viernes, 24 de julio de 2015


   -¡Ey, ya; es hora de ir parando señoritas!- expuso muy a pesar suyo Mario cuando ya la noche había caído, Luna empezó a protestar empecinada- ¡¡Luna, no!!- clamó autoritario y muy serio Mario provocando con ello que las protestas de la pequeña aún aumentaran más
-Anda cielo, papi tiene razón: es muy tarde; otro día volvemos a jugar ¿vale?- intermedió dulcemente Lara acariciando tierna la mejilla de la pequeña que aceptó al instante y sin rechistar más
 -Esto es increíble ¿Cómo rayos lo haces?- expresó mirando atónito a Lara observando boquiabierto como su pequeña fierecilla callaba y aceptaba sin más protestas las palabras de Lara
-Tal vez... ¿Hablando suavemente en vez de gritarle autoritario?- le recriminó resuelta Lara tirándole suavemente de aquella recta y perfecta nariz, él sonrió divertido por aquel dulce gesto. Ella y la pequeña se despidieron cariñosas besándose en la mejilla y se fueron a sus casas. Aunque antes de entrar, Mario y Lara aún se dedicaron una dulce mirada y se sonrieron con alegre complicidad. Lara, sin dejar de sonreír pletórica, subió directa al baño donde se duchó y se metió seguidamente en la cama sin poder dejar de pensar en Mario y de sentir en su cuerpo aquella maravillosa sensación de placer que le provocara cada vez que la envolvía entre sus brazos.
 Mario y Luna se ducharon juntos como hacían casi siempre y bajaron de nuevo a la cocina a cenar. Aunque atendía complacido a la conversación animada de su pequeña, no podía evitar controlar en todo momento la casa de Lara esperando con una ansia inhabitual a pesar de acabar de estar con ella hacia escasos minutos, poder verla de nuevo; pero la luz de su cocina estaba apagada y no apareció en ningún momento. Tras lavar los platos, se fue a la sala donde Luna jugaba entretenida sobre la alfombra y se tumbó en el sofá a ver el televisor mientras se fumaba un cigarrillo. Pero de su cabeza no se borraba el dulce rostro de Lara sonriendo feliz y sonrió al recordar sus agradables grititos cada vez que él la atrapaba entre sus brazos; cerró los ojos deleitándose en recordar aquella encantadora sensación que aún podía percibir al tener aquel precioso cuerpo entre ellos y sintiéndolo pegado al suyo, escuchando su dulce voz resonándole en los oídos y aquel delicioso aroma a lirios que su fino cuello desprendía... de pronto todo su cuerpo se estremeció de extremado deseo; sus brazos ambicionaban tremendamente volver a tenerla entre ellos y una incontrolable codicia por besar aquel delicioso cuello le asaltaron provocándole un insoportable ardor en los labios
-¡¡Papi, despierta; que te has quedado lelo y vas a quemar el sofá!!- exclamó la pequeña sobresaltándolo y se percató de que su cigarro se había consumido en su mano y una gran ceniza colgaba de él a punto de caerse sobre el reposa brazos del sofá
 -¡¡La leche!!- expresó sofocado apagando enérgico el resto del cigarrillo en el cenicero- anda vámonos a la cama ardillita, que estoy cansado- resolvió apagando el televisor y la pequeña no rechistó; subieron a su dormitorio y Mario la arropó como todas las noches besándola amoroso en la frente; luego se fue a su cuarto quedando al instante sus ojos atrapados ávidos en la ventana abierta del cuarto de Lara. Pero también estaba apagado y una tierna sonrisa se dibujó en su rostro al imaginarla ya dormida en su cama con aquel precioso rostro tan dulce y angelical probablemente aún más pronunciado por la placidez del sueño y su precioso cuerpo torneado únicamente por la sábana... y nuevamente una tremenda excitación le sacudió el cuerpo entero- joder ¿qué coño estás haciendo conmigo maldita sea?- protestó fastidiado por aquella incontrolable calentura que lo invadía por completo y se metió en la cama decidido a dormirse cuanto antes y borrar de su mente a aquella mujer que parecía tenerlo hechizado; pero le costó más de lo que pensaba y, tras dar numerosas vueltas inquieto en la cama intentando arrancar de su cabeza aquella excitante imagen de Lara en su cama, al fin se durmió.
Lo despertaron unos dolorosos y molestos pinchazos en la cabeza que recorrían la parte derecha de su sien hasta la nuca
-No, no, no…hoy no, por favor te lo pido- clamó angustiado sentándose rápidamente en la cama y buscó sus pastillas en la mesilla tomándose tres juntas; se recostó contra el cabecero cerrando los ojos esperando impaciente se calmara el dolor antes de que se convirtiera en una de sus terribles migrañas. No supo cuando se volvió a quedar dormido, pero lo despertó el suave sonido de alegre música atenuado por su ventana cerrada. Al abrir los ojos descubrió a través de las ventanas a Lara bailando animada al ritmo de la música por toda la habitación con solo un fino camisón blanco de seda. Se quedó muy quieto observándola mientras sonreía divertido ante aquel entretenido espectáculo. Lara, totalmente ajena a que Mario la estaba observando, se acercó al armario y abrió sus puertas de par en par quedándose agarrada a ellas mientras seguía moviendo sus caderas escogiendo qué ponerse sin darse cuenta que, en aquella postura y con sus sensual movimiento, aquel escaso camisón aún quedaba mucho más corto cubriéndole apenas las nalgas- ¡La leche!- exclamó pasmado al ver aquella excitante escena que le provocó un delicioso escalofrío que le recorrió todo el cuerpo erizándole cada milímetro de piel. La puerta de su cuarto se abrió despacio asomando la cabeza Luna
-¡¡Ey, estás aquí!!- exclamó entusiasmada al encontrar a su padre en la cama que sonrió deleitado como cada mañana al ver aquella preciosa y alegre carita que lo tenía enamorado; ella corrió a sus brazos y él la recogió gustoso recostándola sobre su cuerpo y besando apasionado aquellas sonrosadas y suaves mejillas- ¿cómo no has salido a correr hoy, papi?- se interesó curiosa mirándolo extrañada
-No me encontraba muy bien cuando desperté mi chiquita- explicó tierno acariciando aquel dulce rostro de su adorada pequeña, ella frunció inquieta su pequeño ceño
-¿Acaso estás malo de nuevo?- se preocupó la niña
-No corazón, solo es un leve dolor de cabeza que ya está pasando; no te preocupes- aclaró desenfadado y la pequeña se abrazó compasiva a su cuello; Mario no pudo resistirse a besar aquel precioso cuello que olía tan deliciosamente a ella provocando en Luna un alegre chillido
-¡Para, papi… que me haces cosquillas!- gritó intentando zafarse de él pero Mario volvió a repetirlo provocándole de nuevo otro alegre chillido entremezclado con las risas divertidas de ambos. Mario descubrió a Lara que los observaba sonriendo divertida desde su ventana
-Mira quien tampoco salió hoy a correr y está allí mirándonos- expresó señalando la ventana y la pequeña se volteó a mirar
-¡¡Larita!!- exclamó entusiasmada saltando de la cama y corrió a abrir la ventana mientras Lara y su padre se sonreían enternecidos por aquella enardecida reacción de la pequeña al verla- ¡Buenos días!- la saludó alegre cuando al fin logró abrirla
-Buenos días preciosa ¿qué tal has dormido?- se interesó maternal sin perder aquella preciosa sonrisa que Mario no podía dejar de observar deleitado
-Muy bien; pero papi no tan bien, le duele la cabeza otra vez- explicó apagándosele la voz
-¡Oh vaya! ¿Te encuentras muy mal? ¿Quieres que vaya y te prepare algo? Tú tranquilo que me encargo de Luna sin ningún problema- se ofreció al instante mirándolo muy preocupada
-No que va, solo era un simple dolor de cabeza que ya va remitiendo- expresó resuelto levantándose también de la cama y acercándose a la ventana sonriéndole tranquilizador; estaba solo con un pantalón de pijama y, al verle así desnudo, Lara sintió un tremendo acaloramiento que la turbó tanto que quedó sin aliento- ¿a qué hora queréis marchar?- se interesó animoso apoyando sus musculosos brazos a cada lado de la ventana; pero Lara no podía contestar y, aunque lo intentaba, no podía apartar sus ojos de aquel fornido pectoral y de aquel vientre de músculos bien marcados
-Si estás ya bien, podemos irnos así acabemos de vestirnos; para aprovechar bien el día- propuso animada Luna y su padre asintió con la cabeza- ¿Qué te parece a ti, Larita?- se interesó pero Lara seguía prendada de aquel increíble cuerpo que se le mostraba- ¡¡Lara ¿te has quedado muda o qué?!!- le gritó la pequeña devolviéndola a la tierra
-Oh, perdóname cielito ¿Qué me decías?- expresó completamente desubicada, Luna la miró frunciendo extrañada el ceño
-¿Qué mirabas tan atontada?- interrogó la pequeña frunciendo extrañada su ceño buscando curiosa a su espalda lo que podía haber llamado tanto la atención a su buena amiga no encontrando nada más que el cuerpo de su padre
-¡¡Nada, no miraba nada!!- respondió demasiado presurosa sonrojándose tremendamente y procurando esquivar nerviosa sus ojos de Mario que no pudo contener una risa maliciosa al percatarse que era él el motivo de su turbación
-Que me muera si entiendo a los mayores: ayer fue papá quien se quedó todo lelo y casi quema el sofá... y ahora tú, Larita ¿qué rayos os pasa a vosotros dos?- indagó intrigada la pequeña alternando su mirada curiosa en el rostro de ambos adultos
-¡¡Nada!!- exclamaron al tiempo y muy nerviosos, ambos se quedaron unos segundos mirándose sorprendidos a los ojos por su mutua reacción alterada
-Uy, uy, uy pues sí que estáis raritos ¿eh?- expresó sin comprender nada la pequeña mirando a ambos desconfiada y ellos no pudieron evitar romper a reír divertidos
-Anda, vamos a prepararnos preguntona que ya hemos dicho que no nos pasa nada- resolvió animoso Mario tomando en brazos a la pequeña
-¡¡Apúrate Larita, que nosotros acabamos pronto!!- expresó resuelta la pequeña moviendo su manita despidiéndose de ella
 -¡Espera Mario!- lo detuvo Lara antes de que se alejara de la ventana y él se giró a mirarla- ¿No será mejor dejarlo para otro día si te encuentras mal? A Luna y a mí no nos importa ¿verdad cielo?- buscó apoyo en la pequeña pero solo recibió como respuesta una mirada nada conforme con aquella decisión que provocó las risas divertidas de su padre- piensa mi ángel que allí dentro, entre el alboroto de la gente, la música estridente y todas aquellas luces de colores parpadeando, puede transformar ese dolor de cabeza de papi en una de sus terribles migrañas ¿te gustaría eso?- expuso cariñosa esbozando una inquieta sonrisa, la pequeña miró retraída a su padre que les dedicó una de aquellas preciosas sonrisas que poseía
-Que va; no os preocupéis que ya me he tomado las pastillas y se está pasando- aclaró tranquilizador besando tierno la mejilla de su pequeña que sonrió alegre pero Lara seguía mirándolo preocupada y nada convencida- mira, además os prometo llevármelas por si acaso ¿de acuerdo?- propuso animado mirando agradecido por su preocupación a Lara que finalmente sonrió más relajada
 -De acuerdo- repuso disuadida y Luna saltó de alegría sobre el brazo de su padre
-¡Vamos a vestirnos entonces; a ver quien acaba antes Larita!- resolvió entusiasmada y, bajándose de los brazos de su padre, salió corriendo del dormitorio de Mario. Ellos se quedaron mirándose mientras se sonreían tiernos sin moverse ninguno de los dos
-Será mejor que me vaya a vestir; este torbellino acaba muy rápido- expresó chistoso al cabo de un rato Mario aunque no parecía muy animado a retirarse de la ventana
 -Y yo… o sospecho que acabaré siendo la última- respondió divertida Lara pero tampoco se movió, volvieron a sonreírse amenos; Luna volvió a entrar en el cuarto acercándose a la ventana
-Larita ¿me haces de nuevo una coleta como la tuya?- preguntó animada mirándola esperanzada
-No, hoy te voy a hacer una trenza preciosa; ya verás- aclaró guiñándole cómplice un ojo y la niña sonrió feliz marchándose de nuevo a correr
-Tú acostúmbramela mal, que el día que te vayas a ver qué hago yo…- le recriminó tierno, ella le dedicó una de aquellas preciosas sonrisas que encandilaban a Mario
-No pienso irme nunca- aclaró decidida y se retiró de la ventana, él sonrió complacido y también se fue a vestir.
Llegaron al parque de atracciones y, mientras Mario daba vueltas para encontrar estacionamiento en el parking, ellas hablaban eufóricas escogiendo en que atracción se iban a subir primero
-¡Ya está Larita! ¡Empezaremos por la montaña rusa!- propuso entusiasmada Luna
-Tú no puedes señorita, aún te falta un palmo- aclaró rotundo su padre mientras seguía maniobrando aparcando el coche, la pequeña resopló fastidiada mientras se dejaba caer de espaldas contra el respaldo del coche; Lara sonrió enternecida al verla quedarse tan apesadumbrada
-Además mi chiquita: yo ahí no me subo... me da mucho miedo- le susurró cómplice abriendo aterrorizada sus lindos ojos negros, Mario sonrió conmovido por aquel tierno gesto por su parte para animar a la pequeña
-¡No fastidies ¿De verdad?!- expuso pasmada la pequeña mirándola atónita y Lara asintió avergonzada con la cabeza- Vale, si te da miedo... tranquila que entonces no vamos- aclaró rotunda posando compasiva su manita en el hombro de Lara poniendo gesto con su linda carita de estarle haciendo un gran favor; Mario no pudo contener una carcajada divertida.
Así se bajaron del coche, ambas tomadas de la mano, corrieron alborotadas a la entrada mientras Mario las seguía observándolas entretenido. Su pequeña estaba preciosa con aquella bonita y trabajada trenza que Lara le había hecho en apenas segundos enredando con una maña impresionante su rubio pelo a pequeños mechones desde lo alto de la cabeza. También Lara estaba hermosa con su fino pelo negro cayéndole por la espalda y aquellos vaqueros que le quedaban perfectos junto a aquella camisola floja blanca estilo ibicenco que apenas rozaba sus caderas.
 -¡Apura, tortuga; eres más lento que Claudio que ya es decir!- le apremió Luna ya del otro lado del recinto, él las miró atónito: iba tan ensimismado que ni se había percatado que Lara había pagado las entradas
-Te hemos invitado nosotros… ¿por qué has pagando tú?- le reclamó fastidiado pero ella sonrió feliz -Qué más da quien pague, lo importante es que pasemos un buen día y sobre todo que Luna se divierta- expuso resuelta moviendo desenfadada los hombros mientras ya corrían hacia las tacitas giratorias; Mario sonrió derrotado y las siguió. Cuando ya estaban sentados en la atracción esperando que se pusiera en movimiento, Lara miró fijamente a los ojos de Mario- ¿Te encuentras bien, verdad?- instó inquieta
-Sí, tranquila; ya hace rato que no me duele- aclaró sonriéndole animado y ella le correspondió más relajada.
Se lo pasaron los tres de miedo y no podían dejar de reírse alegres. Mario cada vez se sentía más encandilado por aquella mujer que parecía otra niña corriendo emocionada e incansable como la pequeña Luna de atracción en atracción.
-Bueno, ya está bien ¿no? habrá que ir a comer; vamos, digo yo- expresó reprochador cuando ya se lanzaban a por la próxima atracción en otra de sus alocadas carreras; Lara examinó su fino reloj de pulsera
-¡Vaya, si pasan de las dos y media! ¡Cómo se me ha ido la mañana!- se sorprendió atónita y él sonrió entretenido moviendo desenfadado la cabeza
-¡¡Vamos a comer hamburguesa papi; porfi, porfi, porfi!!- propuso entusiasmada Luna dando divertidos saltitos delante de su padre provocando en ambos adultos una sonrisa entrañable
 -Está bien, hamburguesa entonces- expuso derrotado tomando la mano de su hija y se encaminaron hacia el puesto de hamburguesas que había dentro del parque de atracciones. Escogieron una de las mesas en la terraza, a la sombra de los árboles; hacia un día maravilloso para comer al aire libre y lo hacían entretenidos charlando amenos. Lara observaba encandilada como Mario, siempre vigilante de su hija pero sin dejar de atender su conversación con ella, la limpiaba con una ternura maravillosa así se manchaba las comisuras de los labios
-¡Ya me lo acabé todo papi!- anunció la pequeña enseñando sus manitas vacías
-Así me gusta mi ardillita- expresó cariñoso limpiándole las manos
-Ahora el postre ¿no?- expresó mirándolo picaruela mientras se frotaba las manos
-¿Helado de chocolate?- le propuso él guiñándole cómplice un ojo al tiempo que posaba suavemente su frente en la de la pequeña
-Por supuesto- aclaró rotunda devolviéndole el guiño provocando las risas divertidas de Lara
-¿Te apetece a ti también helado o prefieres otra cosa?- le preguntó amable a Lara mientras le hacía una señal al camarero
-Sí, un helado de chocolate estará bien- aceptó gustosa y ellos le sonrieron amenos. El camarero les trajo tres copas con tres bolas de helado de chocolate cada una bañadas con sirope de caramelo. Estaban realmente deliciosas y Lara y Luna las saboreaban gustosas, pero Mario se lo devoró en apenas minutos sorprendiendo a Lara y de pronto hundió su cucharada en la copa de Luna robándole una ración
 -¡¡Ey papi!!- protestó la pequeña mirándolo censuradora y poniendo una carita tan preciosa que deleitó a Lara
 -Solo un poquito, anda- intentó hundir de nuevo su cuchara en el helado de la pequeña
-¡¡No, ya te has comido el tuyo glotón!!- reclamó rotunda apartándoselo rápidamente; Lara reía divertida
-Pero se me acabó, ardillita- protestó mimoso e intentó robarle otro poco
 -¡Chiss, oye!- censuró tajante retirándole un poco más su copa- pues no apuraras tanto goloso que eres un goloso- le recriminó desenfadada y siguió comiendo su helado a pesar de la carita de pena que su padre le ponía. Lara no podía parar de reír
-Pues me como el de Lara- resolvió al instante y, sin darle tiempo a reaccionar, hundió su cuchara en su helado llevándose una gran porción a la boca que apenas podía digerir
-¡Santo Dios, pero ¿serás bruto?!- exclamó pasmada al ver aquello abriendo atónita sus ojos y los tres se echaron a reír a carcajadas. Mario y Lara se quedaron mirándose fijamente a los ojos; él quedó sumergido en aquellos hermosos ojos negros brillantes y profundos tan serenos que le hechizaban de manera espectacular y nuevamente unos inmensos deseos de besarla lo asaltaron. Lara percibió complacida que en los ojos de Mario había desaparecido aquella sombra de tristeza que siempre los empañaba transformándose en unos preciosos y dulces ojos color miel tan alegres como los de su hija ¡¡Dios, como deseaba besarlo!!
-Papi, acabé; dame dinero para comprarle comida a las palomas- indicó resuelta la pequeña sacándolos de aquel embeleso en el que ambos se habían quedado; su padre cogió unas monedas del bolsillo de su pantalón y, tras besar cariñosa la mejilla de su papá, corrió alegre hacia la señora que vendía paquetes de maíz y empezó a darles de comer al pequeño grupo de palomas que había muy cerca de ellos. Ambos se quedaron unos minutos observándola en silencio como se entretenía divertida echándoles de comer mientras el número de palomas iba aumentado a su alrededor.
-Es una niña maravillosa- expresó encandilada Lara, Mario le sonrió dulcemente
-La verdad es que es un verdadero ángel caído del cielo- repuso amoroso sacándose un paquete de cigarrillos del bolsillo de su pantalón y, tras invitar amable a Lara que denegó el ofrecimiento, se encendió uno- a pesar de esos arranques que tiene a veces de auténtico demonio- añadió chistoso al tiempo que desprendía una bocanada de humo, Lara rió entretenida
-A eso se le llama “genio” y, no sé por qué, algo me dice que sale a ti en ello- reprochó guasona y él, aunque en un primer momento la miró ofendido, rió divertido
-Será de lo poco que heredó de mí... es igualita a su madre- murmuró apagadamente dándole otra calada a su cigarrillo
-Pues no porque también heredó tus grandes ojos claros como la miel tan bonitos, alegres y dulces; y tu nariz bien formada y perfecta- explicó resuelta
-Gracias por los halagos- expresó complacido mirándola socarrón
 -No son halagos, es la verdad- aclaró con sinceridad y ambos sonrieron amistosos; Lara regresó su mirada hacia la pequeña- su madre debía ser muy guapa si Luna se parece tanto a ella- expuso sincera, él tomó aire profundamente
-Sí, Sol era muy hermosa...- remarcó quedándose unos segundos pensativo mientras también observaba a su pequeña reír entretenida rodeada de palomas que esperaban impacientes les echara más comida, de pronto volvió a tomar aire profundamente- y lo seguirá siendo supongo- resolvió desenfadado dándole otra calada a su cigarrillo
-¿Qué pasó?- se atrevió a preguntar curiosa, él la miró interrogante
 -¿A qué te refieres?- expresó desconcertado
 -Luna me dijo que ella se había ido y no regresó nunca...- expuso observando inquieta la reacción de Mario, pero él seguía observándola sin comprender- ¿que fue lo que pasó?- repitió intrigada
-Pues creo que te lo explicó muy bien: Sol un día se fue y no regresó- explicó resuelto dándole otra calada a su cigarrillo
 -Pero supongo que habría algún motivo para irse ¿no?- insistió pero él solo movió los hombros desinteresado
-Si lo hubo yo no lo sé y si a lo que te quieres referir es que si teníamos problemas... pues he decirte que no; yo la amaba con locura y ella...- tragó incómodo saliva- hasta ese día que llegué a casa y me encontré a Luna en su cunita llorando a grito tendido y una nota sobre la cama que decía: ”me voy; esta no es la vida que yo quiero. Quédate con la niña, a mí solo me estorbaría” creía que ella también a mí- explicó con una tranquilidad pasmosa
-¡¡Santo Dios!! ¡¿Cómo una persona puede dejar así sola a una criaturita tan pequeña y más siendo su madre?!- exclamó sobrecogida
 -Pues ya ves, a Sol parece que no le costó mucho- intentó hablar desenfadado pero su voz sonó terriblemente dolida, apagó con furia contenida el cigarrillo en el cenicero y suspiró profundamente- venga, vámonos a seguir disfrutando de la tarde- propuso resuelto dando así por terminada la conversación- ¡Ardillita, vente que nos vamos!- la llamó tierno levantándose de la silla, ella obedeció sin rechistar y Mario la tomó en brazos besándole amoroso la mejilla- ¿a dónde queréis ir ahora?- les preguntó animado mientras Lara también se levantaba
-¡A la lanzadera!- exclamó entusiasmada Luna
-No, de eso nada; si ahora nos subimos a ese cachivache acabaremos con la comida en los pies... literalmente- expuso chistoso y ambas rieron divertidas
-¿Qué te parece el túnel de la bruja? A ver si logramos asustar a papi- propuso embaucadora Lara guiñándole cómplice un ojo a la pequeña, Mario esbozó una sonrisa entretenida
-Vale, pero ya te digo que es imposible: mi papi es muy valiente- resolvió orgullosa de su papá abrazándose dichosa a su cuello y provocando una carcajada satisfecha en Mario que besó apasionado la mejilla de su pequeña otra vez. Lara los miró encandilada; no solo era amor filial lo que se percibía entre ellos, era auténtica pasión el uno por el otro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario