lunes, 23 de marzo de 2015


     La madrugada del viernes para el sábado, Paloma y Patri no paraban de parlotear entusiasmadas sobre las compras que habían hecho y lo bien que se lo pasarían al día siguiente. Javi las escuchaba divertido intentando imaginarse cómo serían esos fantásticos vestidos que al final consiguieran encontrar; pero Hugo estaba serio y meditabundo, con la cabeza en otra parte, y por su rostro no era una reflexión agradable.
 -¿Te pasa algo Hugo?- indagó inquieto su hermano que llevaba un rato observándolo pero él siguió concentrado en sus pensamientos- ¡Hugo!- reclamó más contundente
 -¿Qué?- exclamó desubicado y se encontró con los tres mirándolo extrañados- ¿Qué pasa?- indagó desconcertado
-No, qué te pasa a ti cielo; estás en otro mundo desde hace rato- expresó curiosa Paloma acariciando tierna su mejilla, él sonrió suavemente
-Nada,mi chiquita; no me pasa nada- musitó calmosamente besándola dulcemente en los labios; pero Javi y Paloma sabían que algo le rondaba la cabeza y no parecía agradable
-Ven reinita, vamos a dar una vuelta que ya está bien de hablar de trapitos- le propuso desenfadado Javi a Patri para dejar solos a su hermano y a Paloma que le sonrió agradecida por aquel detalle
-A ver... ¿Qué te pasa amor mío?- volvió a insistir así se alejaron hundiendo tierna sus dedos en su cabello mesándole melosa las sienes y besándolo amorosa en los labios; él la miró unos segundos a los ojos y, de repente, la aprisionó impetuoso ente sus brazo y atrapó ansioso su boca; se besaron ardientes mientras la oprimía con ansía contra su cuerpo al tiempo que la fue recostando sobre la hierba cubriéndola con su cuerpo. Aquel beso, más que apasionado, era urgente y desesperado por parte de Hugo- ¿Qué te pasa Hugo?- instó abrumada por aquel anhelo inconcebible y espontáneo por parte de él
-¿Te das cuenta que mañana tendré que sufrir lo indecible viéndote hermosa y más deliciosa que nunca y yo sin poder acercarme a ti mi amor?- expuso amargado, ella lo miró desconcertada- no podré estar a tu lado mi vida, no podré tomarte entre mis brazos y besarte cuándo y cómo me dé la gana… y no sé si podré soportarlo cielo mío- aclaró disgustado
 -Hugo- musitó desolada acariciando tierna sus sienes de nuevo
-Estoy pensando que no voy a ir, Paloma- resolvió rotundo sentándose en la hierba, ella lo miró atónita
-¿Cómo que no vas a ir Hugo? ¿Qué dirás entonces en casa? ¡¡Se mosquearán y harán cientos de preguntas!! Además, es tu graduación; no puedes faltar- comentó apabullada por aquella idea absurda -La graduación es por la mañana cielo, nada tiene que ver esa dichosa fiestita con ello; además, yo saldré con vosotros de aquí como si tal cosa… pero no entraré a esa mierda de fiesta: os dejaré en la puerta y me iré por ahí hasta la hora que convengamos en irte a recoger...- la miró indeciso a los ojos- ¿Porque lo planeado sigue en pie, no?- interrogó inquieto
 -¡Claro que sí, Hugo! ¿Aún sigues sin convencerte de que estoy preparada, verdad?- le reprochó dolida, él sonrió dulcemente- pero Hugo, no seas idiota: tienes que ir; piensa que es tu última fiesta del instituto, es la última oportunidad de reunirte con tus compañeros y amigos, luego vuestros caminos se dividirán y a algunos no volverás a verlos- aclaró conmovida por aquella resolución sentándose también junto a él
-¿Es qué no lo comprendes Paloma?- increpó molesto mirándola angustiado a los ojos- ¡No soportaré ver a esos niñatos manoseándote mientras bailáis y babeando intentando sabrá Dios qué! ¡Me volveré loco cielo! ¡Y me conozco Paloma, bien soy capaz de cometer una estupidez y romperle la cara a alguno! así que, mejor es que no vaya- resolvió decidido
-Mi vida…- habló melosa arrodillándose ante él en medio de sus piernas abiertas y empezó a acariciarle tierna las sienes de nuevo apartándole suavemente el pelo hacia los lados- entonces, si tú no vas: yo tampoco- declaró resuelta, él la miró pasmado
 -¿Cómo vas a hacer eso Paloma? no voy a permitírtelo mi chiquita; esa fiesta te hace una ilusión increíble y yo sería incapaz de robarte eso mi cielo- aclaró rotundo rodeándola amoroso por la cintura con sus brazos, ella rodeó su cuello con los suyos y sonrió dulcemente con aquella preciosa sonrisa que poseía
-¿Sabes que eres muy bobo mi rey?- expresó socarrona, él elevó sus cejas confundido- a mí esa fiesta me importa bien poco, so tonto; a mí lo que me hace ilusión y feliz es ponerme de lo más guapa para ti amor mío… cuando elegí mi vestido, no pensé ni un instante en la fiesta ni en esa panda de niñatos atolondrados, solo pensé en ti y en estar radiante y perfecta para ese momento maravilloso que vamos a disfrutar tú y yo a solas- explicó encantada y él sonrió encandilado
 -¿Cómo no me vas a tener loco con las cosas que me dices, mi chiquita?- expresó deleitado y se besaron apasionados prendiendo en seguida la llama del deseo en sus cuerpos.
Llegó al fin el sábado. Orgullosa, toda la familia acudió a la graduación de Hugo. Paloma lo miraba extasiada subido al escenario del salón de actos del instituto; estaba guapísimo con su toga y birrete y hablaba tan bien dando el discurso... Él tampoco podía evitar mirarla a menudo, sus ojos se escapan irremediablemente hacia aquel hermoso rostro que le mostraba aquella preciosa sonrisa que lo encandilaba. Aunque tampoco le pasó desapercibido el rostro tan serio de su padre; desde la terrible discusión que habían mantenido la noche del jueves, su padre parecía muy disgustado por algo. De pronto se quedó callado a mitad de discurso mirando con ojos atónitos la entrada principal y una gran sonrisa iluminó feliz su rostro
-¡Tía Susi!- exclamó emocionado y toda la sala giró curiosa su cabeza hacia dónde Hugo miraba descubriendo a Susi que le echaba un cariñoso beso por el aire a su sobrino mayor mientras se encaminaba presurosa para no interrumpir más de lo necesario el acto junto al resto de su familia que la recibieron alegres sonriendo plenos de felicidad por tenerla de vuelta y Hugo continuó con su discurso sin dejar de mostrar aquella radiante y feliz sonrisa. Al acabar el acto, toda la familia unida lo esperaban pacientemente en el patio delante del edificio como el resto de familias observando orgullosos y alegres como él se despedía animado y satisfecho con sus compañeros intercambiándose firmas en sus anuarios académicos y números de teléfono para no perder el contacto y, sobre todo, como recibía muchas felicitaciones cariñosas del género femenino.
 -¡Pero que sobrinos mas guapos tengo ¿os dais cuenta como tiene a todas las muchachas derretiditas por él?!- expresó divertida Susi provocando las risas alegres del resto de la familia; aunque Paloma solo puso sonreír levemente, le estaba costando horrores disimular el terrible malestar que sentía y acrecentaba enormemente con cada beso de alguna de ellas, a cada susurro al oído que le hacía sonreír de aquella manera tan pícara u oía como le pedían esperanzadas un baile para aquella noche que él aceptaba gustoso... En cierto momento en que ya parecía no iba a poderlo soportar más, su teléfono repicó la llegada de un mensaje, lo recogió de su bolso y su rostro se iluminó feliz al leer: “Sabes que solo te quiero a ti” Buscó al instante con los ojos el rostro de Hugo pero él seguía entretenido con sus compañeros sin dar muestras de haber sido él quien enviara aquel mensaje.
Ya caída la tarde, recogieron a Patri en su casa que iba a pasar una semana en la casona aprovechando que sus padres se iban de viaje, y regresaron a la casona tras pasar una alegre y divertida tarde toda la familia junta después de comer en una maravillosa terraza frente al mar de un restaurante de la ciudad.
 Toda la familia se encontraba en la sala de estar cuando llegaron Hugo y Javi elegantes, impecables y guapísimos a recogerlas. Hugo, vestía un traje negro acompañado de una camisa de un rosa muy suave y corbata negra con finos puntos rosados, y Javi llevaba un traje azul marino con camisa en celeste y la corbata en un contraste más fuerte..
 -¡¡Aquí están!!- anunció entusiasmada Ari y aparecieron las muchachas radiantes, la familia quedó pasmada al ver a las hermosas muchachas: Paloma, con su bonita melena rizada rubia suelta solo sujeta a los lados con unas horquillas invisibles para dejar al descubierto su precioso rostro sutilmente maquillado pero resaltando aquellos impactantes ojos grises y su perfecta boca, llevaba un vestido negro de finísimos tirantes y escote cuadrado que ceñía su precioso cuerpo hasta la cintura donde después, una falda con gran vuelo, dejaba al descubierto sus rodillas mostrando sus hermosas piernas enfundadas en unas finas medias negras subidas a unos altos tacones; Patri también estaba hermosa con aquel informal recogido flojo en su cabello castaño, dejando leves mechones caerle por sus sienes y nuca, y enfundada en aquel vestido rojo de escote corazón que ceñía su linda figura y dejaba sus hombros descubiertos. Javi y Hugo las miraban embobados con una tonta sonrisa en los labios- ¿Qué? ¿Os habéis quedado mudos o qué? ¿A qué están preciosas?- instó entusiasmada Ari sacándolos de aquella fascinación en la que se habían quedado todos
 -Preciosas es poco Ari- expuso encandilado el abuelo, las muchachas sonrieron complacidas
 -¡¡Me encanta ese vestido mi princesita!!- expuso feliz Cris que al verla le recordó al instante a Carla aquella noche cenando en su casa- Y le queda tan bien como a ti mi ángel- expresó deleitado besando dulcemente los labios de su esposa que sonrió alegre.
 -¡¡Sabía que te gustaría hermanito!! Así se lo vi puesto, la imagen de Carla de hace años cenando en tu casa me vino a la mente- se entusiasmó Ari hacia su hermano y todos volvieron a reírse
-¿Qué? ¿Nos vamos ya?- preguntó presuroso Javi
-¡Chico, cuánto apuro; tranquilo que la noche es larga!- soltó burlona Susi y todos se rieron poniendo a Javi colorado.
-Mi Palomita ¿tu acompañante no viene a recogerte?- indagó desconfiado Cris; Carla y Claudia se cruzaron una mirada nerviosa que no pasó inadvertida a Hugo; pero lo que lo descolocó tremendamente fue la penetrante mirada que su padre clavó en él
-Tienen diecisiete años mi amor, no tendrá carnet mi rey- intervino amorosa Carla besándolo tierna en los labios- seguro que la espera en el baile ¿no es así mi cielito?- aclaró dulcemente mirando a su hija sonriéndole cariñosa
-Sí mami, así es- respondió resuelta devolviéndole la sonrisa
-Está bien... ¿Pero tú lo conoces verdad Javi?- insistió Cris
-Sí tío, tranquilo que lo conozco muy bien- respondió el muchacho con una rotundidad tan aplastante que provocó que Hugo casi no pudiera disimular una carcajada divertida que le quedó al instante congelada con la mirada furibunda que su padre le lanzó dejándolo aún más confundido
 -Bueno vámonos entonces- animó Hugo huyendo de aquellas miradas de su padre que lo estaba empezando a inquietar de verdad
-¡Hugo!- lo llamó Cris cuando ya salían de la sala, él se sobresaltó y se giró inquieto- ¡Me la vigilas bien ¿eh? no me la pierdas de vista!- recalcó seriamente y él asintió con la cabeza. Salieron de la casa.
-Tu madre y la mía saben algo mi muñequita linda- aclaró inquieto Hugo ya en el coche
-Sí, presiento que sí- murmuró serenamente
 Llegaron delante del instituto y Hugo paró el coche pero no lo apagó
 -Os recogemos aquí mismo a las 5 ¿os parece bien?- les propuso animado girándose hacia su hermano y Patri sentados en el asiento trasero; Paloma también los miraba alegre, sonriendo feliz. -¿Es que no vais a venir?- preguntó sorprendido Javi
-No hermanito, comprende que nos tendríamos que pasar toda la noche disimulando y ya bastante mal lo pasamos en casa- Hugo miró encandilado a Paloma que le sonrió dichosa- y hoy está demasiado arrebatadora para que pueda hacerlo bien ¿no crees?- expresó deslumbrado besándola amoroso en los labios, su hermano rió divertido
 -Claro- respondió entendiendo- Pero ¿a dónde vais a ir así vestidos?- indagó curioso
-Por ahí, ya veremos…- contestó moviendo desenfadado los hombros- si pasa algo me llamas al móvil ¿llevas el tuyo, no?
-Sí, tranquilo- se bajaron del coche y cerraron la portezuela sonriendo- ¡Que lo paséis bien! -¡Igualmente!- respondió Paloma por la ventanilla pues Hugo ya arrancaba. Le tomó la mano que Paloma reposaba en su regazo y se la besó amoroso mirándola intensamente a los ojos
-¿De verdad estás decidida mi muñequita linda? Porque podemos cambiar de planes, sin problema- aclaró comprensivo, ella sonrió feliz
 -Sí lo estoy Hugo, quiero hacerlo y estoy preparada para ello mi amor- respondió decidida besándolo en los labios y se sonrieron cómplices- ¿Vamos a la casa de mis padres en la ciudad? ¡Tengo las llaves!- anunció entusiasmada sacándolas de su pequeño bolsito, Hugo la miró sorprendido y soltó una carcajada divertida
 -¡¡Sí hombre, para qué a tío Cris se le ocurra aparecer de sorpresa y nos pille de pleno; no, que va, mi chiquita!! ¡¡Esa casa está completamente vetada para nosotros mi vida; y sobre todo para mí: que a veces me da la sensación que se huele cuando voy a hacer algo!!- exclamó estremecido y ella también rió jocosa- tranquila; ya lo tengo todo pensado cielo, no te preocupes- añadió tierno besándola suavemente en los labios y ella sonrió complacida.
Hugo condujo hasta un motel a las afueras de la ciudad. Se acercó con el coche a la pequeña ventanilla que apenas dejaba ver quien estaba al otro lado en ambas direcciones y dejó su carnet de identidad en la bandeja de entrada sin decir nada recibiendo a cambio la llave de la habitación sin tampoco ninguna palabra. Empezó a abrirse el portalón que les permitía la entrada al recinto y Paloma comenzó a ponerse nerviosa; sus manos ya le sudaban cuando Hugo metió el coche en el garaje privado perteneciente a su habitación y ella se las frotó suavemente contra el vestido intentando secárselas; cuando se cerró el portón tras ellos dejándolos encerrados dentro, aquel leve pero contundente sonido metálico, le hizo dar un respingo y su corazón empezó a latirle tan acelerado que parecía irsele a salir del pecho. Dio otro bote sobresaltada cuando Hugo le sujetó la mano que aún frotaba nerviosa contra su muslo
-¡Ey, tranquila ¿vale?!- exclamó pausado, ella lo miró a los ojos y le sonrió dulcemente intentando parecer serena pero no pudo evitar que él percibiera su nerviosismo en la mirada- ¿Estás realmente segura de quererlo cielo? Porque nos vamos y aquí no pasó nada ¿eh?- aclaró resuelto; pero ella, a pesar de su mirada inquieta, asintió con la cabeza- vale- exclamó y se bajó del coche; le abrió amable la puerta mostrándole galante la mano para que bajara del coche, ella sonrió nerviosa y tomó la mano de Hugo apeándose del coche. Posó suavemente su mano en su espalda y la guió hacia las escaleras que llevaban arriba a la habitación. Entraron en el cuarto alumbrada con una luz muy tenue y una suave música ambiental lo envolvía todo. Paloma cruzó sus brazos rodeándose la cintura y se adentró despacio en la habitación mientras Hugo cerraba la puerta. Intentó serenarse un poco centrando su atención en la habitación decorada en verde y blanco; era muy sencilla, coqueta e íntima... pero ya no pudo fijarse en nada más: sus ojos quedaron al instante atrapados en aquella enorme cama y un impresionante desasosiego la asaltó de pronto haciendo que su corazón se disparara de nuevo, su respiración se acelerara y sus piernas empezaran a temblarle como juncos. Hugo se acercó por detrás y la rodeó cariñoso con sus brazos por la cintura besándola muy dulcemente en el cuello y, aunque fue un gesto muy tierno, ella no pudo evitar dar un respingo sobresaltada- Ey, tranquila mi chiquita...- le habló meloso volviéndola despacio hacia él, se miraron a los ojos y ella empezó a morderse nerviosa el labio inferior; él posó dulcemente sus manos en sus mejillas- Cálmate mi cielo, que no va a pasar nada que tú no quieras ¿entendido?- aclaró cariñoso acariciándole tierno con sus pulgares las mejillas y mirándola con tanta ternura que la impresionó, ella intentó sonreír pero solo pudo esbozar una mueca nerviosa
-Sí quiero, Hugo... pero...- murmuró amedrentada y apretó contrariada sus labios; él movió las cejas animándola a seguir hablando y ella tomó aire profundamente- Sí quiero, Hugo; lo sé y estoy preparada... ¡¡pero no puedo controlar estos estúpidos nervios que me entraron de repente jolines!!- protestó fastidiada y resopló sonoramente, él rió comprensivo
 -Es normal cielo, muy normal- expresó cariñoso tomándola tierno entre sus brazos, ella también se abrazó a él y Hugo la oprimió dulcemente contra su cuerpo besándola amoroso en la cabeza- pero estate tranquila ¿vale? Iremos poco a poco y si no puede ser hoy, pues, habrá más días ¿de acuerdo?- aclaró compasivo, ella levantó la cabeza mirándolo emotiva a los ojos y, sonriendo algo más calmada, asintió con la cabeza- perfecto entonces...- expresó resuelto besándola tierno en la frente y se retiró de su lado- primero y antes de nada... quitar este maldito estorbo- expresó hastiado aflojándose rápido la corbata, Paloma soltó una carcajada divertida
 -¿No te gustan las corbatas, eh?- instó guasona, él también sonrió
-No, parece que me asfixian- expresó agobiado, ella volvió a reír
 -Pues es una verdera pena...- suspiró pesarosa mirándolo pícara, él volvió a mover las cejas intrigado y ella se mordió el labio sonriendo maliciosa- porque te quedan de miedo y estás guapísimo- expresó melosa tirándole suavemente de la corbata acercándolo despacio a ella, Hugo se dejó llevar sonriendo complacidamente divertido y se besaron deleitados. Despacio, suavemente pausado y muy sabroso, Hugo se recreó en saborear gustoso la boca de Paloma dejando que cálidamente prendiera la llama poco a poco esperando paciente que Paloma se decidiera a tomar la iniciativa; no podía precipitarse, era normal e inevitable que ella sintiera miedo y no quería que los nervios volvieran a atenazarla. Su paciencia pronto fue recompensada, Paloma se fue acercando más a él hasta pegar su cuerpo al suyo; pero él siguió sin moverse, dejándola hacer. Ella soltó la corbata y rodeó con sus brazos su cuello empezando a acariciar suavemente su nuca profundizando aquel entrañable, dulce y acogedor beso en algo más entregado y ardiente que él correspondió sin prisas. Paloma fue retirando sus manos suavemente de su nuca acariciando dulcemente su cuello hasta llegar a las solapas de su chaqueta y se la retiró paseando despacio sus manos por sus hombros hasta dejarla caer al suelo resbalando pausadamente por los brazos de Hugo. Empezó a desabrocharle lentamente la camisa. Hugo sentía como su cuerpo empezaba a impacientarse pero se mantuvo calmado y siguió saboreando intensa pero comedidamente aquella deliciosa boca. Las manos de Paloma recorrieron lentamente su torso desnudo y sus brazos retirándole la camisa hasta acabar junto a la chaqueta en el suelo, pero no se detuvo; las paseó gustosa subiendo de nuevo por sus brazos, sus hombros y su espalda bajando hasta su cintura. Aquella ardiente y lenta caricia lo estaba desquiciando y su corazón ya galopaba frenético al contacto de aquellas suaves y abrasadoras manos recorriéndole su cuerpo desnudo; la sujetó suavemente por la nuca y profundizó aún más efusivo aquel excitante beso, Paloma se adhirió a él oprimiéndose anhelante a su cuerpo y Hugo comprendió al instante que llegara el momento. La atrapó entre sus brazos estrechándola aún más contra él y comenzó a recorrer su cuello con sus labios; ella inclinó su cabeza dejándole campo libre para aquellas deliciosas caricias cerrando gustosa sus ojos y él continuó mientras le iba bajando lentamente la cremallera del vestido; paseó sus labios por su hombro mientras le iba retirando las asas del vestido que se deslizó raudo al suelo dejándola solamente con unas sugerentes braguitas negras de fino encaje y medias a medio muslo ante él. Aquella preciosa visión acabó excitándolo completamente y atrapó ambicioso de nuevo su boca fundiéndose en un avaricioso y ya casi desesperante beso enloqueciéndolos definitivamente. Paloma al instante lanzó decidida sus manos a su cinturón desabrochándole con premura la hebilla y la cremallera de los pantalones impulsándolos impetuosa al suelo; Hugo la elevó entre sus brazos y ella se asió a su cabello oprimiéndolo apremiante contra su boca devorándose urgentes. La dejó suavemente sobre la cama y volvió a recorrer su cuello saboreando cada milímetro de piel en dirección hacia sus pechos mientras ella acariciaba ardiente su espalda aprisionándolo suavemente contra ella, atrapó dulcemente con su boca uno de aquellos turgentes pechos y ella gimió levemente agarrándole de nuevo el pelo oprimiéndosela ambiciosa contra él. Enredó juguetón con su lengua en su pezón un instante hasta sentirlo tremendamente endurecido en su boca y continuó su camino hacia su vientre, acariciándola dulcemente con su lengua mientras le iba retirando las braguitas. Ella ya gemía más urgente y su respiración era acelerada. Hugo besó su monte de venus exhalando levemente y a propósito su aliento sobre su clítoris y ella soltó un ansioso gemido elevando ambiciosa sus caderas hacia su boca; él sonrió pícaro y pasó brevemente su lengua sobre el glande de su clítoris provocándole otro impaciente gemido al tiempo que sus manos se aferraba exacerbadas a la colcha. Él volvió a sonreír satisfecho al conseguir lo que buscaba y al fin hundió su boca en el sexo de Paloma, ella soltó un grito glorioso posando sus manos en su cabeza atrapándolo impaciente contra él. Hugo jugueteó hábil con su lengua en su clítoris hasta conseguir que los gemidos de Paloma fueran tremendamente afanosos y entonces, sin detener el diestro enredo de su lengua, empezó a introducir suavemente pero preciso su dedo corazón en ella excitándola aún más hasta llevarla a un fantástico orgasmo que la hizo chillar gustosamente complacida. Hugo se deshizo de su boxers y, posicionándose sobre ella, se quedaron mirándose ardientemente a los ojos
-¿Preparada?- expresó dulcemente, ella sonrió decidida y asintió rotunda con la cabeza; se sonrieron seducidos y él atrapó su boca con decisión, ella le respondió llena de pasión mientras sus manos volvieron a regalarle ardientes caricias por su espalda y empezó a penetrarla muy pausadamente, observando atento y con ojos llenos de ternura cada gesto de su cara. También Paloma lo miraba con pasión, pero detectaba su gran nerviosismo en su mirada, casi podía decirse que sentía miedo... Llegó un momento en que Paloma contrajo dolorida su rostro y exhaló un breve quejido- ¡Oh Dios, mierda!- exclamó angustiado deteniéndose de inmediato y la miró terriblemente angustiado- ¿Te duele mucho mi vida? ¿Acaso estoy yendo demasiado rápido?- preguntó mortificado con voz temblorosa de la aflicción; ella sonrió dulcemente conmovida por su congoja y preocupación de hacerle daño, y no pudo evitar mirarlo llena de amor y pasión sin límites.
 -No mi amor, no es para tanto, tranquilo…- le habló melosa acariciando compasivamente tierna sus mejillas, él sonrió algo más tranquilo- pero mi cielo, aunque para ti sea tu muñequita, no soy de porcelana ni me voy a romper y creo que vas despacio de más- aclaró guasona, él rió entrañable- ¿no será mejor que lo hagas como cuando arrancas una tirita?- propuso animosa mirándolo cándida, él rió divertido
 -Cómo una tirita- repitió jocoso mirándola encandilado por aquel brillo apasionado e inocente de sus preciosos ojos
-Sí: decidido y rápido Hugo; que no me des tiempo a pensar en lo que va a...- aclaraba cuando él arremetió un inesperado rápido y sestero embiste acabando la penetración de un solo impacto; ella exhaló un pequeño quejido e impetuosa rodeó el cuello de Hugo con sus brazos aferrándose firme a él atrayéndolo hacia ella y sus mejillas quedaron pegadas
-Lo siento mi ángel, lo siento, lo siento...- murmuró atormentado besándola amoroso en la sien, ella se mantuvo callada y Hugo oía su apresurada respiración en su oído- ¿Estás bien mi vida?- instó inquieto ante su silencio
 -Te lo dije: como una tirita- expresó vanidosa y lo miró llena de amor a los ojos sonriendo felizmente satisfecha; él rió derrotado ante aquella belleza que lo miraba con tanto ardor y atrapó cautivado su boca. Se entregaron en un beso cargado de pasión y, muy suavemente, Hugo comenzó a realizar dóciles embistes procurando rozar hábilmente su clítoris con su pene mientras ella paseaba sus manos por su nuca recorriendo despacio sus hombros, bajaba por su espalda y volvía a subir por sus costados realizándose mutuamente unas caricias ardientes y seductoras que poco a poco fueron inflamándolos de nuevo y olvidándose de aquel incómodo y funesto empiece. Aquel baile lento y sensual de Hugo se fue convirtiendo en algo más vertiginoso, con embistes más decididos y vigorosos, mientras se deleitaban mutuamente con caricias ardientes y besos complacientes por sus cuerpos produciendo en ambos profundos suspiros y pequeños gemidos de pasión y deseo que los excitaba aún más. Sus cuerpos se vieron invadidos por una multitud de sensaciones maravillosas e indescriptibles que los llevaba hacia una cúspide que se intuía portentosa y extraordinaria. Apremiados por los gemidos ambiciosos del otro y el deseo de alcanzar aquella cumbre, Hugo se elevó sobre sus manos y, mirándose colmados de amor y pasión, aceleró arrebatado sus embistes llevándolos a un apogeo final esplendoroso, alcanzando un clímax admirable y maravilloso que les hizo sentir fundidos en uno solo siendo la culminación perfecta de todo el amor y pasión que se entregaban.

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