lunes, 24 de agosto de 2015


      Luna se revolvió cambiando de postura y murmuro algo en sueños al pobre Lucero despertando al instante a su padre que sonrió enternecido al escucharla y, al besarla dulcemente en la cabeza, se percató que Lara no estaba con ellos en la cama. Desconcertado por su ausencia, examinó curioso su reloj de pulsera descubriendo que pasaban de las cuatro de la madrugada. Extrañado, revisó la puerta del baño con la mirada por si Lara podría estar allí y, al verla abierta y su luz apagada, la idea de que pudiera haberse puesto indispuesta lo sobresaltó tremendamente. Saltó de la cama rápidamente y corrió descalzo por el pasillo en dirección a las escaleras para bajar al piso de abajo para ver si Lara se encontraba allí pero se detuvo en seco al pasar por delante del dormitorio de Luna y descubrirla acostada en la pequeña cama de su hija.
 Lara, sin poder dormirse, oyó los pasos descalzos y apurados de Mario recorriendo presuroso el pasillo y como se detenían de pronto ante la puerta del dormitorio de Luna. Se quedó quieta sin moverse escuchando como se acercaban a ella por su espalda
-¿Lara?- susurró levemente examinando curioso su rostro por encima de su hombro para comprobar si dormía descubriéndola aún despierta- Lara, amor mío ¿qué haces aquí acostada? ¿acaso te encuentras mal?- preguntó extrañado posando tierno su mano en el hombro de Lara
-Me encuentro bien y solo estoy intentando dormir ¿o no lo ves?- contestó simplemente y sin moverse.
 -Pero mi ángel ¿aquí? ¿Por qué no has venido a nuestra cama? ¿Acaso Luna te molesta ángel mío?- siguió indagando lleno de curiosidad intentando voltearla hacia él pero ella se resistió
-A mi Luna nunca me molesta; era yo la que no quería molestaros a vosotros- respondió apagadamente
 -¿Molestarnos? ¿Tú? Pero ángel mío... ¿a qué viene eso?- expresó sin entender bordeando la cama pero se quedó sorprendido al ver su rostro húmedo y lloroso- ¡¡Dios santo mi vida, has estado llorando ¿qué te sucede Lara?!!- se asustó de sobremanera acuclillándose ante ella y le acarició amoroso las mejillas con el revés de su mano intentando secárselas
-Nada- intentó sonreír pero solo logró realizar una apagada mueca
-¿Cómo que nada mi ángel? Nadie llora por nada cielo mío- insistió meloso sin dejar de acariciarla dulcemente
 -Por favor Mario, déjame tranquila y vuelve a la cama ¿quieres?- expresó ya fastidiada por su insistencia
-No sin ti; anda, vamos a la cama- expresó decidido e intentó destaparla pero ella tiró enérgica del edredón cubriéndose de nuevo
-¡¿Quieres dejarme en paz?! Vuelve con tu hija que yo estoy perfectamente aquí- exclamó radical aunque no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas de nuevo; Mario sintió una dolorosa punzada en el corazón al ver sus ojos inundados de lágrimas junto a su dulce voz sonando tremendamente dolida al pronunciar aquel “tu hija” con casi reproche y entonces se dio cuenta de todo: la había despreciado toda la noche, solo se centrara en la niña excluyéndola de entre ellos. Se sintió mal: molesto y estúpido consigo mismo... ¡¿Cómo había sido tan animal e insensible Dios santo?!
-¡Oh Dios, oh Dios, mi ángel: perdóname cielo mío, perdóname, perdóname!- repitió terriblemente arrepentido abrazándola fuertemente contra él mientras las lágrimas inundaban sus ojos- Soy un burro idiota e insensible, me he centrado en mi dolor sin tener en cuenta el tuyo ángel mío, no sé cómo pude hacer tal cosa... ¿cómo he podido comportarme tan rastrero, santo Dios? ¿Cómo pude dejarte así de lado amándote tanto como te amo vida mía?- expuso bochornosamente afligido oprimiéndola aún más contra su pecho mientras la besaba dulcemente en la cabeza
-Mario, por favor, basta…- sollozó derrotada doliéndole ahora aún mucho más verlo sufrir tan acongojado por su comportamiento que su desdén de aquellos dos días
-No mi ángel, no puedo, no tengo perdón- expresó lleno de angustia y le tomó la cara entre sus manos mirándola con un amor infinito a los ojos y ella se sintió tremendamente mal al ver sus lágrimas- Te quiero tanto y me comporto como un imbécil: ¡Si tú eres su madre mi amor! Y yo la acaparo sin darme cuenta dejándote de lado ¿cómo pude hacer algo así Dios santo?- siguió exponiendo pesaroso besándola en los labios dulcemente, ella sonrió tranquilizadora
-No importa mi vida, cálmate, yo lo comprendo- repuso amorosa acariciándole compasiva las mejillas secándole aquellas incontrolables lágrimas que tanto daño le estaban haciendo verlas
 -Pues explícamelo porque yo no lo entiendo mi ángel, no pudo comprenderlo y mucho menos perdonarme: tú siempre estás ahí vida mía, a nuestro lado, hiciste de esta casa un verdadero hogar, una familia, y siempre estás procurando nuestra tranquilidad y felicidad... ¿y yo que hago al primer contratiempo que se presenta? te dejo de lado apartándote y excluyéndote, y no solo de mí, sino de Luna a la que sé de sobra que amas con pasión ¿cómo pude hacer tal cosa amor mío? ¿cómo?- expresó sin consuelo y lleno de pesadumbre
-Porque aunque sé que me quieres con locura, porque lo sé... eres un padre increíble volcado en cuerpo y alma en tu hija, ella es tu vida Mario, tu verdadera pasión; y en estos seis años viviendo los dos solos habéis formado un vínculo tan extraordinario, una unión tan bonita e increíble que no podéis romper tan fácilmente aunque haya aparecido yo y me queráis con locura ambos- explicó con una claridad y una serenidad algo indescriptible comprendiendo hasta ella misma en aquel momento los sentimientos de Mario, él tragó anonadado saliva, oír hablar a aquella mujer tan dulcemente claro era algo extraordinario y sintió como su amor por ella crecía de manera espectacular, sin saber que decir ni encontrar palabras que definieran lo que en aquel momento sentía, solo pudo acariciar tierno sus mejillas de nuevo- ¿y sabes una cosa cielo mío? Creo... no, estoy segura que Sol también lo sabe y por eso hace todo esto: no quiere hacerte daño a ti ni le interesa para nada Luna... solo quiere destruir lo nuestro amor mío, pero no se lo vamos a permitir- aclaró con decidida rotundidad, Mario sonrió encandilado y profundamente enamorado de aquella preciosidad que tenía delante
-Vida mía... además de arrebatadoramente hermosa, eres maravillosa por dentro y muy inteligente amor mío; claro que no lo vamos a permitir, ni esa ni nadie nos apartará jamás el uno del otro amor mío ¡¡jamás!!- declaró lleno de complacencia y ambos se sonrieron dichosos y íntimamente cómplices- ¡¡Dios santo!! ¿qué haría yo sin ti a mi lado ángel mío?- clamó pleno de pasión abrazándola fuertemente contra su cuerpo, Lara sonrió feliz al fin- vámonos a la cama mi vida, regresa al lugar que te corresponde porque te lo has ganado con creces y te lo mereces casi más que yo ángel mío- resolvió decidido y la tomó en brazos llevándosela al dormitorio principal y la acostó suavemente a lado de Luna- este es tu lugar cielo mío, junto a tu hija- expresó lleno de deleite besándola complacido en los labios; ella no podía dejar de sonreír y llorar al tiempo conmovida de felicidad. Mario se acostó al otro lado de la pequeña dejándola en medio de ambos mientras no podían dejar de mirarse plenos de dicha y amor a los ojos; estiró su brazo por encima de la almohada y empezó a acariciarle tierno la cabeza de Lara- ¡Así para toda la vida mi bien: siempre juntos los cuatro!- declaró contundente y lleno de orgullo sujetando amoroso con su otra mano libre la mano que Lara posaba dulcemente sobre el cuerpecito de Luna
 -Claro que sí mi vida: para siempre- remarcó rotunda y se sonrieron amantes- ¿Sabes que te quiero muchísimo, verdad?- expresó con un amor increíble sin poder contener lágrimas de emoción, él también sonrió humedeciéndosele los ojos
-No tengo ninguna duda de ello amor mío; ahora, lo que me tiene muy intrigado es... ¿cómo puedes hacerlo tanto siendo yo tan imbécil?- declaró tremendamente arrepentido de nuevo y ella rió divertida -Porque eres un imbécil maravilloso que, aunque cometes algunos errores, después tienes unos detalles increíbles como este por ejemplo que me vuelven loca- resolvió chistosa y él rió explayado -Te quiero mi ángel… con locura y dedicación, nunca lo dudes; no sé que sería ya de mí si me faltaras, mi vida- expresó apasionado y atrapó la boca de Lara besándola con tanta entrega y tanto amor que Lara se sintió dichosa de nuevo. Él se retiró muy despacio y le acarició tierno de nuevo la cabeza mientras la miraba con tremenda picardía en los ojos- es cierto que quiero muchísimo a nuestra hija... pero hay veces, como en este preciso momento, que me gustaría no quererla tanto y estar los dos solitos...- murmuró ardiente, ahora fue Lara la que rió a carcajadas.
Se quedaron dormidos, ni la alarma del reloj oyeron; Mario saltó sobresaltado de la cama al comprobar que tenía el tiempo justo para llegar al trabajo. Lara intentó levantarse para ir a hacerle el desayuno mientras él se vestía presuroso, pero él se acercó a ella deteniéndola
-No te levantes mi ángel, que yo ya desayunaré en el parque de bomberos cuando llegue- expresó amoroso besándola en los labios con gran dedicación y pasión- descansa tranquila y no te preocupes de nada, que Luna no vaya a la escuela, disfruta del día con ella; yo me encargo de avisar al colegio- le susurró sin poder dejar de saborear aquellos deliciosos labios que siempre le entregaban tanto amor que lo enloquecía; haciendo un tremendo esfuerzo, al fin se retiró de ellos y salió del cuarto; pero al segundo siguiente volvió a entrar y volvió a besarla apasionado en la boca- Perdóname por ser tan estúpido mi vida ¿me perdonas?- suplicó meloso y ella sonrió dulcemente asintiendo con la cabeza- perfecto, ahora sí me voy y no olvides que te amo con pasión vida mía- expresó pleno de amor y ahora sí se marchó. Lara sonrió pletórica de felicidad, cómo amaba a aquel hombre Dios santo, lo amaba tanto que hasta dolía... sin poder dejar de sonreír, abrazó a su pequeña contra su cuerpo con todo aquel inmenso amor que sentía dentro, parecía increíble como también quería a aquella chiquitina sin ser nada de ella. Si algo llegara a sucederle estaba segura que se moriría de pena. Oyó como Leo entraba en casa y se dirigía a la cocina sin apenas hacer ruido. Otro que también tenía un sitio enorme en su corazón, el tremendo cariño y la absoluta dedicación que siempre le había demostrado desde muy pequeña era algo indescriptible. Besó con pasión la cabecita de su pequeña y se levantó despacio para no despertarla, salió del cuarto mientras se cubría con su bata y el delicioso olor a café haciéndose empezó a inundar la casa.
-Buenos días mi gordita bella, me dijo Mario que aún dormíais… ¿No te habré despertado yo?- la saludó tierno Leo así la vio aparecer en la cocina, ella le sonrió dulcemente
-No, ya estaba despierta tranquilo- respondió sentándose en una silla y soltó un profundo suspiro sin darse cuenta
-Tienes muy mala cara hoy mi peque preciosa, se nota que no has descansado nada bien- aclaró desalentado pasándole un tazón de café
 -No, tardé mucho en dormirme- respondió desalentada
-Ya lo sé- resolvió desenfadado mientras le daba un sorbo a su café, Lara lo miró sorprendida- Te vi dando vueltas por la casa adelante a oscuras como un fantasma, estuviste hasta muy tarde- aclaró resuelto y ella le sonrió cariñosa
-¿Tampoco eras capaz de dormir?- indagó curiosa
-No; esa vieja loca me tiene la cabeza como un bombo pensando en todo esto- repuso mientras se acababa el café de un trago, Lara siguió mirándolo muy intrigada- Es que no entiendo qué quiere por más que le doy vueltas ¡¿Ahora le viene ese puto amor de madre, después de seis años pasando de nuestra princesita como de la mierda?! ¡¡No me lo creo ni un poco!!- aclaró rotundo
-Solo quiere hacerle daño a Mario, es lo único que busca- explicó convencida
 -¿A qué sí? Eso es lo que pienso yo también… Porque si le interesara realmente su hija hubiera venido antes a por ella ¿o no?- remarcó decidido, ella asintió con la cabeza- No me cabe en la cabeza que haya madres tan despiadadas y desconsideradas que no les importe sus hijos... ¡¡Hasta las ratas cuidan a muerte de sus crías caray!!- exclamó sin dar crédito a todo aquello, Lara movió los hombros sin saber qué decir- ahora, dio con ese santo de hombre que es Mario gordita, porque si por mí fuera: le retorcía el cuello a esa puta sin sentimientos- masculló lleno de rabia y odio
 -¡Leo, no digas eso, por Dios bendito!- reprochó angustiada al oírlo, él la miró incrédulo
-¿Cómo que no peque? Es lo que se merece esa maldita, acabar con ella como con las ratas, que hay que eliminarlas antes de que contagien alguna enfermedad- aclaró repulsivo
 -Por Dios Leo, no… Para algo está la ley ¿no crees?
-¡¡Ja ¿la ley peque?!! ¡¿Qué mierda de ley?! ¡¿Esa buena para nada qué le da la razón a una mujerzuela como esa solo porque "parió" a nuestra chiquita aunque después no se preocupara por ella ni lo más mínimo?! ¡¿Me hablas de esa ley Lara?!- expuso lleno de rencor y rabia desmedida
-Aún no está todo perdido, Leo; todo se aclarará…ya lo verás- instó llena de esperanza
 -Sí, se aclarará, no digo que no... pero por lo pronto mañana esa zorra sin escrúpulos se llevará a nuestra chiquitina- expresó dolido y tremendamente apenado, Lara le sujetó cariñosa la mano apretándosela suavemente
-Vamos a dejar ese tema Leo, ella está a punto de despertar y no quiero que nos oiga- recomendó afligida y él la miró acongojado
-¿Es que Mario aún no se lo dijo?- preguntó inquieto, ella negó con la cabeza- ¡¡Joder; cuánto más tarde, más difícil se hará peque!!- expresó inquieto
 -Lo sé Leo, lo sé... pero creo que el pobre no sabe como afrontarlo- murmuró compungida
-¿Y quién sabe, mi gordita? Ojalá nunca me vea en una situación así o no sé lo qué haría- expresó lleno de pesar y ambos se sonrieron terriblemente conmovidos quedándose en silencio.
Mario aquella tarde volvió a casa más temprano que nunca y encontró a Lara sola en casa descansando en el sofá. Se acuclilló junto a ella y la besó otra vez como la noche anterior: llenándola de tanto amor incondicional que la desbordó de placer.
-¿Cómo estuviste mi amor?- indagó con extrema ternura acariciando amoroso su abultado vientre -Bien, todos estuvimos bien; tranquilo- respondió sonriendo dulcemente
-Y entonces ¿Por qué estás aquí sola mi ángel? ¿Dónde andan eses dos atolondrados?- indagó poco convencido de sus palabras
-Leo se la llevó con él a la otra casa, insistió en dejarme sola para que durmiera un poco pues está empeñado en que tengo mala cara y que debo descansar- explicó fastidiada por la insistencia de su buen amigo y Mario sonrió enternecido
 -La verdad es que sí la tienes mi ángel...- expuso preocupado acariciando tierno las profundas ojeras que Lara tenía bajo sus ojos- ¿Y lo lograste mi cielo?- se interesó esperanzado pero ella negó con la cabeza, él suspiró profundamente y la besó compasivo en la frente.
 -Mario… no quiero agobiarte pero...- empezó a decir con voz cariñosa, pero él le sonrió dulcemente y la besó amoroso en los labios
-Lo sé mi ángel, y tienes toda la razón; así que se lo vamos a decir ahora mismo sin demorarlo más, no te preocupes... pero antes déjame cambiarme de ropa ¿vale?- aclaró sereno y, tras besarla de nuevo en la frente, empezó a subir las escaleras hacia el piso de arriba. Lara observó como las subía muy despacio, como si estuviera inmensamente cansado y derrotado... parecía un condenado a muerte subiendo los escalones del cadalso, y a Lara se le encogió tanto el corazón de la pena tan inmensa que sintió que le dolió terriblemente el pecho y no pudo contener las lágrimas.
 Estaban todos en la sala; Lara sentada junto a Mario en el sofá grande le tomaba nerviosa las manos de Mario entre las suyas mientras que Leo ocupaba en frente de ellos uno pequeño, observaban conmovidos y en un tenso silencio a la pequeña que pintaba tranquilamente en sus folios sobre la mesita de café arrodillada en la alfombra. De pronto, Mario tomó aire profundamente y soltó las manos de Lara
-Luna, cielo, tenemos algo que decirte- empezó a hablar, la pequeña lo miró curiosa y él, sonriendo dulcemente, le tomó cariñoso su manita indicándole que se levantara y la sentó en su regazo; suspiró de nuevo profundamente- Mira, mi ardillita preciosa… mañana vas a ir de excursión- le dijo animado sin dejar de sonreír
-¡¿De excursión?! ¡¿Y a dónde vamos papi?!- indagó entusiasmada
-Mi niña, yo no puedo ir; vas a ir solita… Y la verdad no sé muy bien a dónde te llevan mi chiquita linda, pero sí te puedo decir que te lo vas a pasar de miedo…- resolvió intentando parecer ilusionadamente alegre, ella lo miró expectante a los ojos- Apareció mamá mi cielo, y tiene unas ganas tremendas de estar contigo porque te quiere mucho y te echó muchísimo de menos mi angelito, y yo sé que te va a llevar a un sitio muy bonito...- explicó animoso acariciándole con gran ternura sus mejillas, pero la pequeña hizo un leve gesto de desconfianza con la cabeza al tiempo que fruncía confundida el ceño
-¿Mamá, papi? ¿Qué mamá?- interrogó sin comprender
 -¿Cómo “qué mamá” mi ángel? Pues tu mamá, la única que tienes mi ardillita- aclaró desenfadado Mario, ella se puso muy seria de repente
 -Mi única mamá es Larita, papá; no tengo ni quiero otra mamá- resolvió tajante asombrando a todos que abrieron atónitos sus ojos, pero más a Lara que quedó sin respiración al escuchar aquella definitiva y totalmente sincera declaración de la pequeña
-¡¡Mi niña preciosa!!- exclamó emocionado Mario llenándosele los ojos de lágrimas y, abrazándola tremendamente conmovido contra su cuerpo, la besó apasionado en la frente- lo sé mi ángel, sé que para ti Larita es tu verdadera mamá... pero Sol quiere verte mi ángel...
-Pues si quiere verme que venga aquí: yo con esa no voy a ningún lado y menos sola- resolvió decidida e intentó bajarse de las piernas de su padre; pero Mario la retuvo sujetándola por los bracitos poniéndola de nuevo frente a él
-No puedo negarme corazón, entiéndelo- expuso atrapado mirándola desarmado a los ojos, la pequeña empezó a morderse nerviosa el interior de su mejilla
-¿Por qué papi?- preguntó mirándolo desconfiada a los ojos
-Porque no puedo mi cielo… yo no puedo negarme a que vayas con ella...- expresó apagadamente, estaba perdiendo todas sus fuerzas y Lara le apretó suavemente el brazo intentando inyectarle valor -Pero dile que no eres tú el que no me deja ir, que soy yo la que no quiero estar con esa mujer y listo papi- solventó resulta intentando bajarse de nuevo de sus rodillas pero su padre nuevamente lo evitó obligándola a mirarle otra vez a los ojos. Leo observaba todo muy callado acariciándose nervioso el mentón
-Luna, escúchame: no es cosa de que lo quieras o no mi niña, es que tienes que ir- habló ahora sí mucho más tajante Mario mirándola fijamente decidido a los ojos
-¡¿No me oyes o qué?! ¡¡YO-NO-QUIERO-IR!!- pronunció rotunda desafiándolo con la mirada -¡Luna por Dios bendito no me lo hagas más difícil joder…!- reclamó ya crispado Mario apretando los bracitos de su hija dando muestras de que ya había perdido toda su paciencia. Lara volvió a oprimirle dulcemente el brazo y él, mirándola totalmente derrotado, suspiró profundamente y aflojó la presión sobre los brazos de la pequeña
-¡¡Pues sí no quiere ir que no vaya hostias!!- exclamó también alterado Leo
-¡¡Leo, no lo hagas tú aún más difícil de lo que ya está siendo caray!!- le regañó duramente Lara y él bajó abochornado la cabeza- ven aquí mi chiquita...- dijo más amorosa recogiéndola a la pequeña del regazo se su padre y sentándola en sus rodillas, la pequeña se recostó contra su pecho y Lara empezó a acunarla suavemente mientras la besaba tierna en el pelo- A ver mi vida, entiende a papi: él tampoco quiere que vayas mi ángel, pero un señor con mucho poder nos obliga a hacerlo- le explicó con una ternura increíble, la pequeña la miró entristecida a los ojos- mi cielo, solo es un día mi amor lindo: ¡un día nada más! Y sé que lo vas a pasar muy bien, mi ángel, te lo aseguro- siguió hablando dulcemente
-¿Puedes venir tú conmigo mamaita?- preguntó asustada y llorosa acongojando a Lara tremendamente al oírla llamarle así
-No mi vida, yo no puedo ir tampoco- expuso conmovida besándola compasiva en la frente
-Pues yo tampoco voy- remarcó tozuda de nuevo volviéndose a recostar contra el pecho de Lara que tomó angustiada aire hondamente, Mario resopló desarmado pasándose inquieto las manos por el pelo
-¡Por favor Luna, compréndelo ardillita, no podemos hacer nada: ese señor nos obliga a hacerlo y debes ir...!- casi suplicó afligido Mario, la pequeña levantó la mirada clavándole a Lara unos ojos llorosos y extremadamente tiernos que le destrozó el corazón
-Mami, no me dejes ir… yo no quiero separarme de Alex- sollozó suplicante y Lara ya no pudo contener más la presión
-¡¡Oh Dios santo, mi niña!!- exclamó afligida rompiendo a llorar desconsolada, Mario abrazó a ambas fuertemente a él rompiendo a llorar también
 -Lo siento mi vida, lo siento mucho; pero nada podemos hacer mi chiquita preciosa- repuso pesadamente entre lágrimas beando en la frente a su hija
-Pero tú me dices siempre que no hable con desconocidos papi… ¿y ahora me obligas a que vaya con uno?- le chantajeó inteligentemente; él tomó aire profundamente y se retiró para verla directamente a los ojos
-Lo siento Luna... pero mañana irás con tu madre y no hay más que hablar- fue tajante, rotundo, seco, dejando a la pequeña desubicada y mirándolo sin comprender; Mario se levantó raudo del sofá saliendo al instante siguiente de la casa dejándolos a todos pasmados. La niña miraba suplicante a Lara mientras no cesaba de llorar silenciosamente; Lara posó amorosa su mano en la cabeza de su pequeña acomodándola contra su pecho de nuevo y volvió a acunarla suavemente mientras las lágrimas también corrían sin cesar por sus mejillas. Leo las miraba hundido y con el corazón roto sin saber que decir o hacer para calmar tanto dolor que estaban sufriendo aquellas dos mujeres a las que él tanto quería
-Mami...- clamó la pequeña en apenas un murmullo acongojada por la tristeza aferrándose aún más al cuerpo de Lara
 -Sé fuerte mi niña que solo será esta vez mi ángel; te juro que solo será mañana, te doy mi palabra- expresó besándola con pasión en la cabeza
-¡¡Por Dios bendito Lara; no puedes prometerle eso, peque!!- exclamó sobrecogido Leo mirándola completamente alarmado
-¡¡Sí puedo y lo hago!!- clamó con tremenda decisión dejando pasmado al pobre muchacho que la miraba incrédulo- ¡¡Mi hija solo irá esta vez con esa mujer, solo; aunque tenga que hacer una locura!!- aclaró rotunda y se quedó callada acunando dulcemente a su pequeña contra su pecho mientras la besaba repetidamente en la cabeza llena de pasión.
Mario no volvió hasta muy entrada la noche. Lara y Leo lo esperaban preocupados sentados en la sala, así oyeron sus llaves abrir la puerta, Lara corrió a entre sus brazos abrazándose angustiada a él que la recogió amoroso
 -Perdona mi vida por haberme retrasado... pero no podía enfrentarme a ella de nuevo- le explicó abatido oprimiéndola suavemente contra su cuerpo
-¿Dónde estuviste? Es muy tarde- le preguntó muy asustada
-Dando vueltas por el parque… No quise preocuparte y menos dejarte sola con todo esto, pero no podía volver… las piernas no me traían a casa mi ángel… ¡¡Dios vida mía!! ¿Qué habría hecho si no estuvieras tú a mi lado?- exclamó afligido oprimiéndola fuertemente contra él de nuevo
-Bueno, tranquilízate; Ahora vas a comer algo y descansa… mañana va a ser duro mi rey y debemos estar fuertes- le dijo cariñosa acariciando tiernamente sus mejillas, él la besó en la frente
-No quiero comer nada cielo, tengo el estomago muy revuelto… Me voy a acostar, creo que mañana no voy a encontrarme bien- expuso apretándose las sienes con una sola mano y con cara de real preocupación
-Tómate ya las pastillas, no esperes a que empeore; mañana no puedes fallar mi amor… mañana no puedes dejarla sola- aclaró mirándolo conmovida, él afirmó con la cabeza y subió las escaleras completamente derrotado y abatido. Lara lo miraba llena de consternación y una pena grandísima. Leo se levantó del sofá y se acercó a ella pasándole cariñoso en brazo por sus hombros
-Ve con él, gordita, no lo dejes solo ahora; no te preocupes que yo cierro todo antes de irme a casa- se ofreció compasivo, Lara asintió con la cabeza y tras besarle agradecida las mejillas, siguió a Mario encontrándoselo en el cuarto de Luna sentado al borde de su camita mirando con pasión a su hija mientras le acariciaba con gran ternura su cabecita.
 -¿Quieres que nos la llevemos a nuestra cama?- propuso animosa, él afirmó con la cabeza y la recogió con cuidado llevándosela a su cama y la acostaron entre ellos como la noche anterior. Pasaron toda la noche sin dormir mirando con un amor infinito a su pequeña.

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