sábado, 25 de julio de 2015


    Iban camino del túnel de la bruja dando un tranquilo paseo entre la multitud que había acrecentado de manera asombrosa desde la mañana. Mario, aún con Luna en brazos, esquivaba hábil a toda aquella marabunta de gente, pero Lara parecía invisible de pronto pues todo el mundo chocaba con ella quedándose atrás irremediablemente
-Pero bueno ¿es que no se me ve o qué rayos pasa?- protestó ya fastidiada al chocar nuevamente una pareja con ella que se disculparon amables; Mario rió divertido
-Anda ven aquí o acabarás perdiéndote- expresó cariñoso tomándola tierno por la cintura asegurándola suave pero con firmeza a su costado y ella le pasó el brazo por la espalda afirmándose a aquel agradable y fornido cuerpo. Ambos sintieron una sensación maravillosa al sentirse así, abrazados el uno al otro, pudiendo percibir de nuevo sus dulces y excitantes perfumes como la tarde anterior que volvía a erizarles la piel provocando un gustoso y complacido escalofrío que los encandilaba envolviéndolos en una especie de fantástica ensoñación. Inesperadamente y de forma totalmente inconsciente, Mario la besó tierno en la frente dejándola completamente pasmada y al tiempo maravillosamente fascinada aumentando aquella fantástica sensación de placer.
-¡Oh que bonita pareja y que estampa familiar más hermosa!- exclamó el hombre del puesto de tiro al verlos, ellos quedaron descolocados al escucharlo- ¡Venga, anímese caballero: consígale un bonito peluche a esa preciosa hijita que tienen!- lo invitó mostrándole a Mario las bolas que sostenía en la mano
-No...- iba a corregirle Lara abochornada
-No gracias, ya tiene muchos- la interrumpió Mario denegando amable la invitación del buen hombre; Lara lo miró desconcertada, parecía no querer aclarar aquella confusión...
-Anda papi, consígueme ese caballito blanco y negro ¿sí?- propuso zalamera mirándolo mimosa -¡¿Otro ardillita?! ¡¡Pero si ya tienes más de media docena mi chiquita!!- protestó fastidiado
-Sabes que me gustan mucho y no tengo uno a manchitas; anda ¿sí?- expresó melosa posando tierna sus manitas en las mejillas de su papá y mirándolo embaucadora a los ojos; Mario resopló derrotado ante aquella mirada de su pequeña
-A ver... traiga acá entonces- expresó doblegado dejando a la pequeña de regreso en el suelo y tomando las pelotas; aquel hombre y Lara no pudieron evitar reírse divertidos mientras la engatusadora Luna reía satisfecha por su éxito. Con dos asombrosos y precisos tiros, Mario tiró todas las latas consiguiendo el afamado caballito provocando los gritos satisfechos de la pequeña.
 -Vaya puntería- exclamó pasmada Lara abriendo atónita sus bonitos ojos negros; Mario la miró de reojo y, sonriendo pícaro, disparó las otras tres bolas que le quedaban consiguiendo un precioso y dulce osito blanco con pajarita roja
-¿Para quién es ese, papi? ¿Para Larita?- investigó curiosa la pequeña, Lara lo miró gustosamente esperanzada
-No, es para mí- resolvió guasón recogiéndolo mientras miraba burlón a Lara que sonrió divertida al darse cuenta que sí era para ella
-Anda, regálamelo- expuso zalamera mirándolo mimosa, él rió entretenido- además ¿tú para qué quieres un peluche?- se jactó burlona
 -¡Esa es buena; pues para lo mismo que tú resabida!- expresó resuelto tocándole suavemente la punta de su respingada nariz; la pequeña observaba divertida su pequeña trifulca
-Anda, no te hagas que sé que lo has conseguido para mí- replicó sonriendo satisfecha e intentó quitárselo pero Mario lo evitó raudo elevándolo por encima de su cabeza riéndose recreado, Lara empezó a dar saltos ante él intentando alcanzarlo pero no lo conseguía mientras todos se reían divertidos mirándola brincar inútilmente.
-Mira Luna, Larita parece una ranita dando saltitos- se burló socarrón provocando aún más las risas de la pequeña
-Serás idiota- expresó fastidiada aunque entretenida con el juego
-Salta ranita, salta si quieres el peluche- siguió burlándose jocoso; de pronto e inesperadamente, Lara dio un salto sujetándose a su cuello con uno de sus brazos al tiempo que se afianzaba con sus piernas alrededor de la cintura de Mario que, instintivamente, la rodeó con su brazo por la cintura sujetándola contra él
-¡¡Ajá, ya es mío!!- gritó satisfecha al arrebatárselo de la mano y, sonriendo orgullosa, lo miró a la cara descubriéndolo mirándola sumamente divertido y esbozando una sonrisa maliciosa.
 -¿Sabías que eres una gatita muy impetuosa?- bromeó socarrón mirándola pícaro, ella se percató de la situación que había provocado con su ímpetu y se sonrojó tremendamente provocando aún más las risas burlonas de Mario.
 -¡Ay, por Dios santo; déjame bajar!- repuso abochornada intentando desasirse pero Mario afianzó más su brazo alrededor de su cintura oprimiéndola contra su cuerpo- ¿me quieres soltar de una vez?- protestó aún más sonrojada acrecentando su lucha por soltarse
 -No- respondió con una rotunda sinceridad que la dejó boquiabierta y ambos se quedaron mirándose fijamente a los ojos mientras sus corazones latían frenéticos y sentían en sus labios el cálido aliento del otro provocando que unos fervientes deseos por atrapar sus bocas ardieran impetuosos en los labios... “bésame, por Dios bendito: bésame” imploró mentalmente Lara mientras acariciaba inconsciente y muy suavemente la nuca de Mario provocándole un hermoso escalofrío que le recorrió la espina dorsal erizándole tremendamente la piel y aumentando aún más aquellas ansias por atrapar aquella deliciosa boca que sus labios casi rozaban...
 -¡¡A ver papi!! ¿Vamos al tren de la bruja o nos vamos a quedar aquí de pasmarotes toda la tarde?- exclamó Luna tirando impaciente de la pernera del pantalón de su padre rompiendo aquel maravilloso momento; Mario tragó saliva haciendo bailar su pronunciada nuez como si intentara tragarse aquellos tremendos deseos de besarla y, sin dejar de mirarse intensamente a los ojos, descendió muy suavemente a Lara dejándola resbalar despacio por su cuerpo hasta devolverla al suelo. Ella respiró profundamente intentando aplacar aquella tremenda desolación y aquel inmenso vacío que sintió cuando los brazos de Mario la soltaron
-Sí, vamos mi chiquitina- resolvió sonriéndole dulcemente a la pequeña y, tomando su mano, se encaminó hacia la atracción siendo seguidos por una aturdida Lara cuyo corazón aún latía frenético mientras se mordía impaciente los labios intentando aplacar aquel insatisfecho deseo que le ardía en ellos ¿Por qué rayos no la había besado si sus ojos expresaban tanto deseo como los de ella por hacerlo? ¿Era idiota o qué? Pensaba y un terrible enojo acrecentaba en sus adentros cuando de pronto él se volvió a mirarla y ella se sobresaltó mirándolo asustada de que pudiera descubrir sus pensamientos- ahora prefiere ir mejor en el tío vivo ¿te importa acompañarla tú?- expresó amable, Lara negó con la cabeza y él le sonrió agradecido aunque sus ojos volvían a estar apagados
-Pero ¿Te encuentras bien?- se interesó inquieta apurando su paso acercándose a ellos
-Sí tranquila, estoy bien; solo que no me apetece estar dando vueltas en ese cacharro- explicó desenfadado mientras esbozaba una sonrisa tranquilizadora que ella correspondió
-Está bien... vamos cielo- expresó tomando la mano de la pequeña
 -¡¡Siiii!!- exclamó complacida la pequeña dando pequeños saltitos de emoción provocándoles una sonrisa enternecida a ambos- ¡¡Yo quiero montar en ese caballito negro, Larita!! ¿Puedo?- indagó esperanzada mientras esperaban en la cola de la entrada
-Claro que sí mi ángel, puedes subirte al que quieras- respondió sonriéndole cariñosa y la pequeña volvió a gritar entusiasmada- te gustan mucho los caballos ¿eh?- se interesó tierna
-¡¡Me encantan!!- exclamó entusiasmada y ambos adultos se sonrieron alegres
-Pues un fin de semana y si tu papá nos deja, podemos ir al rancho de mi papá: él tiene muchos y aquellos son de verdad y podrás montarlos- propuso animosa
-¡¿En serio?!- exclamó la pequeña abriendo ilusionada aquellos preciosos ojitos color miel, Lara asintió con la cabeza y Luna sonrió feliz
 -¿Lo has oído papi? ¡¡Larita me va a llevar a casa de su papá a montar un caballo de verdad!!- clamó eufórica mirando ilusionada a su padre que se había quedado retrasado
 -Sí, y también ha dicho “y si yo te dejo”- expresó moviendo desafiante las cejas, pero la pequeña rió entretenida
-Bah, sé que me vas a dejar- aseveró decidida moviendo desenfadada los hombros, él sonrió divertido moviendo derrotado su cabeza.
Mientras ellas subían a la atracción, Mario se apoyó en la valla y cruzó su brazos sobre su pecho a esperarlas. Mirándolas pasar dando vueltas montadas sobre sus respectivos caballitos riéndose alegres, no podía dejar de pensar en aquel momento de apenas hacía unos minutos. Fue increíble tener entre sus brazos aquel tibio cuerpo pegado al suyo, percibir su dulce perfume a lirios, sentir su aliento sobre su boca y su suave mano acariciándole la nuca; cerró los ojos para deleitarse en el recuerdo de aquel gustoso estremecimiento que le sacudió el cuerpo entero cuando ella lo acarició y, sin poder evitarlo, le asaltaron unos deseos imperiosos de tenerla de nuevo entre sus brazos y besar aquellos labios que codiciaba intensamente y lo estaban trastornando completamente. Besarla hasta calmar toda aquella ansia que lo devoraba por dentro, besarla hasta dolerle los labios... una excitación casi incontrolable lo invadió regresándolo a la realidad. Se removió incómodo intentando controlar y disimular aquella inesperada erección que lo asaltara. No podía comprender lo que le pasaba con aquella mujer, estaba desconcertado; nunca había sentido una atracción tan fuerte por alguien como por ella, lo tenía totalmente cautivado con su hermosura, hechizado con su dulzura y su alegría… y aquel leve pero constante martilleo de sus sienes que no había cesado en ningún instante durante todo el día aunque lo había sabido disimular, se acrecentó enormemente volviéndose de pronto casi insoportable. Cerró de nuevo los ojos acariciándose atormentado la frente
 Lara no perdía ocasión de observarlo cuando pasaban por delante de él devolviéndole la sonrisa cuando sus miradas se encontraban. Pero, cuando en una de aquella vueltas se lo encontró con los ojos cerrados y ensimismado, empezó a inquietarse; y la preocupación fue en aumento cuando a la siguiente vuelta lo encontró con el rostro muy serio y contraído masajeándose la frente.
-Ven chiquita, vámonos- resolvió presurosa así la atracción apenas se detuvo y, recogiendo a la pequeña en brazos, corrió al encuentro de Mario colándose como pudo entre el resto del gentío que abandonaba el tío vivo- ¿qué te pasa Mario? ¿Te encuentras mal?- le preguntó muy inquieta posando tiernamente su mano en su mejilla; Mario sintió en el acto una ola de calor y ternura que le recorrió el cuerpo entero. Abrió sus ojos encontrándose con aquel hermoso rostro frente a él mirándolo con una inquietud tremenda y algo inmenso y totalmente desconcertante lo inundó por completo sin poder explicar que era
-No, estoy bien… ¿Por qué?- mintió sonriéndole tranquilizador
 -Tenías un gesto tan extraño...- expresó confundida mirándolo fijamente a los ojos intentando descubrir si decía la verdad, él volvió a sonreír ameno
-Tranquila, solo estaba pensando… nada más- aclaró sereno tomando la mano que Lara aún posaba en su mejilla y se la besó cariñoso en la palma, aunque ella seguía mirándolo desconfiada- a veces se me da por hacerlo ¿sabías?- bromeó chistoso y ella rió más calmada
-Pues debe costarte muchísimo… ¡menuda manera de fruncir el ceño!- respondió burlona
-¡¡Oye!!- exclamó mirándola ofendido dándole una suave cachetada en la nalga
 -¡¡Ey!!- protestó pasmada por aquel inesperado cachete provocando la risa divertida de Luna. Ellos también se rieron alegres; pero Lara volvió a mirarlo intranquila- de verdad Mario ¿te encuentras bien?- insistió más seriamente, él tomó aire profundamente
-La verdad es que se debe estar pasando el efecto de las pastillas porque me está empezando a doler un poco la cabeza de nuevo- aclaró sincero
 -Entonces será mejor irnos ya; aquí con tanta gente y este jaleo no estás bien y puede provocarte una migraña- resolvió cariñosa y él asintió con la cabeza. Soltó la mano de Lara que aún sostenía y le quitó a Luna de sus brazos. Pero acto seguido volvió a cogérsela y, tomados tiernamente de la mano, salieron del parque de atracciones en dirección al coche.
 -¿A dónde vamos? Aún es temprano para regresarnos a casa- expresó mirando a Lara cuando ya estaban metidos dentro del coche, ella movió indiferente los hombros
-Podíamos ir a pasear por la playa y después cenar en la del tío Arturo, papi- propuso animada la pequeña desde el asiento de atrás; su padre la miró a través del espejo retrovisor y luego miró a Lara que volvió a mover desenfadada los hombros
-Pues hala, a la playa entonces- resolvió decidido poniendo el coche en marcha, la pequeña soltó un chillido entusiasmado palmeando alegre sus manos provocando las risas divertidas de ambos.
-Tío Arturo... ¿es tu hermano?- se interesó curiosa mientras Mario ya conducía por la autovía en dirección a la ciudad
-Yo no tengo hermanos; pero para Luna toda la compañía 17 del cuerpo de bomberos son sus tíos- respondió desenfadado y Lara rió divertida- y Arturo es un compañero más cuya mujer, Laila, tiene una churrasquería en la playa- siguió explicando, ella asintió con la cabeza y él la miró unos segundos a los ojos- ¿y tú? ¿tienes hermanos?- expresó curioso
-No, tampoco; mi madre murió al nacer yo y mi padre desde entonces se centró únicamente en su trabajo y sobre todo en mí- contestó sincera y también lo miró a los ojos- tú me recuerdas mucho a él y, si me dejas darte un consejo desde un punto de vista muy parecido al de Luna: ella te amará siempre con pasión y no sabrá cómo agradecerte y devolverte todo lo que has hecho por ella... pero llegado el momento en que ella tenga que volar sola, la harás sentir muy culpable por tener que dejarte después de no haber vivido tu propia vida y dedicarte en exclusividad a ella; recuérdalo
-¿Eso te pasó a ti?
 -Pues sí ¿por qué crees que aún me independicé ahora? ¿A los 24 años? Porque antes no podía, me dolía el corazón y me hacía sentir rastrera dejarlo solo tras haberse dedicado en cuerpo y alma solo a mí durante toda su vida; pero también tenía que vivir, realizarme como mujer y persona, y pegada a los pantalones de mi padre no lo iba a conseguir- explicó sincera y ambos se quedaron callados el resto del camino. Llegaron a una playa preciosa y solitaria de cristalinas aguas y arenas finas y blancas; tras descalzarse los tres, ellos pasearon relajadamente uno junto al otro por la arena mientras seguían manteniéndose en silencio y Luna jugaba divertida a que las olas no le mojaran los pies. -¿Por qué escogiste ser bombero?- preguntó de pronto rompiendo aquel silencio
 -¡¡Anda!! ¿y tú por qué te hiciste veterinaria, vamos a ver?- respondió guasón mirándola descolocado por aquella inesperada pregunta; Lara rió divertida
 -Pues creo que por mi padre... él lo es también y, como crecí siempre rodeada de animales, me encantan y me gusta ayudarlos- explicó desenfadada, él asintió con la cabeza comprendiéndola- ¿tú también fuiste influenciado por la profesión de tu padre?- expresó curiosa
-No; yo no conozco a mi padre y ni siquiera sé a qué se dedica- contestó sincero metiéndose las manos en los bolsillos de sus vaqueros, Lara lo miró frunciendo el ceño dando a entender que no lo comprendía; él respiró profundamente- mi madre se quedó embarazada estando aún en el instituto y mi padre se dio a la fuga así se enteró y nunca más se volvió a saber de él- aclaró desenfadado -Vaya...- murmuró impresionada por aquella inesperada declaración, él la miró de nuevo a los ojos -Así qué, como ves, estoy en una situación muy parecida a la vuestra pero tengo otra visión de ello: mi madre también se quedó sola y se dedicó únicamente a sacarme adelante... pero ella siempre tuvo presente que yo debía volar solo, y así me lo enseñó; llegado el momento, ella me ayudó y me apoyó a volar del nido no haciéndome sentir para nada culpable y siempre estuvimos muy unidos aunque fuera en la distancia; y eso es lo que quiero yo para Luna: enseñarle que, llegado su momento de independizarse, lo haga tranquilamente y sintiendo todo mi apoyo sin hacerla sentir culpable que sospecho que fue lo que un poco hizo tu padre... creo que él no quiso asimilar que algún día tendrías que irte de su lado, cosa que yo tengo muy claro que ocurrirá con Luna, y no supo ir soltando rienda mientras crecías haciéndose más dependiente él de ti que tú de él, cosa que tú presientes y de ahí ese sentimiento de culpa que tienes por haberte alejado de él- explicó con una claridad impresionante haciendo comprender a Lara- ¿Y por qué soy bombero?- siguió hablando y volvieron a mirarse a los ojos- Pues la verdad es que no lo sé, simplemente siempre quise serlo y me gusta mucho lo que hago; punto- explicó moviendo despreocupado los hombros y ambos se sonrieron amistosos
-¡Papi ¿vamos a cenar ya? Tengo hambre!- les gritó la pequeña corriendo hacia los brazos de su padre que la recogió amoroso entre ellos
-¿Y cuándo no tienes tú hambre, saco sin fondo?- reprochó cariñoso besándola juguetón en el cuello provocando en la niña carcajadas alegres, ellos rieron contagiados por las jubilosas risas de la pequeña y se encaminaron hacia el local que estaba a pie de playa. Lara lo observó gratamente complacida, era un sitio realmente precioso cuyas mesas de la terraza estaban bajo un hermoso cubierto de rosales con olorosas rosas blancas que los protegía del sol durante el día y situadas frente al mar para que los comensales pudieran disfrutar mientras comían o cenaban de aquella maravillosa vista.
-¡¡Hola tío Arturo!!- lo saludó a voz en grito la pequeña así cruzaron la verja consiguiendo que todas las miradas se centraran por un momento en ellos
-¡¡Ey, pero mira quién ha venido Laila!! ¡¡Si es nuestra chiquitina preciosa!!- exclamó animado un hombre también muy corpulento como Mario acercándose a ellos mientras la pequeña ya corría a entre sus brazos ante la sonrisa divertida de su padre; una mujer rubia muy bonita, se asomó de inmediato a la puerta del restaurante
-¡Oh mi niña hermosa ¿cómo estás cariño mío?!- saludó emocionada a la pequeña aún en brazos de aquel hombretón, ella le sonrió feliz besándola en las mejillas- hola cielo- saludó a Mario besándolo con enorme cariño también en las mejillas
-Hola Laila ¿cómo estás?- respondió Mario correspondiéndole también muy tierno a su saludo
-Yo bien corazón pero... ¿y tú?- se interesó amorosa posando suavemente su mano en su mejilla y mirándolo con algo de preocupación en la mirada
-Como siempre, sin novedad- respondió moviendo desenfadado los hombros y se sonrieron alegres -Eso está bien- resolvió complacida; aunque ambos no le quitaban los ojos de encima a Lara mirándola con suma curiosidad- ella es Lara- los presentó al fin Mario y ellos sonrieron satisfechos -Hola, encantada de conocerte- la saludó amistosa la mujer besándola también en las mejillas; ella le correspondió con una sincera y amable sonrisa- bueno, yo os dejo que estoy algo liada y solo salí a saludaros, luego nos vemos- se despidió presurosa aunque antes de irse volvió a besar con pasión las mejillas de Luna.
-Encantado y bienvenida- la saludó cordial el hombre mostrándole amable su mano que Lara estrechó amistosa dedicándole una de sus bellas sonrisas- venga, venir por aquí que hay una mesa libre en aquel rincón donde estaréis muy bien; hoy esto está hasta los topes- expresó guiándolos entre las mesas hasta una esquina sin bajar a Luna de sus brazos
-Ya veo ya, cada vez va mejor el negocio por lo que veo- repuso satisfecho Mario mientras ellas ya se sentaban a la mesa
-Sí, y si esto sigue así, pronto podré retirarme- declaró esperanzado el hombre, Mario soltó una sonora carcajada
-Eso no te lo crees ni tú; nunca dejarías el cuerpo ni aunque te saliera el dinero por las orejas- expresó burlón mirando guasón a su amigo que rió atrapado
 -¡Como me conoces cabrito! Ya sabes: el bombero no se hace...- exclamó deleitado mostrando su puño ante Mario
-Nace hermano- remató él con orgullo la frase golpeando suavemente con su puño el de su compañero y ambos rieron complacidos; dejó cariñoso a Luna sobre la silla- bueno, mientras decidís que os apetece cenar... ¿qué os sirvo?- se interesó servicial mientras les entregaba las cartas del menú -A mí una cola y costillas asadas, ya sabes- respondió dispuesta la pequeña provocando las risas divertidas de los tres adultos
-Ya, lo tuyo lo tengo claro mi chiquita y tranquila que estoy por apostar que tía Laila ya está con ello- respondió guiñándole cómplice un ojo que la pequeña correspondió alegre provocando de nuevo las risas de ellos
 -A mí una cerveza fresquita de esas que tú sabes y también costillas; y a Lara...- escogió Mario devolviéndole la carta sin abrirla y miró a Lara invitándola a hablar
-Cerveza y costillas estará bien también- resolvió desenfadada
-De acuerdo, ahora os traigo las bebidas- resolvió regresando dentro del local y en seguida les sirvió unas cervezas frescas en unas jarras heladas. Pronto llegó una bandeja de costillas asadas acompañadas de patatas fritas y ensalada. Comieron animados, aquella costilla estaba deliciosa y la salsa de vicio. Lara charlaba entretenida con Luna mientras reían alegres y Mario las observaba encantado sin dejar de sonreír. Le parecía increíble la manera tan buena y tan rápida en la que habían congeniado, era asombroso la complicidad que ya se percibía entre ellas... Aunque tenía que reconocer que con Lara era muy fácil, era tan abierta, dulce y alegre que daba pie a ello sin darte apenas cuenta. Regresó de nuevo Arturo trayendo tres cafés con unos chupitos de licor y un vaso de cacao fresquito para Luna y se sentó con ellos a tomarse su café relajado ahora que la clientela se había marchado casi toda. Él y Mario entablaron una amena conversación sobre todo basada en su trabajo en el cuartel de bomberos. Pero, aunque no perdía el hilo de la conversación con Mario, Arturo no podía dejar de mirar con gran curiosidad a Lara que seguía jugando y charlando entretenida con Luna; aunque no se atrevió a preguntar nada de lo que le estaba carcomiendo la cabeza.
 -Papi, nosotras nos vamos a jugar a la arena- expuso resuelta la pequeña mientras ella y Lara ya se levantaban
-Vale ardillita, yo os alcanzo ahora; pero no olvides despedirte de tía Laila porque ya nos vamos que se hace tarde- aconsejó tierno y la pequeña corrió dentro del local mientras Lara se despedía amistosa con Arturo. Al regresar Luna, Lara la tomó de la mano y se alejaron paseando serenamente por la playa. Mario se quedó observándolas en silencio mientras se dirigían hacia el agua.

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