sábado, 22 de agosto de 2015


     Mario y sus compañeros, acabado su turno, se despedían a las puertas del parque de bomberos para cada uno marcharse de regreso a sus hogares. Todos le rodeaban dándole ánimos para lo que se le presentaba al día siguiente.
-¿De verdad estás preparado para lo que pueda suceder mañana?- le preguntó preocupado su amigo Arturo cuando ya se quedaron solos apretando animoso el hombro de Mario que resopló no muy convencido- ¿quieres que Laila y yo estemos allí para apoyarte? Sabes que no hay problema ninguno- se ofreció rápidamente y realmente amistoso
-No, que va, tranquilos; ya estará mi madre y Ricardo, no te preocupes; además todo va salir bien, ya lo verás- le agradeció sonriéndole algo más animado
 -Claro que sí compañero, claro que sí- expresó esperanzado y se abrazaron fuertemente- ya lo sabe tu abogado pero repitéselo y que no lo olvide: Laila y yo estamos dispuestos a declarar que estuvimos presentes de que fuiste tú solo quien atendió siempre a nuestra pequeña ardillita; también, por supuesto, todos los compañeros como bien lo has oído- expresó decidido
-Lo sé amigo mío, lo sé, y mil gracias de nuevo; pero te repito lo mismo que les dije a ellos: Alberto prefiere esperar a ver qué pasa mañana antes de empezar a sacar testigos- expresó agradecido y se sonrieron conformes- bueno, me voy que me muero de ganas de ver a mi ángel- expresó lleno de deleite abrazando de nuevo a su buen amigo que sonrió alegre y empezó a alejarse de Arturo en dirección a su coche aparcado al otro lado de la explanada
 -¡Dale un besazo a esa preciosidad y, por supuesto, a nuestro bomberito de mi parte!- elevó la voz Arturo y él volvió la cabeza para mirarlo mientras sonreía complacido y elevaba su mano en señal de que lo haría- ¡¡cuidado Mario!!- gritó sobrecogido al ver como aquel Mercedes negro aparecido de la nada se echaba encima de su buen amigo; Mario se volvió rápidamente al tiempo que un poderoso frenazo sonaba justo delante de él, echó inconscientemente las manos al capó del coche encontrándose con el morro del vehículo detenido casi rozándole sus piernas, sus ojos abiertos como platos del sobresalto que llevara se encontraron con el rostro de Sol al volante del vehículo sonriendo cínicamente
-¡¿Estás loca imbécil?! ¡¿Qué carajos te propones Sol?! ¡¿Qué cojones quieres?!- gritó furioso mirándola llena de odio mientras su corazón seguía latiendo frenético del gran susto que se había llevado
-Hablar contigo- respondió muy serena descendiendo desenfadada del coche
-Yo no tengo ni quiero hablar nada contigo, maldita estúpida; ya mañana hablarán lo que tengan que hablar nuestros abogados- resolvió rotundo y echó a andar hacia su coche dándole la espalda
-¡¡Creí que podríamos llegar a un acuerdo antes de mañana para que mantuvieras a tu “bonita familia feliz” unida, pero al parecer... me equivoqué!!- expresó con sarcástico recochineo, él se detuvo pero no se volvió
-¿Qué pretendes Sol?- interrogó escamado pero muy interesado; Arturo los observaba desde la entrada del parque de bomberos sin moverse
-¿Por qué no me miras Mario? ¿Acaso aún te excitas solo con verme como te ocurría antes y por eso lo evitas?- pinchó maliciosa
-Si no te miro no es porque me excites, ilusa engreída, es porque no soporto ver tu cara estúpida; me das asco Sol- escupió déspota volviéndose y mirándola con desprecio, sin embargo ella sonrió cínica -¡Venga ya! ¿Acaso me vas a decir que esa muchachita insulsa e insignificante te satisface como yo lo hacía Mario? ¡No me lo creo!- expresó vanidosa mirándolo con aquellos ojos grises llenos de pasión y deseo
-Ella es mucho más mujer que tú cien veces y no solo en la cama: me demuestra día a día que quiere a mi hija más de lo que nunca la quiso su puñetera madre- le reprochó con gran satisfacción mirándola desdeñoso
-¡¡Sé que estás mintiendo, es imposible que esa cándida e insustancial mujercita te haga sentir ni la mitad de aquel fuego y pasión que yo provocaba en ti!- añadió satisfactoriamente orgullosa- ¡¡Y claro que cuida bien de tu hijita, esa poquita cosa solo puede servir de eso: de niñera!!- exclamó despreciativa y soltó una burlona carcajada
-¡¡Mira maldita estúpida...!!- bramó furioso y con solo dos pasos se acercó a Sol; de pronto e inesperadamente, sujetó el cuello de Sol con una de sus manos mirándola lleno de ira- ¡¡Deja en paz a mi mujer o yo te mato, te juro que te mato ¿me oyes?!!
-¡¡No Mario!! ¡¿Qué haces joder?! ¡¡Suéltala!!- gritó aterrado Arturo y corrió a su lado ntentando acto seguido soltar la mano de Mario de alrededor del cuello de Sol pero pudo comprobar que, muy inteligentemente, solo lo estaba sujetando sin llegar a apretar; Sol volvió a reírse burlona
-Recuerda que la sentencia de divorcio aún no salió Mario, así que YO sigo siendo “tu mujer” y esa solo es “la otra”, tu “vulgar y sosa amante”, no lo olvides- expresó altiva mirándolo provocadora
-No por mucho tiempo a Dios gracias- expresó con satisfacción y esbozó una sonrisa complacida -Eso ya lo veremos... la cosa puede alargarse ¿sabías?...- repuso desafiante mientras sonreía con desfachatez burla, Mario apretó furioso sus dientes provocando que sus mandíbulas se movieran frenéticas ¡¡Dios, como deseaba apretar su mano con todas sus fuerzas y acabar con todo aquello allí y de una puñetera vez...!!
-Suéltala Mario, por Dios bendito: ¡¡suéltala ya!!- volvió a intermediar Arturo intentando de nuevo apartar la mano de Mario de alrededor del cuello de Sol detectando que su gran amigo estaba a los límites de cometer una locura; él esta vez sí obedeció y por fin soltó su mano, pero seguía con los ojos tan cargados de venganza y supremo odio hacia Sol que asustaba- vete a casa amigo mío, por Dios te lo pido: vete a casa- le recomendó nervioso empujándolo suavemente por el pecho en dirección a su coche apartándolo de Sol que tenía sus ojos clavados en los de Mario mirándolo pendenciera, él obedeció y, lentamente, se apartó de ellos encaminándose hacia su coche de espaldas sin apartar sus ojos de los de Sol
-¡¡Dime la verdad Mario ¿Al hacer el amor con esa insignificante ridícula no me extrañas?!! ¡¿No echas de menos nuestras noches de pasión que disfrutábamos casi como salvajes?! ¡Tienes que extrañarme a narices Mario; porque esa poca cosa con la que estás viviendo es imposible que te haga vibrar en la cama como yo hacía!! ¡¿Piensas en mí aún cuando la follas, verdad?!- gritó provocadora y descarada, Mario volvió a apretar frenético sus mandíbulas cerrando furioso sus puños
-¡¡Hija de la gran puta, yo te mato!!- gritó lleno de odio y dio dos pasos decididos hacia ellos de nuevo
-¡¡Mario, por favor no lo jodas todo!! ¡¡Piensa en ese ángel que te está esperando en casa; ve con ella y no mires atrás diga lo que diga esta víbora!!- clamó alterado Arturo deteniéndolo, él se paró unos segundos y obedeció a su buen amigo volviéndose hacia su coche sin mirar atrás-¡¡Y tú cállate de una puta vez babosa sinvergüenza!! ¡¡Métete en tu coche y desaparece de mi vista!!- exclamó desdeñoso agarrando fuertemente por el brazo a Sol y obligándola a entrar en su coche
-¡¡Suéltame imbécil; tú no eres quién para echarme de ningún lado estúpido!!- protestó furiosa intentando soltarse de la sujeción de Arturo
-¡¡Lárgate de aquí, regresa al maldito agujero donde estuviste hasta ahora y del que nunca debiste haber salido rastrera sin entrañas!!- siguió exponiendo despreciativo haciendo caso omiso a sus protestas y la sentó dentro de su flamante coche- ¡Y como me entere de que vuelves a acercarte a Mario, seré yo quien te mate con mis propias manos ¿entendido?! ¡¿No crees que ya le has hecho bastante daño Sol?! ¡¡Déjalo en paz ahora que vuelve a ser feliz maldita desgraciada!!- indicó por la ventanilla abierta tras cerrarle la puerta después de lograr sentarla ante el volante, ella sonrió cínica poniendo en marcha el motor de su coche
-Escúchame bien gilipollas: eso no lo sueñes ni tú ni él; haré hasta lo imposible, le daré dónde más le duele, y si eso es quitarle a ese estorbo de niña lo haré, pero tu amiguito Mario no volverá a ser feliz en su puñetera vida- declaró cruel y vengativa dejando a Arturo tremendamente sobrecogido al oírla y salió de allí a toda velocidad haciendo chirriar las ruedas en el asfalto; Arturo se quedó mirando como se alejaba terriblemente inquieto por sus despiadadas palabras.
A la mañana del día siguiente, Lara sentada al borde de la cama observaba muy inquieta como Mario se anudaba la corbata azul oscura sobre su impecable camisa blanca frente al espejo de cuerpo entero que había en el dormitorio. Mario la miró a través del espejo y le sonrió dulcemente; pero ella solo logró corresponderle con una leve y apagada sonrisa. Él se volvió y, acercándose a ella, se acuclilló delante suya posando tierno sus manos en los muslos de Lara
-Tranquila, mi bien…Todo va a salir de perlas, ya lo verás; Alberto no permitirá que esa se salga con la suya- le habló meloso besándola amoroso en los labios
-Lo sé mi amor- expresó intentando más convencerse a ella misma que tranquilizarlo a él- pero déjame ir contigo Mario, por favor te lo pido...- suplicó por millonésima vez aquella mañana.
-Por favor te lo pido yo a ti mi ángel, comprende que estaré más tranquilo si te quedas aquí con Leo amor mío; no quiero verte cerca de esa harpía cielo mío- insistió acariciando suavemente sus muslos por encima de su bata blanca, ella bajó desmoralizada la cabeza- mi ángel...- expresó lleno de amor tomando aquel precioso y dulce rostro que adoraba entre sus manos tiernamente- no estaré solo vida mía, sabes que allí estarán tu padre y mi madre a mi lado; además vida mía, sabes de sobra que te llevo a ti y a nuestra ardillita siempre en el corazón y la mente; quédate tranquila por favor- insistió rotundamente decidido y ella no pudo más que dedicarle una dulce sonrisa de derrota comprendiendo que aquella vez él no iba a cambiar de opinión por mucho que insistiera. Se despidieron en el porche con un apasionado y prolongado beso y se alejó en su coche mientras no podía apartar sus ojos del espejo retrovisor observando a su adorada Lara que se quedaba cobijada cariñosamente entre los brazos de Leo.
 Ante las puertas del juzgado Nº 17 ya lo esperaban Alberto acompañado de su madre y Ricardo. Lucía corrió hacía él así lo vio llegar abrazándose fuertemente a su hijo
-Tranquila mamá, tranquila- intentó calmarla besándola tierno en la cabeza al tiempo que la oprimía dulcemente contra su pecho, Alberto y Richi se acercaron a ellos
-¿Todo bien hijo?- se interesó amable Ricardo mirándolo animoso mientras le apretaba contundente pero cariñoso el hombro con su mano
-Más o menos Ricardo... Lara se quedó demasiado inquieta- aclaró muy preocupado
 -Ahora no te preocupes por eso, Leo la conoce como a él mismo y sabrá calmarla; tranquilo- aseveró con una confianza extrema que no daba lugar a más dudas
-¿Y mi chiquitina? ¿Cómo está mi dulce ardillita?- se interesó sin poder evitar que en su voz se percibiera que la estaba echando terriblemente de menos, Ricardo le sonrió tranquilizador
-¿Tú qué crees cielito? Ese diablillo está encantada con Pedro y nana que la miman y la dejan hacer casi lo que le da la gana- expresó sonriendo tierna su madre, todos rieron algo más relajados. De pronto a todos se les borró la sonrisa cuando vieron aparecer a Sol enfundada en un hermoso traje rojo que se ajustaba perfectamente a su provocador cuerpo pertrechada en medio de sus dos abogados que caminaban tan decididos y altaneros como ella acercándose a ellos por aquel ancho pasillo. Sol los miraba fijamente con aquellos ojos grises de gata tan impasibles que no dejaban ver ni un resquicio de lo que podía estar sintiendo
-¡¡Cuanto tiempo sin vernos Lucía... ¿acaso no me vas a saludar?!!- expresó desenfadada sonriendo altanera, Lucía solo le dedicó una mirada de medio lado con auténtico desprecio mientras realizaba una mueca asqueada; ella soltó una burlona carcajada- ¡¡Siempre tan expresiva y... cariñosa!!- aclaró jocosa sin dejar de reírse arrogante. De inmediato clavó sus ojos en Mario y su rostro cambió al instante volviéndose meloso y provocativo- hola Mario ¿qué tal has pasado la noche después de nuestro... encuentro de ayer?- expresó con tal osadía y una picardía impresionante dando a entender lo que no era, Ricardo miró a Mario frunciendo confundido y muy intrigado su ceño; a Mario le hirvió la sangre por su desfachatez y apretó fuertemente sus puños para aguantar la presión
-Pues a decir verdad: perfectamente, solo llegar a casa y ver el rostro hermoso de mi dulce ángel, ni me volví a acordar de ti- respondió con una tranquilidad y un despotismo impresionantes que hizo sonreír orgullosa de su hijo a Lucía. Las puertas del juzgado se abrieron apareciendo un alguacil rechoncho y ya entrado en años llamándolos; Sol movió decidida su cabeza
 -Suerte cariñito, a ver qué tan bueno es ese abogaducho tuyo y si es capaz de sacarte de esta- expresó sarcástica intentando acariciarle la mejilla a Mario, pero él apartó rápido su cabeza en un brusco gesto evitándoselo y la miró con desprecio, Sol sonrió vanidosamente y entró en la sala seguida de sus caros abogados
 -¿Preparado?- preguntó amistoso Alberto posando amable su brazo en el hombro de Mario que resopló fuertemente
-No... pero hay que hacerlo- expresó con total sinceridad y Alberto le oprimió compasivo el hombro -No te preocupes, todo va a salir bien- repuso animadamente positivo y Mario tomó aire hondamente soltándolo poco a poco
-Eso me repito yo una y otra vez Alberto, pero mis palabras me suenan tan vanas como las tuyas- expuso preocupado y él le sonrió comprensivo; Lucía volvió a abrazarlo fuertemente
-Tranquilo mi cielo, estamos sentados detrás de ti mi niño precioso- aclaró amorosa besándolo apasionada en la mejilla y Mario le sonrió agradecido siguiendo a Alberto dentro de la sala; Ricardo pasó dulcemente su brazo por los hombros de Lucía y también entraron en la sala. Mario ocupó su lugar junto a Alberto al lado izquierdo de la amplia mesa ante ellos sin poder evitar mirar de reojo a Sol sentada al otro lado de la sala sentada entre sus dos abogados. El orondo alguacil anunció al juez en voz alta y clara el número y de qué se trataba el caso que venía a continuación y el juez dio orden de empezar la vista. Uno de los abogados de Sol empezó a exponer sus reclamaciones...
-Su señoría, nuestra cliente reclama su derecho a visitas continuadas con su hija con la que no pudo tener contacto en seis largos años...
-Porque no le dio la gana- murmuró asqueado Mario, Alberto le apretó una de sus manos que Mario posaba sobre la mesa que tenía delante indicándole que se mantuviera callado
 -Nuestra cliente tiene al menos el derecho de pasar dos semanas al mes con su hija, alternativas o continuadas, eso queda a decisión de su señoría; y pide el mes completo de vacaciones estivales con el libre albedrío de llevarla fuera de la ciudad si así lo decidiera nuestra cliente- siguió exponiendo el abogado de Sol
 -¡Ja, eso no se lo cree ni ella!- soltó déspota Mario y el juez esta vez se le adelantó a Alberto y miró fijamente a Mario llamándole la atención sin decir nada
-¿Esa está loca o qué rayos le pasa?- oyó Mario que le decía Ricardo a Lucía tan asombrado como él a sus espaldas
-Su señoría, lo que pide esta señora es totalmente inviable ya que estamos ante un incuestionable caso de abandono de un menor cuyas consecuencias pudieron ser catastróficas- expuso rotundo Alberto levantándose de su silla cuando el abogado de Sol acabó su alegato- nadie en su sano juicio, y mucho menos mi cliente, accedería a esa petición y claro está nada de permitir que se la lleve fuera de la ciudad... esa mujer que ve ahí, señoría, abandonó a su propia hija con apenas siete meses de vida dejándola sola y desvalida en su cuna hasta que horas más tarde llegó el padre de su trabajo sin preocuparse ni lo más mínimo de las consecuencias que podría haber sufrido la pequeña- alegó con rotundidad Alberto mirando atento al juez que le atendía sin decir nada ni hacer el más mínimo gesto que pudiera entrever lo que pensaba
-¡Señoría!- pidió atención el abogado de Sol poniéndose de nuevo en pie- mi cliente estaba bajo una aguda depresión post parto que la trastornó y perdió toda orientación; tenemos los informes médicos que así lo corroboran...- explicó sacando una carpeta de su maletín que parecía un expediente médico; Mario la miró sin poder dar crédito a lo que oía y se quedó asombrado al ver con que cinismo Sol ponía cara de tristeza y desolación ante el juez intentando darle lástima, aquello lo sacó de sus casillas
-¡¿Qué te duró seis años hija de la gran…?!- exclamó enfurecido levantándose impetuoso y mirándola con un odio implacable, pero el fuerte martillazo que dio el juez sobre su mesa lo calló al instante al tiempo que Alberto le tiraba fuertemente del brazo para indicarle que se volviera a sentar -Colegiado, haga que su cliente guarde silencio o lo echaré de la sala- aclaró tajante pero muy calmado el juez, Mario lo miró abochornado y él le señaló con el martillo- ¡Procure calmarse y cuidado con lo que vaya a decir en mi sala o lo acusaré de desacato ¿entendido?!- lo amenazó contundente y él bajó arrepentido la cabeza
 -Tranquilo hijo, tranquilo- le susurró cariñoso Ricardo posando paternal su mano en el hombro de Mario
 -Su señoría disculpe a mi cliente por favor- intermedió caritativo Alberto posando suavemente su mano en el hombro de Mario- el señor Cabrera está desquiciado porque, aunque esa señorita haya podido sufrir esa… “posible depresión post parto”- expuso con sarcasmo mirando desdeñoso a Sol que mantenía su postura de pobre desvalida- que le duró sorprendentemente seis meses sin dar muestras de ello y la llevó a abandonar a su hija de esa manera cruel y despiadada, lleva seis largos años sin procurar ningún contacto con la pequeña y todos sabemos que estaba viviendo en la ciudad, señoría; no tuvo interés ninguno en hacerlo ya que mi cliente nunca se negaría a que viera a su hija; sin embargo, ella nunca se preocupó para nada de su hija, ni siquiera se molestó en realizar una simple llamada de teléfono para preguntar si la pequeña estaba bien señoría... ¿bien podía haber procurado algún mínimo contacto al menos si realmente le interesaba y quisiera un poco a su hija, no cree su señoría?- añadió con desdén y guardó silencio examinando de nuevo muy interesado el rostro del juez, pero él seguía escuchando sin dar muestras de ningún sentimiento; su rostro se mantenía frío y neutral- señoría: mi cliente crió solo y sacó adelante a la pequeña, se desvivió por ella y nunca la dejó desvalida ni desprotegida; vivió únicamente por su hija con pasión y devoción… nadie puede reprocharle ni siquiera un pequeño desliz, tengo cientos de testigos que podrán demostrar que lo que digo es cierto, jamás se separó de su pequeña bajo ninguna circunstancia ni se le conocen aventuras ni amoríos que pudiera afectar al buen crecimiento de la pequeña que es una niña preciosa y feliz junto a su padre… ¿va a permitir que esa pobre criatura rompa su tranquila y dichosa vida solo porque ahora a esta “señora” le entra un “repentino amor de madre”? Además, señoría ¿no es sospechosamente extraño que no se preocupara lo más mínimo de su hija y, ahora de pronto, le entre este “inesperado amor de madre” justamente cuando mi cliente presenta la demanda de divorcio porque al fin a rehecho su vida felizmente junto a una buena mujer que adora a su pequeña y está a punto de darle un hijo a mi cliente? No sé a usted señoría, pero a mí me parece más bien que, aquí la “señora”, lo que intenta es más destruir la tranquilidad de mi cliente, que interesarse realmente por su hija- indicó con gran sarcasmo
-¡¡Su señoría!!- volvió a reclamar la atención el abogado de Sol- nuestra cliente ha sufrido muchísimo en estos años: cuando se percató de lo que había hecho, cayó en una terrible depresión e intentó el suicidio en varias ocasiones; perdió el contacto con su pequeña porque estuvo ingresada y bajo fuertes tratamientos psiquiátricos… Sabía que en ese estado no podía hacerse cargo de su hija y espero, angustiada, a mejorarse...
-¡Vaya por Dios, que penita me da!- murmuró sarcástico Mario
 -¡¡Venga ya colegiado!! ¡¡Un tratamiento por depresión no tiene por qué durar seis largos años si ella pone de su parte y está realmente decidida a curarse su señoría!- clamó ansioso Alberto pisando la exposición del abogado de Sol- además, eso es una excusa estúpida y sin lógica ninguna mi buen colega: su cliente conoce perfectamente a Mario y sabe muy bien que podía ponerse en contacto con él y exponer lo que sucedía; sabe que Mario nunca le negaría ver a su hija, al contrario, la habría comprendido y, probablemente, ayudado en su… “angustiosa depresión”- explicó sarcástico mirando cínicamente a Sol que le clavó una mirada fría y aterradora
-¡¡Señoría, mi cliente…!!- reclamaba de nuevo muy nervioso el abogado de Sol
-¡¡Basta colegiados!!- atajó contundente el juez golpeando fuertemente su martillo contra el taco de su mesa de nuevo. Guardó silencio y ellos lo imitaron nerviosos. Su mirada intensa y profunda saltaba de Mario a Sol pero ni pronunciaba palabra ni su rostro mostraba ninguna señal de nada; de pronto tomó aire profundamente- aquí ustedes están hablando de muchas cosas muy graves e importantes pero sin mostrar pruebas concluyentes…- examinó sus papeles sobre la mesa que leyó por encima- aquí solo tengo pruebas del colegiado Martín que me demuestran que el padre cuidó y atendió a la pequeña en estos años sin presencia de la madre; la compra de una casa puesta a nombre de la pequeña en caso de que a él le ocurriera algo, una solvente cuenta económica a nombre de la pequeña en donde ingresa cada mes una suma de dinero desde hace seis años…- se calló brevemente y miró fijamente a Mario- Aquí también tengo un documento en dónde usted deja de tutora legal de la pequeña a su madre: Lucía Cabrera por si algo le sucediera… veo que se ha molestado mucho en planear y pensar muy bien el futuro de su hija para no dejarla desvalida... ¿Por qué lo ha hecho señor Cabrera si puedo saberlo?- preguntó muy interesado sin dejar de mirarle fijamente a los ojos
 -Soy bombero señoría, y no estoy libre de sufrir un accidente inesperado en cualquier momento; mi chiquita es lo más grande que tengo en esta vida y, por consiguiente, mi mayor preocupación, no puedo ni siquiera pensar en que mi pequeña sufra alguna necesidad si yo llegara a faltarle- aclaró sincero y muy sereno, el juez movió muy despacio su cabeza asintiendo y siguió examinando el papeleo
-Sin embargo, señores colegiados, a parte de demostrar que la señora Sol Cabrera tiene solvencia económica suficiente para mantener a su hija además de una vivienda de grandes dimensiones, y bla, bla, bla...- expresó desenfadado revisando uno a uno los documentos que tenía ante él
-Y a saber cómo lo ha conseguido porque esa no pegó palo al agua en su puñetera vida- murmuró asqueada Lucía como continuando la exposición del juez y provocando la risa divertida de Ricardo que la besó amoroso en la frente
-...Aquí no hay nada referente a esas pruebas médicas, ni de eses tratamientos, ni de sus supuestos intentos de suicidio, ni de sus ingresos en hospitalarios que ustedes dicen padeció su cliente…- siguió hablando el juez
-Aquí las tengo, su señoría… no hemos podido recuperarlas antes- repuso rápido el otro abogado de Sol que se había mantenido en silencio hasta aquel momento sacando una carpeta negra plástica de su elegante y caro maletín de piel
 -Entrégueselas al secretario, por favor- dijo fríamente el juez y él obedeció; acto seguido el alguacil se los entregó al juez que los revisó rápidamente con la mirada pasando una a una aquella docena de hojas- Está bien...- repuso cerrando el amplio informe- Debo revisar bien toda esta documentación y estudiar a fondo este caso antes de llegar a mi veredicto final…- expuso recogiendo toda la documentación entregada por ambas partes, parecía que aquello llegaba a su fin- pero mientras no decida algo... creo que es conveniente que la madre empiece a mantener algún contacto con la niña por el bien de ambas, así que decido que este sábado 24 la pequeña pase todo el día con su madre, he dicho- concluyó tajante e inesperadamente golpeando fuertemente de nuevo con su mazo
-¡¿Qué?!- exclamó atónito Mario abriendo desorbitadamente sus ojos sin poder creer lo que oía mientras Sol esbozaba una victoriosa sonrisa de placer

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