domingo, 26 de julio de 2015


      -Bueno ¿ya me vas a contar de una vez de dónde sacaste a ese bombón?- por fin preguntó Arturo mirándolo con picardía sacándolo de aquel embeleso en el que se había quedado observándolas y le sonrió divertido
-No empieces que te conozco y solo es nuestra nueva vecina, nada más- respondió tranquilamente dándole un sorbo a su vasito de licor
-¡Ya, la vecina!- exclamó nada convencido mirándolo desconfiado, Mario rió entretenido
-Sí: la vecina- remarcó contundente- llegó hace poco a la ciudad e hizo buenas migas con Luna; la verdad es que es muy amable y cariñosa con ella y el viernes me hizo el gran favor de quedarse a cuidarla cuando tuve que ir a recogerla al colegio como ya sabes... así que en agradecimiento, hoy nos hemos ofrecido a enseñarle algo de la ciudad; nada más- aclaró sincero; Arturo movió su cabeza asintiendo
-Pues chico, yo que tú me pegaba bien a ella y le enseñaba algo más que... “la ciudad” la niñita es preciosa y está que cruje- expresó pícaro guiñándole malicioso un ojo a Mario
 -Mira que puedes llegar a ser animal- expresó divertido soltando una sonora carcajada, Arturo también rió explayado- anda, cóbrame que se ha hecho tarde y debo acostar a Luna
-¿Solo... a Luna? Porque mira que llevas muchos años en dique seco y la "vecinita" está para hacerle un favorcillo- siguió picando ladino mientras sonreía con malicia
-Ya está bien ¿no? Te he dicho que es solo mi vecina y entre ella y yo no hay ni habrá nada ¿de acuerdo?- habló mucho más contundente mirándolo muy seriamente
-Vaale, no te cabrees hombre, que solo estaba bromeando- repuso avergonzado por su insistencia; Mario le sonrió más calmado y ambos se sonrieron amistosos. Se despidieron con un abrazo y Mario se alejó yendo tras ellas alcanzándolas al borde del agua donde, ya los tres juntos, regresaron al coche dando otro sereno y bonito paseo bajo la luz de la luna. Arturo se les quedó mirando hasta perderlos de vista y suspiró profundamente- ay chaval, cuando te darás cuenta que ya es hora de olvidar a Sol y esa muchacha puede ser una buena oportunidad de volver a rehacer tu vida...- murmuró abatido por su compañero al que quería como un hermano y se regresó dentro del local
De camino a casa, a Lara le extrañó el silencio de Luna y examinó curiosa el asiento trasero encontrándose a la pequeña profundamente dormida abrazada a su nuevo caballo de peluche
-Se ha quedado dormida, la pobrecilla estaba agotada- comentó con ternura a Mario que observó por el espejo retrovisor a su hija y sonrió dulcemente
-No me extraña, brinco todo el día como una cabra loca- comentó chistoso y ambos se rieron divertidos. Al llegar a casa, Mario la recogió con mucho cuidado para no despertarla
-¿Te ayudo en algo?- se ofreció servicial mientras él cerraba el coche
-No, gracias; estoy acostumbrado y lo tengo todo controlado- contestó resuelto aunque le sonrió sumamente agradecido
 -Pues nada entonces, hasta mañana- resolvió animosa abrazando a su osito de peluche contra su pecho y se encaminó hacia su casa. De pronto Mario sintió una necesidad extrema de seguir sintiéndola cerca, no quería que se alejara, quería que se quedara a su lado, deseaba que se quedara... -Lara...- la llamó impaciente antes de que se alejara más y ella se volvió al instante mirándolo intrigada; ambos quedaron mirándose fijamente a los ojos sin decir nada y, tras unos segundos en silencio que para ellos parecieron horas, él esbozó una dulce sonrisa amena- espero que te hayas divertido, hasta mañana- resolvió apresurado y se fue a su casa sin esperar su respuesta ni volver la vista atrás ni un momento. Lara se quedó observándolo hasta que cerró tras él la puerta de su casa y, oprimiendo el osito más contra ella al tiempo que suspiraba profundamente desanimada, también se fue a su casa sintiéndose realmente extraña. Esperaba algo de él, no sabía muy bien el qué, pero necesitaba y ansiaba que Mario hubiera hecho o dicho algo antes de irse... desmoralizada y con un bajón increíble, colocó con ternura el osito sobre la butaca de su cuarto, luego se duchó y se metió en la cama mirando para el osito que Mario le regalara quedándose dormida en el acto.
 Mario, sintiéndose extrañamente vacío por dentro y con una desgana impresionante, desnudó con cuidado a Luna para no despertarla y la arropó con ternura mientras la besaba amoroso en la frente. Se duchó largamente intentando apagar aquella rara sensación que sentía pero no lo consiguió, aquella sensación de abatimiento y tremendo vacío no se iba con nada; se metió en la cama recostándose contra el respaldo para así poder observar la ventana del dormitorio de Lara como ya hacía siempre últimamente hasta que se quedó dormido.
Aquella mañana, sorprendentemente para Lara, la despertó la alarma de su despertador cuando siempre era ella quien se despertaba antes de que sonara y comprobó que le costaba muchísimo levantarse de la cama; aún sentía un enorme cansancio del agotador día anterior. Sonrió feliz al recordar el maravilloso día que había pasado con Mario y Luna y unas ganas terribles de verlo de nuevo la asaltaron. Saltó de la cama y espió el dormitorio de Mario que, como siempre, su ventana ya estaba abierta, su cama arreglada y de él ni rastro. Escogió rápidamente la ropa para salir a correr y, muy animada, salió de la casa. Cuando se adentró en el parque haciendo su recorrido diario, su corazón empezó a latir entusiasmado deseando ver pasar a Mario.
 Mario aquella mañana recorría el recinto del parque más ansioso de lo habitual; deseaba volver a ver a Lara aunque fuera unos minutos con unas ganas impresionantes. Como todas las mañanas, al alcanzar la cima del sendero cuando realizaba ya su décima y última vuelta al recinto del parque, al fin vio lo que tanto ansiaba encontrarse y su corazón empezó a latir emocionado: la morena coleta balanceándose rítmicamente. Sonrió feliz y apuró su paso para alcanzar a Lara mientras la observaba por detrás, hoy llevaba un traje enterizo de licra negro que delineaba perfectamente todas sus bonitas curvas.
 -Buenos días- le saludó con un susurro en el oído tras retirarle el auricular de la oreja, Lara sintió un plácido escalofrío que la excitó terriblemente dejándola totalmente sorprendida por aquella reacción tan inesperada de su cuerpo
 -Hola- solo pudo responder azorada por aquel inmenso comezón que sentía de pronto en las entrañas y aquella extrema dureza en sus pechos que casi se hacía insoportable; él sonrió mostrando una de aquellas preciosas sonrisas que a ella la trastornaban y la excitación aún aumentó más
-Pensé que no ibas a venir ¿No estás cansada de ayer?- se interesó divertido
-Yo no ¿Acaso tú sí?- respondió burlona mirándolo picaruela, él rió explayado y todo el cuerpo de Lara volvió a estremecerse de deseo
 -No me creo nada de que no estés cansada- expresó socarrón dándole un pequeño empujón con su hombro en el hombro de Lara y ella soltó una alegre carcajada
-Te lo demuestro si quieres: a que llego antes que tú a la cima- lo retó animada levantando chulesca la cabeza mirándolo altanera y él sonrió entretenido; era preciosa, pero a veces hacía gestos que la hacían tremendamente irresistible
-¿Qué te apuestas a que no?- exclamó decidido, ella lo miró desafiante- está bien, vamos a comprobarlo; a la de tres ¿vale?- propuso animado y ambos se colocaron en posición de salida -¡¡Tres!!- clamó rápidamente Lara echando a correr al instante dejándolo totalmente desconcertado -¡¡Ey, no se vale!! ¡¡Serás chanchullera!!- clamó divertido recibiendo como respuesta una pícara y alegre carcajada de Lara, Mario rió entretenido y echó a correr tras ella. A pesar de su tramposa ventaja, con apenas media docena de zancadas, Mario ya la tenía al alcance; Lara soltó un leve chillido al ver que se aproximaba rápidamente e intentó acrecentar su velocidad, pero la pendiente era bastante pronunciada y realmente el cansancio del día anterior hacía sus mellas; él la alcanzó irremediablemente con una ventaja descarada adelantándola mientras esbozaba una burlona sonrisa, entonces Lara lo sujetó fuertemente por la camiseta en un intento de detenerlo- pero... ¿quieres soltarme lianta?- expresó divertido mientras se revolvía alrededor de ella intentando soltarse, cosa que Lara aprovechó para adelantársele entre alegres risas pero él volvió a retomar la carrera lanzándose a por ella y, así la alcanzó de nuevo, inesperadamente la izó en el aire sujetándola por las caderas provocando en Lara un alegre chillido de sorpresa y se la colgó al hombro como si fuera un fardo cargando con ella hasta la cima- ¡Hala, ni para ti ni para mí: hemos llegado juntos!- resolvió desenfadado
 -¡De eso nada!- exclamó rotunda, él aún llevándola sobre su hombro, la miró confundido- ¡¿ves? mis pies han alcanzado la cima antes que tú, así que gané yo!- replicó satisfecha moviendo levemente sus piernas demostrando que ciertamente estaban por delante de Mario
-Pero... ¡¿será posible contigo?! ¡¡Eres aún peor que Luna!!- exclamó atónito palmeándole suavemente uno de sus glúteos
-¡¡Ey!!- protestó aunque reía divertida, él la devolvió al suelo dejándola frente a él mientras ella seguía carcajeándose alegre
 -¿Sabes que eres una auténtica...?- exponía pero se quedó perdido en aquellos profundos y bellos ojos negros que lo miraban fijamente brillando alegres y de nuevo aquellas inmensas ganas de besarla lo asaltaron precipitadamente- …eres una auténtica belleza ¡¡maldita sea!!- exclamó derrotado y, sujetándole suavemente la nuca, atrapó aquella deliciosa boca que tanto ansiaba saborear. Lara posó sus manos sobre aquella fornida espalda afianzándose a él y se entregó totalmente a aquel beso que profundizaron extasiados; Mario deslizó despacio sus manos por la espalda de Lara aprisionándola ambicioso contra su cuerpo y continuaron saboreándose complacidos sus mutuas bocas hasta que él se retiró muy lentamente sin poder dejar de mirar a aquellos hermosos ojos- Dios santo ¿qué me has dado, maldita hechicera? nunca sentí una atracción así de fuerte e incontrolable por nadie- murmuró incrédulo oprimiéndola frenético pero con una delicadeza extrema a él al tiempo que la besaba dulcemente en la cabeza, ella aún se abrazó más a su cuerpo y, posando gustosa su cabeza sobre aquel duro pecho, rió feliz. Mario se retiró levemente, solo lo suficiente para poder tomar entre sus manos aquel precioso rostro, y sonriéndose íntimamente satisfechos, volvieron a fusionarse en un delicioso beso que prolongaron lo máximo que sus pulmones pudieron soportar- ¡¡Dios!! tengo que irme o se me hará muy tarde... pero no quiero maldita sea- expresó mientras no podía parar de dejar de besar suave y dulcemente aquellos deliciosos labios que se entregaban sin reservas a los suyos y con tanta complacencia como él; ella rió plácidamente deleitada y volvieron a fundirse en un profundo y pleno beso saboreándose sumamente gustosos volviéndose a retirar muy despacio y sin ganas- de verdad que tengo que irme...- protestó fastidiado, ella volvió a sonreír
-¿Pues a qué esperas? Yo estaré aquí cuando regreses, esperándote ansiosa por volver a besarte- declaró llena de pasión oprimiéndose gustosa más a él
-¿De verdad?- expresó sin poder creérselo
-No tienes ni idea de cuanto llevo deseado esto pero tú no te decidías- aclaró resuelta atrapando de nuevo aquella boca que tanto había ansiado saborear y al fin lograra conseguirlo; él sonrió entretenido y la correspondió al instante entregándose a un nuevo delicioso y complacido beso antes de que Mario finamente se marchara dejándola sumamente feliz. Cuando llegó a casa, Luna ya la esperaba y corrió alegre a saludarla como todas las mañanas
-Hola cariño mío ¿cómo has descansado?- la saludó tierna besándola amorosa en la cabeza mientras la pequeña se abrazaba a su cuerpo
 -Bien... Larita ¿me haces una trenza como la de ayer para ir al cole?- Propuso mirándola esperanzada, Lara le sonrió enternecida
-Claro que sí, mi chiquita; vamos- aseguró resuelta tomándola de su manita y se fueron a su casa; subieron al baño y la peinó con dulzura y una precisión increíble. Luna se miró en el espejo de la habitación quedando complacida con el resultado
-Me encanta como me peinas, Larita; tú no me tiras del pelo como hace papá- expresó deleitada la pequeña abrazándose a ella de nuevo; Lara la besó amorosa en la cabeza mientras la acunaba tiernamente contra su cuerpo. Al levantar la mirada, se encontró a Mario observándolas deleitado desde su dormitorio; se sonrieron íntimamente complacidos mientras se miraban encandilados. La bocina del autobús las sobresaltó- ¡¡Ahí va, ya llegó el bus!!- gritó la pequeña y, tras besarla cariñosa en la mejilla, bajó rápidamente las escaleras. Cuando Lara regresó su mirada a la ventana de Mario, él también se había ido. Bajó a la cocina a desayunar, apenas acababa de servirse un café cuando le llamaron a la puerta; su sorpresa fue mayúscula cuando se encontró frente a ella a Mario
-Pero... ¿qué haces aún aquí? ¿No se te hacía tarde?- expresó mirándolo completamente descolocada, él sonrió pícaro mostrando otra de aquellas sonrisas que derretían a Lara
-Yo también quiero mi beso de despedida como Luna- aclaró chistoso mirándola divertido mientras rodeaba la cintura de Lara con uno de sus brazos atrayéndola hacia él, ella rió entretenida y se besaron apasionados explayándose en saborearse complacidos. Luego Mario se dirigió a su coche y se despidieron con la mano mientras se alejaba.
 Lara pasó el día eufórica de felicidad, las horas no pasaban para volver ver a Mario y después fue un auténtico suplicio estar juntos y no poder besarse a gusto al estar Luna con ellos, solo pudiendo robarse presurosos y disimulados toques en los labios así la niña se despistaba un momento... el único momento en el que pudieron explayarse a gusto y apagar todas aquellas ansías de saborearse deleitadamente complacidos, fue en su porche tras acostar Mario a Luna y al día siguiente por la mañana en el parque; pero valía la pena aquellos breves momentos solo por sentirse entre los brazos de Mario y sintiendo como él le entregaba tanto amor y deseo como ella sentía... y así pasó la semana.
Mario había cambiado notablemente en aquellos días: llegaba todas las mañanas con una alegre sonrisa instalada en su cara y se pasaba el día silbando distraído una amena melodía mientras no podía dejar de pensar en Lara; aquel enorme cambio tenía descolocados a sus compañeros, pero ninguno se atrevía a preguntar nada. Aunque sentían gran alegría de verlo de nuevo feliz y radiante y se morían de curiosidad por saber qué era lo que había devuelvo el brillo de ilusión a sus ojos y aquella dicha imposible de disimular de su rostro, no querían estropearlo con preguntas indiscretas. Aquel viernes Mario, junto a sus compañeros, estaban poniendo a punto el camión de bomberos como todas las mañanas para tenerlo listo si había alguna urgencia; y, como últimamente siempre hacía, volvía a silbar entretenido mientras en su mente seguía anclado el hermoso rostro Lara con aquella preciosa sonrisa que lo tenía embobado.
-¡Ey jilguerito!- lo llamó chistoso Arturo pegándole suavemente en la pierna con su pie para llamar su atención; Mario asomó la cabeza por debajo del camión mirándolo intrigado- este domingo es la comida en el parque ¿no nos fallarás verdad?
-¿Cuándo fallé yo?- respondió mirándolo extrañado sin comprender a que venía aquella estúpida pregunta
 -Nunca… hasta ahora; pero tampoco nunca te pasabas el día silbando como jilguerito feliz- aclaró socarrón y el resto de compañeros se rieron divertidos; él también rió ameno regresando bajo el camión a continuar su trabajo- Ey, este año tenemos que entrenar duro para ganarles por fin a los de la 21 ¡siempre nos ganan; pero menudo palizón nos dieron el año pasado, chico!- siguió hablando acuclillándose a su lado para poder verle mientras manipulaba el bajo del camión
-¿A mí qué me dices? Si tú eres un manta y el que nos dejas siempre cojos en medio campo- respondió burlón sin dejar de apretar con fuerza uno de los tornillos para asegurarlo bien; el resto de compañeros volvieron a carcajearse jocosos
 -¡Ey, no te pases colega que no lo hago tan mal!- protestó animado dándole un suave golpe en el muslo con su puño; Mario salió de debajo del camión
-No, lo haces peor; hasta tu hijo te lo dice y apenas tiene tres años- siguió burlándose mientras se levantaba del suelo y se limpiaba sus manos grasientas a un paño que sacó del bolsillo trasero de su pantalón; Arturo rió vencido y él se la devolvió amistoso
-Ahora hablemos en serio tío, nos tienes a todos muy intrigados y ya no aguantamos más: ¿qué rayos te pasa que estos días estás de puta madre?- preguntó lleno de curiosidad aunque deleitado por su cambio mientras lo miraba sumamente intrigado a los ojos; Mario esbozó una sonrisa feliz que iluminó de nuevo sus ojos
-Pues tú lo has dicho: que estoy de puta madre- respondió desenfadado en un claro tono de que no iba a explicar nada más y se encaminó a los vestuarios
-¡¡Venga hombre!! Sabes que todos te apreciamos muchísimo y nos encanta verte así; pero dinos al menos qué te está pasando para poder alegrarnos también ¿no?- insistió fastidiado por su terco silencio; Mario se volvió y los observó a todos uno a uno a los ojos, ellos lo observaban expectantes de su contestación. Realmente sabía que le apreciaban tanto como él a ellos, eran su familia; y también sabía de sobra que se alegrarían muchísimo de él...
-Pues lo que pasa es que...- comenzó a hablar dispuesto a contarles lo de Lara pero, de pronto, la sirena empezó a sonar avisando de una urgencia interrumpiéndolo- ...es que hay un aviso y debemos salir volando ¡¡vamos!!- clamó autoritario apurando el paso hacia los vestuarios
-¡Joder, tío; acaba de hablar!! ¡¡No nos dejes así, a medias!!- intentó detenerlo Arturo pero Mario continuó su camino sin volverse- ¡¡Mierda de sirena; que oportuna ¿no podía esperarse dos minutos o qué?!- protestó fastidiado por la inoportuna interrupción tirando de malas maneras la esponja dentro del cubo de agua que tenía a sus pies provocando que una gran cantidad de agua jabonosa saltara del cubo impactando en su rostro-¡¡Joooder, la hostia!!- exclamó sobresaltado retirándose el jabón de los ojos
 -¡Te está bien empleado, por cotilla!- le reclamó guasón Mario entre jocosas risas antes de desaparecer dentro de los vestuarios; todos sus compañeros se carcajearon divertidos mientras seguían apresurados a Mario.
-¡¡Sí, sí, reíros manada de falsos; pero todos estáis deseando saber tanto como yo y me habéis dejado solo, panda de traidores!!- protestó aunque sin perder el buen humor y los siguió también mientras intentaba limpiarse la espuma que se había salpicado por todo el uniforme
A las cinco llegó Luna, entrando alegre como un cascabel en la casa de Lara ya sin molestarse en llamar
-¡¡Larita, ya llegué!!- anunció cantarina tirando la mochila sobre el sofá de la sala
-¡Hola, cielo; estoy en la cocina!- la pequeña apareció al instante junto a ella y ambas se besaron cariñosas en las mejillas- ¿Qué tal hoy en el cole?
-Bien- respondió moviendo desenfadada los hombros, Lara sonrió entretenida mientras la pequeña saludaba a la tortuga Claudio- ¿sabes Larita? En el cole esta semana varios compañeros me dijeron que estaba muy guapa
-¿No les pegarías?- exclamó sobrecogida mirándola asustada por la contestación que podía recibir de la pequeña
-A punto estuve de arrearle al primero que me lo dijo… pero después recordé que te lo había prometido y me aguante las ganas de darle- contestó serenamente, Lara respiró tranquila
-Pero ¿no te das cuenta cielo, que ellos lo hacen porque saben que a las chicas nos gustan mucho esas cosas?- expuso cariñosa mirándola tierna mientras recogía el pan del armarito y sacaba el recipiente del embutido del frigorífico, Luna la miró desconcertada
-¿Qué cosas?- expresó frunciendo descolocada el ceño
-Pues esas; que nos digan cosas bonitas como que estamos guapas, que nos tomen de la mano, que nos acaricien…- fue exponiendo mientras hacía un sándwich de jamón y queso
 -¡Ja, menuda tontería! ¡Pues conmigo que no se les ocurran esas tonterías ¿eh?! ¡Porque entonces sí que no voy a tener en cuenta la promesa que te hice y les arreo con ganas! ¡Eso solo me lo puede decir y hacer mi papá!- aclaró pendenciera y Lara rió divertida; la pequeña se quedó mirando muy curiosa como ahora Lara preparaba otro sándwich pero esta vez de atún con finas rodajas de tomate- Que pintaza tiene eso, Larita ¿Es para mí?- interrogó esperanzada
-¿Te gusta el tomate?- expresó mirándola sorprendida
-¡¡Muchísimo; como a papi, que también le encanta!!- exclamó alegre y muy orgullosa de tener los mismos gustos que su adorado papá; Lara sonrió enternecida
-Pues entonces es para ti, corazón; yo me comeré el de jamón y queso- resolvió definitiva y la pequeña sonrió complacida
-¡¡Genial, gracias!!- exclamó besándola cariñosa en la mejilla- ¡¡Me voy a lavar las manos!!- gritó ya echando a correr por el pasillo en dirección al baño, Lara volvió a reír entretenida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario