domingo, 16 de agosto de 2015


     Aquel sábado, aprovechando que Luna se fuera al rancho con Lucía, Lara y Mario acababan de dar lo últimos retoques a la pintura de las paredes del cuarto del bebé para empezar a amueblarlo.
-¿Por qué te empeñaste en pintarla de este color mi ángel? A mí sigue sin convencerme mi vida; reconozco que es un verde claro muy bonito... pero creo que en azul la habitación quedaría perfecta- expresó picaruelo pintándole levemente la punta de la nariz a Lara con su pincel
-¡¡Idiota!!- expresó fastidiada limpiándose al instante aunque rió divertida- ¿En azul verdad? Si no supiera yo por dónde vas... ¿Y si es una niña qué?- le reprochó avispaba y él rió ameno
-No sé por qué me dices eso amor, yo solo pensaba en representar un bonito cielo con algunas nubecillas salpicadas por aquí y por allá...- explicó haciéndose el inocente, Lara esbozó una sonrisa burlona indicando que no se creía nada- ¡que sí! yo no tengo la culpa de que el cielo siga siendo azul nos nazca un niño o una niña mi ángel- se defendió con sagacidad besándola amoroso en los labios y ella rió divertida
-¡¡Ya!! una buena explicación que podía haber colado si no fuera de que a mí... usted ya no me la da, caballero- le reclamó segura y rotunda sabiéndole muy bien la idea, él soltó una alegre carcajada al verse descubierto y la besó amoroso en los labios
-Va a ser un niño, no sé por qué te empeñas en seguir dudándolo- expresó convencido al tiempo que sonreía plenamente complacido y volvió a embadurnarle a traición la punta de su respingada nariz -¡¡Eso ya lo veremos!!- expresó desafiante intentando devolvérsela pero él esquivó hábil su pincel y empezaron una divertida lucha de pinceles a ver quien embadurnaba más la cara del otro; de pronto sonó el timbre de la puerta
-Voy yo- se ofreció Mario al instante ya haciendo amago de salir del cuarto
-No, deja que vaya yo, cielo; tú mejor acaba esas ondas de la cenefa que bordea el techo que es lo que queda y a mí no me dejas subirme a la escalera- lo detuvo rápida y él asintió conforme; pero Lara aún le dio un brochazo manchándole toda la mejilla antes de salir del cuarto
 -¡¡Serás tramposa, espera ahí!!- exclamó divertidamente fastidiado haciendo amago de seguirla y Lara soltó un ameno gritito huyendo del cuarto escaleras abajo- ¡¡Baja despacio atolondrada que te puedes caer!!- la avisó tierno desde la puerta del dormitorio y ella le sacó juguetona la lengua desde las escaleras antes de desaparecer de su visión; Mario rió divertido regresando dentro del cuarto.
Al abrir la puerta, Lara se encontró frente a un hombre muy serio y de mirada fría vestido con un traje negro igual a la corbata que llevaba sobre una camisa blanca impecable
-¿Vive aquí el señor... Cabrera? ¿Mario Cabrera?- preguntó directo y muy secamente repasando la tablilla que llevaba en la mano para dar bien el nombre
-Sí, es mi esposo ¿por qué?- respondió prevenida Lara mirándolo desconfiada, aquel desconocido no le daba buena impresión
-Necesito hablar con él ¿está en la casa?- expresó sin cambiar un ápice su rostro frío e impertérrito -Sí, claro...- murmuró confusa y se volvió ligeramente hacia las escaleras- ¡¡Cielo, aquí te buscan; un hombre dice que tiene que hablar contigo!!- elevó la voz llamándolo dulcemente
-¿Conmigo? ¿Y quién es?- interrogó extrañado mientras ya descendía las escaleras de dos en dos presentándose en la puerta junto a ella observando intrigado al hombre
-No sé...- respondió ella moviendo desentendida los hombros regresando su mirada a aquel extraño personaje
-¿El señor Cabrera; Mario Cabrera?- volvió a repetir tan serio y frío como le había hablado a Lara -Sí, soy yo ¿qué desea?- respondió Mario sin dejar de observarlo extrañado
-¿Tiene alguna identificación que lo demuestre?- siguió interrogando, Mario lo miró sin comprender nada
-Claro, por supuesto- respondió sacando su cartera del bolsillo trasero de sus vaqueros y le mostró el carnet de identidad, el hombre lo inspeccionó sin tocarlo siquiera y al fin mostró una leve sonrisa
-Me envían del juzgado de instrucción Nº 17 para entregarle esta citación judicial- explicó mientras desenganchaba un sobre ocre de la pinza de la tablilla, Mario y Lara se miraron confundidos- Tiene que firmarme aquí, por favor- siguió hablando mostrándole la tablilla y ofreciéndole amable un bolígrafo que sacó del bolsillo interno de su chaqueta, Mario lo firmó y el hombre le entregó el sobre- Que tenga un buen día- se despidió de nuevo frío y distante y se alejó de ellos. Mario cerró la puerta observando ensimismado aquel sobre
-¿Qué puede ser?- preguntó inquieta Lara y él sonrió tranquilizador
-Seguramente es la citación para la vista del divorcio, por fin mi ángel- explicó esperanzado besándola tierno en la frente y Lara sonrió feliz; Mario abrió emocionado el sobre mientras ambos se sonreían alegremente dichosos y empezó a leer la citación, pero su sonrisa se le fue congelando poco a poco en el rostro mientras sus ojos se endurecían rápidamente y Lara observaba como volvían una y otra vez al principio de la carta repasándola nuevamente como si no creyera lo que estaba leyendo mientras su rostro se iba congestionando cada vez más y sus ojos se oscurecían de la ira que nacía en su interior a cada nueva lectura de aquella carta- ¡¡Hija de la gran puta!! ¡¡Maldita desgraciada mal nacida!!- explotó lleno ira y tremendo desprecio arrugando el papel entre sus dedos, Lara se sobrecogió asustada por aquella inesperada reacción de Mario
-¿Qué pasa Mario?- interrogó alarmada y tremendamente intimidada
-¡¡No lo permitiré, antes la mato!!...¡¡Juro que yo la mato sin ninguna contemplación!!- gritó totalmente desquiciado y fuera de sí tirando despreciativamente el papel al suelo asustando aún más a Lara
 -Mario... ¿qué pasa? ¿Para qué es esa citación?- insistió aterrada ya con lágrimas en los ojos mientras cubría con sus brazos muy nerviosa su abultado vientre a modo de protección, Mario la miró a los ojos y lo que Lara vio aún la asustó más: Mario tenía los ojos llenos de ira y venganza pero sobre todo de terror y angustia
-¡¡Esa maldita hija de la gran puta reclama la custodia de Luna!!- clamó enfurecido pasándose sus manos temblorosas por el pelo
-¡¿Qué?!- exclamó Lara abriendo espantada sus ojos y aún se cubrió más el vientre con sus brazos al tiempo que sentía un dolor intenso en el pecho como si se lo hubieran abierto en canal y algo le estuviera estrujando el corazón despiadadamente haciendo que le fuera casi imposible respirar- ¡¡No!! ¡¡No Mario!! ¡¡Dime que no puede hacerlo!! ¡Dime que no Mario!!- empezó a repetir mirando aterrorizada a los ojos de Mario al tiempo que negaba con la cabeza y sus ojos se plagaban de lágrimas; Mario la miraba fijamente a los ojos sin decir nada- ¡¡Dime que no es cierto Mario!! ¡¡Dime que no puede hacerlo!! ¡¡Mario!!- chilló ya desquiciada de terror y dolor inmenso mientras golpeaba inclemente con sus puños el pecho de Mario y sus lágrimas ya corrían como torrentes por sus mejillas; Mario le sujetó suavemente las muñecas deteniendo sus golpes contra su pecho y la atrajo hacia él cobijándola amoroso entre sus brazos- ¡¡Dime que no puede!! ¡¡Dime que esa mujer no me quitará a mi niña Mario!! ¡¡Dímelo por favor, dímelo!!- se derrumbó entre los brazos de Mario abrazándose con desesperación a su cuerpo mientras rompía a llorar con tremenda angustia; Mario tomó aire profundamente oprimiéndola aún más contra su cuerpo
-Serénate mi ángel, tienes que serenarte...- le murmuró dulcemente mientras la besaba compasivo en la cabeza
-Dime que no va a poder llevársela Mario, a mi niña no, dímelo por favor- siguió suplicando con tormentosa aflicción
 -Tranquilízate cielo mío por favor... piensa también en nuestro otro hijo amor- volvió a intentar calmarla besándola amoroso en el pelo de nuevo, ella parecía que empezaba a reaccionar- piensa en nuestro bebé mi ángel, este disgusto puede hacerle mal; intenta calmarte por favor- siguió expresando lleno de dulzura sin dejar de besarla repetidamente y muy cariñoso en la cabeza, ella empezó a calmarse; Mario la retiró levemente para poder mirarla a los ojos y Lara descubrió sus mejillas también plagadas de lágrimas provocándole que aquel dolor en el pecho aún fuera más tremendamente insoportable
 -Mario, amor mío...- sollozó conmovida posando sus manos en las mejillas de Mario e intentó secar aquellas torrenciales lágrimas con sus dedos sin éxito ninguno; él le sonrió apagadamente agradeciéndole su amoroso gesto y de un manotazo se las secó al instante él mismo
-Tenemos que ir de inmediato a hablar con Alberto- resolvió rotundo y, recogiendo la citación del suelo, tomó la mano de Lara y se la llevó fuera de la casa en dirección al coche. Ni se percataron de que alguien desde dentro de un Mercedes negro con las lunas tintadas los observaban desde el otro lado de la calle sonriendo cínicamente al ver su tremenda alteración.
Durante el trayecto, ninguno de los dos pronunció palabra; tomados de la mano desde que salieran de casa, solo podían llorar en silencio. Mario aún no había detenido de todo el coche ante la casa de Ricardo cuando, inesperadamente, Lara abrió su portezuela y saltó del coche
-¡¡Lara ¿qué coño haces?!!- exclamó sobrecogido al verla hacer tal locura pero ella echó a correr hacia la casa sin mirar atrás
-¡¡Papá!! ¡¡Papaíto!! ¡¡Papá!!- empezó a gritar angustiada de nuevo sin detener su carrera, a Mario se le encogió el corazón al verla tan desesperada nuevamente y no pudo evitar llorar aún más desarmado y hundido, salió del coche tras ella sin poder controlar sus lágrimas.
El primero que apareció en la puerta fue Leo mirándolos muy asustado
-¡Ey gordita ¿Qué rayos ha pasado?!- preguntó alterado mientras miraba espantado a Lara por sus gritos
-¡¡¿Dónde está mi papá, Leo?!!- le gritó ansiosa mientras pasaba de largo a su lado sin detener su carrera
-¡Está dentro con…!- intentó responderle pero ya Ricardo y Lucía aparecieron también en la puerta alarmados por los gritos de Lara
-¡¡Por todos los diablos princesa ¿qué demonios..?!!- exclamó sobrecogido Ricardo pero su hija ya no le dejó terminar de hablar
-¡Papá, quiere quitárnosla! ¡¡Dime que no puede papaito!! ¡¡Dime que tú vas a evitarlo!!- gritó aterrorizada abrazándose a su padre con desesperación, su padre la recogió cariñoso entre sus brazos y miró confundido a Mario sin comprender lo que Lara decía; pero los ojos enrojecidos y las lágrimas incontrolables de aquel muchacho aún lo inquietó más
-¡¿Qué rayos tengo que evitar, mi preciosa princesa?! ¡¡Explícate que no entiendo nada!!- exclamó muy nervioso y ya alterado
-¡¡Quieren quitarnos a nuestra niña papá!!- clamó tremendamente angustiada mirándolo muerta de miedo, Lucía soltó un exclamación de terror al tiempo que Ricardo miraba entre incrédulo y aterrado a los ojos de su hija
-¡¡Cálmate Lara y explícate de un puñetera vez!! ¡¿Quién narices quiere llevarse a nuestra pequeña?!- chilló sobresaltada Lucía también elevando la voz muy alterada ante aquella noticia
-Sol, mamá- nombró casi sin voz Mario y todos centraron sus miradas nerviosas e intrigadas en él que tragó dificultosamente saliva- Sol reclama la custodia de Luna- acabó de hablar sacando la citación de su bolsillo del pantalón y las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos
-No... no...- apenas murmuró Lucía abriendo presa de pánico sus ojos y Ricardo y Leo se quedaron mudos abriendo incrédulos sus ojos. Ricardo recogió el papel que Mario sostenía en la mano y lo releyó una y otra vez sin dar crédito a lo que sus ojos leían
-Hija de puta...- masculló enfurecido Leo al tiempo que su rostro se contraía de ira y sus ojos se inyectaban de odio al también leer aquella maldita citación- ¡¡¿Dijiste que esa maldita desgraciada vive en Valleverde, verdad?!! ¡¡Voy a hacerle una visitita; me va a oír esa maldita mal nacida!! ¡¿Quién se cree que es esa gilipollas para querer quitarnos a nuestra princesita?!- exclamó furibundo echando a andar cegado de rabia hacia el coche de Mario con toda la decisión de ir a por Sol, Mario lo sujetó rápidamente del brazo deteniéndolo y lo miró derrotado a los ojos
-Su madre Leo- murmuró abatido y totalmente desolado, Leo tampoco pudo contener las lágrimas -Pero ¿no puede, verdad papaito? Dime que no puede, que perdió sus derechos al irse de esa manera abandonando a nuestra chiquitina a su suerte sin preocuparse de lo que podía haberle pasado… Dímelo papá- insistió llena de esperanza Lara aún entre los brazos de su padre mirándolo con gran expectación esperando su respuesta dándole la razón, pero él solo tomó aire profundamente mirándola desolado- No... no papá... dime que no es cierto... dime que no puede...- suplicó afligida negando tercamente con la cabeza, Ricardo la sujetó más fuerte contra su cuerpo al percibir que las piernas de su hija empezaban a fallarle y apenas podían sujetarla- papá...- apenas alcanzó a susurrar antes de desmayarse
 -¡¡Lara!!- exclamó sobrecogido al ver cómo su hija se desvanecía entre sus brazos
-¡¡Dios santo amor mío!!- clamó al tiempo Mario acudiendo angustiado a recogerla en brazos
 -¡Oh Dios mío, mi pobre Larita!- sollozó afligida Lucía al darse cuenta en aquel momento el tremendo dolor que la pobre muchacha estaba padeciendo
-Llevémosla dentro Mario... ¡¡Leo, ve de inmediato a buscar al doctor Iñigo; vuela muchacho!!- indicó muy nervioso Ricardo, Leo corrió precipitado sin esperar nada más hacia las caballerizas y pasó volando al segundo siguiente cabalgando a todo lo que el pobre Pinto daba hacia el portalón de la casa mientras Mario la llevaba dentro de la casa seguido por Ricardo y Lucía
-¿Qué está pasando? ¿Qué son esos gritos? ¡los hemos oído en las caballerizas!- preguntó inquieta nana saliendo de la cocina con Luna de la mano
-¿Y a dónde va ese atolondrado cabalgando así de loco? ¡¡Va a reventar el caballo!!- indagó sobrecogido Pedro con los ojos abiertos de la impresión que acompañaba a su esposa y a Luna
-¡¡Oh Jesús bendito ¿qué ha pasado?!!- exclamó nana al encontrarse con aquel panorama
-¡¡Larita!!- exclamó asustada la pequeña al ver a Lara desmayada en los brazos de su padre- ¿Qué le pasó a Larita papi?- interrogó muy nerviosa e impaciente soltándose de la mano de nana y echando a correr a junto a su querida Lara
-Nada mi ángel, solo se ha desvanecido un poquito pero está bien; anda, ve con la abuela a la cocina- le habló muy suavemente Mario intentando mantener la calma ante su pequeña mientras dejaba a Lara sobre el sofá y miró suplicante a su madre que asintió con la cabeza
-Vente mi chiquitina- expresó dulcemente tomándola en brazos y llevándosela de allí
-¡¿Qué le ha pasado a mi niña?! ¡¿Era ella la que gritaba de aquella sobre manera?!- interrogó afligida nana acudiendo a lado de su adorada pequeña mientras Mario ya estaba intentando reanimarla; Pedro también se acercó al sofá
-Se ha desmayado nana; pero Leo ya salió en busca de Iñigo, tranquila- aclaró Ricardo también palmeándole suavemente las mejillas de Lara intentando despertarla
-¿Pero qué rayos ha ocurrido para que gritara de esa espeluznante manera?- clamó angustiado Pedro mirando muy inquieto a Ricardo pero él no le contestó: se limitó a acercarse al teléfono y marcó rápidamente; entonces él miró interrogante a Mario en busca de respuestas
-La madre de Luna reclama su custodia- le respondió él haciendo un gran esfuerzo por no romper a llorar de nuevo
-¡¿Qué?!- exclamó sobrecogida nana mirándolo con pasmo a los ojos pero él ya no habló más, se sentó sobre la alfombra casi derrumbándose en ella y comenzó a acariciar tiernamente las mejillas de Lara con la mirada perdida de repente al tiempo que las lágrimas volvían a brotar de sus ojos sin poder remediarlo
-¿Alberto? Soy Ricardo; necesito que vengas inmediatamente… ¡¡Ya por favor, te explico así llegues; pero date prisa!!- clamó imperioso y colgó el teléfono; empezó a pasear inquieto de un lado a otro del salón al tiempo que hundía sus dedos muy nervioso en su pelo canoso mesándoselo impaciente mientras Pedro ya había ido a por una toalla humedecida al aseo y nana mojaba la frente de Lara intentando hacerla reaccionar; Mario seguía perdido sabrá Dios dónde sin dejar de acariciar muy tierno las mejillas de su amada- ¡¿Por qué rayos tarda tanto Leo en llegar con ese maldito médico?!- clamó aún más angustiado pero sin recibir respuesta.
 -¿Mario...?- murmuró apenas en un susurro Lara empezando a reaccionar, pero Mario no le contestó, siguió acariciándola totalmente ido: estaba en shock. Ricardo corrió a lado de su pequeña
 -Tranquila mi princesita, él está aquí, a tu lado- le habló dulcemente acariciándola también tiernamente la frente
-Mi niña... ¿dónde está mi niña?- interrogó aún sin reaccionar del todo; pero de pronto abrió aterrorizada sus ojos- ¡¡Oh Dios, Luna!! ¡¿Dónde está mi pequeña?! ¡¡Quiero ver a mi niña!!- chilló angustiada intentando levantarse del sofá
 -¡¡Cálmate Lara; Luna está aquí y está bien!!- gritó autoritario Ricardo obligándola a recostarse de nuevo, Lara se calló al instante mirándolo muy aturdida y se dejó recostar sobre los cojines del sofá- Pedro, trae un poco de agua por favor- pidió amable y él obedeció al instante sirviendo un vaso de la jarra de agua que había sobre la camarera de cristal junto al sofá entregándosela de inmediato a Ricardo que se la dio a beber a pequeños sorbos a Lara sujetándole cariñoso la cabeza por la nuca- y sírvele un buen copazo de brandy para Mario que lo necesita: ese muchacho se ha quedado ido- indicó y él volvió a obedecer servicial entregándoselo a Ricardo como hiciera con el vaso de agua- Bébetelo hijo… te hace falta- le recomendó suavemente apretándole el hombro con cariño pero fuertemente para hacerlo reaccionar, Mario obedeció pero sin apenas parpadear, se lo bebió como un autómata sin percatarse siquiera de lo que le daban
Lucía en la cocina aún sujetaba nerviosamente a la pequeña Luna contra su pecho sin poder controlar las lágrimas que empañaban sus mejillas
-¿Qué pasa, abuelita? ¿Por qué lloras? ¿Qué le pasó a mi papá y Larita?- preguntaba una y otra vez la pequeña muy asustada y confundida
-Nada mi chiquitina, nada- le repetía intentando parecer serena mientras la acunaba amorosa entre sus brazos pero la pequeña no la creía en absoluto poniéndose aún más nerviosa
-¡¡Déjame abuelita, quiero ir con mi papá!! ¡¡Quiero estar con él, suéltame!!- gritó mientras se revolvía intentado soltarse del abrazo de su abuela aún mucho más asustada y acongojada: algo sí pasaba, la abuelita mentía, y su papaito estaba muy angustiando, mucho... Lucía tomó aire profundamente y, besándola con pasión en la mejilla, regresó a la sala
-No quiere estar conmigo, cariño; quiere estar aquí contigo- indicó mirando indefensa a Mario, la pequeña de nuevo se revolvió nerviosa en los brazos de su abuela hasta lograr verse libre y corrió a entre los brazos de su papá; Mario reaccionó al ver a su hija y la abrazó contra él fuertemente rompiendo a llorar con desesperación; Lara se levantó del sofá rápidamente y, arrodillándose en el suelo junto a Mario, se abrazó también a ellos sin poder reprimir tampoco sus lágrimas. Nadie pudo con aquella impactante imagen y ya no pudieron aguantarlo más rompiendo todos a llorar también. -Ya estamos aquí- expresó casi sin aliento Leo entrando en la casa acompañado del doctor Iñigo que también respiraba agitado
-¡¡A buenas horas inútil; Lara podía estar muerta ya!!- bramó enfurecido Ricardo dejándolos a ambos pasmados mientras se limpiaba con el revés de su mano las lagrimas del rostro
-Estaba en una visita domiciliaria Ricardo, el muchacho no tuvo culpa y bastante prisa se dio en encontrarme- lo defendió rápidamente el doctor, Ricardo se acarició impotente la frente
-Lo siento Leo... perdóname- susurró abochornado por su ilógica reacción, el muchacho le sonrió amistoso sin darle importancia a su duro reclamo
-¿Qué ha pasado? Leo solo llegó a decirme que Larita perdiera el conocimiento- se interesó profesional sin poder dejar de observar impactado aquella acongojada escena de los tres abrazos llorando sin consuelo sobre la alfombra
-Pues exactamente eso: Lara se desvaneció de repente y apenas hace unos segundos que acaba de reaccionar- respondió muy inquieto Ricardo, Iñigo movió la cabeza comprendiendo- acaban de recibir una noticia terrible Iñigo, terrible... quiero que la revises no vaya a ser que le pase algo al bebé- indicó mortificado y el doctor volvió a asentir con la cabeza
-Está bien...- repuso servicial y se acercó a Lara- Larita, preciosa, ven conmigo cielo; vamos a examinarte- le habló dulcemente intentando levantarla del suelo
-¡¡¡No!!!- chilló presa del pánico abrazándose aún más a Mario y Luna- ¡¡Yo no me voy a ningún lado!! ¡¡No me podéis apartar de mi niña!! ¡¡Me quedo aquí con mi hija y mi marido!!- clamó rotunda y fuera de sí; Mario la rodeó con su brazo por la cintura apresándola contra su cuerpo como si tampoco quisiera que se la llevaran; el doctor miró impotente a Ricardo que suspiró profundamente al tiempo que movía su mano indicando que la dejara por ahora. Un coche chirrió sus ruedas frenando fuertemente sobre la gravilla de la calle
-Ricardo, ya estoy aquí… ¿qué ocurre?- entró al instante preguntando muy nervioso Alberto quedando impresionado ante la visión que se encontró ante él; al oírlo, Lara miró de inmediato para él y Mario movió por primera vez sus ojos en todo aquel tiempo clavándoselos esperanzado también- ¿Qué rayos ha pasado?- instó aún más inquieto y descolocado; Ricardo le entregó la citación que aún sujetaba en su mano y él la leyó con máxima atención- ya veo...- murmuró muy templado tomando aire profundamente- me olía que ese zorro viejo intentara algo así, no es de los que se dejan vencer fácilmente- comentó sereno
-¡¿No pueden quitármela, verdad Alberto?!- clamó Lara mirándolo con ansiosa necesidad de oír ese “no” que todo el mundo parecía negarle a escuchar
-¿A quién te quieren quitar Larita?- preguntó muy nerviosa la pequeña mirando muy asustada a Lara por aquel intenso nerviosismo tan palpable que demostraba, todos quedaron sin aliento y ella solo pudo mirarla afligida sin saber qué contestar

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