lunes, 2 de marzo de 2015


  Cris decidió encargarse de la pequeña para darle a Carla más tiempo para que se relajara. Cuando ya salían del baño llevándola envuelta en un gran toallón riéndose divertidos; Carla salió del otro baño encontrándoselos en el pasillo. Para grata sorpresa de Cris, estaba mucho mejor y se había maquillado espectacularmente quedando maravillosa
 -Wow que cambio, estás preciosa mi ángel- declaró apasionado, ella le sonrió con aquella hermosa sonrisa que lo tenía tan enamorado
-Ya la has bañado- expuso maravillada
-Sí y ahora iba a vestirla, para que tuvieras todo el tiempo que necesites para ti mi amor; yo con una ducha rápida y diez minutos me arreglo- respondió plácidamente, ella le volvió a sonreír y lo besó agradecida en los labios por aquel hermoso detalle
 -¿Sabes qué te amo con locura?- declaró ardiente y plenamente sincera, él sonrió dichoso
 -¿Y qué yo a ti? ¿Y qué ya nada en este mundo me podrá apartar de ti?- determinó radiante, se sonrieron satisfechos y se besaron apasionados
-¡¡Mira lo que me regaló la abuelita Marina, mami!!- les interrumpió la pequeña mostrándole la pulserita; Carla se quedó impresionada al oírla y la miró atónita- ¿Te gusta mami?- insistió ante su silencio, ella reaccionó
-Es preciosa mi cielito, la abuelita Marina tiene muy buen gusto- expuso recogiendo a la pequeña de entre los brazos de Cris- Yo me encargo ya, ve tú a prepararte- expuso serena besándolo dulcemente en los labios, Cris comprobó satisfecho que estaba más calmada; aceptó y ocupó el baño escuchándolas hablar relajadas- ¿Y por qué te la regaló mi cielo?
-Porque dice que me quiere mucho; además tiene un joyero lleno de pulseras que no usa... ¡¡A lo mejor te regala una a ti mami!!- exclamó entusiasmada, Carla no podía dejar de mirarla impresionada: ¡¡la pequeña la estaba llamando mami!!
 -¡Uy, quien sabe... a lo mejor sí!- contestó chistosa y ambas rieron alegres
 Paloma quiso ponerse el vestido blanco de organza con un ancho lazo de raso rojo atado en una gran lazada a la espalda que le comprara Ari y unas bailarinas rojas con un gracioso lazo en el talón. Su tía le recogió unos mechones de su pelo delantero en dos bonitas trenzas uniéndolas atrás con un lazo rojo dejando el resto de su preciosa melena rubia suelta. Estaba preciosa su niña, reconoció besándola apasionada en las mejillas. Para ella eligió el vestido rojo que Ari se empeñara en comprarle “Nunca se sabe cuándo te pueden invitar a una cena importante...” había dicho ¿acaso ya sabía ella de aquella cena? Se observó en el espejo. Ceñido sin mangas, con un escote sugerente en pico tanto delante como en la espalda. A Ari le encantara como le quedaba, decía que marcaba las curvas suavemente sin ser provocador. Zapatos negros de tacón vertiginoso y fino. Regresó Cris del baño con una toalla enroscada a su cintura; se quedó parado en la puerta observándolas maravillado
 -¿Estoy guapa, Cris?- preguntó presumida Paloma dando una vuelta para que la viera bien, él sonrió alegre recogiéndola en brazos
-¡¡Estás preciosa mi princesa, preciosa!!- exclamó deleitado besándola cariñoso en la mejilla, ella sonrió feliz y, rodeándole agradecida el cuello con sus bracitos, lo besó en la mejilla mientras él clavaba sus ojos en Carla, estaba radiante, espectacular... ella lo miraba inquieta mordiéndose nerviosa sus labios- mi ángel, ese vestido...- empezó a hablar encandilado por aquella bella visión -¿Demasiado escotado, verdad? ¿Y muy ceñido, a que sí?- lo interrumpió muy nerviosa mirándolo aterrada, Cris se quedó pasmado por aquella reacción suya- Lo sé Cris, lo sé... pero tu hermana se empeñó en comprármelo y yo no sé por qué me dejé llevar; pero ahora mismo me cambio, no te preocupes y por favor no te enfades...- habló precipitada mientras ya intentaba desabrochar la cremallera que llevaba en un costado con unas manos tan temblorosas que impactó a Cris
-Santo Dios Carla, para- exclamó sobrecogido dejando a la pequeña en el suelo y sujetándole las manos deteniéndola; ella lo miró confundida- mi ángel, estás preciosa; solo iba a decir que ese vestido es una maravilla y te queda espectacular mi vida- aseveró tierno mirándola encantado pero ella lo miraba sin entender- Carla, mi amor...- le habló lleno de ternura posando su mano dulcemente en la mejilla de Carla- me encanta como te queda cariño mío, esculpe perfectamente este cuerpo precioso que tienes y para nada tiene mucho escote cielo; escotes son los que usa Ari que poco falta para que le lleguen a las rodillas, no ésto mi ángel- explicó chistoso, ella parpadeó repetidamente empezando a salir de aquel aterrado trance en el que cayera- mi vida, estás radiante; más hermosa ya es imposible, y me sentiré muy orgulloso e inmensamente feliz si lo llevas esta noche- declaró lleno de pasión, Carla esbozó una sonrisa complacida y se abrazó fuertemente al cuerpo de Cris que la rodeó tierno con su brazos oprimiéndola amoroso contra su pecho- tranquila mi vida, aquello se acabó Carla; no permitiré jamás que vuelvas a pasar por algo así, nunca mi niña- aclaró conmovido besándola apasionado en la cabeza; ella lo miró encandilada a los ojos- te quiero Carla y puedes vestirte como quieras vida mía, no me importa... pero la verdad es que me encanta verte así y me sentiría muy orgulloso llevándote del brazo tan seductoramente atractiva siempre, observando como los demás me miran envidiosos por ser yo quien te tengo a mi lado- aclaró sinceramente complacido, Carla sonrió dichosa- solo le veo un defecto al conjunto...- expresó frunciendo desconforme el ceño y, en un movimiento hábil y rápido, le quitó el broche del pelo que recogía la larga melena de Carla en un moño bajo- me gustas muchísimo más con tu preciosa melena suelta- resolvió sacudiéndola suavemente para ahuecarla; ella rió divertida y, atrayéndolo por la nuca, lo besó ardiente correspondiéndole él al instante arrebatadamente apasionado.
 -¿A ver? ¿Acabáis ya?- exclamó impaciente Paloma, ellos rieron divertidos; Cris también la atrapó entre sus brazos y abrazó a ambas con pasión contra él
 -¡Dios que suerte tengo! ¡Menudas dos bellezas tengo a mi lado; soy la envidia de la ciudad!- exclamó complacido, Carla lo miró enamorada a los ojos
-Suerte sí que tuvimos nosotras de que llegaras tú a nuestras vidas- declaró emocionada, él sonrió dichoso y las oprimió de nuevo contra su cuerpo, los tres rieron felices.
Mientras se vestía Cris, Carla se colocaba los pendientes frente al espejo mientras se observaba tímidamente de arriba abajo reconociendo que lo que dijera Cris era cierto; el vestido era precioso y realmente le quedaba de ensueño torneando sugerente su figura, y el escote era seductor pero para nada escandaloso. Sus miradas se encontraron a través del espejo y se sonrieron amorosos
-Cris…- expuso casi en un murmullo, él movió las cejas incitándola a seguir hablando- ¿crees que...?- se humedeció nerviosa los labios- ¿crees que les gustaré a tus padres?- se decidió por fin mirándolo inquieta; con aquella pregunta, Cris comprobó que lo que Susi le había dicho hacia unos instantes era cierto; se levantó de la cama y la abrazó por detrás besándola apasionado en la sien
-Me importa bien poco si les gustas o no: me gustas a mí y eso me basta- aclaró rotundo; Carla lo miró desconcertada a través del espejo, él sonrió alegre- Pero seguro que sí mi ángel; es más, ya les gustas mi cielo, muchísimo- declaró sincero, ella se volvió mirándolo confundida- ya te conocen por todo lo que Ari, Claudia y Susi les cuentan de ti y están encantados de que hayas llegado a mi vida, amor; solo están ansiosos de ponerle al fin un rostro a esa persona maravillosa de la que todos hablamos- añadió amoroso
-¿De verdad?- expuso sobrecogida
 -De verdad ángel mío- se sonrieron dichosos y se besaron entregados
-¿Otra vez? ¿Es qué no nos vamos a ir?- protestó apremiante la pequeña apareciendo de nuevo en la puerta del dormitorio con su eterna muñeca en brazos, ellos volvieron a reír divertidos
-¿Vas a llevar a Ana mi cielito?- indagó Carla
 -Claro- respondió resuelta despareciendo de nuevo por el pasillo- ¡¡os espero abajo, no tardéis que me quiero ir!!
-¿Qué rayos tiene esa muñeca de trapo? Tiene el cuarto lleno de muñecas pero solo juega con esa ¿y te has dado cuenta que es a la única que le ha puesto nombre?- expuso desconcertado Cris acabándose de vestir la camisa salmón sobre sus pantalones de pinzas negros
-Se la compró Alex en una feria pocos días antes del accidente, desde entonces no se separa de ella- explicó conmovida y Cris la miró sobrecogido, sin saber qué decir, solo movió compasivo su cabeza Cris condujo hasta las afueras de la ciudad; ante un gran muro de piedra, abrió la enorme verja con su mando a distancia y se adentraron por un camino de blanca gravilla que había en medio de un bello y frondoso bosque. A los pocos metros, a Carla el corazón empezó a latirle frenético al ver a la izquierda del camino una bella casa blanca de planta baja, con un bonito porche delante y rodeado de un bello jardín. Pero para su sorpresa, Cris siguió de largo. Al poco, de nuevo Carla se puso nerviosa al ver aparecer otra casa muy similar al lado contrario de la anterior. También en blanco impoluto y con su jardín delante, pero ésta era más grande, de dos plantas... Cris tampoco desaceleró su marcha confundiendo aún más a Carla
-¡¡Mira mami, aquí viven Hugo y Javi ¿a qué es bonita?!!- le explicó entusiasmada Paloma y ella entonces entendió
 -¿Y la anterior?- indagó curiosa mirando a Cris que le sonrió dulcemente
-Es la de tía Ari, mami- le aclaró rauda la pequeña adelantándose a Cris
 A pocos metros apareció una gran casa con todos sus ventanales iluminados que dejó a Carla impresionada. Era preciosa, blanca de grandes ventanales y con seis hermosas columnas que sostenían un ancho balcón que parecía rodear toda la segunda planta. Cris empezó a tocar el claxon a pocos metros antes de llegar
 -¿Qué haces?- le preguntó sobresaltada Carla
-Siempre hace así, mami; y ahora salen a recibirnos Hugo y Javi- le explicó sonriendo alegre la pequeña. Pero de esta vez no aparecieron los niños, sino toda la familia en pleno apareció en la doble puerta principal. Carla quería tragar saliva pero la boca la tenía tan seca... Inconscientemente empezó a retorcerse nerviosa las manos. Cris posó dulcemente su mano sobre las de Carla deteniendo su implacable encrespamiento de manos
-Tranquila mi ángel, estoy a tu lado- habló tierno, ella le sonrió agradecida- además, como ya te tengo dicho, soy muy terco y mucho más tozudo; si quiero algo, nada ni nadie me hará cambiar de opinión, al contrario, si alguien tiene la ocurrencia de decirme que no puede ser, yo más me empecino en ello- aclaró decidido, Carla lo miró sorprendida ¿acaso le había leído el pensamiento?
 Los niños corrieron raudos hacia el coche gritando felices por el regreso de Paloma que intentaba ansiosa deshacerse de sus cinturones.
-Hola tía Carla- la saludó resuelto Hugo así abrió la puerta trasera donde iba Paloma sorprendiendo a Carla; miró anonadada a Cris pero él solo rió alegre
-Hola tía Carla- lo imitó su hermano tranquilamente- ¿Sabes Pa? ¡Hugo cazó una lagartija y la metió en una caja de zapatos que nos dio el abuelito!- contaba exaltado Javi
 -¡Estupendo!- exclamó entusiasmada la niña- ¡¡Quítame esto Hugo!!- se impacientó al no poder desasirse de uno de sus amarres
-¡Ah, muy bien! ¡Paloma, tía Carla…! ¡Y al tío Cris que le den ¿no?!- protestó en tono jocoso Cris, los niños rieron divertidos
-Hola también- respondió chistoso Hugo soltando al fin a Paloma que echó a correr con ellos hacia la casa
-¡¡Abuelito, ya estoy de vuelta!!- gritaba entusiasmada corriendo hacia los brazos del padre de Cris; un hombre de pelo entre canoso y rubio, alto y gallardo como lo eran Cris, Ari y Claudia.
 -¡Que bien mi niña, ya te echaba de menos!!- respondió gustoso recogiéndola en brazos. Carla, mientras Cris también se bajaba del coche, observó enternecida la escena e impresionada por la familiaridad con la que Paloma ya los trataba. También se fijó en la mujer que le hacia cariños tiernos a Paloma aún subida a los brazos del padre de Cris; muy hermosa y garbosa como Ari y Claudia aún a pesar de su edad; era muy bajita en comparación con su esposo, ciertamente Susi había salido a su madre en todo.
 -Tranquila ¿vale?- volvió a decirle cariñoso Cris al abrir su puerta y ofrecerle galante su mano para ayudarla a descender; ella le sonrió levemente y, soltando un resoplido para liberar un poco de aquella tensión que la consumía, tomó la mano de Cris y bajó del coche. Al instante, él la sujetó suave pero con firmeza por la cintura transmitiéndole una calma inmensa y se encaminaron hacia la casa. Los ojos de Carla buscaron nerviosos a Claudia para encontrar algo de apoyo pero se encontraron primero con Ari, que le sonrió feliz y orgullosa al verla con aquel vestido comprendiendo que había acertado en la elección; aquel pequeño gesto le ayudó a serenarse algo más. Encontró al fin a Claudia que le sonrió con aquella preciosa sonrisa tan dulce y tierna como la de Cris que animó tremendamente a Carla ayudándola a serenarse mucho más.
 -Estás preciosa Carla- la saludó cariñoso Jacobo que llevaba al pequeño Óscar en brazos. Ella le sonrió agradecida; todos la recibían tan cariñosos que ya se sentía mucho mejor.
 -Mira, cielo...- expresó Cris empujándola suavemente un paso por delante suyo; los nervios volvieron de repente acelerándosele el corazón y las piernas empezaron a temblarle- mi madre Marina, mi padre Alonso; y claro está: ella Carla- los presentó resuelto y apretó más su cintura para tranquilizarla ¿acaso había oído sus latidos presurosos?
-Encantada- llegó a pronunciar a duras penas sin saber muy bien si extender su mano o... pero inesperadamente la madre de Cris sonrió mostrando una preciosa sonrisa sencilla y franca muy parecida a la de sus hijos y mirándola tierna con sus grandes y hermosos ojos negros inundados de lágrimas de la emoción, la abrazó con ímpetu sorprendiéndola.
-Por fin mi niña, no sabes las ganas que teníamos Alonso y yo de conocerte- habló entusiasmada y la besó en las mejillas sonoramente como su hija Susi hacía. También el padre de Cris la besó cariñoso en las mejillas sonriendo complacido mostrando unos hoyuelos como los de Cris en sus mejillas y mirándola tierno con aquellos preciosos ojos azules. Carla sonrió más relajada al notar que ellos estaban casi tan nerviosos como ella por aquel momento
-Ven pequeña, entremos- resolvió animado Alonso dejando a Paloma de regreso en el suelo y, enganchando cariñoso el brazo de Carla con el suyo, la guió dentro de la casa siguiéndolos toda la familia. Carla quedó atónita al ver aquel gran recibidor tan elegantemente decorado
-¡¡Por fin, ya era hora de que llegarais!!- exclamó alegre Susi bajando impetuosa las anchas escaleras de mármol blanco que había frente al recibidor; estaba muy bonita con un largo y sencillo vestido color vino y la melena suelta. Cuando le quedaban un par de escalones por bajar, se lanzó a los brazos de Cris que la recogió alegre entre sus brazos- ¿Por qué tardasteis tanto?- le reprochó besándolo en las mejillas, él solo reía encantado. Se bajó de un hábil salto de entre los brazos de Cris y besó sonoramente las mejillas de Carla- Bienvenida a esta casa de locos, preciosa- expresó sincera provocando que Carla sonriera divertida. De pronto, tomó sus manos extendiéndolas delante suya y las examinó ansiosa buscando algo, Carla la miró confundida
-¡¡Muy sutil, Susi!!¡¡Como siempre!!- le reprochó Ari furiosa
-¡¿Qué tienes monstruo?!- exclamó encarándola altiva- ¡Ya sabes lo rara que soy y me encantan las manos de Carla ¿pasa algo?! ¡Me gustan mucho más que las tuyas! ¡Y seguro que no usa tantos potingues!- replicó arrogante
-Estúpida; rara no, lo siguiente es lo que eres tú- le reprochó hiriente Ari
-¡Basta!- clamó tajante su padre y ambas callaron al instante- ¡Esperar un poco para empezar con vuestras peleas, caray! ¡Sois incorregibles!- regañó aunque sin perder aquel tono afable- Vente, hija; deja a estas fieras que se maten, siempre andan a la gresca pero ya te acostumbrarás mi niña- le habló familiar llevando a Carla hacia la sala sin soltar su brazo. Hugo, Javier y Paloma empezaron a subir las escaleras
-¿A dónde vas, Pal?- se inquietó al verlos
-Tranquila tía Carla, vamos a la habitación de juegos pero ya venimos ahora- contestó resuelto Hugo sin detener su ascenso
-Estate tranquila, hija; no hay ningún peligro- la tranquilizó el padre de Cris dándole suaves palmaditas en la mano que Carla llevaba sobre su brazo mientra entraban en una sala preciosa decorada con gran gusto al estilo tradicional con muebles de madera maciza. Él la guió amable hasta uno de los sofás invitándola a sentarse y Cris ocupó su lado pasando nuevamente su brazo por la cintura de Carla mientras su padre ocupaba un alto sillón de orejas frente a ellos y su madre otro igual a su lado. Todos se fueron repartiendo por la sala: Claudia también se sentó junto a ella recogiendo al pequeño Óscar en brazos que su esposo le pasó mientras Ari lo hizo en el reposa brazos del sillón de su madre pasándole cariñosa el brazo por los hombros
-Cuñadita ¿a que es guapo mi papá?- exclamó con gran amor Susi besando la mejilla de su padre sentándose en el reposa brazos de su sillón y tomándole con gran cariño su mano entre las de ella; Carla se sonrojó tremendamente al escucharla llamarle así provocando en todos pequeñas risas tiernas -¿Os apetece algo de beber antes de la cena?- animó Jacobo acercándose al mueble bar y todos asintieron. Sirvió licor para las mujeres y whisky para los hombres. Se brindó por el feliz regreso de Susi y empezaron a hablar unos con otros despreocupadamente relajándose totalmente el ambiente entre charlas y risas. Pero Carla, que se mantenía en silencio observándolos entretenida, no pudo evitar darse cuenta como la madre de Cris se quedaba a veces mirando con ojos llorosos a su hijo que charlaba distraído con Susi, Jacobo y su padre; de pronto, suspiraba profundamente, sonreía feliz y continuaba la conversación con sus otras dos hijas. De manera muy sutil y sin casi percatarse, Claudia la fue integrando en la conversación que mantenía con su madre y hermana y al rato charlaban las cuatro animadamente. En cierto momento de la entretenida conversación, Carla se dio cuenta de que Susi le hacía señas a Cris a escondidas de todos. Al verse descubierta por ella, le sonrió pícara y regresó despreocupada a la conversación que mantenían su padre, Cris y Jacobo. Aquello se volvió a repetir un par de veces más hasta que entró Paloma en la sala junto a Hugo y Javier. -Abuelita ¿podemos cenar ya? Tengo hambre- exclamó desenvuelta
 -¡Paloma!- le regañó abochornada Carla por su descaro
-¡¿Qué?!- exclamó sobrecogida la pequeña mirándola desconcertada por aquella ilógica regañina por su parte; los demás rieron divertidos
-Dí que sí mi angelito que yo también tengo hambre, caray- resolvió decidida Marina besando con ternura las mejillas de Paloma y todos se dirigieron a un gran comedor también muy elegantemente decorado.
 La cena era distendida y amena; todos charlaban animados unos con otros; y entre ellos Paloma, que ya parecía estar integrada completamente en la familia. Y con los niños de Claudia ya tenía una complicidad extrema.
Cris, aunque parecía completamente distraído con la conversación que mantenía con el resto, no se despistaba de ella y de vez en cuando le apretaba suavemente por debajo de la mesa la mano en un gesto tiernamente tranquilizador. Carla se mantenía en silencio de nuevo observando entretenida aquella entrañable y bonita escena familiar. También tuvo tiempo de descubrir que la genética había sido complaciente con ambos progenitores, todos sus hijos tenían algo de los dos: Ari y Claudia heredaran el intenso rubio y aquellos preciosos ojos azules de su padre pero sus rasgos faciales eran de su madre mientras que Cris y Susi eran morenos y de profundos y negrísimos ojos negros como su madre, pero tenían aquella nariz perfectamente estilizada y los hoyuelos en las mejillas al sonreír de su padre. Aprovechando que Jacobo se llevó al pequeño Óscar a dormir, los niños también se escabulleron de la mesa y corrieron escaleras arriba hacia la sala de juegos. Entonces, como si hubieran estado esperando ansiosos aquel momento, todos sacaron sus cigarrillos, menos Marina y Claudia, y continuaron con sus charlas amenas fumando y tomándose otro delicioso café.
También Carla se fumaba entretenida un cigarrillo cuando, de pronto, volvió a pillar a Susi haciéndole disimuladamente gestos impacientes a Cris por debajo de la mesa.
 -¡¡Ya está bien, Susi!!- gritó de pronto Ari; a Carla la cogió tan de sorpresa que dio un tremendo respingo en su silla y Cris automáticamente le oprimió tranquilizador la mano que le sujetaba por debajo de la mesa.
-¡¿Que tienes tú ahora, monstruo?!- le rugió Susi sentada frente a ella
 -Eres una estúpida ¿quieres dejarlo en paz? ¡¡Estás poniendo nerviosa a Carla!!- le increpó furiosa -¿Y yo qué estoy haciendo imbécil? ¡¡La has asustado tú con tu bramido de histérica, que eres una histérica!!- gritó irritada
-¡Ya estamos!- resopló cansadamente el padre- esto es increíble, no podéis estar ni una hora juntas sin acabar peleándoos; sois como fieras- expresó fastidiado mientras movía descontento la cabeza
 -¿Pero yo qué hice papaíto? ¡Fue esta histérica que se lanzó a mí como una víbora!- se defendió Susi mirando melosa a su padre
 -Estúpida ¿y aún lo preguntas? Siempre metiendo la pata ¿Acaso no lo estamos viendo todos o qué?- replicó furiosa Ari
-Mejor será irnos a dar una vuelta mientras estas dos gatas terminan de enseñar las uñas- expresó Cris levantándose de la mesa y llevándose a Carla de la mano
 -Sí hijo, ve; aleja a esa pobre muchacha de estas dos fieras- lo animó su padre mostrando una preciosa sonrisa como la de Cris. Así salieron del comedor, Cris pasó su brazo por la cintura de Carla y la guió hasta el salón donde habían estado. Abrió las puertas correderas y apareció ante Carla una preciosa azotea de terrazo rojo donde había un bonito conjunto de jardín en blanco y mimbre compuesto de dos sofás dobles y una mesita de café junto a un doble balancín con toldo blanco. Ante ella una enorme piscina que Cris bordeó a paso sosegado dirigiéndose al precioso jardín que se extendía a continuación y parecía no tener fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario