lunes, 11 de mayo de 2015


     -¿Tú? ¿Mi papá?- recalcó escéptico al cabo de unos segundos que a Lucía le parecieron eternos sin dejar de mirarlo fijamente
-Sí, tu papá- contestó rotundamente sincero Jaime. Entonces el pequeño miró receloso a los ojos de su madre para asegurarse de aquella respuesta y ella asintió con la cabeza tras lo cual, regresó su mirada a Jaime
-¿Y dónde estabas, eh?- preguntó suspicaz mirándolo desconfiado
-Muy lejos mi cielo- contestó muy sereno Jaime sonriéndole dulcemente pero él siguió mirándolo receloso y muy serio
-¿Y por qué tardaste tanto en venir?- preguntó mirándolo de nuevo con los ojos entrecerrados
-Porque no sabía que tú nacieras, mi ángel; como acabo de decirte, yo estaba muy lejos y mami no pudo contactar conmigo para decírmelo- explicó confiado valiéndose de lo que Esther le comentara pasmando a Lucía que lo miró atónita mientras el pequeño abría asombrado sus lindos ojillos
-¡Eso me dijo el padrino!- exclamó sorprendido por aquella respuesta, Jaime le sonrió convencido -¿Ves? yo no miento campeón- expuso desenfadado, Héctor ya no lo miraba con tanta desconfianza pero tampoco podía decirse que se fiaba aún
-¿Y por qué no me lo dijiste cuando nos vimos en el trabajo del padrino?- expuso inteligentemente, Jaime sonrió deleitado, era espabilado el cabrito
-Porque aquel día justamente fue cuando regresé de ese viaje tan lejos y aún no lo sabía- respondió sincero, el pequeño entrecerró los ojos sopesando aquella respuesta
-¿Y tampoco lo sabías el otro día? ¿cuándo nos encontramos en el portal?- interrogó sagaz
 -No, tampoco- contestó apesarado moviendo negativamente la cabeza; Héctor miró reprochador a su madre
 -¿Por qué fuiste mala y no se lo dijiste mami? Tú me prometiste que ibas a decírselo a papi así regresara- le recriminó duramente mirándola muy ofendido
 -Héctor, yo…- intentó explicarse Lucía pero aquella mirada de su pequeño la estaba hiriendo terriblemente
-Ey campeón, ven aquí- intercedió compasivo Jaime sujetándolo tierno por sus hombros obligándolo a mirarle a él para librar a Lucía de su dura mirada- escúchame cielo, mami no tuvo la culpa corazón; ella intentó decírmelo así supo que regresara, pero primero no me encontró y después yo estaba muy enfadado con ella y no quise escucharla- explicó sincero y el niño empezó a morderse el labio inferior sopesando aquella respuesta, Jaime sonrió enternecido al verle realizar aquel gesto que su madre también hacía muy a menudo; era cierto que tenía muchísimo con él, pero había heredado las cosas más bellas de su madre
-¿Y por qué estabas tan enfadado con mami?- instó curioso mirándolo muy intrigado y Jaime pudo comprobar que de sus preciosos ojos color café había desaparecido por completo toda aquella desconfianza ya
 -Pues porque soy muy tonto Héctor; mira si soy tonto que creí que tu padrino era el novio de mami y por eso me enfadé tanto, campeón- explicó con plena sinceridad
-¡¿Mi padrino el novio de mami?!- repitió abriendo atónito sus ojitos mientras hacía una divertida mueca aguantándose la risa
-¡¿Qué?!- exclamó pasmada Lucía al tiempo mirando incrédula a Jaime que movió aprensivo los hombros
-Lo siento cielo... pero fue lo que pensé... ¿qué quieres?- murmuró arrepentido mirándola cohibido, ella seguía sin salir de su asombro
 -¡Pues sí que es tonto ¿eh mami?!- remarcó el pequeño ya sin poder contener más la risa
 -¡¡Oye, no te pases ¿eh?!!- exclamó jovial Jaime haciéndole cosquillas en la cintura, ahora sí el pequeño ya no pudo aguantar más y rompió a reír a carcajadas
-¡Lo dijiste tú, papi; lo dijiste tú!- se defendió entre alegres carcajadas mientras se revolvía inútilmente intentando librarse de las cosquillas que Jaime le provocaba. Jaime se detuvo al instante y lo miró perplejo
-¿Cómo me has llamado, Héctor?- expuso sobrecogido mirándolo impresionado
-Papi ¿o acaso no dices que eres mi papi?- repitió desenfadado moviendo resuelto sus hombros, a Jaime su corazón empezó a latir desenfrenado
 -¡Dios santo, ven aquí mi fierecilla!- exclamó emocionado abrazando al pequeño contra su cuerpo que rodeó al instante su cuello con sus bracitos conmoviendo aún más a Jaime- ¡Por todos los santos, cuanto te quiero ya mi ángel!- murmuró tremendamente conmocionado oprimiéndolo más fuertemente contra su cuerpo mientras sonreía y lloraba de felicidad al mismo tiempo. Igual que hacía Lucía observando emocionada la escena; ambos se miraron llenos de pasión- ¡cuanto os quiero a los dos, por amor bendito!- resolvió lleno de dicha sujetando la nuca de Lucía y, atrayéndola hacia él, la besó apasionado respondiéndole ella al instante y se enzarzaron en un maravilloso beso prolongado donde se saboreaban deliciosamente gustosos y complacidos hasta que se percataron de que el pequeño los observaba en silencio y muy atento. Se detuvieron y lo miraron inquietos, expectantes de su reacción, pero él esbozó una sonrisa tremendamente pícara.
 -¿Eso quiere decir que ya no te vas a volver a ir, verdad?- resolvió resuelto mirando a Jaime con gran satisfacción
-¿Irme mi ángel? ¡¡Jamás!! ¡¡Ahora nada ni nadie podrá separarme nunca más de ti mi vida!!- exclamó con rotundidad besándolo contundentemente en la mejilla, el pequeño sonrió feliz y se abrazó a su cuello de nuevo emocionando aún más a Jaime que sintió como las lágrimas regresaban a sus ojos irremediablemente- ¡¡Dios, es increíble!! ¡Te acabo de encontrar y cuanto te quiero ya bandido!- exclamó encandilado apretujándolo aún más contra él mientras cerraba emocionado los ojos, era impresionante todo lo que aquel pequeño y tierno cuerpecito le hacía sentir al tenerlo entre sus brazos, deseaba tenerlo así para siempre y no soltarlo nunca. Lucía los observaba tremendamente conmovida haciendo inmensos esfuerzos por no llorar de la emoción y Jaime se percató- ven aquí gatita- expresó meloso y volvió a atrapar la boca de Lucía ante las risitas burlonas de Héctor que no perdía detalle- no mires cotilla- murmuró chistoso Jaime posando su dedo índice en su tierna mejilla y, empujándosela suavemente, intentó apartarle la mirada sin dejar de saborear la deliciosa boca de Lucía pero él se resistió y comenzaron una pequeña y divertida batalla entre ambos donde Lucía reía divertida sin tampoco dejar de recrearse deleitada en la boca de Jaime. El teléfono de Jaime empezó a sonar en el bolsillo interno de su chaquetón colocado sobre el respaldo del sofá rompiendo aquel maravilloso momento
-Te suena el teléfono papi- indicó al instante el pequeño
-Ya lo oigo, ya- respondió despreocupado pero no se detuvo en saborear los dulces labios de Lucía -Contesta Jaime, a ver si va a ser algo importante- indicó inquieta Lucía, él resopló hastiado deteniéndose por fin
-Ven aquí campeón, vamos a ver quién es el inteligente que se le ocurre llamar a estas horas- expresó desenfadado sentando al pequeño en sus rodillas y cogió el teléfono- ¡¡es de casa!!- exclamó sobrecogido mirando inquieto a Lucía que también lo miró asustada- ¡¿qué pasó papá?!- respondió al instante
-¡¡Dímelo tú insensato!!- bramó furioso su padre a través del auricular sobresaltándolos, Jaime y Lucía se miraron desconcertados- ¡Te fuiste como alma que lleva el diablo y mira que horas son y tú aún sin dar señales de vida desconsiderado ¿te parece bonito?! ¡¡nos tienes con el alma en vilo desde que te fuiste, hijo!!- siguió reclamando molesto, Lucía lo miró reprochadora y él sonrió arrepentido -Perdóname papá; tienes toda la razón, discúlpame, pero ni cuenta me di... lo siento mucho- se disculpó cariñoso
-Hijo ¿Dónde estás? ¿Cómo te encuentras?- se interesó inquieto
-Bien papá, me encuentro muy bien y estoy...
-Pregúntale si es verdad lo que sospechaba, Héctor- lo interrumpió la voz impaciente de su madre hablando por detrás de su padre
-¿Has logrado hablar con Lucía? ¡¿has sido sensato?!- siguió preguntando nervioso su padre
 -Sí, tranquilo, y...
-¡¿Quieres preguntarle de una vez si es cierto lo que pensaba?!- insistió tajante su madre interrumpiéndolo de nuevo; Lucía no pudo evitar reír divertida
-¡Quieres callarte tú de una vez y dejarle acabar de contestar, pesada! ¡Así no nos vamos a enterar de nada!- le increpó irritado su padre provocando aún más las risas de ambos
-A ver, calmaros los dos ¿vale?-les habló tierno Jaime y ambos se quedaron callados- primero: estoy bien papá, tranquilo; y segundo: sí, hablé con Lucía y sí, tenéis un nieto precioso que en estos precisos instantes está sentado sobre mis rodillas- aclaró mirando encandilado al pequeño que sonrió alegre mostrando aquellos hermosos hoyuelos iguales a su abuelo; Jaime sonrió conmovido- papá... si vieras cómo se parece a ti- añadió emocionado
 -¡¡Oh por Dios bendito Héctor!! ¡¿Lo has oído?! ¡¡Un nieto, tenemos un nieto!! ¡¡Y se parece a ti mi viejito!!- se oyó gritar entusiasmada a su madre
 -Lo he oído mi vieja... lo he oído...- susurró su padre con voz entrecortada, Jaime y Lucía se miraron enternecidos
-Papá...
-Hijo, júrame que te has comportado sensatamente y no has hecho ninguna tontería- lo interrumpió con voz preocupada su padre, Jaime sonrió conmovido
-Sí papá, tranquilo; me he comportado… relativamente bien- expuso guasón y Lucía volvió sonrió divertida
-¿A qué te refieres hijo? ¿Qué rayos has hecho Jaime?- se inquietó su padre
 -Nada, de verdad; no voy a negarte que al principio me calenté bastante y aún más cuando Lucía al fin me confirmó lo que sospechaba, no sabes las ganas inmensas que me entraron de retorcerle su lindo cuello...- expresó guasón mirando enamorado a Lucía que sonrió arrepentida- pero de inmediato me pusieron en mi sitio con un patadón en la espinilla que me dejó sin aliento- explicó divertido mirando encandilado al pequeño que sonrió comprendiendo que hablaba de él, Lucía rió entretenida -¡Ahhhh ¿Lucía te pateó el culo, eh?! ¡Bien por esa muchachita, te las merecías!- expresó satisfecho su padre provocando que Lucía soltara una sonora carcajada que apagó cubriéndose la boca con las manos; Jaime le sacó burlón la lengua
-¡Gracias ¿eh papá?!- expresó fastidiado Jaime aunque también reía divertido, se oyeron las carcajadas animadas de sus padres a través del auricular- pero no fue ella, fue tu nieto que tiene un carácter endemoniado y unos arranques que no sé yo a quién sale- añadió orgulloso besando con pasión la mejilla del pequeño que volvió a reír vanidoso
-Yo tampoco me hago idea de a quien puede parecerse si es así...- replicó socarrón su padre y los cuatro rieron explayados
-Pásame el teléfono- se oyó impaciente a su madre- Jaime cielo ¿cómo has visto a Lucía? ¿Está bien?- se interesó amorosa, él miró deleitado a Lucía
-Está preciosa mamá, más bella que nunca- declaró apasionado acariciando con el revés de su mano la mejilla de Lucía que sonrió dulcemente- y por si no me crees, que te lo diga tu nieto: ¿es o no preciosa mami, campeón?- le preguntó al pequeño que los observaba sonriendo alegre retirando el teléfono para que los abuelos lo escucharan
-Es la mami más guapa del mundo mundial- expresó orgulloso Héctor provocando la risa de sus padres
 -Ya lo has oído: es la más guapa del mundo mundial- repitió guasón Jaime
-¡Oh que lindo y tierno, hijo!- expresó enternecida- ¿puedo hablar con él, Jaime?- preguntó esperanzada casi en una suplica
 -Claro, espera... ¿quieres hablar con los abuelos, campeón?- le propuso animado mostrándole el teléfono, el niño abrió atónito sus lindos ojitos
-¡¿Tengo abuelitos como Iris?!- exclamó asombrado y sus ojillos brillaron emocionados
 -Claro mi ángel, mis papás son tus abuelitos- aclaró tierno Jaime
 -¡Ya lo sé que no soy tonto ¿eh?!- exclamó fastidiado por aquella innecesaria explicación y Jaime rió entretenido- pero no sabía que tenía ya que los papás de mami se murieron cuando ella era pequeñita como yo- explicó resuelto, Jaime miró extrañado a Lucía pues aquello no era cierto... o al menos no lo sabían ya que había sido abandonada de pequeña; ella movió desinteresada los hombros
-Déjalo, es más fácil eso que explicarle la verdad- expuso apagadamente y él, conmovido, esbozó una leve sonrisa
-¡¡Mami, tengo abuelitos!!- clamó entusiasmado y su madre le sonrió enternecida
-Lo sé mi ángel, lo sé- expresó dulcemente acariciándole tierna la mejilla
 -¿Y por qué no me lo dijiste?- reprochó al instante mirándola censurador, ella apretó los labios sin saber qué contestarle
-¡¿Lucy está ahí contigo, hijo?!- se impacientó nerviosa Marisa interrumpiendo aquel incómodo momento
-Sí mamá, Lucía está aquí- explicó resuelto mirando amoroso a Lucía que le sonrió tiernamente -¡Bien, eso está muy bien!- expresó complacida- cielito, mira... ¿y hay alguna posibilidad... de que... bueno, ya sabes... de qué...?- susurró esperanzada para que Lucía no la oyera pero sin atreverse a finalizar la pregunta, Jaime rió pícaramente entretenido
-A ver capitán ¿quieres hablar con la abuela o no?- animó Jaime al pequeño mostrándole el teléfono de nuevo sin responderle a su madre que la oyó refunfuñar fastidiada por no haberle contestado, él lo recogió pero se quedó callado mirando indeciso a Jaime
 -¿Y que les digo?- preguntó cohibido el pequeño provocando las risas conmovidas de sus padres -Eres Héctor ¿verdad cariño mío?- se oyó la voz emocionada de su abuela
 -Sí ¿y tú?
 -La abuela Marisa mi sol- dijo entre sollozos
-¡La abuela Marisa mami! ¡Mi abuelita se llama Marisa!- repuso entusiasmado y todos rieron de nuevo alegres. Poco a poco y ante la mirada enternecida de sus padres, Marisa y Héctor lograron que el pequeño perdiera toda su timidez y pronto contestaba a sus cientos de preguntas con un desparpajo increíble enzarzándose los tres en una amena conversación. Jaime le pasó el brazo por los hombros a Lucía atrayéndola amoroso hacia él y la besó dulcemente en la sien mientras ella se recostaba gustosa contra su pecho, se miraron enamorados y Jaime no pudo resistirse a atrapar de nuevo aquella encantadora boca que tanto había extrañado y aún no se había saciado de saborear fundiéndose otra vez en un placentero y delicioso beso donde se explayaron apasionadamente deleitados aprovechando que el pequeño seguía hablando entretenido por el teléfono- ¡Ah, pues eso no lo sé abuelita!- escuchaban contestar resuelto el pequeño- Ahora no puedo preguntárselo abuelito porque no me va a contestar... ¡¡pues porque ya están a besitos otra vez!!- lo oyeron exclamar fastidiado y las carcajadas de Marisa y Héctor llegaron hasta ellos
 -¡¡Trae aquí chivato!!- reaccionó al instante Jaime retirándole el teléfono y el pequeño rió jocosamente travieso- ¿qué preguntabas papá?
-¡¡Ah, que buena noticia hijo!! ¡¡Eso quiere decir que habéis vuelto ¿no cielito?!!- chilló entusiasmada su madre de tal manera que Jaime tuvo que apartar el auricular del oído, Lucía rió divertida
 -A mí ya nada ni nadie me arrancará nunca más de su lado, mamá- declaró sinceramente apasionado y rotundo mirando encandilado a Lucía que sonrió feliz
-Perfecto mi ángel, me parece maravilloso- expresó dichosa su madre- ¿puedo hablar con ella?- preguntó esperanzada
-Quiere hablar contigo reinita- expuso pasándole el teléfono, pero ella tragó saliva incómoda y se quedó mirando muy inquieta el teléfono sin recogerlo; Jaime la miró desconcertado- ¿qué pasa mi vida?- susurró intrigado, ella lo miró angustiada
-No puedo Jaime, aún no puedo enfrentarlos después de cómo me comporté contigo...- murmuró afligida con lágrimas en los ojos
 -¡Ey Chisss, tranquila!- expresó dulcemente tomándola entre su brazos oprimiéndola tierno contra su cuerpo- ellos no saben nada mi ángel, les dije que lo habíamos simplemente dejado, nada más- le musitó compasivo al oído para que sus padres no escucharan, ella lo miró sorprendida- yo nunca perdí la esperanza de volver a encontrarte y ellos no necesitaban saber nada más mi reinita- declaró y ella le sonrió agradecida- anda, háblale mi amor; aunque sea solo saludarla: te sigue queriendo con locura y te echó mucho de menos también- indicó cariñoso ofreciéndole de nuevo el teléfono, ella tomó aire profundamente y al fin lo recogió
 -Hola Marisa...- la saludó tímidamente
-¡Oh mi niña! ¡Que alegría más grande oírte de nuevo mi chiquita linda! ¡Que ganas tengo de verte mi niña!- expresó feliz demostrando el gran cariño que le tenía, Lucía sonrió conmovida- ¿Pero por qué te fuiste así, sin ni siquiera despedirte de nosotros? Nos dolió mucho mi cielito...- reprobó cariñosa, Lucía apretó los labios incómoda intentando sujetar las lágrimas que abordaron sus ojos
-Lo siento, lo siento mucho...- balbuceó llorosa
 -¡Oh no mi ángel; tranquila! ¡Perdóname tú, eso ya no importa mi chiquita! Cuando Jaime nos dijo que te viera en la capital y que estabas muy bien, no sabes lo contenta que me puse… Pero, dime ¿Por qué has callado algo tan importante mi cielo? No tenías por qué haberlo pasado sola, yo podía estar contigo si no querías ver aún a ese descerebrado de mi hijo...- le habló con gran ternura
-No Marisa, yo…- pero no pudo seguir, las lágrimas y la vergüenza por todo su mal comportamiento se lo impidieron- lo siento mucho mamá Marisa, sé que no debí hacerlo; sé que me comporté estúpidamente…- sollozó arrepentida, Jaime volvió a rodearla con su brazo y la cobijó amoroso contra su pecho
 -No te angusties así preciosa, seguro que aquí mi viejito tiene razón y la culpa no ha sido tuya; sabemos muy bien lo energúmeno que puede llegar a ponerse ese hijo nuestro cuando pierde los estribos y te comprendemos perfectamente; no te preocupes cielito, lo único importante es que tú y el pequeño Héctor estéis bien que todo lo demás no importa- habló dulcemente para consolarla, Lucía miró tremendamente dolida y arrepentida a Jaime al saber que lo culpaban de todo lo ocurrido y él no había hecho nada por defenderse; Jaime, que lo había escuchado todo, le sonrió desprendido y la besó amoroso en la sien- ¿sabes? Te sigue queriendo con locura mi niña- susurró pícara
 -¡Mira tú, ya sabemos a quien sale de chivato Héctor!- exclamó chistoso Jaime al oírla y todos rieron alegres
-¿Cuándo vais a venir? Tengo unas ganas enormes de conocer a ese nieto pillastre y, como Jaime no se cansa de repetir, que es hermoso como su madre- escuchó decir ilusionado a su padre; Lucía sonrió enternecida, se les notaba aún tanto cariño hacia ella que la conmovía... pero no podía evitar sentir un gran miedo y sobre todo vergüenza a verlos de nuevo frente a frente; Jaime lo detectó enseguida y le retiró el teléfono a Lucía
-Eso ya lo hablaremos ¿vale papá?- respondió desenfadado
-Pero hijo...- protestó desilusionado
-Compréndelo papá, Lucía trabaja y no puede irse así cómo así, ya lo planearemos y...- intentó animarlo
-Espera Jaime- habló decidida Lucía, él la miró esperanzado- el doctor Martínez me castigó unas semanas en casa y Héctor aunque pierda un par de días de escuela…
-¡¿Quién es ese doctorcito para castigarte y por qué?!- se alarmó mirándola atónito, ella sonrió apagadamente
 -Es el subdirector del hospital Jaime y, al contrario de lo que piensas, me hizo un gran favor ya que llevaba estas semanas con la cabeza en otra parte y cometí varios errores; era eso o podría perder mi puesto pues la doctora Arteche ya estaba bastante enfadada con mis despistes- él la miró afligido recordando que Esther le dijera que llevaba semanas intentando contactar con él con casi desesperación y comprendió los motivos de su poca atención
 -Perdóname mi ángel- murmuró apesadumbrado, ella le sonrió tranquilizadora
-Si me prometes que estamos de vuelta sin falta a lo más tardar martes para que Héctor no pierda mucha escuela, podríamos ir mañana y pasar el fin de semana con ellos…- propuso animada, él sonrió dichosamente agradecido
 -¡Vale, te lo prometo mi reinita!- explosionó feliz- ¡Ya lo habéis oído: mañana nos vemos!- dijo finamente rebosante de alegría y sus padres lo celebraron entusiasmados despidiéndose alegres hasta el día siguiente
 -¡Pues mañana nos vamos a ver a los abuelitos colega; te apuesto lo que quieras que esta noche no duermen!- exclamó Jaime recogiendo al pequeño y besándolo sonoramente en la mejilla
-¡¡Bien!!- exclamó él entusiasmado y Jaime y Lucía rieron entretenidos
-Pero nosotros sí nos vamos a dormir…- repuso Lucía sin dejar de sonreír- ¡Así que se acabó la fiesta señorito! Que son ya… ¡¡Dios santo, las doce!!- se sobresaltó al ver su reloj de pulsera, poniéndose en pie rápidamente- ¡Venga a la cama muchachito!- le ordenó al niño que obedeció sin rechistar- Héctor ¿qué se dice?- le recriminó cariñosa, el pequeño sonrió alegre y corrió a abrazarse al cuello de Jaime; él lo aprisionó emocionado contra su cuerpo
-Hasta mañana papi- exclamó resuelto besándolo cariñoso en la mejilla
 -Hasta mañana mi ángel- lo despidió conmovido al oírlo y el pequeño se fue obediente a su cuarto acompañado de su madre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario