lunes, 17 de agosto de 2015


     -A Diablo ardillita, quieren quitarle a Diablo- resolvió raudo Mario con una serenidad asombrosa besando dulcemente la sien de su pequeña que pareció relajarse un poco
-Ah, pero no llores por eso Larita...- repuso compasiva la pequeña acariciando tierna la mejilla de Lara que no pudo contener las lágrimas y rompió a llorar de nuevo; tampoco ninguno de los presentes logró hacerlo a no ser Mario que se mantuvo firme y asombrosamente entero- no llores ¿no ves que ese caballo es muy malo? Seguro que el abuelito te comprará otro más bueno ¿a qué sí abuelito?- resolvió dispuesta mirando resuelta a Ricardo que solo pudo asentir con la cabeza mirando apasionado a aquella pequeña tan linda y con aquel corazón tan enorme mientras las lágrimas corrían también por sus mejillas- ¿Lo ves? Anda, deja de llorar ya- expresó complacida sin dejar de acariciarle las mejillas a Lara intentando secarle las lágrimas con sus manitas
 -Lara cielo ¿por qué no vas con el doctor y dejas que te revise?- expresó muy calmado Mario, Lara lo miró a los ojos negando rotunda con la cabeza- por favor amor, hazlo; me quedaré más tranquilo, por favor- insistió decidido, Lara lo miraba sin comprender- Luna irá contigo ¿verdad ardillita que lo harás?- aclaró sonriéndole dulcemente a su hija que le correspondió muy dispuesta; Lara comprendió al fin que lo que intentaba Mario era sacar de allí a la pequeña para poder hablar tranquilo con Alberto
-Sí papi, ya sabes que sí- respondió la pequeña resuelta- porque hay que cuidar mucho de Alejandro ¿verdad?- le susurró con pícara complicidad al oído, aunque todos pudieron oírla perfectamente provocándoles una enternecida sonrisa
-¿Cómo que... Alejandro?- reprochó dulcemente Lara aunque mirando con gran pasión a los ojos de Mario que sonrió atrapado
-Bueno Larita, si no te gusta también puede ser: Diego o Martín- resolvió dispuesta Luna con una complaciente sonrisa en los labios produciendo de nuevo unas emotivas sonrisas en el resto; aquella pequeña lograba calmar hasta un vendaval con su inocente alegría
-Diego o Martín...- repitió Lara mirándola encandilada, su niña era preciosa y conseguía mitigar con su sonrisa el más implacable de los dolores- ¿y por qué no Susana, Lucía o María; vamos a ver?- expresó tirándole suavemente de su perfecta naricilla
-Pero ¡¡Larita!! ¡¡Esos nombres no sirven, mujer ¿no ves que son de niña?!!- le aclaró suspicaz mirándola como si hubiera dicho algo sumamente bobo y moviendo su cabecita a modo de recriminación; ahora sí que todos rompieron a reír divertidos aunque al mismo tiempo aquel implacable nudo se prendía implacable en sus gargantas de nuevo solo de pensar que podían perder a aquel dulce angelito
-Por favor amor, por favor, llévatela de aquí- le murmuró angustiosamente suplicante Mario disimuladamente mientras la besaba amoroso en los labios y sus ojos volvieron a inundarse de lágrimas; Lara lo miró tremendamente conmovida, estaba haciendo un esfuerzo sobre humano por mantenerse entero y tranquilo ante su chiquitina y ya no podía más, estaba a punto de derrumbarse -Sí mi vida, ahora mismo- repuso compasiva acariciándole tierna la mejilla y él esbozó una leve sonrisa agradecida- anda, vamos lorito, que menudo lorito de hermanita tiene Alejandro- expresó dulcemente tomando la mano de la pequeña mientras se levantaba del suelo; Mario la ayudó muy cariñoso y tierno
-Ven hija, yo os acompaño- se ofreció servicial y amable nana tomando a Lara dulcemente del brazo para ayudarla también a levantarse y las tres, acompañadas del doctor Iñigo, se fueron de la sala; Luna iba abrazada a la cintura de Lara posando tierna su cabecita en su abultado vientre y todos la miraban terriblemente afligidos. Así desaparecieron de su visión, Mario no pudo soportarlo más y, rodeando sus piernas con sus brazos, las encogió contra su pecho rompiendo de nuevo a llorar como un niño hundiendo su rostro en sus rodillas conmoviendo terriblemente a los presentes que tampoco pudieron contenerse; Lucía buscó desolada el refugio de Ricardo que la tomó amoroso entre sus brazos y ella se desahogó derramando sus lágrimas contra su pecho
 -Tranquilo Mario, por favor cálmate muchacho...- intentó consolarlo Alberto acercándose a él y le posó amistoso su mano en su hombro
-¿Puede hacerlo Alberto? ¿Sol puede quitarme a mi hija?- preguntó angustiado mirándolo terriblemente aterrorizado a los ojos
 -No- aclaró contundente y rotundo, un brillo de esperanza asomó a los ojos de Mario- pero eso no quita que el juez decida otorgarle algún tipo de contacto con ella- aclaró preventivo
-¿Algún tipo de contacto... cómo cuál?- preguntó interesado Ricardo
 -Puede decidir solo otorgarle algunas visitas, o puede que algún que otro fin de semana cada cierto tiempo, o...- Alberto se calló tragando incómodo saliva
-¿O?- repuso alarmado Mario mirándolo con una tremenda desconfianza
-O hasta puede decidir que la pequeña debe pasar semanas alternas y quincenas enteras durante las vacaciones con cada uno de los progenitores- explicó calmadamente
-¡¡Ni loco permito yo eso!! ¡¿Acaso mi hija es un bulto para andar de casa en casa cada semana o qué?! ¡¡Además, yo no dejo nunca más a mi hija con esa basura ni un minuto a solas!!- masculló lleno de asco y rabia Mario apretando tanto los dientes que hasta se le movía la mandíbula contundentemente
-Si el juez lo decide así, no puedes negarte Mario: es su madre- aclaró rotundo Alberto
-¡¿Qué no?!- clamó mirando desafiante al abogado- ¡¡Verás como sí: antes de permitir tal cosa Alberto, cojo a mis hijos y a Lara y desaparezco!!- aclaró totalmente decidido
-Sé que no hablas en serio, que es la rabia y el dolor los que están hablando por ti... pero por si acaso te aviso que ni se te ocurra hacer tal cosa ¿me oyes? O sí podrías perder a Luna para siempre- avisó tajantemente
 -¡¡Ah muy bien!! ¡¡Estupendo!! ¡¡Menudas leyes de mierda que sí le permiten a una mujerzuela que nunca se preocupó ni lo más mínimo de su hija tenga derechos sobre la criatura y su padre, que siempre estuvo ahí al pie de cañón, no tenga derecho a negarse!!- clamó tremendamente ofendido y rabioso Leo
 -¡¡Mi hijo tiene toda la razón Alberto!! ¡¿qué cojones de leyes son esas?! ¡¿Qué mierda de juez puede decidir algo así?! ¡¡Claro que sí muchacho: coge a tu familia y lárgate de aquí cuanto antes!!- lo apoyó también lleno de rabia y ofensa Pedro provocando una alterada conversación apoyando la idea de Mario entre Pedro, Lucía, Leo y Ricardo
-¡¡Vamos a calmarnos todos ¿vale?!!- elevó rotundamente la voz Alberto callándolos al instante, aunque todos lo miraron muy ofendidos- no nos adelantemos a los acontecimientos, no sabemos lo qué esa mujer reclama, esto solo dice que el demandante pide una revisión sobre la custodia de la pequeña… tenemos que esperar a ver lo que demanda antes de exasperarnos- expuso algo más sereno intentando calmar los ánimos agitando la citación en su mano- y os juro que haré todo lo posible y más para que esa mujer tenga los menos privilegios posibles sobre nuestra chiquitina ¡¿Ni que no me conocieras, joder Richi?!- expresó fastidiado mirando ofendido a su gran amigo más que cliente, todos lo miraron más aplacados- el miércoles será la vista con el juez y entonces sabremos a qué atenernos; pero hasta entonces: mantengamos la calma ¿vale? Creo que Mario ya está bastante alterado sin que lo desquiciéis más; y nuestra Larita y la chiquitina ya bastante nerviosas para que las mortifiquemos más aún ¿no creeis?- añadió con represalia y todos bajaron la cabeza reconociendo que Alberto tenía razón; él tomó aire profundamente soltándolo muy lentamente para serenarse también
 -¿Mi pequeña tendrá qué presentarse?- preguntó aterrado Mario mirando afligido al abogado
 -No, tranquilo, solo tú y yo; es una vista previa para saber lo que pide… nada más- lo tranquilizó amistoso, Mario asintió con la cabeza respirando más tranquilo- ahora me voy, tengo que ponerme en contacto de inmediato con Gerardo, el investigador privado: quiero que se entere cuanto antes de la más mínima cosa sobre la vida de esa mujer que pueda ayudarnos a parar esto- aclaró decidido y todos asintieron con la cabeza- te llamaré si necesito alguna cosa, si no quedamos para miércoles en la puerta del juzgado- le indicó a Mario devolviéndole la citación
-Muchas gracias Alberto- expresó muy agradecido Mario
-Tranquilo ¿vale? Verás como todo se arregla- repuso animoso y Mario por fin sonrió algo más animado; Alberto se marchó
-Disculparme, voy a ver cómo está Lara- expuso muy pausado Mario saliendo de la sala.
En el dormitorio de Lara se encontró al doctor hablando en susurros con nana junto al ventanal alejados de Lara que estaba acostada y parecía dormida sobre la cama cubierta con el edredón gris oscuro y Luna recostadita a su lado acariciándole dulcemente la frente
-Papi- lo llamó animada al verlo aparecer pero sin apenas levantar la voz, Mario le sonrió amoroso acercándose al doctor y a nana
-¿Cómo la ha encontrado doctor?- se interesó inquieto mirando preocupado a Lara
-Bien, muy nerviosa y alterada pero ambos están perfectamente; le he dado un sedante suave para que se tranquilizara y creo que dormirá toda la tarde y noche- explicó muy amable y Mario asintió con la cabeza sonriéndole agradecido- ¿Han acabado de hablar en la sala? Porque necesito irme y no quería molestar con mi interrupción- expuso muy atento
-Sí, ya hemos acabado; muchas gracias por haber venido tan rápido doctor- agradeció mostrándole amistoso su mano
-No hay de qué, por nuestra Larita, lo que haga falta- aclaró desenfadado estrechándole cordial la mano que Mario le ofrecía y él le sonrió agradado- si algo ocurriera o se pusiera de nuevo muy nerviosa, no dude en llamarme: sea la hora que sea ¿entendido?- añadió amable y servicial recogiendo su maletín y Mario asintió con la cabeza; el doctor salió del cuarto acompañado de nana y Mario se acercó a sus dos hermosas mujercitas, Luna le sonrió feliz al verlo acercarse
-¿Qué tal se ha portado Alejandro mi ardillita?- preguntó besando súper amoroso la cabecita de su pequeña al tiempo que cerraba momentáneamente los ojos intentando borrar de su mente todo lo antes vivido
-Bien papi ¿sabes que a veces se mueve como una culebrita? ven, pon la mano aquí y ya verás- lo invitó divertidamente animada posando su manita sobre el vientre de Lara, Mario rió enternecido y obedeció a su pequeña sentándose al borde de la cama; esperaron un rato y de pronto el bebé se movió de un lado a otro del vientre de Lara muy despacio como si no quisiera despertar a su madre -¡¿Lo has notado?!- exclamó emocionada Luna mirando con sus preciosos ojos color miel abiertos como platos a su padre que rió encandilado por sus dos hijos maravillosos
-Sí mi ardillita, claro que lo sentí cielo mío- expresó deleitado cogiendo a su hija en brazos y la besó con verdadera pasión en la mejilla- anda mi amor, ve a jugar que yo me quedo con Larita- resolvió besándola de nuevo en la mejilla antes de dejarla en el suelo
-Vale, pero estoy ahí en mi habitación por si me necesitas ¿de acuerdo?- aclaró resuelta y su padre volvió a sonreír tierno mientras afirmaba con la cabeza. Al salir Luna del dormitorio por la puerta que comunicaba con el cuarto de a lado, Mario tomó su sitio recostándose a lado de Lara mientras la besaba apasionado en la frente
-¿Mario?- murmuró ella entre sueños
-Sí mi ángel, soy yo; descansa- le susurró meloso besándola de nuevo en la frente
 -¿Y Luna? ¿Qué ha dicho Alberto, Mario?- preguntó impaciente aunque con voz adormilada e intentando abrir los ojos pero el sedante ya hacía efecto y no lo consiguió
-Tú tenías razón como siempre mi ángel: Sol no puede quitarnos a nuestra pequeña amor mío, descansa tranquila- le susurró dulcemente al oído mientras la recogía amoroso entre sus brazos, Lara sonrió al fin serena al tiempo que soltaba un profundo suspiro de alivio y, rodeándole el cuerpo con sus brazos, volvió a dormirse sobre el pecho de Mario. Él también comenzó a relajarse algo pero, al tiempo que se iba relajando, un terrible martilleo en su sien izquierda iba cada vez más en aumento; cerró los ojos y empezó a masajearse la zona dolorida con los dedos de su mano izquierda
-¿Te encuentras bien hijo?- le sobresaltó la voz de su madre a su lado susurrándole para no molestar a Lara mientras sentía su suave mano acariciándole cariñosa el brazo, no sabía cuánto tiempo había pasado pero el dolor se había triplicado haciéndose casi insoportable, intentó abrir los ojos pero le costaba horrores y su visión ya era muy borrosa, negó con la cabeza cerrando de nuevo los ojos- ¿Jaqueca del disgusto?- se interesó dulcemente y el volvió a negar con la cabeza; aquello ya no era un dolor de cabeza ni una jaqueca, aquello ya era una migraña en toda regla- está bien ¿Trajiste los medicamentos, verdad?
-Siempre hay en la guantera del coche por si acaso…-le respondió en apenas un hilo de voz -Tranquilo, ahora regreso con ellos- habló con dulzura besándolo amorosa en la sien y salió tan sigilosa del dormitorio como había entrado.
 -¿Cómo se encuentran los muchachos?- se interesó Ricardo al verla aparecer de regreso en la sala -Lara parece dormir tranquila pero Mario se empieza a encontrar muy mal- contestó sin detener su paso hacia la puerta de la calle
-¡¿Qué le ocurre?!- se alteró Ricardo y, tanto él como nana junto a su esposo Pedro y su hijo Leo que seguían también en la sala, se levantaron al tiempo de los sofás mirándola inquietos
-Sufre de migrañas y al parecer le está viniendo una de órdago, voy a por los medicamentos al coche- explicó saliendo a paso apresurado a la calle.
Al instante siguiente regresó y todos la siguieron al dormitorio encontrándose a Luna con cara de gran pesar mirando a Mario acostado a lado de Lara soltando breves pero intensos quejidos de terrible sufrimiento al tiempo que se apretaba angustiado con ambas manos su cabeza.
 -Papi tiene otra vez migraña abuelita- expresó acongojada
-Lo sé mi ángel, pero ya traigo las medicinas no te inquietes mi chiquita- le habló tranquilizadora mostrándole el pequeño botiquín azul en su mano; la pequeña respiró más tranquila y Lucía preparó la inyección mientras nana se ocupaba de correr los estores para dejar la habitación en penumbras. Lo pinchó en el vientre levantándole levemente la camisa ayudada por una servicial Luna y luego lo cubrieron con el edredón que también tapaba a Lara mientras lo besaban amorosas ambas en la frente; cuando ya se alejaban de ellos, Mario sujetó fuertemente la muñeca de su madre deteniéndola -Mamá, no te separes de Luna... por Dios te lo pido...- balbuceó tremendamente angustiado entre gemidos de dolor
 -No hijo, tranquilo y descansa que yo no me separaré de Luna- le tranquilizó dulcemente volviéndolo a besar tranquilizadora en la frente y se unió a los demás concentrados a pies de la cama donde observaban impotentes el inmenso sufrimiento de Mario.
-¿No será mejor ir a buscar de nuevo a Iñigo cielo?- preguntó muy inquieto Ricardo pasándole el brazo por los hombros a Lucía al tiempo que la besaba amoroso en la sien
-No es necesario, la inyección pronto le hará efecto y se quedará dormido; tranquilo- respondió sonriéndole dulcemente mientras le acariciaba reconfortante la pechera de su camisa verde agua.
 -Yo voy a seguir jugando abuelita- susurró Luna señalando la puerta que daba a su cuarto
-Claro mi niña, pero ya sabes...- le contestó también en un murmullo y posó su dedo índice sobre sus labios indicando silencio
-Ya abuelita: chisss- remarcó resuelta la pequeña imitándole el gesto, todos sonrieron tiernamente encandilados con aquella dulzura de pequeña mientras regresaba a sus juegos en la habitación contigua. Ellos se quedaron un rato vigilando el sueño de la pareja en sumo silencio y muy preocupados hasta que Mario fue bajando la intensidad de sus gemidos al tiempo que parecía irse relajando y se quedó finalmente profundamente dormido. Salieron en silencio del cuarto dejándolos descansar.
-¡Que disgusto se han llevado Santo Dios y todo por culpa de esa mala mujer!- soltó nana con rabia al tiempo que rompía a llorar intensamente por toda la tensión acumulada
-Tranquila mi viejita, nuestra pequeña es fuerte y Mario no digamos; se pondrán bien- la consoló cariñoso su esposo besándola tierno en la frente
 -Todo por culpa de mi hijo... ¿Por qué rayos tuvo que empeñarse en buscar a esa.... zorra mal nacida sin entrañas?- escupió llena de rencor y enojo Lucía
-¡¡No digas eso Lucía!!- le increpó seriamente Ricardo, ella lo miró confundida- ¡¡ese pobre muchacho solo quiso hacer las cosas bien!! ¡¡Que esa “zorra mal nacida sin entrañas” como bien dices sea aún más rastrera de lo que podíamos imaginar no es culpa de él!!- defendió rotundamente satisfecho el obrar de Mario, Lucía le sonrió complacida y lo besó con pasión en los labios.
A la mañana siguiente, nana regresó a la casa casi cuando aún amanecía como todos lo días y se sorprendió al encontrarse con Lara ya sentada en la cocina tan temprano. Se la veía muy preocupada acariciando afanosa su vientre
-¿Qué ocurre mi niña? ¿Cómo has madrugado tanto?- se interesó acercándose a ella y Lara la miró aterrada con los ojos llorosos
-Nana, mi bebé no se mueve desde esta madrugada… Llevó toda la noche despierta y no se movió ni un poquito- lloró angustiada, nana quedó sin aliento pero la abrazó tiernamente
-Serán por los nervios que tienes desde ayer, no te inquietes aún más de lo que ya estás mi niña, intenta serenarte… mientras iré a llamar a Mario para...- habló intentando mantener la calma para no inquietarla más
-¡No nana!... ¡A Mario, no!- clamó angustiada sujetándola rápidamente del brazo deteniéndola
-Pero, mi niña…
 -Por favor, nana: a Mario no le digamos nada hasta saber qué ocurre… ya tiene bastante presión encima en estos momentos y he visto sus medicinas sobre la mesilla, creo que ha sufrido una migraña esta noche aunque yo no me enteré- sollozó acongojada y muy torturada, nana se quedó mirándola desconforme pero tomó aire profundamente
-Está bien, pero cálmate ¿vale?…Llamaré a Leo entonces, él te llevará al hospital- resolvió decidida tomando el inalámbrico de la cocina
-Sí, a Leo mejor nana… llama a Leo- repuso algo más tranquila mientras nana marcaba
-Leo, hijo, ven a casa inmediatamente... ven rápido y trae tu coche- expresó rotunda y colgó mirando a Lara- Ya viene mi niña, ahora intenta relajarte ¿estamos?- le indicó dulcemente acariciándole cariñosa la espalda y Lara intentó obedecer. Apenas pasaran ni cinco minutos cuando entró Leo en la cocina por la puerta de atrás con rostro muy asustado
-¡¿Qué rayos pasa ahora?!- expresó alerta y muy nervioso mirando sobrecogido a Lara y a su madre -Tienes que llevar a nuestra niña al hospital- contestó su madre tranquila pero firme
 -¡¿Al hospital?!- clamó aterrado y se acercó rápidamente a Lara- ¡¿Qué te pasa gordita?! ¡¿Qué tienes?!- se impacientó muy alterado tomándola cariñoso de las manos
-El bebé no se mueve Leo, lleva toda la noche sin moverse- sollozó angustiada apretándole fuertemente las manos a Leo que la miró sobrecogido
-Cálmate gordita, serénate- expresó cariñoso abrazándola dulcemente contra su cuerpo- ya nos vamos al hospital ¿vale? pero verás como todo está bien, ya lo verás- siguió hablando tierno mientras la tomaba en brazos llevándosela al coche rápidamente seguido de nana; la dejó suavemente en el asiento del copiloto y le abrió servicial la puerta de atrás a su madre
 -¿Y Mario mamá?- indagó desconcertado
-Se niega a avisarlo hijo- contestó preocupada su madre mirándolo muy inquieta a los ojos, él movió levemente la cabeza asintiendo y la ayudó a entrar.
Leo condujo a bastante velocidad pero muy habilidoso por la autopista llegando al hospital de la capital en seguida. Mientras él le daba los datos a la recepcionista explicando angustiado el caso, nana acompañaba a Lara sentada en la sala de espera sujetándole tierna las manos. Vinieron a buscarla y se la llevaron rápidamente acompañada solo de nana. Leo aprovechó aquel momento para llamar a casa.
 -¿Diga?- respondió la fuerte voz de Ricardo aunque aún algo adormilada
-Richi, soy yo Leo, estoy en el hospital con mi madre y Lara- le indicó nervioso
 -¡¿Qué le ha ocurrido a mi princesa, Leo?!- clamó aterrado y ya despierto totalmente tras aquella noticia
-¿Qué pasa con Larita?- oyó también por detrás la voz alterada de Lucía
-No se encuentra muy bien y se negó a avisar a Mario para no asustarlo; yo le obedecí para que no se angustiara más pero tienes que avisarlo Richi- indicó impaciente
-Claro hijo, tranquilo, ahora mismo vamos para allá… ¿dónde estás muchacho?
-Me la traje al hospital de la capital, por si acaso- respondió amedrentado
-¿Por qué a la capital y no al hospital del pueblo? ¿Qué está pasando Leo? ¿Qué tiene Lara?- se alarmó al instante
-Richi... dice que el bebé no se mueve desde el disgusto de ayer y yo estoy cagado de miedo colega- sollozó aterrado
-¡¡Ahora vamos hijo, no te muevas de ahí!!- exclamó también lleno de pánico y seguidamente hasta Leo ya solo llegó el tono de haberse cortado la comunicación.
-¿Qué pasa con Larita, Ri?- preguntó muy inquieta Lucía también saltando de la cama al instante como Ricardo hacía y empezó a vestirse autómata imitándolo
 -Leo se la ha llevado al hospital de la capital; Lara dice que el bebé no se mueve desde anoche- le explicó sin parar de vestirse presuroso
-¡¡Oh Dios santo!!- clamó angustiada cubriéndose aterrorizada la boca mientras miraba a Ricardo presa del pánico
-Ve a avisar a tu hijo, cielo; Lara no quiso llamarlo para no angustiarlo aún más- le indicó mientras ya se sentaba al borde de la cama para abrocharse los zapatos que era lo último que le quedaba por vestir; Lucía corrió fuera del dormitorio en dirección al cuarto de Mario.

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