¡Eso nunca!- exclamó llena de rabia apagando de nuevo el cigarrillo en el escalón
 -¿Lo has consultado con un abogado? Algo se podrá hacer, ese dinero le pertenece a la pequeña y él no tiene derecho a tocarlo ni a amenazarte así; yo puedo ponerte en contacto con uno muy bueno…- habló Cris, ella lo miró a los ojos. Sonrió agradecida y le acarició el brazo suavemente
-Ya lo he hecho, pero según las cláusulas que inocentemente mi cuñado dejó escritas para que yo no tuviera problemas en caso de si sucedía algo, también le benefician a él; no puedo hacer gran cosa… pero gracias- le dijo agradecida
-¿Por qué?
-Por todo: por aparecer en ese momento… Por ayudarme… Por ser tan cariñoso y paciente con mi chiquita…- seguía con su mano sobre el brazo de Cris, a él le ardía la piel al contacto de su mano, posó suavemente la suya sobre la de Carla y se la oprimió suavemente
-Lo primero no tiene importancia, cualquiera lo haría- aclaró resuelto y ella sonrió dulcemente- Y lo segundo es tan fácil… ¿Quién no se enamora de esa muñequita hermosa?- se sonrieron amenos. Ella tomó con ternura entre sus manos la que él había posado sobre la suya y empezó a acariciarla suavemente provocándole un placer muy agradable a Cris
-¿Sabes? Si no fuera por ella no sé qué sería de mí…- expuso apagadamente con los ojos llenos de lágrimas- a pesar de todo lo ocurrido, fue una bendición que llegara a mi lado o yo probablemente ya no estaría aquí…- musitó llorosa, Cris posó su otra mano sobre las de ella- es un angelito que tira de mí cada mañana con su alegría sacándome de ese vacío con el que muchas veces me despierto haciéndome ver que aún quedan cosas hermosas en este mundo por las que luchar y disfrutar- declaró satisfecha, él le sonrió dulcemente
-¿Quieres que te cuente una cosa?- expuso él enternecido, ella lo miró intrigada- Siento lo mismo desde que llegasteis aquí, cada mañana me levantó más animado solo con la idea de ver esos ojillos grises llenos de vida y esa sonrisa alegre que lo ilumina todo- se sonrieron alegres; él también se refería a Carla, pero no se atrevió a exponerlo claramente
Para mala suerte de Cris, Carla le soltó la mano y se levantó del escalón. Se dirigió a la valla y recogió la chaqueta que Cris había tirado sobre la hierba; la sacudió levemente y la dobló con cuidado sobre su brazo. Se acercó a él y le ofreció su mano de nuevo
-Te invito a un café, es lo menos que puedo hacer- dijo sonriéndole dulcemente, él le correspondió- ¿Aceptas?
-Claro- respondió gustoso y, tomándole la mano, entraron en la casa. Estaban sentados en la cocina ante unos cafés sin decir nada cuando entró corriendo la pequeña sonriendo alegre
 -¡La cena mamá Carla que tengo mucha, mucha hambre!- expuso desenvuelta y ellos rieron divertidos
-¿Te quedas a cenar?- lo invitó Carla y él, sin dejar de sonreír, aceptó.
Habían pasado varios días desde aquello, Carla se comportaba más segura y abierta con Cris; ya no era tan retraída y su amistad se iba consolidando a pasos agigantados.
 Cris se despertaba cada mañana eufórico de las ganas de verlas antes de irse al trabajo, aquellas sonrisas que ellas le dedicaban desde su cocina cada mañana era una delicia que le mantenían feliz durante todo el día hasta llegar de regreso a casa. Entonces, aquel alegre recibimiento de Paloma echándose a sus brazos besándolo con gran cariño en las mejillas era algo indescriptible, aquella pequeña le había arrebatado el corazón. Como los ojos de su tía cuando lo miraban, que provocaba en Cris un dulce estremecimiento que le hacía arder la piel y sobre todo los labios ¡¡Dios, como deseaba besar aquella boca de finos labios que le mostraban aquella encantadora sonrisa que lo volvía loco!! Pero no se atrevía, tenía miedo a su reacción y se aguantaba aquellas inmensas ganas como podía. Luego, después de dar su paseo diario en bicicleta, pasaban juntos aquel pequeño rato de tranquilidad sentados en las escaleras del porche de Carla fumándose un cigarrillo y contándose amistosos como les había ido el día. Aunque Cris cada vez aguantaba menos aquellos deseos irrefrenables de besarla...
Aquel jueves, ambas estaban en el jardín jugando con unas muñecas cuando Cris se les acercó silenciosamente, le guiñó un ojo cómplice a Carla al tiempo que posaba su dedo índice en sus labios indicándole que guardara silencio. Ella observó que llevaba algo envuelto en la chaqueta de su traje negro, se acuclilló tras la pequeña y la besó tierno en el pelo
 -¡Cris, que bien que ya llegaste!!- lo recibió entusiasmada al sentir sus labios en la cabeza, se volvió dedicándole una alegre sonrisa pero se quedó expectante al verle descubrir muy despacio lo que envolvía en la chaqueta, Pegó un chillido alegre así apareció la cabecita de un pequeño cachorrillo- ¡¡Es un perrito!!- gritó entusiasmada cogiéndolo en brazos permitiendo que el perro le lamiera la cara- ¡Ah, que pequeñito es y como me quiere ya!- decía entre pequeños chillidos. Carla y él la observaban felices sonriendo contagiados por su alegría. Cris se aproximó un poco más a Carla; siempre procuraba estar lo más cerca de ella posible. Le encantaba sentirla cerca, percibir su perfume a flores silvestres y encontrar algún roce oportuno e inocente con ella- ¿cómo se llama Cris?-le preguntó Paloma, él se giró hacia la niña sobre las puntas de sus pies
-Ponle como quieras, es tuyo mi princesa
 -¡¿De verdad?!- exclamó emocionada abriendo mucho sus ojitos y lo dejó en el suelo; sin tiempo para él reaccionar, ella se lanzó a sus brazos haciéndole perder el equilibrio y cayó de espaldas sobre el regazo de Carla. Rompieron a reír a carcajadas mientras Paloma se subía sobre su pecho y empezó a besarlo sonoramente por toda la cara. Ellos seguían riéndose divertidos y, sin darse cuenta, Carla empezó a acariciar distraída la cabeza de Cris sobre su regazo. El notó sus manos jugando entre su cabello y un delirante escalofrío le recorrió la espalda “no te muevas ahora, Palomita, por Dios te lo ruego no te me muevas” suplicaba lleno de amor hacia la mujer que le acariciaba con tanta ternura el pelo. Cris cerró los ojos, estaba realmente en la gloria.
Carla se asombró cuando se descubrió acariciándole inconsciente el pelo, quiso detenerse pero era tan suave... Entrelazó sus dedos en él, aunque era ondulado y parecía rebelde, lo tenía realmente muy manejable. Se fijó en su boca bordeada de aquella pequeña y cuidada barba; era muy bonita, de labios jugosos, y sintió unos deseos tremendos de besarlo. Él con los ojos cerrados, sonreía dichoso. Parecía tan feliz… y era tan atractivo… unas ganas aún más desesperantes de atrapar aquella atrayente boca le mordieron en el estómago
 -¡Ya sé!- gritó la niña de repente sacándolos de sus divagaciones, sus ojos se encontraron, ambos tenían un brillo especial en ellos- ¡¡Polly, le voy a llamar Polly!!- Se levantó del pecho de Cris y corrió a recoger al perro que andaba husmeando curioso por el jardín. Ellos se quedaron inmóviles mirándose fijamente a los ojos; a ella el corazón le latía salvajemente, él casi no se atrevía a respirar para no romper aquel momento
-Gracias por el regalo, Paloma no lleva muy bien eso de agradecer los detalles- dijo dulcemente sin dejar de acariciarle el pelo
-Me lo pagó con dos hermosos besos ¿te parece poco?-respondió gustoso, ella sonrió divertida
 -Eres fácil de conformar por lo que veo- expuso acercándose sin darse cuenta a él atraída por aquellos labios carnosos que parecían atraerla irremediablemente; pero aún estaba muy lejos e iba demasiado despacio para gusto de Cris que se humedeció inconsciente y ansioso los labios
-No, no soy nada exigente- murmuró casi sin atreverse a hablar para no romper aquel delicioso momento que parecía avecinarse “Sigue preciosa, no te detengas ahora” pensaba deseoso Cris sin atreverse ni a mover un músculo, un gesto o un movimiento en falso y sabía que podría perderla. -¿Has visto que bonito es mamá?- expuso entusiasmada Paloma apareciendo en aquel justo momento sujetándose por la espalda al cuello de su tía. Carla no se lo esperaba y se vio precipitada hacia adelante rozando casi la boca de Cris ¡Ahora o nunca Cris! Pensó rápidamente y, raudo, la tomó por la nuca y atrapó la boca de Carla con la suya. Ella le correspondió al instante y se besaron apacibles, saboreándose muy delicadamente y gustosamente deleitados hasta que Carla se retiró muy despacio sin dejar de mirarlo a los ojos. Paloma los observaba atenta colgada del cuello de su tía
-¿A ti también te hace cosquillitas su barba mamá Carla?- preguntó resuelta- A mí sí, y me gusta mucho- dijo fascinada y y ambos se sonrieron cómplices sin apartar sus miradas, estaban hechizados el uno en los ojos del otro
-Sí que hace cosquillitas, sí- comentó juguetona Carla acariciando la suave barba de Cris, él sonrió mostrando aquella maravillosa sonrisa encantadora
-¿Y también te gusta mucho?- bromeó él pícaro
-No sé…- respondió melosa jugueteando de nuevo con sus dedos en su pelo- fue algo inesperado, tendría que probarlo de nuevo
-¿Y a qué esperas?- repuso impaciente, la volvió a sujetar por la nuca y se fundieron en otro beso delicioso. Aquello era maravilloso, un mundo de sensaciones fantásticas les recorrió el cuerpo. Era un beso tan íntimo y entregado pero tan delicado y dulce al tiempo…
 -¡¡Ya está bien de besos!!- los interrumpió la pequeña intercediendo entre ellos separándolos de repente
-¡Paloma!- le regañó ofuscada su tía por la molesta interrupción, Cris rió divertido
-¡Venga mamá Carla! Vamos ya de una vez; me prometiste hacer palomitas y dejarme ver la tele hasta muy de noche si me portaba bien, y me porté bien- reclamó intransigente y ellos se sonrieron derrotados
-No sé a qué le llamas tú portarte bien, pero bueno- protestó Carla y Cris rió ameno
-Para mí, se portó de maravilla; creí que nunca iba a conseguirlo- exclamó pícaro y Carla se sonrojó- y lo prometido es deuda mamá Carla- expuso animado besándola dulcemente en los labios antes de levantarse; recogió a la pequeña en brazos y, haciéndole cosquillas en su barriguita, dio vueltas sobre sí mismo provocando las risas alegres de Paloma. Era tan feliz. Y todo gracias a aquella pequeña preciosa; por fin había conseguido lo que tanto había estado anhelando todos esos días atrás.
 Carla se incorporó desganada recogiendo las muñecas poco a poco ¡como deseaba seguir besándolo! Nunca nadie la había besado de aquella manera tan maravillosa, le había hecho sentir algo grandioso
-¿Te gustan las palomitas Cris? Puedes venir a ver la tele con nosotras si quieres- lo invitó entusiasmada la pequeña
 -Me encantan las palomitas… Si me invita tía Carla…
 -¿Lo invitas verdad?- la niña la observaba con aquellos ojillos
-Si quiere venir…
-¡Ves!- él le mordisqueó de nuevo la barriga y ella volvió a chillar alegre mientras la llevaba hasta el porche, Carla estaba a su lado cargada con las muñecas y el perrito
-Entonces, voy a casa, me pongo guapo y vuelvo ¡Tengo una cita con las dos chicas mas hermosas de la ciudad!- le dijo a la niña besándola en la frente “¿ponerse más guapo? ¿Sería eso posible?” pensaba Carla
 -Ya estás muy guapo Cris- replicó resuelta la pequeña como si leyera la mente de su tía
-Muchas gracias, hacía tiempo que una chica de grandes ojazos preciosos no me lo decía- expuso divertido besando la mejilla de la pequeña- bueno, entonces voy a ponerme cómodo ¿de acuerdo?- se giró y depositó un suave beso en los labios de Carla tomándola por sorpresa, recorrió de tres zancadas el jardín recogiendo la chaqueta que estaba en el suelo y se dirigió a su casa, echando una ojeada a Carla que lo observaba con una dulce sonrisa complacida en los labios que le pareció una bendición. Le guiñó el ojo y entró en casa. No había hombre más feliz que él en toda la tierra en aquellos momentos.
Carla bañó rápido a Paloma, le puso la cena en la mesa y se fue a cambiar. Se puso un pantalón corto de algodón rojo y una camiseta de tirantes blanca, se cepilló el pelo. Estaba contenta; muy contenta… casi se podría decir que era feliz, y no se sentía así desde hacía mucho tiempo, demasiado; se confesó asombrada descubriéndose sonriendo dichosa ante el espejo y bajó las escaleras si poder dejar de sonreír.

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