lunes, 27 de abril de 2015


    Cuando a los dos días regresó a la ciudad, ilusionado cada vez más con aquella idea, empezó a buscar una casa hermosa que comprar donde formar una familia. Encontró una en las afueras de la ciudad rodeada de una frondosa arboleda que la ocultaba de la carretera principal. El sitio perfecto para que los niños jugaran a su libre albedrío sin problemas de tráfico y rodeados de sana naturaleza. Era una construcción muy moderna y enorme: tenía cinco dormitorios, un salón muy amplio con chimenea y una cocina realmente espaciosa separada por un arco del comedor; de grandes ventanales y sin tejado cuya estructura era en forma de “U” bordeando una gran piscina en medio. Pero lo que más encantó a Jaime fue que era de planta baja, así no habría miedos ni preocupaciones de peligrosas escaleras mientras los niños eran pequeños; y sobre todo, toda aquella luz natural que inundaba la casa por completo pues, además de los grandes ventanales en todas las estancias, las paredes de la cara interna de la casa eran todas puertas corredizas acristaladas que daban a la piscina desde cualquier punto de la casa dejando entrar también gran cantidad de sol.
-¿Te gusta cielo?- le preguntó entusiasmado a Clara besándola tierno en la sien mientras se la mostraba
-La verdad Jimmy ¿para qué quieres una casa tan enorme si vas a vivir solo?- expresó frunciendo disconforme su nariz
-¡¿Cómo solo?! ¿Y tú? ¿Y mis padres Clara?- exclamó descolocado, ella lo miró pasmada
-¡Ah pero... ¿vas a vivir con ellos?!- expuso atónita, él frunció desconcertado el ceño
-Vivo ya con ellos, Clara- aclaró perplejo
-Ya, sí... pero pensé que era algo provisional- murmuró suavemente dándole la espalda esquivando descaradamente su mirada, a Jaime su voz le sonó desagradada; la sujetó por el hombro obligándola a volverse y mirarlo a los ojos
-¿Te molestan mis padres?- expresó directo mirándola desconfiado
-¡No, claro que no; solo que me sorprendió, nada más!- resolvió rauda sonriéndole despreocupada; aunque él no quedó nada convencido- pero aunque se vengan ellos a vivir aquí también... sigue siendo enorme- intentó cambiar de conversación
-No creas cielo, piensa que quitando el dormitorio principal, el de mis padres y que uno de los cuartos lo voy a necesitar de despacho; solo quedan dos dormitorios y buena falta van a hacer... aunque otra ventaja que tiene de poseer este enorme terreno alrededor, es que siempre podemos aumentarle un par de habitaciones más...- expresó examinando complacido su alrededor
 -¡¿Más habitaciones?! ¡¿Para qué?!- clamó mirándolo como si se volviera loco de repente
 -Para los niños Clara- exclamó contundente, ella abrió pasmada los ojos
-¡¿Qué niños, Jimmy?!- expresó sin comprender nada
 -Los que vamos a tener- aclaró y ella aún abrió más sus ojos mirándolo como si creyera que realmente se había vuelto loco; él entrecerró desconfiado los ojos- ¿O es que acaso no quieres tener algún día hijos Clara?- interrogó sospechoso, ella soltó una pequeña bocanada de aire por la boca como si quisiera salir rápidamente de un incómodo trance
-Sí, claro, pero tú lo has dicho: algún día- balbuceó esquiva, como por compromiso, como si realmente no pensara nunca tenerlos, aquello a Jaime no le gustó nada...
Pero pese a las contradicciones que Clara le puso, se la compró igual. Entusiasmado, les propuso a sus padres irse a vivir con él; ellos se negaron a hacerlo intentando hacerle comprender muy cariñosamente ante su insistencia que algún día formaría su propia familia y no era plan de ellos andar por medio estorbando a unos recién casados; él sonrió apesadumbrado… su propia familia, con la reacción de Clara lo veía muy poco probable... si fuera Lucía... con ella sí que se veía realmente feliz rodeado de una bonita familia... ¡¡Dios ¿cómo iba a rehacer su vida si seguía añorándola de aquella forma? Tenía que olvidarla de una vez!!
Se mudó emocionado a su nueva casa; pero, pese a que Clara se quedaba muchas noches, nunca se decidió a proponerle definitivamente que se mudara con él y nunca logró entender muy bien el por qué negándose tercamente a reconocer que subconscientemente seguía esperando que Lucía regresara a su lado.
Al cabo de un tiempo extrañaba muchísimo a sus padres, aún más inmerso en la soledad de aquella enorme casa vacía, y sentía cada vez más la necesidad de tenerlos cerca. Entonces, muy decidido, mandó construir una casa para sus padres muy cerca de la de él a la que se llegaba dando un pequeño y bonito paseo entre la arboleda y, ahora sí, sus padres aceptaron mudarse encantados. Estarían cerca, cosa que ellos también deseaban, pero cada uno en su casa.
-¡¡Dios, que pesadez; no sé cómo puedes soportarlo, chico!!- exclamó asqueada Clara dejándose caer agotada sobre uno de los elegantes sofás blancos de la sala de estar de Jaime a la llegada de su segundo viaje a la capital
-Culpa tuya, no sé por qué te empeñaste en acompañarme; a mí no me hacías falta- respondió desenfadado dejando su chaqueta del traje negro que llevaba puesto sobre el respaldo del sofá y, dirigiéndose al mueble bar, se sirvió un whisky mientras se aflojaba la corbata
-Te “entusiasmas” demasiado siempre que tienes que ir a la capital...- expresó sarcástica sin pensar, la mirada ofendida que Jaime le clavó le hizo darse cuenta de que había hablado de más y le había hecho daño con su comentario
 -Me gusta mucho este nuevo proyecto que estamos a punto de cerrar, Clara- aclaró contundente aunque su mirada no se suavizó nada y seguía reprochándole su sarcástico comentario
 -A eso me refería cielo, a nada más- intentó remediar sonriendo intentando parecer inocente
-¡Ya!- exclamó déspota esbozando una leve sonrisa cínica y se bebió el whisky de su vaso de un trago sirviéndose a continuación otro- además estoy pensando que sería muy ventajoso para nosotros sanearlo y que continúe con lo que hace en vez de desmantelarlo y dedicarlo a otra cosa como hacemos siempre; la informática es el futuro y puede darnos muy buenos beneficios a muy corto plazo...- siguió explicando más relajado, ella lo oía interesada en su idea.
-¡Oh, ya han regresado; estaba en la habitación de atrás y no los oí llegar!- se sorprendió la señora que Jaime tenía contratada para atender la casa cuando se los encontró en la sala, ella y Jaime se sonrieron amistosos- he acabado con la plancha y ya me voy ¿necesitas algo para mañana, Jaime?- se interesó animosa pues a veces se encargaba de la compra de paso que venía de la ciudad a la mañana siguiente; Jaime negó con la cabeza sin dejar de sonreírle agradecidamente cordial
-¡¿Cómo que se va?! ¡Usted no se va a ninguna parte todavía; antes tiene que preparar la cena!- expresó intransigente y autoritaria Clara, la buena mujer elevó incrédula las cejas al escuchar hablarle así a aquella mujer ¿quién se creía que era ella para ordenarle nada y mucho menos con ese tonito? Miró interrogante a Jaime demostrándole desacaradamente a Clara que era él quien debía darle la orden
-No le hagas ni caso Cata, puedes irte cuando quieras- resolvió muy sereno
-¡¡Jimmy!!- exclamó sorprendida Clara
-¡¡Cállate Clara!! ¡¡Cállate de una puta vez o no sé qué acabaré haciendo!!- clamó furioso de repente sobresaltando a ambas mujeres; Jaime miró muy enfadado a Clara- ¡¡que sea la última vez que le hablas así a Catalina y menos en “mi casa”¿entendido?!! ¡Me tienes muy harto con tus aires de superioridad ¿Quién te crees que eres para tratar así a los demás?!- le reclamó muy ofendido, Clara lo miró irritada por llamarle la atención delante de Catalina
-Jaime, no importa, de verdad... puedo preparar algo si...- intentó calmarlo amable la buena mujer -¡No Cata!- la interrumpió rotundo pero le sonrió agradecido al segundo siguiente- no es necesario que no tengo hambre, pero gracias igualmente; además, siempre me preparé yo la cena para no poder hacerlo hoy, tú vete a casa, nos vemos mañana- resolvió de nuevo amistoso, ella lo miró unos segundos indecisa de obedecer y él remarcó aún más convencido su amena sonrisa
-Está bien, hasta mañana entonces.
 Esther, ya metida en cama junto a su esposo, lo observaba intrigada como estaba más pensativo y serio que nunca con la mirada clavada en el techo del dormitorio
-¿Qué te pasa mi vida?- se interesó tras un buen rato de estar ambos en silencio
-Hoy han estado otra vez los de esa dichosa corporación en la empresa- respondió apagadamente sin apartar sus ojos del techo, ella posó tierna su mano sobre su pecho y apoyó su mentón sobre ella mirándolo preocupada
 -¿Y a ti qué te parece?- curioseó intrigada
-Sospecho que van a llegar a acuerdo con el señor Velázquez; a ese tal Ventura, por las preguntas que ha estado haciendo a todo el personal, parece interesarle mucho nuestra empresa y todo lo que allí hacemos- explicó sin tampoco moverse
-Eso puede ser bueno cielo, a lo mejor no la dedican a otra cosa y la mantienen como está- expuso esperanzada, ahora sí, él la miró interesado en su comentario
-Pues puede que tengas razón...- murmuró más animado, ella le sonrió audaz y él se la devolvió agradado con la idea
-¿Y qué sensación te da el hombre ese?- preguntó interesada, Carlos suspiró profundamente y empezó a acariciarle tierno los hombros con la mano con la que la recogía amoroso contra su cuerpo -Él parece buen tipo: amable, educado, muy agradable; y tiene una mirada y una sonrisa que expresan sinceridad y confianza- explicó resuelto pero la miró inquieto- pero ella...- añadió moviendo disconforme la cabeza
-¿Ella? ¿Qué ella amor?- indagó desconcertada
-Hoy vino con su socia... una pelirroja, muy guapa por cierto, pero con unos ojos fríos y calculadores; altiva y con unos aires de superioridad que se ve a leguas que no le importa nada pisar las cabezas que hagan falta con tal de salirse con la suya; no me dio ninguna confianza- aclaró frunciendo asqueado su boca, Esther lo besó amorosa en el pecho
 -Bueno, tú no te preocupes por eso; eres muy inteligente y como entendido en informática tienes poca competencia; si son inteligentes y así lo parecen, no te dejarán escapar- aseguró orgullosa de su esposo que le sonrió complacido con sus halagos
-¿Habla tu cabeza o tu corazón cielo mío?- expresó guasón mirándola pícaro
 -Habla todo mi ser- aclaró apasionada y atrapó en un ardiente beso la boca de Carlos.
-¡Vaya, ya está de vuelta! ¿Qué tal por esas tierras del sur?- lo recibió amistosa su secretaria
-Mucho calor Martita, muchísimo calor- respondió desenfadado pellizcándole cariñoso la mejilla con dos de su dedos, ella rió entretenida- ¿Y Pedro y Clara? Necesito hablar con ellos
-Reunidos en el despacho de Pedro desde esta mañana, al parecer hay un problemilla con una de las fábricas del norte- le indicó más seria, él movió sorprendido las cejas dando a entender que era la primera noticia que tenía de ello
 -Voy a ver qué ocurre...- indicó intrigado pasándole su elegante maletín de piel que llevaba en su mano, ella lo recogió al instante- por favor, prepara los papeles de la empresa de la capital: quiero irme a cerrar el trato cuanto antes
-Eso está hecho jefe- contestó resuelta y servicial, él le sonrió agradecido dirigiéndose ya hacia el despacho de Pedro
-¡¡Que bien que hayas llegado por fin!!- exclamó Pedro así lo vio entrar, ambos estaban muy inquietos y sus rostros serios como si hubieran estado discutiendo
-¿Qué ha pasado? Marta dice que hay un problemilla con una de las fábricas del norte...- se interesó despreocupado
-¡¿Un problemilla?! ¡¡Eso es poco Jaime, tenemos un serio problema en la conservera y necesitamos que te vayas para allá de inmediato!!- aclaró muy nervioso, él los miró a ambos sin entender
-Ha bajado la producción una barbaridad en estos dos meses y hemos estado intentando arreglarlo, pero ahora aparece el sindicato diciendo que no está de acuerdo con lo que decidió la patronal y amenaza con una huelga indefinida- explicó Clara
-¡¿Una huelga indefinida?!- repitió sorprendido- ¿Quién ha estado intentando arreglarlo? ¿Tú?- preguntó interesado hacia Clara
-Sí ¿por qué?- respondió inocente, Jaime cerró los ojos unos segundos resoplando fastidiado abriéndolos al instante siguiente y mirándola irritado
 -¡¡Porque tú negociando con los empleados eres peor que un elefante en una cristalería, joder; vas dejando un reguero de destrozos alucinante Clara!! ¡¡Tienes menos mano izquierda que un manco y crees que con tu altanería e imponiendo órdenes consigues algo cuando es al contrario!!- regañó muy enfadado
-¡Oye!- exclamó ofendida
-¡Ni oye ni hostias, Clara; es la verdad y lo sabes!- la calló al instante- ¡Te lo tengo dicho hasta la saciedad: baja esos humos que te gastas o nos traerán problemas, pero tú nada!
-Necesitamos que te vayas para allá e intentes arreglarlo antes de que se convierta en un auténtico desastre- indicó Pedro
 -¡¡Claro, ahora como siempre le toca ir al gilipollas a arreglar lo que esta atolondrada revoluciona!!- protestó molesto, ambos callaron sin atreverse a contestarle- Pues yo pensaba irme a la capital a cerrar el trato de una vez- aclaró fastidiado
 -De eso puede encargarse Clara; de verdad que a ti te necesitamos en el norte, Jaime...- habló casi con súplica Pedro
-¡¡No, a la capital quiero ir yo!!- clamó contundente y demasiado precipitado
-¡¡Claro, cómo no!! ¡¿Sueñas aún con encontrártela, verdad ingenuo?!- exclamó sarcástica Clara mirando desdeñosa a Jaime
-¡¡Mira estúpida, yo no sueño con encontrar a nadie, pero no voy a dejar que cagues también esto; así que cállate o acabaré perdiendo la poca paciencia que me queda contigo!!- masculló apretando furioso los dientes y salió del despacho dando un tremendo portazo; aunque más pareció una huida... Pedro miró descolocado a Clara
 -Pero... ¡¿aún sigue empecinado en Lucía?! Creí que ya la había olvidado; que entre tú y él había algo...- expresó completamente descolocado
 -¡No te enteras de nada ¿verdad?! Sí estamos juntos, Pedro; ya llevamos casi dos años... pero a ese niñata estúpida no hay manera de borrársela de ese cabezón cuadrado que tiene, está obsesionado con ella y más ahora con este trato en la capital pues sabe que ella está allí- explicó dolida
-¡¿Lucía vive en la capital?!- exclamó atónito abriendo asombrado sus ojos, ella asintió con la cabeza- ¡¡Hay va la hostia!! ¡¿Y desde cuándo?! ¡¿cómo lo habéis averiguado?! ¡¿Acaso sabe dónde encontrarla?!- se interesó esperanzado
-¡No Pedro, no sabe dónde encontrarla! ¡Y muchas gracias ¿eh? puedes irte un poquito a la mierda tú también!- expresó fastidiada por su alegre tono de ilusión y también se fue del despacho
 -¡Lo siento, no quise ofenderte cielo; perdóname Clarita!- gritó arrepentido pero ella no regresó
-... Y hazme el favor de llamar a Cata, dile que me prepare una bolsa con ropa para dos o tres días y que me la acerque mi padre cuanto antes, a ver si soluciono hoy mismo lo de la conservera y me bajo a la capital a firmar el acuerdo de una vez o alguien se nos adelantará...- le indicaba Jaime a su secretaria cuando Clara se dirigía a su despacho
 -¡¿Va a irse de nuevo?! ¡¡Acaba de llegar tras hacerse un montón de kilómetros y está sin descansar Jaime!!- indicó preocupada Marta, él movió desenfadado los hombros
-Marta tiene razón, ve en avión esta vez Jimmy; yo me encargo de los pasajes- se ofreció cariñosa Clara
 -No, sabéis que prefiero ir en mi coche; pero si me siento cansado pararé, os lo prometo- resolvió sonriéndole tranquilizador a ambas mujeres y se encerró en su despacho, Clara y Marta se miraron derrotadas ante su terquedad.
Tras todo un día de duras negociaciones con los representantes del sindicato, logró llegar a un acuerdo mutuamente beneficioso y la huelga fue por fin cancelada. Sin perder más tiempo, se dirigió directo a la capital. Sin detener su acelerada carrera, no dejaba de hablar por el móvil con Pedro dándole a conocer el nuevo tratado con la conservera, cosa que les llevó a una pequeña discusión ya que Jaime tuvo que acceder a algunas condiciones sindicales que no le gustaron a Pedro pero no tuvo más remedio que aceptar o la amenaza de huelga cogía más fuerza; después se pusieron a repasar las cláusulas del contrato que iban a absorber realizándole Clara y Pedro algunas mejoras beneficiosas tanto para ellos como para el vendedor y, listo todo, concretó cuanto antes una cita para encontrarse con el señor Velázquez logrando que fuera aquella misma tarde a las cinco.
 La reunión se alargó hasta pasadas las nueve de la noche. El anciano señor Velázquez era un hueso duro de roer y quería dejar bien claro todas sus condiciones antes de firmar. Cuando acabaron, Jaime sentía agotamiento en todo su cuerpo, estaba cansado física y mentalmente tras aquellas dos largas jornadas de negociaciones así que, mientras guardaba su maletín y su chaqueta del traje azul marino que llevaba puesto en el asiento trasero de su coche, pensaba si no sería mejor buscar un hotel y quedarse hasta el día siguiente... seguía dándole vueltas indeciso a aquella idea cuando se vio atrapado en un tremendo atasco en el centro de aquella ruidosa y atestada ciudad. Pasaron casi diez minutos sin moverse ni un milímetro y rodeado de coches cuyos conductores no cesaban en sus atronadores bocinazos, parecía que no iba a salir nunca de allí y su paciencia empezaba a acabarse sintiendo una irritación algo descomunal ¡¿Quedarse en aquella locura infernal?! ¡¡No, se iba a casa pero de inmediato!! resolvió determinante
 -¡¡Lucía, acaban de mandar aviso de una urgencia en quirófanos y te necesito a mi lado, vamos!!- avisó acelerada la doctora Arteche apareciendo en la sala de enfermeras
-Sí doctora- le contestó educada y la siguió a paso apresurado hacia los ascensores- ¿Qué ha ocurrido?- indagó curiosa mientras bajaban a quirófanos
-Un accidente de tráfico, el paciente tiene destrozado un brazo y una pierna, pero el brazo sobre todo no puede esperar; hay que recomponérselo cuanto antes ya que les ha costado mucho sacarlo de entre el amasijo de hierros en el que quedó su coche y el tiempo va en su contra, podría perderlo- le explicó preocupada
-Pobre hombre- murmuró estremecida Lucía y ambas se miraron conmovidas.
Mientras la ayudaba a ponerse el mandilón y el gorro así acabó de lavarse, se encontró a través de la cristalera con la tierna mirada del doctor Martínez que le sonrió dulcemente como siempre hacía, ella le correspondió
-¿Qué hace aquí el doctor Martínez?- se interesó curiosa
-Una de las costillas que ha fracturado le afectó un pulmón, él se encargará de eso mientras nosotras le recomponemos el brazo para no perder más tiempo- contestó resulta y entró rauda en el quirófano mientras ella se colocaba su gorro y mascarilla siguiéndola de inmediato. La doctora le hablaba animosa al paciente que ya estaba sobre la camilla cubierto con una sábana verde rodeado de tres asistentes más. Lucía se posicionó junto a la doctora e iba a atarle la mascarilla cuando sus ojos se encontraron de nuevo con el doctor Martínez, volvieron a sonreírse a través de las mascarillas y la mirada de Lucía se fue de refilón al paciente; su corazón se detuvo de pronto y quedó paralizada cuando aquellos ojos grises del paciente, ya medio borrosos de la anestesia, se clavaron en los de ella… habían pasado cinco años, estaba más fornido y ahora llevaba bigote y perilla muy bien cuidada y recortada; pero aquel atractivo rostro y aquellos hermosos ojos nunca los olvidaría en la vida: ¡¡era Jaime!!
 -Soy la doctora Arteche y también está aquí el doctor Martínez, no se preocupe de nada que todo saldrá bien y pronto estará de nuevo perfectamente ¿vale?- oía hablar muy amable a la doctora entre aquella espesa bruma que empezaba a embotarle la cabeza y que hacía que aquel dolor insoportable empezara a calmarse; pero él no podía apartar su mirada de aquellos impresionantes y lindos ojos color café de aquella enfermera que acababa de llegar, eran preciosos y tan expresivos... le recordaban tanto a los de su Lucía; su hermosa Lucía… la cabeza se le iba, caía en una hermosa ensoñación en dónde aquel insoportable dolor se esfumaba al fin y las voces se alejaban cada vez más... sus ojos se le cerraba pero no podía apartarlos de aquella enfermera... ¡¡Dios, como se parecía a su Lucía, si se quitara la mascarilla y pudiera comprobar si realmente era ella...!! Por fin cerró los ojos- Bueno, parece que el paciente ya está listo…- expuso resuelta la doctora y el anestesista asintió con la cabeza- entonces empecemos… bisturí- le pidió decidida a Lucía pero ella seguía paralizada mirándolo atónita- ¡¡Lucía, el bisturí!!- bramó contundente asustándola de tal forma que tropezó con la bandeja de instrumental cayéndose al suelo formando tremendo escándalo que sobresaltó a todos ¡No podía ser! ¡¿Había oído bien?! ¡¿Aquella doctora había llamado a su ayudante “Lucía”?! ¡¡No podía ser, había oído mal... ¿o tal vez no...?!!- ¡¡Por Dios bendito Lucía!! ¡¿Qué has hecho muchacha?!- exclamó atónita la doctora al ver todo el instrumental por el suelo y Jaime volvió a escucharla entre aquellas espesas brumas que le embotaban la cabeza
 -La has asustado Arteche- la defendió raudo el doctor Martínez- ¿estás bien Lucía?
¡¡Sí, había oído bien, la llamaban Lucía!! ¡¡Ahora no podía dormirse sin averiguar si era su Lucía, tenía que luchar contra aquella bruma hasta asegurarse que era ella!! Sin saber cómo y sobrecogiendo a todo el personal médico, Jaime abrió los ojos clavándolos durante unos segundos en Lucía que abrió impresionada aún más los suyos mirándolo asustada ¡¡Sí era ella, su Lucía!! ¡¡Lucía!! ¡¡Mi bella Lucía, toma mi mano mi amor!! Intentó gritar pero sin éxito… solo logró balbucear algo ininteligible que nadie logró comprender y volvió a cerrarlos cayendo por fin totalmente dormido y dejando a Lucía lívida sin poder apartar sus ojos de él

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