lunes, 25 de mayo de 2015


      Aquella semana pasó tan rápido que, sin apenas darse cuenta, ya estaban en el aeropuerto embarcando ilusionados rumbo a su nueva vida. Volaron en primera clase ya que Jaime quería la máxima comodidad para Esther y Lucía se volcaba en ponerla cómoda y atenderla ante la mirada entrañable de Jaime y Carlos que sonreían amenos
-¿Vas bien? Levanta un poco las piernas cielo... recuesta el asiento; espera que te pongo bien el cojín…- le indicaba a cada instante
 -Quieres dejarme ya en paz que estoy bien pesada- protestó finalmente provocando las risas guasonas de ambos hombres
-¡Ainss, que desaborida puedes ser a veces hija!- protestó fastidiada Lucía sabedora que era merecedora de aquella regañina y le echó chistosa la lengua; los cuatro rompieron a reír a carcajadas
Cuando llegaron, Lucía quedó boquiabierta al ver el alto muro de piedra que estaban construyendo alrededor de toda la finca
 -¿Y esto?- exclamó atónita, Jaime sonrió ameno
-Te dije que quería cerrarla y llegó el momento de hacerlo; para que estés totalmente tranquila cuando Héctor ande enredando por la finca adelante- explicó satisfecho besándola dulcemente en los labios y ella sonrió feliz.
 -Eso es imposible- exclamó rotunda Esther sentada en el asiento trasero junto a Carlos y los niños, ellos la miraron extrañados- siempre tiene que estar preocupándose por algo o sino no es feliz: o por Héctor, o por mí, o por Iris...- se burló chistosa provocando las risas divertidas de los dos hombres y Lucía la miró reprochadora
 -¡Eres una ingrata lengua larga ¿sabías?!- expresó divertida echándole burlona la lengua de nuevo, todos volvieron a reírse explayados. Jaime se detuvo ante una gran parcela encerrada entre unos llamativos cordones rojos a pocos metros de la casa
-¿Os gusta? Este es vuestro terreno, donde pronto empezarán a construir vuestra casa; solo están esperando que decidáis el diseño para empezar con los cimientos- aclaró satisfecho- ¿os llegará? Porque siempre se puede extender...- expuso indeciso
-¡¿Estás loco?! ¡Si es un terreno enorme Jaime; ahí caben dos casas!- exclamó atónito Carlos y él sonrió satisfecho
-¡Oh, es precioso Jaime, y tan cerca de vosotros... muchas gracias!- expuso Esther besándolo tierna en la mejilla- ¡Y el entorno maravilloso! ¡Tenías razón hermanita: cuanto silencio y tranquilidad!- explosionó feliz Esther mirando asombrada el entorno, Carlos la abrazó ilusionado por la nueva vida que se les presentaba ante ellos.
 -Pues mañana mismo si queréis podemos ir a hablar con el arquitecto para que escojáis los planos y que empiece la construcción cuanto antes ¿qué os parece?- expresó animado y ellos aceptaron resueltos- perfecto- expresó deleitado y continuó camino hasta la casa; sus padres salieron a saludarlos entusiasmados así oyeron acercarse el motor del coche
-¡¡Abuelitos, ya estoy de vuelta!!- gritó alegre por la ventanilla el pequeño al verlos sacudiendo su mano a forma de saludo provocando las risas de los adultos
-¡¡Ya te veo mi sol, ya te veo!!- respondió sonriendo feliz su abuela también saludándolo con la mano y apuró el paso acercándose al coche así se detuvo al tiempo que el pequeño saltaba raudo del regazo de Carlos abrazándose a ellos que lo recibieron pletóricos de alegría. Tras las amenas presentaciones y siendo recibidos Esther y Carlos con un enorme cariño por parte de los abuelos igual que ocurriera con Iris, las tres mujeres junto a los niños entraron en la casa mientras los tres hombres se encargaban de las maletas
 -¡¡Oh Dios mío que preciosidad, hermanita!- exclamó impresionada Esther observando admirada aquel precioso recibidor con aquella maravillosa cristalera que dejaba ver la hermosa vista de la piscina y el jardín trasero- ¡¡Oh por favor!!- siguió clamando al entrar en la acogedora y elegante sala provocando las risas divertidas de Lucía y Marisa
-Cierra la boca un poco o te vas a dislocar la mandíbula- bromeó chistosa Lucía dándole un suave y tierno golpecito en el mentón
-¡¡Idiota!!- exclamó fastidiada y los hombres que las seguían junto a Marisa rieron explayados -¡¿Donde está el rey de la casa?!- se oyó gritar emocionada a Cata acercándose desde la cocina -¡¡Aquí Cata!!- respondió alegre el pequeño corriendo a su encuentro
-¡Mira que vanidoso el muchachito que ya se dio por aludido; hasta en presumido sale a ti hijo!- expuso burlona Marisa
-¡¡Ey mamá, no te pases que no soy tan presumido!!- exclamó ofendidamente divertido Jaime
-¡No, que va!- exclamó chistosa Lucía y él le tiró suavemente de aquella preciosa y respingona naricilla provocando las risas jocosas del resto
Tras deshacer las maletas ayudadas por una servicial Marisa y una atenta Cata, cenaron todos juntos en el comedor de la casa mientras los abuelos los ponían al día de todo lo que había ocurrido en su ausencia
 -Los trabajadores que te ha enviado Pedro son magníficos hijo, trabajan muy bien y a buen ritmo; creo que para finales de la semana que viene el muro puede estar completamente rematado- explicó animoso el abuelo Héctor
-Perfecto, papá; gracias... ¿has hablado con el perito y has acelerado todo lo necesario para empezar con las obras de la casa de Carlos y Esther cuanto antes?- se interesó ameno
-Sí, tranquilo, ya me he encargado y todo está en marcha; es más, Pedro ya estuvo aquí con el encargado de obra y los cimientos ya podían estar empezados; pero al no saber que diseño es el que más les interesa y les gusta a los muchachos, no han podido ponerse manos a la obra, ya que la cimentación no es la misma en una casa de planta baja que con viviendas superiores- explicó sabedor de lo que hablaba
 -Lo sé papá, mañana escogerán los planos sin pérdida de tiempo
-A mí me gustaría que fuera de planta baja...- habló Carlos
-Sí, pero con dos buhardillas mi cielo, que serán los dormitorios de los niños; Iris pronto crecerá y querrá su intimidad: será un buen lugarcito del que disfrutará enormemente...- expresó deleitada y todos asintieron conformes- ¡ah y un baño, para que no anden de arriba para abajo!- añadió decidida
-¿Un baño solo Esther? ¿Estás segura?- indicó nada convencido Jaime, ella lo miró confusa- piensa que, como bien has dicho, Iris pronto será una jovencita y empezará a encerrarse horas enteras en él haciendo lo que rayos hagáis las mujeres ahí dentro pero que no dais salido...- expuso moviendo desconcertado la cabeza provocando las risas de las tres mujeres- y llegarán las protestas y gritos de Dieguito porque su hermana lleva horas encerrada en el baño y no hay manera de sacarla; yo creo que es mejor que tengan cada uno su baño y así no habrá jaleos- propuso animado y ellos estuvieron de acuerdo- Perfecto... ¿y del resto mamá?- se interesó ansioso
-¡¡Ay mi niño, ya verás que sitio precioso he encontrado ¿verdad Héctor?!- exclamó ilusionada y su esposo asintió sonriendo deleitado- es un lugar de ensueño cielito, donde los salones tienen unas vistas hermosas de la bahía y tiene un parque para que los niños estén entretenidos; además posee un jardín hermoso y muy bien preparado para realizar ya allí mismo la ceremonia...- explicó emocionada, Jaime y Lucía se sonrieron alegres- pero hay dos problemillas...- añadió menos entusiasmada, ellos la miraron intrigados- la única fecha que está disponible para el mes que viene es el sábado 17- anunció mirándolos inquieta
-No pasa nada mamá Marisa, solo hay que esperar una semana más; y hasta vendrá bien para poder escoger mejor los vestidos y el resto de cosas- resolvió animosa Lucía y la mujer sonrió agradada
-¿Y el otro problemilla, mamá?- se interesó preocupado Jaime
-Que el salón más grande solo tiene capacidad para unas 200 personas- anunció apagadamente
-¡¡Por Dios bendito mamá; hemos dejado muy claro, y Lucía lo ha recalcado muy bien, en que queríamos una boda íntima!! ¡¿A dónde vas con más de 200 invitados?!- exclamó asombrado Jaime -¡¡Lo sé hijo, lo sé; pero tenemos compromisos que no podemos eludir y, así por encima solo contando con los familiares y más allegados, me salen casi 160 invitados!!- se defendió presurosa -¿Has contado a los padres de Esther y Carlos?- interrogó interesado
-¡Por supuesto hijo, son los primeros que he puesto en la lista así me lo dijiste!
-Bien... ¿Y has incluido a Pedro, a Marta y sobre todo a Cata y a Alicia junto a sus familias, verdad? -¡Claro que sí; junto al resto de empleados de la empresa, no puedes quedar mal con ninguno queriéndote como han demostrado siempre quererte!- aclaró resuelta
-Pues ya está, no hay invitados que más importen que ellos: ese salón estará perfecto mamá- resolvió decidido y todos sonrieron complacidos
-Falta un invitado, a mí me gustaría que viniera también al doctor Martínez...- expuso cohibida Lucía -¡¡Por Dios santo Lucy ¿cómo se te ocurre tal cosa chiquilla?!!- clamó sobrecogida Esther mirándola reprobadora
 -¡Es un hombre maravilloso que se portó muy bien conmigo Esther!- protestó conmovida
 -¡¡Sí, lo sé!! ¡¡Como también sé que el pobre está loco por ti y lleva sufriendo tu rechazo hace años desde que te conoció !! ¡¿Qué quieres Lucy?! ¡¿Hacerle sufrir aún más restregándole por las narices lo feliz que eres junto a Jaime?! ¡¡No señorita, le mandas un cariño de agradecimiento pero no te permito que lo invites!- reprochó rotunda, Lucía se quedó callada bajando apesadumbrada la mirada, Jaime posó tierno su mano sobre la de ella
-Cielo, por mí invítalo que no tengo ningún problema... pero Esther tiene razón amor mío; a ese hombre se le ve a leguas lo enamorado que está por ti, yo me dí cuenta en seguida así lo conocí, y no creo que sea buena idea que lo invites; es que creo que ni le agradará siquiera que lo hagas, o al menos a mí no me sentaría bien- explicó consternado Jaime, ella lo miró aprensiva
-A mí tampoco me haría ninguna gracia chiquita- aseveró Carlos, ella suspiró profundamente comprendiendo
Las semanas pasaban deprisa y las cosas rodaban a buen ritmo y sin complicaciones. La casa de Esther y Carlos ya estaba a plena construcción y con una rapidez increíble al tiempo que otros obreros ponían el remate final al cierre de la finca bajo la atenta, animosa y sobre todo entendida revisión del abuelo Héctor tras muchos años trabajando en la construcción para que nada fallase ni les faltase. Las tres mujeres se pasaban los días de un lado a otro escogiendo las flores, las invitaciones, los adornos del bonito altar, haciendo la lista de regalos de boda y buscando en las tiendas más selectas de la ciudad los trajes perfectos para ese día, mientras la dulce y servicial Cata se quedaba a cargo de los dos pequeños... y Carlos y Jaime junto a Pedro estaban liados en la empresa poniendo al día a Carlos de lo que se esperaba de él mientras revisaban muy atentos a que nada faltara a las instalaciones que se preparaban para el apto trabajo de Carlos.
 -Bueno, por hoy ya está bien de estadísticas y números ¿nos vamos a comer?- invitó animoso Pedro cerrando los expedientes que tenía delante sobre la larga mesa de reuniones
-Hoy me es totalmente imposible, lo siento; le he prometido a mi reinita que hoy sin falta iríamos a escoger los platos que se servirán en la boda pues ya no puede retrasarlo más- se excusó Jaime recogiendo algunos de aquellos expedientes guardándoselos en su maletín
-Ah, pues ve, ve; y procura que no me falte el corderito- expresó relamiéndose chistoso
 -Ah no, a mí el cordero me da igual, pero que no falte un buen pescado- reclamó al instante Marta -¡Déjate de pescado que mi mujer ya me lo da demasiado a menudo, mejor un corderito bien asado!- protestó Pedro fastidiado y ambos se quedaron mirando desafiantes provocando las risas de Jaime y Carlos
 -A mí con que no me falte un delicioso postre junto a un gran helado de vainilla, el resto me da igual- resolvió divertido Jaime cerrando dispuesto su maletín
-¡Mira tú a quien sale el goloso de Héctor! Pero claro... ¡¡cómo no, si es clavadito a ti joder!!- exclamó satisfecho Carlos y todos rieron alegres
Estaban ante la tercera prueba de un delicioso plato de carne y Lucía volvía a ponerle peros tras hacer lo mismo con la media docena de atractivos entrantes y ricos pescados que habían catado anteriormente
-Qué te pasa mi ángel? ¿Tampoco te gusta?- preguntó intrigado Jaime al verla torcer la boca descontenta
-¿A ti no te huele raro?- indicó frunciendo asqueada su nariz, él lo olió profundamente
-No, huele delicioso cielo mío- remarcó rotundo
-Pues no sé, a mí me huele extraño...- murmuró desconcertada volviendo a aspirar su aroma
-¡¡Ja, te pillé!! ¡¡lo llevo sospechando días pero ahora lo voy teniendo claro!!- exclamó de pronto Esther abriendo ilusionada sus lindos ojos castaños como platos y señalándola con su dedo índice; Jaime, Carlos y Lucía se cruzaron unas miradas sin comprender aquella inesperada e ilógica reacción de Esther y la miraron totalmente desconcertados
 -¿De qué estás hablando Esther? ¿Qué sospechabas y ahora tienes claro?- preguntó intrigada Lucía -Llevas días quejándote de un anormal cansancio; has padecido de calambres en las piernas en las últimas pruebas del vestido y me has comentado que sientes cosquilleo en las manos; añadido a que cada día estás más pálida... ¡¡tienes otra vez anemia cielito!!- explicó resuelta y ambos hombres miraron fijamente al rostro de Lucía que fruncía el ceño confundida, realmente estaba algo pálida y ojerosa
-¡Que va; estoy bien, solo es cansancio del ajetreo por la boda!- se defendió presurosa
-¡Ja, a mí no me engañas! Todo eso unido a este inexplicable asco que te están provocando todos y cada uno de estos deliciosos platos, está muy claro... ¡¡Estás embarazada Lucy y no me lo niegues!!- aclaró feliz sonriendo emocionada y Jaime abrió atónito sus ojos mirando incrédulo a Lucía que tragó incómoda saliva
 -¿Eso es cierto Lucía?- interrogó interesado, ella lo miró retraída pero no contestó- por favor cielo ¿es cierto lo que dice Esther?- instó esperanzado tomando tierno su mano entre las de él
-No lo sé Jaime... solo puedo decirte que tengo un retraso de cinco días- expuso casi en un murmullo -¡¡Oh Dios mío!! ¡Oh Dios, mi ángel! ¡¡esto es maravilloso!!- exclamó entusiasmado abrazándola amoroso contra su pecho al tiempo que Carlos y Esther sonreían alegremente felices; Jaime tomó aquel precioso rostro entre sus manos- ¡¿Por qué no me lo dijiste antes amor mío?!- expresó mirándola con una ternura inmensa a los ojos
 -Porque no significa nada aún... por favor cálmate y escúchame bien ¿vale?- instó amedrentada ante su explosión de inmensa alegría- es cierto lo que esta lengua larga de Esther dijo...- expuso mirando reprochadora a su buena amiga que rió divertida- yo también sospecho que tengo anemia; mis niveles de hierro y vitamina 12 siempre están muy bajos y, entre los nervios y el ajetreo de estas semanas, puede que me hayan descendido aún más; y, esta lengua de trapo que no sabe estarse callada...- volvió a reprocharle a Esther que seguía riéndose sin molestarse- sabe muy bien que la anemia produce también alteraciones en el gusto y el olfato, de ahí que nada me sepa y me huela bien... pero no tiene porque ser un embarazo ¿vale?- explicó intentando convencerlo, él asintió con la cabeza- así que hasta que me haga la prueba, por favor no te hagas ilusiones o puedes llevarte una gran decepción que a mí me dolería muchísimo- añadió preocupada, él volvió a sonreír dulcemente
 -Pero ¿puede ser posible, no?- instó con una ilusión inmensa en la mirada
 -Sí; por poder, puede ser ya que no tomamos precauciones ningunas, pero...- Jaime no dejó que acabara de hablar y volvió a aprisionarla pleno de felicidad contra su cuerpo
 -¡¡Oh Dios, que gran noticia mi reinita; me estás haciendo el hombre más feliz del mundo, mi ángel!!- expresó lleno de deleite acunándola tiernamente entre sus brazos besándola con pasión en la cabeza
-Jaime, por Dios...- protestó impotente al ver que no había logrado nada con su explicación, él la miró con un amor indescriptible en los ojos
 -¡¡Sí que es ángel mío, ya lo verás; tiene que serlo!! ¡¡Porque si de Héctor acertamos de pleno con solo una vez sin protección, de esta fijo que es con tantas ocasiones!!- aclaró desenvuelto provocando las risas jocosas de Esther y Carlos; Lucía, mirándolo derrotada, también sonrió divertida y él la besó amoroso en la frente- pero estate tranquilita ¿vale? Me aguantaré y no diré nada hasta que estemos completamente seguros, te lo prometo- aseveró sincero y, sonriéndose felices, se besaron apasionados Al fin llegó la víspera del gran día. Tras cenar todos juntos en casa de Jaime y Lucía animadamente entusiasmados por todo lo que se avecinaba al día siguiente, Marisa se llevó, a pesar de sus tremendas protestas, a Jaime a dormir a la casa de sus padres y, tras acostar a los pequeños, todos se fueron a sus dormitorios. Pero Lucía no podía dormir, le faltaba Jaime a su lado y lo extrañaba tremendamente. Al cabo de un buen rato y ya aburrida de dar vueltas en la cama, se levantó y rebuscó en su bolso el test de embarazo que se había comprado el día anterior y se fue al baño
 -Lo siento Jaime, quería hacerlo contigo pero es que no puedo esperar más para saberlo- murmuró lastimosa sentándose en la taza del váter a esperar mirando esperanzada su reloj de pulsera. Solo tenía que dejar pasar 10 minutos... pero eran eternos, las agujas parecían ir más lentas de lo habitual... ¡¡Al fin!! Tomó la prueba y cerró los ojos unos instantes sin atreverse a mirarlo; tomando aire profundamente, volvió a abrirlos y observó el resultado dibujándosele una sonrisa inmensamente feliz en su rostro: ¡¡Positivo!!
El salón de bodas disponía de una confortable e íntima estancia a la que no le faltaba ni un detalle para que la novia se prepara cómodamente allí mismo antes de la ceremonia, hasta había un pequeño pero muy variado bufé con café, té y otras bebidas junto a deliciosos dulces y canapés. Ante la mirada de una emocionada Esther, que hacía tremendos esfuerzos por no llorar sentada en uno de los cómodos sofás, el estilista le daba los últimos retoques al fino tocado que una nerviosa e impaciente Lucía llevaba sujeto a la coronilla consistente en una cascada de pequeñas florecillas que se entrelazaban con mechones de su melena castaña cuando la atenta y amable ayudante de la tienda de bodas acabó de vestirla aquel sencillo pero hermoso vestido de raso en color hueso de escote cuadrado y manga pegada hasta el codo cuyo corpiño se entallaba a su sinuoso cuerpo y la falda caía suavemente por su propio peso torneando sus caderas con un ligero y precioso vuelo acabando en una leve cola.
-¡¡Oh Dios hermanita, estás preciosa corazón!!- exclamó Esther con ojos húmedos, llenos de pasión y enorme cariño
-No empieces ya a llorar ¿eh?- le reprendió dulcemente Lucía también al borde de las lágrimas emocionadas mirándose encantada al gran espejo frente a ella; realmente había escogido bien y aquel vestido parecía hecho en expreso para ella, le quedaba perfecto y se encontraba radiante.
-¡Esa novia ¿sigue ahí o ha huido de nuevo?! ¡Porque el padrino está listo y lo acompaña un caballero que no hace más que preguntar dónde está su guapa mamá!- se oyó la voz de Carlos a través de la puerta al tiempo que llamaba suavemente con los nudillos provocando unas sonrisas enternecidas en Lucía y Esther
-¡Podéis pasar, que la mamá también ya está lista y rabeando ver a ese caballero!- respondió divertida Lucía y él se asomó sonriendo alegre sujetando de la mano a Héctor vestido como todo un hombre de traje oscuro con chaleco y corbata en color hueso como el vestido de Lucía
 -¡Oh Dios chiquita, estás preciosa mi princesa!- expresó deleitado Carlos al verla y se sonrieron complacidamente felices.
 -Mami, que guapa estás- exclamó mirándola impresionado el pequeño emocionándola aún más
 -Ven aquí mi chiquitín que tú sí que estás guapo caray ¡Ya eres todo un hombrecito!- expresó emocionada abriendo sus brazos y el pequeño corrió hacia ellos abrazándose ambos con pasión. De pronto llegó Catalina con Iris de la mano que también iba preciosa con aquel vestidito rojo de gran fruncido a su cintura que le quedaba de ensueño con su tez clara y su pelo tan rubio
 -¡¡Ya llegó Jaime, reina! ¡¡Y está guapísimo!!- expresó entusiasmada y muy nerviosa Cata. Al instante de oírla, Lucía sintió un sofoco nervioso que le recorrió todo el cuerpo y se pasó inquieta su mano temblorosa por el estómago al tiempo que su respiración se aceleró, el aire no le llegaba a los pulmones.
 -¡Voy a verlo!- exclamó Héctor saliendo a correr de la habitación acompañado de Iris
-¿Qué te ocurre cielito? ¿Te sientes mal?- le preguntó inquieta Esther levantándose de su sofá al ver la leve palidez que invadió las mejillas de Lucía de pronto
-No… no, tranquila; estoy bien- balbuceó e intentó sonreír pero otro sofoco la atacó y notó como se acaloraba tremendamente, intentó calmarse abanicándose con la mano pero su corazón iba cada vez más acelerado, no lograba calmar su alteración
 -¡Ay que leches chiquita! ¿No te nos irás a poner mala ahora, verdad?- repuso preocupado Carlos guiándola ayudado de Esther a sentarla en la cama
-Sírvele un poco de agua amor- le pidió presurosa Esther a Carlos pero fue Cata la que la se le adelantó servicial
 -¿Te encuentras bien Lucía? Te has puesto muy pálida...- instó preocupada mirándola agobiada mientras le ofrecía el vaso de agua, ella intentó sonreírle amablemente
 -De verdad que estoy bien, tranquilos; solo me dio un sofoco- expresó tranquilizadora bebiendo a pequeños sorbos el agua
-Seguro que son los nervios- expuso tierna Cata sonriéndole dulcemente y Lucía le correspondió agradecida
-Sí, seguro que sí- replicó burlona Esther mirando con ilusión a su buena amiga que esquivó rauda su mirada para que no se diera cuenta de que había acertado o pegaría tal grito que hasta Jaime la oiría
-¡Ey mi campeón; pero que guapo estás; me has superado!- exclamó alegre Jaime recogiendo en brazos a Héctor besándolo cariñoso en la mejilla ante las miradas y sonrisas enternecidas de sus padres y resto de invitados que lo rodeaban a las puertas de la capilla
-¡Si voy vestido igual que tú papi!- replicó desenfadado provocando las risas divertidas de todos los asistentes; Jaime también rió entretenido besándolo nuevamente en la mejilla
-¿Y mami general?- le susurró tremendamente interesado al oído
-¡Está allí!- indicó resuelto el pequeño señalando con su dedito índice el pasillo que llevaba a la salita donde aguardaba Lucía- ¡Y está guapísima si la vieras papi!- añadió entusiasmado provocando de nuevo las risas de los presentes
 -Eso no es difícil campeón: ella es guapísima siempre- declaró apasionado Jaime besándolo sonoramente de nuevo en la mejilla y el pequeño rió complacido- anda, ve con ella y dile que no tarde- expresó devolviéndolo al suelo y el niño volvió a echar a correr por el pasillo hacia la salita. -¡¡Mami, dice papi que no tardes!!- gritó a todo pulmón así llegó a la puerta y su vocecilla resonó por todo el pasillo siendo escuchada en todo el recinto provocando nuevamente las risas divertidas de todos
-¿Quieres dejar de gritar, escandaloso?- se oyó regañarle a Lucía y Jaime rió entretenido. Lucía tomó aire profundamente y se volvió a poner de pie. Pero inesperadamente, el estómago le dio un vuelco revolviéndosele tremendamente- ¡¡Oh no, por Dios bendito!! ¡¡Ahora no, ahora no!!- lloriqueó nerviosa echándose la mano al cuello en un intento por detener aquella arcada que subía veloz por su garganta, pero era inútil y corrió rápida al baño llegando justo a tiempo.
-¡¡Oh Dios mi niña!!- exclamó alterada Esther corriendo tras ella y Carlos y Cata la siguieron. También los dos pequeños se asomaron curiosos a la puerta del baño
 -¡¡Sal de aquí Esther, por favor!!- expresó muy nerviosa Lucía entre espasmo y espasmo intentando alejarla de ella
 -¡Estoy bien, tranquila; déjame que te ayude!- insistió ella sujetándole amorosa la frente.
 -¡Por Dios Esther, aléjate!- siguió clamando inquieta al tiempo que descargaba sin poder remediarlo otra poderosa arcada
-¡Ahggg, que asco!- exclamó tapándose la nariz y estremeciéndose asqueada Iris y Héctor la imitó -¡¡Iros de aquí inmediatamente!!- les gritó tajante Carlos y ellos obedecieron al instante saliendo a correr de la estancia- Lucy tiene razón mi vida, sal de aquí; yo me quedo con ella corazón- le recomendó cariñoso a su esposa posando tierno sus manos en sus hombros y retirándola de junto Lucía- por favor Cata ¿podrías acompañarla fuera? O también empezará a vomitar...- expresó suplicante
 -Claro que sí, de inmediato- respondió amable pasándole cariñosamente su brazo por los hombros de Esther- vamos cielito, salgamos de aquí- expresó tierna llevándose a Esther fuera del baño que se dejó llevar reticente mientras miraba preocupada a su buena amiga
-Ey mi princesita; ya está, tranquila- le habló tiernamente Carlos a Lucía sujetándole cariñoso la frente mientras otra devastadora arcada la atacaba inclemente.
 Los pequeños corrieron de nuevo junto a Jaime que charlaba animadamente entretenido con los invitados, Héctor se abrazó tembloroso a sus piernas sobresaltándolo
 -¡¡Ey ¿Qué pasa campeón?!!- se inquietó al verlo tan alterado y mortificado cogiéndolo en brazos -Mami se puso muy malita, está devolviendo mucho papi- sollozó afligido abrazándose aterrado a su cuello; todos se silenciaron al instante mirándose inquietos unos a otros
-¡¡Oh Dios santo!!- exclamó alarmado al escucharlo- sujétalo papá, que no me siga- avisó alterado besando compasivo la mejilla del pequeño al tiempo que se lo pasaba a los brazos de su padre e intentó acudir a lado de Lucía
 -¡¿A dónde crees que vas?!- lo detuvo raudo su madre sujetándolo por el brazo
-¡A lado de Lucía mamá! ¡¿No has escuchado a Héctor?! ¡Se ha puesto mala!- exclamó nervioso intentando soltarse sin éxito
-No seas atolondrado hijo, no puedes ir tú... no puedes ver a la novia antes de...- aclaró rotunda sujetándolo fuertemente para que no se soltara
 -¡¡Vamos mamá!! ¡¿No crees que nuestro amor ya ha pasado con éxito pruebas mucho más difíciles y duras para que nos afecte ahora una estúpida superstición?!- clamó rotundo mirándola desafiante, su madre le mantuvo la mirada unos segundos- ¡¡Déjame ir o no respondo mamá!!- avisó contundente; su madre, suspirando profundamente, le soltó al fin el brazo y él corrió a lado de Lucía- ¡¡Mi vida!! ¡¿qué te ocurre ángel mío?!- expresó aterrado abriéndose paso entre Esther y Cata que impedían la entrada al baño de la salita observando inquietas a Lucía que ya estaba sentada en el suelo algo más recuperada pero muy pálida y exhausta del esfuerzo realizado mientras Carlos le pasaba una toalla húmeda por la frente
-Estoy bien, tranquilo- le sonrió dulcemente tranquilizadora
-Mi reinita... ¿cómo que estás bien si tienes una cara horrible?- murmuró afligido acuclilándose ante ella y tomando aquel siempre precioso rostro entre sus manos acariciándole tierno con sus dedos pulgares aquellas mejillas ahora demasiado blanquecinas y mirando sobrecogido sus marcadas ojeras de terrible agotamiento
-¡¡Hombre ¿muchas gracias, eh? Has sido muy galante con ese comentario!!- reprochó fastidiada mirándolo ofendidamente divertida, Carlos soltó una sonora carcajada
-¡Joder, Lucy; ya sabes lo qué quiero decir!- se defendió abochornado mirándola tremendamente arrepentido, ella sonrió cariñosa tomando también entre sus manos el rostro de Jaime y le acarició amorosa las mejillas
 -Lo sé bobo, solo estoy bromeando cielo mío- expresó dulcemente y ambos se sonrieron tiernos -¿Qué te pasa amor mío? ¿A qué viene que te pusieras tan mal? ¿Estás asustada? ¿Te sientes incómoda? Si es así, echo a todo el mundo de inmediato y...- hablaba decidido mirándola conmovido, ella le posó suavemente los dedos en los labios callándolo
-¡De eso nada que estoy bien ya!- expuso rotunda aunque él seguía mirándola nada convencido- tranquilo que ya pasó todo; y ve acostúmbrate porque esto se repetirá muchas veces al menos durante unos tres meses más- anunció sonriendo pletórica de felicidad mirándolo con un amor inmenso a los ojos, Jaime frunció desconfiado el ceño
 -¡¡Ah hermanita, que alegría mi niña!!- gritó entusiasmada Esther sin poder contener las lágrimas de emoción desde la puerta del baño cruzando sus manos sobre su boca mientras Carlos y Catalina sonreían llenos de dicha
-¿Quieres decir... que es "sí"?- instó mirándola prevenido no fuera a equivocarse
-Sí, comprobado: me he hecho la prueba esta noche y dice que va a ser papá de nuevo señor Ventura- expresó divertida mirándolo con pasión
-¡¡Oh Dios mi ángel!!- exclamó emocionado llenándosele los ojos de lágrimas y, tomándola entre sus brazos, la oprimió con pasión contra su cuerpo; ella se abrazó a él recostando gustosa su cabeza contra su pecho- ¡Oh Dios mi vida, no sabes lo inmensamente feliz que me estás haciendo mi reinita!- sollozó colmado de dicha y felicidad besándola apasionado en la cabeza, ella sonrió complacida abrazándose aún más a aquel maravilloso cuerpo que le daba tanta serenidad y protección solo con sentirlo junto a ella; Jaime se retiró levemente y, sonriendo inmensamente dichoso, intentó besarla pero ella lo esquivó rauda
-No Jaime, por Dios; ahora no- se sobrecogió asqueada por el mal sabor de boca que tenía de los vómitos
 -¿Cómo que no? Son los malestares que nuestra chiquitina te hace padecer y no me dan absolutamente ningún reparo- expresó lleno de ternura tomando de nuevo aquel hermoso rostro que lo veía aún más bello que nunca en aquellos instantes, ella elevó escéptica las cejas
 -¿Nuestra chiquitina?- repitió burlona mirándolo guasona
-Sí, nuestra preciosa niña; porque, si su hermosa mamá desea tanto tener una niña como su tía Esther comentó aquel día en la capital, yo le doy una niña sin vuelta de hoja solo por hacerla feliz- aclaró con rotundidad y atrapó al fin aquella deliciosa boca que nunca, jamás, le había gustado tanto saborear como en aquella ocasión.
                                                           FIN

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