miércoles, 29 de julio de 2015


      Ya se disponía a abrir la puerta de la calle para esperar en el porche a Mario cuando se echó un último vistazo en el espejo que había en el recibidor sobre el mueble de la entrada.
 -Perfecta- expresó complacida con la imagen que el espejo le devolvió y abrió la puerta, una fuerte e inesperada corriente de aire le atravesó el cuerpo- ¡Uy, la ventana de la cocina está aún abierta!- recordó al instante. Se volvió y, dejando su bolsito sobre el mueble del recibidor, se encaminó a paso apresurado hacia la cocina. Pero apenas sus pies pisaron las primeras baldosas del suelo gris de su cocina, sus zapatos patinaron sobre ellas- ¡¡Joder!!- gritó sobrecogida sujetándose rápidamente al quicio de la puerta logrando así mantenerse milagrosamente en pie- Pero... ¡¿qué rayos...?!- murmuró sorprendida al ver el agua que corría por el suelo de la cocina y de pronto escuchó el sospechoso silbido que provenía de debajo del fregadero; con mucho cuidado para no volver a resbalar, se acercó al mueble y, acuclillándose ante él, abrió decidida las puertas- ¡¡Oh Dios santo!!- chilló sobresaltada y llena de espanto cuando un chorro de agua proveniente de la tubería, le impactó en pleno rostro.  Mario descendía las escaleras del porche de su casa mientras se colocaba bien el cuello de la chaqueta cuando escuchó el primer grito que lo frenó en seco ¿había sido Lara la que gritara o el grito provenía de la casa de otro vecino? Se quedó dudando mientras ponía máxima atención a ver si oía algo más. De pronto llegó el segundo grito, más contundente y cargado de sobrecogedor terror
-¡¡Oh Dios, sí es Lara!!- gritó alarmado al reconocer de inmediato la voz y corrió hacía la verja que saltó rápidamente con su agilidad habitual dirigiéndose sin detener su carrera hacia la casa de Lara donde se encontró con la puerta abierta de par en par que atravesó sin detener su carrera tras subir de dos zancadas las cuatro escalinatas del porche- ¡¡Lara ¿dónde estás?!! ¡¿Qué ha pasado?!- preguntó alarmado sin detener su carrera por el pasillo
-¡¡No!! ¡¡Ten cuidado!!- le gritó Lara intentando detenerle al verlo aparecer en la puerta de la cocina pero, aunque él intentó obedecer, sus zapatos de suela ya había contactado con el agua que había en el suelo haciendo que patinara y, sin poder remediarlo, acabó en el suelo de espaldas
-¡Joooder!- exclamó dolorido así todo su cuerpo impactó sonoramente contra el suelo
 -¿Te has hecho daño?- se interesó preocupada aunque haciendo tremendos esfuerzos por no reírse  -En mi ego- exclamó fastidiado incorporándose hasta quedar sentado sobre el suelo mojado y ahora Lara ya no pudo aguantar más y rompió a reír a carcajadas; él la miró también riéndose divertido encontrándosela totalmente empapada de rodillas ante el mueble del fregadero mientras un fuerte chorro de agua impactaba sobre su lindo rostro- ¡Pero ¿quieres cerrar la llave de paso de una vez?!- le indicó rotundo levantando su mano derecha señalando el fondo del mueble
-¡¿Qué crees que estoy intentando hacer, so listo?! ¡Pero no se cierra… parece que... está atascada la muy puñetera!!- respondió haciendo tremenda fuerza intentando de nuevo cerrar la maldita llave -Anda, sale de ahí- expresó mientras se deshacía de su chaqueta y acto seguido se arrastró hasta su lado; en apenas un par de giros, el chorro de agua se detuvo y Lara lo miró pasmada- Estabas dándole para el lado contrario, borrica- indicó riéndose burlonamente divertido y ella le hizo un mohín de fastidio con la boca que aún la hizo más bonita si cabe, Mario volvió a reírse explayado
-Aún puedes reírte idiota, mira como me he puesto después de tanto empeño por arreglarme- protestó disgustada poniendo unos bonitos e infantiles morritos mientras se pasaba derrotada las manos por su pelo intentando escurrir un poco del agua que lo empapaba; él volvió a reír divertido aunque no pudo evitar mirarla encandilado, aún así: con el rimel de los ojos medio corrido, el pelo chorreándole por los hombros y calada hasta los huesos, estaba igualmente preciosa. Ella clavó sus hermosos ojos negros en él mirándolo ofendida- ¡He dicho que no te rías!- clamó realmente molesta
 -No me estoy riendo mi ángel- expuso intentando contener su risa aunque le era imposible, ella entrecerró aún más agraviada sus ojos que soltaban ya chispas de rabia provocando en él aún más ganas de reírse- ven aquí gatita mía- expresó sujetándola suavemente de la nuca y atrapó su deliciosa boca antes de que no pudiera contener más sus carcajadas y acabara reventando el terrible enojo que Lara estaba sufriendo; la saboreó con pleno gusto mientras enredaban despacio sus lenguas hasta que percibió que en los ojos de Lara se había esfumado al fin el cabreo monumental que tenía; se fue deteniendo poco a poco- vamos a ver qué pasó aquí- le musitó dulcemente mientras seguía posando amoroso sus labios en los de ella repetidamente, ella sonrió totalmente calmada ya y Mario metió su cabeza dentro del mueble para examinar la tubería ante la curiosa y atenta mirada de Lara arrodillada su lado- bah no es nada, un simple picazo aquí ¿lo ves?- expresó entendido mirándola de reojo, estaba tan centrada en querer ver pero su rostro indicaba tan claramente que no tenía ni idea de lo que buscaba, que Mario no pudo resistirse y abrió la llave de paso un instante cerrándola de nuevo rápidamente haciendo que un pequeño pero contundente chorro de agua impactara de nuevo en el rostro de Lara- ¿lo viste ahora?- exclamó y rompió a reír a carcajadas
-¡Serás imbécil!- clamó sobresaltada dándole un manotazo con su mano abierta en su musculosa pierna pero él ni se inmutó, aún se rió más
-Perdóname mi ángel, pero no pude resistirme: estabas tan atenta y bien colocada delante de la rotura que me lo pusiste a huevo- se defendió sin poder dejar de reírse
-Muy gracioso, pero qué muy gracioso- protestó secándose el rostro con un paño que recogió de encima del mueble pero lo miró también divertida, aunque al segundo su rostro cambió a preocupación- ¿y qué puedo hacer Mario? No puedo estar sin agua en la cocina hasta lunes- expresó inquieta
-Esto te lo arreglo yo en un segundo, no te preocupes- expresó resuelto retirando su medio cuerpo de dentro del mueble y sentándose sobre el suelo mojado quedándose frente a ella
-¿De verdad que podrás?- exclamó mirándolo sumamente esperanzada
-Claro que sí mi chiquita, es fácil; voy a buscar mis herramientas y ya regreso- contestó decidido tomando aquel precioso rostro entre sus manos y la besó dulcemente en los labios con intención de ser solamente un tierno roce, pero ella entreabrió deseosa de más sus labios y Mario, en vez de retirarse, respondió a su demanda profundizando más su beso entregándose gustosos y llenos de complacencia. Lara posó sus manos en los costados de Mario y, en una sensual y perturbadora caricia, los recorrió despacio hasta su espalda que siguió acariciándosela tiernamente mientras cada vez más se aproximaba a él hasta sentir su cuerpo totalmente pegado al de Mario. Él deslizó sus manos desde las mejillas de Lara hasta su espalda y la oprimió ansioso contra su cuerpo; sus corazones latían desbocados y aquel delicado beso se fue cargando de pasión hasta que llegó un momento en que sus bocas se devoraban apremiantes e insaciables mientras se aferraban ambiciosos el uno al otro ávidos de más. Pero él de pronto volvió a detenerse seca e inesperadamente como había ocurrido hacía apenas una hora en el jardín- será mejor que vaya a por la caja de...- expuso intentando alejarse de ella
-¡¡No!!- clamó ella rotunda, Mario la miró desconcertado- ni se te ocurra volver a hacerlo, Mario; no vuelvas a huir de mí como has hecho antes- aclaró contundente y lo aprisionó por la nuca obligándolo a acercarse a su boca de nuevo
-Pero hay que arreglar eso, cielo...- expuso tierno intentando escabullirse
-¡¡Que le den a la puñetera tubería!!- exclamó desdeñosa, él rió divertido- no sabes cuánto lo llevo deseando, no puedo soportar ni un simple roce tuyo sin excitarme al máximo; no puedo aguantar más este suplicio, Mario- expresó atormentada mirándolo con un ardor y pasión en los ojos que no daba lugar a dudas; él se puso serio de repente y se quedó mirándola a los ojos
-Que coño... ¡¡ni yo tampoco!!- aclaró rotundo y, posando su mano en la nuca de Lara, volvió a atrapar su boca con aquella entrega desesperada con la que se devoraban hacía unos segundos. Lara le desabrochó rápidamente los botones de la camisa y él se deshizo de ella al instante pasando sin perdida de tiempo a retirarle el vestido de los hombros hasta dejar aquellos maravillosos pechos desnudos al descubierto que atrapó avaricioso con su boca. Lara soltó un profundo y deleitado gemido al tiempo que lo sujetaba por la nuca aprisionándolo aún más contra ellos; Mario, sin dejar de saborear aquella exquisitez que se le entregaba sin reticencias, posó sus manos en las piernas de Lara y le subió el vestido hasta la cintura acariciándole ardiente sus muslos hasta aquellas redondas y tersas nalgas cubiertas con el fino encaje de sus braguitas mientras la aproximaba aún más hasta sentarla sobre sus muslos impaciente por penetrarla ya; Lara, tan ansiosa y deseosa como él de que aquello se produjera, escabulló sus manos al cinturón de Mario desabrochándoselo presurosa y él, cambiando sus deliciosos pechos por la entregada boca de Lara, se enderezó levemente para bajarse los pantalones junto a los boxers lo suficiente para liberar su erecto pene, y arrebatado y desquiciado por el deseo que lo devoraba por dentro, le apartó las braguitas a un lado y la penetró inclemente total y profundamente provocando en ambos un gemido de auténtico deleite al sentirse al fin ensartados. Lara comenzó a balancearse sobre aquel poderoso miembro insertado dentro de ella buscando ambiciosa hacer reventar toda aquella saturación que invadía por completo sus entrañas mientras recorría en una ardiente caricia la nuca de Mario bajando despacio a sus duros hombros hasta sus musculosos ante brazos y volvía a ascender sintiendo en sus manos la tersa piel de Mario. Él posó una de sus manos en la suave espalda de Lara y atrapó nuevamente con su boca uno de aquellos sabrosos pechos, ella se arqueó hacia atrás entregándose enteramente a aquella maravillosa caricia que le producía la lengua de Mario jugando hábil su pezón endurecido de deseo mientras continuaba con su balancear codicioso de caderas al tiempo que exhalaba gemidos impacientes por atravesar las puertas del éxtasis. Mario rodeó su cintura con su otro brazo y, sin dejar de saborear aquel delicioso pecho que llenaba su boca, empezó a guiarla en su contoneo haciéndolo más rápido y preciso en lo que ella buscaba impaciente consiguiendo que al poco tiempo a Lara, aquella inmensidad que saturaba sus entrañas, estallara al fin recorriéndole implacable cada recodo de su cuerpo sacudiéndoselo levemente hasta llegar a su garganta por donde se escapó en forma de un pleno y satisfactorio gemido de puro éxtasis venido desde lo más profundo de sus entrañas. Mario la sujetó por la nuca y atrapó rápidamente su boca intentando saborear algo de aquel placer que ella expulsaba sin poder controlarlo mientras la iba llevando hasta dejarla acostada sobre el suelo de la cocina sin perder aquella maravillosa conexión de sus cuerpos; acto seguido se enderezó hasta quedar de rodillas y, sujetándole las caderas elevándoselas levemente, empezó a embestirla repetidamente sin tregua, profunda e implacablemente. Lara sentía como sus entrañas volvían a saturarse de nuevo rápidamente enloqueciéndola de deseo por volver a sentir aquella majestuosidad que había inundado su cuerpo apenas hacia unos instantes; pero las potentes y continuas embestidas de Mario y los gemidos cada vez más acelerados que emitía, le anunciaban que el fin estaba próximo. Impetuosa y desquiciada por si no le daba tiempo a volver a sentirlo antes de que Mario acabara, se empezó a masajear hábilmente su clítoris ante la mirada complacida de Mario que sonrió pícaro mientras sus embistes se volvían aún más frenéticos hasta que, en un poderoso embiste como si quisiera atravesarla y al tiempo que exhalaba un profundo y totalmente gozoso gemido de máximo placer, vació todo su poderío dentro de Lara que seguía friccionándose ambiciosa mientras expelía pequeños gemidos de impaciencia. Sin detenerse ni un segundo a recuperar aliento, Mario hundió su boca en el sexo de Lara y, con apenas unos breves jugueteos de su lengua en su clítoris, ella volvió a batirse llena de puro placer al tiempo que de su garganta salía un leve chillido de auténtico deleite. Sumamente complacido por haber conseguido que Lara disfrutara de nuevo de aquella grandeza, Mario caminó con sus labios por el precioso cuerpo de Lara hasta alcanzar su boca y, fundiéndose en un gustoso beso donde se saborearon mutuamente los restos del delicioso goce que habían disfrutado, se recostó a su lado sobre el suelo de la cocina totalmente derrotado pero plenamente satisfecho. Lara se abrazó gustosa a él reposando su cabeza sobre su hombro y Mario la recogió entre sus brazos cobijándola amoroso contra su cuerpo al tiempo que la besaba tierno en la frente quedándose en silencio
 -Será mejor levantarse de aquí ¿no crees?- expresó al cabo rato Mario besándola nuevamente en la frente
-No sé que decirte; yo estoy muy a gustito ¿acaso tú no?- respondió mimosa abrazándose aún más a él mientras elevaba ligeramente el rostro para mirarlo melosa a los ojos, Mario rió divertido oprimiéndola dulcemente contra su cuerpo y se besaron de nuevo pero más serenos, más delicadamente, invirtiendo su tiempo en saborearse gustosamente deleitados. Se fueron deteniendo poco a poco, posando repetidamente sus labios en los del otro como si fuera un esfuerzo enorme separar sus bocas. Lara volvió a recostarse sobre su hombro y Mario empezó a acariciar tiernamente su brazo desnudo mientras seguía cobijándola amoroso contra su cuerpo al tiempo que ella lo hacía suavemente y deleitada sobre aquel fornido pecho. De pronto se detuvo en el tatuaje y comenzó a perfilarlo muy despacio con su dedo- es precioso- musitó encandilada sin poder dejar de pasarle su dedo por encima, él sonrió conforme- ¿Luna?- pronunció mirándolo con gran curiosidad a los ojos; él negó con la cabeza
-Podría decirte perfectamente que sí porque también la llevo anclada en mi corazón, por supuesto... pero la verdad es que no; ya lo tenía cuando ella nació- contestó muy serenamente siguiendo con su tierna caricia por el brazo de Lara, ella lo miró intrigada- por Lucía: mi madre; me lo hice a los diecisiete años, la edad en que ella me tuvo- aclaró desenfadado colocándose su brazo libre debajo de la cabeza a modo de almohada, ella seguía mirándolo con gran curiosidad- quería demostrarle más que con simples palabras lo mucho que la quiero y sobre todo lo orgulloso que estoy por su valentía y hacer lo que hizo: no debe ser nada fácil con apenas diecisiete años verse de pronto embarazada y sola y seguir adelante sin dudarlo ni un instante; así que se me ocurrió tatuarme su inicial sobre el corazón el día que cumplí los diecisiete también- explicó serenamente
-Que bonito detalle- expresó emocionada por sus palabras volviendo a acariciar con gran dulzura el dibujo, él sonrió tierno y la besó de nuevo dulcemente en la frente
 -Venga, gatita; dejémonos de chácharas y vamos a arreglar eso de una vez o se nos hará demasiado tarde para salir a cenar- resolvió de pronto besándola amoroso en la punta de su respingada nariz y acto seguido se puso en pie recolocándose a continuación los boxers y los pantalones
-¡¿Salir?! ¡¿Quién está pensando en salir ahora?!- exclamó atónita mirándolo pasmada mientras se cubría sus pechos aún desnudos colocándose los tirantes de su vestido sobre sus hombros, él la miró desconcertado y ella también se puso de pie acercándose a él mientras lo miraba juguetona a los ojos- te dejo que arregles eso porque necesito el agua en la cocina...- expresó melosa al tiempo que empezó a acariciarle su pecho desnudo subiendo sus manos hacia su cuello; Mario elevó una ceja mirándola con divertida desconfianza- pero de salir nada: preparo algo de cena y nos vamos a quedar aquí toda la noche; tiene usted aún mucho fuego que apagar, señor bombero- aclaró pícara y, sujetándolo por la nuca, volvió a atrapar aquella boca deliciosa que la volvía loca. Mario sonrió sumamente deleitado y respondió complacido a su beso.
Mientras Mario fue a su casa en busca de su caja de herramientas, Lara se dispuso a secar el suelo de la cocina, aunque no había mucho ya por hacer despues de haberlo secado con sus cuerpos retozando por el suelo y rió divertida. Mario regresó enseguida portando un maletín metálico azul que dejó en el suelo a lado del mueble del fregadero
 -Vamos allá, arreglemos eso cuanto antes- expresó desenvuelto quitándose de nuevo la camisa que se había puesto para ir a su casa y, besándola suavemente en los labios, se acostó en el suelo metiendo casi medio cuerpo dentro del mueble. Lara se acuclilló a su lado observando curiosa y atenta a todo lo que hacía; de vez en cuando sus miradas se buscaban y se sonreían íntimos y felices- esta llave es demasiado grande... pásame la del 3, cielo- le pidió cariñoso extendiendo su mano hacia ella, Lara se quedó mirando intrigada la caja de herramientas abierta a su lado mientras se mordía inquieta el labio inferior; Mario, al ver su tardanza, la observó desconcertado y rompió a reír al ver su cara de pleno desconcierto- me olvidé que no eras Luna... ¿no tienes ni idea de lo que te estoy pidiendo, verdad?- expresó conmovido pero riéndose carcajadas
-Las únicas llaves que conozco son las de casa y las del coche… ¡y aún a veces las confundo!- respondió sincera mirándolo con una inocencia increíble en la mirada; Mario volvió a carcajearse explayado, salió de debajo del mueble y recogió una llave plana de dos bocas igual a la que tenía en la mano; besó amoroso los labios de Lara y regresó debajo del mueble- pues esto ya está- resolvió complacido tras un par de vueltas a una tuerca con la llave
 -¡¿Ya?!- exclamó sorprendida, él sonrió recreado y abrió la llave de paso; Lara instintivamente se apartó rauda provocando otra carcajada de Mario pero de la tubería no salió ni una gota- ¡¡ya está!!- clamó entusiasmada
-Claro, ya te lo he dicho; solo era una pequeña picadura- explicó saliendo del mueble- pero la tubería en este pequeño tramo hasta la llave de paso está muy carcomida y deberías cambiarla o volverás a tener problemas; debe tener alguna filtración la junta del desagüe del fregadero y te está pudriendo la tubería toda- siguió hablando mientras metía sus herramientas dentro de la caja de nuevo
-Vale, está bien- respondió ella muy pausadamente. Mario la miró entretenido y soltó otra alegre carcajada
-No tienes ni idea de lo que te hablo- expresó regocijándose en su ignorancia
-Sí listo: de que la tubería está podrida y debo cambiarla; hasta ahí llego ¿eh?- respondió ofendida mirándolo fastidiada por su burlona desconfianza; él sonrió entretenido- ahora...- murmuró apagadamente mirándolo cohibida, él frunció levemente el ceño esperando continuara hablando- para eso... ¿a quién tengo que llamar? ¿a un fontanero o a un albañil?- se atrevió a preguntar inocente, Mario volvió a soltar una escandalosa carcajada
-¡Ay Dios mi gatita!- expresó conmovido rodeándola con sus brazos y la oprimió cariñoso contra su cuerpo; ella se recostó gustosa sobre su pecho- el lunes traigo yo un trozo de tubería de la estación de bomberos y te la cambio, tranquila- resolvió desenfadado besándola tierno en el pelo, ella lo miró a los ojos sonriendo agradecida- Dios santo ¿sabes qué me tienes loco, verdad?- expresó encandilado por aquellos preciosos ojos negros y, sonriéndose dichosos, se fundieron en un apasionado beso lleno de deleite.
Tras preparar algo de cena los dos juntos entre mimosas caricias y tiernos besos, cenaron uno junto al otro en la mesa de la cocina mientras charlaban alegres pero sin poder dejar de tocarse amorosos. Al acabar, Lara se sirvió un café pero a él le preparó por sorpresa una copa con dos bolas de helado de chocolate que provocó en Mario una sonrisa divertida pero llena de complacencia.
-¿Has acabado?- preguntó impaciente dándole un última calada a su cigarrillo y apagándolo con decisión en el cenicero
 -Sí ¿por qué?- respondió sin entender a qué venía esa pregunta
 -Porque, desde que empezamos a cocinar, tengo unas ganas desesperadas de hacerte el amor de nuevo- expresó enardecido sujetándola suavemente por el mentón y la besó con pasión; Lara se entregó de inmediato a aquel fogoso beso lleno de ardiente deseo. Sin soltar sus bocas, se pusieron en pie y Mario la elevó en el aire rodeándole ella al instante el cuello con sus brazos al tiempo que se ceñía a su cintura con sus piernas. Se la llevó escaleras arriba sin dejar de saborearse ávidos pero con mesura.
Al llegar al dormitorio de Lara, la dejó suavemente en el suelo resbalándola despacio por su cuerpo mientras seguían sin soltar sus bocas. Ella le desabrochó rauda la camisa y acto seguido echó sus manos impacientes al cinturón de Mario que la detuvo al instante
 -¿Tienes prisa mi amor?- le susurró al oído mientras jugaba con el lóbulo de su oreja provocando en ella un profundo suspiró de deleite
-Alguna- respondió con la voz ya cargada de ansia
-Pues relájate… que no tenemos nada que hacer hasta mañana- volvió a susurrarle al oído y atrapó nuevamente su boca mientras le bajaba muy despacio la cremallera del vestido. Lara, mientras acariciaba dulcemente sus hombros y espalda, le retiró su camisa. Sus manos no podían estarse quietas, quería recorrer aquel cuerpo y aprendérselo de memoria. Mario la besaba por el cuello despacio, parsimonioso, volviéndola loca a cada contacto de su boca en su piel. Recorrió su hombro y su escote mientras retiraba muy despacio los tirantes del vestido de sus hombros y atrapó con su boca sus pechos enredando tierno pero muy excitantemente en ellos provocando en Lara una descarga de pasión que la sacudió de los pies a la cabeza, empezó a respirar presurosa, parecía que a sus pulmones no le llegaba el aire... Sintió como sus manos recorrían su cuerpo retirándole el vestido poco a poco y empezó a recorrerle el cuerpo desnudo con sus labios; le ardía la piel a su contacto y su respiración cada vez se hacía más acelerada. Mario ya estaba en su vientre, recorriéndolo despacio sin dejar ni un milímetro de piel atrás mientras sus manos acariciaban sus caderas; sintió su aliento sobre su monte de Venus y no pudo reprimir un profundo gemido de impaciencia hundiendo sus dedos en su cabello e intentando aprisionar aquella boca que tanto la estaba desquiciando contra su sexo. Pero él no obedeció y volvió a recorrer su cuerpo subiendo de nuevo hasta sus pechos tomándoselo con la misma calma. La lentitud de Mario la hacía sentir desesperación, estaba ansiosa y su cuerpo ya pedía anhelante más. Su respiración se había convertido no sabía desde cuándo en pequeños jadeos de impaciencia a cada contacto de su boca en su piel y Mario disfrutaba de cada gemido que ella emitía, era deliciosa música en sus oídos y sonreía feliz. Atrapó su boca y, entregándose gran pasión y deseo mutuamente, Mario la fue recostando sobre la cama volviendo a recorrerle el cuerpo con su boca. Lara ya no podía soportarlo más, su cuerpo se arqueaba hacia él casi suplicando la penetración; pero Mario tampoco la obedeció, ahora sí hundió su boca en su sexo provocándole un profundo y complaciente chillido que llenó de satisfacción a Mario. Enredó hábil en su clítoris hasta que percibió como Lara, a punto de atravesar las puertas del orgasmo, aferraba ansiosa sus manos a la colcha y movía sus caderas buscando ambiciosa alcanzar ese momento cumbre. Entonces se detuvo y, mirándola fijamente a los ojos, la penetró por fin. Lara no pudo reprimir otro chillido de plena satisfacción salido de lo más hondo de sus entrañas al sentirlo invadirla tan poderosamente y, con apenas un par de profundas y precisas atacadas, Mario la llevó a atravesar las puertas de aquel delicioso orgasmo que reventaba por explosionar en sus entrañas. Él sonrió dichoso y, sin dejarse de verse a los ojos, hizo que Lara soltara sus manos aún más aferradas a la colcha por la tremenda sacudida que invadió todo su cuerpo, sujetándolas a las suyas y siguió embistiéndola despacio pero profundamente realizando un hermoso y delicado baile lleno de ternura y pasión a raudales. Aquello era increíble, indescriptible lo que ambos sentían y se expresaban solo con la mirada; y así se fueron fundiendo en un delirio de placer y entrega mutua que los llevó a la más maravillosa culminación que nunca habían creído posible y que los dejó extasiados y plenos de complacencia.

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