jueves, 23 de julio de 2015


    Entraron en la cocina aún de la mano sonriéndose alegres
-Ven aquí mi chiquita, vamos a limpiarte esa cara tan linda- expresó con dulzura Lara elevando a la pequeña en brazos sentándola sobre el mármol junto al fregadero; mojó un paño en agua y le limpió con ternura la cara y la sangre ya casi seca de su pequeña naricilla- ¿Cómo te pegaste así con ese niño? No ves que te pudo hacer daño, cielo- expuso cariñosa mientras le limpiaba también las rodillas -¡¡Sí hombre, como si alguno de eses idiotas pudieran conmigo!!- expresó resuelta y Lara rió divertida
-Bueno, esto puede que te vaya a escocer un poquito ¿vale?- avisó dulcemente extendiéndole desinfectante en la rodilla, pero la pequeña ni se inmutó- hala, esto está- expresó tomándola de nuevo en brazos- ¡que valiente y guapa es mi niña, por Dios!- exclamó besándola amorosa en la mejilla provocando en la pequeña una risa alegre- Ahora vamos a peinar estos pelos todo enmarañados que llevas- resolvió decidida regresándola al suelo, la pequeña tomó su mano y subieron al baño. Lara le cepilló con parsimonia su larga y hermosa melena rubia devolviéndole su brillo y sedosidad en poco tiempo y le hizo una bonita coleta alta que la pequeña se apresuró a examinar coqueta al espejo
-¡Jo, como la tuya! ¡que chula, gracias!- exclamó deleitada moviendo su cabecita para hacerla bailar -Así se puede apreciar mejor esta carita tan preciosa que tienes, mi niña- expuso orgullosa besándola con pasión en la mejilla de nuevo, la pequeña rió satisfecha
-Me encanta, de verdad... pero a mí no me sale bien, siempre me queda torcida- explicó fastidiada -¿Te peinas tú sola?- indagó sorprendida por su comentario
-¡Pues claro! ¿quién sino iba a hacerlo Larita?- aclaró chistosa mirándola desconcertada por aquella pregunta; Lara rió divertida
 -¿Tu papá?- resolvió mirándola intrigada a través del espejo
-¡¿Mi papá?!- exclamó abriendo atónita aquellos preciosos ojitos color miel y soltó una burlona carcajada- Mi papi es un papá maravilloso y un fantástico bombero, Larita; pero un auténtico inútil y manazas para todo lo demás- explicó socarrona y ambas rieron explayadas- ¿Puedo ir a ver la tele?- se interesó esperanzada
-Claro que sí, pero mientras meriendas; después hacemos los deberes ¿vale?- propuso animosa
-No tengo- respondió demasiado rápido, Lara la miró entrecerrando desconfiada los ojos y la niña resopló derrotada- vale, sí que tengo... pero los hago mañana que es sábado- resolvió finalmente echando a correr por el pasillo hacia las escaleras. Lara sonrió entretenida y bajó tras ella encontrándosela sentada en el sofá delante del televisor ya encendido- Lara ¿Aún te queda tarta de ayer? Tengo hambre- preguntó así la vio llegar al salón
-Pues sí, pero ¿ no quieres un sándwich antes?
-Vale- respondió moviendo desenfadada los hombros regresando su atención al televisor.
Lara le preparó un sándwich y se lo sirvió en la mesita de café junto con un vaso de leche y un pedazo del pastel de limón. La pequeña empezó a comer hambrienta el bocadillo
-Anda, dame el uniforme a ver si podemos adecentarlo un poco- expuso y la pequeña obedeció al instante quedándose en camiseta de tirantes y braguitas de fino hilo blanco; Lara regresó a la cocina y con un paño humedecido le quitó las manchas de barro. Examinó con atención el roto en el bajo de la falda y los botones de la camisa- Creo que de estos debo tener...- murmuró animosa y cogió un pequeño costurero de uno de los muebles de la cocina; se sentó a la mesa y tras rebuscar en la cajita de botones encontrando tres iguales, se dispuso a coserlos
 -Ya acabé- anunció la pequeña regresando a la cocina con los platos y el vaso ya vacíos- ¡Vaya ¿Sabes coser?!- exclamó sorprendida al verla coserle el bajo de la falda
 -Me defiendo- respondió desenfadada y ambas se sonrieron alegres; la pequeña dejó la loza en el fregadero y se sentó junto a ella observando atenta como cosía los botones- ¿no querías ver la televisión?- se interesó
 -Sí, pero ya acabó mi serie favorita y ahora no echan nada- explicó desenfadada
-Y entonces ¿por qué no eres buena y haces los deberes aquí a mi lado? Yo te ayudaré a hacerlos- le propuso animosa, pero Luna hizo un gesto fastidioso con la boca- piensa que así tendrás el fin de semana libre para jugar todo lo que quieras y además imagínate la gran alegría que se llevará papá después de este disgusto que le has dado- intentó convencerla acariciando dulcemente su mejilla con el revés de sus dedos, la pequeña la miró poco conforme y resopló profundamente
 -Está bien...- murmuró derrotada y fue a recoger su mochila sentándose junto a ella.
Lara mantuvo su palabra e intentó ayudarla pero comprobó que era muy inteligente y sabía de sobra hacerlos sola; aunque su falta de concentración era enorme y cualquier nimio detalle le servía para despistarse y empezar a enredar. Entonces, con gran cariño y una paciencia infinita, ella la volvía a centrar en los deberes.
Estaban tan entretenidas que no se percataron que Mario las observaba desde la ventana de su cocina. No podía creer que Luna estuviera haciendo sus tareas siendo viernes y sin protestar ni refunfuñar. Al contrario, parecía muy animada y entretenida. La verdad es que Lara sabía llevarla muy bien y siempre con una dulzura increíble no perdiendo en ningún instante los nervios como le ocurría a él. Se quedó mirándola fascinado, además de hermosa y poseer unos ojos tan dulces que parecían acariciarle cuando lo miraban provocándole una sensación maravillosa, aquella mujer era tan paciente y tierna con su hija...
 -Esto ya está, vamos a vestirte mi chiquitina o cogerás frío- exclamó Lara al acabar de coserle el uniforme y la niña obedeció al instante- Luna…¿me harías un favor?- expuso muy dulcemente mientras le abrochaba los botones de la camisa y la pequeña la miró curiosa- ¿me prometes que no vas a volver a pelearte así nunca más?- propuso mirándola con un cariño indescriptible; la pequeña movió desconforme la boca esquivando su mirada- anda ¿sí? ¿me lo prometes? No ves que comportándote así disgustas mucho a papá mi chiquita- insistió posando tierna su mano en el mentón de la pequeña obligándola a mirarle a los ojos y Lara descubrió pesadumbre en ellos
-Eso es verdad... no debo enfadarlo tanto o se pondrá más malito y no me gusta verlo así- murmuró arrepentida y su voz sonó muy preocupada intrigando a Lara
-¿Qué le pasa a tu papá mi cielo?- preguntó mirando inquieta a los ojos de la pequeña
-Padece de grandes dolores de cabeza, a veces tan fuertes que no se puede ni levantar de la cama y entonces tiene que venir la abuelita a pincharlo…- explicó poniendo gesto de dolor al recordar las inyecciones; sufre de migrañas concluyó Lara ante la explicación de la pequeña- ...pero al día siguiente ya está bien y vuelve a ser el mismo papi maravilloso de siempre- resolvió nuevamente feliz y Lara sonrió enternecida. También Mario sonrió encantado por la entusiasmada y amorosa descripción que su pequeña había hecho de él
 -¿Lo ves? Pues tienes que portarte bien para que siga siendo ese maravilloso papi que tanto te quiere mi chiquita- expresó tierna acariciándole de nuevo la mejilla a la pequeña- ¿qué? ¿entonces me lo prometes?- insistió esperanzada
-Sí- contestó rotunda con una sincera sonrisa
 -Si es que eres un ángel precioso mi niña hermosa ¿cómo puede decir tu papá que eres una fierecilla?- exclamó encantada abrazándola con pasión contra su pecho y la besó contundente en su cabecita. Mario sonrió complacidamente deleitado al ver aquella hermosa escena y su corazón empezó a latirle frenético, aquella mujer era extraordinaria y estaba haciendo verdaderos milagros con su pequeña fierecilla... ¡¡y auténticos estragos con él!! pensó inquieto y se alejó raudo de la ventana para no seguir observando a aquella preciosidad que sentía como lo estaba enamorando a una velocidad increíble. Así logró serenarse un poco, se encaminó a casa de Lara saltando ágil la valla -¡Ese es mi papi guapo!- oyó decir a Luna feliz al oír el timbre y él sonrió orgulloso
-Pues ve recogiendo mientras yo le abro- escuchó la dulce voz de Lara y, al ver su silueta acercarse a través del cristal velado, su corazón empezó a latirle fuertemente de nuevo- Hola, pasa que estamos en la cocina- lo invitó alegre así abrió la puerta mostrándole una de aquellas preciosas sonrisas que lo trastornaban; sin poder pronunciar palabra ya que su corazón parecía habérsele subido a la garganta, se limitó a sonreírle amistoso y obedeció, pero al pasar junto a ella, no pudo evitar rozar con su brazo desnudo el terso brazo de Lara y de nuevo un delicioso escalofrío sacudió a ambos acelerándoles aún más si cabe sus corazones. Muy callado, se dirigió a la cocina y se encontró con otra Luna muy distinta a la que había dejado hacía unas horas.
 -¡¡Dios santo, no me lo puedo creer ¿realmente tú eres la misma Luna que dejé aquí hace un rato?!!- exclamó gratamente sorprendido al ver su preciosa carita de ángel de nuevo limpia y totalmente despejada con aquella bonita coleta alta y su uniforme adecentado; ella sonrió orgullosa echándose a sus brazos y él la recogió amoroso oprimiéndola tierno contra su pecho.
 -Mira papi, Lara me ha hecho una coleta como las de ella ¿A que estoy guapa?- le preguntó coqueta Luna moviendo su cabecita para hacer bailar la larga coleta de rubio pelo
-Muchísimo mi ángel, estás preciosa- respondió encantado besándola con pasión en la mejilla; la pequeña sonrió dichosa y él miró a Lara que se había quedado bajo el dintel de la puerta sonriendo tiernamente- muchísimas gracias por haberte encargado de ella, ni te imaginas el gran favor que me has hecho- expuso sinceramente agradecido
-No hay de qué, al contrario: gracias a ti por permitírmelo, es tan alegre que me encanta estar con ella- contestó sincera cruzando sus brazos sobre su pecho y apoyándose en el dintel, ambos se sonrieron agradablemente complacidos
 -Y no sabes otra cosa papi- expuso Luna posando su manita en la mejilla de su padre obligándolo a mirarla a los ojos
-¿Qué?- preguntó curioso
-¡Tengo todas mis tareas hechas!- repuso con orgullo
-¡Eso no es cierto!- exclamó haciéndose el sorprendido abriendo exageradamente sus ojos y la pequeña asintió rotunda con su cabecita- ¡¡No puedo creerlo ¿de verdad?!!- insistió guasón y la pequeña volvió a asentir con la cabeza, Lara reía divertida- ¡¡Dios santo ¿sin gritos ni pataletas?!! ¡¡Tú no eres mi chiquitina!! ¡¿Qué le has hecho a mi ardillita?!- clamó mirando agradecido a Lara que seguía riéndose entretenida apoyada despreocupada en el dintel de la puerta y ambos descubrieron un brillo especial en los ojos del otro que los dejó muy intrigados y confundidos quedándose mirando fijamente en un intento de descifrar que podía significar
-Sí que soy yo, so tonto- expuso alegre la pequeña sacándolos de aquella fijación en la que se habían quedado
 -Pues entonces habrá que agradecerle de alguna forma a esta bella dama este gran cambio que ha realizado en ti ¿no crees mi chiquita?- expresó besando de nuevo la mejilla de su preciosa hija; ella, sin soltarle el cuello, le miró pícara a los ojos
 -¡Podemos llevarla el domingo al parque de atracciones!- expuso entusiasmada provocando la risa divertida de Lara
-Ey fierecilla, no te embales que se supone que el premio es para ella, no para ti- replicó socarrón su padre y la niña movió fastidiada su linda boquita provocando las risas divertidas de ambos adultos -Pues a mí me parece una idea estupenda: me encanta ir al parque de atracciones- resolvió animada Lara, Mario la miró guasón y ella también se ruborizó levemente
-¡Vaya por Dios! ¡Así que el domingo, en vez de una, tendré que cuidar a dos niñitas entonces; pues vaya plan se me presenta!- se burló guasón y los tres rieron alegres. Mario se encaminó aún con la pequeña en brazos a la puerta de casa, Lara lo siguió llevando la mochila de Luna. En el porche se detuvo volviéndose hacia Lara- ¿entonces quedamos así? ¿el domingo lo pasamos en el parque de atracciones?- se aseguró esperanzado
 -Por mí perfecto- respondió encantada entregándole la mochila de la pequeña; él asintió con la cabeza y, mientras se sonreían agradados, se volvió para irse
 -¡Espera papi!- exclamó Luna deteniéndolo e, inesperadamente, se colgó de su brazo extendiendo sus bracitos intentando abrazar el cuello de Lara para besarla en las mejillas. Ambos, sobresaltados por el impetuoso gesto de la pequeña que podía caerse del brazo de su padre, se movieron al tiempo quedándose sus rostros frente a frente y muy cercanos, demasiado, tanto que podían sentir sus alientos sobre sus labios... sus corazones empezaron a latir tan fuertemente que temían que el otro llegara a oírlo y sus ojos se quedaron prendados irremediablemente en la boca del contrario sintiendo unos terribles deseos de atraparla y apagar aquella desazón que había nacido en sus labios inflamándolos de ardor. Pero así como la impetuosa Luna los había acercado con su alocado gesto, de pronto soltó el cuello de Lara y se enderezó de nuevo separándolos inesperadamente y dejándolos con un insoportable quemazón en sus labios que parecía arderles. Mario se alejó raudo hacia la verja de la calle sin pronunciar palabra y sin atreverse a volver a mirar a Lara o no podría controlar aquellas inmensas e insoportables ganas de besarla mientras la pequeña sacudía alegre su manita despidiéndose de Lara que le correspondía de igual manera al tiempo que se mordía mortificada el labio inferior en un intento vano de aplacar aquellos tremendos deseos con los que se había quedado de saborear aquella atrayente boca de Mario.
Ya ante la puerta de su casa, Mario se atrevió al fin a mirarla antes de cruzar el umbral. Su mirada fue tan sumamente profunda e intensa que a Lara su corazón volvió a desbocarse frenético y sintió como si todo su cuerpo se derritiera ante aquella inmensa mirada que lo decía todo sin necesidad de palabras; así Mario desapareció dentro de su casa, Lara tuvo que apoyar su espalda al dintel de la puerta o se caería redonda pues las piernas le temblaban tanto que parecían no poder sujetarla ¿había visto bien o su mente le estaba traicionando? ¿Realmente Mario deseaba besarla tanto como ella ansiaba que lo hiciera o habían sido imaginaciones suyas?
 Mario así cerró la puerta tras él, dejó a la pequeña en el suelo que corrió veloz hacia la sala encendiendo al momento el televisor y él se apoyó contra la puerta de la calle cerrando fuertemente sus ojos ¡Dios mío! ¿qué rayos le estaba ocurriendo con aquella mujer? Nunca se había sentido tan rápidamente atraído por nadie como por ella; parecía que lo había embrujado con aquellos dulces y profundos ojos negros y aquel rostro perfecto y maravilloso. Ni jamás había sentido aquellos inmensos deseos de besar a alguien como le había ocurrido hace unos instantes con ella; ni siquiera con Sol, y eso que había estado locamente enamorado de la madre de su hija...
 -¡Bah, no están echando nada en la tele!- protestó fastidiada la pequeña apagando el televisor- me voy a jugar a mi cuarto, papi...- exponía apareciendo en el recibidor pero se quedó mirándolo extrañada al encontrárselo recostado contra la puerta con los ojos cerrados; parecía angustiado- ¿qué te pasa papi? ¿te duele de nuevo la cabeza?- indagó preocupada; él reaccionó al instante
-No mi chiquita, no me pasa nada- respondió presuroso enderezándose de nuevo y le sonrió intentando parecer despreocupado- ¿Qué me decías mi ardillita preciosa?- preguntó acariciándole dulcemente la mejilla
-Que me voy a jugar a mi cuarto- volvió a repetir con parsimonia
-Vale mi chiquita, de acuerdo- resolvió animado besándola en la cabecita; pero la pequeña no se movió quedándose mirándolo muy intrigada
-¿De verdad estás bien?- insistió desconfiada y él se revolvió incómodo ante la inquisitiva mirada de su hija que parecía quererle leer el pensamiento cosa que a veces parecía lograr hacer y aquello lo inquietó muchísimo...
-Sí, muy bien- contestó nervioso y se escabulló presuroso a la cocina huyendo de aquella intensa mirada de la pequeña antes de que pudiera descubrir lo que empezaba a sentir tan fuertemente por Lara. Luna se quedó mirándolo desconcertada ante aquella descarada huida, que raro estaba su papá hoy... pensó frunciendo el ceño confundida al tiempo que se mordía el interior de su mejilla; pero movió los hombros desenfadada y corrió alegre escaleras arriba olvidándose al instante de aquel extraño comportamiento de su padre.
Hasta Lara, que estaba en la cocina tomándose un café, le llegaban las risas alborozadas de padre e hija jugando alegres desde algún lugar de la casa aquella mañana de sábado. Curioseó a través de sus ventanas hasta dar con ellos: estaban en la habitación de Mario peleándose divertidos sobre la cama y se quedó mirándolos sonriendo enternecida. Aunque de pronto sintió una punzada en el corazón y sin comprender muy bien por qué, las lágrimas acudieron a sus ojos dándose cuenta que sentía una inexplicable melancolía y una tremenda envidia por no poder participar en sus juegos sintiéndose extremadamente sola. Con lo ojos cada vez más inundados, se marchó de su dormitorio antes de que ellos la descubrieran espiándolos y, sin pensarlo, se subió a su coche y condujo hasta el rancho de su padre.
-¡¡Ey mi princesita ¿y esta grata sorpresa?!!- la recibió entusiasmado su padre al verla llegar, ella se lanzó a entre sus brazos recogiéndola él con un amor infinito como siempre oprimiéndola tierno contra su pecho
-De pronto te eché mucho de menos papi, muchísimo- no pudo evitar sollozar, su padre sonrió conmovido y la besó apasionado en la frente al tiempo que la oprimía aún más contra su cuerpo haciéndola sentir sumamente cobijada y, sobre todo, a salvo. No regresó a la ciudad hasta bien entrada la tarde. Al detener su ranchera ante su casa encontró a Mario y a Luna jugando en su jardín lanzándose entretenidos y muy divertidos un balón de rugby, se quedó mirándolos encandilada como jugaban. Era una estampa preciosa ver a padre e hija disfrutando de aquella manera.
 -¡Ey Larita por fin regresaste ¿dónde has estado todo el día que te echamos de menos?!- exclamó entusiasmada la pequeña al descubrirla provocándole una alegre sonrisa; Mario se volvió al escuchar a su hija y ambos se sonrieron amistosos
-Fui a pasar el día con mi papá, mi chiquitina; lo hago todos los domingos, pero como mañana no puedo pues me van a llevar al parque de atracciones, fui hoy- explicó resuelta y los tres se sonrieron alegres
-¡¡Ven a jugar con nosotros Larita!!- la invitó entusiasmada y aquella inocente y dulce proposición de aquella preciosa niña hizo que el corazón de Lara brincara feliz, aunque solo se atrevió a esbozar una tierna sonrisa- ¡Anda ven, entre tres será más divertido!- insistió animosa
-Es que... no sé cariño mío…- repuso acobardada, no quería intervenir en aquel bello momento tan íntimo y familiar de ellos dos; Mario esbozó una de aquellas preciosas sonrisas suyas tan pícaras -¿No ves ardillita que ella es... “muy femenina” y seguro que nunca jugó a la pelota?- expuso burlón picándola descaradamente
-¡Claro, seguro que ella solo jugó con... “muñequitas”!- también se jactó la pequeña riendo socarrona fastidiándola aún más
 -Pero... ¡¿Bueno?! ¡¡Sí que sé jugar; ahora os vais a enterar, chulitos!!- expresó resuelta dirigiéndose decidida hacia ellos mientras padre e hija la miraban riéndose divertidos.
Lara apenas había cruzado la verja cuando la pequeña le lanzó inesperadamente la pelota por el aire cogiéndola por sorpresa y a duras penas logró retenerla contra su pecho
-¡¡Corre Larita, que mi padre no te la quite!!- le increpó presurosa mientras ella miraba asombrada como Mario ya iba hacia ella riéndose divertido
-¡Oh Dios!- solo logró exclamar sobrecogida al tiempo que Mario ya la atrapaba por la cintura con uno de sus potentes brazos llevándosela irremediablemente al suelo sobre su fornido cuerpo y, sin darle tiempo ni a reaccionar, le arrancó de las manos el balón
-¡¡Mía!!- exclamó satisfecho elevando la pelota sobre sus cabezas mostrándola victorioso mientras reía jocoso
 -¡¡Jope, mira que eres torpe Larita!!- protestó fastidiada la pequeña golpeándose suavemente la frente con la palma de su manita y ambos rieron recreados al ver el gracioso gesto de la pequeña
 -El tramposo de tu papá me tomó por sorpresa cielo; pero ahora lo haré mejor, te lo prometo- expuso alegre levantándose
-Sí, seguro- se burló socarrón Mario imitándola y se puso en pie también
-¿Qué te apuestas?- lo retó aproximando su rostro al de él mirándolo desafiante a los ojos y él sonrió encandilado, tenía un rostro precioso y aquellos ojos hechizantes...- ¡Mía de nuevo; ahí va chiquitina!- exclamó robándole traicioneramente el balón de las manos y se lo lanzó rápidamente y con buen estilo a la pequeña que lo atrapó al instante
-¡¿Mira tú quién llama tramposo a los demás?!- clamó sorprendido palmeándole suavemente una nalga
-¡¡Ey!!- exclamó atónita por aquel inesperado y descarado gesto por su parte; padre e hija rompieron a reír a carcajadas y él corrió tras su pequeña continuando el juego que lo esquivó hábilmente devolviéndosela a Lara antes de que él la placara... rápidamente cambió de dirección en busca de su preciosa vecinita y ella también intentó escabullirse pero él, ágil y atento a la jugada, se giró raudo atrapándola de nuevo por la cintura con su brazo y, oprimiéndola contra su cuerpo, la elevó suavemente en el aire e intentó quitarle el balón con su otra mano libre, pero ella se revolvió como pudo y logró lanzárselo rápidamente a Luna que volvió a atraparlo con seguridad
-Joooder- protestó fastidiado al no obtener el resultado que esperaba y ahora fueron ellas las que se rieron pletóricas. Y así, entre risas alegres y pases muy buenos, se pasaron el resto de la tarde divirtiéndose tremendamente. Mario no perdía oportunidad de tomarla entre sus brazos; sentía una sensación extraordinaria al sentirla adherida a su cuerpo pudiendo apreciar su delicioso perfume a lirios, además su risa alegre y cantarina cada vez que la atrapaba entre sus brazos, le deleitaba los oídos. Lara también estaba encantada cada vez que aquellos robustos brazos la rodeaban y la oprimían suavemente contra aquel fornido pecho; su piel se erizaba gustosa al sentirse entre sus brazos oliendo aquel suave perfume varonil que Mario usaba tan excitante y atrayente; se sentía en la gloria y deseaba que nunca la soltara...

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