lunes, 3 de agosto de 2015


    Aquella noche de martes cuando Mario llegó a casa, al abrir la puerta le asaltó un delicioso olor a comida casera que invadía toda la casa junto a las alegres risas de las dos lidiando en la cocina. Sonriendo dichoso se dirigió hacia ellas sin anunciar su llegada encontrándoselas amasando distraídas sobre la isleta de la cocina charlando animadamente una frente a la otra. Se quedó mirando deleitado aquella hermosa estampa mientras descubría que Lara se había cortado su larga melena negra en un moderno corte de pelo más largo por delante que por detrás que afinaba su lindo rostro redondo y a su pequeña princesa le habían dejado una coqueta media melenita que apenas su pelo rubio rozaba sus hombros con raya a lado y sujetándole la parte derecha con una bonita pinza con un lacito rojo que despejaba su hermoso rostro.
-Pero Dios santo ¡¡que guapas están mis dos mujercitas!!- no pudo evitar exclamar complacido y Lara le dedicó una alegre sonrisa de aquellas tan hermosas que a Mario tanto enloquecían
-¡¡Papaíto!!- clamó feliz la pequeña al oírlo volviéndose hacia él mostrando sus bracitos reclamándole un abrazo
 -¡Virgen santa, pero ¿qué demonios has hecho mi ardillita?!- expuso divertido rompiendo a reír explayado al descubrir toda su carita embadurnada de harina
-Un pastel de manzana para después de cenar- contestó orgullosamente satisfecha
-Así que un pastel ¿eh? Pues el tuyo llevará manzana pero la harina se te quedó toda pegada en la cara mi chiquita- repuso chistoso y los tres rieron alegremente entretenidos mientras Mario le limpiaba tiernamente con sus manos las mejillas antes de besárselas apasionado- ¿qué tal fue la inauguración mi ángel?- saludó amoroso a Lara besándole amante en los labios
-Muy bien, no me puedo quejar ¿y tu día amor?- respondió encantada correspondiéndole a su dulce beso
-Perfecto... sobre todo el broche final: llegar a casa y encontraros aquí- expresó deleitado y la atrapó entre sus brazos profundizando ardientemente aquel suave roce de sus labios respondiéndole al instante Lara tan deliciosamente ambiciosa como él.
 La semana les pasó sin apenas darse cuenta envueltos en un perfecto cuento de hadas en donde, tras el ajetreo diario de un día de trabajo, les esperaban unas tardes maravillosamente encantadoras en un ambiente íntimamente feliz y familiar en el que ya se había convertido aquella casa en aquellos pocos días y las noches llenas de pasión a raudales en las que Mario y Lara se entregaban plenos y dichosos casi rozando la lujuria.
 Aquel fin de semana decidieron ir a pasarlo al rancho del padre de Lara. Recogieron de camino a Lucía en su casa y Mario se internó en la autopista en dirección al pueblo de a lado.
Lara, sentada atrás junto a Luna pues educada le había cedido el sitio del copiloto a Lucía, intentaba mantener entretenida a la pequeña que estaba excitada de la emoción con entretenidos juegos y alegres canciones mientras Lucía observaba feliz como su hijo apenas podía dejar de mirar por el espejo retrovisor a Lara con una mirada tan enamorada como hacía muchos años no veía en el rostro de su adorado hijo.
-¿Llevas las medicinas?- le preguntó sobresaltada Lucía como si acabara de recordarlo
 -¡Aghhh, mamá; no seas gafe caray!- le reprochó fastidiado, pero ella lo miró muy inquieta y él resopló derrotado- Sí que las llevo pesada… además sabes que siempre llevo en la guantera del coche el estuche con reservas por si acaso, tranquila ¿vale?- expuso desenfadado y ella sonrió más relajada -¡Mira, Mario: detente delante de esa verja de allí!- dijo de pronto Lara señalando un muro alto de piedra con una verja negra de doble hoja enorme que tenían delante. Él obedeció y Lara, impulsiva y arrebatada como una niña pequeña, se coló entre los dos asientos echándose encima de Mario para poder hablar por la ventanilla del conductor dejándole ante las narices aquel tentador y excitante cuello que él no pudo resistir morder- ¡¡Ey!!- gritó sobresaltada mirándolo pasmada por aquel inesperado gesto
-Me lo pusiste a huevo mi gatita y no pude resistirme- se defendió como un chiquillo inocente atrapado en una travesura y Lucía soltó una carcajada divertida. Una voz femenina se oyó por el intercomunicador -¡¡Abre nana que soy yo!!- respondió Lara y la verja empezó a abrirse al momento- esta te juro que me las pagas- replicó vengativa Lara besando dulcemente los labios de Mario antes de regresar al asiento de atrás, él rió traviesamente divertido y guió el coche por el ancho camino de grava cercado por ambos lados con una cuidada valla de madera pintada de blanco que lo separaba de amplios terrenos de verde hierba y algunos árboles viéndose al final del camino una hermosa casa de ladrillo rojo y planta baja
-¿Has tenido nana?- indagó sorprendida Lucía mirándola intrigada
-Bueno, es María: la que lleva absolutamente todo en la casa, si no encuentras algo pregúntale a ella que seguro da con ello... ¡Es cómo un hurón!- explicó con un inocente deslumbramiento igual al de una niña pequeña, Mario y Lucía rieron divertidos- pero como también fue la que me crió desde que nací, pues la llamo nana- acabó de aclarar moviendo desenfadada los hombros
-¿Y entonces tu madre?- preguntó intrigada Lucía
-Murió al nacer ella mamá- le contestó suavemente Mario mientras detenía el coche ante el porche de la casa
-Oh, lo siento cielo; no quise lastimarte- expresó arrepentida Lucía por su falta de tacto pero Lara le sonrió dulcemente
-No pasa nada Lucía, tranquila; tú no lo sabías... además, nunca la eché de menos con nana y papá siempre a mi lado- la tranquilizó cariñosa posando tierna su mano en su hombro; Lucía le sonrió agradecida por su esmero en calmar su bochorno por su metedura de pata- ¡Venga, vamos mi ángel!- resolvió animosa tomando la manita de Luna y se bajaron del coche, Mario y Lucía las imitaron
-¡¡Mi niña!!- exclamó entusiasmada una mujer muy bajita y regordeta saliendo de la casa limpiándose las manos al mandil que llevaba puesto
-¡¡Nana!!- respondió ella ilusionada corriendo a sus brazos al tiempo que ella también apuraba el paso hacia Lara y se fundieron en un amoroso abrazo en que sin palabras demostraron el amor que ambas se tenían- mira nana, te presento a Lucía...
-Soy María, esta niña no aprende nunca a presentar con corrección- la reprendió cariñosa nana mientras besaba amistosa las mejillas de Lucía que rió entretenida
-Él es Mario...- siguió Lara con las presentaciones haciendo caso omiso a su pequeño regaño
 -¡Ay Dios, hijo mío: si pareces un armario cuatro puertas, Virgen del amor hermoso!- exclamó mirando alucinada a Mario tan alto y musculoso, él rió divertido mientras también la abrazaba con cariño; ella le plantó dos sonoros besos en ambas mejillas así tuvo su rostro a su alcance- ¡Dios, uno de estos es lo que me recomienda siempre mi médico pero Pedro no me cree!- expresó picarona palpando gustosa los duros brazos de Mario
 -¡Nana!- le regañó Lara seriamente mirándola con reproche pero la mujer movió desentendida los hombros provocando las risas jocosas de Mario y Lucía
-¡¡Que pequeñita eres; eres casi como yo!!- expresó con inocente sorpresa Luna aún de la mano de Lara
 -¡¡Luna!!- la reprendió al instante su padre mirándola muy serio, la pequeña bajó arrepentida la mirada
 -¡¡Ah, deja a la criaturita tranquila que no pasa nada!! si al final... ¡¿es la verdad, no?!- la defendió con maternal ternura nana y todos rieron amenos
-Y ella es Luna, nana- la presentó amorosa Lara acariciándole dulcemente la cabecita
-Pero ¡¡qué preciosidad de criatura, Dios bendito!!- exclamó ilusionada recogiendo a la pequeña en brazos- ¡¡Por todos los santos, cómo pesas criatura y que carne prietas tienes mi chiquita!!- clamó encantadamente sorprendida acariciando tierna los duros muslos de Luna a través de sus vaqueros y todos rieron explayados
-Es de las que te gustan a ti nana: come de todo y a todas horas si la dejas- explicó dulcemente Lara besando tierna la sien de la mujer que sonrió plenamente complacida
-Pues perfecto, nos vamos a llevar bien tú y yo me parece a mí- expuso guiñándole cómplice un ojo a la pequeña que rió alegre- Pero pasemos dentro que aquí aprieta el sol- resolvió dispuesta volviéndose hacia la entrada de la casa llevando a Luna entre sus brazos
-¿Y papá, nana?- se interesó Lara mientras la seguían
-Por ahí anda, mi niña; ya sabes que a ese no se le ve el pelo en todo el día hasta la hora de la comida y la cena... ¡¡Mira otro que también solo aparece a comer!!- expresó chistosa al aparecer un enorme San Bernardo tras la esquina de la casa
-¡¡Ey Viernes ¿dónde andabas campeón?!!- lo saludó alegre Lara agachándose para acariciarle cariñosa con ambas manos las orejas y los mofletes poniéndole sin darse cuenta el culo en pompa justo delante de Mario que sin pensárselo ni un instante ya levantó la mano para darle una buena cachetada
-¡Mario!- lo detuvo rápidamente su madre abriendo atónita sus ojos y él se quedó con la mano en alto mirándola atrapado
-¡Si es ella la que siempre me provoca mamá ¿o no lo ves?!- se defendió rápidamente como niño chiquito atrapado en una travesura; nana se volvió y al mirar la escena soltó una alegre carcajada. Lara se enderezó rápidamente dándose cuenta al momento de lo que se acababa de librar gracias a la intervención de Lucía
-Ni se te ocurra hacerlo ¿me oyes?- lo avisó pendenciera mirándolo desafiante; él, esbozando una pícara sonrisa mientras la miraba guasón a los ojos, acercó su rostro al de Lara hasta casi rozarse sus labios y ella inconscientemente se humedeció los suyos deseosa de aquello que se avecinaba
-Pues no provoques gatita revoltosa- expresó moviendo desenfadado las cejas y sin más, siguió su camino dejándola completamente descolocada y sobre todo defraudada por no haberla besado; nana y Lucía no pudieron evitar una sonora carcajada al ver la cara de desconcierto con la que Lara se quedó.
-¡Jesús, menuda casa!-exclamó impresionada Lucía al ver el amplio salón decorado con muebles antiguos y un gusto exquisito que se encontraron justo al entrar en la casa
-¡Wow!- soltó pasmado Mario detrás de su madre observando toda aquella maravilla- Hija…hazte veterinaria corazón- le recomendó a Luna besándola amoroso en la cabeza que aún seguía en los brazos de nana, Lara y nana se rieron divertidas
-No ganamos tanto los veterinarios: esta casa pertenecía a mamá, la heredó de su abuela junto a todo el terreno que la rodea…- explicó desenfadada Lara y chasqueó molesta la lengua-…mi madre pertenecía a una familia de esas toda estirada y remilgada podrida de dinero- aclaró con gran desdén torciendo asqueada su boca
 -¡Niña, habla con más respeto de tu familia materna!- le regañó al instante nana muy seria
-¡¡Esa gente no es mi familia y mucho menos se merece mi respeto nana!!- exclamó echa una auténtica furia de pronto mirando muy ofendida a los ojos de nana que apretó arrepentida sus labios- ¡¡Donde nunca me quisieron y siempre me despreciaron, yo no pinto nada ¿no crees?!!- clamó rabiosa pero al mismo tiempo tremendamente dolida y se marchó sin mirar atrás por una de las puertas de la izquierda dejando a la pobre nana apagada y triste; Mario y su madre se cruzaron una mirada impresionada por lo que acababan de escuchar quedándose en silencio, sin atreverse a realizar ningún comentario al respecto.
 -¿Qué le pasó a Larita papi?- preguntó amedrentada Luna por aquel inesperado cambio en la siempre dulce y tierna Lara que conocían
-Nada ardillita, solo se enfadó un poquito- contestó desenfadado Mario recogiéndola de los brazos de nana y la besó tranquilizador en la mejilla
-¿Un poquito? Tiene más genio que tú papi- expresó impresionada la pequeña provocando las risas de los tres adultos
-Discúlpenla por favor, mi niña es un ángel pero cuando le tocan donde le duele...- expresó dulcemente nana intentando defender el comportamiento de Lara
-Eso ya lo sabemos María, no se preocupe; Lara siempre es dulzura y comprensión, por eso nos ha impresionado un poco esta nueva faceta suya que no conocíamos, pero no pasa nada, tranquila- repuso compasiva Lucía pasándole cariñosa la mano por los hombros a la buena mujer
-La culpa es mía... mi pobrecita niña tiene toda la razón del mundo pero yo siempre intento que hable con respeto aunque, como bien dice, esa familia no se lo merecen... - murmuró arrepentida nana suspirando profundamente
-¿Nos vamos a ver los caballos, mi chiquita?- apareció de nuevo Lara tan sonriente y alegre como era habitual en ella
-¡¡Siiii!!- exclamó entusiasmada la pequeña
-¡Pues vamos mi ángel!- resolvió recogiéndola de los brazos de Mario que le sonrió amoroso, ella se la devolvió dulcemente pero antes de irse, besó con gran cariño la mejilla de nana- perdóname ¿sí?- se disculpó arrepentida, la mujer le sonrió alegre y Lara salió de la casa enredando animada con la pequeña en sus brazos- ¿Venís?- los invitó así alcanzó el porche
-Sí, vayan con ellas; yo le echo un vistazo al asado y ahora los alcanzo- los animó nana y ellos obedecieron a la mujer.
Cuando Mario y su madre salieron a la puerta de casa, Lara corría con Luna de la mano y seguidas por el grandote perro hacia un establo bastante apartado de la casa; ellos las siguieron a paso más relajado examinando deleitados todo lo que les rodeaba. Aquel lugar era precioso y se respiraba una paz y una tranquilidad increíbles. Pero lo más impresionante apareció tras alcanzar el final de la casa: una extensión inmensa de terreno de grandes y hermosos prados de fresca hierba verde salpicados de pequeños grupos de árboles que su vista no llegaba a alcanzar el final, apareció ante sus ojos -¡¡Wow!!- exclamó admirado Mario cuando descubrió toda aquella grandeza
-¡Esto es espectacular!- murmuró admirada Lucía sin poder dar crédito a lo que sus ojos observaban. Tras unos minutos en deleitarse con aquel paisaje maravilloso, siguieron camino y al llegar al establo se encontraron a Lara hablando entretenida con un muchacho más o menos de su edad mientras Luna acariciaba sin miedo ninguno el morro de un hermoso caballo blanco asomado por la puerta de su caballeriza
 -¡Mira papi que bonito, se llama Lucero! ¡y no hace nada!- exclamó emocionada la pequeña al verlos llegar sin dejar de acariciar al bello rocín, Mario sonrió tierno
 -Ven, quiero presentarte a Mario y a su madre Lucía- expresó animada Lara tomando de la mano al muchacho y se acercaron a ellos- Este es Leo, el hijo pequeño de nana y para mí es mi hermano pues nos criamos juntos- los presentó desenvuelta y ellos, sonriéndose amistosos, se estrecharon cordiales la mano.
-No mientas, de tu hermano nada: a ti solo te interesa tenerme cerca porque así soy el saco de todas las hostias que te tocan llevar a ti, señorita- protestó jovial el muchacho cogiendo con su brazo por el cuello a Lara y la aprisionó contra su pecho despeinándole el pelo; Mario y Lucía rieron divertidos -Lo que viene siendo un hermano mayor ¿no? ¡Pues eso!- resolvió chistosa intentando zafarse del brazo de Leo provocando que las risas de Mario y Lucía fueran en aumento
 -¡¡Ey, aquí hay otro!!- exclamó entusiasmada la pequeña intentando ya abrir otra de las caballerizas, un potente golpe de unas pezuñas golpeando el suelo al tiempo que un fuerte resoplido proveniente del establo que Luna ya casi tenía abierta resonó en todo el edificio.
-¡¡No chiquita, esa no la abras!!- clamó alertado Leo sobresaltándolos a todos mientras ya echaba a correr hacia la pequeña seguido al instante de Lara y Mario que fue más rápido y recogió rápidamente a Luna en brazos apartándola de la puerta mientras Leo volvía a cerrarla asegurándola bien
 -¿Estás bien ardillita?- se interesó sobrecogido Mario oprimiéndola amoroso contra su cuerpo mientras besaba impresionado la cabeza de su hija
-Sí- respondió moviendo desconcertada sus hombros aunque se percibía que también se había asustado muchísimo al grito de Leo
-¿Qué pasa Leo? ¿A quién tenéis ahí?- preguntó Lara sin comprender nada acariciando cariñosa la espalda de la pequeña para tranquilizarla
-Es Diablo, peque; está desquiciado desde hace días y tu padre decidió sacarlo de entre las yeguas, así que ayer lo subimos; pero no parece que sirviera de mucho: no hay manera de calmar a este bicho- explicó sereno y miró arrepentido a Mario- siento mucho haberla asustado pero ese maldito animal lleva realmente el nombre apropiado: es un auténtico diablo- se disculpó amable
-No pasa nada, al contrario, gracias por estar atento- respondió agradecido Mario sonriéndole amigable y el muchacho le correspondió
-No te acerques nunca a esa caballeriza ¿vale mi chiquitina?- le habló cariñosa Lara a la pequeña aún en los brazos de su padre, ella asintió con la cabeza- ven mi ángel, que te voy a enseñar lo que sabe hacer Lucero- repuso tomándola de los brazos de su padre, la pequeña sonrió emocionada y se acercaron de nuevo al caballo blanco- hola Lucero ¿me has echado de menos, precioso mío?- le habló con cariño al caballo mientras ambas le acariciaban el morro, el caballo se dejaba tranquilo y Luna disfrutaba emocionada- Es muy listo ¿sabías? ¿Quieres verlo?- le indicó a la pequeña que asintió con la cabeza- pues verás: Lucero ¿quieres salir a pasear?- le preguntó al caballo que agitó la cabeza arriba y abajo asintiendo, Luna rió entusiasmada mientras que los adultos sonreían enternecidos por la ilusión de la pequeña- Pues venga, vamos entonces ¿a qué esperas?- le siguió hablando Lara al caballo que tiró de la cuerda que estaba atada a la cerradura de su establo y, saliendo muy despacio con una serenidad pasmosa, fue abriendo poco a poco el portón
-¡Ah que guay, Larita!- chilló eufórica Luna mientras le acariciaba el costado al pasar junto a ellas provocando que los adultos rieran divertidos; el animal con la boca desenganchó las riendas que colgaban de la pared a lado de la puerta de su caballeriza y, acercándoselas a Lara, movió levemente la cabeza indicándole que las recogiera
 -¡Muy bien, Lucero; este es mi chico guapo!- le premió Lara acariciando cariñosa su hocico y el caballo resopló levemente como agradeciendo el gesto- ¿Te gustó mi chiquita?- le preguntó a la niña que sonreía feliz en sus brazos
-¡Sí, mucho Larita! ¡¿Qué más sabe hacer?!- gritó emocionada palmeando entusiasmada sus manos. Todos reían alegres contagiados del entusiasmo de la pequeña.
Lucía, que se había quedado junto a la puerta, vio llegar a un hombre a lomos de un bello caballo cobrizo de crines negras cabalgando con gran estilo. Descendió con presteza del caballo y caminó con paso gallardo hacia el establo llevando de las riendas al animal. Lucía observó que era muy alto y bastante fornido, tenía el pelo totalmente canoso con un blanco espectacular; así se iba acercando, también pudo descubrir que apenas llegaría a los sesenta años, y era muy atractivo. Él se percató de su presencia y la miró con unos preciosos y grandes ojos negros que impresionaron a Lucía mostrándole una cordial y muy dulce sonrisa que ella le correspondió amablemente amistosa. -¡¡Hombre, ya era hora de que aparecieras ingrata; llevas semanas sin dar señales de vida!!- reprochó con un vozarrón profundo así vio a Lara sobresaltando a la pobre Luna que aún le duraba el susto de antes y, estremeciéndose tremendamente, se abrazó al instante del cuello de Lara
-¡¡Serás burro!! ¡¿No sabes hablar como las personas o qué?! ¡¡Me has asustado a la niña, imbécil!!- le gritó enfadada Lara acariciando la espalda de Luna en un intento de serenarla.
 -A mí háblame bien ¿me oyes? Que yo no tengo la culpa de tener una voz tan profunda- le reclamó aunque no parecía importarle mucho mientras se acercaba a ellos
-¡Te hablo como lo que eres: un burro, un animal! ¡Tú no hablas: ladras!- le reclamó irritada; Mario apartó la cabeza intentando ocultar la risa divertida que le entró al recordar que eso mismo le dijera a él no hace mucho
-A mí no me hables así señorita o no me importará la edad que tienes y quitare mi...- le recriminaba ya enfadado
-¡Si, sí, sí...! ¡”Quitarás tu fusta y me varearás con ella hasta dejarme las piernas moradas” ese cuento ya está muy gastado papá, siempre dices lo mismo pero eres incapaz de hacerlo!- lo interrumpió burlándose arrogante; tanto Mario como Lucía y Leo, no podían dejar de reír entretenidos viendo aquella trifulca entre ellos dos
 -¡Pero ¿será posible con vosotros dos?! ¡¿Es qué no podéis estar ni cinco segundos juntos sin discutir?!- clamó la voz de nana tras ellos, ambos se sobrecogieron bajando al instante abochornados la cabeza demostrando que sentían un gran respeto hacia la mujer- ¡¡Sois increíbles, ni habiendo invitados en la casa sabéis comportaros; par de asnos!!- siguió regañando nana
 -Empezó él nana- se defendió rápida e infantilmente Lara
-¡¿Yo?!- exclamó su padre mirándola pasmado- ¡Yo solo dije que eras una ingrata que llevabas semanas sin dar señales de vida; nada más!- se justificó su padre también como un niño chico; los otros tres no podían dejar de reírse entretenidos
-¡No llevo semanas sin dar señales de vida mentiroso, llamó casi todos los días!- replicó fastidiada por aquella injusta reclamación haciendo un mohín desdeñoso con la boca
-Para hablar con la alcahueta de tu nana, pero a tu padre que lo zurzan- le reprochó auto compadeciéndose
 -Yo no tengo la culpa de que nunca estés en casa y sea ella la que contesta al teléfono ¡Modernízate y cómprate un móvil, coño! ¡¡Que estás hecho un viejo anticuado!!- expresó despectiva
-¿Lo ves nana? ¡Ves cómo es ella la gata que siempre sacas las uñas en mi contra sin yo hacer nada! ¿Te das cuenta?- se defendió rápidamente mirando inocente a nana que movió reprobadora la cabeza mientras soltaba un profundo suspiro
 -Serás capullo...- masculló fastidiada Lara al verse atrapada y su padre sonrió pícaramente victorioso como un niño chico. Todos volvieron a reírse explayados.

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