sábado, 14 de septiembre de 2013

VIVE POR LOS DOS

Sentado en el sofá de la pequeña salita ensimismado en sus pensamientos, Alicia apoyaba su cabeza sobre sus rodillas tumbada a su lado mientras le hablaba incansable aunque él no le prestaba atención. Tampoco le prestaba ni la más mínima atención al televisor aunque sus ojos estaban clavados fijamente en su pantalla. Su mente traicionera solo sabía volar insistente hacia su bella Emma, a aquellos bellos ojos castaños claros y llenos de vida, alegres y vivarachos como a su hermoso rostro salpicado de pequeñas pecas haciéndola parecer una niña traviesa pero con un cuerpo perfecto de mujer y su recuerdo le hacía sonreír feliz mientras su corazón latía frenético… Se frotó nerviosamente su frente ¡¡Santo Dios ¿que estaba diciendo?!! No es que pareciera una niña… ¡¡Era aún una niña comparada a él!! ¡¡Solo tenía 20 años y él a punto de cumplir 40…!! Aquello era una locura, una auténtica locura; pero, aunque hacía lo imposible para parar lo que sentía por ella, era completamente inútil. No sabía decir cómo ni cuándo pasara. Pero aquel enorme cariño, casi devoción, que siempre había sentido por aquella niña risueña, dulce y tan cariñosa; al ir creciendo ella, se fue convirtiendo en un amor profundo y sincero que se le había clavado como dagas ardientes en el alma, en el corazón, en cada poro de su piel, y la amaba con pasión…. No podía dejar de pensar todo el día en su niña y, desde que se había ido a la capital y dejara de verla tan asiduamente, aún más la amaba y más pensaba en ella… ¡¡Era una locura!! ¡¿Cómo podía haberse enamorado así de aquella criatura?! Sabía que debía olvidarse de ella. Su sensata cabeza le repetía una y otra vez que nunca podría ser, que era un imposible además de una enorme locura, que tenía que olvidar aquella estúpida obsesión que no le llevaría a ningún lado a no ser a su propia desgracia… Pero su alocado corazón la amaba cada día más y con más fuerza, la extrañaba enormemente desde que se fuera y latía frenético cuando regresaba para pasar el fin de semana y por fin lograba verla… -¡¡Bueno, casi está todo preparado y listo para el gran día!! Me encanta tener todo bajo control y que no haya contra tiempos de última hora- repuso entusiasmada Alicia y lo miró a la cara, él seguía con sus ojos fijos en el televisor frotándose inquieto su frente- ¿Supongo que ya habrás comprado tu traje, verdad amor?- indagó interesada pero él seguía en su mundo muy lejos del de ella- ¿Eh? Por lo menos ya lo habrás elegido ¿no? Mira que apenas quedan tres días para la boda- insistió pero él no respondió, seguía inmerso en sus pensamientos- ¡¡Ey, Miguel ¿qué me contestas?!!- le reclamó animada sacándolo de su abstracción y la observó incomprensible a aquellos ojos azules que lo miraban dulcemente -Perdona Alicia, pero no te estaba atendiendo- repuso sincero -¡¿No me digas?! ¡Pues no me había dado ni cuenta ¿eh?!- se burló divertida pero él ni siquiera sonrió- Tengo entendido que eso suele suceder después del matrimonio… No antes- siguió bromeando aunque su voz sonó dolida, Miguel le sonrió levemente- ¿Qué te pasa cariño mío? -Nada- respondió esquivo evitando su mirada curiosa -¿Tienes algún problema en el hospital?- insistió cariñosa -No, allí todo va bien- contestó despreocupado acariciándose incómodo la frente de nuevo -Entonces Miki… ¿dónde te va mal?- insistió mirándolo inquisitiva, él la miró fijamente a los ojos desconcertado -¡En ninguna parte! ¿A qué viene esa pregunta? - repuso presuroso - Tu subconsciente te ha traicionado cariño mío y tú lo has dicho: en el hospital va todo bien y allí no tienes ningún problema… ¿dónde tienes los problemas entonces Miguel?- repuso conmovida, él volvió a pasarse inquieto la mano por su frente esquivando de nuevo su mirada- ¿Es referente a la boda Miguel?- instó preocupada, él se levantó rápidamente del sofá al tiempo que resoplaba fastidiado cruzando las cuatro columnas que separaban la salita de la cocina escapando de aquellos ojos azules inquisitivos que se le clavaban en el alma. Sabía de sobra que se había equivocado, sabía que había metido la pata hasta los codos… Iba a cometer la mayor estupidez de todas y acabaría haciéndose daño a él y a Alicia, que no tenía culpa de nada… No la amaba como para dar el paso que estaban a punto de dar… lo sabía de sobra; pero cuando ella se lo propuso, fue la única salida que encontró a sus auténticos sentimientos y ahora… ¿cómo detener todo aquella locura sin sentido que en apenas tres días estaba a punto de cometer? Cogió un botellín de agua del frigorífico y se apoyó de espaldas en la isla de mármol que separaba la parte de la cocina de la zona comedor; observó el jardín por el gran ventanal que tenía enfrente. Estaba ya casi todo dispuesto para la ceremonia: las carpas blancas instaladas sobre el bien recortado césped cubriendo las docenas de mesas preparadas para los invitados, los arcos metálicos colmados de flores blancas en donde se realizaría la ceremonia y las sillas forradas de blanco bien situadas para la ocasión que sus grandes amigos Laura y Alberto había instalado con tanta ilusión para la ocasión… Entonces volvió a su mente el rostro dulce y encandilador salpicado de divertidas pecas de Emma, su sonrisa abierta y encantadora mirándolo con aquellos preciosos ojos castaños brillantes y seductores que provocaban que su corazón latiera frenético, su atrayente boca besándolo inocentemente en la mejilla provocándole un sabroso escalofrío de deseo, un simple roce de sus suaves manos le erizaban la piel haciéndole el hombre más feliz del mundo y solo deseaba estar cerca de ella, la amaba con desesperación y sabía de sobra que eso jamás iba a cambiar aunque nunca la podría tener a su lado como él desearía y eso lo hiciera sufrir tremendamente. Miró a Alicia sentada aún en el sofá mirándolo desconcertada, era una mujer muy bella, de eso no cabía duda pero… No era Emma… Su rostro no era espectacularmente hermoso como el de su amada niña, sus ojos azules no eran para nada comparables a los dulces de Emma y ni sus delicadas manos bien cuidadas ni sus jugosos labios lograban hacerle sentir ni en los momentos más íntimos y excitantes lo que un simple e inocente roce de Emma le provocaba -Esto es una auténtica locura Alicia- expresó de pronto mirándola fijamente a los ojos, ella apretó inquieta sus labios -No lo hagas Miki, ahora no- murmuró afligida -Lo siento, no puedo seguir con esto Alicia… No es justo para mí y mucho menos para ti Ali, no estoy preparado para dar este paso -¡Sé que amaste mucho a esa otra mujer y sigue enclavada en tu corazón pero no me importa Miki!- replicó levantándose y acercándose a él, posó tiernamente su mano en la mejilla de Miguel- Ella se fue Miki y sé que lograrás olvidarla y quererme a mi como lo hiciste con ella, solo dame la oportunidad para hacértelo ver por favor- arrebatada, comenzó a besarlo ardientemente por el cuello mientras le desabrochaba su camisa y rozaba excitantemente sus labios en su pecho velloso -Ali… no, para- protestó desganado intentando detenerla -Chisss amor, déjame demostrarte cuanto te amo yo mi vida- murmuró melosa sin parar de besarlo incitantemente mientras se encargaba hábil de desabrocharle la cremallera de sus pantalones. Miguel gimió levemente al sentir sus suaves manos acariciándole su miembro que respondía raudo a las excitantes caricias. Su mente se empezó a llenar de brumas alejando aquellas dudas y pensamientos que lo aturdían quedándose completamente en blanco así sintió su miembro dentro de su cálida y ávida boca. Su cuerpo reaccionaba ambicioso a sus caricias provocadoras -Ali…- murmuró ya completamente entregado, ella seguía jugueteando habilidosa con su miembro. Sabía manejarlo muy bien llevándolo rápidamente a una excitación increíble que lo abordó extremadamente sintiendo un deleite tremendo que lo trasladaba rápidamente al goce total que deseaba alcanzar de inmediato- ¡¡Oh, Ali…!!- volvió a murmurar sintiendo acercarse ese gran momento, cerró sus ojos excitado al máximo y sujetó su cabeza para guiarla más apremiante y ambicioso de alcanzar el clímax absoluto que se avecinaba ya, ella se dejó guiar y apresuró sus caricias tanto con sus manos con su lengua para que lograra alcanzar su placer máximo- ¡¡Dios, Emma!!- musitó entre dientes notando que faltaba muy poco para alcanzar al fin el punto máximo del placer… pero Alicia se retiró de pronto mirándolo atónita dejándolo a medias y muy confundido- ¡¿Qué te pasa?! ¡¿Por qué te paras ahora?!- reprendió abrumado -¿Qué es lo que has dicho Miguel?- interrogó ella mirándolo entre pasmada y aturdida, él tragó inquieto saliva -No… no sé… ¿qué rayos he dicho?- los ojos de Alicia lo miraban incrédulos mientras su rostro estaba desencajado del asombro -¿Quién es esa Emma que acabas de nombrar Miki?- él sintió que su corazón se paralizaba de pronto al oírla pronunciar aquel nombre- Dímelo Miki, no quiero pensar que sea…- él la miró despavorido por verse descubierto y ella lo miró boquiabierta- ¡¡Santo Dios Miguel!!¡¿Cómo has podido…?! ¡¡Si es una niña!!- gritó atónita -¡¡No Ali!!- roncó afligido- ¡¡No es lo que estás pensando!! -¡¡Miguel, no me quieras hacer estúpida!!- clamó despavorida volviéndose para no mirarlo a la cara -¡¡No Alicia, escúchame!!- increpó sujetándola por los hombros mirándola fijamente a los ojos- no hubo nunca nada entre nosotros, ni lo permitiría… jamás… pero…- guardó silencio unos segundos que parecieron eternos, ambos se miraban intensa y profundamente buscándose respuestas claras -¿Pero?- instó ella ante su silencio -Pero no sé cómo ocurrió y yo la amo, Ali… la amo profunda y locamente- Alicia abrió estupefacta su boca -¡¡Si tienes edad para ser su padre Miguel!! -Lo sé, pero no lo soy ¿no?- exclamó fastidiado por la comparación -¿Y Alberto y Cecilia? ¿Has pensado en ellos Miguel? ¿Cómo crees que reaccionarán si llegan a enterarse de… esto? -Claro que lo pensé… lo pienso muchísimo- respondió desolado -Son tus mejores amigos y ella su única hija de veinte años, Miguel ¡¡Es una niña Miguel!!- reprochó incrédula -¡Lo sé Alicia, lo sé muy bien! ¡No me estás contando nada nuevo!- bramó irritado tirando furioso el botellín de agua al basurero -¿Nunca hubo una ex novia que te hizo daño verdad?- instó dolida y él la miró conmovido- Cuando te quedabas como ahora pensativo y apesadumbrado o no te apetece hacer el amor conmigo ¿no es por ese otro amor que tanto daño te hizo, no? ¿Piensas en Emma? ¿Solo accediste a casarte conmigo para alejarte de ella verdad?- no respondió, solo bajó su mirada al suelo- Al menos, por favor te lo pido, dime que cuando hacías el amor conmigo no pensabas en ella- expresó llena de dolor -No, claro que no- respondió rotundo y sincero mirándola franco a los ojos. Alicia se mordió abatida el labio inferior -Y ahora quieres dejarlo porque te das cuenta que no puedes enfrentarte a perderla ¿no? -No, no la perderé porque nunca la he tenido Alicia, que te quede claro… Pero quiero acabar con este absurdo porque no quiero hacerte aún más daño del que ya te estoy haciendo Ali, no es justo para ti… Lo siento pero, yo no te amo y presiento que nunca lograré hacerlo y mucho menos olvidarla a ella- murmuró afligido -¡Pues debes esforzarte más Miguel! ¡¡Nunca lograrás nada ¿no lo comprendes?!! Para ella solo eres su padrino, su tío Miguel, y no podrás competir jamás con los muchachos de su edad… -Lo sé Ali, eso también lo sé muy bien… Pero yo soy feliz con solo tenerla cerca y viéndola feliz a ella aunque sea con otro; nunca se sabrá lo que siento, nadie se enterará jamás… Al menos que tú lo digas- musitó inquieto mirándola alertado -No, claro que no ¡¿cómo puedes ni siquiera sospecharlo?! Además… nadie me creería porque es un absurdo- aclaró déspota- Y eso que dices de que solo eres feliz teniéndola cerca y bla, bla, bla… no es cierto y lo sabes; sufrirás, sufrirás muchísimo al verla en brazos de otro, al verla realizar su vida junto a un muchacho que no serás tú, al verla tener hijos con otro que no eres tú… -¡¡Ya está bien Alicia, cállate!! Sí, todo eso también lo sé… pero me aguantaré- murmuró desconsolado, Alicia sintió una tremenda pena por él -Miguel…- nombró enternecida y posó su mano en su mejilla tiernamente y él la miró desolado- Miki… déjate de este absurdo, casémonos y déjame ayudarte a superarlo… -¡¡No!!- bramó rotundo apartando su mano de su mejilla y la miró decidido a los ojos- eso sí que no Alicia: no puedo echarme más cargas encima de mis hombros; además de mi sufrimiento, no soportaría saberte infeliz a mi lado porque sé de sobra que nunca podré hacerte totalmente feliz Alicia, compréndelo -Miki… deja que yo asuma mis actos, podemos lograrlo… puedo lograr que me ames…- insistió tozudamente -¡¡No, por favor Ali!! ¡¿Acaso te es tan difícil de comprender?! Ya amo con locura, con pasión, con cada poro de mi piel, incondicional y apasionadamente… pero a ella, a Emma, no a ti Alicia; y sé que no podré dejar de amarla nunca, aunque también sé que sufriré y me moriré llevándome este secreto a la tumba- declaró sincero y muy apasionado llenándosele los ojos de lágrimas, ella tomó aire profundamente y lo besó enternecida en la mejilla. -Lo siento por ti Miguel, yo sí te quiero y me duele mucho saber que estás sufriendo de esta manera y no me permitas hacer nada… pero me duele aún más saber que sufrirás el doble así vaya pasando el tiempo- habló cariñosa mirándolo desolada, él tragó saliva intentando deshacer el nudo que se le formara en la garganta pero fue inútil; ella tomó aire profundamente alejándose de él y recogió su bolso y su chaquetón del respaldo de una de las sillas del comedor- Buena suerte Miguel, la necesitarás, porque se te presenta una vida muy dura a partir de ahora; ya vendré a por mis cosas en otro momento en el que tú no estés en la casa…- se volvió y le clavó una mirada heladora y resentida con aquellos ojos azules que le destrozó el alma- Ah, y encárgate tú de avisar a los invitados; yo no tengo porque pasar la vergüenza de andar a buscar escusas por la anulación de la boda apenas a dos días de producirse- declaró tajante y se fue de la casa. Miguel apretó sus ojos esperando que el suave clic de la puerta al cerrarse tras ella le hiciera sentir rastrero e inhumano pero, asombrosamente, hizo que Miguel se sintiera muy bien… como liberado al fin de una pesada carga, desconcertantemente a gusto e increíblemente satisfecho. Sonrió complacido.

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