sábado, 1 de agosto de 2015


     A Mario lo despertó un fuerte martilleo en su cabeza. Intentó abrir los ojos y no pudo evitar gemir quejumbroso echándose dolorido las manos a la cabeza: aquel insoportable dolor que le recorría el lado derecho desde la sien hasta la nuca y que parecía como si fuera a estallarle la cabeza en cualquier momento, se incrementaba enormemente al intentar abrir sus ojos. Se sentó al borde de la cama y aquel martilleo continuo e implacable aún se acrecentó más al moverse haciendo que la habitación empezara a dar vueltas alrededor suyo.
 -¡Dios!- clamó con desesperación al sentir como se le revolvía el estómago por el mareo que aquel despiadado dolor le provocaba; notó como una arcada se precipitaba a su garganta e intentó llegar al baño que había dentro de su cuarto no pudiendo evitar tropezarse con todo debido a su mareo y su visión nublada.
Lara se revolvió molesta pero sin llegar a despertarse al percibir leves sonidos por el dormitorio, pero finalmente la despertó el sordo golpe de la puerta del baño pegándose contra la pared seguido de un angustioso quejido. Sobresaltada al reconocer al fin su adormilado cerebro aquellos sonidos que rodeaban la habitación, abrió los ojos dirigiéndolos directamente hacia el baño encontrándose a Mario de espaldas a la cama, apoyado derrotado contra la puerta mientras que, encogido sobre sí mismo, se sujetaba desesperado la cabeza.
 -¿Mario? ¿te pasa algo?- murmuró descolocada al verlo pero él no pareció escucharla y desapareció dentro del baño dando bandazos como si estuviera bebido y al instante siguiente oyó los sonidos inconfundibles de estar vomitando- ¡Dios, Mario!- exclamó asustada y saltó rauda de la cama yendo tras él encontrándoselo arrodillado ante la taza del water apoyándose con sus brazos casi sin fuerzas a ella- ¡Por Dios bendito cielo ¿qué te ocurre?!- clamó asustada y corrió a su lado; él, instintivamente, le echó una mano a su antebrazo agarrándose con desesperación a Lara asustándola aún más- ¿Qué te pasa mi amor? ¿Estás mal?- siguió indagando muy nerviosa; pero Mario no contestó y, sin abrir los ojos, se sentó cansadamente en el suelo frío apoyando derrotado la espalda contra la pared. Lara comprobó que estaba muy pálido, terriblemente pálido... se arrodilló ante él acariciándole tierna el rostro- ¿Qué tienes mi vida? ¡¡Me estás asustando Mario ¿quieres decirme de una vez qué rayos te pasa?!!- clamó angustiada no pudiendo evitar que las lágrimas empañaran sus ojos, él de inmediato frunció dolorido aún más su ceño y le puso los dedos en los labios silenciándola- ¡¡una migraña!!- comprendió al instante y él intentó sonreírle en indicación de que había acertado pero apenas logró gesticular un leve gesto torciendo su boca a la derecha, no tenía ni fuerzas para sonreír- anda vamos cielo, levántante de ahí, yo te ayudo- murmuró dulcemente y le ayudó como pudo a levantarse y guiarlo de regreso a la cama, él se dejó llevar manteniendo los ojos mientras se sujetaba rabiado de dolor el lado derecho de su cabeza a cada movimiento que hacía. A Mario aquel pequeño trayecto se le parecía interminable. Al fin lograron alcanzar la cama y él se sentó al borde abriendo muy lentamente sus ojos y encontrándose a Lara agachada frente a él mirándolo muy asustada y preocupada.
-No pasa nada mi ángel... tranquila- apenas logró farfullar intentando sonreírle tranquilizador y acariciándole dulcemente la mejilla, ella le correspondió algo más relajada. Mario abrió el cajón de su mesilla y cogió una delgada jeringuilla con una minúscula aguja junto a una ampolla de líquido transparente e intentó cargarla, pero parecía costarle horrores como si sus brazos no tuvieran fuerzas y sus dedos temblorosos no daban atinado a tirar del émbolo
-Déjame a mí cielo- se ofreció servicial retirándole las cosas de la mano- ¿cuánto es?- indagó mientras ya cargaba hábilmente la jeringa
-Toda... llena: ya es la medida justa por si lo tiene que hacer Luna- explicó apenas sin fuerzas mientras se recostaba abatido en la cama; Lara obedeció y, cuando la fina jeringa estaba completa, expulsó algo de líquido para sacarle el aire que pudiera haber cogido.
-¿Dónde te la pongo mi vida?- le susurró dulcemente y Mario señaló su muslo, ella se la inyectó dejándolo todo sobre la mesilla a continuación y lo cubrió con el edredón besándolo con todo su amor en la frente- ¿Tomas algo más?- él negó muy despacio con la cabeza- está bien, descansa; pronto hará efecto- le murmuró amorosa besándolo de nuevo en la frente e intentó alejarse, pero él la retuvo por la muñeca
-Despierta a Luna- susurró angustiado
-Aún son las cinco de la madrugada mi vida, es muy temprano; déjala descansar y haz tú lo mismo, no te preocupes de nada que yo me ocupo- le habló cariñosa acariciándole tierna el rostro, parecía tan cansado y vencido que Lara no pudo evitar que se le llenaran los ojos de lágrimas de nuevo; pero de pronto Mario abrió los ojos y la miró fijamente a los suyos
-Por favor: llama a Luna- insistió rotundo haciendo un tremendo esfuerzo, ella se quedó un instante mirándolo también a los ojos, pero asintió con la cabeza y él volvió a cerrar los suyos más relajado; Lara se puso sus bragas y, vistiéndose su camisola blanca, se dirigió al cuarto de la pequeña que dormía plácidamente abrazada a un caballito de peluche blanco
 -Luna…cielo...- apenas susurró agitándola suavemente del hombro cuando la pequeña ya abrió al momento los ojos mirándola sobresaltada- papi no está bien mi niña y quiere hablar con...- pero la pequeña no dejó que acabara de explicarse, se levantó de la cama y, sin soltar su caballito y aún medio adormilada, se dirigió al cuarto de su padre.
-¿Estás mal de nuevo mi papi guapo?- le susurró piadosa besándolo con ternura en la mejilla provocando una inmensa compasión en Lara, él intentó sonreírle sin tampoco mucho éxito- ¿te has puesto la pincha?- se interesó abriendo ya de nuevo el cajón de la mesilla
-Sí cielito, ya se la he puesto yo; tranquila- respondió Lara
-Ah vale- murmuró y volvió a cerrarlo; hacía movimiento automáticos como si aún estuviera dormida. Mario le echó la mano al bracito de su hija y se la apretó suavemente- ya voy, ya voy...- expresó tranquilizadora y recogió el supletorio de sobre la mesilla, marcó el 1 y cerró sus ojillos mientras esperaba contestación. Lara la observaba muy intrigada
-¿Luna? ¿eres tú?- se oyó impaciente a través del teléfono la voz de un hombre apenas en un par de timbres de llamada
-Sí tío Arturo, es por papá…- expresó ella muy bajito frotándose somnolienta los ojillos
-¿Se ha puesto malo de nuevo mi ardillita? ¿necesitas ayuda? ¿quieres que vaya?- se ofreció al instante
-Sí; pero no hace falta que vengas tío Arturo: Larita está aquí ya- explicó despreocupada
-Bien, eso me tranquiliza; dile a papi que no se preocupe de nada que yo me ocupo de cubrir su puesto como siempre ¿vale mi angelito?- le habló cariñoso
 -Vale- respondió de nuevo autómata y colgó el teléfono acercándose de nuevo a su padre- ya está, descansa papi…- le susurró con inmensa ternura besándolo de nuevo en la mejilla, él sonrió más relajado- ¿quieres que llame ya a la abuelita o esperamos un poco?- se interesó servicial
 -No cariño mío, no es preciso; ya estoy yo aquí y no es necesario molestarla que es aún de madrugada- expuso Lara serenamente acariciándole tierna la cabeza a la pequeña
-Vale, de acuerdo; entonces voy a seguir durmiendo- respondió despreocupada metiéndose en la cama junto a su padre que al instante la abrazó contra él besándola amoroso en la frente mientras ella se acomodaba gustosa contra su cuerpo; Lara sonrió enternecida al ver aquella tierna imagen... pero de pronto la pequeña giró su cabeza y miró fijamente a Lara a los ojos- ¿y tú qué haces aquí tan temprano?- preguntó desconcertada, Lara abrió atrapada sus ojos sin saber qué contestar- ¡bah, es igual; yo voy a dormir que tengo mucho sueño!- resolvió cerrándosele de cansancio los ojitos de nuevo y volvió a recostarse contra el pecho de su padre durmiéndose al momento. Lara resopló sonoramente intentando expulsar la tensión del inmenso sobresalto que acababa de sufrir. Luego se acercó a ellos y, mientras los arropaba con ternura, besó la frente de la pequeña y despues la de Mario que reaccionó sujetándole suavemente la mano que posaba a su lado sobre el colchón, se la llevó a los labios besándosela con pasión quedándose de nuevo dormido. Lara sonrió encandilada, lo besó de nuevo pero esta vez en los labios, apagó la luz del baño que había dejado encendida para dar claridad y no tener que encenderle la luz del cuarto a Mario pues sabía cuanto le afectaban la claridad directa a los que padecían migrañas, y se dirigió a la butaca que había en el dormitorio; recogió la suave manta que estaba sobre el respaldo y se cubrió con ella acomodándose en la butaca intentando también dormir un poco, pero apenas logró dar algunas cabezadas vigilante al sueño de Mario. Cuando comenzó a amanecer, cerró las contraventanas para evitar que entrara claridad y corrió las cortinas dejando la habitación completamente a oscuras. Examinó su reloj de pulsera, aún no eran ni las siete: demasiado temprano aún; así que se envolvió de nuevo en la manta y se recostó en la butaca cerrando un poco más los ojos. La despertó el suave movimiento de la manita de Luna sobre su hombro y abrió alarmada los ojos mirando inmediatamente a Mario muy nerviosa pero él seguía profundamente dormido acostado en la cama
-Tranquila, papi ahora se pasará durmiendo todo el día- le susurró tranquilizadora la pequeña, Lara la miró enternecida y le sonrió dulcemente- pero yo me tengo que ir al cole- le aclaró resuelta, Lara examinó su reloj de pulsera: pasaban de las ocho y cuarto
 -Oh lo siento mi ángel, me quedé dormida- exclamó sobresaltada y se incorporó rápidamente de la butaca tomando la manita de la niña y salieron del cuarto en dirección a la habitación de Luna. Comprobó que Mario ya le había dejado el uniforme junto a sus zapatitos relucientes todo bien colocado en la butaquita de su dormitorio la noche anterior y, aunque a la pequeña no le hacía ninguna falta, la ayudó igualmente a vestirse mientras enredaban entretenidas pero sin hacer el más mínimo ruido. La lavó y la peinó con la trenza que últimamente le encantaba llevar al colegio y bajaron calladas a la cocina donde le preparó el desayuno: zumo de naranja y un bol de cereales. Mientras desayunaba Luna, ella preparó café.
-¿Sabes que te estoy viendo las bragas, Larita?- expresó pícara la pequeña sonriendo divertida mientras se metía una cucharada de cereales en la boca y Lara se percató de que le faltaban los pantalones
 -Me los quité porque me quedan ceñidos y estaba incómoda sentada en la butaca- resolvió rauda intentando parecer lo más natural que le fue posible
 -¡Agh sí, es un asco! ¡yo también tengo unos que me aprietan y nunca me los quiero poner porque son realmente muy incómodos!- contestó resuelta la pequeña y ambas se sonrieron compinchadas mientras siguieron desayunando- Me voy a lavar los dientes y darle un beso a papi que está a pasar el bus- resolvió así acabó sus cereales dejando el bol en el fregadero
 -¿Qué te preparo para llevar al recreo mi cielo? Hoy no he ido a correr y no he comprado nada...- expresó defraudada
 -¡No importa, Larita!- resolvió desenfadada sonriéndole tranquilizadora- me llevaré un sándwich y una manzana como siempre hacía antes- aclaró desenvuelta y salió de la cocina. Lara le preparó su merienda que envolvió en papel film del dispensador que había pegado a la pared y al poco ya regresó la pequeña de nuevo mostrando aquella preciosa sonrisa alegre de todas las mañanas, metió su merienda en la mochila y se la colgó a la espalda; Lara la tomó cariñosa de la mano y la acompañó hasta la puerta- cuando te vayas, no olvides por favor llama a la abuelita; sabemos que papi ahora dormirá todo el día, pero no nos gusta dejarlo solito; solo tienes que pulsar el 2 de cualquier teléfono de la casa- explicó resuelta mientras cruzaban la sala
-Claro mi cielo; pero tranquila que yo no voy a irme a ningún lado, me quedaré con él- contestó Lara sonriendole dulcemente, la pequeña la miró descolocada
-Pero ¿no ibas a abrir hoy la clínica, Larita?- expuso sorprendida por sus palabras
-Si no la abro hoy, la abro mañana: primero es papá ¿no crees?- aclaró decidida besándola amorosa en la mejilla, Luna sonrió feliz rodeándole el cuello con sus bracitos y la besó fuertemente en la mejilla en claro agradecimiento; Lara sintió una emoción enorme ante aquel detalle de la pequeña. Llegó el bus y Luna corrió a cogerlo; se quedaron despidiéndose como todas las mañanas con su mano a través de la ventanilla hasta que se perdieron de vista. Lara regresó dentro de la casa y se fue a la cocina donde se tomó otro café saboreándolo despacio. Luego subió a ver a Mario; seguía profundamente dormido y por su rostro sereno parecía que aquel dolor que lo tenía desesperado había remitido. Recogió su pantalón y sus zapatillas deportivas y salió de nuevo del dormitorio sin hacer ruido. Se acabó de vestir al pie de la escalera y fue a su casa donde se duchó presurosa, se puso un vestido floreado muy vaporoso y muy cómodo para andar por casa y se calzó unas manoletinas. Luego, tras darle de comer a Claudio, regresó a casa de Mario donde lo primero que hizo fue ir a ver si seguía durmiendo; tras comprobar que así era, decidió entretenerse en ordenar la casa y empezó por el cuarto de Luna. Por primera vez se fijó en la habitación de la pequeña, era muy bonita toda en blanco tanto paredes como muebles pero con pequeños detalles rosa suave que le daban un aire muy dulce, como eran la pantalla de la lámpara del techo, los tiradores de la coqueta y el armario, las estanterías llenas de peluches, la colcha de la cama, los cortinones sobre unas finas cortinas blancas y la gran alfombra que dominaba casi todo el suelo del cuarto. Tras ordenarla y dejarla lista, se encargó del baño del pasillo y volvió a la cocina donde, tomándose otro café, se encargó de la loza del desayuno. Cuando hubo acabado, regresó junto a Mario que seguía dormido. No pudo resistirse a besarlo amorosa en los labios y él abrió al instante los ojos
 -¡Ey, aún estás aquí cielo mío!- le susurró encantado de verla sonriendo ya más resuelto
-Claro ¿o crees que te vas a librar de mí tan fácilmente ahora?- bromeó susurrando y se rieron divertidos- ¿qué tal te encuentras?- se interesó acariciándole tierna la mejilla con el revés de sus dedos
-Mejor, aún sigue algo de ese martilleo penetrante y continuo, pero mucho más llevadero- respondió sereno sin dejar de sonreírle
-Estupendo ¿Te apetece comer algo?- le ofreció servicial volviéndole a besar dulcemente en los labios, él esta vez le correspondió amoroso
-No, por Dios no- denegó rotundo torciendo asqueado la boca y cerró los ojos de nuevo, ella se intentó alejar y dejarlo descansar pero Mario atrapó raudo su muñeca deteniéndola y, con su otra mano libre, golpeó suavemente el colchón reclamando su presencia a su lado. Lara sonrió divertida y obedeció acostándose junto a él que la rodeó al instante con sus brazos- así mucho mejor- murmuró complacido oprimiéndola suavemente contra él y, tras besarla apasionado en la frente, se volvió a dormir. Lara no se movió, se quedó recostada a su lado mirándolo enamorada mientras le acariciaba el rostro con todo el amor que sentía en su corazón, hasta que también la venció el sueño.
Se despertó sobresaltada y examinó su reloj, pasaban de las dos de la tarde. Se escabulló del abrazo de Mario muy despacio para no despertarlo y regresó a la cocina. Buscó en el frigorífico pero quitando cosas básicas como leche, fruta, yogures, embutido o alguna legumbre, estaba vacía. Se fue a su casa y regresó al momento trayendo lo necesario para preparar un delicioso caldo de verduras y pollo. Mientras aquello se cocía lentamente, se preparó un bocadillo que comió hambrienta y tras ello, sirvió un buen tazón de caldo que le subió a Mario entrando muy despacio en el cuarto por si aún dormía pero él ya estaba despierto y sonrió feliz al verla
-¡Ey! pensé que ya te fueras- expresó animado ya con el tono de voz más alegre
 -Ya te dije que no te ibas a deshacer de mí fácilmente- repuso divertida encendiendo la lamparilla de la mesilla de noche y él rió encantadoramente entretenido
-Pero ¿tú ilusión no era inaugurar hoy la clínica cielo?- se interesó mirándola confundido
-No; me hace más ilusión hacerlo mañana ¿qué pasa?- resolvió chistosa y él volvió a reír- anda, tienes que comer algo- indicó dulcemente mostrándole el caldo que le traía, Mario se incorporó recostándose contra el respaldo de la cama y no pudo evitar fruncir dolorido el ceño al moverse, pero no dejó de sonreír
-Huele bien- expresó recogiendo el bol de las manos de Lara
-Claro ¿qué pensabas?- repuso haciéndose la ofendida y él volvió a reír animado; ella se sentó a su lado en la cama mientras él tomaba la sopa, no podían dejar de mirarse encandilados al tiempo que se sonreían enamorados- ¿qué tal estás?- se interesó cariñosa
-Mucho mejor cielo, tranquila; ahora solo tengo un persistente dolor en la sien pero se pasará pronto- explicó resuelto abriendo el cajón de su mesilla y recogió un tubo amarillo de pastillas tomándose tres con el último sorbo del caldo
-¿Quieres algo más?- preguntó solicita levantándose de la cama
 -Pues sí...- respondió dejando el tazón sobre la mesilla, ella lo miró esperando siguiera hablando pero él la sujetó por la muñeca y, dando un suave pero contundente tirón, obligó a Lara a caer entre sus brazos
-¡¿Qué haces?!- exclamó sobresaltada pero sin poder dejar de reírse alegre; Mario, rápidamente y sin apenas darle tiempo a reaccionar, se giró atrapándola con su cuerpo sobre la cama
-Quiero que me expliques de dónde sacaste tú esa tontería de que quiero deshacerme de ti... si yo lo que pretendo es tenerte para siempre así: bien pegadita a mí- expresó mirándola con un amor infinito en los ojos que impactó en Lara, ella solo pudo sonreír dichosa y, rodeando amorosa con sus brazos el cuello de Mario, se besaron apasionadamente. Lara sintió como la mano ardiente de Mario recorría su muslo desnudo muy despacio pero de pronto se detuvo- ¡¡Dios!!- exclamó quejumbroso dejándose caer derrotado sobre la cama a lado de Lara y empezó a frotarse dolorido la sien
-¡¿Qué te pasa amor?! ¡¿Vuelve la migraña?!- se sobrecogió Lara mirándolo asustada, él la miró apesarado a los ojos
-Lo siento cielo, pero no puedo; solo con este pequeño esfuerzo parece que ya quiere regresar ese estúpido e insoportable martillear- aclaró acongojado; Lara se abrazó amorosa a su cuerpo
-Eres un bobo y un loco inconsciente ¿sabías?- repuso compasiva besándolo tierna en el pecho, él la rodeó con sus brazos oprimiéndola suavemente contra su cuerpo
-Pero te libras por ahora ¿eh? Hazte a la idea que esta noche tampoco te me escapas- resolvió decidido besándola con pasión en la cabeza y ella rió divertida recostándose gustosa contra su pecho. Estaban sentados en el sofá abrazados tiernamente y entreteniéndose viendo el televisor, cuando oyeron llegar el autobús escolar; Lara besó dulcemente los labios de Mario y salió al porche a recibir a la pequeña
-¡¡Ey Larita; aún estás en mi casa!!- exclamó feliz la pequeña al verla corriendo entusiasmada a sus brazos
-Te prometí que no dejaría solito a papi ¿o no es así?- aclaró desenvuelta besándola amorosa en la cabecita, ella le sonrió agradecida
 -¿Y cómo está?- se interesó entrando en la casa mientras se retiraba ya la mochila de la espalda encontrándose a Mario recostado en el sofá con los pies apoyados encima la mesita viendo la televisión- ¡¡papi, pero si ya estás levantado!!- exclamó dichosa pero sin levantar demasiado la voz dejando caer la mochila al suelo y arrojándose a sus brazos, su padre la recogió con sumo gusto
-¡¡Ay mi preciosa ardillita!!- exclamó oprimiéndola encantado contra su cuerpo y besándola apasionado en la frente- sí mi chiquita, tranquila que ya estoy bien corazón- aclaró tranquilizador besándola de nuevo en la sien
-Que bien papaito guapo; de esta vez te duró mucho menos- expuso complacida acariciando cariñosa su mejilla
 -¿Cómo no iba a ser así mi ángel con la enfermera guapa y buena que me has buscado?- repuso Mario resoplándole en el cuello provocando en la pequeña carcajadas alegres que supo muy bien controlar para que no sonaran escandalosas; ambos miraron encandilados a Lara que se quedara en la entrada del salón observándolos y les sonrió dulcemente
-Realmente es muy guapa ¿a qué sí papi?- expresó pícara la pequeña guiñándole cómplice un ojo a su padre que soltó una divertida carcajada
 -Anda lianta, que eres una lianta como tu padre, vamos a preparar la merienda- repuso Lara también riéndose explayada mostrándole la mano a la pequeña que tomó al instante y ambas se fueron a la cocina riéndose alegres bajo la tierna mirada de Mario que no podía dejar de sonreír dichoso ante aquella hermosa estampa familiar que formaban y se quedó pensativo imaginándose aquella bonita escena a diario... sería algo maravilloso...
 Regresaron a la sala a su lado, Luna traía en su mano un sándwich de atún y tomate y se sentó en el suelo junto a su padre; Lara portaba un plato con rodajas de embutidos variados y cuadraditos de queso junto a unas rodajas de pan
-Tienes que intentar comer algo que solo estás con una agua de sopa y aún va a tardar la cena- le habló cariñosa dejándole el plato sobre el reposa brazos a su lado, él la miró pícaro
-Si comer quiero... pero a ti- resolvió tomándola de sorpresa por la cintura y la recostó sobre sus piernas atrapando al instante aquella deliciosa boca que lo tenía embrujado, ella le correspondió de inmediato con gran pasión y se fundieron en un sabroso beso que saborearon deleitados; las risas picaruelas de Luna los detuvo y su padre la miró socarrón- ¿quieres mirar para la tele cotilla?- le reprochó guasón
 -Es más divertido veros a vosotros papi- aclaró resuelta riéndose burlona
-Serás descarada- exclamó chistoso y empezó a hacerle cosquillas bajo sus bracitos, la pequeña reía a carcajadas mientras intentaba esquivar las manos de su padre aunque no lo conseguía. Lara, aun sobre las rodillas de Mario, reía alegre viéndolos enredar. De pronto, Mario se detuvo- ¡¡Chisss, ardillita!!- expresó guiñándole cómplice un ojo a la pequeña mientras hacia un leve movimiento de cabeza en dirección a Lara, la pequeña esbozó una de aquellas sonrisas pícaras tan igual a la de su padre mirando maliciosa a Lara
-¡No! ¡Ni se os ocurra ¿eh?!- clamó prevenida Lara intuyendo lo que maquinaban e intentó huir pero no lo consiguió, ambos se echaron encima de ella y empezaron a hacerle cosquillas al tiempo. Lara chillaba y reía alegre intentando zafarse de ellos pero sin resultado ninguno. La salvó el teléfono móvil de Mario sonando sobre la mesita de café
-Ahí tienes a tu abuela, ardillita- expuso despreocupado Mario sin ni siquiera cogerlo ni mirar quien llamaba; la pequeña lo recogió y se acostó en uno de los sofás pequeños con la cabeza apoyada en un reposa brazos colgando sus piernas del otro
-Hola abuelita- respondió alegre al teléfono
 -Es una pesada, llama todas las noches- le explicó Mario besando dulcemente los labios de Lara que seguía recostada sobre sus rodillas mientras la pequeña hablaba animada con su abuela
-Eso es normal, una madre siempre se preocupa y más sabiendo que estáis solos y tú de lo que padeces- expuso compasiva y con gran ternura, Mario la miró encandilado
 -¿Siempre eres tan comprensiva?- expuso maravillado e, impulsivamente, la besó ardientemente correspondiéndole ella al instante
-Nada, abuelita, besarse con Lara; lo hacen continuamente…- oyeron comentar a la pequeña con retintín
-¡Oye chivata, un día te voy a cortar esa lengua!- le regaño divertido Mario al momento pero la pequeña rió descaradamente desenfadada y continuó con la conversación con su abuela
-Sí ahora ya está bien... pues porque esta noche volvió a estar malito abuelita...- hasta ellos llegó la voz alterada de Lucía a través del teléfono- ¡no me regañes, abuelita! no te llamé porque ya estaba aquí Larita y no hizo falta- le explicó rotunda intentando aplacar el enojo de su abuela pero no pareció lograrlo- ¡¡yo no la molesté abuelita, ella ya estaba aquí!!- se defendió rotunda; pero de pronto miró interrogante a Lara entrecerrando desconfiada sus lindos ojillos- es más abuelita... ¡¡yo no la llamé, ella me despertó a mí!!- aclaró descolocada sin dejar de mirar intrigadamente curiosa a Lara que se vio descubierta sin remedio y las risas jocosas de Lucía que llegaron hasta ellos indicaron que había comprendido muy bien lo que su inocente nieta no lograba explicarse... ¡¡demasiado bien!! -¡Oh Dios, que bochorno!- murmuró atrapada ocultando abochornada su rostro en el pecho de Mario que rompió a reír a carcajadas
 -Acostúmbrate gatita, porque no hay secretos para mi madre en esta casa- le susurró burlón besándola compasivo en la cabeza pero sin poder dejar de reírse.

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