viernes, 11 de diciembre de 2015


   Joseph la esperaba como siempre a mitad del camino. Helena corrió hacia él abalanzándose a sus brazos y él la recogió gustoso entre ellos besándola repetidamente y apasionadamente por el rostro
-¡Hola mi amor! Te eché tanto de menos- declaró mientras seguía besándola sin descanso, ella reía feliz de estar al fin entre los brazos de su amado
-Y yo a ti, no sabes cuánto mi vida- respondió llena de pasión. Se dirigieron a la casa abrazados a fuego, mirándose felices mientras sonreían dichosos. Pero los ojos de Joseph no brillaban como siempre, había algo que los empañaba y Helena se inquietó- ¿Qué pasa amor? Pareces preocupado por algo
-No es nada- respondió esquivo intentando sonreírle pero no funcionó
-¿Qué pasa Josh?- insistió deteniéndose ante la verja que Joseph construyera en la valla trasera para que ella pudiera entrar
-Nada corazón- repitió tercamente
 -¿Cómo nada? Algo te pasa y estás empezando a inquietarme- recriminó ya fastidiada por su negativa, él resopló fatigoso
-Está bien, terca; esperaba decírtelo más tarde pero te lo contaré ahora- reclamó dulcemente- tengo que embarcar y no sé cuánto me llevará este viaje- comentó apesadumbrado, ella lo miró inquieta
-¿Te vas? ¿A dónde?
-A unas maniobras al Mar del Norte con un destructor nuevo- expuso desolado
-¿Y…? ¿Ahí hay guerra?- murmuró aterrada, él sonrió dulcemente
-No mi cielo, ahí no hay ninguna guerra; solo son maniobras de prueba- respondió sereno, ella sonrió más tranquila
-¡Ah, entonces no pasa nada! Así cuando regreses puede que ya tenga todo solucionado y me encuentres aquí instalada esperándote ansiosa y deseosa de tu regreso- habló animada tomándolo de la mano y llevándolo dentro de la casa, él la miró enternecido dejándose llevar- ¿de cuánto estamos hablando? ¿Dos meses? ¿Tres? ¡Pasan rápido amor mío!- añadió resuelta, él sonrió apagadamente- ¿Qué pasa cielo?
 -Me puede llevar más de seis meses vida mía- aclaró apesadumbrado
-¡¿Tantos?!- expuso estupefacta mirándolo angustiada, él volvió a sonreír apenado tomando dulcemente su cara entre sus manos
-¿No acabas de decir que pasan rápido?- instó amoroso
-Sí… uno o dos ¡¡pero no tantos!!- declaró abatida, él rió divertido tomándola entre sus brazos, empezó a mecerla tierno besándola apasionado en la frente- ¿Y cuándo tienes que embarcar?
-Mañana; a las seis de la mañana debemos estar ya rumbo a destino
 -¿Ya? ¿Y tan temprano? Así no podré venir a despedirte- murmuró mirándolo afligida
 -Ni lo quiero amor mío- respondió tajante- si estás allí no tendré fuerzas para irme y dejarte atrás
 -Entonces… solo tenemos hoy para despedirnos- expuso pausadamente y sonrió más alentada rodeándole el cuello con sus brazos- pues debemos hacer algo grandioso para que nos quede un gran recuerdo y que nos ayude a soportar esta separación- expuso muy animada
-¿Y qué me propones cielo mío?- comentó sonriendo más relajado contagiado de su animosidad
-Uhmm... Déjame pensar…- expuso desabrochándole los pantalones, él reía divertido mientras ella ya acariciaba con prontitud su miembro- ¡¡Hacer el amor apasionadamente toda la tarde sin tregua ni descanso!!- él soltó una divertida carcajada
-¡¡Vaya!! Eso aún no lo habíamos hecho nunca antes- bromeó burlón
-¿A qué no?- respondió chistosa y ambos se echaron a reír alegres. Helena lo besó en los labios mientras le retiraba la camiseta- Vámonos arriba amor mío, no tenemos mucho tiempo y debes esmerarte para dejarme bien satisfecha hasta tu regreso- expuso melosa besándole ardiente el pecho pero él la detuvo sujetándola por la cintura
-Espera Leni… antes prométeme que buscarás de inmediato a Lupita si algo sucediera; ellos te ayudarán a ocultarte y Ben sabe la manera de ponerse en contacto conmigo en caso de alguna urgencia- habló contundente y muy seriamente
-Te lo prometo- musitó sin detener en su caminar ardiente por su cuerpo
-Leni atiende mi amor, su casa es la más llamativa de la urbanización que hay frente a la base, con macetas rojas llenas de flores en todas las ventanas- instó impaciente observando que ella no se detenía
-Sí, de acuerdo: la de las macetas rojas con flores- repitió obediente bajándole los pantalones mientras enredaba sugerente en su ombligo, él sonrió complacido y ella lo miró a los ojos- ¿Algo más?- preguntó mirándolo melosa
-No- respondió sonriendo tierno
 -De acuerdo entonces- resolvió decidida y se introdujo de repente su miembro caliente y erecto en la boca cogiéndolo desprevenido
-¡Dios Leni!- exclamó sobrecogido de pleno gusto sujetándose a la mesa de la cocina a su espalda, la oyó reírse pícara mientras siguió con su juego provocador
Pasaron la tarde amándose y deleitándose en arrumacos. Se dedicaron apasionadas caricias a cada momento no pudiendo estar separados ni un instante, como si quisieran aprenderse cada rincón de sus cuerpos para llevárselo grabado a fuego en sus memorias. La entrega más ardiente y espectacular fue en la piscina a pesar de la reticencia de Helena a meterse pues siempre encontraba fría el agua. Fue maravilloso y realmente inolvidable aquel acto de amor bajo el cielo enrojecido de la tarde que anunciaba ya el término del día. Mientras el sol se ocultaba lentamente en el horizonte, ellos más aceleraban las embestidas delirantes buscando el frenético clímax de forma salvaje e impetuosa; como si se les acabara el tiempo así el sol se internara tras las montañas. Ambos chillaron y gimieron completamente desquiciados así aquel cúmulo de pasión se desbordó por sus adentros recorriéndoles violento por cada rincón de sus cuerpos. Helena se aferró rabiosa a su cuello durante aquel estallido descomunal mientras Joseph la oprimía fuertemente por la cintura contra él insertándola aún más en su miembro como si quisiera introducirse todo él en ella. Fue algo inmensamente maravilloso.
Después de unos minutos estáticos y enmudecidos por aquella grandeza que acababan de vivir, Joseph comenzó a acariciarle suavemente la espalda
-Mi amor, hoy si se te ha hecho tarde de más- le murmuró meloso al oído
-No me importa, hoy no me importa nada- respondió despreocupada sin moverse de entre sus brazos reposando gustosa su cabeza en su hombro mientras aún sentía su portentoso pene dentro de ella; él sonrió enternecido besándola dulcemente en la sien- ¿Cómo sabré que ya has regresado?- indagó inquieta
-No te preocupes, yo me las arreglaré para contactar con nana- respondió tranquilo, ella lo miró a los ojos y ambos se sonrieron complacidos
-Prométeme que regresas a mí sano y salvo
-¿Cómo no voy a regresar contigo si eres mi luz? Mi faro… Mi estrellita del Norte, amor mío- declaró apasionado y se sonrieron felices
-Te quiero tanto, nunca lo olvides
-Ni tú mi ángel, jamás lo dudes- se besaron tan apasionados y ardientes como si nunca más fueran a estar juntos.
-Hoy te has retrasado mucho mi niña- le regañó nerviosa nana ya en el coche camino de casa mientras Rodrigo aceleraba para recuperar algo de tiempo
 -No me digas nada nana que a punto estuve de hacerle caso y no volver- sollozó desalentada. Nana la miró inquieta, también Rodrigo la observó preocupado por el espejo retrovisor- se va nana… Josh se va esta madrugada- murmuró ya sin poder aguantar las lágrimas
-¡Mi niña!- expuso conmovida abrazándola dulcemente- ¿Cómo qué se va? ¿A dónde se va?
-Al Mar del Norte, no regresará en seis meses mínimo
-Pero sabes que es su trabajo, su vida; debes tener paciencia y acostumbrarte- la consoló meciéndola dulcemente entre sus brazos
-Lo sé y lo entiendo… pero creo que nunca me acostumbraré a estar tanto tiempo sin él- nana y Rodrigo se cruzaron una mirada apenada por el espejo retrovisor y siguieron el recorrido en silencio
Apenas cenó y se fue a su cuarto para poder llorar tranquila. Su padre miró preocupado a nana
-Tranquilo, no le ocurre nada; hoy se encuentra algo indispuesta, malestares de mujeres, ya sabes- explicó despreocupada siguiendo con su cena. Parecía haber dado resultado porque Williams continuó cenando tranquilamente
Helena se metió en la cama pero no lograba dormirse, saber que Josh se iba la atormentaba. Deseaba ir a su encuentro y pasar aquella última noche juntos. Se levantó de la cama y observó distraída por el ventanal de su cuarto la oscura noche, ni siquiera había luna a la que rogarle para que lo cuidara y protegiera. Oyó llegar un coche y examinó las puertas del garaje, era Eric
-Muy temprano regresas hoy ¿no? ¿Acaso ya te has quedado sin dinero?- murmuró sarcástica. Vio como él caminaba hacia la entrada del jardín pero se detuvo y la observó unos breves minutos antes de continuar su camino. A los pocos segundos, la llamada en su puerta la extrañó. Hacía más de un año que dormían en cuartos separados
-Ábreme Helena, sé que estás ahí- le murmuró a través de ella
-Claro que sabes que estoy aquí, acabas de verme desde el jardín estúpido- le contestó hiriente
-Ábreme, debemos hablar- insistió más decidido
-No hay nada que tengamos que hablar tú y yo y menos a estas horas; ve a tu cuarto Eric
 -¿Ah no? Vale, pensé que te gustaría hablar sobre lo que me expusiste esta tarde en el jardín… pero si ya no estás interesada, pues…- ¡¡El divorcio!! Recordó entusiasmada y abrió rauda la puerta sin pensárselo encontrándoselo apoyado en el dintel mirándola cínicamente mientras esbozaba una risa burlona- ¡¡Vaya!! Pues parece que sí estás muy interesada en ello- habló mordaz recorriendo una mirada lasciva e insolente de arriba abajo por el cuerpo de Helena cubierto solo por un leve camisón de seda blanco. Helena se dio cuenta al instante que había cometido el error más grande de su vida al abrirle observando aquella mirada encendida por el whisky e intentó cerrar rápidamente pero ya era tarde, Eric tenía mucha más fuerza que ella y de un empujón la retiró de junto la puerta mandándola a trompicones hasta medio del cuarto
 -No te atrevas a tocarme Eric, vete- habló mirándolo entrar en el cuarto y como cerraba la puerta con el cerrojo sin perder aquella sonrisa cínica
 -Realmente eres muy estúpida si te crees que te voy a dar el divorcio- expuso tranquilamente andando hacia ella, Helena daba pasos atrás intentando escapar de él- estás realmente provocativa con ese fino camisón- añadió lujurioso
-Se lo diré a mi padre… Le contaré como me tratas y él me ayudará- lo amenazó rotunda. Pero su risa sarcástica la hizo titubear
-¡¿Tu padre?! ¡¿Piensas buscar ayuda en tu padre?! ¡¡No seas imbécil Helena!! ¡¡Con lo orgulloso y vanidoso que es nunca te permitiría divorciarte!! ¡¡Dios mío!! ¡¿Su niñita adorada y respetada siendo la comidilla de todos?! ¡¡Jamás lo consentirá!!
-¡¡Ya estoy siéndolo por tu culpa!! ¡¡Qué más da un poco más de burlas y cotilleo si a cambio me libro de ti!!- le bramó furiosa, él la sujetó con una sola mano por el mentón elevándola en el aire, apenas sus puntillas rozaban el suelo, le sujetaba tan fuertemente la mandíbula que no podía hablar, intentó luchar para desasirse pero era imposible
-Cállate, cállate, cállate…- masculló irritado entre dientes acercándose tanto a ella que su aliento a whisky le asaltó la cara provocándole nauseas. Sentía terror, sabía que le haría daño, sabía que no podría librarse de él…
 -Si me fuerzas de nuevo, me servirá de motivo para solicitar el divorcio- intentó decir pese a su férrea sujeción, él soltó una carcajada irónica
 -¡¡Eres aún más estúpida de lo que pensaba!!- repuso sin dejar de reírse, en un rápido movimiento la dejó en el suelo y, sin esperárselo, abrió el camisón en dos como si fuera de papel dejándola desnuda ante él; aprovechando la confusión momentánea de ella, la empujó sobre la cama atrapándola con su cuerpo al instante inmovilizándola- ¿Acaso crees que encontrarás algún juez que me condene porque, después de dos años negándomelo, haga valer mis derechos de esposo por fin aunque sea a la fuerza? ¿Lo crees realmente mentecata?- decía mientras se intentaba desabrochar la cremallera de los pantalones con una sola mano pues con la otra sujetaba fuertemente las muñecas de Helena sobre el colchón por encima de su cabeza
-¡Eso es mentira! No es la primera vez y así lo diré- repuso intentando soltarse pero le era imposible
-A ver cómo lo demuestras niña engreída y estúpida- respondió sonriendo cínicamente
-Por favor Eric… No lo hagas- sollozó aterrada percibiendo que ya estaba preparado para embestirla
-¿Qué no haga qué? ¿Tomar lo que por derecho me pertenece?- habló despreciativo forzándola con sus rodillas a abrir las piernas
-Por favor… por favor… no me hagas daño- suplicó aterrorizada entre lágrimas pero, implacable y furioso, la penetró despiadado. Helena sintió como si la rasgara por dentro. Soltó un chillido ahogado que él aplacó atrapando su boca con la suya. Helena sentía verdadera aversión sentir aquella lengua húmeda dentro de su boca, pero junto aquel sabor a whisky y tabaco, sintió verdadera repugnancia. Tanto asco, que notó como las arcadas le asaltaban la garganta e intentó luchar para librarse al menos de su asqueroso aliento pero él volvió a sujetarle la mandíbula impidiéndoselo. Ya ahogada por la angustia, le mordió el labio en un intento desesperado de apartarlo de su boca
-¡Hija de puta!- bramó dolorido echándose la mano al labio y, sin esperárselo, le soltó tremenda bofetada que la dejó aturdida. Empezó a arremeter furiosos y tremendos embistes que parecían reventarla por dentro hasta que al fin acabó. Se levantó y se abrochó los pantalones mirándola despreciativamente- y como vuelvas a hablarme de divorcio te vas a arrepentir de verdad, estúpida- amenazó sonriendo burlón, salió del cuarto dejándola llorando desolada y dolorida sobre la cama.
Dos meses después, la desolación fue mayor cuando se enteró de que estaba embarazada… Aunque la noticia fue recibida en la casa con una alegría inmensa por parte de todos, ella no podía estar tranquila. Sí, iba a tener un hijo, pero… ¿Un hijo de quién? ¿De Joseph? Pensaba ilusionada ¿o de Eric? y al instante su rostro se volvía desolador
 Los meses pasaban lánguidos y terriblemente despacio. Parecía que no se iban a acabar nunca y la lejanía de Joseph cada vez se hacía más y más insoportable. Pero tampoco sabía cómo iba a enfrentar aquello con él ¿Cómo decirle que esperaba un hijo y no sabía de quién era? Eso también la angustiaba tremendamente. Solo su pequeño moviéndose dentro de ella la hacía sonreír feliz, iba a ser madre, eso era lo que importaba ahora y debía centrarse en ello; el resto ya lo enfrentaría llegado el momento.
Llegaron al fin los seis meses pero no hubo noticias de Josh. Se cumplieron los ocho y seguía sin saber de él… Llena de angustia, todos los días pedía a Dios que su silencio fuera solo porque se retrasaran las dichosas maniobras pero que él estuviera bien, que nada le ocurriera porque si no ella se moriría... Inesperadamente, aquella madrugada se puso de parto antes de tiempo. Aquello iba demasiado apresurado, no había tiempo a trasladarla hasta el hospital de la ciudad; así que avisaron a Carmencita la mujer de Rodrigo que era la que ayudaba a las jornaleras del rancho y dio a luz una niña preciosa en la misma casa. Apenas una suave pelusilla rubia le cubría la cabeza y era un auténtico sol. Daban ganas de comerle aquellos mofletes sonrosados y aquellos ojos color caramelo eran tan dulces que apenas se podía resistir uno a su mirada. Todos andaban locos con la pequeña, menos Eric; apenas la miraba de soslayo y nunca le hacía la mínima carantoña ¡Qué distinto sería si fuera Joseph el que estuviera allí con ellas! Pensaba afligida Helena. Seguro que él no pararía de tomarla en brazos y quererla con pasión
-Es igualita a ti mi niña- le decía nana mirándola embobada mientras tomaban el sol en el jardín- es que la veo a ella y te veo a ti mi ángel; no hay cosita más igual a su mamá en este mundo- murmuraba melosa haciéndole carantoñas a la pequeña en su cuco
-Nana ¿de verdad no has recibido ningún aviso aún?- le preguntó esperanzada como todos los días y a cada momento, nana sonrió dulcemente
-No mi niña, igual que hace media hora- respondió paciente
-Oh Dios mío- suspiró angustiada llenándosele los ojos de lágrimas
-No te angusties mi cielito, no ves que puede afectarle a la pequeña a través de tu leche; te aseguro que está bien, solo que se retrasa un poquito
-¿Un poquito?- repuso afligida- ¿Un poquito, nana? ¡Se retrasa cuatro meses ya de la fecha prevista!- sollozó temerosa
-Por favor mi chiquita, intenta calmarte; esta agitación te llevó a adelantar el parto y ahora le hará mal a nuestra Kathy- la abrazó tierna su nana meciéndola dulcemente como siempre hacia desde muy niña
-¿Ocurre algo?- preguntó su padre apareciendo de pronto, ambas se sobresaltaron inquietas
-No que va, señor Williams, todo está bien; solo que mi niña aún está algo sensible del parto, apenas pasó un mes
-Claro- murmuró el hombre comprendiéndolo- ¿Dónde está la reina de esta casa?- expuso feliz recogiendo a la pequeña de su cuna meciéndola entre sus brazos, ambas mujeres sonrieron enternecidas- ¡Ay mi Dios! Apenas tiene cuatro semanas y si me faltara ya me moriría de angustia- declaró apasionado, ellas rieron enternecidas. El padre de Helena se quedó con ellas jugando con su adorada nieta mientras nana proseguía con su labor y Helena intentaba centrarse en el libro entre sus manos sin resultado- ¡Ah nana, se me olvidaba! Has recibido una llamada telefónica- declaró inesperadamente y ambas mujeres se sobresaltaron al oírlo, se miraron muy nerviosas
 -¿De quién?- indagó la mujer intentando parecer serena, Helena miraba esperanzada a su padre; su corazón latía frenético
 -No sé, no lo dijo y no se me ocurrió preguntar… solo explicó que el paquete que estás esperando llegará a la ciudad mañana- Helena no pudo evitar un grito de ilusión que desconcertó a su padre, nana le apretó la mano disimuladamente para calmarla- ¿Qué pasa? ¿Qué paquete es ese?- se interesó curioso ante la reacción de su hija que no sabía que contestar
-Unas telas- resolvió rauda nana- unas telas que mi niña me encargó pedir para hacerle unos vestiditos a la pequeña Kathy ¡¡mire que ilusión le han hecho!! No hay mamá más abnegada que ella- expuso cariñosa mirando a Helena con ternura, ella le sonrió agradecida
-Y bella nana- añadió orgulloso su padre besando a Helena en la cabeza- está aún más bellísima desde que fue madre
Por la noche, antes de cenar, nana entró en el cuarto de Helena para ayudarla a acostar a la pequeña Kathy descubriéndola haciendo una maleta
-¡¿Qué rayos haces mi niña?!- murmuró temerosa cerrando presurosa la puerta tras de sí para que nadie la viera
-Mañana me voy con él nana- contestó rotunda sin dejar de meter ropa en la maleta- ayúdame a recoger las cosas de Kathy por favor
 -¡¿Te has vuelto loca, chiquilla?!- le regañó contundente y empezó a vaciar la maleta, Helena la miró confundida- ¡¿Cómo te vas a ir así?! ¡¡¡Aún no estás bien del todo y el parto fue complicado!!
-¡¡Estoy perfectamente nana!!- le contestó resuelta retirándole un suéter de sus manos que devolvió a la maleta- Lo amo y no aguanto más estar lejos de él, me voy nana y nada podrá impedírmelo
-¡¡No seas atolondrada mi niña!! ¿Cómo vas a irte así llevándote a la pequeña? Está muy chiquita cielito, no debes…
-¡Soy su madre nana!- le gritó tajante- ¡Sé que es chiquita pero también sé cuidarla y criarla! ¡No soy una inútil!
-No estoy diciendo eso mi niña, no lo pongo en duda, perdóname- se disculpó la buena mujer muy cariñosa, Helena calmó su furia- pero piensa hija ¿cómo vas a llegar junto a él con una bebita en brazos sin saber que decirle? ¿Es tu hija? ¿Es de Eric? ¿Qué le dirás Helena?
-Es mía- respondió aunque ya no tan convencida, miraba inquieta a su nana
 -Mi niña, mañana ve a verlo y explícale lo que hay; lo que pasó durante su falta y él te dirá lo que opina al respecto… a lo mejor no acepta a la hija de otro
-Sí lo hará, Josh es un verdadero hombre; además ¿Y si es de él nana?
-Por eso cielo, debes contárselo antes, no aparecerle con el paquetito así sin más; es muy bueno y tierno, no tendrás ningún problema con él, de eso estoy segura… pero debes comentárselo antes ¿no crees mi niña?- recomendó serena, Helena se quedó pensativa unos minutos
-Está bien, primero le diré que he tenido una hija y después me voy con él sin más miramientos- resolvió más calmada, nana le sonrió complacida

No hay comentarios:

Publicar un comentario