martes, 21 de julio de 2015


  -¡Genial; vamos entonces!- exclamó entusiasmada Luna tomándola de la mano y la guió hasta la casa llevando a la tortuga bajo el otro brazo- ¡¡abuelita, ya estamos aquí!!- gritó al entrar y, llevando a Lara aún de la mano, cruzaron la sala en dirección a la cocina.
Lara examinó curiosa la estancia, era una sala bastante grande y bien decorada; aún sin recoger, podía verse el típico desorden de haber pasado una entretenida y familiar velada la noche anterior frente al televisor: la manta arrugada sobre el sofá de haber estado alguien acostado sobre ella y sobre la mesita un bloc abierto donde se veía un dibujo infantil junto a un bote de rotuladores y un cenicero con un par de colillas. Lara se imaginó la escena que aquel pequeño desorden le hacía suponer: Mario tumbado sobre el sofá fumándose un cigarrillo tras la cena mientras veía el informativo y la pequeña a su lado dibujando entretenida antes de irse a la cama; y no pudo evitar sonreír tierna aunque muy melancólica recordando a su padre y a ella también repitiendo aquella misma escena tantas veces en la casona...
-Mira abuelita, este es Claudio- expuso la pequeña al entrar en la cocina acercándose a su abuela que estaba de espaldas desempaquetando los bultos con los que Lara la había visto entrar
-¡¡Oh por Dios bendito!! ¡¡Cuando me hablabas de la tortuguita de Lara, creía que era de esas pequeñitas mi niña; no me esperaba este pedazo de bicho!!- exclamó sobrecogida la abuela al volverse y encontrarse casi pegada a su cara la cabeza de la tortuga; Lara y Luna rieron divertidas y la buena mujer miró a Lara mostrándole una amistosa sonrisa- Hola soy Lucía, la madre de Mario y abuela de este diablillo- la saludó animada extendiendo cordial su mano
-Lara- respondió estrechándosela gustosa mientras le devolvía una amena sonrisa examinando curiosa su rostro; era una mujer madura como había comprobado al verla llegar, pero se mantenía realmente muy bien: además de vestir y peinarse muy juvenil, apenas se le detectaban unas leves arrugas alrededor de aquellos grandes ojos color castaño muy claro y tenía una sonrisa tan jovial y bonita que aquella alegría que expresaba aún la hacía parecer más joven
-Lo sé, Luna no para de hablarme de ti cuando les llamo por las noches y ya me comía la curiosidad por conocerte- explicó resuelta y ambas rieron alegres- Lara... bonito nombre y poco oído ¿del Doctor Zhivago, supongo?- se interesó curiosa, Lara sonrió divertida asintiendo con la cabeza
 -Mis padres tuvieron una relación muy difícil y solo podían encontrarse en el cine para poder estar juntos; según la versión de mi padre: una semana el cine tuvo problemas para recibir nuevas entregas y tuvieron que ver esa película los siete días seguidos; así que, cuando se enteraron que yo venía, no se lo pensaron dos veces y me pusieron el nombre de la protagonista... y, aunque algo me dice que eso no es cierto, prefiero creer esa versión a imaginarme que pudieron hacer esos dos insensatos en la oscuridad de aquel cine...- explicó frunciendo desconfiada el ceño y Lucía soltó una alegre carcajada -En aquella época no lo teníamos tan fácil como vosotros ahora y nos buscábamos la vida como podíamos- expuso compasiva y ambas se rieron cómplices- ¿un café?
-Sí gracias- aceptó sentándose en uno de los altos taburetes que había junto a la isla central donde estaba instalada del otro lado la vitrocerámica sobre la que había más recipientes herméticos con comida dentro además de la que había estado vaciando de las bolsas a sus espaldas cuando ella y Luna entraron en la cocina- ha cocinado para todo un regimiento y yo pensando que era exagerada...- murmuró pasmada ante tal despliegue de recipientes y Lucía volvió a reír explayada
-Aunque mi hijo se defiende muy bien en lo relacionado con la casa y en criar a Luna, en lo referente a la plancha y la cocina es un auténtico negado- aclaró resuelta y ambas se rieron divertidas- así que los sábados vengo a darle un buen repaso general a todo y de paso les dejo en el congelador la cena para toda la semana- explicó desenfadada entregándole un tazón de café recién hecho y Lara lo recogió asintiendo con la cabeza comprendiendo
Mario daba ya su quinta y última vuelta a todo el recinto del parque como diariamente y una sonrisa pícara se dibujó en su atractivo rostro, era en la que siempre se cruzaba con Lara... ¿con qué modelito le sorprendería hoy? Pensó atraído por la idea de que apareciera de nuevo con aquel pantaloncito corto y el pequeño top; pero aquella mañana, llegado al punto del sendero donde siempre descubría la coletita de pelo negro balancearse al ritmo del trotar de Lara, se quedó desconcertado al no encontrársela. Examinó curioso con la mirada a su alrededor pero no había rastro de ella. Al llegar a lo alto del sendero, se detuvo y espió disimuladamente a su espalda mientras bebía del botellín de agua pero nada, no estaba; entonces examinó intrigado el sendero entre los altos árboles que continuaba frente a él hasta el cruce donde el camino se dividía en dos: el que seguía bordeando el parque y el que llevaba a la salida, por si ella se había adelantado aquella mañana, pero tampoco se la veía por ningún lado; sintió una decepción inmensa pero al tiempo una tremenda desazón lo asaltó ¿no le habría ocurrido algo, verdad? Inquieto por aquella idea, aunque no comprendía muy bien el motivo de aquella intensa preocupación por aquella joven que apenas conocía, apuró su carrera regresando a casa.
Al llegar junto a su verja, y mientras la abría, examinó inquieto la casa de Lara y, aunque tampoco se la veía por ningún lado, respiró tranquilo al descubrir los útiles de jardinería que había dejado sobre la hierba y los guantes sobre un montoncito de hierbajos arrancados, sonrió ameno: aquella mañana había preferido arreglar su jardín en vez de salir a correr.
-¡Hola, ya estoy de regreso!- saludó animado entrando en la casa, a Lara el corazón le dio un brinco al escucharlo y su corazón empezó a latir frenético; fue tal su inesperada alteración que hasta Lucía lo percibió y la miró a los ojos frunciendo desconcertada el ceño; Lara, para disimular aquel inexplicable e ilógico nerviosismo que le asaltara tan de súbito, escondió su rostro tras su taza de café dándole un pequeño sorbo
-¡¡Hola papi, estamos en la cocina!!- respondió alegre la pequeña
-¡¿Tan calladas?! ¿Qué rayos estaréis vosotras dos confabulando contra mí esta vez?- protestó guasón mientras se encaminaba hacia la cocina quitándose su sudada camiseta, las tres sonrieron entretenidas al escucharlo- ¡¡Ay la leche, lo siento compañero!! ¡¡Por poco te piso amigo mío!!- lo oyeron exclamar sobrecogido- ¡Ardillita ¿Qué narices hace Claudio en medio de nuestro...?!- preguntaba sorprendido cuando entró en la cocina, pero se quedó mudo de pronto deteniéndose al instante bajo el dintel de la puerta al encontrarse con los bonitos ojos de Lara clavados en él; Lara tragó nerviosa saliva ante su fija mirada y aquel incómodo mutismo en el que él se quedó, sin saber cómo reaccionar, esquivó su mirada y sus traicioneros ojos recorrieron aquellos anchos hombros, aquel torso desnudo y musculoso junto con aquellos abdominales bien marcados sufriendo un inesperado e incómodo acaloramiento, tragó saliva de nuevo y apartó rápida la mirada pues sus ojos se le iban descarados a la entrepierna descubriendo el pequeño pero muy hermoso tatuaje en su pectoral derecho que le había pasado inadvertido anteriormente: era una preciosa “L” estilo gótica con una bella rosa roja enredada a ella
-¡Oh!- exclamó encandilada sin poder dejar de mirar aquella preciosidad, Mario se cubrió al instante su pecho desnudo con la camiseta que llevaba en la mano provocando que las mejillas de Lara se sonrojarán tremendamente y esquivó abochornada su mirada ocultando su sofoco de nuevo tras su taza de café; él esbozó una media sonrisa pícara al ver el escandaloso sonrojo que Lara sufría inevitablemente
 -¿Nos acompañas, cielo?- lo invitó desenfadada su madre que no se percatara de nada de lo sucedido entre ellos
 -No, me voy a duchar- expresó secamente con aquella impresionante voz que tenía y, besando tierno la cabeza de Luna a su lado que regresaba de recoger a la tortuga de la sala, desapareció de la cocina; Lara sintió una terrible desazón, parecía que se había molestado al haberla encontrado allí y aquello la hizo sentirse mal e incómoda
-Bueno, yo me voy ya...- expuso con voz apagada levantándose de su taburete
-¿Por qué? Si apenas hemos hablado- protestó descolocada Lucía mirándola sin comprender, Lara le sonrió dulcemente
-Tengo cosas que hacer... y además, parece que a Mario no le hizo mucha gracia haberme encontrado aquí- aclaró abochornada
 -¡No que va cielo; eso no es así, te lo aseguro!- repuso al instante Lucía sujetándole tierna de la muñeca y la miró conmovida- perdona su actitud, mi hijo no es mala persona y ya verás así lo vayas conociendo que es un hombre maravilloso: muy cariñoso, tierno y comprensivo... pero tan vergonzoso con las mujeres que a veces me pregunto como llegó a casarse con Sol...- intentó bromear pero aquel suspiró profundo que acompañó al comentario indicaba una inmensa tristeza
-Sol... ¿es la madre de Luna?- indagó curiosa, la mujer la miró prevenida a los ojos y asintió con la cabeza- Luna me contó que se había ido abandonándolos- explicó sincera, la mujer volvió a asentir con la cabeza
-Nuestro angelito apenas tenía siete meses cuando ella se fue y nunca más supimos de ella- respondió suspirando profundamente de nuevo- pero mejor dejemos ese tema que él puede oírnos y no le gusta que hable de ello... y entonces conocerás la diferencia de verlo cohibido a verlo enfadado- expresó chistosa y ambas rieron amenas- ¿otro café cielito y seguimos charlando?- la invitó animosa
 -No, muchas gracias, de verdad que tengo que irme; otro día, se lo prometo- expresó agradecida recogiendo a la tortuga del suelo al tiempo que besaba tierna la mejilla de Luna y la mujer le sonrió comprensiva
-Está bien, pero recuerda que me lo has prometido- aclaró contundente y volvieron a reírse amistosas mientras la acompañó educada hasta la puerta; luego regresó a la cocina mientras Luna subía las escaleras hacia el piso superior
 -¡Ey mi alocada ardillita ¿a dónde vas con tanta prisa?!- expresó sorprendido Mario al salir del baño y casi tropezarse con Luna que corría por el pasillo
-A mi cuarto a jugar- respondió resuelta la pequeña sonriéndole alegre
-¿A tu cuarto? ¿Ya te has cansado de jugar con tu amiguito Claudio?- indagó curioso acariciando tierno la dulce mejilla de su adorada hija
-No, pero Lara ya se lo llevó a su casa que tenía cosas que hacer- explicó siguiendo su carrera hacia su dormitorio al fondo del pasillo; Mario asintió con la cabeza y entró en su dormitorio para vestirse -Así que ya te han dejado sola... al parecer Lara no aguantó mucho tu cháchara ¿eh?- expresó burlón al entrar en la cocina dirigiéndose hacia la cafetera de café
-Pues no listo, la pobre muchacha se fue como alma que lleva el diablo... pero al ver la cara que has puesto cuando te la encontraste aquí- le reprochó resuelta, su hijo detuvo de pronto de servirse su café y abrió sus lindos ojos castaños mirándola extrañado por aquel incomprensible reclamo- ¡No me mires así que es cierto! La miraste de tal manera y fuiste tan seco que la pobrecilla creyó que te había sentado mal haberla encontrado aquí- explicó ofendida
 -¿Qué tontería estás diciendo, mamá? ¡Yo no la miré de ninguna manera!- Exclamó atónito
-Tú no te das cuenta cielito pero siempre te quedas tan serio, tan callado y mirando tan fijamente a la gente que impresionas y das motivos a equívocos- expuso posando cariñosa su mano en la mejilla de su hijo que seguía mirándola confundido- así que, en cuanto te la encuentres, procura ser amable y salúdala al menos ¿vale? No te pido que entables una conversación, sé que es pedirte demasiado...- añadió guasona y ambos rieron amenos- pero al menos dile buenos días cuando te la cruces porque estoy por apostar y sé que no perdería, que ni una sola vez la has saludado desde que vive aquí ¿a qué no?- aclaró animosa, Mario sonrió atrapado y, esquivando la mirada de su madre, acabó de servirse su café- eres un caso sin remedio hijo mio...- murmuró suspirando profundamente y se fue de la cocina dejando a Mario bebiéndose su tazón de café mirando ensimismado la ventana de la cocina de Lara: “¿Por qué le costaba tanto ser abierto y cordial como Luna o su madre lo eran? ¿Por qué le daba tanto reparo tener que hablar con una mujer? Y mucho más si era una mujer tan bonita como Lara...” Durante el resto del sábado, Mario esperaba encontrarse con Lara y pedirle disculpas por su estúpido comportamiento aunque aquello le costara pasar un gran bochorno, pero no se la volvió a ver durante todo el fin de semana y su decepción fue aún mayor cuando tampoco el lunes se la encontró al salir a correr como había ocurrido sábado y domingo...
 Lara, tras el bochornoso encuentro con Mario, prefirió no encontrárselo durante el fin de semana; aún le ardían las mejillas al recordar su mirada pícara y su sonrisa burlona cuando la descubrió observando descarada su cuerpo desnudo. Así que se pasó todo el resto del sábado encerrada en el local que comprara arreglando ilusionada lo que pronto sería su clínica veterinaria y el domingo acudió, como había prometido, al rancho de su padre a pasar el día. Pero, aunque estuvo bastante entretenida ambos días, echaba ya tremendamente de menos a la pequeña Luna y sobre todo no podía borrar ni un momento de su cabeza el atractivo rostro de Mario y cómo aún se volvía más terriblemente atrayente con aquella sonrisa pícara de medio lado que solía dibujar con su boca provocándole un incomprensible hormigueo en las tripas y le asaltaban unas ganas inmensas de regresarse a la ciudad para volver a verlo que apenas podía controlar...
El lunes por la mañana ya no aguantaba más, estaba ansiosa por verlo de nuevo; así se despertó, abrió rápidamente su ventana examinando la casa de enfrente: el dormitorio de Mario ya estaba adecentado y se había ido. Se empezó a preparar para salir a correr cuando antes y al fin encontrárselo pero de pronto le sonó el teléfono; era de la concesionaria: debía pasarse cuanto antes para arreglar unos papeles si quería tener la ranchera que se había comprado... Así que, decepcionada por no poder ver a Mario aquella mañana tampoco, se fue a la concesionaria; necesitaba tener el coche ya en su poder para cuando abriera la clínica.
Por la tarde preparó con ilusión un rico pastel de limón para merendar al regreso de Luna de la escuela; aquella pequeña le había ganado el corazón rápidamente con su alegría y la extrañaba tremendamente ya. Su corazón latió feliz al ver llegar el autobús escolar y se acercó rauda a la verja -¡¡Lara!!- gritó entusiasmada la pequeña al verla y corrió a sus brazos, Lara la recogió entre ellos con pasión
-Hola mi niña preciosa, no sabes cómo te extrañé diablillo- expresó amorosa besándola tierna en su cabeza; Luna la miró con aquellos preciosos ojos tan iguales a los de su padre llenos de alegría -¿Dónde has estado todo el fin de semana? Yo también te extrañé mucho- reclamó dolida
-Lo siento pero tuve que trabajar mi angelito- explicó tomando dulcemente aquella hermosa carita entre sus manos, la pequeña le sonrió convencida- ven, verás que tarta más rica te he hecho- expuso alegremente retirándole la pesada mochila de su pequeña espalda
-¡¿Para mí?!- exclamó emocionada
-Claro ¿para quién si no?- aclaró jovial y, riéndose felices las dos, entraron en la casa
-¡Uhmm, que bien huele Lara! ¡Cómo sepa como huele, estará riquísima!- clamó entusiasmada la pequeña, Lara rió divertida
 -Sabe aún mejor de lo que huele, ya lo verás- expresó animada dejando la mochila encima del sofá y, besándola cariñosa en la mejilla, se dirigieron a la cocina donde Lara sirvió dos raciones mientras Luna se sentaba resuelta a la mesa; sirvió dos vasos de leche fría y se sentó a su lado
-¡Uhhh, de verdad está muy rica!- comentó feliz al probarla, Lara sonrió agradecida, la pequeña la miró interesada a los ojos- ¿me darías un pedacito para mi papá? No sabes lo goloso que es y sé que le va a encantar- expresó esperanzada de que su respuesta fuera afirmativa
-Claro mi ángel, por supuesto- respondió resuelta y la pequeña sonrió feliz- ¿Y qué tal en la escuela hoy?- se interesó animosa
-Bah, como siempre- respondió moviendo desinteresada los hombros mientras seguía comiendo ávida su pedazo de pastel
-¿No te gusta el colegio?- indagó curiosa al ver su desdén
 -Sí me gusta; pero es muuuy aburrido…- expresó aborrecida, Lara rió divertida- es que es siempre lo mismo: estudiar, copiar apuntes, hacer ejercicios…un rollo; lo más divertido es el recreo- añadió desenfadada
-A mí también me parecía un rollo y lo que más me gustaba era el recreo- aclaró cómplice y ambas se rieron alegres- ¿Y te gusta tu profesor?- siguió curioseando
-Es una profesora: la señorita Carlota; y sí me gusta... aunque es muy regañona: siempre tiene algo que decirme- explicó fastidiada, Lara volvió a reír divertida
-¿Y no será que tú... te portas un poquito mal?- expuso guasona y la pequeña esbozó una pícara sonrisa tan idéntica a la de su padre que a Lara irremediablemente el rostro de Mario le inundó la mente dándole un tremendo brinco el corazón empezando a latirle frenético, tragó inquieta saliva y se revolvió nerviosa en su silla intentando disimular aquella alteración que la había asaltado- ¿Y amiguitos? ¿Tienes muchos amigos en la escuela?- siguió preguntando
-Sí, me llevo muy bien con todos los de clase... bueno, con todos no, hay un niño que…- contestó resuelta y torció la boca asqueada al recordar a aquel compañero
-¿Se mete contigo mi ángel?- se interesó preocupada
-Algo así… ¿puedo tomar otro trozo? ¡Está buenísima!- expresó alegre, Lara sonrió amena
 -Claro que sí cielo- aclaró y se levantó para servirle otro trozo- Y ese niño... ¿te pega mi niña?- le preguntó mientras le entregaba el plato con otra buena ración de pastel de limón
-¡Ja, que se atreva!- exclamó pendenciera, Lara rió divertida- solo es un cobardica que me tira del pelo y luego echa a correr a esconderse entre las faldas de la profesora… ¡pero deja que un día lo pille lejos de la señorita Carlota! ¡va a llevarlas todas juntas; por éstas!- aclaró contundente besándose el dedo pulgar provocando que Lara riera a carcajadas.
Estaban tan entretenidas con su conversación que no se dieron cuenta de que Mario las observaba desde la ventana de su cocina escuchando su amena charla a través de las ventanas abiertas y no pudo evitar sonreír entretenido al oír a su hija; la conocía muy bien y sabía que aquel pobre niño las iba a llevar tarde o temprano…era un dulce angelito pero se volvía una auténtica fiera cuando se enfadaba y peleando no había niño que se le resistiera; por ese motivo ya había tenido que ir varias veces a recogerla al despacho del director... Pero, pese a que no le gustaba que se peleara, sentía gran orgullo por su pequeña que se defendía como una leona cuando le tocaban las narices demasiado.
 -¿Y no será que le gustas?- le preguntó de pronto Lara, Luna abrió desmesuradamente sus lindos ojitos mirándola con pasmo
-¡¿Pero qué dices?!- exclamó sobrecogida; Mario rompió a reír divertido al ver la asombrada reacción de su pequeña
-Puede ser: a veces los niños hacen cosas así para llamar nuestra atención cuando les gustamos- explicó muy maternal
-¡¿Pero qué rayos...?!¡Calla, calla! ¡Por Dios que asco!- volvió a clamar abriendo aún más sus ojitos- ¡Pues ahora sí que las va a llevar…fijo además, para que se le pase la tontería!- aseguró rotunda y Lara no pudo evitar reírse a carcajadas. Mario aguantó una carcajada como pudo y subió a ducharse sin poder dejar de reírse explayado- Bueno, me voy que ya debió llegar mi papá- expuso dispuesta bajándose de la silla y corrió a recoger su mochila sobre el sofá.
-Espera cielo… llévate el pedazo de tarta para tu papá- expuso cortando más de la mitad del pastel que colocó sobre un plato, la pequeña le sonrió agradecida y ambas salieron al porche de la casa
-¿Ves? Ahí está ya su coche- expuso la pequeña señalando el coche negro aparcado delante de su jardín; tiró la mochila por encima de la valla y la escaló hábil como siempre colocándosela acto seguido sobre un hombro al encontrarse ya al otro lado del cierre- Gracias- expuso mostrando sus manitas para que Lara le entregara el plato que aún sostenía entre las suyas; Lara se la depositó sobre sus manos pero no lo soltó y le sonrió dulcemente
-¿Me harías un favor?- preguntó esperanzada, la pequeña asintió con la cabeza- ¿me prometes que tu papá se comerá un pedacito a ver si logro caerle bien así?- propuso animosa y la niña soltó una carcajada divertida
-¡¡Ya le caes bien, Lara; te lo aseguro!! Lo que pasa es que mi papá es un gran bombero y muy valiente, pero como te dijo ya mi abuelita, es un cobardica con las chicas; siempre se pone nervioso y muy colorado cuando tiene que hablar con la señorita Carlota- explicó guasona y ambas se rieron amenas- y no te preocupes que fijo que la comerá ¡¡No lo conoces: es un goloso empedernido!!- añadió socarrona la pequeña mientras ya subía las escaleras de su porche provocando que Lara volviera a reír explayada; se despidieron con la mano y cada una entró en su casa.

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