viernes, 27 de marzo de 2015


     Aquella mañana entrenaba como todos los días y, como todos los días, a las siete se le unió Cris. Hugo se puso algo nervioso al verlo acercarse pero su abierta y franca sonrisa de siempre lo tranquilizó al instante. Durante la hora siguiente dieron como siempre varias vueltas a la finca a buen ritmo y charlando entretenidos de cosas sin importancia deteniéndose junto al estanque al dar por terminado el ejercicio donde se despedían y cada uno tomaba rumbo a su casa. Y aquella mañana ocurría igual.
-Hugo- lo llamó su tío cuando, después de despedirse ameno de él, ya se dirigía de regreso a casa; Hugo se volvió sereno encontrándose a Cris mirándolo muy serio- ¿Me la cuidarás, verdad? ¿No le acabarás haciendo daño?- expresó inquieto
-¿Tú también tío Cris? Creí que me conocías lo suficiente para saber que yo nunca sería capaz de hacerle daño a Paloma; mucho menos ahora que la quiero tanto- le reprochó dolido por sus dudas hacia él, Cris sonrió más calmado
-Lo sé hijo, lo sé; pero entiende que, como padre que soy, no puedo dejar de preocuparme por mi princesa- expresó sincero y ambos se sonrieron comprensibles- como tampoco puedo dejar de preocuparme por ti- añadió de nuevo muy serio mirándole con un gran y profundo cariño a los ojos -¿Por mí?- expresó descolocado
 -Sí, por ti; también te quiero mucho hijo, muchísimo; y estamos hablando de Paloma... mi niña es un angelito precioso lleno de ternura y cariño que reparte a manos llenas; pero también es una cabeza loca que tanto puede ponerse terca y empeñarse en conseguir algo como al día siguiente pierde todo interés en ello, y temo que sea ella quien acabe haciéndote daño a ti Hugo- explicó preocupado, Hugo le sonrió tranquilizador
-Lo sé tío, la conozco muy bien; y no te preocupes que, aunque siempre parezca lo contrario, yo sé muy bien cómo manejarla y ya me encargaré de que no pierda la ilusión por la cuenta que me tiene- aclaró despreocupado y ambos rieron pícaramente divertidos- además tío Cris, puedo asegurarte que ella me quiere tanto como yo a ella; lo sé, de eso no tengo absolutamente ninguna duda- remarcó rotundo y feliz; volvieron a sonreír dichosamente complacidos y se despidieron de nuevo.
A las diez y media como habían acordado llegaron Hugo y Javi a recogerlas a la casona; pero, cómo siempre, les tocó esperar pues aún no estaban preparadas. Sentados en la cocina, se tomaban un café charlando animados con los abuelos y Carla cuando al fin aparecieron. Paloma estaba preciosa con un vestido blanco ibicenco de finas tiras cuyo cuerpo se ceñía al de ella desde debajo del pecho hasta su vientre con un delicado encaje cuyo bonito bordado podía distinguirse perfectamente sobre su piel morena
 -¿Nos vamos? Se hace tarde para todo lo que tenemos que hacer- los apuró Paloma rebuscando en su pequeña bandolera vaquera que llevaba al hombro haciendo juego con sus manoletinas
 -Está visto: primero hay que esperar por la señorita y luego aparece metiendo prisa- bromeó guasón Hugo acabándose tranquilo su café, todos rieron divertidos
-La mujer bonita que se precie, debe hacerse esperar; nunca llegar primera ni retrasarse demasiado- declaró coqueta haciendo un leve gesto de vanidad con la cabeza provocando de nuevo las risas alegres del resto
-Serás ratita presumida- expresó mirándola encandilado, y él y Javi se levantaron para irse; Hugo al acercarse a Paloma percibió que apenas le llegaba al pecho con aquellos zapatos rasos- ¿cómo puedes ser tan presumida si eres un tapón y más con esos zapatos?- se burló chistoso tirándole suavemente y muy cariñoso de su respingada y pequeña nariz
-¡Oye!- protestó fastidiada haciendo un mohín muy gracioso con su nariz- Como siempre nos dice mi padre: mi mamá y yo no podíamos ser de otra manera ya que las cosas más hermosas y delicadas vienen en paquetes pequeños- aclaró vanidosa, Carla soltó una alegre carcajada
 -¿Sabes que así también despachan el arsénico y el cianuro, verdad?- replicó malicioso mirándola pícaro, ella entrecerró sus ojos mirándolo recelosa
-¿Me estás llamando veneno por un casual?- expuso suspicaz, él soltó una risotada jocosa y, de pronto, le pasó un brazo por la cintura elevándola en el aire y pegando su espalda a su cuerpo; ella soltó un gritito alegre y divertido
-Nos vamos, estaremos de vuelta a la hora de comer- resolvió despreocupado llevándosela de la cocina en volandas mientras ella reía alborozada siendo seguidos por Javi y Patri que sonreían entretenidos; los abuelos y Carla rieron alegremente divertidos mirándolos fascinados, hacían una pareja tan bonita y se miraban con tanto amor...
 Lo primero que hicieron aquella mañana fue ir al instituto a recoger los resultados finales y el plan de estudios programado para el próximo curso de Javi, Paloma y Patri. Todos los miraban atónitos y boquiabiertos al verlos tomados amorosamente de la mano regalándose despreocupados y felices tiernos mimos. Luego fueron a la universidad a entregar la solicitud de ingreso de Hugo que, muy emocionado, se la mostró encantado ya que ellos nunca habían estado dentro. Los tres muchachos quedaron maravillados así cruzaron su recinto. Les impactó sus edificaciones de no más de cuatro plantas llenas de pequeños detalles arquitectónicos que Hugo les explicó deleitado y que estaban estratégicamente situadas alrededor de preciosos jardines muy cuidados en donde grupos de estudiantes charlaban alegres sentados sobre la tierna hierba; los deslumbró sus instalaciones tan bien preparadas y modernas; pero sobre todo, lo que más les encandiló, fue verse allí dentro codeándose con todos los universitarios como unos más.
 La semana pasaba rápidamente. Se iban los cuatro, a veces llevaban con ellos a Alex y Óscar, al acabar de comer y no regresaban hasta caer la noche. Acompañaban a Hugo a los entrenamientos que cada vez lograba mejores tiempos y después se iban a pasar el resto de la tarde a la cala. La familia observaba entusiasmada como Hugo y Paloma estaban cada día más alegres y felices, aunque nunca se besaban y ni siquiera se acariciaban delante de ellos manteniendo educados las formas.
Pero lo que nadie sospechaba es que ambos esperaban inquietamente ansiosos que llegara el fin de semana. El domingo, así llegaron a la casona, Hugo miró muy interesado a Paloma moviendo la cabeza en un leve gesto de pregunta; ella negó suavemente con la suya y sus preciosos ojos lo miraron nerviosa; él le sonrió tranquilizador
-Tranquila mi cielo; un día o dos se puede retrasar, no tiene que significar nada- le susurró tierno al oído y, besándola amoroso en la frente, se sentaron a la mesa a comer. Pero no apareció el domingo, ni el lunes, ni el martes... y los días les iban cayendo uno a uno pesadamente, como a un condenado a muerte la fecha de su ejecución. Hugo apenas podía dormir por las noches y se levantaba todos los días de un humor de perros, dando vueltas como león enjaulado por la casa hasta que se iban a la casona; allí miraba interrogante la carita hermosa de Paloma que también cada día daba más muestras de preocupación sin poder evitarlo, ella negaba levemente con la cabeza pero él disimulaba y le sonreía dulcemente queriendo parecer tranquilo. Pero por las tardes, se descubría durante los entrenamientos que no estaba nada tranquilo, aquellas marcas tan buenas que estaba consiguiendo, empezaron a decaer y el entrenador aquella tarde de miércoles, le gritaba furioso
-¡¿Qué cojones te pasa Hugo?! ¡¡Has perdido dos décimas en esta vuelta!! ¡¡No estás concentrado y cada vez pierdes más tiempo!! Las competiciones empiezan el sábado y vas de mal en peor- le increpaba irritado y Hugo callaba sin protestar; a Paloma se le oprimía el corazón viéndolo tan descentrado
Eran las tres de la madrugada del sábado y Hugo aún estaba despierto en la cama dando vueltas inquieto. Sabía que debía descansar, que en apenas unas horas empezaría el campeonato, pero no podía dormirse; la cabeza no paraba de darle vueltas pensando en Paloma y en su gran metedura de pata y ya buscaba impaciente alguna forma de dar la noticia en la casona sin resultar muy impactante pero no encontraba ninguna; todas eran terribles, les diera las vueltas que les diera, agobiándolo aún más... Se levantó de la cama y salió al porche sentándose en las escaleras a ver si el fresco de la noche le permitía conciliar al menos un par de horas de sueño. Apareció Javi a su lado
 -¿Qué haces aún despierto a estas horas?- le preguntó sorprendido
-¿Y tú?- solo le contestó cariñoso y se sonrieron entrañables
-Yo mañana no tengo ningún campeonato y tú sí- resolvió desenfadado sentándose junto a él y Hugo sonrió suavemente posando sus codos en sus rodillas y sujetándose con una mano la muñeca de la otra- ¿Qué pasa hermanito? ¿A Paloma no le ha venido, no?- murmuró apagadamente, Hugo solo resopló inquieto y bajó disgustado su cabeza- ¡¡Dios!!- exclamó sobrecogido y se quedaron callados unos segundos- ¿y qué piensas hacer?
-No lo sé Javi… te juro que no lo sé- respondió desolado
 -¿Ya supones qué ocurrirá cuando todos se enteren verdad?- expresó mirándolo espantado
 -Me la trae bien floja lo que ocurra con la familia Javi, a mí quien solo me preocupa es Paloma; es demasiado joven para ser madre y un aborto tío…- expuso afligido y volvieron a callar. Su teléfono vibró sobre el escalón a su lado avisando de la llegada de un mensaje y él lo abrió rápidamente sin mirar ni de quien era: “Ya está aquí mi amor. Todo bien. TKM.”- Hija de la gran puta- resopló profunda y sonoramente quitándose de un plumazo todos sus miedos de encima y esbozó una sonrisa inmensamente feliz; Javi también sonrió complacido comprendiéndolo todo sin necesidad de más explicaciones mientras Hugo contestaba al mensaje: “¿Sabes que me da pena? Ya me estaba haciendo ilusión mi chiquita preciosa” Al instante llegaba otro de regreso que le hizo soltar una alegre carcajada: “Eso no te lo crees ni tú, mentiroso; anda y duérmete ya ¿qué haces despierto a estas horas? Yo mañana quiero mi medalla ¿eh?” -“La tendrás mi muñequita hermosa; y te prometo que será de oro; ahora duérmete y descansa. No olvides soñar conmigo. Te amo más que a mí propia vida
 -¿Es ella, verdad; todo bien?- expresó animado su hermano; Hugo le palmeó amistoso el hombro
-Sí hermanito, por fin apareció la muy cabrita- contestó dichoso y los dos rieron alegres
-Ahora no tengas más cuidado, sigue de atolondrado- le reprochó ameno Javi
-¡¡No!! ¡¡Me lo pondré ya antes de salir de casa por si acaso!!- bromeó estremecido y ambos rieron explayados; Hugo se quedó unos instantes pensativo y de pronto se levantó del escalón- Vete a la cama Javi, yo tengo que ver a Paloma- expresó resuelto echando a correr hacia la casona; su hermano se echó a reír divertido
-¡Estás loco ¿lo sabías?!- exclamó guasón y él le sonrió feliz sin detener su carrera. Escaló hábil por el enrejado de rosas y entró silenciosamente en el cuarto de Paloma que tenía la puerta abierta
-¿Qué haces aquí?- se sorprendió al verlo entrar aunque sonreía feliz de verlo
-¿Tú qué crees mi ángel?- contestó moviendo pícaro las cejas mientras cerraba la puerta del balcón con llave
 -¡No Hugo ¿estás loco?!- exclamó sobrecogida mirándolo pasmada como se dirigía a la puerta del dormitorio y también le pasaba la llave- ¡Hugo, aquí no ¿has perdido la cabeza?!
-Completamente- expresó resuelto mientras se acercaba a la cama- Ahora ven aquí mi amor, que me muero por ti y ya no me aguanto más- dijo tomándola entre sus brazos y se besaron codiciosos, llenos de amor y deseo, él le retiró presuroso el camisón
-Pero Hugo, estando así… ¿no es un poco guarro?- protestó ella aunque el deseo ya se apoderara de ella también
-No me importa mi vida, no me importa nada más que estar dentro de ti y saborearte de nuevo mi chiquita hermosa; no sabes como te deseo, estoy a reventar…- susurró excitado recorriéndole ardiente aquel sabroso cuello que lo enloquecía, de pronto se detuvo y la miró malicioso a los ojos- además mi ángel ¿qué forma hay más segura que ésta de que nada vaya a pasar?- aclaró chistoso y sonriéndose alegremente divertidos volvieron a atrapar sus bocas con hambre desesperada.
A la mañana Hugo se levantó de un humor increíble dejando a todos en casa asombrados. Claudia y Jacobo no entendían aquellos nuevos cambios de humor de su hijo, llevaba semanas de un genio que no se le podía ni hablar y de pronto, era la alegría personificada. Y Javi con él, volvían a enredar en peleas juguetonas durante el desayuno a las que se apuntó de inmediato Óscar.
-¿Habría tormenta en el paraíso mi vida?- preguntó intrigado Jacobo a su esposa cuando los muchachos se retiraron a vestirse
-No lo parecía, la verdad; pero vete a saber... sea lo que sea, al parecer ya pasó- contestó resuelta y se rieron amenos.
Toda la familia acudió entusiasmada al campeonato. Lo animaban alegres mientras Hugo iba pasando una a una las pruebas para el pase a la gran final; aunque no sin dificultad por la inesperada aparición de Carrasco participando en otro equipo de la ciudad y era también bueno, muy bueno...
Y llegó la gran final; tras el disparo de salida, Hugo pudo conseguir meterse en el segundo lugar donde se mantuvo esperando el momento de atacar. Pero llegó Carrasco que se situó ante él rompiéndole las expectativas y sobre todo el ritmo. La familia observaban nerviosos como Hugo intentaba adelantarle por la derecha e izquierda pero sin éxito, Carrasco no se lo permitía de ninguna forma. Sonó la campana anunciando los últimos metros y de pronto, inesperadamente, Hugo se abrió hacia fuera marchándose por la zona alta y más complicada, aceleró su zancada todo lo que daba alcanzando ponerse en primer lugar y, aunque Carrasco salió tras él intentando darle caza, Hugo siguió subiendo el ritmo de manera espectacular provocando los gritos enfervorecidos del público, y sobre todo de Paloma, cruzando la línea de meta con casi dos segundos de ventaja sobre Carrasco. -¡¡Viva la madre que te parió, muchacho; menudo carrerón has hecho!!- exclamó el entrenador eufórico esperándolo con los brazos abiertos y se abrazaron insultantemente felices; pero los ojos de Hugo estaban atrapados por los preciosos de Paloma que sonreía llena de felicidad mientras lo miraba dichosamente orgullosa.
 Así le entregaron la medalla subido al podio y de poder librarse al fin de los fotógrafos; Hugo dejó a todos descolocados cuando echó a correr hacia las gradas; saltó ágil las pancartas de anuncios que las separaban de las pistas y subió acelerado las gradas hasta llegar junto a Paloma que lo observaba alegremente feliz mientras se aproximaba
-Te lo prometí mi chiquita preciosa- expresó deleitado colocándole al cuello la medalla y, tomándola completamente por sorpresa como al resto de la familia, Hugo la atrapó entre sus brazos y la besó plenamente dichoso y radiante de felicidad. Paloma, sin pensárselo siquiera, le rodeó al instante el cuello con sus brazos y se fundieron en un deleitado beso saboreándose gustosamente complacidos. El resto de la familia rieron divertidos mientras los miraban encandilados. Desde aquel día, ya no volvieron a contenerse ni esconderse delante de la familia para sus tiernas y amorosas muestras de amor.
 Pasaron los años y toda la familia observaba deleitada como aquella linda parejita estaba cada vez más enamorada y aquella relación se iba consolidando cada vez más como la abuela había comentado; no era un amor adolescente alocado y pasajero, era un amor que había sido amasado lentamente y cocinado a fuego lento haciéndolo arraigado y firme. Pero lo que tenía a todos gratamente sorprendidos, sobre todo a Carla, era el cambio en Paloma. Hugo, con su manera muy sutil e inteligente de llevarla pareciendo que era ella la que mandaba en todo momento y no al contrario, logró que su atolondrada cabeza se asentara y se centrara en los estudios de manera increíble acabando ambos sus carreras con éxito y unas calificaciones increíbles que en Hugo estaba claro y ya todos se lo esperaban, pero en Paloma fue una gran sorpresa; sobre todo porque había escogido la carrera de económicas cuando nunca las matemáticas habían sido su plato fuerte.
 Y, como Cris les había prometido si Paloma lo lograba, les regaló las llaves de la casa de la ciudad para que se fueran a vivir juntos; a pesar de las oposiciones de la abuela que no veía nada bien aquello y, cuanto más los años pasaban, más en desacuerdo estaba con que sus dos nietos siguieran viviendo juntos sin casarse. Pero nunca dejaron de ir a comer todos los días a la casona y pasaban allí el fin de semana. Ambos se pusieron a trabajar en la empresa. Hugo, codo con codo junto a Cris, diseñaban obras cada vez más hermosas, modernas y espectaculares; mientras Paloma llevaba los libros, se reunía con los banqueros en busca de buenos créditos y estudiaba las inversiones junto al tío Jacobo. Un par de años más tarde se les unió Óscar como abogado especializado en derecho mercantil ocupando el lugar de su madre.
Javi sin embargo se decantó por la medicina y era un cirujano excelente en el hospital de la ciudad. Con Patri rompiera al poco de entrar en la universidad y, tras ello, todos descubrieron asombrados que era él el mujeriego empedernido, herencia de la cabeza loca de tía Ari, y no Hugo como la familia siempre había sospechado antes de su relación con Paloma
Alejandra sacó una vena artística que nadie sabía de dónde provenía y, además de una pintora fantástica, era una fotógrafa profesional maravillosa.
Tía Ari por fin logró casarse con Berto, su gran amor, al poco de entrar ellos en la universidad; y, a pesar de sus reticencias al principio, tuvieron dos niños preciosos: Alberto y Alonso.
Tía Susi apareció un día de sorpresa trayéndose con ella tres grandes novedades que nadie se esperaba: a su novio Paolo, un italiano guapo y muy alegre que congenió de maravilla con la familia con el que hacía dos años vivía en Italia sin que nadie supiera nada; la noticia que se retiraba y ya se quedaba definitivamente en casa; y, lo más increíble e impactante, su enorme panza de casi siete meses de embarazo. A la abuela Marina creían que le daba cuando se la vio...
Hugo y Paloma eran la felicidad personalizada. Se entendían con solo una mirada y se compenetraban sin apenas pronunciar palabra. Eran una pareja maravillosa. Aquella noche, después de más de tres años viviendo juntos, se reponían abrazados en la cama después de una entrega apasionada y extraordinaria como sucedía todas las noches; mimándose amorosos y regalándose caricias tiernas. Paloma estaba muy silenciosa enredando sus dedos juguetona con los de Hugo mientras él la asía tierno por los hombros contra su cuerpo
 -¿Qué tienes mi cielo? Estás muy callada- indagó besándola suavemente en el pelo- ¿Hay problemas para la nueva fase de construcción?
 -No, todo va muy bien- respondió pausadamente, elevó sus ojos mirándolo fijamente y él le sonrió con amor, ella le correspondió besándolo dulcemente en los labios- Tampoco tú estás muy hablador que digamos ¿acaso te ocurre algo a ti?
-No, solo pensaba- contestó serenamente colocándose el brazo libre debajo de su cabeza
-Igual que yo- repuso resuelta y se sonrieron amenos, ella volvió a recostar su cabeza sobre su pecho- ¿En qué pensabas?
-En que la abuelita está muy mayor ya mi vida…
-¡¡Vaya, no me esperaba que pensaras en ella después de hacer el amor conmigo!!- expresó pasmada mirándolo socarrona a los ojos- ¿Y eso… fue hoy o pasa a menudo? Porque no es muy normal, te aviso- opinó burlona y él rió divertido oprimiéndola dulcemente contra su cuerpo; luego tomó su rostro entre sus manos mirándola fijamente a los ojos
-Mi ángel, la abuela está muy mayor ya y lleva enfurruñada con nosotros estos tres años por vivir juntos; mi cielo... ¿y si nos casamos de una vez y le damos una alegría?- expuso ilusionado, Paloma le sonrió dulcemente
-¿Sabes que se aproxima algo a lo que yo pensaba?- respondió gozosa con un brillo entusiasmado en los ojos
-¿A sí? ¿Y luego tú en que pensabas mi cielo?
-En que llevamos tres años viviendo juntos, tú tienes 28 años y yo 26... ¿no crees que es la edad perfecta para empezar a construir nuestra propia familia mi amor?- a él se le iluminó el rostro ilusionado
 -Mi bien ¡¿me estás proponiendo tener un hijo?! ¡¿De verdad?!- expuso entusiasmado y ella sonrió feliz
 -¡¿Y tú matrimonio?!- respondió socarrona, se rieron felices abrazándose dichosos
 -Yo te contesto que sí mi vida, en cuanto tú decidas- respondió Hugo henchido de felicidad
-Y yo también mi amor, en cuanto tú desees- contestó Paloma entusiasmada y se fundieron en un beso apasionado cargado de amor e ilusión que los llevó a una fogosidad extraordinaria que apagaron llenos de goce y felicidad.
Aquel sábado llegaron a la casona a la hora de comer y quedarse el fin de semana como siempre, en la enorme moto roja de gran cilindrada que Hugo por fin lograra comprarse cumpliendo uno de sus mayores sueños.
-Buenos días familia- saludaron entusiasmados al entrar en la cocina donde ya estaban revolucionados preparando todo para sentarse a comer, los recibieron felices
 -Ya era hora, cada día llegáis más tarde- protestó Jacobo mientras se deshacían de las cazadoras de moteros dejándolas con los cascos encima de una de las sillas
-Aquí la señorita, que cada día está mas dormilona- expresó guasón aunque miró con un brillo especial en los ojos a Paloma que le sonrió felizmente dichosa; se besaron amorosamente tiernos en los labios- además, no protestes tanto que seguro no somos los últimos- siguió hablando desenfadado acercándose a la abuela- hola abuelita- la saludó cariñoso besándola en la sien recibiendo como contestación una serie de frases incomprensibles que la anciana farfulló muy enfurruñada como hacía siempre desde que vivían juntos provocando las risas tiernas de todos, también Paloma la besó amorosa sin hacer caso a aquellas protestas de la anciana
-Lo siento hermanito, pero hoy sí sois los últimos; ya que yo llegué hace un par de horas que tuve una cirugía muy temprano- respondió Javi dándose por aludido y todos rieron alegre
La comida transcurría cordial y alegre como siempre, había cosas que no cambiaban nunca.
-Javi ¿te interesa mi moto? Cruzas mejor la ciudad para ir al hospital y yo te la regalo- le propuso de pronto Hugo
-¡¿Tu moto tío?!- respondió anonadado mirándolo asombrado y todos callaron expectantes; desde hacía cuatro años Hugo no se separaba de aquella dichosa moto a la que cuidaba y mimaba como si se tratara de un hijo
-Sí, mi moto ¿qué pasa? Si no la quieres la pongo en venta- expuso desconcertado y toda la familia se observó unos a otros atónitos, solo Paloma sonreía feliz
-Si no la quiere él la quiero yo- saltó rápidamente Óscar y todos rieron divertidos
-A ti aún te quedan dos años para poder conducirla enano- aclaró resuelto Javi
-Pero hijo... ¿Y ese cambio? Esa moto es tu ilusión- indagó extrañada Claudia y él movió los hombros despreocupado
 -Palomita ya no podrá subirse a ella en pocos meses y, la verdad, ir sin ella no me tiene aliciente- expuso tranquilamente tomando amoroso la mano de Paloma, se miraron ilusionados y se sonrieron cómplices
-¿Por qué mi princesa? ¿Acaso te ocurre algo?- indagó inquieto Cris mirando a su hija preocupado -No papi tranquilo, yo estoy bien y todo está perfectamente; es que Hugo y yo…- volvieron a mirarse a lo ojos y se sonrieron radiantes
-Nos casamos abuelita, así que ya no refunfuñes más ¿vale?- anunció dichoso besando a la anciana en la sien que al fin sonrió felizmente complacida
-Hala, ya te has salido con la tuya vieja gruñona- expuso chistoso Alonso y ella le hizo un mohín burlón provocando las risas de todos
-Y en unos seis meses más o menos llegará vuestro primer bisnieto, abuelos; de ahí que muy pronto ya no deba subirme a la moto- añadió radiante Paloma. Aquella noticia explosionó en la familia como una bomba, todos hablaban entusiasmados y felices y les abrazaban dichosos y emocionados -Primero la boda, después los niños: como Dios manda- remarcó decidida la anciana henchida de felicidad
-¡Ya estamos! Yo no leí nada de eso en ninguna parte de la Biblia mi viejita; pero si tú lo dices…- repuso guasón el abuelo
-¡Chisss, tú a callar viejo cascarrabias; que muy moderno te me estás volviendo últimamente!- le recriminó amena y todos volvieron a reírse alegres.
La boda fue espectacular y maravillosa, Paloma estaba hermosa y resplandeciente y Hugo elegante y atractivo; así como los dichosos y orgullosos padrinos: Claudia y Cris.
Seis meses después, su felicidad se vio aún más colmada por el nacimiento de su pequeño Pablo, un niño regordete y hermoso que fue la locura de todos; y dieciocho meses después llegaron Alba y María, unas gemelas preciosas que hicieron llorar a una abuela plena de felicidad pues eran dos gotas de agua a su hermana Alejandra y ella.
-Te quiero tanto mi vida- le decía apasionado Hugo mirando a su esposa con todo el amor del mundo mientras la familia se rifaban a las pequeñas en el cuarto del hospital
-Y yo a ti mi amor- respondió henchida de felicidad- pero ve parando ya ¿eh?
-Un niño más para tener las dos parejitas y paramos- bromeó dichoso y se rieron felices besándose con todo ese amor que no podía describirse con palabras.
 -Mi ángel ¿no es maravilloso verlos tan enamorados?- le murmuró feliz Cris a su esposa abrazándola por detrás mientras la besaba amoroso en el cuello observando a la bella pareja que se dedicaban aquel hermoso beso cargado de amor
-Hacen una pareja preciosa mi rey, se parecen tanto a nosotros- expuso henchida de felicidad
-Pues entonces se amarán para siempre, porque yo a ti te sigo amando con locura- declaró apasionado y, sonriéndose complacidos, se besaron deleitados.
                                                                        FIN

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