jueves, 12 de marzo de 2015


   -¡¡Gracias a Dios que la has encontrado Cris!!- clamó mortificada Carla al verlos llegar a la casa -¿Está bien hijo? ¿No estaría en el estanque?- acudió rauda Marina a lado de la pequeña recogiéndola tierna entre sus brazos
-Sí mamá está perfectamente y no, tranquila, no estaba en el estanque; estaba en el claro con Hugo y Javier- explicó tranquilo
-¡¡Ah, bueno; entonces está bien!! no hay problema mientras no se acerquen al estanque- habló desenfadado Alonso
-¡¡Abuelo!!- exclamó atónita Carla mirándolo anonadada
-Mi niña, la finca está rodeada de un muro de más de tres metros y el portalón no se abre manualmente, no hay peligro cielito- comentó cariñoso pero Carla lo miraba incrédula
-¡No es así abuelo! ¡No está bien, nada bien!- bramó irritada- ¿Y si se encuentran con... yo qué sé, un bicho por ejemplo?
-El único bicho que vi por aquí hasta ahora mami es Hugo; y ese no me ataca, siempre me protege- declaró vivaracha Paloma, todos rompieron a reír divertidos, menos Carla lógicamente
-Serás deslenguada- protestó molesta mirando desquiciada a la pequeña- ¿Y qué rayos hacíais en el claro a estas horas si puede saberse?
-Mirando las estrellas- respondió despreocupada la pequeña
-¡¿Mirando las estrellas?!- repitió atónita Carla
 -¡Sí mami! ¡Hoy están la mar de bonitas! ¡Ven, mira como brillan…!- habló entusiasmada Paloma tomando la mano de Carla e intentando llevársela fuera de la sala pero no le fue posible
-¡¿Estás tonta Paloma?! ¡¿Sabes el susto que nos habéis dado?!- reclamó furiosa Carla mirándola desconcertada
-Cielo, es que de día no se ven- intentó interceder tierno Cris pero la mirada sulfurada de Carla lo acalló de inmediato
-¡¡Pues que las vean en sábado, Cris!! ¡¡No en día de semana!! ¡¡Y que avisen de que quieren verlas, no irse así sin decir nada!!- siguió chillando furiosa
-Sí, como si me fueras a dejar ir, vamos...- expresó deslenguada Paloma
 -Eso es muy cierto- masculló el abuelo
 -¡¡Abuelo!! ¡¡Paloma...!!- expresó desarmada al ver que no tenía apoyo ninguno de los adultos -Papi…- llamó la pequeña Alex apareciendo en lo alto de la escalera frotándose adormilada sus ojitos -Voy mi caramelito- le respondió tierno Cris
 -¡¡Hala, muy bien mami; con tus gritos ya has despertado a Alex!!- exclamó desenvuelta Paloma mirando desenfadada a Carla que abrió atónita su boca mirando pasmada a su hija mayor
-Pero ¿serás descarada...?- murmuró boquiabierta pero Paloma se escabulló escaleras arriba las escaleras y recogió en brazos a su hermanita
-Vámonos a la cama cielito ¿te despertó la gritona de mami, verdad mi chiquita?- le habló amorosa besando las mejillas de su hermanita que asintió con la cabeza provocando las risas ahogadas de los abuelos y Cris, se la llevó a su dormitorio y durmieron juntas aquella noche
-Ten paciencia mi niña, si es un angelito de Dios… un poquito traste sí, pero un angelito; de una travesura que hace, devuelve cuarenta gestos maravillosos; dale tregua a la pobrecilla- declaró enternecida la abuela besando a Carla en la mejilla y ella y Alonso se fueron a su cuarto
 -Cris, así no puedo- musitó desarmada, él le sonrió dulcemente
-Tranquila mi ángel, mañana le buscaré un buen castigo; te lo prometo- habló cariñoso besándola tierna de nuevo en los labios y se fueron a acostar también. Pero el “buen castigo” para Cris fue una pequeña regañina a los tres juntos durante la comida del día siguiente y sin televisor ni vídeo juegos una semana… pero a ellos les importaba bien poco, habían encontrado una diversión mucho mejor que la televisión o los vídeo juegos; y aquellas escapadas nocturnas empezaron a ser asiduas, aunque el sensato de Hugo decidió que serían en viernes o sábado.
 Los años pasaron en medio de aquella armonía y tranquilidad. Los muchachos se hicieron adolescentes: Alex se convirtió en una niña alegre y dicharachera como su hermana y, aunque tenía muchos parecidos con ella, Alex tenía una belleza especial: su pelo negro y ondulado contrastaba con aquellos grandes y hermosos ojos grises rodeados de espesas y largas pestañas negras que aún los hacía más grandes y hermosos, su nariz era perfecta como la de Cris, y su boca bien definida con unos labios finos como los de Carla. A sus once años se percibía ya que iba a ser alta y estilizada como sus tías. Pero lo que la distinguía era su carácter y su forma de ser, en eso era una reproducción exacta de Carla: tierna y dulce pero, sobretodo, temerosa de todo y muy poco decidida, lo que provocaba en toda la familia el tremendo deseo de protegerla con extremo amor y dedicación.
 Como le ocurría a su hermana Paloma, que amaba con pasión a su hermanita y la cuidaba con una dedicación asombrosa. Paloma se había transformado en una muchacha llamativa y hermosa; a sus casi 17 años era ya una mujer con un cuerpo sinuoso y voluptuoso aunque algo bajita, como Carla, pero con un carácter fuerte y decidido como su madre; aún poseía su melena rubia, aunque un poco más oscurecida por el tiempo, de hermosos rizos grandes y sueltos con unos grandes y preciosos ojos grises. Bajo las enseñanzas de tía Ari había aprendido a sacarle partido a su belleza y era muy presumida; pero la influencia de tía Susi cuando estaba en casa la hacían impetuosa y alocada.
Los tres hijos de Claudia se parecían muchísimo a su padre: muy atractivos, rubios, altos y con ese sentido del humor pícaro pero inocente. Aunque el que más se parecía a él era Javier. Además de sus preciosos ojos azules, le gustaba cuidarse como a su padre y siempre llevaba su pelo rubio perfecto, muy corto, estilo militar, y su rostro impecable; se afeitaba todos los días y se depilaba el cuerpo debido a su gran pasión por la natación en lo que había competido y ganado varios campeonatos; le gustaba ir bien vestido y conjuntado. Sin embargo, Hugo era más despreocupado, más informal. Y más descuidado que Javier, el pelo siempre lo llevaba algo largo y revuelto y pasaba de afeitarse a diario llevando casi siempre una barba de días que, por cierto, le quedaba muy bien; y su vestir era siempre sobretodo cómodo: camisetas flojas acompañadas de vaqueros gastados y deshilachados y sus eternas deportivas; cosa que provocaba las siempre fastidiosas charlas de su madre y la abuela reprochándole su forma de vestir y peinarse. Él las escuchaba tranquilamente sin inmutarse y hacía caso omiso a sus sermones provocando una sonrisa cariñosa en Carla recordándole a su adorado Cris de hacía unos años. Su parecido físico con Jacobo era indudable también, pero él había heredado de su abuela aquellos profundos y expresivos ojos negros como la noche y era más corpulento que Javier, herencia del abuelo; sus largas piernas eran muy musculosas por su gran afición al atletismo, al que se dedicaba y había ganado varias competiciones. Y Óscar era un encanto de niño, a sus doce años ya se percibía a las claras que iba a ser una mezcla de sus dos hermanos: su físico era igual a su hermano Javier pero corporalmente salía a Hugo. Y también se parecía muchísimo a Javier en su forma de ser: abierto, dicharachero y alegre. Ya no era así Hugo, él era introvertido y muy callado. Jacobo tenía una relación estupenda con Javier y Óscar, sus dos hijos le hablaban claro y le consultaban cualquier duda y temor fuera del tema que fuera... pero con Hugo nunca logró conseguirlo, siempre le fue muy difícil acercarse y, cuanto más lo intentaba, Hugo más se cerraba en banda sacando su mal genio por su insistencia. Sin embargo Cris lo había conseguido sin esfuerzo alguno y entre ellos nació un vínculo especial: se entendían casi sin decirse nada, se comprendían con apenas una mirada; salían a correr juntos todas las mañanas, se pasaban horas charlando a solas y Hugo se apoyaba y le pedía consejo a su tío en todo. Según la abuela Marina, era debido a que ambos eran muy parecidos: tan introvertidos y callados que eso les hacía entenderse y les unía de una forma distinta. Con Paloma ocurría algo parecido con su tía Ari. No es que fuera una niña demasiado introvertida, al contrario, pero entre ellas había nacido una complicidad absoluta; tanto, que Paloma siempre le consultaba a ella antes que a nadie más de la familia y Ari la aconsejaba de una manera tan sensata que asombraba al resto de la familia pues siempre la habían considerado una cabeza loca.
 Los tres primos mayores seguían siendo inseparables y se protegían y defendían a muerte, “eran los tres mosqueteros”, solía decir orgulloso Cris sonriendo feliz. Y Alex y Óscar parecían ir por el mismo camino que sus hermanos.
Pero desde hacía unos años, Hugo se sentía muy confundido referente a Paloma; sin saber cómo había ocurrido, de pronto un día descubrió atónito que ya no la veía como aquella adorable chiquilla atolondrada que siempre lo arrastraba a sus locuras, sino que veía a una hermosa muchacha de seductora belleza. Y, por más esfuerzos que hacía en querer volver a ver a aquella linda muchachita que era su muy querida primita, solo lograba encontrarse con una muchacha de rostro divino que tenía unos hermosos ojos que lo aturdían cuando lo miraban; una atrayente boca con unos finos y jugosos labios que debía ser una auténtica delicia saborearlos; y que poseía un cuerpo perfecto y sinuoso, muy bien dotado por cierto con aquellos pechos redondos y turgentes, y de bellas piernas bien hechas y rellenitas cuya suave y tersa piel debía ser un verdadero goce acariciar... aquella bella visión le provocaba un inquietante cosquilleo en el estómago que se veía acrecentado si olía su perfume, si se rozaban sin querer o ella le acariciaba con sus tiernas manos, entonces todo su cuerpo se alteraba tremendamente. Se negaba rotundo a creerlo, buscaba cien excusas lógicas para aquella irracional reacción de su cuerpo a la proximidad de Paloma... pero por más que luchaba contra ello, era imposible; y cada día deseaba con más ímpetu saborear aquella deliciosa boca, sentir el contacto de aquella tersa piel bajo sus manos y todo su cuerpo ansiaba desesperadamente tener aquel chiquito pero precioso cuerpo bien adherido al suyo. Y entonces luchaba aún con más ansia para aplacar todo aquello, y cuanto más luchaba, más todo aquello crecía de forma asombrosa e irremediablemente hasta desesperarlo.
A Paloma últimamente también le pasaba algo extraño con Hugo que no lograba explicar ni entender muy bien. Quería muchísimo a sus dos primos, casi por un igual, pero hacia Hugo empezaba a ser diferente. Sentía una necesidad imperiosa de verlo cada mañana, más que a Javi, y así despertaba se apresuraba a abrir sus ventanas para mirarlo pasar ya que todos los días bien temprano corría por la finca para entrenarse. Y entonces le asaltaban unas ganas terribles de estar a su lado... pero cuando al fin estaba cerca, todo era aún más confuso, algo por dentro se le removía inexplicablemente al percibir su aroma, o cuando aquellos preciosos ojos negros la miraban o le dedicaba una de aquellas maravillosas sonrisas entre pícara y socarrona que él poseía; y ya no digamos si se rozaban sin querer o él la abrazaba en sus juegos, entonces un dulce escalofrío le recorría el cuerpo entero erizándole la piel provocándole una sensación extraña, pero que le gustaba, le gustaba mucho.
 Hugo seguía siendo el más juicioso de los tres. Pero siempre acababa siendo arrastrado por las locuras de Paloma; como le ocurría desde pequeño, era totalmente incapaz de negarle nada cuando ella lo miraba con aquellos grandes y hermosos ojos grises melosos. Aquella forma de manejarlo su prima a su antojo sin poder evitarlo, lo irritaba tremendamente. Junto a aquella terrible lucha interna que mantenía intentando sofocar todo aquello que sentía irremediablemente por ella, cada día estaba más irascible y saltaba como una auténtica furia a cualquier nimiedad. Sobre todo, y sin saber muy bien por qué, contra su padre. Todo lo que él decía últimamente le molestaba y enfurecía tremendamente, y entonces lo encaraba furiosamente armándose cada trifulca entre ellos que tenía a toda la familia completamente descolocada y sin saber cómo aplacar aquellas tremendas disputas que estallaban a veces sin motivo ninguno entre ambos y cada vez más asiduamente. Pero, aunque las más fuertes y brutales eran siempre contra Jacobo, había otro miembro de la familia contra el que cargaba inclemente descargando todo su mal genio: Paloma. A la que su mente culpaba implacable de todo lo que estaba padeciendo; todo aquel sufrimiento que estaba padeciendo silenciosa e internamente, era por su culpa, por su maldita culpa... Y aquella tarde, como casi todas últimamente, llegaban nuevamente discutiendo de regreso del instituto
-¡¿Qué te pasa imbécil?! ¡¡Hago lo que me da la gana subnormal!!- gritaba Paloma hacia Hugo entrando en la casa
-¡¡Que estoy harto de ti niñata!! ¡¡Estoy harto de encontrarte pavoneándote por cualquier sitio a donde voy!! ¡Piérdete y déjame en paz de una puñetera vez!!- le contestó enfurecido yéndose directamente al cuarto de estudio y cerrando la puerta con un potente portazo que retumbó en toda la casa
-¡¡Ey, que las puertas no tienen culpa!!- regañó sereno el abuelo sin dejar de leer su periódico; últimamente ya no le hacía mucho caso a los arranques de Hugo, era cosa de la edad y pronto se le pasaría, decía siempre.
 -Ya estamos de nuevo- suspiró cansadamente Carla al oírlos y se cruzó una mirada compasiva con Claudia que seguía encargándose de llevarlos y recogerlos como siempre- ¿Desde dónde vienen esta vez?- indagó curiosa devolviéndole amorosa el tierno abrazo que su preciosa Alex siempre corría entusiasmada a darle
 -Desde la mismita puerta del instituto, menudo viajecito nos dieron- respondió despreocupada su cuñada y ambas rieron divertidas
-¡¡Estoy hasta aquí de tu estúpido hermanito!!- expresó irritada Paloma hacia Javier entrando en la cocina
 -Es que tú también…- reprochó cariñoso
-¡¿Yo qué?! ¡¿Qué he hecho esta vez, Javi?!- bramó furiosa mirándolo desafiante
 -¡Vamos Paloma, lo sabes muy bien! No hay cosa que más le enfurezca que vayas a las pistas cuando él está entrenando, pero tú nada, chica: erre que erre, ni que te fuera la marcha… Hola tía Carla- criticó cariñoso mientras saludaba con un beso en la mejilla a Carla
-¡Estaría bueno que yo no pudiera ir a donde me de la gana; vamos hombre!! ¿Acaso alguien le nombró amo y señor de la zona de atletismo y no me he enterado?- se calló un segundo y torció levemente la cabeza hacia las ventanas abiertas de la cocina- ¡¿O es que acaso ahora tengo que pedirle permiso a él de a dónde voy y cuándo?!- elevó la voz sarcástica para que Hugo pudiera oírla desde el piso superior, pero no hubo ninguna respuesta por parte suya; Paloma tomó aire profundamente defraudada por no haber conseguido lo que esperaba- También voy a verte a ti a las piscinas y no te pones como un energúmeno- siguió hablando más calmada mientras saludaba también a su madre
-No… pero con mis amigos no coqueteas como haces con los suyos Paloma; eso es lo que realmente lo desquicia, no que vayas a las pistas- le sermoneó más serio, ella abrió aquellos lindos ojos grises y sonrió maliciosa- ¡¡mierda!!- musitó fastidiado al darse cuenta que había hablado de más
 -¿Así que es eso? ¡¡Pues se va a enterar a partir de ahora ese estúpido chulito del tres al cuarto, vamos hombre!! ¡¡Pienso coquetear aún más!!- remarcó desafiante sonriendo vanidosa mientras se dirigió escaleras arriba
 -¡Paloma por favor…! ¡No lo irrites más que ya bastante insoportable anda últimamente ¿no crees?!- suplicó desarmado el pobre Javier siguiéndola; Carla y Claudia se volvieron a reír divertidas.
 Cuando entraron en la habitación de estudios, Hugo hacía sus tareas sobre la mesa y ni se molestó en levantar la mirada para ver quien entraba. Ellos tomaron sus respectivos asientos: Javi a lado de su hermano y Paloma frente a Hugo; él siguió trabajando concentrado
 -Esta noche es ese eclipse total que se da tan pocas veces… ¿vamos a verlo?- expuso entusiasmada Paloma abriendo su archivador
-Sí claro, como no desequilibrada… espera aquí sentadita a que yo te vaya a hacer caso- habló sarcástico Hugo sin dejar de escribir en sus folios
-¿Por qué no?- instó curiosa
-Porque mañana aún es miércoles ¿te habías parado a pensarlo, insensata?- remarcó rotundo mirándola desdeñoso y al instante regresó a su tarea
 -¡¡Aguafiestas!!- exclamó fastidiada pero él no se inmutó- Además no hablo contigo imbécil, sino con Javi- aclaró resuelta y él hizo caso omiso a su comentario- dicen que es precioso, Javi; que es total, total- insistió tercamente
 -Sí lo he oído, dicen que solo se queda un halo rojo alrededor que es impresionante verlo- expuso entusiasmado Javier
 -Y desde el prado debe verse de maravilla porque como aquí no hay luces y la ciudad queda lejos…- los dos primos se miraron cómplices y sonrieron pícaros ya decididos a verla
-Mañana es miércoles, día de clase ¿no habéis oído o qué?- remarcó rotundo Hugo rompiendo sus expectativas
 -¡Ya estamos de nuevo!- protestó fastidiada Paloma y él la miró irritado
-Mira niñata estúpida, tú puedes ir cuándo te salga de los mismísimos a dónde te de la gana que a mí me importa bien poco ni tienes que pedirme permiso...- expuso hiriente, Paloma esbozó una leve sonrisa complacida al darse cuenta que sí la oyera gritar desde la cocina- pero mi hermano no va a ir a ningún lado y mucho menos esta noche; o de inmediato aviso a mamá, te aviso ¿eh?- remarcó tajante mirando rotundo a su hermano que bajó cohibido la cabeza- ¡¡Y tú cabeza loca!! ¿Apenas acabamos de librarnos de una buena por tu descalabrada idea de irnos al centro comercial cuando lo que debería estar haciendo era entrenar y ya quieres meternos en otra? ¡¡Conmigo no cuentes, muchachita!!- ella lo miró sulfurada
 -¡¡Nadie te pidió que vinieras al centro comercial, la idea era ir Javi y yo; tú pudiste ir a tu estúpido entrenamiento si hubieras querido!!- le reprochó irritada, él le clavó aquellos preciosos ojos negros que le hacían dar un brinco a su corazón
 -Claro, para que alguien os viera andando solos por allí y yo cargármela aún más ¿no?- aclaró mordaz, ella se mordió atrapada el labio inferior; en eso tenía razón... al instante, le lanzó una de sus miradas especiales de zalamera
-Huguito…- murmuró mimosa
 -No- la cortó secamente clavándole de nuevo aquellos profundos y negros ojos
 -Anda Hugo, no seas malo- decía con voz melosa- solo lo hay una vez en la vida
-Pues lo miras desde la ventana de tu cuarto si quieres, pero a mi hermano y a mí no nos lías tú hoy- repuso sarcástico haciéndole una mueca burlona con su boca, era guapo a rabiar hasta haciendo mohines burlones, pensó desconcertada; sacudió confundida su cabeza para despejar aquel estúpido pensamiento y se levantó de su silla sentándose en su regazo rodeándole el cuello con sus brazos, a Hugo su cercanía lo derrotaba
-Anda Hugo, sé bueno; no nos niegues esto- le decía zalamera mirándolo con aquellos maravillosos ojos que lo derretían
-Para Paloma- murmuró desarmado sintiendo sus manos acariciarle suavemente la nuca provocando que su piel se erizara gustosa al contacto de sus suaves manos y su corazón se desbocara frenético -Dime que sí iremos a verlo, anda; di que sí- insistió embaucadora besándolo en la mejilla, él cerró deleitado los ojos por aquel dulce contacto de sus labios
-Estate quieta Paloma- murmuró casi desarmado pero ella siguió besándolo mimosa por el rostro provocándole una gran alteración- Para por favor Paloma…- insistió casi sin fuerzas ya pero ella no obedeció, aquello lo estaba desesperando; pero al notarlos ya rozándole casi el borde de su boca… los deseos irrefrenables de atrapar aquella suculenta boca se dispararon al sentirla tan deliciosamente cerca desquiciándolo completamente y giró levemente su cabeza hacia ellos entreabriendo sus labios decidido a atraparlos... ¡Para Hugo ¿Qué coño vas a hacer?! resonó de pronto una sensata voz en su cabeza deteniéndolo al instante- ¡¡Vale, está bien: iremos; pero para de una puta vez Paloma!!- exclamó alterado levantándose presuroso de su silla y huyendo con tanto ímpetu que casi tira con Paloma al suelo; ella como Javier se quedaron mirándolo descolocados por aquella súbita e inesperada reacción de su parte- no vuelvas a hacer eso nunca más ¿me oyes? ¡Nunca más!- clamó exaltado sin poder apartar sus ojos de aquellos finos labios que lo llamaban desesperadamente, se pasó nervioso la lengua por sus labios intentando aplacar aquel fuerte deseo que lo estaba desquiciando
-¿Por qué?- preguntó inocente mirándolo desconcertada, él la miró pasmado
 -¡¿Cómo que por qué Paloma?!- expresó incrédulo ¡¡aún preguntaba por qué!!- ¡Pues porque me...!- se calló de pronto, a punto estuvo de decirle porque me haces perder la cabeza con tu jueguecito y me muero de ganas de besarte; volvió a mojarse inquieto los labios con la punta de su lengua y respiró profundamente intentando serenarse- pues porque no está bien Paloma; ya no somos unos niños y esos jueguecitos están ya de más; si alguien llega a entrar en ese momento y nos encuentran así, puede haber muy malos entendidos- aclaró rotundo evitando mirarla y regresó a su silla intentando centrarse en sus libros. En ese instante entraron Alex y Óscar, Hugo miró a los ojos de Paloma que seguía mirándolo sin entender- ¿lo ves?- indicó reprochador, ella se mordió de nuevo el labio inferior y, sin hacer más comentarios, también regresó a sus quehaceres
 Carla se desmaquillaba frente al espejo del baño cuando Cris salió de la ducha, la abrazó por detrás oprimiéndola contra su cuerpo y la besó ardiente en el cuello, ella sonrió deleitada e inclinó gustosa su cabeza para seguir recibiendo aquellos delicados roces que la excitaban tremendamente
 -¿Te falta mucho mi vida?- murmuró deseoso continuando con su deleitado caminar por aquel esterilizado cuello que se le ofrecía tan complaciente
 -No; ya acabé- murmuró tirando resuelta el algodón a la cestita de la basura que había junto al lavabo -Perfecto- susurró complacido sin dejar de saborear aquella tersa piel que lo enloquecía mientras ya la iba guiando dentro del dormitorio; ella se dejaba llevar ya envuelta en una fantástica nube de deleite y excitación que empezaba a embotarle la cabeza; Cris atrapó suavemente sus pechos con sus manos por encima del fino camisón de seda azul que llevaba puesto llevándola ya en dirección a la cama -No, espera Cris- lo detuvo rauda; él la miró intrigado- espera cinco segundos, vengo ahora- indicó besándolo dulcemente en los labios y se dirigió hacia la puerta
 -¿A dónde vas?- preguntó intrigado
 -Vengo ahora, no seas impaciente; ve metiéndote en la cama- indicó melosa, él sonrió dichoso y obedeció, ella regresó de inmediato- ¡Sabía que lo iba a hacer; lo sabía! ¡Ya se ha ido de nuevo!- clamó irritada mirándolo furiosa
-¿Quién ángel mío?- indagó despreocupado aunque sabía de sobra la respuesta
-¿Tú quien crees Cris?- le reclamó fastidiada por su pregunta
-Déjala cielo, regresará pronto- expuso indiferente- anda mi vida, ven aquí- añadió meloso palmeando el lado vacío junto a él en la cama
-No Cris, esto no se puede consentir; una cosa son los fines de semana pero ¿van a empezar de nuevo a salir entre semana? No, eso sí que no- habló enfadada- Hay que ponerle ya un límite a esta chiquilla Cris
-Vale, mañana la castigas duramente y yo no me interpondré- contestó sereno Cris- pero ahora ven a la cama mi vida, mira cómo te estoy esperando- insistió zalamero al tiempo que descubría la sábana mostrando su desnudez y su poderosa erección, pero ella hizo caso omiso a su reclamo
 -¡Mañana hay clase Cris, y están con las finales! ¿Acaso ves bien que vayan sin dormir? ¡¡Como esa atolondrada va tan bien con los estudios...!!- reclamó furiosa
 -Es cierto que no saca matrículas, pero tampoco va tan mal vida mía- defendió comprensivo a Paloma, ella lo miró furibunda
-¡A base de andar encima de ella y la gran ayuda que Hugo y Javi le ofrecen, Cris!- replicó vistiéndose su bata de seda azul sobre su fino camisón
 -¿A dónde vas ahora?- preguntó desconcertado al vérsela poner
 -¡¿Tú qué crees?! ¡A buscarla! Ya que tú no pareces muy decidido a hacerlo- le reclamó encrespada -¡Está bien, tú ganas!- bramó irritado saliendo de la cama, se vistió el pantalón de pijama y, recogiendo una camiseta del cajón de la cómoda, se dirigió a la puerta pasando enfadado por su lado sin detenerse
-Cris… ¿te vas a enfadar conmigo por su culpa?- murmuró melosa mirándolo tierna, él sintió como su rabia desaparecía al instante que aquellos dulces ojos grises lo miraban, suspiró profundamente -No puedo mi vida… te juro que con vosotras tres no puedo- musitó derrotado y, sujetando suavemente la nuca de Carla, atrapó apasionado aquella deliciosa boca que lo encandilaba
 -No tardes mi amor, mira cómo te voy a estar esperando- expuso pícara retirándose las asas del camisón y dejándolo resbalar hasta el suelo mientras sonreía deseosa; él resopló vencido y salió en busca de Paloma… otra vez.

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