jueves, 7 de mayo de 2015


   -Bueno, yo ya me voy; supongo que regresaré un poco tarde, así que nos vemos mañana- entró Jaime a despedirse en casa de sus padres encontrándoselos en la sala sentados; su padre leyendo el periódico mientras su madre volvía a tener el álbum de fotos sobre sus rodillas
-Definitivamente lo vas a hacer ¿verdad?- instó desmoralizado su padre mirándolo abatido, él lo miró fijamente a los ojos pero no contestó nada- ¿es qué eres tan terco y cerrado de mollera que no te das cuenta ni del más ínfimo detalle Jaime? Antes de irte a vivir con Lucía, tuviste noches de no aparecer por casa hasta bien entrada la tarde hijo; pero con Clara siempre, siempre, regresas a dormir a casa ¿acaso eso no significa nada para ti?- indicó alentado intentando hacerle entrar en razón una vez más -Sí papá, claro que sí: significa que duermo mucho mejor en esta cama que me compré que en la que tenía antes- resolvió desenfadado sonriendo guasón
-¡Contigo es imposible! ¡Anda y date de bruces con la pared, yo me rindo!- exclamó hastiado su padre regresando su atención al periódico. Jaime sonrió suavemente y besó cariñoso la sien de su madre
-Cometiste el peor error de tu vida al haber dejado ir a Lucía de tu lado y ahora vas derechito a cometer el segundo y no quieres verlo hijo- murmuró apenada Marisa al tiempo que acariciaba muy tiernamente con las yemas de sus dedos una de las fotos
-Mi viejita...- expresó tierno empujándole suavemente con su dedo índice el mentón obligándola a mirarle a los ojos- por favor, olvida de una vez a Lucía como yo lo intento hacer ¿sí?- expresó casi suplicante, los ojos de su madre se llenaron de lágrimas
 -¿Te estás oyendo? Como intentas hacer Jaime, pero no lo consigues; tú a quien realmente amas es a Lucía- aseveró contundente y él esquivó los ojos de su madre, no podía mantenerle la mirada cuando le decía una verdad tan grande... de pronto su corazón se paralizó al tiempo que contenía la respiración y sus ojos se abrían perplejos
 -¡¿Qué rayos significa esto, mamá?!- exclamó sobrecogido mirando incrédulo a su madre, ella lo observó aturdida
 -¿Qué significa el qué, Jaime?- interrogó desconcertada ante su cara de pasmoso asombro
-¡¡Esto mamá!! ¡¡Esto!- clamó señalando la fotografía que había en el álbum abierto sobre las rodillas de su madre, sus padres seguían mirándolo sin entender nada- ¡¿Por qué cojones tienes tú una foto de Héctor, el hijo de Lucía, y de dónde la has quitado mamá?!- reclamó muy alterado
 -¿Qué demonios estás diciendo Jaime? Este eres tú hijo- contestó aturdida su madre
-¡¡No, mamá!! ¡¡Este es Héctor; es él, lo sé!!- clamó mirando de nuevo al pequeño de la fotografía que sonreía feliz ante una gran tarta de chocolate con 6 velas encendidas; no había lugar a duda, era Héctor...- ¡¿Por qué intentas engañarme?!
-¡Pero ¿quieres dejar de gritarle a tu madre y pararte a pensar un instante en la tontería que estás diciendo Jaime?! ¿Por qué íbamos a querer engañarte, vamos a ver? ¿Y cómo vamos a tener nosotros una foto del hijo de Lucía si no sabemos nada de ella desde que os separasteis? ¡¡Si a ni despedirse vino!!- aclaró rotundo su padre, Jaime lo observó completamente desorientado; tenía razón, pero...- Hijo, no sé qué rayos se te pasó por la cabeza que te ha obcecado de esa manera, pero reacciona y vuelve a mirar con serenidad la fotografía: comprobarás que tu mente te ha jugado una mala pasada hijo- siguió explicando más sereno y le sonrió dulcemente para tranquilizarlo; Jaime aún abrió más sus ojos
 -¡¡No, no puede ser...!!- exclamó sobrecogido al verle los hoyuelos en las mejillas a su padre ¡¡igual que Héctor cuando sonreía…!! regresó raudo su mirada al niño de la foto; el parecido era indiscutible, pero a pesar de ello, aquel niño no tenía hoyuelos al sonreír y... ¡¡tenía los ojos grises, no castaños y dulces como Lucía!!- ¡¡Santo Dios!!- volvió a exclamar estupefacto dejándose caer sentado junto a su madre en el sofá sin poder apartar su mirada de la fotografía. Y al instante en su cabeza empezaron a llegar imágenes de escenas sucedidas en el hospital: la reacción ilógica de Lucía cuando Esther nombrara a Héctor por primera vez delante de él, o lo nerviosa que se puso cuando se le escapó el comentario de que el helado de vainilla con virutas de chocolate también era el predilecto de Héctor… y la voz de Esther resonó en su mente clara y concisa: “Que casualidad, zurdo como Héctor” “Tiene un genio de mil demonios… ¡¡cómo Héctor!!” “Pues le quedan muy bien” había expresado sin pesar cuando le comentara que esperaba que su hijo heredara los bonitos hoyuelos de su padre...- ¡¡Por todos los demonios...!!- volvió a exclamar mientras intentaba asimilar toda aquella información que lo asaltaba sin tregua “Lucía dice que tiene algo decirte muy importante Jaime; algo que ya no puede esperar más…” resonó ahora la voz de Marta en su cabeza “Algo que no puede esperar más... no puede esperar más… no puede esperar más...”- ¡¡Por todos los santos: Héctor es mi hijo; eso es lo que Lucía intenta decirme!!- exclamó concluyente y sus padres se miraron atónitos -Santo Dios Héctor, lo que yo temía... nuestro hijo se nos volvió loco- sollozó su madre mirando aterrada a su hijo
-No mamita, no me he vuelto loco; Héctor es mi hijo, no hay ninguna duda- expuso despegando la fotografía y mirándola deleitado mientras sonreía emocionado
 -¿Pero qué burrada estás diciendo Jaime? ¿Cómo va a ser Héctor tu hijo?- recriminó su padre
-¡¡No es ninguna burrada papá!! ¡¡Lo sé, lo sé... y si tú lo vieras también lo sabrías al instante!!- remarcó decidido- es idéntico a mí papá; tiene esta sonrisa pícara de medio lado como yo y el pelo negro y ensortijado... ¡¡Dios, si hasta tiene este rebelde remolino justo aquí delante que tanto trabajo le daba siempre a mamá peinarme ¿lo veis?!!- expresó mostrándole la fotografía a sus padres, pero ellos seguían mirándolo a él con ojos atemorizados; realmente estaban sospechando que había perdido la razón- ¡Oh por favor, dejar de mirarme así que no he perdido la cabeza! ¡¡os juro que digo la verdad!! ¡¡Os doy mi palabra que esta fotografía bien puede pasar por una de Héctor, solo que él tiene los ojos castaños como Lucía y los hoyuelos en las mejillas al sonreír como tú, papá!!- aclaró convencido sin poder dejar de sonreír feliz- además... Lucía llamó al día siguiente de venirnos insistiendo en que tenía que hablar urgentemente conmigo, que tenía que decirme algo sumamente importante, que la llamara cuanto antes porque lo que tiene que decirme no puede esperar más... ¡¡No puede esperar más papá!! ¡¿No lo comprendes?! ¡¡Eso es lo que quiere decirme Lucía: que Héctor es mi hijo; estoy seguro!!- aseveró tajante, sus padres lo miraban incomprensibles- es más, ahora mismo vamos a salir de dudas...- resolvió decidido sacando del bolsillo de su pantalón el papel que tantas veces Héctor lo había visto mirándolo ensimismado; cogió el teléfono y empezó a marcar, pero de inmediato colgó de nuevo ante la mirada asombrada de sus padres- No, esto no puede hablarse por teléfono; tengo que ir allá y aclararlo cara a cara- determinó rotundo recogiendo la fotografía y dirigiéndose a la puerta de la calle ante la mirada atónita de sus padres
 -Pero... ¿A dónde vas ahora hijo?- interrogó nerviosa su madre
-A hacer mi maleta mamá, me voy en el primer vuelo que salga hacia la capital.
-Por todos los santos Héctor, nuestro hijo sí se ha vuelto loco...- sollozó angustiada su madre
-¡¡Jaime hijo, espera!!- lo detuvo impaciente su padre, él se volvió mirándolos desde la entrada de la sala- No seas alocado hijo, párate a pensar un poco: ¿No sería mejor que la llamaras antes y te aseguraras bien de que es eso de lo que quiere hablarte?- le recomendó su padre
-No; quiero que Lucía me lo diga mirándome a los ojos- expresó rotundo volviéndose de nuevo -Espera por Dios bendito...- volvió a detenerlo- hijo, a veces eres muy alocado e irreflexivo; serénate un poco y párate a pensar un momento en todo esto antes de irte así precipitadamente a la capital- recomendó amistoso y su hijo lo miró tan asombrosamente calmado desde la entrada que le impactó- Jaime ¿no puede ser que te hayas obcecado al ver la foto y que tú veas ese parecido solo por el gran amor que aún le tienes a Lucía hijo?- interrogó prevenido pero Jaime negó rotundo con la cabeza
-No papá, si lo vieras tú tampoco dudarías… te doy mi palabra- expresó completamente convencido- no son para nada imaginaciones mías, Héctor y yo somos dos gotas de agua papá, ya os lo he dicho: ¿ves esta foto?- y volvió a mostrarla ante sus padres- pues te juro por lo más sagrado que lo estás viendo a él papá; y tanto parecido es imposible que sea una simple casualidad- explicó comedido sonriendo satisfecho
 -Pero ¿Cómo va ser tu hijo si llevas cinco años sin verla, Jaime?- indagó mirándolo intrigado, Jaime sonrió feliz
-Es que precisamente esa es la edad que tiene Héctor papá: ¡¡cinco años!!- ahora fueron sus padres los que abrieron pasmados sus ojos- Por eso yo pensaba que Lucía me había engañado con otro, porque las fechas no me cuadraban... ¡¡Claro, qué estúpido soy; Lucía ya estaba embarazada cuando nos separamos!!- concluyó cayendo él también en aquel detalle
-Santo Dios- volvió a murmurar su madre pero esta vez impresionada porque todos los razonamientos de su hijo eran demasiado claros y concisos- Hijo... ¿y Clarita?- expresó de pronto, Jaime la miró desconcertado
-¿A qué viene ahora hablar de Clara? ¿Qué pasa con ella, mamá?- interrogó descolocado
-¿No habíais quedado para cenar? Tendrás que avisarla, no vas a dejar esperándola- le recordó y él sonrió ameno
-No mamá, tranquila; iba darle una sorpresa apareciendo sin avisar- aclaró despreocupado y ambos se sonrieron más tranquilos- además mami ¿sabes una cosa?- expuso sonriendo alegre
 -¿Qué mi ángel?- expresó mirándolo intrigada
-¡Que le den a Clarita; yo a quien quiero es a Lucía!- declaró lleno de pasión y los tres rieron complacidos- Y ahora, si no tenéis nada más que preguntar, me voy a preparar mi bolsa cuanto antes- resolvió guardándose de nuevo la foto en el bolsillo interior de su chaqueta
-Y yo me ocuparé de conseguirte un pasaje en el primer vuelo a la capital- se ofreció decidido su padre y él le sonrió agradecido antes de marcharse. Héctor y Marisa se miraban inquietos mientras él marcaba el número del aeropuerto
-¿Será eso verdad Héctor? ¿Tú crees capaz a Lucía de haber tenido un hijo de nuestro Jaime y haberlo mantenido en secreto todo este tiempo?- expresó abrumada
-Yo que sé mi viejita, yo que sé... la verdad es que en estos momentos mi cabeza no puede pensar en nada pero todo parece coincidir ¿no?- contestó confuso moviendo desconcertado los hombros, Marisa asintió con la cabeza aunque tampoco muy convencida- además, sabiendo como se pone tu hijo a veces, a saber cómo fue su ruptura y quién no dice que a lo mejor ni la dejó hablar a la pobrecilla... aunque conociéndolo es lo más probable; y recuerda que ella era una pobre criatura tímida y asustadiza de apenas 22 años y tu hijo un verdadero energúmeno a veces ¿quién puede asegurar que la pobrecilla no huyó despavorida llevándose ese secreto y no tuvo valor a decirlo después?
 -Pues eso puede cierto... Siempre me extrañó que desapareciera así, sin despedirse de nosotros; y después ni una llamada, ni una carta... nada; y eso es muy raro porque la verdad es que nos quería muchísimo...- expresó más convencida Marisa
 -Muchísimo mi viejita, de eso no hay duda... ¿Sí señorita? Necesito urgentemente un pasaje en el primer vuelo que salga hacia la capital...- atendió raudo a la azafata del aeropuerto mientras Marisa se quedaba ordenando en su mente todo aquellos detalles mientras Héctor atendía el teléfono, de pronto abrió de par en par sus ojos
-¡¡Dios mío Héctor ¿sabes lo que esto significa?!! ¡¡que tenemos un nieto, mi viejito!!- chilló entusiasmada y él la miró pasmado por aquella inesperada reacción
-¿Quieres callarte alocada que no me dejas oír?- le regañó violentado- Y que a veces aún me pregunte a quien saldrá de atolondrado mi hijo... por favor señorita ¿podría repetir?- masculló fastidiado regresando su atención al teléfono y ella rió divertida
Al poco de colgar el teléfono, Jaime regresó portando su bolsa de viaje
-¿Solo te llevas eso?- expuso su madre viendo la bolsa casi vacía
-Sí, solo llevo lo más imprescindible; si necesito algo más lo compraré allá- expuso despreocupado besando tierno la frente de su madre
-Hijo, déjame acompañarte; no pude conseguirte pasaje hasta el vuelo de las siete y aún tenemos tiempo para hacer mi maleta- se ofreció su padre
 -No, estoy bien papá gracias; tú mejor quédate con mamá- respondió sereno dándole un abrazo cariñoso a su padre pero él lo sujetó del brazo
-No digo que no estés bien Jaime, pero es que eres tan… impulsivo y atolondrado hijo; a veces te disparas y no dejas ni escuchas lo que los demás tienen que decir- Jaime lo miraba confundido- Mira hijo: prométeme… no: júrame que no te precipitarás como siempre y hablarás pacíficamente con Lucía
 -Eso no te lo puedo jurar papá, pero sí te prometo que intentaré estar calmado lo máximo posible- habló sincero y de corazón y su padre lo miró inquieto- ¡¡Compréndelo papá; me ocultó que tenemos un hijo durante cinco años!! ¡¡No esperes que sea comedido completamente; pero sí te prometo intentar controlar mi mal genio!!
-Júrame que acatarás las decisiones que ella decida sin armar escándalos
-Eso sí que no papá; te juro que intentaré ser lo más comedido posible, que intentaré escuchar sus explicaciones... pero que a Lucía ni se le ocurra proponerme no decirle a Héctor que soy su padre porque eso sí que no lo permitiré- resolvió rotundo, su padre sonrió comprensivo
-Entonces vamos hijo, te llevo al aeropuerto- se ofreció decidido. El besó a su madre de nuevo y salieron de la casa.
El viaje se le hizo eterno, aunque cuando se bajó del avión apenas había pasado hora y media. Tomó un taxi en la puerta del aeropuerto y se fue directamente a casa de Lucía. Examinó los buzones y la encontró: Lucía Salvatierra, 3º derecha. Subió en el ascensor, parecía ir demasiado lento... hoy todo parecía ir ralentizado para su desesperación; al fin se detuvo en el tercer piso y, saliendo al rellano, buscó con la mirada la puerta. Se encaminó hacia ella y, de pronto, todo el apremio que tenía hasta aquel instante por llegar allí desapareció de repente quedándose ante la puerta sin atreverse a llamar. -¡Voy con Iris!- llegó hasta él a través de la puerta la voz del pequeño y su corazón empezó a latirle frenético; aquel era su hijo... ¡su hijo! Cerró los ojos intentando serenarse
-¡Oye, recoge primero!- le regañó tierna Lucía y oír su voz aún aceleró más su ya encabritado corazón
-Si ya vengo ahora mami...
-Ni se te ocurra Héctor, mira que llevas en esas orejitas ¿eh?- Jaime sonrió entretenido recordando que aquello mismo le dijera a él en el hospital, se oyeron las risas alegres y pícaras del pequeño en contestación a los reclamos de su madre y no pudo evitar reír divertido; no tenía pensado obedecer... De pronto la puerta se abrió sobresaltándolo
-¡Uy que susto!- exclamó sobrecogido al tiempo el pequeño y ambos se quedaron frente a frente mirándose impactados por aquel inesperado encuentro. Al ver a Héctor, a Jaime el corazón se encabritó de manera desmesurada y sintió unas ganas inmensas de recogerlo entre sus brazos y abrazarlo y besarlo hasta la saciedad ¡¡Aquel muchachito de ojos alegres era su hijo, su hijo!! Un amor descomunal creció en sus adentros sin poder explicarse de donde salía tanto junto y tan intenso. -¡Te pillé, gitano; ahora verás, te voy a comer estas preciosas orejitas!- exclamó Lucía apareciendo detrás y, rodeando el cuerpo del pequeño con sus brazos, empezó a besarlo en el cuello provocándole grandes carcajadas. De pronto sus ojos descubrieron los zapatos negros de hombre parados sobre el felpudo de su puerta y, sin saber por qué, al instante sus nervios se pusieron a flor de piel y su corazón se paralizó. Tragó inquieta saliva mientras fue levantando despacio la mirada recorriendo aquellas largas piernas enfundadas en un pantalón también negro, aquel ancho torso vestido con un jersey de lana fina en blanco... y al fin el rostro de Jaime que la miraba fijamente a los ojos con aquellos preciosos y profundos ojos grises- Jaime... ¿qué... haces aquí?- balbuceó pasmada enderezándose y quedando frente a él.
 -¿Tú qué crees?- expresó duramente aunque aquella no fuera en ningún momento su intención, ella volvió a tragar saliva
-Pues no lo sé, la verdad...- murmuró descolocada. Jaime metió la mano en el bolsillo interno del chaquetón que llevaba puesto y sacó una fotografía que mostró decidido ante la cara de Lucía. Ella la observó unos instantes y seguidamente lo miró a él atónita- ¿De dónde has sacado esa fotografía de Héctor?- indagó sorprendida
-No es Héctor; soy yo- declaró tajante. El rostro de Lucía palideció al momento mientras Jaime clavaba en ella una de aquellas miradas profundas y penetrantes que tanto la inquietaban- ¡¿Lo que sospecho es cierto Lucía?!
 -Jaime espera, déjame explicarte…- balbuceó nerviosa
-¡¿Dime si es cierto?!- la interrumpió rotundo y sus ojos chispearon de la rabia contenida y que empezaba a acrecentar en él
-Por favor, cálmate y escúchame... entremos, no es cosa de hablarlo en el rellano...
-¡¿Sí o no Lucía?! ¡Contesta! ¡Es fácil: ¿sí o no?!!- instó autoritario sujetando fuertemente del brazo y hundiendo sus grises ojos aún más oscurecidos por la rabia en ella que se estremeció asustada
-Me estás haciendo daño Jaime- musitó acobardada con los ojos inundados de lágrimas
-¡¡Pues contéstame de un puñetera vez!!- insistió tajante zarandeándola suavemente del brazo.
 -¡¡Sí!!- chilló amedrentada y él soltó su brazo al instante mientras su mirada llena de rabia se transformó en profundo dolor que hirió terriblemente a Lucía y empezó a apretar furioso los dientes provocando que sus mejillas bailaran frenéticas- escúchame Jaime, deja que te explique… por favor...- intentó exponerle pero él levantó su mano callándola mientras cerraba afligido sus ojos y dos lágrimas se escaparon de ellos. Lucía sintió que el corazón se le desgarraba al ver el tremendo sufrimiento que Jaime estaba padeciendo en aquel momento; nunca hubiera supuesto que le provocaría tanto dolor- Jaime cielo, perdóname… perdóname…- musitó acongojada intentando acariciarle las mejillas para secarle aquellas lágrimas pero él abrió los ojos mirándola con furia y le sujetó raudo la mano impidiéndole que le tocara
-¡¿Cómo has podido ser capaz Lucía?! ¡¿Cómo has podido ocultarme una cosa así?!- bramó enfurecido
 -Intenté decírtelo; sabes que te llamé, te dejé mi número… pero no quisiste escucharme- intentó defenderse
-¡¡No me vengas con esas Lucía!!- la interrumpió encrespado apretándole furioso la muñeca y ella volvió a estremecerse espantada- ¡¡Eso fue hace dos semanas y tuviste cinco años Lucía!! ¡¡Cinco años!!- exclamó furioso, Lucía tragó saliva
-Vuelves a hacerme daño Jaime- indicó amedrentada mirándolo asustada
-¡¡Mucho más daño me has hecho tú y sigues haciéndomelo, maldita sea!!- bramó enfurecido y ella apretó sus labios conmovida- ¡¿Te puedes imaginar cómo me siento?! ¡¿No fue suficiente todo el daño que me provocaste desapareciendo de aquella manera que aún tenías que ocultarme esto también?! ¡Dios santo Lucía ¿Qué rayos te he hecho para que me odies así y te vengues de esta manera?!- increpó dolido y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas
-No te odio Jaime... ¡¡Por Dios bendito ¿cómo puedes pensar algo así?!!- expuso mirándolo con los ojos llorosos
-¡¿Y qué quieres que piense si siempre huyes de mí como alma que lleva el diablo y ahora me entero de esto?!
-¡Lucy ¿Qué rayos es lo que pasa?!- salió muy inquieta al rellano Esther alertada por los gritos- ¡Oh Dios mío: Jaime!- exclamó sobrecogida al verlos quedándose paralizada ante su puerta
-No es lo que piensas Jaime, nunca quise hacerte daño, nunca… te lo juro…- sollozó angustiada Lucía mirando con desolación a los ojos de Jaime que apretaba sus dientes con furia haciendo batir frenéticas sus mejillas
-¡Estúpido, no hagas llorar a mi mami!- declaró contundente Héctor arremetiendo una tremenda patada en la pantorrilla de Jaime
 -¡¡No Héctor, quieto...!!-intentó detenerlo Lucía pero ya era demasiado tarde
 -¡¡Joooder!! ¡¡La leche!!- exclamó dolorido, y sobre todo impresionado, Jaime echándose la mano a la pierna golpeada mirando atónito al pequeño que lo miraba entrecerrando los ojos desafiante; Jaime esbozó una sonrisa orgullosa al descubrir la fiereza en su mirada, si su cabeza albergaba algún resto de duda, aquel porte decidido y su mirada osada a pesar de ser aún tan pequeño lo borraba de un plumazo: era claramente hijo suyo cojones.
-¡¿Héctor qué has hecho por todos los demonios?!- exclamó asustada Lucía mirando inquieta a Jaime que, sin poder contenerse y estremeciendo al pequeño que no se lo esperaba, se acuclilló ante él y lo abrazó fuertemente contra su cuerpo cerrando emocionado sus ojos: acababa de saber que era su hijo y... ¡¡Dios!! ¡¡cuanto le quería ya por todos los santos!!- Jaime ¿te ha hecho daño? ¿Fue en la pierna operada? Déjame examinarla...- se impacientó Lucia, pero la dura mirada que Jaime le dedicó la dejó muda
-Esto sí que no te lo perdono Lucía, no te lo perdono- expresó con voz entrecortada haciendo un esfuerzo sobre humano por no llorar- mis abogados pronto se pondrán en contacto contigo- declaró tajante mirándola realmente enfurecido y, recogiendo su bolsa de viaje, echó a andar presuroso hacia las escaleras
-¡No Jaime, por favor...!- sollozó aterrada pero él ni miró atrás
-Espera Jaime, no te vayas así; habla si lo prefieres conmigo, yo te juro explicártelo todo... pero no te vayas sin escuchar antes...- intentó detenerlo Esther al pasar junto a ella pero él la esquivó y corrió escaleras abajo sin detenerse
-¡¡Oh Dios santo Esther!! ¡¡Me lo va a quitar!! ¡¡Me va a quitar a mi chiquitín!!- exclamó acongojada Lucía mirando con pánico a su amiga mientras oprimía asustada a su pequeño contra sus piernas
-No cielo, tranquila; hablaré con él, tú vigila a Iris- repuso rauda y lo siguió por las escaleras- ¡¡Jaime espera!! ¡¡Habla conmigo; espérame Jaime por favor!!- intentó detenerlo sin éxito- ¡¡No te vayas sacando conclusiones precipitadas y escúchame!!
-No tengo nada que hablar contigo Esther, por favor no te entrometas- respondió tajante cuando alcanzó el portal y salió del edificio
-¡¡Por favor, detente!! ¡Y sí, me entrometo, porque estás siendo muy poco lógico!
 -¡¿Poco lógico?!- bramó deteniéndose y mirándola ofendido; Esther pudo ver sus ojos húmedos y enrojecidos del esfuerzo por intentar contener las lágrimas- ¡¿Yo soy poco lógico Esther?! ¡¿Tú ves normal lo que me hizo?! ¡¿Lo que le hizo a Héctor privándole de estar con su padre?! ¡¿Lo que nos hizo a ambos?!
-Estás dolido y ofuscado Jaime y lo comprendo, claro que lo comprendo; pero debéis hablar y aclararlo, por favor
 -Que lo aclaren nuestros abogados; porque si vuelvo a tenerla delante, te juro que le retuerzo el cuello a esa insensata- resolvió decidido y continuó alejándose
-¡¡Oh, por Dios Jaime!! ¡¡No hagas eso hombre!! ¡¿De verdad serás capaz de quitarle un hijo a su madre?!- expuso asustada y él se detuvo al instante volviéndose para mirarla a los ojos
-Pero... ¡¿Qué rayos estás diciendo Esther?!- exclamó pasmado mirándola incrédulo y ella tomó aire profundamente
-Lo que a ella más le aterroriza en este mundo y por eso calló todos estos años: que le quites lo único y más importante de su vida después de ti- aclaró rotundamente contundente, él aún abrió más sus asombrados ojos
-¡¡Pero... por todos los demonios ¿Qué clase de monstruo cree que soy?! ¡¿Tan poco me conoce a pesar de estar tantos años juntos?!!- clamó atónito sin poder creer lo que estaba oyendo
-Por favor Jaime, hablemos serenamente ¿sí? No te obceques; primero déjame explicarte bien las cosas y después decides ¿de acuerdo?- propuso dulcemente, él seguía sin reaccionar- anda vamos a aquella cafetería, allí podremos hablar tranquilos- decidió tomándole del brazo y él se dejó llevar hacia la cafetería de la esquina- además, ahora me debes un café por la carrera que me has hecho dar ¡y doble, que me has dejado sin aliento! ¡como corres cabrito, hasta en eso se parece a ti Héctor caray!- expresó jocosa y él no pudo evitar sonreír ameno

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