viernes, 24 de abril de 2015


     Pero no estuvo mejor, se sintió mal todo el día. La cabeza no paraba de darle vueltas, estaba muy mareada y media ida. Al servirle una hamburguesa a un cliente, las tripas volvieron a revolvérsele como le ocurriera con los espaguetis de otro cliente hacia apenas unos minutos y el bistec con puré de otro... corrió al baño de nuevo por tercera vez en apenas media hora.
-Te vas a ir al médico ahora mismo, Lucía; ya no permito excusa posible- le dijo cariñosa pero tajante su jefa al encontrársela al salir del baño- Así no me puedes trabajar cara al público cielo ¿sabes qué mal efecto hace mirarte esa cara entregando las comidas? Le quitas las ganas de comer a cualquiera cuando pones esa cara de asco, chica- bromeó tierna y ambas sonrieron amistosas
-Acabo el turno y me acerco
-No, te vas ahora mismo- aclaró contundente entregándole el bolso y la chaqueta que ya sostenía en la mano- y ve tranquila; te apuntó el día completo y yo te hago lo que te resta de turno- se ofreció amistosa y ella le sonrió agradecida
-Gracias Puri, te lo agradezco; la verdad es que me encuentro realmente mal- reconoció finalmente -¡¡Terca chiquilla!! Anda ve, y avísame de lo que te dice el médico que me quedo preocupada
 -No ha de ser nada, catarro o gripe seguramente- expuso agradecida y se fue al hospital. Preguntó por Esther en información y la vio acercarse al poco tiempo con su uniforme de pantalón y chaqueta blanca, se sonrieron animadas
 -¿Qué haces aquí? ¿Sigues encontrándote mal?
-Sí, ahora no paro de vomitar y estoy muy mareada; también tengo escalofríos
-Lo que yo digo, probablemente estás incubando una gripe corazón... Ven, te llevaré con el doctor Martínez que en estos momentos está libre- echaron a andar hacia los ascensores- ¿Y sigues sin tener fiebre?- se interesó mientras ya le tocaba dulcemente la frente, Lucía negó con la cabeza- No, pues no tienes- aseguró tras reconocerla; llegaron al tercer piso y Lucía la siguió hasta delante de uno de los consultorios al que Esther llamó suavemente a la puerta donde entró indicándole a Lucía que esperara un momento. Volvió al segundo a buscarla
-Pasa, el doctor Martínez puede verte ahora mismo- la invitó a pasar encontrándose frente al médico sentado a su mesa. Era un hombre maduro, de unos cuarenta años, con sienes canosas y bigote muy negro. Al verlo tan moreno, como le ocurría siempre que veía a un hombre así, se acordó irremediablemente de Jaime y el corazón empezó a latirle presuroso.
 -Hola ¿Lucía, verdad?- expuso amablemente el doctor invitándola a sentarse, ella asintió con la cabeza- ¿Qué te ocurre?
 -Pues estoy muy mareada y la cabeza se me va... También llevo toda la mañana vomitando y sufro escalofríos, doctor; pero no tengo fiebre.
 -¿Podrías estar embarazada?- se interesó ameno escribiendo en su dossier
-No, doctor, imposible- aseguró rotunda y se sonrieron cordiales.
-Vale, pues vamos a ver entonces; siéntate en la camilla, por favor… Ayúdale Esther
-Sí doctor- respondió servicial Esther y la guió a la camilla. La examinó a fondo, al mirarle los ojos torció brevemente la boca desaprobadamente
-¿Ocurre algo?- preguntó alertada Lucía al verle realizar aquel gesto
-Hay muestras claras y contundentes de anemia, pero vamos a asegurarnos bien- indicó muy profesional y se volvió hacia Esther- prepáralo todo, vamos a hacerle un análisis de sangre y otro de orina- ordenó amable, regresó su mirada a Lucía y le sonrió ameno- Ya que estás aquí, vamos a hacer un chequeo completo- indicó amable, Lucía asintió con la cabeza y siguió a Esther.
Tras realizarle todas las pruebas en un box de urgencias, regresaron al consultorio del doctor. Él las recibió con una agradable sonrisa
 -Vamos a abrirte una ficha mientras esperamos; tómale los datos Esther
-Sí, doctor- Esther cogió un bloc y comenzó a hacerle preguntas: nombre completo, edad, enfermedades anteriores, enfermedades de sus padres… a esas preguntas no hubo respuestas ya que no sabía absolutamente nada de ellos; su madre la había abandonado al nacer y de su padre no tenía ni idea de quien era… Mientras, el doctor miraba la pantalla del ordenador buscando algo. De pronto, miró a Lucía a los ojos
-¿Cuándo fue tu última menstruación, Lucía?- preguntó interesado
-Pues fue…- intentó contestar pero no estaba segura,quería recordarlo pero no podía; se quedó pensando un rato entrecerrando los ojos mientras echaba cuentas: cuando aún estaba con Jaime ya le había bajado hacía un par de semanas, y eso fuera hace cinco, entonces…Tenía que haberle venido ya pero no recordaba haberle bajado…
-No te esfuerces, Lucía… Tu última menstruación fue hace más de cinco semanas porque estás embarazada- anunció el doctor
-¡Imposible!- aseveró rotundamente, el doctor y Esther la miraron sorprendidos ante tal seguridad, ella los miró decidida- aunque Jaime no estaba de acuerdo en que yo tomara anticonceptivos ya que le aterraban los efectos secundarios que pueden producir, siempre tuvimos muchísimo cuidado y Jaime usaba preservativo…- aunque empezó a hablar muy decidida, su voz fue bajando de tono y perdiendo brío hasta quedar en apenas un murmullo al tiempo que su corazón se aceleraba y empezó a respirar apuradamente al recordar aquella maravillosa última noche con Jaime y que... ¡¡no habían usado nada!!- ¡¡Oh Dios mío!!- exclamó apenas sin aire abriendo aterrada sus lindos ojos color café- No, no puede ser… no por Dios bendito... ahora no, yo no puedo…- balbuceó muy nerviosa -Tranquila, Lucía… No va a pasar nada, serénate- intentó tranquilizarla el doctor sonriendo amistoso -No te pongas nerviosa, cielo; todo va a estar bien- habló cariñosa Esther sujetándole tierna la mano entre las suyas
-¡¡No Esther, nada está bien!! yo no puedo estar… ¡¡No qué va!!- balbuceó aterrorizada y miró esperanzada al doctor aunque se percibía un miedo atroz en sus ojos- ¡¿Puede ser un error doctor?! No… ¡¡es claramente un error!!… Mire ahí bien doctor, usted se ha confundido de expediente… mire bien: Lucía Salvatierra Castro…- insistió señalando nerviosa la pantalla del ordenador, él la miraba compasivo
-Lo siento pero no hay error posible Lucía: es tu expediente, son tus análisis y dicen que estás embarazada de cinco semanas- Lucía se quedó sin aliento y abrió sus ojos desmesuradamente
-¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios bendito!- exclamó impresionada ¡Clavado: la última noche que pasó con Jaime! se cubrió agobiada la cara con las manos- no, no… ahora no, no puedo...
-Mira, lo primero es no agobiarte así muchacha; no es nada bueno en tu estado- habló tierno sujetándole cariñoso la mano mientras le sonreía dulcemente, Lucía lo miró aunque no parecía calmarse- Hay soluciones… solo estás de cinco semanas y hasta cumplir la décimo segunda estás a tiempo de…
-¡¡No doctor, eso nunca!!- lo interrumpió rauda mirándolo asombrada- ¡¡nunca haría tal cosa!!
-Vale pequeña, y me parece estupendo pues a mí tampoco me gusta para nada esa opción; pero mi deber es decirte que tienes esa posibilidad y recordarte que aún tienes siete semanas para pensártelo bien y decidir más calmadamente…- expuso ameno pero Lucía seguía negando con la cabeza y él le sonrió satisfecho palmeándole tierno su mano aún entre las suyas- Perfecto pequeña, así me gusta: decidida y valiente; entonces no te preocupes por nada que todo saldrá bien ¿El padre…?
 -No hay padre doctor, eso se acabó- murmuró apesadumbrada, él le sonrió dulcemente
-Bueno, pues tampoco pasa nada ¿no te parece? Tú serás una madre maravillosa; me lo da la nariz y de eso entiendo porque tengo bastante- bromeó chistoso tocándose su recta aunque algo larga nariz y se sonrieron más relajados- ahora sí, tienes que cuidarte mucho: tienes una fuerte anemia y eso hay que vigilarlo pues en tu estado no es nada bueno; debes comer bien y a tus horas, procura descansar lo máximo posible… A ver si podemos pasar sin darte tratamiento pues no soy partidario a medicinaros en vuestro estado…- aclaraba animado y ella lo oía atenta a todas sus indicaciones sin pronunciar palabra
Ya en el ascensor, Lucía seguía callada y medio ida; Esther la miraba inquieta
-¿Me esperas un momento en la cafetería y nos vamos juntas?- propuso cariñosa y Lucía le sonrió afirmando con la cabeza aunque por sus ojos parecía estar en otro mundo.
 Fue a la cafetería del hospital, pidió un café y se sentó a una mesa sin poder dejar de pensar en ello… ¡Un hijo! ¡Iba a tener un hijo! ¡Iba ser madre! La inesperada noticia la había dejado impactada, pero... de pronto su corazón empezó a latir frenético y no pudo evitar sonreír dichosa mientras las lágrimas empezaban a correr por sus mejillas, iba a ser madre, iba a tener un hijo... ¡¡de Jaime!! ¡¡Del hombre que más amaba en la vida!! ¡¡un pequeño pedacito suyo crecía dentro de ella!! Jaime se había negado a quedarse relegado en su pasado y le había dejado algo muy grande en demostración de ese gran amor que se tuvieran; y eso era la cosa más maravillosa del mundo que podía haberle pasado... Cuando regresó Esther, se sobresaltó al encontrársela llorando
 -¡¿Qué te ocurre?!- preguntó inquieta, Lucía la miró emocionada a los ojos sin poder contener las lágrimas
-¡Que soy muy feliz, Esther! ¡Voy a tener un hijo, un hijo! ¿Te lo imaginas?- exclamó radiante de felicidad
-Sí, es algo maravilloso preciosa mía- expuso enternecida y ambas se sonrieron dichosas; pero de pronto, Esther la miró fijamente a los ojos- ¿Y el padre cielo?- preguntó curiosa, Lucía se puso sería -Ya no estamos juntos Esther, eso se acabó- respondió apagadamente bajando su mirada a su café esquivando la mirada entristecida de Esther
-Pero tendrás que decírselo ¿no?
-¡No! ¡¿por qué?!- clamó sobresaltada mirándola amedrentada
 -¡¿Cómo que por qué Lucy?!- exclamó atónita mirándola con asombro- ¡También es su hijo Lucía! Tiene derecho a saberlo- aclaró contundente, Lucía la miró fijamente sopesando en si podría confiar en ella; necesitaba sacar de dentro toda aquella angustia que sentía desde que abandonara a Jaime… sí, era buena amiga y podía confiar en ella.
 -Esther… él me debe estar odiando muchísimo, seguro que de lo último que querrá saber en estos momentos es de mí; yo lo abandoné sin darle ni una explicación… con una insulsa nota únicamente…- empezó a hablar y acabó contándoselo todo. Al acabar, Esther tomó aire profundamente elevando impresionada las cejas
-La verdad es no te has portado bien Lucy, nada bien- reprobó sincera aunque mirándola dulcemente- si él te amaba tanto como dices, no estuvo bien ni tenías ningún derecho a hacerle tanto daño abandonándolo así; debiste hablarle, explicarle cómo te sentías y él probablemente te ayudaría a buscar una solución a esa inquietud... y sobre todo Lucía, desde el principio debiste siempre hablarle, aclararle que no te gustaba su forma de actuar... Lucy: el que calla, otorga; y tú al callar le hiciste creer que no te importaba que él lo manejara todo y pensó que hacía lo correcto y lo mejor para ti; la culpa fue toda tuya cielo, por no hablarle claro...- se calló unos segundos- bueno, por lo que cuentas: ni claro ni con indirectas, siempre callaste; así que ahora no está bien que le eches a él la culpa de sentirte manejada- recriminó sincera
-Lo sé, lo sé...- murmuró bajando la cabeza avergonzada mientras las lágrimas volvían a correr por sus mejillas
 -Lucy, cielo...- habló cariñosa posando tierna su mano sobre la de Lucía y ella levantó la mirada hacia su amiga- pero a pesar de todo lo que pasó y que él ahora te esté odiando o no, tu obligación es decírselo Lucía- aclaró rotunda; Lucía apretó derrotada sus labios comprendiendo que Esther tenía razón.
-¡Estupendo que te hayas decidido Jaime! ¡Me huelo que esta asociación será todo un éxito, pero contigo al frente de esta nuestra nueva empresa, pronto subirá como la espuma!- exclamó emocionado Pedro así Jaime plasmó su firma en la nueva asociación; los tres sonrieron pletóricos e ilusionados- ¡¡Se acabó la “Compañía Balboa”, ha nacido: “Balboa y asociados” y esto hay que celebrarlo!!- expresó resuelto recogiendo su chaqueta del respaldo de su sillón
 -Si no te importa, lo dejamos para otro día; yo me quiero ir ya a casa- expuso cansadamente Jaime -De eso nada Jimmy; ya está bien ¿recuerdas? ¿o necesito volver a aclarártelo todo de nuevo?- aclaró rotunda Clara mirándolo amenazante a los ojos, él suspiró profundamente- ahora mismo nos vamos a cenar los cuatro para celebrarlo y no hay más que decir- resolvió decidida y él, por no volver a escuchar sus reproches, accedió.
 -Bueno; ahora, si no os importa, sí me voy- repuso levantándose de su silla cuando Pedro pagó la cuenta del restaurante
-¡De eso nada; ahora nos tomaremos una copa en un pub que conozco que está genial!- aclaró resuelta Clara, él suspiró profundamente
 -Por favor Clara, estoy cansado y quiero irme- comentó comedido aunque estaba empezando a sulfurarse; Clara miró suplicante a Pedro pidiéndole ayuda
 -Venga hombre, no le hagas este feo a Clara; una copa y nos vamos, lo prometo- lo animó alegre, Jaime volvió a tomar aire hondamente
 -Pedro por todos los demonios... protestó fastidiado
-Venga hombre, una sola copa y prometemos dejarte marchar- resolvió sin tener en cuenta sus protestas y los tres se fueron al dichoso pub en donde Clara lo arrastró hasta la pista obligándolo a bailar. De mala gana la complació, escabulléndose a la tercera pieza regresando a lado de Pedro. -Ahora sí me voy- aclaró rotundo acabándose el whisky
 -Pero Jimmy, aún es temprano; apenas son las nueve...
-¡Basta Clara, ya está bien; me voy!- bramó ya irritado y se fue a casa haciendo caso omiso a las protestas que Clara seguía haciendo. En cuanto llegó a casa, se fue directo a la cama. A los pocos minutos, empezó a sonarle el móvil- ¡Joder Clara, mira que eres pesadita!- exclamó fastidiado volviéndose y dándole la espalda al teléfono sobre la mesilla como si así fuera a dejar de sonar, pero seguía insistente. Jaime se volvió de nuevo y lo recogió furioso, quedó descolocado al ver que era un número desconocido- ¿Sí?- contestó pero nadie respondió- ¿Quién es?- insistió pues oía la respiración agitada del otro lado- O contesta de una vez o voy a…- bramó irritado, pero al instante se sentó sobre la cama- ¡¿Lucía?! ¡¿Eres tú?! Por todos los santos Lucía, háblame… dime algo por Dios te lo pido… no me digas dónde te encuentras si no lo deseas pero por lo menos dime que estás bien… ¿Lucía? ¿Lucía?- el repetitivo sonido de que le habían colgado llegó hasta él, se quedó desolado pero su corazón latía precipitado de la alegría ¡Había llamado! ¡Sabía que era Lucía y le había llamado! ¡eso era bueno, muy bueno! Dado el primer paso, volvería hacerlo y la próxima vez le hablaría ¡¡seguro!! Y entonces la iría a buscar… y volverían a estar juntos, a ser felices de nuevo… y no volverían a separarse jamás…
Pero ¡¿por qué esperar?! Pensó impaciente y le dio a rellamada, pero solo recibió la señal de estar comunicando… insistió tenaz hasta que al fin dio tono de llamada; pero aunque el teléfono sonó hasta la saciedad, nadie contestó y volvió a probar una y otra vez con idéntico resultado. Llamó a información
-Buenas noches señorita, he recibido una llamada de este número y se ha cortado; es muy importante que comunique de nuevo con él, pero no lo consigo ¿podría decirme a dónde pertenece?
-Claro, un momento por favor… La llamada se ha realizado desde una cabina pública de la capital del país
-Gracias señorita- expuso apagadamente y abatido colgó el teléfono. Lucía no había regresado a la ciudad ni era tan tonta como para llamarle desde su propio teléfono, pensó tristemente; pero al menos había llamado y eso era una buena señal…
 Lucía colgó de repente el teléfono asombrando a Esther que la miró desconcertada
-¡No puedo, Esther; no puedo!- lloró desconsolada
-¿Cómo que no puedes? No es tan difícil Lucy: “Jaime, vamos a tener un hijo” ¿ves qué fácil?- expuso resuelta y tomó el auricular ofreciéndoselo decidida- Anda, vuelve a llamar
-No, Esther… Te digo que no puedo- volvió a repetir mirándola angustiada
 -Pero ¿Por qué?- instó confundida
-No puedo... ¿Cómo le voy a decir que va a ser padre así, de repente?- expresó atónita
-Pues diciéndoselo ¿Acaso a ti no te lo acaban de decir así, de repente también? Pues eso, hala, a hacerlo- aclaró desenvuelta mostrándole insistente el auricular aún en su mano
-No puedo hacerlo, así no Esther, de verdad que no puedo; déjame prepararme antes ¿sí?... Buscar las palabras adecuadas para decírselo sin ser tan impactante ¿vale?… -suplicó mirándole pidiendo comprensión, Esther suspiró profundamente y colgó el auricular de la cabina; se sobresaltaron al empezar a sonar el teléfono al momento solo de colgarlo; instintivamente, Esther iba a descolgar- ¡¡No, Esther; no lo cojas!! ¡¡Es él, sé que es él!!- la detuvo presurosa, Esther la miró sobrecogida -¿Cómo lo sabes?
 -Lo sé Esther, sé que es él; estoy segura de que es Jaime- aseguró decidida
 -Pues mejor, descuelga y díselo
 -Por favor...- suplicó mirándola atormentada
-Vale, está bien; hoy no…- resolvió y Lucía suspiró más relajada; el insistente timbre del teléfono no cesaba- Pero decir se lo vas a decir; él decidirá lo que quiere hacer, no tú… ¿O es qué no le quieres ya?
-¡Oh, Esther! Solo oír su voz me revolvió el cuerpo por dentro… Lo amo muchísimo, creo que aún más que antes desde que sé que llevo un pedacito de él dentro de mí
 -Entonces ¿temes que él ya no te ame?
 -No lo sé… pero le hice mucho daño Esther, mucho- de pronto la miró aterrada a los ojos- Esther ¿y si a lo mejor, decírselo es… peor?- expresó atemorizada, se miraron fijamente a los ojos
-¿Qué quieres decir?- expresó descolocada
-¿Y si intenta quitármelo cuando nazca en venganza por lo que le hice? ¿Y si se lo lleva y no vuelvo a ver a mi pequeñín?- expuso mirándola muy asustada, Esther se quedó callada unos segundos mirándola preocupada
-¿Crees que podría hacer una cosa así?- indagó inquieta
 -No lo sé… Pero sí sé que tiene un genio impetuoso aunque lo sabe controlar y a veces es tan arrebatado, Esther… Y yo le hice daño, mucho daño…- balbuceó frotándose muy nerviosa la frente -Mira, tranquila; vamos a pensarlo mejor y ya decidiremos ¿vale?- resolvió tranquilizadora, miró asombrada el teléfono que seguía sonando sin descanso- Además de impetuoso es obstinado ¿eh? No se rinde fácilmente…
-No lo sabes tú bien- aseguró rotunda, se sonrieron más relajadas y se fueron a casa.
-Carlos ¿tú qué harías si te enterarás que, la mujer que amas y te abandonó sin dar explicaciones, está embarazada de un hijo tuyo?- le preguntó aquella noche Esther a su marido mientras estaban en la cama
-¿A qué viene eso?- se sorprendió él, ella sonrió
-No, por nada; una paciente, su compañero se enteró de que está embarazada y le quiere quitar al niño -Pues no sé cielo ¿Me dejó a las buenas o las bravas?- repuso tranquilo
-Supongamos… que a las bravas
-Pues igual que él: haría todo lo posible por recuperar a mi hijo- contestó decidido; Esther se quedó sorprendida de la respuesta. Él la miró a los ojos- ¿Quién me asegura que no desaparecerá de nuevo llevándoselo? Que ella se vaya dónde le venga en gana, pero mi hijo se quedará conmigo- aclaró rotundo, ella se abrazó a él suspirando profundamente y se durmieron.

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