sábado, 12 de diciembre de 2015


     Subía sin aliento montaña arriba al encuentro de su gran amor. Joseph la esperaba impaciente junto a la valla y así la vio aparecer corrió hacia ella tomándola entre sus brazos con auténtico delirio besándola incansable por el rostro y los labios; ella sonreía henchida de felicidad
-¡Cuánto te eché de menos amor mío! ¡Fue desesperante este viaje!- decía ardiente sin dejar de besarla
-Yo también a ti mi vida ¿cómo has tardado tanto?
-Quedamos atrapados en el crudo invierno del norte de Europa y, con la nieve y el frío, empezaron a fallar los equipos- explicó sin resuello llevándola hacia la casa entre sus brazos sin dejar de besarla continuamente- cuanto te necesito amor mío, no sabes cuánto llevo deseando tenerte entre mis brazos- expuso ardiente entrando en la casa y besaba con pasión su cuello excitándola tremendamente mientras subía las escaleras hacia su cuarto
-Espera Josh, tenemos que hablar mi amor; debo decirte algo importante- lo intentó detener pero era imposible, estaba enardecido y muy excitado
-Después estrellita, hablamos después que solo tengo un par de horas- indicó presuroso sin dejar de recorrer su cuello y su escote con sus labios
 -¿Cómo que un par de horas?- repitió ella alejándolo levemente para poder verlo a los ojos
-Solo hoy estaremos aquí, mi amor; debemos continuar hacía Pearl Harbor y reparar el barco de inmediato
-Joseph…- murmuró desolada
-¡Solo un par de meses más mi vida! Te juro que solo serán un par de meses y después estaré de permiso una buena temporada y te ayudaré a instalarte aquí definitivamente ¿has arreglado ya tus papeles, verdad?- le preguntó esperanzado, Helena quedó callada sin saber que responder- ¿Cielo?- instó él ante su silencio
-Dejemos de hablar que nos queda poco tiempo- expuso despreocupada besándolo ardiente y continuaron desnudándose afanosos. Se entregaron con desesperación, casi violentos, rabiosos por sentirse y poseerse; fue algo increíble la multitud de pasión que sus cuerpos descargaban en cada caricia y beso que se daban. Fue una entrega tan ardiente y tumultuosa, que los dejó exhaustos durmiéndose agotados uno en brazos del otro. Los despertó la alarma del reloj de pulsera de Joseph
-¡Mierda nos quedamos dormidos! Se me hace tarde, menuda manera de desperdiciar el tiempo juntos- protestó fastidiado besándola apasionado en los labios, ella sonrió dulcemente
-Desperdiciada, desperdiciada… no del todo- comentó pícara, él rió divertido besándola de nuevo; se levantó y se dirigió al baño
 -¿Nos duchamos juntos y aprovechamos un poquito más el tiempo?- le propuso zalamero, ella rió encandilada y corrió tras él adentrándose en el baño. Bajo el agua, entre caricias ardientes y besos complacientes se fueron excitando el uno al otro hasta lo máximo. Joseph la tomó por los glúteos elevándola y ella le rodeó el cuello con sus brazos; la penetró potente pero muy delicado como siempre al tiempo que atrapaba su pecho con su boca y ella gimió complacida. Pero Joseph lo soltó al instante mirándola preocupado a los ojos
-Cielo, tienes los pechos muy inflamados y calientes como si tuvieran fiebre- indicó sobresaltado, ella se mordió nerviosa el labio, llegaba la hora de comer Kathy…
-Josh…- murmuró cohibida  sin saber cómo explicarse
-¿Qué te pasa mi ángel?- expuso inquieto ante su repentino silencio
-Nada, eso no es nada; no te pares ahora cielo mío- exclamó atrapando su boca y devorándolo ansiosa al tiempo que lo empujaba más profundamente dentro de ella con sus piernas que rodeaban sus muslos y él ya no siguió preguntando. Sus cuerpos estaban hambrientos el uno del otro y parecían no agotarse nunca de recibir sus caricias y besos. Fue hermoso y, como siempre, esplendido al máximo.
Regresaron al aparcamiento del centro comercial cruzando la colina muy abrazados y deleitándose en besarse y acariciarse amantes. Antes de alcanzar el centro comercial donde sus caminos se separarían, Joseph la atrapó entre sus brazos besándola con ardiente pasión; ella también se entregó con todo su amor
 -Te quiero tanto, vida mía, cada vez se me hace más difícil separarme de ti- declaró apasionado, ella sonrió complacida besándolo dulcemente en los labios
-Pero debemos hacerlo o llegaremos tarde los dos- expuso melosa, él sonrió triste; se besaron de nuevo y Helena hizo amago de irse pero Joseph la detuvo sujetándole suavemente la muñeca
-Espera cielo, cuando llegaste querías decirme algo importante ¿qué es?
-Nada que no pueda esperar, lo hablaremos a tu regreso- respondió serena y, besándolo suavemente en los labios, se dirigió hacia el coche no sin antes volver la mirada hacia él que tomaba calle abajo en dirección al centro de la ciudad. También él se volvió antes de doblar la esquina y sus miradas se encontraron. Se sonrieron amantes y Josh le envió un beso por el aire al tiempo que le guiñaba un ojo cómplice. Helena sonrió complacida entrando en el coche.
-Creí que no llegabas y se le pasa la hora de comer- expuso nerviosa nana pasándole a la pequeña Kathy que sostenía en brazos, Kathy se enganchó hambrienta al pecho de su madre mientras Rodrigo dirigía el coche ya de regreso a casa- ¿Qué te ha dicho mi niña?- indagó inquieta nana
-No se lo conté, se tiene que ir de nuevo por un par de meses más y no era el momento… se lo explicaré a su regreso más tranquilamente- respondió calmadamente besando tierna la cabecita de su pequeña que comía ansiosa, la mujer asintió con la cabeza
 Apenas había pasado algo más de un mes tras la marcha de Joseph y Helena llevaba una temporada muy nerviosa y desquiciada. Todo le molestaba y rompía a llorar por la mínima desconcertando a su padre y a nana que no comprendían sus extrañas y cambiantes reacciones abrumándola con preguntas que ella acababa evitando contestar huyendo de la casa llorando nuevamente. Aquella tarde, nana la observaba desde la sala en la pérgola. Abstraída como siempre mientras acunaba a su pequeña Kathy entre sus brazos mirándola fijamente
-¿Qué te pasa mi niña? Llevas una temporada muy extraña- le preguntó así llegó junto a ella, Helena la miró a los ojos y nana descubrió en los de Helena un brillo de felicidad inmensa
-¿La has visto nana? ¿Te has fijado últimamente en Kathy?- expuso plena de dicha
-Claro mi niña, todos los días; se está poniendo hermosa la condenada- respondió cariñosa
-¡No nana!- le repuso intransigente- ¡Mírala bien! ¡Fíjate nana!- remarcó mostrándosela, la mujer se fijó bien en la pequeña Kathy que le sonrió alegre como siempre, la pequeña ya la conocía como a nadie. La mujer sonrió complacida pero, de pronto, empezó a caer en la cuenta y su rostro se fue poniendo serio y contrariado
-¡Santo Dios bendito!- murmuró echándose las manos al pecho sin poder apartar sus ojos de la pequeña; su pelo rubio, que ya era abundante y fuerte, a los rayos del sol dejaba ver trazas pelirrojas, aquella boca bien dibujada de labios un poquillo gruesos pero perfectos, aquellos maravillosos ojos grandes y hermosos empezaban a mostrar unas vetas grises y brillaban alegres….- ¡Si es un calco de Joseph!- exclamó sobrecogida
-¡¿Verdad que sí?! ¡¡Mira nana, hasta tiene su hoyuelo!!- explosionó pletórica de felicidad Helena acariciando el pequeño hoyuelo en la barbilla de la pequeña que empezaba a formársele- Mi niña es hija de Josh nana, como tenía que ser; hija del amor…
-Dios bendito mi niña ¿sabes que puede ocurrir si Eric se da cuenta?
-¡No me importa nana, no me importa nada! Además…- el rostro de Helena se volvió serio y entristecido- ya se va a descubrir todo nana, ya no se puede ocultar más- declaró con los ojos llenos de lágrimas
-¿Qué te pasa mi niña? ¿Por qué dices eso y te pones así?
 -Porque estoy embarazada de nuevo nana y esta vez no hay dudas posibles de quien es el padre: Eric lleva sin tocarme desde aquella noche antes de que naciera Kathy- expuso llorosa y compungida
-¡¡Ay santa Bárbara bendita!!- exclamó estremecida la mujer santiguándose repetidamente
Aquella mañana del día siguiente, Helena se armó de valor y llamó a la puerta del cuarto de Eric
-Adelante- lo oyó bramar desde dentro, tomó aire profundamente y entró en el cuarto, él estaba acabando de vestirse y la miró condescendiente mostrando una sonrisa cínica- ¡¡Vaya visita más inesperada!! ¿A qué debo el honor de que vengas a mi cuarto?- se burló chulesco dándole la espalda para acabar de vestirse frente al espejo
-Tengo que hablar contigo muy seriamente- expuso entrando en la habitación cerrando la puerta tras de sí, él solo le echó una mirada a través del espejo- Eric… quiero que me des el divorcio, te daré lo que quieras, te firmaré una pensión mensual de por vida con la cantidad que tú decidas… pero firma el divorcio y seamos libres los dos; acabemos con esta tortura que es para ambos
-¿Estás loca?- respondió chulesco volviéndose hacia ella- será una tortura para ti, yo vivo muy bien- exclamó con chulería, Helena estaba a punto de insultarlo pero acordó
 -Por favor- suplicó melosa
-Ya te dije que nunca te lo iba a dar ¿a qué viene que te arrastres así?- expresó sarcástico mirándola intrigado
-Eric… ¿Por qué seguir con esta comedia que a ambos solo nos hace daño?- instó amable para intentar convencerlo
-A mí no, ya te dije que yo vivo muy bien- remarcó de nuevo bravucón dándole la espalda de nuevo volviéndose hacia el espejo para anudarse la corbata
-Por favor Eric, pídeme lo que quieras…
-¡Basta Helena! ¡No insistas! ¡No te lo voy a dar por mucho que supliques y te arrastres!- exclamó tajante y se miraron a través del espejo; él sonrió cínicamente- Y si tanto lo deseas… te lo firmo a cambio de Kathy- propuso decidido
-¿Qué estás diciendo?- se pasmó incrédula
-Que te doy el divorcio pero me llevo a mi hija- resolvió categórico
 -¡No!- exclamó rotunda mirándolo aterrada
-¡Claro que sí!- expuso sarcástico mirándola desafiante- Compréndelo, yo ya no podría vivir sin mi adorada hijita- habló burlón volviéndose hacia ella
 -¡¡Si no la quieres!! ¡¡Ni la miras siquiera!!- le reprochó irritada
-¡¡Pero es mía!! ¡Y solo por mirar la cara de tu padre cuando me vea irme con su nietecita adorada, vale la pena!- se burló cínico
-¡¡Nunca lo permitiré!!- bramó fuera de sí
-¡¡Intenta evitarlo estúpida!! ¡¡Así que ya sabes: o juntos o me llevo a mi hija conmigo!- bramó tajante
 -¡No es tu hija imbécil!- increpó furiosa, él le clavó los ojos desconcertado; Helena así acabó de hablar sabía que había metido la pata terriblemente
-¿Qué has dicho?- masticó las palabras mirándola fríamente mientras se acercaba despacio a ella, Helena tragó nerviosa saliva pero nada contestó- ¡¡Te he preguntado qué es lo que has dicho!!- gritó enfurecido, a Helena empezaron a temblarle las piernas así lo observaba acercarse; deseaba huir, escapar de allí, pero sus piernas no reaccionaban
-Nada- murmuró apagadamente
-¿Cómo que nada?- repitió sarcástico- pues yo sí oí algo… Oí que Kathy no es mi hija… ¿es así? ¿Eso es cierto?- volvió a no responder, se mordía nerviosa el labio inferior- ¡¡Habla maldita desgraciada u yo...!!- gritó exasperado levantando su mano para golpearla
 -¡¡No me golpees Eric!! ¡Puedes lastimar al bebé!!- gritó angustiada protegiéndose por si le propinaba algún inesperado golpe, Eric se quedó estático con la mano en alto
-¿Qué bebé?- expresó totalmente descolocado, Helena bajó la cabeza sin atreverse a mirarlo- Hija de puta, rastrera sinvergüenza ¿estás embarazada de nuevo?- expresó descolocado, Helena sin atreverse a descubrirse asintió con la cabeza- ¡¡Maldita desgraciada, hipócrita hija de la gran puta!!- empezó a insultarla, ella seguía protegiéndose con el brazo hasta que él se lo sujetó fuertemente retirándoselo del rostro- ¡¡Mírame desgraciada!! ¡¡Tú!! ¡¡La siempre perfecta y delicada Helena Connors que solo sabe hacerme reproches, resulta que anda revolcarse por ahí con otros como una vulgar prostituta!! ¡¡Esto va a ser un bombazo para tu soberbio papaíto y no me resisto las ganas de contárselo!!- aclaró sarcástico dirigiéndose a la puerta
-No por favor, no se lo digas- suplicó llorosa sujetándolo por el brazo deteniéndolo
-¡¿Qué no?! ¡¡Claro que sí!! Le haré agachar esa cabeza altanera que tiene ese viejo hipócrita de una puta vez
-¡No por favor Eric! No le hagas pasar por esto a mi padre, resolvámoslo tú y yo como adultos que somos… si se lo dices, se morirá de vergüenza y angustia
-¿Y a mí qué? ¿Acaso crees que me importa?- repuso mordaz sonriendo cínico
-Por favor… te doy todo lo que quieras… te doy mis ahorros, todo; pero no le digas nada de esto a mi padre
-Ahora sí que te quitaré a Kathy- expuso tajante
-¡¡No!!
-¡Claro que sí! Lleva mi apellido, esa es mía; te la quitaré por adultera… puedes quedarte con ese asqueroso bastardo que esperas, pero cualquier juez me dará de inmediato la custodia de Kathy
 -¡¡No, por favor; no lo hagas Eric!!- sollozó angustiada arrodillándose ante él
-No volverás a verla
 -No, no, no…
-¿No quieres que me la lleve lejos de ti?
-No por favor
-Pues si no quieres que me la lleve... ¡No vuelvas a hablarme nunca más de ese estúpido divorcio ¿me oyes?!- escupió asqueado tomándola fuertemente por las muñecas- seguiremos viviendo “felices” aquí todos juntos como una hermosa “familia” esperando la llegada de nuestro nuevo y “deseado” retoño o voy y le cuento a tu padre lo puta que es su hija y me llevaré a Kathy conmigo y no vuelves a verla en tu patética vida- expuso tajante remarcando las palabras con ironía y apretándole vigorosamente las muñecas, tanto que Helena ya casi no sentía sus dedos
 -Eric- sollozó angustiada
-Y olvídate de volver a ver a tu amante ¿me oyes furcia? o entonces sí que tu padre se enterará de todo: entre que me llevaré a su adorada bastardita de su lado y saber quién es realmente su “maravillosa” hijita... ¿dónde crees que acabará el “pobre ancianito”?- expresó cínicamente sarcástico
-Eres un maldito desgraciado- murmuró afligida, él rió burlón
-¿A qué sí?- se burló grotesco- pero tú una esposa adúltera ¿quién crees que lleva las de perder? ¿Quieres arriesgarte a que se sepa todo y ver cuál es el resultado?- Helena guardó silencio derrotada.
A pesar de los varios recados que Joseph le dejaba a nana, Helena no regresó a su lado ni ese día ni al siguiente y eso lo inquietaba ¿qué podía ocurrirle? ¿Acaso estaría enferma? ¡¡O peor!! ¿Ese desgraciado le habría hecho algún daño? Esa duda lo atormentaba terriblemente. Así que decidió irse al rancho a buscarla, volvió a llamar a la casa pidiendo hablar en persona con nana
-¿Diga?- la oyó hablar al otro lado del receptor
-¿Nana? ¿Qué pasa con Leni? ¿Está bien?- indagó muy preocupado
-Hijo…- murmuró desolada a mujer
-Dígale que esté preparada que iré a buscarla en cuanto salga del cuartel, no aguanto más esta incertidumbre y…
-Joseph, no vengas y no llames más- lo atajó rotunda la mujer dejándolo desconcertado
 -¿Qué pasa nana?
-No quiere volver a verte- declaró tajante, aquellas palabras desgarraron a Joseph
-¿Qué estás diciendo nana? No, eso no es cierto
-Sí lo es hijo, lo siento pero no quiere volver a verte, así me pidió que te lo dijera; y que no llames más… que te olvides de ella, que no…- guardó silencio unos segundos haciéndoseles eterno a Josh, sabía lo que iba a decir pero necesitaba escucharlo
-¿Qué no qué nana?- instó desolado
-Que no te quiere hijo- pronunció casi en un susurro mirando afligida a Helena junto a ella que rompió a llorar destrozada al oírla pronunciar aquellas palabras
-Eso no es cierto- musitó él apagadamente
-Lo siento hijo, pero se dio cuenta con esta última separación cuales eran sus verdaderos sentimientos- remarcó la anciana contundente
-¡¡No me lo creo nana!! me estás mintiendo y no sé por qué; dígale que se ponga… dígale que tenga la decencia de decírmelo ella misma si eso es cierto- gritó con desesperación, tanto que hasta Helena pudo oírlas claramente; se cubrió la boca intentando ahogar el grito de dolor que acudía a su garganta- No… ¡¡Iré al rancho ahora mismo!! ¡¡Que ella misma me lo diga cara a cara!!
 -¡¡No, no vengas!! Será inútil… No está hijo- contestó apresurada nana para detenerlo en su locura
-¿A dónde ha ido?- ambas mujeres se miraron atrapadas, no sabían que responder
-De viaje… con Eric, su esposo… han decidido retomar su relación y han ido de segunda luna de miel…- expuso sin pensar la mujer, Helena la miro boquiabierta, Joseph jamás se creería eso… pensó atormentada; hubo un intenso silencio aterrador durante unos segundos. Joseph se quedara mudo sujetando fuertemente el auricular contra su oído mientras se apoyaba desolado a la pared donde colgaba el teléfono. Estaba atónito ¿Cómo que había retomado su relación con Eric? ¿Cómo podía pensar en darle otra oportunidad a aquel hombre que la maltrataba? ¿O es que acaso…? Sus ojos se llenaron de lágrimas ¡¡Claro!! ¡¡Le había mentido!! ¡¡Por eso no daba arreglado sus papeles y ponía excusa tras excusa!! ¡¡Él solo había sido un simple entretenimiento de una niñata rica y aburrida de su monótona vida de casada!!- ¿Hijo? ¿Estás ahí? ¿Joseph?- instó inquieta nana y él colgó fuertemente el auricular recibiendo la mujer por respuesta el tono de haberse cortado la llamada- colgó cielito- le indicó afligida a Helena que rompió a llorar desconsolada.
Ben y Lupe descansaban en el sofá mirando entretenidos el televisor mientras los dos pequeños enredaban sobre la alfombra después de comer, Ben acariciaba amoroso el ya enorme vientre de Lupita recostada en el sofá con su cabeza sobre sus piernas cuando lo vieron aparecer en la casa con su petate al hombro que dejó en la entrada. Los pequeños corrieron a sus brazos entusiasmados, Joseph los recogió con ternura besándolos con pasión en las mejillas. A pesar de su alegría por el recibimiento entusiasmado que los pequeños siempre le ofrecían, los mayores pudieron detectar claramente la gran tristeza de sus ojos de nuevo apagados como hacía unos meses
-¿Qué ocurre compadre? ¿A qué viene tu petate?- indagó inquieto Benjamin
-A que me voy, vengo a despedirme- respondió apagadamente
-¿Cómo que te vas?- reclamó preocupada Lupe intentando levantarse
-Déjate estar mi Lupita bella, debes descansar- repuso de inmediato él deteniéndola al tiempo que se aproximó a ella y la besó tierno en la frente, aunque ella se incorporó igual sentándose en el sofá
-¡¿Qué es eso de que te vas?! ¡¿A dónde?! ¡¡Si apenas hace tres días que has llegado!!- impuso nerviosa
-Me voy a… Camboya mi Lupita- musitó consternado acuclillándose ante ella tomándole cariñoso sus manos entre las de él pero evitando mirarla a los ojos
-¡¿A Camboya?!- se impacientó Benjamin mirándolo atónito, Joseph tragó saliva y también esquivó su mirada- ¡¿Por qué te envían allá compadre?! ¡¡No tienen ningún derecho!! ¡¿Por qué a ti y allí de nuevo?! ¡¡Ya has librado tu parte en esa guerra ¿no crees?!!- protestó violentamente
 -Lo pedí yo mismo Ben, me ofrecí voluntario y embarco en unos minutos- repuso apagadamente
-¡¿Qué?!- murmuró incrédulo mirándolo estupefacto
-Debo irme- resolvió presuroso intentando escapar de ellos pero Lupe le sujetó fuertemente el brazo deteniéndolo
-¿Y qué pasa con ella cariño mío? ¿Y esa gran felicidad que estabas a punto de alcanzar mi niño?- indagó atormentada, él la miró con ojos llorosos impresionándolos tremendamente, aquella linda mirada de un gris claro estaba atormentada y hundida en la desolación
-La felicidad no está hecha para mí, mi Lupe hermosa… Cuando estoy a punto de rozarla con la yema de los dedos se me escapa de nuevo… Mi destino parece que no está escrito para quedarme en tierra y tener una familia Lupe, solo sirvo para estar embarcado…- expuso con gran amargura, Lupe empezó a llorar en silencio mirando a su gran amigo que tuvo que evitar mirarla para no romper a llorar también, la besó con gran amor en la frente mientras acarició con extrema ternura su vientre- cuídate mi chiquita preciosa, ser vosotros felices por mí- añadió con voz entrecortada y, sin mirar atrás, apuró su paso hacia la puerta; recogió su petate del suelo y cerró la puerta tras de sí dejándolos en completa desolación… Aquel pequeño ruido de cerrarse la puerta les sonó a terrible augurio, sintieron una horrible sensación, como si no fueran a volver a verlo…
 -¡Oh Dios Ben!- sollozó mortificada Lupe abrazándose a su esposo que la recogió amoroso entre sus brazos, ambos lloraron en silencio oprimiéndose uno al otro con angustia.
Si el matrimonio de Helena había sido insoportable hasta aquel día, desde entonces, aquella casa se volvió un verdadero infierno para todos. Eric se había vuelto aún más orgulloso y dominante que nunca, se creía el amo y señor de todo y no parecía haber quien lo frenara. Los desprecios hacia Helena se volvieron aún más continuos y más violentos que antes combinándose con tremendas palizas que ella soportaba silenciosamente ante la atónita expectación de Williams y nana. A pesar de sus intensas recomendaciones que aquello no podía soportarse más y debía separarse, ella callaba y aguantaba todo sin protestar ni mover un dedo prohibiéndoles rotunda a hacer nada en contra de Eric dejándolos completamente anonadados.

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