sábado, 7 de marzo de 2015


   Pasaban los días y se sentía muy arropada. Toda la familia la cuidaba con una ternura y un cariño que la conmovía. Pero lo más hermoso para Carla era ver a Paloma tan feliz en casa de los abuelitos, como ella decía siempre, acompañada de sus primos. Enredaban incansables desde que despertaban hasta que caían rendidos al llegar la noche. Había ya una intimidad y una complicidad entre ellos increíble, como si se hubieran criado juntos desde siempre. El mes voló entre pruebas y arreglos del vestido, ensayos de peinado y maquillaje, a los cuales la acompañaba Ari que siempre estaba muy atenta a cualquier gesto suyo deteniéndolo todo así daba alguna muestra de cansancio. Como no se decidía entre los cientos de modelos que le trajo a escoger, Ari se ofreció a encargarse ella misma de elegir el vestido y Carla sintió temor por lo que pudiera seleccionar. Pero su gran sorpresa al llegar la primera prueba fue que había escogido un precioso modelo sencillo, recatado y sobre todo, muy cómodo. En una maravillosa y suave seda salvaje en blanco roto, era liso completamente sin adornos ni filigranas, solo una hermosa lazada en un malva muy suave ajustaba su cintura, torneaba suavemente su cuerpo sin ceñirlo haciéndolo realmente cómodo; su escote cuadrado era sensual pero recatado y las mangas en un fino encaje de hilo que no daba calor ninguno. Pero, sobre todo, la espalda cubierta. Carla ya no se preocupó de nada más. Del resto de los preparativos se encargaron Susi, Claudia y Marina mientras ella solo se dedicaba a descansar recostada al fresco en el balancín o en un sofá si se presentara el día fresco. Eso sí, siempre acompañada de un atento y tierno Alonso que la entretenía ameno mientras vigilaba a los niños. Todos eran realmente una piña: ayudándose en todo pero sin estorbarse en nada. Y sin apenas darse cuenta, llegó el gran día.
 La despertaron con un buen desayuno como todas las mañanas, pero esta vez no fue Cris sino Susi quien se lo traía ya que él no tuvo mas remedio, a pesar de sus múltiples protestas ante las risitas burlonas del resto de la familia, que irse a dormir a su casa ante la terca y rotunda insistencia de su madre: el novio no debe ver a la novia el día de la boda antes de la ceremonia ¡¡mucho menos dormir juntos!!
Observaba metida en su cama, y con algo de tristeza por no poder participar, las carreras por el pasillo del resto de la familia ayudándose unas a otras a preparase y vestir a los niños. Cuando todos estaban ya arreglados y listos, llegó su hora. Ayudada por Ari y Claudia, vestidas con unos preciosos vestidos largos en malva suave como su lazada, y sin apenas darse cuenta, ya estaba frente al espejo de su cuarto maquillada, peinada y luciendo aquel precioso vestido... aunque sus ya abundantes pechos ahora aún más inflamados por el embarazo, parecían querer escaparse de aquel escote. -¡Vaya! Dichoso escote: después de tres arreglos, casi ya necesitaba otro...- indicó sorprendida Ari -¿Me están creciendo demasiado deprisa, no?- expuso inquieta recolocándose el vestido intentando ocultar un poco aquella barbaridad que parecía querer salirse de su prisión, Claudia rió amena
-Es normal cielito: es lo que primero y más nos crece; tranquila- explicó tierna Claudia
-Pero, es que esto es demasiado...- exclamó inquieta sin dejar de mover aquel dichoso escote que se negaba a cubrir más.
-Tranquila; no es para tanto y estás preciosa, no te preocupes- resolvió despreocupada sonriéndole tierna mientras le retocaba bien y con mucha ternura el fino tocado que llevaba al lado izquierdo de su cabeza y que guiaba su larga melena suelta sobre su hombro derecho.
-¡Eso sí que es cierto cuñadita, estás más que preciosa!- expresó feliz y orgullosa Ari besándola satisfecha en las mejillas; las tres se sonrieron alegres
 -Ha llegado la dama de honor que faltaba- anunció alegre Susi entreabriendo discreta la puerta, Carla se volvió encontrándose con su amiga y compañera Esther vestida igual que Susi y sus hermanas -¡Esther!- se alegró de verla y ambas se abrazaron emocionadas
-Que guapa estás, preciosa- exclamó orgullosa de su amiga, Carla le sonrió agradecida
-¿Se puede mi niña? ¡Oh, Dios mío!- expresó deleitada Marina apareciendo en la puerta embutida en un maravilloso vestido drapeado de seda salvaje también en malva que le quedaba perfecto en su aún estilizada figura- ¡estás radiante pequeña!- exclamó complacida y sus ojos brillaron emocionados -¡¿A qué sí, mamaita?! Al verla hasta dan ganas de casarse y todo- expuso deleitada Susi, su madre la miró muy interesada y ella le pasó el brazo por el hombro- tranquila ¿eh,viejita? Que esto es como un catarro: ya se me está pasando, te lo prometo- aclaró chistosa y todas rieron divertidas. Marina se acercó a Carla
 -Mi niña, me gustaría que llevaras esta cadena; me la dio mi madre cuando me casé, y Dios me dio mucha suerte con este hombre maravilloso; la llevó Claudia y Dios bendijo su unión con ese hombre maravilloso que es Jacobo… Sé que mi hijo se volcará en hacerte feliz y tú a él, pero nunca viene de más pedir un poquito de ayuda de Arriba ¿te importa?
-Claro que no Marina- respondió emocionada y la mujer se la colocó al cuello
 -Que Dios os proteja y seáis muy felices mi niña- expuso bendiciéndola y la besó con muchísimo amor en la frente. Carla apretó los labios intentando no llorar por la emoción que le provocó la ternura de la mujer
 -¡Ey, no me llores ¿eh?!- indicó Ari rápidamente al detectar su gran emoción abanicándole el rostro con su mano. Todas se rieron divertidas. Marina la volvió a besar tiernamente en la mejilla y se fue pues Jacobo la esperaba para llevarla a casa de Cris. Entraron los niños y Paloma se abrazó arrebatada a sus piernas
-¡¡Qué guapa estás, mami!!- expresó orgullosa de su mamá, a Carla se le hizo aún más grande el nudo en su garganta, se agachó y abrazó a la niña
-¡Ay Dios! ¡No, no, no, nada de lágrimas cuñadita; cuidado con el maquillaje por favor!- le previno nuevamente Ari y volvieron a reírse
 -¿Y yo mami? ¿Estoy también guapa?- se dio una vuelta coqueta para que ella la observara bien y aquella faldita en color malva como su lazada voló a su alrededor debido al gran vuelo que tenía provocando en Carla una sonrisa divertida.
-¡¡Estás guapísima mi ángel!! ¡¡Los tres estáis impresionantes!!- expuso cariñosa fijándose que los tres niños iban vestidos igual: camisa blanca ribeteada en los cuellos y puños en malva como sus pantalones cortos y la falda de Paloma, zapatos blancos y calcetines de fino perlé
-¡Aquí llega un padrino, muy guapo por cierto, que viene a por una novia que dicen está radiante! ¿Se puede pasar?- habló Alonso desde la puerta trayendo al pequeño Óscar en brazos vestido también igual a sus hermanos; Carla lo miró sonriendo dulcemente y quedó impresionada. Aquel hombre alto y gallardo estaba espectacular con aquel traje negro que le quedaba impecable, se percibía que había sido muy atractivo de joven y aún lo mantenía- Dios mío mi niña, mi viejita me dijo que estabas radiante pero lo superas mil veces, preciosa- aclaró feliz y ambos se sonrieron dichosos; él se acercó entregándole al pequeño a su madre y le ofreció el brazo elegantemente a Carla- ¿Me permite mi bella damisela? Tengo el honor de ser su padrino este día- ella le sonrió complacida
-Y yo encantada de que así sea- declaró orgullosa, tomó el breve ramito de encima el tocador de orquídeas blancas y se enganchó en su brazo.
Bajaron a la entrada principal donde les esperaba ya Jacobo de vuelta que los llevaba a la capilla -¡¡Caray preciosa!!- dijo abriendo asombrado los ojos al verlos bajar las escaleras- ¿eso todo ya era tuyo, o Ari te puso un poco del relleno que ella usa?- bromeó burlón señalándole los pechos a Carla. -¡Serás imbécil, yo no necesito relleno!- protestó fastidiada Ari dándole una colleja
 -¡Oh por Dios Ari! ¡¿No hay manera de arreglar esto?!- se inquietó angustiada Carla ruborizándose tremendamente mientras posaba su mano sobre el escote intentando ocultarlo, todos rieron divertidos -¡Serás idiota ¿no ves lo nerviosa que ya está para que tú aún chinches más?!- le regañó Claudia golpeándolo suavemente en la espalda- no le hagas caso, cielito; estás preciosa- intentó serenarla
-Ni caso mi niña a lo que este burro diga, te prometo que está todo bien, confía en mí; además, que si no fuera así, ya mi viejita te hubiera cubierto con una mantilla ¡Buena es ella para estas cosas!…- exclamó chistoso Alonso y todos rieron divertidos; Carla respiró algo más relajada
 -Perdóname preciosa, realmente estás espectacular- se disculpó cariñoso Jacobo besándola tierno en las mejillas; ella sonrió aún más calmada- Pero es que... ¡Jesús, es inevitable cielito: los ojos se van directos a esa grandeza! ¡¡sé de alguien que las va a pasar muy duras todo el día… y yo lo que me voy a divertir viéndolo!!- aclaró burlón y todos volvieron a reírse jocosos
Llegaron a una hermosa capilla cerca de la casa de los padres de Cris, había cientos de invitados esperando en la puerta que asombró a Carla; no se esperaba esa cantidad de invitados y se sintió abrumada.
 -Dios mío, cuanta gente… ¿no iba a ser algo íntimo?- murmuró aturdida, las piernas comenzaron a temblarle; el abuelo Alonso le tomó tierno la mano e intento serenarla
-Lo sé mi niña y lo intentamos, no sabes las vueltas que le dimos a la lista de invitados entre Cris y yo para reducirla, pero no hubo más remedio: nuestra empresa es una de las más importantes de la ciudad y hay compromisos que no podemos eludir… pero yo estaré a tu lado pequeña, no te inquietes- le habló meloso y ella le sonrió agradecida
-Piénsalo muñeca que aún estás a tiempo ¿Quieres que nos demos a la fuga? Verás la cara que pone Cris si ve arrancar el coche- bromeó chistoso Jacobo mientras le ofrecía amable la mano para ayudarla a bajar, Carla no pudo evitar reír divertida y eso la relajó muchísimo- tranquila ¿vale? y levanta bien esta cabecita, preciosa; que todos miren esa carita de ángel y se mueran de envidia- expresó tierno Jacobo besándola cariñoso en la frente y, recogiendo en brazos al pequeño Óscar, entró en la iglesia mientras las hermanas de Cris colocaban a los niños ante ella del brazo de Alonso con Paloma en medio de sus primos portando los anillos en una fina bandejita de plata. Luego apuraron a colocarse delante de los niños para abrir el séquito como damas de compañía: las primeras Claudia y Ari, detrás Esther y Susi; y la marcha nupcial empezó a sonar. A Carla los nervios volvieron a atacarla y sus piernas temblaron estrepitosamente, sus dedos se aferraron inconscientemente al brazo de Alonso temiéndose caer
-Tranquila mi niña- le habló meloso Alonso palmeándole tranquilizador su mano sobre su antebrazo al notar su férreo agarre
-No me suelte abuelo Alonso o me caeré, sé que me caeré- musitó con voz temblorosa
 -Nunca lo permitiré pequeña- aclaró rotundo, ella le sonrió agradecida- ¿quieres que te diga un truquillo para calmarte que siempre funciona?- expresó cariñoso, ella asintió con la cabeza- tú mira al frente mi niña, clava tus ojos en quien te espera allí y verás como todo el resto desaparece- aclaró animoso ofreciéndole una amplia sonrisa tranquilizadora, ella le correspondió y caminaron hacia el interior de la capilla adornada de bellas flores en malva y blanco. Siguiendo el consejo de Alonso, Carla miró al frente y se encontró con los preciosos ojos negros de Cris que la miraban llenos de deleite mostrando su maravillosa sonrisa plena de dicha esperándola ante el altar. Carla suspiró complacida. Estaba arrebatador con aquel traje negro de chaleco en plata y corbata también en malva. Se sonrieron felices y, sin quitarse las miradas de encima, caminó hacia él del brazo de Alonso... deseaba tanto llegar a su lado, tenía prisa por estar junto a él... pero aquel dichoso pasillo parecía interminable, no se acababa nunca...
-Estás... preciosa vida mía- susurró encandilado así su padre le pasó la mano de Carla, pero sus ojos parecían estar atrapados en su escote; Carla le elevó descarada el mentón con su dedo índice hacia su rostro y Cris rió divertido al ver aquellos preciosos ojos grises que le miraban reprochadores. Se oyeron las risitas guasonas de los asistentes
-Tú sí que estás guapo papi- exclamó orgullosa Paloma asombrándolos a todos que se miraron unos a otros emocionados, Carla y él se miraron atónitos
-¿Cómo me has llamado princesita?- instó incrédulo Cris
 -Pues papi… ¿o acaso ahora al casarte con mami no lo eres ya?- aclaró feliz y ellos sonrieron deleitados.
 Al acabar la ceremonia, fueron rodeados por aquella multitud de gente desconocida para Carla felicitándolos alegres. Cris no la soltaba de la cintura en ningún momento protegiéndola amoroso contra su costado. Pero ella no sentía en absoluto miedo o nerviosismo, estaba envuelta en una acogedora y hermosa bruma que le hacía sentir estar en un dulce y maravilloso ensueño.
El banquete estaba preparado bajo un enorme toldo blanco en el precioso jardín trasero de la casona. Cris se negara tajante a ir a un salón de bodas por si Carla necesitaba recostarse. Las mesas estaban adornadas con flores blancas y malvas y las sillas cubiertas de paños blancos con grandes lazadas malvas sujetas a los bajos del respaldo. Todo era perfecto y hermoso. Apenas habían ocupado sus lugares en la gran mesa presidencial, cuando se les acercó Claudia con un sobre que llevaba una lazada malva
-Lo siento, pero no me puedo aguantar más; este es mi regalo de bodas para ti, hermanito- expuso emocionada besándolo con pasión en la mejilla y sonriendo feliz. Carla la miró intrigada mientras Cris abría el sobre pero ella solo le guiñó cómplice un ojo.
 -¡Dios mío mi vida!-exclamó conmocionado Cris llenándosele los ojos de lágrimas y miró radiante de felicidad a Carla que lo observó desconcertada- Nuestra Paloma ya es oficialmente la primera Chano Villar de la familia, mi amor- anunció entusiasmado mostrándole los papeles que tenía en la mano y Carla los examinó: eran los papeles de Paloma donde ya era legalmente su hija.
 -¡Oh Dios mío, Cris!- también clamó ella sin poder evitar las lágrimas y se abrazaron inmersos en una gran felicidad, besándose llenos de amor mientras toda la familia sonreía dichosa de ver tan feliz a la pareja. Después de una fantástica comida, llegó el baile que abrió la radiante pareja plenos de felicidad
 -¿Cuándo se acaba todo esto mi vida?- le preguntó hastiado Cris al oído mientras bailaban
-No sé ¿por qué?-le contestó inocente
-¿Tú por qué crees? No puedo aguantarme más mi ángel, mi cuerpo te reclama a gritos; y ese escote no ayuda mi vida- susurró ansioso aprisionándola contra él con pasión, ella sonrió dichosa
-El mío también, tiene hambre de ti mi amor- él clavó sus ojos llenos de deseo en los de ella -Vámonos entonces cielo- murmuró embaucador besándola ardiente en el nacimiento del cuello -Ahora no podemos ¡todos nos miran Cris!- le dijo zalamera
-¿Y qué? ¡Quiero estar con mi esposa! ¿Tiene eso algo de malo?- protestó fastidiado
-Pues te aguantas chaval- le dijo en tono bajo y divertido su padre junto a ellos- Le toca bailar al padrino con la novia y a ti con la madrina, o sea: tu madre ¡Así se te pasara un poquito... esas ansías!- expresó burlón arrebatándole a Carla de entre sus brazos
-Pero papá, Carla necesita descansar...- protestó hábil
-Ya, ya... ese cuentito se lo dices a otro- replicó guasón alejándose de él mientras llevaba con mucha delicadeza y con una precisión envidiable en el baile a Carla entre sus brazos; ambos reían divertidos observando la cara de incordio de Cris.
 -¿Cómo lo estás llevando, Carla?- se interesó el doctor Gerardo junto a ellos bailando con su esposa. -Bien doctor, un poco abrumada por todo, pero bien
-Deberías retirarte a descansar, no olvides que no estás en condiciones de hacer excesos... No te conviene abusar y menos viajando mañana- le dijo cariñosamente
-¿Lo ves papá? ¡Eso mismo estaba diciendo yo hace unos segundos, Gerardo!- exclamó lleno de razón Cris muy atento
 -¡No me creo para nada que fuera eso exactamente lo que tu mente rumiaba, descerebrado!- reprochó chistoso su padre y todos rieron divertidos
Decidieron marchar, se despidieron de Paloma que estaba encantada de quedarse en casa de los abuelos con los primos y se dirigieron al coche rodeados de la familia e invitados. Después de despedirse de todos, se alejaron felices. Llegaron a casa y Cris la tomó en brazos así cruzaron el umbral de la puerta
-¡Por fin solos mi vida! Ya me estaba desesperando- declaró complacido y la subió raudo por las escaleras sin parar de devorarse las bocas mutuamente desesperados y rabiosos de pasión. Carla le arrancó rápida la chaqueta y el chaleco, y ya desabrochaba con manos hábiles su camisa mientras él se peleaba impaciente con los abundantes y minúsculos botoncitos del vestido en la espalda de Carla -¿Por qué rayos tiene esto tantos botones y tan pequeños? ¿No podía llevar una simple cremallera como todos los vestidos o qué?- protestó desesperado, ella se rió divertida y él la miró desconfiado- ¡¿Esto es cosa de la graciosa de Ari, verdad?! ¡Pues a la mierda!- exclamó resuelto y tiró de ambas partes del vestido saltando los botones por el aire
 -¡¡Cris!!- clamó atónita
-Si no lo vas a volver a usar ángel mío… Ni éste ni otro; desde hoy ya no permitiré que te vayas de mi lado- expuso rotundo y atrapó su boca ardiente de nuevo. La cogió en brazos y la depositó suavemente en la cama. Fue presuroso, casi desesperado por la pasión y todo aquel deseo acumulado durante el día, pero Cris no perdió su cordura ni su delicadeza en ningún momento. Así desahogaron aquella necesidad ambiciosa que los devoraba, se quedaron sumamente complacidos uno junto al otro abrazándose apasionados mientras Cris acariciaba su vientre suavemente. Al poco rato, lo besó con ternura y comenzó a subir besando todo el cuerpo de Carla lentamente pasando de la ternura a la pasión en instantes, ella le correspondió en seguida entre suspiros y leves gemidos que iban en aumento poco a poco. Ambos estaban hambrientos el uno del otro y aún no se habían saciado lo suficiente. Esta vez fue reposado, calmoso, llegando a la locura con cada caricia mutua que se regalaban, pero lleno de pasión y deseo. El clímax fue tremebundo con una culminación explosiva. Se durmieron abrazados, agotados y completamente satisfechos.
Durmieron hasta tarde y aún se amaron apasionadamente antes de tomar el vuelo que los llevó a pasar una semana de encanto a una isla de la Riviera italiana preciosa y muy tranquila con unas aguas cristalinas en medio de unos parajes espectaculares.
 Los días pasaban tranquilos, Carla iba llevando bien el embarazo con todas las precauciones y atenciones del mundo y nunca la dejaban sola ni un instante. Las mañanas las pasaba, acomodada sobre unos mullidos cojines en el balancín o en una hamaca tomando el sol mientras no calentaba demasiado y disfrutando de los juegos y travesuras de los niños a su alrededor junto a la compañía del abuelo Alonso que últimamente no iba a la empresa por las mañanas para cuidar y atender a Carla y los niños mientras Claudia y Marina se ocupaban de sus quehaceres diarios. Y por las tardes, tras dormir obligatoriamente una siesta al fresco de su dormitorio mientras el calor era acuciante, daba pequeños paseos por el jardín con Marina, o a veces la llevaba hasta la ciudad Claudia para sacarla algo de casa. Aunque los fines de semana, Cris se había empecinado en pasarlos en su casa porque quería disfrutar de ellas un poco a solas ya que en aquella casa la intimidad no era mucha precisamente siempre rodeada Carla de atenciones y mimos. Y como solo eran dos días, ya que el domingo por la noche regresaban, él se valía perfectamente para encargarse de todo.
 Cris y Claudia la acompañaban a las todas las revisiones con el doctor Gerardo, a parte de Ari naturalmente, que esperaba ansiosa la noticia de que era una niña. Y al fin la obtuvo: sí, para la inmensa alegría de Cris que aunque no había dicho nada hasta aquel momento también lo deseaba inmensamente y una enloquecida Ari, el doctor Gerardo anunció que era una niña.
 -¡Pues hay que empezar a pensar nombres de niña, entonces!- exclamó ilusionada Marina cuando dieron la noticia en la casona que todos recibieron entusiasmados
-Alejandra; se llamará Alejandra- aclaró rotundo Cris sin opción a protestas. Carla lo miró emocionada y, abrazándose arrebatada a él, no pudo aguantar las lágrimas de alegría.
Ari, apenas cumplido Carla los seis meses de embarazo, tenía ya, tanto en la casona como en la de ellos, la habitación del bebé totalmente preparada sin faltarle ni el más mínimo detalle. Carla muchas veces entraba en ellas y, acariciando su abultado vientre, lloraba de emoción al ver aquellas habitaciones de ensueño y todas aquellas ropitas tan bonitas y delicadas que Ari había escogido con un gusto exquisito. Pero lo que la conmovía tremendamente era el amor de Paloma a “la barriguita de su mami”. Siempre que llegaba de la escuela, a la que iba feliz con sus primos, o muchas veces estando jugando entretenida, echaba a correr de pronto y la besaba tiernamente quedándose muy quieta y expectante esperando que Alex le contestara y sonreía dichosamente complacida así el bebé se movía. A pesar de que Carla ya estaba entrando en los ocho meses y apenas podía ya moverse pues las probabilidades de un parto prematuro estaba a la orden de cualquier posibilidad, Cris seguía empeñándose en ir a pasar los fines de semana en su casa solos los tres. La verdad es que Carla tenía que reconocer que estaban mucho más tranquilos en la paz de su casa sin todos revoloteando a su alrededor atosigándola con tanto mimo, que ella agradecía tremendamente, pero a veces resultaba agobiante; y a él se le podía ver más feliz atendiéndolas amoroso e ilusionado y jugando dichoso con Paloma que la tenía para él solo por lo menos un par de días.

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