lunes, 7 de diciembre de 2015


       Carolina del Sur, años 60. Helena era una muchacha preciosa a sus diecinueve años; el orgullo de su padre, un gran terrateniente que la crió con todo mimo y lujo sin faltarle de nada. Pero además de hermosa, era tan dulce, cariñosa y sencillamente afable que era muy querida por todos los empleados del rancho; era tan distinta al vanidoso y altanero señor Williams... Los empleados más antiguos decían que era el vivo retrato de la señora Katherine, su madre; a la que Helena nunca llegó a conocer ya que murió al nacer ella. Aunque su padre la adoraba, su vida eran sus negocios y su maravilloso rancho dejando a Helena en manos de Marta, la dama de compañía de su madre desde hacía muchos años. Aquella mujer llena de cariño y ternura hacia ella como si de su propia madre se tratara, la consentía en todo y le solapaba sus trastadas ante su padre llegando a convertirse en su fiel confidente. Pero su gran y mejor amiga era Lupita. Una muchachita de su edad que había llegado al rancho cuando ambas apenas tenían siete años. La había traído Juanita, la cocinera de la casa, para trabajar en el rancho cuando se quedó sola allá en México al morirle sus padres. Pero el señor Williams se negó, la niña era demasiado pequeña para trabajar en las plantaciones y mucho menos cuidar a los bravos caballos de pura raza que allí se criaba. Nana acabó convenciéndolo de que contratara a la pequeña como compañera de juegos de Helena ya que siempre estaba sola pues a su padre no le gustaba que se juntara con los hijos de los empleados; aunque ella siempre se escapaba de la casona y tenía que acabar nana intercediendo por ella ante el descomunal enfado de su padre al descubrirlo. Y así fue como Lupita acabó viviendo en la casona y criándose junto a Helena como hermanas.
-¿Habéis acabado niñas? Se hace tarde- habló nana entrando en el gran y lujoso comedor donde Helena junto a Lupe y su padre desayunaban
 -Sí nana, ahora mismo nos lavamos los dientes y podemos irnos- contestó retirándose la servilleta del regazo Helena y levantándose de la mesa, Lupe la siguió
-¿Y puede saberse a dónde vais tan temprano?- indagó Williams mirando curioso a nana
-Vamos a misa papi, hoy es domingo ¿o no habías caído en ello?- expuso dulcemente Helena besándolo en la mejilla provocando una complacida sonrisa en su padre
-Que va a caer mi niña, este sacrílego no distingue un domingo de un martes; para él solo existe el trabajo y ni los días de Nuestro Señor respeta- protestó nana revisando desenfadada el interior de su bolso
-Vieja metiche embaucadora, sigue así de deslenguada y te prometo que el día menos pensado te verás con las maletas en la calle- la amenazó seriamente Williams mientras las muchachas corrían a sus cuartos a acabar de prepararse pero ella sonrió guasona ante aquella eterna amenaza de siempre que sabía que nunca cumpliría.
-¡Apúrate nana que ya deben estar esperando!- la aceleró entusiasmada Helena a la salida de misa retirándose de un rápido gesto el fino y elegante pañuelo blanco que cubría su cabeza
-¡Ay por Dios, cuanto apuro mi niña! No corres así para entrar en misa- regañó dulcemente aunque obedeciendo a su reclamo, ella y Lupe se sonrieron cómplices tomándose felices del brazo y encaminándose presurosas hacia el parque- si tu padre llega a enterarse de esto, será tu perdición y yo sí me veré finalmente en la calle- siguió diciendo con preocupación en la voz
 -Tranquila nana, hoy si Dios quiere se acabará todo esto de andar encontrándonos a escondidas y ya no tendrás de que preocuparte- expuso emocionada sujetando a la buena mujer del brazo con cariño, ella le sonrió complacida
-¡¡Allí están, Helenita!!- exclamó feliz Lupe al descubrir a dos rubios, altos y guapos marinos charlando despreocupados en medio del parque; el rostro de Helena se iluminó de alegría
-Míralo bien nana y dime si no es el hombre más guapo que jamás hayas visto- expuso mirando encandilada a uno de aquellos marinos vestidos de inmaculado blanco. Marta observó enternecida a su querida niña: aquel inconfundible brillo en sus lindos ojos color miel y su feliz sonrisa que iluminó todo el parque, indicaba que su dulce pequeña estaba realmente enamorada. Y por el brillo que también apareció en los hermosos ojos grises de aquel muchacho al descubrirla, él también la amaba. Corrieron uno a los brazos del otro fundiéndose en un apasionado beso como ya Lupe hacía con el otro muchacho y ella sonrió tierna volteándose para darles algo de intimidad.
 -¿Preparada mi ángel?- habló él mirándola con gran amor a los ojos tomando aquel hermoso rostro entre sus manos
-¿Estás seguro de querer hacerlo Josh?- preguntó temerosa mirándolo retraída, él sonrió encantado
-Nunca estuve tan seguro de algo en toda mi vida Leni; te quiero mi vida y quiero casarme contigo cuanto antes- aclaró rotundo, ella sonrió nerviosa- ¿Acaso tú no quieres casarte conmigo?- preguntó sin dejar de mirarla profundamente a los ojos, ella asintió rauda con la cabeza y ambos sonrieron dichosos- pues vamos entonces, no puedo ni debemos aguardar más- resolvió decidido tomándola de la mano- Pero antes, esto- expresó colocándole un fino anillo en su dedo anular que hizo que los ojos de Helena brillaran más aún
 -Es precioso Josh- murmuró emocionada, él sonrió complacido
 -Es demasiado sencillo para ti, lo sé; pero no me puedo permitir algo mejor...- habló con pesadumbre en la voz, ella lo miró a los ojos
 -No digas eso mi vida, es el anillo más bonito del mundo- le recriminó dulcemente y él sonrió enternecido
 -Tú sí que eres lo más bonito del mundo mi ángel- expresó lleno de amor tomando de nuevo aquel dulce rostro entre sus manos- pero algún día te regalaré el que sí mereces; te lo prometo- añadió con orgullo, ella sonrió feliz.
Pero las cosas no fueron como esperaban.... El señor Williams, así oyó al joven muchacho hablar de casarse con Helena, montó en cólera y lo echó de allí con cajas destempladas ante la mirada atónita de nana y Helena que no se atrevía a pronunciar palabra. Lupe y Benjamín se miraban incómodos y preocupados por su buen amigo Joseph que estaba oyendo una sarta de insultos algo descomunal.
-¡¡Lárgate de aquí maldito muerto de hambre!!- gritó chulesco el señor Williams y las puertas del despacho se abrieron apareciendo un enfurecido Joseph que por respeto no replicó nada- ¡¡Y tú recoge tus cosas y lárgate también Guadalupe!! ¡¡No quiero volver a verte cerca de mi hija!!- bramó enfurecido al seguir al joven Joseph fuera del despacho y encontrarse a Lupe junto a su novio en la sala
-Papá...- murmuró Helena
-¡Tú cállate ¿eh?! ¡Tú cállate o no podré contenerme!- exclamó su padre mirándola furioso y apretando sus puños, ella bajó acobardada la cabeza
 -Ven conmigo Helena, por favor- le suplicó amoroso Josh; pero, aunque Helena lo miraba con sus hermosos y grandes ojos castaños dulces como la miel llenos de amor, no se movía; se la veía aterrorizada de su padre que estaba muy erguido y arrogante a su lado mirando desafiante al muchacho.
 -¡Mi hija no irá a ninguna parte y mucho menos contigo, maldito muerto de hambre! ¡¿Acaso crees que va a arruinar su vida con un marinerito de tres al cuarto como tú?!- le habló duramente con tono despectivo el padre de Helena
-Leni amor mío; si realmente es cierto que me amas como dices: ven conmigo- insistió osado haciendo caso omiso a las palabras de Williams mirándola fijamente decidido intentando infundirle valor, ella mordió nerviosa su labio inferior. Se encontraba en una encrucijada dolorosa y terriblemente desesperante. Amaba a aquel hombre más que a su propia vida, pero el respeto y el miedo a su padre la paralizaban. En sus ojillos se percibió un leve brillo de disposición que alentó a Josh y extendió enérgico su mano hacia ella- Ven cielo mío, toma mi mano y ven; te quiero Leni y te juro que nunca permitiré que nada te ocurra ni te falte- la alentó esperanzado dando un paso hacia ella pero su padre se colocó, firme y altivo, ante su hija evitándole dar algún paso hacia el muchacho. Helena bajó desalentada su mirada al suelo- Leni…- musitó abatido al observarla
-Por Dios santo Helenita, reacciona; es tu vida cielo, ya está bien de que tu padre la gobierne por ti, ven con nosotros mi niña- la animó cariñosa Lupe que lloraba afligida junto a su novio y Joseph. Helena la miró dudosa
-¡¡Cállate tú sinvergüenza!! ¡¡Mejicana desarrapada muerta de hambre; maldita sea la hora que te abrí las puertas de mi casa!! ¡¡Solo has venido a deshonrar mi honorable casa con tu sucio comportamiento y casi arrastras a mi hija a tu descocada vida!! ¡¡Debería caerte la cara de vergüenza regresar aquí cuando nosotros te recibimos con los brazos abiertos y te tratamos como a una hija!!- le bramó déspota el señor Williams mirando a la pobre muchacha despectivamente
-¡A Lupe usted no le falta al respeto, viejo decrépito!- lo enfrentó furioso Josh pero su amigo Benjamín, el novio de Lupita, lo sujetó rápidamente evitando el enfrentamiento; Josh, al verse inmovilizado, clavó desafiante su mirada en la del padre de Helena
 -¡¡Largaos de aquí malditos muertos de hambre!! ¡¡No sois dignos ni de pisar mis tierras!! ¡¿Ya te veías con la vida resuelta verdad marinerito del tres al cuarto?! ¿Creías que con tus estúpidas palabras de amor acabarías conquistando a mi inocente hija y se te arreglaba la vida, no? ¡¡Pero no contabas conmigo, zarrapastroso!! ¡¡Y mi hija se merece algo mejor que un vulgar marinero raso!!- le reprochó orgulloso y déspota el señor Williams
-¡¡No quiero para nada sus malditas tierras ni su dinero!! ¡¡Quédese con ellas y con pan se las coma!! ¡¡Yo amo a Helena y solo vengo a por ella, no quiero nada de usted viejo decadente!!- le bramó enfurecido el muchacho, miró a su amada con pasión- por favor Leni, ven conmigo mi vida; sabes que te amo mi amor, confía en mí- insistió desesperado mostrándole nuevamente su mano invitándole a decidirse e irse con él.
 -¿Y con qué piensas mantener a mi hija crío estúpido? ¿Con “tu amor”?- le escupió sarcástico y se rió burlón- ¡¡mi hija está acostumbrada a lujos y buenos cuidados que tú nunca jamás, ni naciendo mil veces, podrías ofrecerle!! ¡¡Búscate una chica de tu clase como tu amigo hizo con Lupe y no pongas tus ojos en gente a la que no le llegas ni a la suela de los zapatos!! ¡¡Si estoy por apostar que no tienes ni cinco dólares en tus mugrosos bolsillos!!- aquellas palabras hirieron terriblemente a Joseph, cierto que no tenía dinero, pero tenía gran voluntad y propósito para trabajar duramente y que a su Helena no le faltara de nada; tenía muy claro que la amaba y estaba decidido a trabajar todo lo que hiciera falta para hacerla feliz
-Puede que no tenga dinero como usted dice… ¡¡pero tengo estas manos y estoy acostumbrado a trabajar duro desde muy niño!!- respondió rotundo mostrando sus manos abiertas- ¡¡No me acobarda nada y mucho menos usted, y estoy dispuesto a lo que sea para que a ella no le falte de nada!!- aclaró decidido y Williams lo miró fijamente a los ojos; ciertamente se veía a leguas que era un muchacho valiente y emprendedor, bien podía conseguirlo, pero él no lo permitiría… ¡¡nunca!! Tenía grandes planes para su rancho con la boda de su hija y aquel estúpido no iba a arruinarlas
-¡¡Ya está bien de estupideces y perder el tiempo!! ¡¡Ni trabajando de sol a sol lograrías nunca darle a Helena la vida a la que está acostumbrada!!- bramó enfurecido mirando al muchacho con desprecio- ¡¡ Y ahora fuera de mis tierras de inmediato, sinvergüenzas!! ¡¡Y sacudíos vuestros mugrientos pies antes de iros que no merecéis pisar estas grandiosas tierras!!
-Leni, por última vez cielo mío… Ven- murmuró con voz entrecortada del dolor mirándola afligido y ella, con lágrimas en los ojos, se apretó nerviosa sus manos mirándolo indecisa- ¡¡Ven, confía en mí!!- insistió alentado por aquella mirada mostrándole de nuevo su mano
-Ni te atrevas Helena- habló contundente su padre, ella cerró derrotada los ojos bajando la cabeza 
-Leni- repitió Josh pero ella se volteó levemente escondiéndose tras su padre y aquello a él le sirvió de clara respuesta. Aspiró profundamente recomponiéndose y, mirando desafiante al anciano, palmeó suavemente el hombro de su amigo que sujetaba amoroso a una llorosa Lupita entre sus brazos- Vámonos Ben, aquí no pintamos nada ya; ella ha tomado su decisión- habló rotundo dándole la espalda a Helena y a su padre y se dirigió con paso orgulloso y decidido al taxi que esperaba tras ellos. Benjamin lo miró abatido pero, sin pronunciar palabra, lo siguió guiando entre sus brazos a Lupe que lloraba amargamente hasta la parte trasera del taxi mientras la muchacha miraba compungida a su amiga Helena que también lloraba afligida sin atreverse a mirarlos. Aquellas lágrimas de su gran amiga con la que había crecido le destrozaban el alma; la conocía tanto y tan bien que sabía que se moría por seguirlos, pero el miedo a su padre era demasiado grande y la tenían paralizada
-Helenita, por favor; basta, no sigas permitiéndolo…- insistió una vez más por el bien de su adorada amiga
-¡¡Vete de una vez descarada muchacha!!- le gritó despreciativo el señor Williams- ¡¡He confiado en ti dejándote estar cerca de mi pequeña y eres una vulgar ramera que te vas con el primero que aparece!! ¡¡A saber cuántos empleados del rancho habrán pasado por tu catre niña descarada!!- añadió asqueado mirándola con desprecio
-¡¡Papá!!- exclamó atónita Helena mirando pasmada a su padre; pero la mirada fría y dura que él le clavó la calló de inmediato y volvió a bajar la cabeza amedrentada
-¡¡Hijo de la gran puta!! ¡¡Va a tragarse esas palabras viejo asqueroso!!- bramó enfurecido Joseph dirigiéndose colérico hacia el viejo, pero Benjamin lo sujetó fuertemente impidiéndoselo de nuevo
-¡¡No Josh!! No te rebajes ni te ensucies las manos, no vale la pena; vámonos- le habló muy pausadamente
-¡¡Lupe es una muchacha muy buena y decente, hijo de puta!! ¡¡Voy a romperle esa bocaza que solo sabe soltar mierda desgraciado!!- siguió increpándole furioso haciendo caso omiso a las indicaciones de su gran amigo
-¡¡Déjalo ya Joseph!! ¡¿No te das cuenta que es eso exactamente lo que él quiere?! ¡¿Qué entremos en su juego y armar trifulca?! Llevamos el uniforme puesto, amigo mío: sería nuestra ruina y eso es lo que pretende- instó rotundo Benjamin sujetándolo aún más contundentemente, Joseph observó la cara del altanero Williams y una leve sonrisa cínica se dibujó en su rostro demostrando que su amigo tenía razón- Además, que piense y diga lo que le venga en gana ese viejo decrépito, yo sé bien quien es mi Lupita y sus palabras me importan bien poco- añadió sincero y orgulloso; ambos muchachos se miraron a los ojos y él comprendió que realmente no valía la pena. Se dirigieron de vuelta al taxi y Joseph, antes de entrar en él, sacudió frenético sus botas haciendo sonar fuertemente sus tacones
 -Ahí le queda su “magnífica tierra”, no vaya a ser que algún día llegue a algo y piense que fue por ella; no quiero ni llevarme una brizna de polvo en mi casaca- habló mordaz sacudiéndose enérgico las hombreras de su chaqueta blanca del uniforme de la Marina mientras lo miraba asqueado- algún día le demostraré hasta dónde puede llegar “un simple marinerito” y entonces le haré tragar sus palabras una a una, eso se lo juro… y más le vale que no me entere que Helena no es feliz o le juro que se arrepentirá- expuso tajante y entró en el taxi que arrancó alejándose de ellos.
Helena sentía que el corazón se le destrozaba en mil pedazos viendo alejarse el coche. Lupe la observaba desde dentro y, a pesar de estar llorando desconsoladamente, sus ojos la miraban llenos de ternura y gran amor dándole grandes ánimos. Cuando casi alcanzaba la verja, unas fuerzas salidas de no sabía dónde invadieron a Helena y dio unos pasos decidida a echar a correr para alcanzarlos, pero su padre la sujetó fuertemente del brazo deteniéndola
 -Ni se te ocurra hacerlo Helena- le habló categórico, ella bajó su mirada nuevamente al suelo y rompió a llorar, sabía que en aquel coche se le iba el hombre que más amaba en el mundo y nunca volvería a amar a otro de aquella forma, allí se iba la única oportunidad de ser feliz. Cuando la verja se cerró, aquel clic apagado y metálico, le sonó terrible y un gran vacío asoló su corazón
-Vamos cielito- le habló con mucha ternura su nana tomándola amorosa por los hombros, ella hundió su rostro desolado en su pecho
-Nana- musitó angustiada entre sollozos dejándose guiar a la casa
Encerrada en aquella cárcel lujosa y cómoda que era su cuarto, siguió llorando sin alivio entre los brazos de su nana adorada
-Tranquilízate mi niña- intentaba consolarla sin éxito acunándola tierna entre sus brazos como hacía desde el día en que naciera
-¡¡Ay mi nana!! ¿Por qué tengo que ser tan cobarde? Amo a Josh, lo amo profundamente y lo dejé marchar- sollozaba sin consuelo
-Cálmate ya mi niña, él no se dará por vencido ángel mío; se ve a las claras que te ama de verdad y regresará a por ti, sé que lo hará- repuso amorosa sin dejar de acunarla dulcemente, ella la miró esperanzada a los ojos
-¿Tú crees nana?- expuso alentada, la mujer le sonrió tierna- ¡¡No, nana!!- rompió a llorar de nuevo hundiendo su cara en el pecho de la mujer- ¡¡No vendrá!! ¡¡Papá lo ofendió muchísimo y seguro que me odiará a partir de hoy!! ¡¿Y Lupita?! ¡¡Santo Dios nana!! ¡¡Cuantas barbaridades le dijo a la pobre!!- las intensas lágrimas no la dejaban hablar
 -¡Que va mi chiquita! Lupita conoce a tu padre muy bien y no le hará ni caso; y también a ti mi pequeña… Os criasteis juntas, te conoce casi tanto como a ella misma… Y Josh seguro que regresará, verás mi ángel- la muchacha volvió a mirar esperanzada a su nana- y si eres tú quien se lo pide, no habrá quien lo detenga y seguro que mañana mismo aparece aquí de nuevo; encontraremos la manera de hacerle llegar un mensaje y vendrá de inmediato a recogerte, ya lo verás- se animó la anciana y Helena empezó a sonreír más relajada- no te preocupes cielito, se ve a las leguas que él te ama de verdad; te estará esperando lo que sea necesario
 -¿Tú lo crees?- instó más animada
-¡Claro que sí mi niña!! Pero no será necesario; ahora mismo vamos a escribirle una carta y yo me las arreglaré para hacérsela…- de pronto se abrió la puerta del cuarto sobresaltándolas apareciendo el señor Williams altivo y muy serio mirándolas fría y duramente
-Prepárate, esta noche vendrá a cenar Eric y aceptarás de una vez su proposición de matrimonio- habló contundente
-No papá- murmuró Helena sobrecogida- no me hagas esto…
-¡¡Lo harás Helena!! Porque te lo mando yo y punto- la increpó definitivo, Helena volvió a llorar de nuevo- y hasta el día de la boda no saldrás de entre estos muros a no ser para ir a misa; y no lo harás sola, siempre irás acompañada de Rodrigo el capataz y dos hombres más- aclaró categórico
-Pero papá…- intentó protestar pero su padre levantó su mano deteniéndola
-No me repliques Helena, aquí siempre se hace lo que yo digo y lo sabes- remató decidido. Helena calló volviendo a llorar silenciosamente entre los brazos de su nana mientras su padre abandonaba el dormitorio
 -No te inquietes mi ángel, yo encontraré la manera…- le murmuraba melosa acunándola de nuevo cuando la interrumpió de nuevo el señor Williams abriendo la puerta de regreso
-¡Y tú, vieja alcahueta!- le habló duramente señalándola- como se te ocurra salir de la finca sin pedir permiso te las verás conmigo, me importa bien poco que hayas criado a Helena como a una hija: u obedeces o tu buena vida hasta ahora dentro de esta casa se convertirá en un infierno enterrada entre los maizales con los peones- añadió rotundo dejándolas sin habla.
 Después de aquella noche donde quedó acordado que en dos meses sería su boda, Helena no volvió a salir de casa. Solo los domingos tenía permitido salir una escasa hora para ir a misa. Así habían pasado dos semanas ya. Helena se apagaba como una llamita sin cera ahogando de tristeza a su nana que no soportaba ver como su niña, a la que quería con locura y había criado como una hija, se le iba muriendo en vida.
Aquel domingo, el bueno de Rodrigo las dejó ante la puerta de la iglesia pero no entró con ellas como siempre, se quedó fuera hablando con los otros dos hombres. Tampoco nana la dejó ir hacia el banco en dónde siempre se sentaban; la guío hasta otro más cercano al confesionario
-Pero nana, si siempre nos sentamos delante…- protestaba desconcertada por su cambio
-Aquí estamos más cerca del confesionario mi niña- indicó resuelta, Helena suspiró rendida y se dejó llevar- Mi niña, vas a irte- le susurró nana cuando empezaba la homilía
-¿Qué dices nana?- expuso la muchacha atónita
-Sí, lo tengo todo preparado: te dirigirás al confesionario y saldrás por esa puerta que está ahí cuando yo vea que nadie observa- murmuró señalando la puerta lateral que había junto los confesionarios- he hablado con Rodrigo y él despistará a los hombres para que no te vean huir; toma esto, te hará falta- expuso dejándole un pequeño fajo de billetes en la mano
 -Pero nana…- murmuró desconcertada mirando el dinero en su mano, la anciana cerró el puño de Helena sobre ellos
-Pero nada mi niña, anda ve- la apremió empujándola suavemente- búscalo y sé feliz pequeña, esto te está matando a ti y a mi mirándote tan desolada
-¿A dónde nana? ¿Dónde lo busco?- Instó afligida
-¡A la base naval mi niña! ¡Y si no das con él, busca a Ben, él te llevará con Lupita! Ve mi niña, no te retrases más- la apresuró nerviosa
-¿Y qué será de ti nana? ¡¡Papá te va a matar!!- expuso acongojada y llena de temor
-A mí tu padre me importa bien poco, solo me importas tú pequeña ¡¡Venga, ve ya o alguien se puede dar cuenta y la misa está acabándose!!- Helena besó la mejilla de su dulce nana y obedeció de inmediato. Arrodillada en el confesionario, observaba atenta a la señal de nana; en cuanto la mujer la avisó, salió de la iglesia y corrió cuanto las piernas le daban hasta alcanzar la plazoleta donde cogió un taxi con dirección a la ciudad.

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