jueves, 13 de agosto de 2015


-¿Os lo habéis pasado bien?- se interesó animada nana así entraron en la cocina por la puerta trasera mientras echaba los últimos condimentos a la olla que tenía al fuego
-¡¡Sí nana, me lo pasé genial; este sitio es muy guay!!- contestó pletóricamente entusiasmada la pequeña Luna subida aún a los brazos de su padre provocando las risas tiernas del resto- ¡¡¡pero ahora tengo mucha hambre!!- añadió como si aquello fuera algo asombrosamente inédito
 -¡¿No fastidies ardillita?! ¡¡Que cosa más rara en ti, mi saquito sin fondo!!- exclamó burlón Mario besándola amoroso en la mejilla antes de dejarla en el suelo, todos volvieron a reír divertidos -Entonces será mejor que nos vayamos a cambiar cuanto antes o nuestra chiquitina se nos puede morir de hambre y no podemos permitir algo así- siguió la broma Ricardo acariciándole cariñoso la cabeza a la pequeña mientras seguían riéndose explayados
-Ya tengo preparados los cuartos de invitados; la chiquitina creo que dormirá muy cómoda en tu cuarto de niña, pero si no quiere dormir lejos de su papá, podemos traer la cama supletoria de nuestra casa- le indicó animosa nana a Lara
-Muchas gracias nana; yo estuve pensando lo mismo pero voy a dejarle mi cuarto a Mario que se comunica interiormente con mi dormitorio de cuando era niña y así estarán igualmente cerca sin necesidad de la cama supletoria ¿qué te parece papá?- dispuso resuelta Lara
 -¿A mí qué me va a parecer cielo? Por mí perfecto cariño mío- resolvió desenfadado su padre
 -¡¡Que va Lara, tú duerme tranquila en tu cama que mi ardillita y yo dormimos juntos ¿verdad mi chiquita?!!- rehusó educado Mario mirando alegremente compinchado con su preciosa hijita -¿Conmigo papi?- expresó incrédula la pequeña mirándolo pasmada con aquellos preciosos ojitos abiertos como platos
-Sí mi cielo ¿por qué? ¿acaso ya no te gusta dormir conmigo o qué?- expresó dulcemente mirándola confundido por su extraña reacción a su propuesta
 -¡¡No, papi, sí que me sigue gustando!!- resolvió rápidamente provocando las risas tiernas de todos- pero pensé que dormirías con Larita como siempre haces- añadió inocente moviendo desenfadada sus pequeños hombritos; al instante nana y Ricardo boquiabiertos clavaron sus miradas llenas de pasmo e intriga en Lara que se quedó lívida y sin habla formándose un silencio sepulcral en aquella cocina -Creo que... será mejor ir a recoger las bolsas que aún están en el coche- resolvió sofocado Mario por aquel inesperado y sobre todo inoportuno comentario de su hija intentando escabullirse de aquella incómoda situación
-Sí, mejor, vamos ya- resolvió presurosa Lara saliendo precipitada de la cocina sin molestarse en disimular aquella descarada huida; Mario la siguió también veloz sin levantar ni un poco siquiera su cabeza, sentía un bochorno tremendo ante el padre de Lara, no se atrevía ni a mirarlo de reojo -¡¡Espérame papi que yo también voy!!- gritó la pequeña siguiéndolos
-¿Sabías tú algo de esto y no me lo habías dicho?- le reprochó nana al padre de Lara sin dar crédito a lo que había oído cuando quedaron solos en la cocina
-¡¿Yo nana?! ¡¡si sabes de sobra que esta chiquilla a mí nunca me cuenta nada y siempre soy el último mono de esta casa en enterarme de las cosas relacionadas con mi hija!!- se defendió fastidiado por aquella injusta acusación, Lucía los observaba inquieta
-¡¿Me estás acusando de algo Ricardo Méndez?! ¡¡Porque sabes muy bien que esa hija tuya a mí tampoco me cuenta nada!! ¡¡y mucho menos si es relacionado con su vida íntima!!- aclaró ofendida la mujer señalándolo amenazante con la cuchara de palo que sostenía en la mano
-¡¡Aghhh no me vengas con esas que te cuenta mucho más que a mí, vieja alcahueta; y a mí no me señales con ese chisme!!- replicó mordaz mirándola dolido y le retiró de un tirón la cuchara de la mano
-¿Acaso os molesta que Larita esté manteniendo una relación con mi hijo?- se atrevió a preguntar al fin Lucía, ambos la miraron desconcertados como si acabaran de darse cuenta que seguía allí
-¡¡No por Dios Santo, Lucía!! ¡¿Cómo se te ocurre tal cosa, corazón?!- expresó sobrecogida nana mirándola arrepentida por su comportamiento ante ella
-¡¡Por todos los demonios Lucía, no; claro que no!!- clamó al tiempo atónito por sus palabras Ricardo- si tu hijo me ha caído de maravilla, hemos mantenido una entretenida conversación en la mesa a la hora de comer y me parece un hombre muy inteligente, integro y sobre todo educado- aclaró con rotunda sinceridad
-¿Entonces?- expuso descolocada por aquella trifulca que habían mantenido entre ellos
-No es por Mario cielito, si es un hombre muy agradable y se ve que es un padre maravilloso; es por nuestra niña, cierto es que siempre trajo muchos amigos y amigas a casa, pero... ¡¡es la primera vez, que nosotros sepamos, que tiene una relación con alguien de los que trae a casa!!- anunció emocionada y ella y Ricardo sonrieron complacidamente satisfechos; Lucía también sonrió mucho más tranquila- ¿esto casi se puede tomar como que a nuestra niña le interesa de verdad Mario y podemos considerarlo como una presentación formal, no?- se interesó ilusionada mirando esperanzada a ambos que solo pudieron reírse divertidos sin saber muy bien qué contestar- ¿es así, no?- insistió tozuda ante su silencio
-Será mejor ir a cambiarnos o esta vieja loca ya empezará con los preparativos de la boda- bromeó chistoso Ricardo hacia Lucía encaminándose ya hacia la puerta de la cocina, nana le sacó fastidiada la lengua por aquel burlón comentario y Lucía volvió a reírse entretenida siguiéndolo.
 En la sala coincidieron con los muchachos que regresaban de recoger las bolsas de viaje del coche que sonreían ya más relajados con la cháchara incansable de la pequeña aunque Mario seguía sin atreverse aún a mirar a los ojos de Ricardo, no podía con la vergüenza al pensar de que manera tan violenta él se había enterado que se acostaba con su hija y nunca se imaginó ni podía creer que le abochornaría tanto que lo supiera; los cinco se encaminaron por el ancho pasillo donde se encontraron con cinco puertas abiertas en las que se podía entrever que eran todos dormitorios
 -Aquí dormirás tú, que viene siendo mi dormitorio habitualmente- le indicó Lara a Mario entrando en el primero de la izquierda, él y Luna la siguieron- ahí detrás está el baño, tendrás que compartirlo con Luna ya que el dormitorio donde ella va a dormir no tiene baño- añadió señalando tras el medio tabique al que estaba arrimado la moderna cabecera en gris oscuro con una ancha franja blanca trasversal de aquella enorme cama
-¡Mira papi que bonito!- exclamó deleitada la pequeña acercándose al gran ventanal que ocupaba toda la pared frontal y cuyos finos estores estaban recogidos pudiéndose observar una vista maravillosa de toda aquella grandeza de prados verdes salpicados de pequeños grupos de bellos árboles
-Realmente espectacular mi ardillita, este lugar es de ensueño- expresó encandilado Mario también mirando aquella hermosura de paisaje mientras dejaba su bolsa y la mochila de Luna a los pies de la ancha cama.
 -Es un dormitorio precioso, Larita- expresó gustosa Lucía desde la puerta donde se había quedado junto a Ricardo observando aquel enorme y acogedor dormitorio amueblado muy moderno en gris oscuro y blanco con pequeños detalles en pistacho muy suave como la gran alfombra que dominaba todo el centro del dormitorio o los cojines sobre la cama que le daban un fino toque de color
-¿De verdad te gusta Lucía?- pidió interesada su reafirmación, ella asintió sincera con la cabeza mientras le sonreía sumamente complacida, Lara le correspondió satisfecha- lo redecoré hace poco pues antes aquí dormía papá aunque tenía, y sigue teniendo que siempre fue el suyo, su dormitorio al fondo del pasillo, y es porque comunica directamente con la habitación donde yo dormía de niña y es donde ahora dormirá Luna- explicó animadamente resuelta Lara abriendo una puerta que había frente los pies de la cama, Luna corrió a investigar así la escuchó colándose rauda dentro del dormitorio -¿Acaso era una niña miedosa? Porque ahora no lo parece- indicó con curiosidad Lucía observando intrigada a Ricardo
-No que va, siempre durmió toda la noche de un tirón desde muy bebé; era por mí: era incapaz de dormir tranquilo si no estaba cerca de ella velando su sueño- explicó tiernamente derrotado, Lucía y Mario, que por fin se atrevió a mirarle a la cara, le sonrieron conmovidamente enternecidos
-A mí me pasa algo parecido: aunque acabe de hacerlo hace apenas unos minutos, si no voy a verla antes de meterme en la cama, no logró dormirme- declaró sincero Mario y ambos hombres se sonrieron cordialmente cómplices
-¡¡Guuaaaa, Larita: que chula!!- exclamó gustosamente sorprendida quedándose parada e impactada a la entrada del cuarto; Mario la siguió muy curioso por la impresión que su hija había sufrido y descubrió un precioso dormitorio infantil de verdadera princesa de cuento
-¡¡Vaya!!- exclamó también impresionado al ver aquel hermoso y coqueto dormitorio en dulce rosa plagado por doquier de muñecas y peluches de todo tipo modelo y color y docenas de juguetes sobre todo femeninos repartidos por todo el cuarto
-A ver, yo también quiero verla- expresó impaciente Lucía también llena de curiosidad
-Ven por aquí si quieres, esa puerta da al cuarto también- la guío amable Ricardo por el pasillo a la puerta contigua
 -¡¡Ooohh, que preciosidad de dormitorio!!- exclamó con deleite al ver aquel precioso cuarto de ensueño con su camita llena de mullidos cojines combinados en rosa y blanco y con un bello dosel que sostenía unas finas cortinas blancas que caían suavemente a ambos lados de la cama y recogidas con dos grandes lazos rosas a los lados de la cabecera y sobre el enorme ventanal que también dominaba la pared principal, unas hermosas cortinas en estilo austriaco de delicados cortinones drapeados en rosa y bajo ellos unas finas y coquetas cortinas blancas de blonda que hacían delicadas ondas
 -¡¡Mira cuantas muñecas papi!!- expresó atónita la pequeña observando las paredes llenas de estanterías repletas de muñecas y peluches de todo tipo, tamaño, forma y color- ¡¡Y que de libros!!- añadió al ver la estanteria llena de cuentos y libros infantiles- ¡¡¡Ooohh, mira que cochecito de muñecas más bonito; y que caballito balancín, papi!!! ¡¡¡Ayyy, mira que pedazo de cocinita con su horno y todo!!! ¡¡Si hasta tienes un maletín de médico al que no le falta de nada, Larita!!- exclamó alucinada corriendo de una a otra cosa sin saber a qué atender de la docena de juguetes que inundaban la habitación; los mayores sonreían tiernamente conmovidos por su inocente excitación -¿No te había dicho yo que sospechaba que Larita fue una niñita delicada que solo jugó con muñequitas? ¡¡Pues ahí lo tienes ardillita, no me equivoqué nadita!!- se burló chistoso Mario mirando con recochineo a Lara que le sacó fastidiada la lengua provocando las risas divertidas de su padre y Lucía
-No te vayas a creer ¿eh? Que era bastante salvajilla y sobre todo alocada de pequeña; a nana la tenía desquiciada andando siempre vigilante detrás de ella porque tanto podía pasarse horas aquí encerrada entretenida jugando, pintando o leyendo como de pronto desaparecía y te la encontrabas subida al viejo roble o liándola en las caballerizas o jugando con cualquier tipo de bicho fuera el que fuese intentando curarlo- aclaró desenfadado su padre pero con gran orgullo y sobre todo pasión por su pequeña; todos rieron explayados
-¡¡¡Guaaa Larita, pedazo de casita de muñecas tienes!!!- clamó asombrada la pequeña abriendo el frontal de una hermosa y gran casa de muñecas estilo victoriano tan alta como ella; Lara le sonrió dulcemente- ¿Puedo jugar con ella Larita; no te importa?- preguntó sumamente esperanzada mirándola ilusionada
 -Claro que puedes mi chiquita, puedes jugar con todo lo que te apetezca ¿yo para qué quiero todo esto ya?- expresó resuelta
-Larita ya no quiere estas muñecas preciosa, ella ya encontró un... “muñequito con un entretenido juguetito” con el que lo pasa mucho mejor y más divertido ¿verdad Larita?- expresó burlonamente mordaz su padre mirando malicioso a los ojos de su hija
-¡¡Idiota!!- exclamó abochornada sonrojándose tremendamente provocando las risas pícaramente divertidas de su padre, Lucía y Mario; Lara aún se sonrojó mucho más- ¡¡Ah, tengo una cosa para ti mi chiquita!!- clamó de repente Lara esquivando sus risas burlonas dirigiéndose muy ilusionada al doble armario también rosa que había en el dormitorio, abrió al tiempo sus dos puertas dejando a la vista su interior abarrotado de preciosos vestidos de cuando era niña bien colgados de sus perchas forradas de una bonita tela de florcitas- ¡¡Mira mi ángel!!- expresó descolgando un precioso traje de montar de la talla aproximada de Luna compuesto de pantaloncito en color crema y una elegante chaquetita azul oscura
-¡¡Oh, que guay Larita!! ¡¿Es para mí?!- exclamó emocionada la pequeña corriendo a su lado para verlo más de cerca
-Claro mi chiquita, mañana puedes ponértelo para montar a Lucero- respondió animosa y la pequeña dio pequeños saltitos entusiasmada
-Que verdaderas monerías, Dios bendito- expresó impresionada Lucía acercándose al armario y observando deleitada cada precioso vestido que colgaba de la barra
-Aunque nana le reñía estrepitosamente, papá aparecía a cada momento con un modelito nuevo; algunos creo que no llegué a ponerlos ni dos veces- explicó desenfadada Lara
 -Todo nos parece poco si es para nuestras princesas ¿o no es así compañero?- expuso tierno Ricardo palmeándole suavemente el hombro de Mario buscando su complicidad al ser ambos padres de unas preciosas niñas; Mario movió asintiendo la cabeza sonriendo tiernamente atrapado en aquella gran verdad
 -¡¡Guau, mira que vestido rojo más bonito, abuelita!!- expresó la pequeña al ver un precioso vestido rojo de cuello bebé y manga corta de globo con un gran vuelo provocado por la fruncida enagua blanca de finas puntillas que llevaba debajo
-Puedes ponertelo para la cena si quieres mi chiquita, es más: puedes usar todo lo que te guste- expresó resuelta Lara y la niña sonrió feliz
-¿Y esto que es Larita?- indagó curiosa la pequeña al encontrar unas mallas rosas con un coqueto tu tú cosido a la cintura
-Ese es mi traje de ballet mi niña- explicó desenfadada acariciándole tierna la mejilla
-¡¡Natural, estaba claro que también tuviste que ir a ballet!!- expresó guasón Mario riéndose socarrón, Lara lo miró fastidiada por sus chanceras burlas
-¡¡Yo también quiero ir a ballet como Larita, papi!!- exclamó entusiasmada la pequeña asombrando a su padre que la miró atónito
-¡¿Tú?! ¡¿A ballet?! ¡¡Pero si a ti las cosas de niña siempre te dieron urticaria ardillita!!- clamó incrédulo sin poder dar crédito a lo que oía
-Pero ahora quiero ser como Larita y llegar a convertirme en una chica tan guapa como ella- aclaró totalmente decidida haciendo un vanidoso gesto con la cabeza de femenina coquetería
-¡¡Chúpate esa!!- clamó satisfechamente orgullosa Lara sacándole burlona de nuevo la lengua a Mario y todos rompieron a reír divertidos
-Venga, cambiémonos de una vez o nana vendrá a buscarnos por las orejas- resolvió divertido Ricardo y todos estuvieron de acuerdo. Lara recogió su bolsa de viaje y la de Lucía y salió del cuarto de Mario entrando en el de enfrente
-Este para ti Lucía, espero estés cómoda- indicó dejándole su bolsa sobre la también enorme cama; Lucía examinó curiosa el dormitorio, era realmente precioso decorado en verde agua también con cortinas estilo austriaco y muebles de madera de roble con unas tallas elegantes y muy finas- ahí tienes tu baño, si necesitas algo solo tienes que pedirlo- expuso servicial señalando la puerta a su izquierda dentro del mismo dormitorio mientras regresaba al pasillo cargando su bolsa de viaje encaminándose al cuarto contiguo de Lucía
-¿A dónde vas mi niña? ¿No me irás a decir que de verdad vas a seguir con la comedia? Ahora ya lo sabemos todos mujer, puedes dormir con Mario... “como siempre”- se burló picajoso su padre mirándola socarrón
-¿Me quieres dejar en paz idiota que eres un idiota?- exclamó fastidiada sonrojándose de nuevo y le cerró la puerta en las narices, aunque pudo oír claramente las carcajadas jocosas de su padre encaminándose hacia el final del pasillo donde estaba su dormitorio y resopló derrotada apoyándose de espaldas a la puerta.
Tras todos ducharse y cambiarse de ropa, cenaron alegremente entretenidos con amenas charlas en la cocina como habían comido aquella mañana en compañía de nuevo de nana, su esposo Pedro y su hijo Leo. Luna estaba preciosa con aquel vestido rojo de Lara que le quedaba perfecto y hacía destacar su rubia hermosura. Después pasaron al gran salón donde Lara y Lucía tomaron café mientras los hombres prefirieron una copa de buen brandy y siguieron la entretenida charla. Al acabar nana de recoger la cocina, ella y su esposo junto a Leo se fueron a su casa que estaba dentro de la enorme finca relativamente cerca a la casa grande, apenas a doscientos metros en dirección a la escuela según les explicó Lara. Al poco rato de seguir la animada conversación entre los cuatro se dieron cuenta de que Luna se quedara dormida sentada sobre las piernas de su papá recostada contra su pecho
-Disculparme un momento que voy a acostarla- expresó educado Mario besando tierno la cabeza de su pequeña al tiempo que se levantaba del sofá
-Espera Mario que yo también me retiro; sintiéndolo mucho y de verdad que estoy muy a gusto, pero… ¡¡estoy súper agotada y apenas consigo mantener los ojos abiertos!!- expresó asombrada Lucía sin poder creerse lo exhausta que se encontraba mientras también se levantaba cansadamente del sofá, todos rieron amenamente entrañables
-Mejor será que nos acostemos todos, la verdad es que es ya bastante tarde- apuntó Ricardo acabándose el resto del brandy que le quedaba en su fina copa y tanto él como Lara también se levantaron encaminándose todos juntos hacia sus respectivos dormitorios
-Espera que te ayudo Mario- se ofreció servicial Lara cuando llegaron al cuarto de la pequeña entrando delante en él y retiró todos aquellos cojines de sobre la camita
-Hasta mañana- se despidieron Lucía y Ricardo de ellos continuando hacia sus dormitorios y acto seguido se oyeron cerrarse las puertas de sus respectivos dormitorios tras otro deseo de buenas noches entre ambos
-Ven aquí… que estoy ardiendo en deseos de besarte toda la noche- expresó ansiosa Lara sujetándole de la nuca suavemente a Mario así acabó de desnudar a Luna y arroparla con el mullido edredón rosa de plumas y atrapó ambiciosamente deseosa su boca; Mario le correspondió al instante rodeándola con sus brazos por la cintura y aprisionándola amoroso contra su cuerpo. En apenas segundos, se devoraban frenéticos mientras se estrechaban codiciosos de más el uno al otro como si quisieran fundirse allí mismo en una sola persona. Lara buscó el contacto de su piel debajo de la camisa negra que Mario llevaba, acariciando cada rincón de su espalda. Él deslizó su mano bajo el vestido azul de Lara recorriendo suavemente su muslo en dirección ascendente hacia su sexo. Ella se rendía a sus caricias dejándose sumisa recorrer su cuerpo, entregada a la pasión que ya la devoraba mientras sus manos recorrían ardientes el cuerpo desnudo de Mario bajo su camisa acariciándole ya su musculoso vientre
-¡Ey, frena, gatita!- la detuvo de repente Mario al notar como ella ya le desabrochaba la cremallera de sus pantalones negros
-¿Por qué?- preguntó jadeante buscando nuevamente su boca desesperada al tiempo que intentaba de nuevo desabrocharle los pantalones
-¡No Lara… no, aquí no!- expresó rotundo, aunque claramente con muy pocas ganas, alejándose de ella
-Vale, tienes razón: vámonos a tu cuarto- resolvió apresurada tomándolo de la mano, pero él se soltó rápidamente
-No Lara, ni aquí ni allí: en ningún lugar de esta casa- aclaró tajante
-Pero ¿Por qué?- repitió mirándolo completamente desconcertada
-No puedo, mi ángel, te juro que lo deseo endiabladamente, pero no puedo- aclaró desarmado mirándola tremendamente deseoso y al tiempo arrepentido; ella seguía sin entender- ¿No lo comprendes, gatita? no estaría bien en la casa de tu padre y mucho menos con él dentro; me moriría de vergüenza si llega a oírnos y no te digo nada si nos descubre- explicó indefenso aunque la miraba con un deseo incontrolable comiéndosela con los ojos, ella sonrió pícara
-Pues vámonos a las caballerizas- propuso resuelta mirándolo embaucadora
-¡Que no Lara, por favor!- exclamó tajante
-¿Estás seguro? ¿Es tu última palabra?- instó engatusadora humedeciéndose provocadora los labios. Él cerró los ojos ante aquella apetitosa y excitante visión
-Para, por Dios te lo pido ángel mío- suplicó desarmado haciendo un esfuerzo sobrehumano para no caer en aquella deliciosa provocación que lo había aún excitado más, ella suspiró profundamente -Está bien… vale, tú ganas- se rindió por fin Lara y él la miró profundamente abatido pero agradecido. La deseaba desesperadamente, lo tenía completamente loco, pero su vergüenza hacia Ricardo era mayor y, si por un casual él llegaba a enterarse, entonces sí que ya nunca sería capaz de volver a mirarlo a la cara- Hasta mañana... cobardica- le susurró picajosa besándolo dulcemente en los labios y se fue a su cuarto. Mario resopló fastidiado mientras se pasaba desesperado las manos por la cabeza sintiéndose un rematado imbécil por hacerle caso a su estúpida conciencia y a aquella ilógica vergüenza y se fue a su cuarto tras besar amoroso la frente de su hija que dormía plácidamente en su camita sin percatarse de nada de lo sucedido. Sin molestarse en encender la luz de su dormitorio ya que con la hermosa luz de la luna llena que había aquella noche se veía perfectamente, se desabrochó muy despacio los botones de su camisa delante del gran ventanal intentando calmar su desasosiego por lo ocurrido con aquella preciosa vista aun más hermosa de noche; pero no podía borrar de su mente el cuerpo excitante y provocador de Lara entregándose deseoso; irritado por la mala pasada que le estaba jugando su mente, se deshizo de malas maneras de su camisa tirándola con rabia a una esquina del dormitorio. De pronto se encendió la luz sobresaltándolo y se giró rápidamente hacia la puerta del dormitorio encontrándose a Lara con un ínfimo camisoncito azul celeste que apenas cubría sus redondos muslos y de finas tiras de delicado encaje igual al que cubría sus pechos que no lograban ocultarlos pudiéndolos apreciar claramente Mario hasta con aquella distancia. Tragó nervioso saliva ante aquella excitante visión que lo estaba alterando aún más de lo que ya estaba
-Perdona que te moleste pero se me olvidó coger ropa para mañana y no quiero despertarte después- explicó resuelta entrando en el dormitorio y, tras cerrar la puerta, se encaminó hacia el armario de tres puertas que había junto a la puerta que comunicaba con el cuarto de Luna y se puso a escoger ropa de dentro con demasiada parsimonia acalorando cada vez más a Mario que no podía apartar sus ojos de aquel cuerpo cubierto con aquella tela azul celeste tan fina que podía ver claramente que no llevaba nada debajo
-¡¡Maldita sea, a la mierda todo: tu padre, mi vergüenza y el resto!!- exclamó ya no pudiendo soportarlo más y, acercándose con apenas tres zancadas a Lara, la atrapó entre sus brazos apresando aquella deliciosa boca que lo volvía loco; ella, sonriendo plenamente satisfecha, se entregó sin reservas a aquel ardiente y desesperado beso y con tanta pasión como él al tiempo que se dejaron caer sobre la cama. Hicieron el amor tan desenfrenadamente apasionados y tan desquiciadamente fogosos que casi rozó lo salvaje pero fue tan increíblemente maravilloso que los dejó sumamente deleitados y plenamente satisfechos. Tras un pequeño rato recostados exhaustos uno junto al otro recobrando su aliento y sus fuerzas totalmente aniquiladas tras aquel acto bestial y delicioso, Lara lo besó dulcemente en los labios
 -Nunca más intentes llevarme la contraria, porque si aún no te has dado cuenta, siempre acabo saliéndome con la mía y logrando que tú hagas lo que yo quiero- expresó orgullosa mirándolo con vanidad; él rió totalmente derrotado y, sin poder refutarle aquella gran verdad, la besó vencido en los labios- ahora me voy, descansa mi vida- le susurró melosa y, tras besarlo de nuevo dulcemente en los labios, se fue del cuarto.
 -¡¡Lara!!- la llamó cuando a punto estaba de cerrar la puerta tras ella, Lara volvió a abrir levemente la puerta mirándolo intrigada- olvidas tu ropa cielo ¿no venías a por eso?- indicó descolocado, ella rió pícaramente traviesa y, sin decir nada, cerró la puerta dejándolo solo en el dormitorio. Mario rió derrotado al comprender que no necesitaba ropa ninguna y solo viniera a buscar lo que él le había negado antes; cerró los ojos sin poder dejar de sonreír pletórico de felicidad quedándose dormido al instante.

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