viernes, 31 de julio de 2015


     Mientras Mario se encargaba de recoger la nevera portátil del maletero, Lara recogió a Luna en brazos
-Hasta mañana mi chiquitina- expresó amorosa besándola en la mejilla
-No quiero que te vayas aún Larita- protestó mimosa la pequeña abrazándose firmemente a su cuello -Pero cielo, ya es muy tarde... y estamos todos cansados- intentó convencerla dulcemente mirando suplicante a Mario que solo movió las cejas indicando que no pensaba intermediar
-¡Quédate al menos a cenar con nosotros! ¡Seguro que tía Laila nos mandó un montón de comida!- propuso decidida la pequeña echándose levemente hacia atrás para verle a la cara a Lara
-Eso es cierto, esa mujer siempre nos llena la nevera de sobras: debe vernos cara de famélicos- exclamó chistoso Mario cerrando el maletero suavemente, Lara rió divertida
-Se ve que te quiere muchísimo- la defendió enternecida mirándolo compasiva, él sonrió agradado -Sí, la verdad es que sí; ella y por supuesto mi madre fueron las que siempre estuvieron a mi lado y nunca me dejaron en el momento más difícil para mí: encontrarme solo, con un bebé, y sin tener ni idea de qué hacer- explicó conmovido tragando emocionado saliva por aquel recuerdo y besó con pasión la cabeza de su hijita; Lara lo miró sobrecogida mordiéndose el labio inferior intentando controlar las lágrimas de lástima que acudieron a sus ojos imaginándose la angustia de Mario ante aquel panorama
 -Está bien, me quedo a cenar- resolvió decidida intentando borrar de su mente aquella tortuosa imagen y ambos le sonrieron felices y satisfechos con su decisión. Luna volvió a abrazarse a su cuello posando su suave mejilla en la de Lara y Mario, echándole amoroso el brazo por los hombros, la besó tierno en la frente y se encaminaron hacia la casa de Mario en silencio; Lara observó curiosa el rostro de Mario mientras cruzaban el jardín, estaba perdido en sus recuerdos y sus ojos se habían empañado de dolor. Sintió la necesidad de sacarlo de aquellos duros pensamientos en los que había caído- muchas gracias por tu ayuda de antes ¿eh? pero ya me las pagarás- le reprochó amena y consiguió su objetivo; él la miró divertido y rió pícaro
-Es que no podía gatita, yo tampoco quería que te fueras- respondió sincero besándola tierno en los labios, ella no pudo más que sonreír derrotada y dejarse llevar dentro de la casa- Venga, ardillita: tú directamente a la bañera que parece que te has traído toda la tierra del parque contigo- expuso al entrar en la casa mientras cerraba la puerta tras ellos; la pequeña rió pícaramente divertida y, tras besar la mejilla de Lara, bajó de sus brazos y se encaminó escaleras arriba sin rechistar- ¡Ve llenándola que yo ahora subo!- aclaró mientras ya atravesaba el salón en dirección a la cocina
-Vale- respondió resuelta siguiendo su subida, pero de pronto se detuvo y miró a Lara- no te vayas ¿eh?- repuso mirándola desconfiada
-He dicho que me quedo a cenar ¿no?- le respondió sonriéndole sincera, la pequeña también sonrió complacida y siguió subiendo las escaleras; Lara y Mario se sonrieron enternecidos y entraron en la cocina
-¿Te encargas tú de vaciar esto, cielo? Yo debo ir a vigilar a ese demonio o es capaz de echar todo el bote de gel en el agua para llenar la bañera de espuma- explicó dejando la nevera portátil sobre el mueble junto al fregadero, Lara rió divertida- no te rías que no sería la primera vez que lo hiciera ¿eh?- remarcó fastidiado, ella aún se rió más
-Sin problema; anda ve- contestó resuelta y servicial acercándose dispuesta a él
-Gracias cielo- murmuró meloso besándola amoroso en los labios, ella se lo devolvió sonriendo dichosa y él se fue a atender a Luna. Lara abrió la nevera de playa y quedó alucinada: ¡¡no habían exagerado nada, realmente aquella mujer les había metido de todo allí dentro!! comprobó riéndose explayada y comenzó a disponer las cosas para la cena sobre la isla que ocupaba el medio de la cocina mientras le llegaba el jolgorio que aquellos dos formaban arriba en el baño
 -Espera un segundo que ya regreso ¿vale?- oyó hablar a Mario apenas unos segundos antes de apareciera de pronto Luna con un pijamita rosa de manga y pantalón corto en la cocina; sonriendo feliz corrió hacia Lara y se abrazó impetuosa a su cintura posando su cabecita en su vientre
 -¡Ey ¿qué pasó mi ángel?!- expresó sorprendida por aquel arrebato de la pequeña acariciándole su pelo aún mojado
-Nada, que me encanta tenerte aquí- expresó entusiasmada apretujándose aún más al cuerpo de Lara, ella rió alegremente divertida y, abrazándola amorosa contra su pecho, la besó tierna en la cabeza percibiendo su agradable y encantador olor a jabón para niños
-¡Me cago en tu padre... lo sabía, siempre la misma historia! ¡¡Luna, vuelve aquí ahora mismo!!- se oyó gritar a Mario aún en el piso de arriba, Lara posó una mano en el mentón de la pequeña y le levantó la carita para mirarla a los ojos, ella le sonrió pícara
-¿Qué has hecho mi chiquita?- interrogó mirándola suspicaz
-Nada- respondió despreocupada moviendo desenfadada sus hombros
-¡¡Luna, maldita sea: pasa a secarte el pe...!!- bramaba enfadado entrando en la cocina, pero se quedó mudo al ver aquella preciosa estampa que no se esperaba encontrar pero que lo llenó de encanto -¡¡No quiero!!- repuso contundente la pequeña aferrándose aún más al cuerpo de Lara, ella miró conmovida a Mario que aún seguía impactado por aquella preciosa imagen que nunca se hubiera imaginado presenciar- ¡¡sabes que no me gusta!!- remarcó tajante haciendo reaccionar a su padre -¡¡Luna, no te lo...!!- empezó a gritar Mario pero Lara lo calló mirándolo intensamente a los ojos de forma reprochadora y él comprendió al instante aquella mirada, tomó aire profundamente soltándolo a continuación poco a poco- vamos a ver mi chiquitina...- habló mucho más comedido acercándose a ellas y acuclillándose delante de su hija- sabes que tienes que secarte el pelo ardillita, no puedes ir para cama con el pelo húmedo- le explicó cariñoso acariciándole tierno la mejilla, Lara le sonrió complacida por su nueva reacción
-Pero... ¡¡NO- ME- GUS-TA!!- recalcó obstinada abriendo aquellos preciosos ojillos castaños claros y mirando de forma desafiante a los ojos de su padre
-Pero... ¡¡TIE-NES-QUE-HA-CER-LO!!- la imitó su padre también abriendo sus ojos y clavándoselos en los de ella; Lara rió divertida al verlos
 -¡¡No quiero!!- clamó rotunda volviendo a esconder su rostro contra el vientre de Lara
-¡¡La madre que te...!!- masculló su padre apretando lo dientes y ya perdiendo la paciencia
-Espera...- lo contuvo Lara posando cariñosa su mano en el hombro de Mario que la miró con ya enojo en los ojos- A ver mi chiquita ¿por qué no quieres?- preguntó tomando aquella preciosa carita entre sus manos obligándola a mirarla a la cara
-Porque ese estúpido secador de pelo es muy viejo y me quema- respondió sincera
-Porque tienes el pelo muy largo y se recalienta Luna, te tengo dicho cien veces que deberíamos cortarlo- recriminó duramente Mario, la pequeña lo miró furiosa a los ojos encendiendo más el cabreo de su padre y ambos se miraron combativos a los ojos como gallos de pelea a punto de enzarzarse en otra trifulca
-Ey, ey; tranquilos...- intermedió rápidamente Lara pero ellos siguieron mirándose pendencieros- A ver mi niña ¿Me dejas probar a mí?- le propuso acariciándole tierna las mejillas, pero la pequeña no contestó- solo probar ¿sí? Si tampoco lo hago bien, lo dejamos ¿vale?- le propuso melosa a la pequeña acariciándole amorosa las mejillas, ella empezó a morderse el interior de su mejilla derecha mientras la miraba dudosa; Mario la observaba también expectante de su contestación- papi tiene razón como siempre mi chiquita: él quiere solo lo mejor para ti y así no puedes irte a tu camita, no es bueno ni para ti ni para este precioso pelo que tienes- insistió sin perder ni un ápice la calma ni la ternura acariciándole cariñosa el pelo mojado; la pequeña tomó aire profundamente
-Vale... pero si me quema: paras- aceptó al fin pero señalándola amenazante con su pequeño dedito índice, Lara rió divertida al ver su decidido gesto de advertencia
-Por supuesto- resolvió rotunda posando su dedo en el de Luna que río alegre
-Increíble, yo no puedo con ella ni por las buenas ni por las malas y tú en un segundo...- exclamó atónito Mario moviendo incrédulo su cabeza mientras se ponía de nuevo en pie derrotado, Lara rió jocosa
-No lo haces mal, pero aún necesitas algo más de temple- le habló melosa besándolo amorosa en los labios a modo de recompensa, él sonrió complacido por aquel dulce detalle
-¿Temple? Lo que necesito es una buena vara para poner derecha de una vez a esta deslenguada señorita...- expresó amenazador mirando pendenciero a su hija que rió burlona a aquellas vanas amenazas de siempre de su papá- tú ríete, pero un día lo voy a hacer Luna, ya lo verás- remarcó decidido ante las risas guasonas de su pequeña
-Siempre dices lo mismo pero sé que no eres capaz- expresó resuelta mirando encandilada al bueno de su papá que sonrió vencido. Lara también sonrió enternecida al recordar las ciento de veces que le había dicho esas mismas palabras a su padre y como tampoco nunca llevara a cabo sus amenazas
-Anda, vamos a secar ese pelo entonces- resolvió animada tomando a la pequeña de la mano y salieron de la cocina sonriendo alegres bajo la tierna mirada de Mario.
Mientras acababa de poner en la isla lo que a Lara aún no le había dado tiempo de disponer para sentarse a cenar, sonreía deleitado escuchándolas reír y enredar alegres arriba en el baño, por cierto, sin un solo grito por parte de Luna... suspiró profundamente al recordar las palabras que su madre llevaba unos años repitiéndole y él se negaba a escuchar pero sabía de sobra que tenía razón: Luna estaba creciendo y empezaba a necesitar una figura femenina a su lado. Ellas regresaron de la mano riendo felices y Luna con su bello pelo rubio seco totalmente, Mario las observó burlón
 -¿Qué? Seguro que tu “Larita” lo hizo perfecto ¿verdad?- expresó retórico pinchando en la pequeña -Pues sí para que te fastidies, ella no me quemó ni una sola vez... ¡ni me dio un solo tirón! ¡no como haces tú que a veces parece que me vas a arrancar la cabeza!- le reprochó arrogante mientras ocupaba su sitio a la isla
-¡Hala, tócate las narices Mario: por preguntar!- exclamó fastidiado por el descarado reclamo de su hija y Lara rió divertida.
-Aunque papi tiene razón de nuevo mi chiquita y yo también te recomendaría cortarte el pelo: te sería más fácil a ti peinarte y a él secártelo- recomendó cariñosa Lara también ocupando uno de los taburetes junto a la pequeña mientras Mario le servía la cena en el plato de Luna
 -Ni te mates: este bicho no se dejará nunca hacerlo- respondió echándole juguetón la lengua a su hija que rió pícara
-Pues es una pena, porque podríamos aprovechar que esta semana también voy a ir a cortármelo yo y podía venir conmigo- expuso desenfadada sirviéndose un poco de pollo frito; Mario la miró de reojo sonriendo ladino al comprender lo que Lara intentaba muy astutamente pero con Luna no iba a funcionar...
-Vale ¿cuándo vamos Larita?- exclamó animada la pequeña mirando entusiasmada a Lara y dejando atónito a su padre
-Pero... ¡¿Será jodida la niña?!- exclamó boquiabierto Mario mirando a su hija sin poder creérselo, ambas rieron revoltosas- ¿Por qué con Lara sí y conmigo no, vamos a ver?- interrogó fastidiado por aquel sorprendente e inesperado cambio en ella
-Porque de ti no me fío: bien eres capaz de llevarme a tu peluquero y yo quiero ir a una peluquería de chicas- resolvió desenfadada y se puso a cenar tranquilamente dejando a su padre de un pasmo, Lara no pudo evitar reír a carcajadas
-Pero también te quiso llevar la abuela y te negaste, Luna- reprochó sin poder salir de su asombro. -¡Sí hombre, fui una vez con ella y no me quedaron ganas! ¿Tú sabes la de cosas que se hace la abuela y lo que tarda en salir de allí? Que si el tinte, que si las cejas, que si las uñas... ¡¡Ah no, de eso nada; yo paso de repetir aquello!! ¡¡Buff, quita de ahí, quita!!- replicó rotunda simulando un fastidioso escalofrío, Mario y Lara rompieron a reír a carcajada limpia- Venga ardillita, a lavarse los dientes y a la cama que mañana hay escuela- habló cariñoso Mario limpiándole bien la cara a su hija cuando acabaron de cenar, la pequeña besó la mejilla de Lara dándole las buenas noches y obedeció sin rechistar- ahora vengo, no tardo- expresó Mario besándola amoroso en los labios y siguió a su hija fuera de la cocina. Lara recogió las pocas sobras que aún habían quedado metiéndolas en el refrigerador y se puso a lavar la loza de la cena en el fregadero. Mario no tardó en regresar- pero... ¡por Dios bendito Lara; deja eso, cielo!- expuso al verla acercándose a ella para retirarla del fregadero -Ya está, este era el último y así te queda la cocina recogida que hoy es tarde y mañana poco tiempo tendrás para hacerlo- explicó resuelta aclarando el último vaso dejándolo sobre el escurridor, ambos se sonrieron íntimos
-Eres un ángel; siempre pensando en todo- declaró encandilado besándola amoroso en los labios, ella sonrió complacida- pero no tenía pensado lavar toda esta cacharrada ni ahora ni mañana... tengo lavavajillas ¿sabías?- se burló guasón riéndose descaradamente de ella
-¡Serás capullo ¿yo cómo lo iba a saber?! ¡Siempre te veo lavar los platos de la cena...! - exclamó fastidiada golpeándole suavemente en el antebrazo con su mano abierta aunque riéndose sumamente divertida, él explosionó en una alegre carcajada aprisionándola entre sus brazos
 -Es que para solo dos platos sería tontería ponerlo ¿no crees?- expresó resuelto y atrapó ardiente la boca de Lara que se entregó al instante plenamente deleitada. Mario buscó la piel desnuda de Lara bajo la camisola blanca que llevaba puesta al tiempo que ella también lo hacía bajo su jersey de hilo, sus manos ardientes acariciándose mutuamente les hacía arder la piel y poco a poco se fueron aprisionando más el uno al otro hasta no poder pegar más sus cuerpos mientras sus bocas se iban devorando cada vez más y más ávidas
-Mario, tengo que irme cielo...- intentó Lara detener aquella locura de deseo que los estaba desquiciando pero él apenas le dejó hablar atrapando rápidamente su boca de nuevo- Mario, amor, tú mañana tienes que madrugar...
 -No; ahora no puedes irte amor mío, ahora no- la interrumpió excitado elevándola en el aire y la sentó sobre el mueble junto al fregadero retirándose raudo el jersey al instante siguiente; acto seguido le levantó la camisola a Lara y besó con ambición su escote y sus pechos mientras le desabrochaba hábil el sujetador negro; ella no pudo reprimir un gemido de gusto cuando Mario atrapó con su boca uno de ellos al fin liberados de su prisión de encaje y aquella pasión se transformó en locura. Lara lanzó sus manos rápidamente a desabrocharle los vaqueros y él intentó hacer lo mismo con los de ella pero, ceñidos como los llevaba y sentada sobre el mueble, le era complicado- ¡Mierda de pantalones! ¿por qué rayos los llevas tan ceñidos?- protesto fastidiado al no poder conseguirlo, Lara rió divertida e intentó desabrochárselos presurosa ella misma- no; espera gatita, espera...- expresó deteniéndola; Lara lo miró sin comprender- aquí no... puede aparecer Luna y esa es como una ardilla: no la oyes hasta que la tienes encima- aclaró al tiempo que ya cargaba con ella sujetándola por los glúteos; Lara, riéndose comprensiva, le rodeó al instante las caderas con sus piernas y, sujetándose a su cuello, se atraparon de nuevo las bocas mientras él se la llevaba fuera de la cocina
-Mario tu cuarto no... Luna puede oírnos- balbuceó inquieta cuando observó que se dirigía escaleras arriba
-Pues en el salón menos y otro sitio no hay; así que procura no ser escandalosa mi impetuosa gatita porque tú ya no te me escapas- resolvió jactoso volviendo a atrapar ambicioso aquella boca que lo volvía loco, ella sonrió derrotada y se entregó desarmada a aquella pasión que también la desbordaba. Mario entró en su dormitorio cerrando la puerta con el pie sin dejar de devorar aquella boca que lo tenía hechizado y no podía dejar de saborear; Lara así se encontró en la intimidad del cuarto, se deshizo rápida de su camisola junto el sujetador y Mario atrapó de nuevo aquellos hermosos pechos con su boca al tiempo que la dejaba sobre la cama. Llenos de ansia y deseo, se arrancaron mutuamente los vaqueros y su ropa interior mientras sus manos en conjunto con sus bocas recorrían sus cuerpos desnudos de casi manera salvaje acrecentando aún mas sus deseos haciéndolos casi insoportables. Mario no pudo aguantarlo más y la penetró poderosa y profundamente de una sola estacada, ella exhaló un gemido de pleno placer al tiempo que sus manos se aferraban fuertemente a los glúteos de Mario empujándolo más adentro como si quisiera que todo él la penetrara desquiciada por aquella locura de pasión y arrastrándolo a él con ella que empezó a embestirla casi con furia con potentes e implacables embistes mientras devoraba ambicioso sus pechos con la boca haciendo que aquella ansiedad en las entrañas de Lara agrandara cada vez más y más no pudiendo evitar indicarlo con sus ambiciosos gemidos. Mario, sin dejar de enredar con su boca en aquellos deliciosos pechos, se giró ágil llevándosela encima de él y posó sus manos en sus caderas guiándola hábilmente sobre su pene para que éste rozara su clítoris buscando darle el placer que Lara tanto ansiaba alcanzar. Ella, enajenada por traspasar las puertas de aquella grandeza que se le ofrecía, se enderezó posando sus manos en el musculoso pectoral de Mario y empezó a cabalgar frenética mientras él seguía llevándola con presteza sobre su pene hasta que al fin logró hacer explosionar aquella inmensidad dentro de Lara provocando que se estremeciese de la ondeada de placer inmenso que le recorrió el cuerpo entero hasta alcanzar su garganta saliendo en un grito de deleitada satisfacción que Lara apenas pudo aplacar. Mario se enderezó rápidamente quedando sentado en la cama y sujetando presuroso la nuca de Lara, atrapó raudo su boca intentando silenciar aquel intenso gemido salido de lo más hondo de sus adentros
-Chiss mi gatita impetuosa, cuidado con Luna que a esa la despierta el vuelo de una mosca- le murmuró meloso enredando juguetón con sus labios en los de Lara saboreando aún los restos de aquella pasión que ella exhalaba por su boca
-Lo siento, no pude evitarlo- susurró entrecortadamente por su jadeante respiración y ambos se sonrieron íntimamente cómplices. Mario volvió a atrapar deleitado su boca mientras rodeó su cintura con su brazo libre y siguió llevando a Lara sobre su pene, pero algo más lentamente, aunque sin dejar aquella excitante estimulación sobre el clítoris de Lara. Ella poco a poco empezó a llevar con su cuerpo el ritmo que él le marcaba cimbreándolo cada vez más rápido al ir sintiendo como sus entrañas se iban rellenando de nuevo de ese placer maravilloso. Mario sonreía complacido al verla ir cada vez más codiciosamente deprisa mientras sus gemidos eran a cada embiste más intensos, aunque aquello también lo estaba acelerando a él y empezó a incrementar el movimiento del cuerpo de Lara sobre su pene. La combinación de los movimientos de Lara cimbreando su cuerpo adelante y atrás junto a los suyos llevándola arriba y abajo ensamblándola certeramente una y otra vez sobre su miembro, formaron un fantástico tándem que los precipitaba de manera espectacular hacia aquel abismo inmenso que cada vez más ansiaban alcanzar y así lo indicaban con sus respiraciones apresuradas e impacientes.
 -Oh Dios, oh Dios- masculló entre dientes Lara cuando notó que aquello iba a reventar en cualquier instante y hundió su rostro en el hombro de Mario al tiempo que se aferraba inclemente a él preparándose para sofocar algún grito que pudiera escapársele, Mario aceleró aún más aquellos movimientos combinándolos con poderosos embistes y Lara, invadida al fin de nuevo por aquel colosal placer que recorrió cada milímetro de su cuerpo por dentro, le clavó sin darse cuenta las uñas en la espalda mientras ahogaba un grito de satisfacción en el cuello de Mario.
 -¡¡La Virgen!!- exclamó sobrecogido al sentir las uñas clavándosele en la espalda pero al mismo tiempo aquel inesperado dolor le provocó un extraño deleite que lo impulsó precipitadamente al final fundiéndose ambos, entre gemidos que intentaron controlar como pudieron y maravillosos espasmos de placer, en un poderoso abrazo como si quisieran fusionarse en aquel soberbio instante en un solo cuerpo. Tras aquella impetuosa y fantástica entrega que los dejó totalmente extenuados pero pletóricos de dicha y complacencia, se quedaron quietos y en silencio manteniéndose aún fuertemente abrazados pudiendo sentir entre sus respiraciones jadeantes, los latidos de sus acelerados corazones -Te quiero Mario, Dios cuanto te quiero ya- murmuró arrebatada Lara aún abrazándose más a él y besándolo apasionada en el cuello, aquellas palabras hicieron sentir a Mario el hombre más dichoso del mundo
-Yo también te quiero mi amor, no sabes cuánto- respondió amoroso mientras le acariciaba dulcemente la espalda al tiempo que la oprimía un poco más contra su cuerpo respondiéndole a su impetuoso abrazo; volvieron a quedarse callados mientras mutuamente se regalaban tiernas caricias llenas de pasión. De pronto Lara, besándole dulcemente en los labios a Mario, intentó retirarse de sobre Mario- ¡¿a dónde vas?!- exclamó sorprendido por aquel inesperado movimiento de Lara reteniéndola al instante en su lugar
-A mi casa Mario ¿a dónde quieres que vaya?- explicó mirándolo desconcertada por su reacción
-No, no te marches, por favor; quédate conmigo mi amor; durmamos así toda la noche unidos- murmuró meloso besándola amoroso en los labios al tiempo que la abrazaba nuevamente contra su cuerpo y se iba recostando sobre la cama llevándosela consigo sobre él
-Pero Mario ¿y Luna, cielo?- expuso inquieta aunque aquella idea le parecía tentadoramente maravillosa
-No se despierta hasta las ocho mi ángel y menos mañana que está rendida por el día de hoy; además, yo a las siete menos cuarto ya estoy en pie y prometo despertarte con tiempo suficiente para que regreses a casa sin que ella te vea- aclaró resuelto sonriendo pícaro; ella lo miró desconfiada a los ojos un instante, pero finalmente sonrió convencida cosa que hizo inmensamente feliz a Mario y atrapó aquella deliciosa boca que nunca volvería a soltar por el resto de sus días.

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